martes, 23 de febrero de 2021

Philip Glass & Paul Leonard-Morgan - Tales from the Loop (2020)



En la anterior entrada hablamos de una colaboración en la que participaba un músico habitual de este blog que ha hecho de este tipo de trabajos una parte importante de su carrera. La de hoy tiene alguna similitud ya que hablamos también de un disco a dúo que cuenta entre sus firmantes con el artista que más ha aparecido por aquí aunque en su caso, las colaboraciones con compañeros de profesión son bastante más escasas y mucho menos relevantes en su carrera.


Hablamos de la banda sonora de la serie de Amazon Prime “Tales from the Loop”, estrenada en el pasado mes de abril. La ficción plantea una serie de historias ligeramente interconectadas basadas en las imágenes retrofuturistas del artista Simon Stålenhag. Para ponerle música, los creadores pensaron en Philip Glass quien, de aceptar, se enfrentaría por primera vez al reto de crear una banda sonora para una serie televisiva. El proyecto le pareció muy interesante pero los plazos con los que trabajaba la productora y los compromisos que ya tenía en esas fechas le hicieron imposible comprometerse al cien por cien con la idea sugiriendo a Mark Romanek, a la sazón, productor ejecutivo de la serie, la posibilidad de contar con la colaboración del escocés Paul Leonard-Morgan para facilitarle el trabajo. Glass no había trabajado anteriormente con Paul pero ambos sí lo habían hecho con el director Errol Morris por lo que tenía alguna referencia de su forma de trabajar y pensó que encajarían bien. Paul, en sus propias palabras, tardó 10 minutos en contestar afirmativamente a la proposición.




La colaboración entre ambos artistas fue muy estrecha y, en buena parte, se hizo mano a mano en casa de Philip. El planteamiento musical fue variando con las sucesivas reuniones y así se pasó de una partitura inicialmente orquestal a una mucho más íntima, con una buena parte de la música escrita para instrumentos solistas (piano y violonchelo principalmente) o para formaciones muy pequeñas. La banda sonora partía de ideas de Glass que el de Baltimore enviaba a Paul Leonard-Morgan con distintas sugerencias para que fuera probando. Éste se las devolvía con añadidos o correcciones además de sus propias ideas que eran también revisadas y complementadas por Glass hasta conseguir una partitura en la que, en palabras de Paul “es imposible distinguir que aportaciones son de Glass y cuáles mías”.




La banda sonora, inicialmente, solo estaba disponible en formato digital aunque posteriormente ha aparecido una edición en vinilo. Esperamos que en un futuro próximo también se publique en disco compacto. Consta de 30 piezas de breve duración que funcionan como un personaje más en la serie en la que contribuyen a la creación de un hilo conductor entre las distintas historias que, pese a tener una cierta conexión entre ellas, funcionan también de forma independiente. El resultado nos deja sin una opinión clara. Suena a Glass, eso es indudable, pero suena demasiado a un Glass ya conocido. La referencia de otras bandas sonoras como la de “The Truman Show” está muy presente pero además de eso hay otra presencia que suena como un intruso y es que en muchos momentos de la obra parece como si se hubiera colado el Max Richter de “The Leftovers”, en especial en el tema central que suena en varias ocasiones (“Walk to School”, “Asking the Guard”, “Grandpa's Gone”, “Ed Pulls It Together” o “Always Here for You”). Es normal encontrar influencias de unos músicos en la obra de otros pero nos resulta extraño que sea el maestro el que recuerde al alumno como ocurre aquí. Extraño y muy chocante. Dadas las características del trabajo no sabemos si responsabilizar de esto al propio Glass o a Paul Leonard-Morgan aunque nos inclinamos por la primera opción ya que la presencia del músico escocés se nos antoja mucho más clara en otro tipo de composiciones como “Fireflies” en las que apreciamos incluso algún toque folclórico, que en piezas eminentemente “glassianas” como “Running to the Loop” o “The Robot” con sus aceleradas cuerdas. En otros cortes como “The Teacher” es el Arvo Pärt de “Alina” el que se deja entrever pero esta es una influencia más “pura” y que no nos choca tanto de entrada. Entre los hallazgos, por lo que tiene de novedad, nos gusta especialmente “Are You a Robot”, despegada del estilo de Glass y con una melodía muy ambiciosa. Probablemente sea otra de las piezas escritas por Paul y está entre las mejores de todo el trabajo. No falta material que podríamos llamar “de relleno” en el sentido de que son piezas que lejos de las imágenes de la serie no se sostienen demasiado bien como es el caso de “Stuck Here Forever” pero también hay alguna gema como la delicada “Gaddis is Happy” y temas más convencionales como “Life of May” o “Light in the Dark” en los que destaca la combinación de piano y violonchelo que vuelve a recordarnos en cierto modo a Pärt. En el tramo final nos encanta “Approaching the Loop” con unas cuerdas muy poderosas en la linea de las que podíamos oir en la ópera “Akhnaten”. Más adelante escuchamos una de las grandes aportaciones de Paul Leonard-Morgan en “Cole Looks for Jakob” protagonizada por el litófono que él mismo construyó para la banda sonora.




¿Nuestra conclusión? Pues en esta ocasión no es demasiado entusiasta. Philip Glass tiene ya 84 años y mantiene un ritmo creativo envidiable, incluso, para compositores mucho más jóvenes que él pero parece claro que hay proyectos a los que no les puede dedicar la atención de otras épocas. Quizá por eso en los últimos tiempos empieza a recurrir a colaboraciones como esta para poder entregar trabajos que posiblemente no le motiven tanto como otros y así hemos podido escuchar este “Tales from the Loop” o unos años atrás su banda sonora para “The Fantastic Four” firmada a dúo con Marco Beltrami. Ninguna de las dos está a la altura de otros trabajos no tan lejanos del compositor norteamericano. Con todo, “Tales from the Loop” contiene música agradable en muchos momentos por lo que no podemos desaconsejarla (de otro modo no la habríamos comentado aquí) pero siempre teniendo en cuenta que no estamos escuchando en ella al mejor Glass y probablemente no sea culpa del colaborador.




sábado, 13 de febrero de 2021

Eno / Wobble - Spinner (1995)




No es probable que exista un músico con una trayectoria tan peculiar como la de Brian Eno. Miembro de una exitosa banda de rock en sus inicios, navegante en solitario poco después, inquieto experimentador, creador de géneros y estilos particulares, productor de bandas de las que llenan estadios y autor, solo o en compañía de otros, de varios discos que han supuesto hitos fundamentales en la historia de la música de las últimas décadas. Todo esto, aparentemente, con un ego en las antípodas de lo que se estila en el mundillo. Quizá sea eso lo que hace de sus discos firmados a dúo con otros artistas, trabajos tremendamente interesantes y, en muchos casos, tan relevantes para analizar su propia trayectoria como cualquiera de los realizados en solitario.


Quizá la clave del buen funcionamiento de estas colaboraciones es el planteamiento de las mismas o, precisamente, la falta de un planteamiento fijo y es que Eno enfoca sus trabajos a dúo de todas las formas posibles: trabajando mano a mano con otro artista, intercambiando material y trabajando por separado y también los otros extremos posibles. Recientemente hablamos aquí de “Mixing Colours”, disco publicado a dúo con su hermano Roger en el que toda la composición partía de este mientras que la labor de Brian consistió en dar forma al material creado por el pequeño de los Eno. En el disco que comentamos hoy ocurre justo lo contrario.


En 1994, Brian Eno realizó la banda sonora de “Glitterbug”, documental dirigido por Derek Jarman en sus últimos meses de vida, muy afectado ya por la enfermedad que le acabaría matando y que le estaba haciendo perder la vista. Jarman apenas aguantó lo justo para ver el estreno del trabajo antes de morir. Eno, por su parte, no publicó la banda sonora pero sí decidió entregarle todo el material a otro músico para que hiciera lo que quisiera a partir de sus grabaciones. El escogido no era precisamente un “cualquiera” sino Jah Wobble. Wobble había sido miembro de Public Image Ltd, la influyente banda del ex-cantante de los Sex Pistols, John Lydon. Ambos habían tocado juntos cuando los Sex Pistols aún existían y por ello el vocalista recurrió a Wobble cuando pensó en formar una nueva banda. Junto a ambos, integraron la primera formación de PiL, Keith Levene, de The Clash y el batería Jim Walker. PiL no fue una banda particularmente exitosa pero, sin embargo, su segundo disco, “Metal Box”, es habitualmente citado como uno de los más influyentes de su época por muchos músicos posteriores de todos los estilos.


Tenemos pues a Brian Eno que entra en contacto con Wobble y le entrega el material grabado para “Glitterbug” para que el bajista haga con él lo que crea conveniente. Así sucedió y con las cintas de vuelta, tal cual las entregó Wobble, Eno publicaría “Spinner” en 1995. En palabras del propio Brian Eno: “Le entregué 19 piezas. En algunas de ellas, Jah tuvo la humildad de no tocar nada mientras que en otras añadió mucho material suyo. El disco se hizo en dos fases: Yo, y después él. Ni siquiera escuché el resultado final antes de publicarlo. No aporté nada a lo que Wobble me devolvió. Todo lo que él puso en el disco está producido por él. Todo lo que escuches por ahí detrás es probablemente lo que hice yo”. Por su parte, el punto de vista de Jah Wobble sobre el trabajo es realmente interesante. La idea de trabajar con Brian Eno era muy sugerente pero cuando supo de los planes de Brian para la grabación, no le gustaron nada. La idea de partir de material compuesto para la película no le resultó atractiva en absoluto. En las notas de la reciente reedición del trabajo, Wobble cuenta como pensó entonces “¿por qué no nos metemos juntos en un estudio y hacemos el maldito disco como se ha hecho siempre?”. Partir de música ya grabada le parecía “pelear con un brazo atado a la espalda” y el hecho de que no hubiera intercambio alguno de ideas tampoco mejoraba la perspectiva de la colaboración. Sin embargo terminó funcionando.

Eno y Wobble en una imagen de la época.


“Where We Lived” - El primer corte del disco suena tal y como Eno se lo entregó a Jah Wobble ya que éste consideró que no necesitaba de ninguna aportación adicional. Es una pieza electrónica ambiental que evoluciona lentamente, en la linea de trabajos clásicos de Eno como “Apollo”. Una introducción perfecta en la que destaca la textura orgánica del propio sonido que se comporta casi como un ser vivo.


“Like Organza” - En el segundo corte escuchamos ya el bajo de Wobble aportando un ritmo sensual a una composición dominada por el órgano y la aparición intermitente de una especie de campanas. El añadido de Jah Wobble crea una atmósfera con un extraño toque “jazzy” muy oscuro, propio de una película de David Lynch.


“Steam” - En este tema Wobble pierde la timidez y se anima a tocar la batería. A ello sumamos la guitarra de Justin Adams además de los tratamientos sonoros de Mark Ferda. El resultado no difiere mucho de las aventuras planeadoras de Tangerine Dream en discos como “Phaedra” o de los trabajos de aquella época de  Manuel Göttsching. En un momento determinado se escucha al “speaker” de White Hart Lane, el estadio del Tottenham Hotspur y es que Wobble era muy dado a dar largos paseos por Londres con una grabadora en la mano en busca de sonidos inspiradores, cosa que hizo en muchas ocasiones mientras trabajaba sobre las grabaciones de Eno.




“Garden Recalled” - Segunda pieza del disco que Wobble decidió dejar intacta. Es una tímida composición de Eno en la que una melodía pulsante va desarrollandose con un ritmo cadencioso y “mesmerizante”. Una preciosidad de esas con las que el no-músico inglés nos obsequia de cuando en cuando.


“Marine Radio” - Wobble decide incorporar de nuevo batería (tocada en esta ocasión por Richard Bailey) además de aportar sus propias texturas electrónicas y el bajo, muy protagonista aquí, con influencias de la música “dub”. Quizá sea de las composiciones del disco en las que Eno queda más oculto bajo diferentes capas de sonido pero eso no le quita interés hasta el punto de que es una de nuestras favoritas de todo el trabajo.


“Unusual Balance” - Volvemos a oir la guitarra de Justin Adams, esta vez como protagonista casi absoluta de la pieza junto con la voz de Susan Deyhim en algunos momentos. Wobble vuelve a tocar la batería además del bajo en una pieza extraordinaria. La atmósfera nos atrapa desde el principio y es que Jah atrapa perfectamente la esencia de las notas del piano y del Fender Rhodes de Eno para aprovechar ese sonido jazzístico y llevarlo a su terreno. Una joya.




“Space Diary” - Casi como si se tratase de una coda del corte anterior, Wobble nos deja aquí con un breve corte ambiental salpicado por algunas notas de piano que es el último del disco que el bajista deja intacto, tal y como se lo entregó Eno al inicio del proyecto.


“Spinner” - El que podríamos considerar el corte central del disco tiene un frenético ritmo marcado por la batería de Jaki Liebezeit (miembro fundador de Can que ya había trabajado con Eno en “Before and After Science”) y un infeccioso bajo a cargo de Wobble quien transforma así una suave pieza “ambient” al estilo clásico de Eno en una tensa composición absolutamente fantástica en la que se echa de menos una mayor duración.




“Transmitter and Trumpet” - Precisamente duración es algo que no le falta a los dos últimos cortes del disco que son también los más extensos del mismo. El primero de ellos sigue jugando con los rimos contagiosos, esta vez con una batería que aparece y desaparece y un bajo apagado y hasta sucio en muchos momentos. Una pieza desasosegante de principio a fin.


“Left Where It Fell” - En la misma linea de alguno de los temas anteriores está esta composición que, de nuevo, Wobble se lleva a los terrenos del “dub” jugando esta vez de forma casi agresiva con los canales del estéreo con sonidos que se mueven de uno a otro de un modo mareante consiguiendo un efecto que llega a incomodar al oyente. Pese a ello es una de esas composiciones de las que no te puedes despegar hasta que termina.



Dentro de la serie de reediciones de la obra de Brian Eno que vienen apareciendo en los últimos años, el año pasado se publicó la de “Spinner” con un par de temas extras, uno de Eno procedente de la banda sonora de “Glitterbug” y un inédito de Wobble. Una gran ocasión para hacerse con un disco que no deja de ser un rareza en la discografía de ambos artistas y que no era nada fácil de encontrar a estas alturas. “Spinner” ha sido durante mucho tiempo uno de nuestros discos favoritos de Eno, quizá por lo que tiene de particular en relación con otros de sus trabajos y no dudamos en recomendarlo a todos aquellos que conocen sus discos clásicos pero están menos familiarizados con otros lanzamientos no tan conocidos.

miércoles, 3 de febrero de 2021

No-Man - Returning Jesus (2001)



“Wild Opera”, nuestro disco favorito de No-Man, se había publicado hacía ya varios años y en ese periodo, la carrera de Porcupine Tree había despegado definitivamente. Eso, unido a un prolongado silencio discográfico de Tim Bowness hacía pensar en “Returning Jesus” como el más que probable disco de despedida del dúo formado por Tim y Steven Wilson. De hecho, en el trabajo iba a aparecer material escrito a lo largo de varios años, incluso rescatado de los meses anteriores a la publicación de su anterior disco. En su día, muchos pensaron que el especial cuidado con el que estaba hecho todo en el nuevo trabajo obedecía al deseo de dejarlo todo en lo más alto. La despedida perfecta.


Luego supimos que no era así y No-Man han resistido hasta nuestros días incluso haciendo compatible su existencia con las exitosas trayectorias de sus dos miembros por separado pero creemos que es un buen momento para recordar este precioso “Returning Jesus” publicado hace casi veinte años. El disco se hizo esperar y es que conocemos pocos casos, por no decir ninguno, en los que el “single” de adelanto aparezca con más de dos años de antelación respecto al disco al que pertenece. Rareza que se vio duplicada con la aparición del segundo “single” dos años más tarde que el propio LP, con lo que quedó mucho más cerca en el tiempo del siguiente trabajo de la banda que del disco al que pertenecía. Todo esto tenía una explicación y es que los dos miembros de la banda estuvieron muy ocupados en ese tiempo rescatando las primeras canciones que escribieron allá por 1988-1989 y que solo habían aparecido en formato cassette en 1993 bajo el título de “Speak”. En los meses previos a la aparición de “Returning Jesus”, No-Man estuvieron recuperando, remezclando y en muchos casos regrabando las pistas de aquellos temas antiguos. Las partes vocales, por ejemplo fueron grabadas por completo. La nueva versión de “Speak” sería publicada en CD a mediados de 1999 pero todo ese trabajo fue simultaneo a la composición y grabación de la mayor parte del material del nuevo disco que también rescataría alguna pieza antigua que no había encontrado acomodo en ningún otro proyecto en su día.


De lo minucioso del proyecto da buena cuenta el hecho de que prácticamente los tres últimos años del mismo los dedicaron a seleccionar con sumo cuidad las canciones del mismo así como los músicos idóneos para cada tema. En el proceso se llegó a pensar en un disco más bien corto de poco más de media hora de duración, en uno mucho más extenso con prácticamente todo lo grabado sin apenas filtros e incluso incluir transiciones habladas entre las canciones en las que se desarrollasen aún más los textos. Finalmente se optó por una selección algo mayor que la planteada en un principio prescindiendo de canciones completamente terminadas pero que podían alterar la coherencia interna del álbum.



Para ello, Bowness y Wilson se rodearon de una formación de aire jazzístico lo que daba una buena pista de por dónde podían ir los tiros en esta ocasión. Al batería Steve Jansen (quien ya había trabajado con No-Man), el flautista y saxofonista Theo Travis (participante en proyectos anteriores de Wilson como Bass Communion) y el bajista Colin Edwin (de Porcupine Tree), se unen en esta ocasión el teclista David Kosten, los trompetistas Ian Carr e Ian Dixon y el guitarrista Ben Christophers. El resto de instrumentos, como es habitual, corrían todos por cuenta de Steven Wilson.


“Only Rain” - El álbum comienza con unas cuerdas lánguidas y repetitivas que nos recuerdan a “The Sinking of the Titanic” de Gavin Bryars. Sobre ellas aparece la voz de Bowness sosteniendo ese mismo ritmo pausado, cadencioso, casi somnífero, apenas alterado por la trompeta de Ian Carr, imbuida del espíritu del Miles Davis de discos como “Siesta”. Tras la introducción aparece la percusión y la guitarra de Ben Christophers con un punto errático que le sienta de maravilla al tema que gana en consistencia a partir de entonces con cuerdas, trompeta y contrabajo unidas en un precioso segmento jazzístico que se va difuminando en un lento final. La canción surge de una coda que pensaron añadir a un tema anterior para un disco de remixes en 1995. En aquel momento Bowness estaba trabajando en otro proyecto con David Kosten y se pensó incluir el tema en el disco que este iba a publicar bajo el nombre de Faultline pero se descartó.


“No Defence” - Mucho más convencional es la siguiente canción construida a partir de una serie de acordes de guitarra mil veces repetidos en el rock. La magia la opera en esta ocasión Tim Bowness con su inimitable estilo a la hora de cantar. A partir de ahí, cada detalle es una gema más a añadir al conjunto. El piano, los fondos de mellotron o similar, la exquisita batería de Steve Jansen o la trompeta, en este caso de Ian Dixon no hacen sino mejorar la pieza a cada intervención.


“Close Your Eyes” - Cambio total en cuanto a entorno sonoro para arropar la voz de Bowness. Percusiones africanas, sonido de órgano y una preciosa guitarra que pone filo a la canción es todo lo que necesita el grupo para componer un tema extraordinario con toda la esencia de una banda peculiar y única en su especie. La canción parte de otra escrita en 1988 que revisaron mientras trabajaban en la nueva edición de “Speak”. Se quedaron con las partes más interesantes y aprovecharon las aportaciones de todos los músicos participantes en la grabación.


“Carolina Skeletons” - Llegamos a una de nuestras 4 o 5 canciones favoritas de la discografía de No-Man que, además, funciona de maravilla en formatos muy diferentes como atestiguan las distintas versiones en directo que podemos oír en los conciertos de la banda. Como todos los temas anteriores, es un tiempo lento y melancólico, perfectamente adornado con efectos electrónicos, una delicada guitarra y una atmósfera evocadora. Rozando la perfección. Curiosamente, esta canción, al igual que la siguiente, fueron compuestas y grabadas por la Wilson y Bowness directamente en el estudio de grabación sin partir de ninguna idea previa.




“Outside the Machine” - Volvemos al espíritu “jazzy” con la batería juguetona de Jansen ribeteada de las notas precisas de piano. Poco después escuchamos a Tim levantar la voz, algo poco frecuente en él, para subrayar un estribillo encantador. Creemos que es difícil escuchar a alguien cantando “no te necesito” de una forma más elegante.


“Returning Jesus” - El comienzo es arrebatador. Una percusión que bien podría salir de las cacerolas de la casa de cualquiera de los músicos se combina con un primitivo sonido electrónico no muy diferente al del Casiotone más básico. Pues con ese ritmo en bucle tenemos ya la base de otra gran canción que comienza con Tim cantando varias veces el título del tema que vendrá después, en un curioso juego que puede llevar a la confusión ya que este será una pieza instrumental. En la parte central de la canción aparece el autoarpa tocado por Wilson, quien se enamoraría de ese sonido durante mucho tiempo.




“Slow It All Down” - Curiosamente, y pese a que, como decíamos antes, el título de este tema era parte de la letra del anterior, no se trata de una coda de aquel ni mucho menos sino de una composición independiente y de gran interés en la que se combinan ritmos electrónicos, el saxo de Theo Travis y las guitarras para formar una pieza instrumental de gran entidad, quizá más cercana a otros proyectos de Wilson como sería Bass Communion.


“Lighthouse” - Otra de las canciones clásicas de la banda con un Bowness que recita más que canta durante la mayor parte de la misma con la única excepción del estribillo. Pese a un comienzo muy relajado, la evolución de la canción, especialmente a partir de la entrada del órgano, es quizá la más cercana de todo el disco a un concepto cercano al rock progresivo. La parte central en la que volvemos a escuchar una batería muy jazzística mezclada con juegos minimalistas de teclado en el más puro estilo de Steve Reich, es una verdadera maravilla que justificaría por sí sola todo el disco. Tras un corte abrupto, se cierra la pieza con un segmento lleno de aroma “floydiano” tanto en la parte del órgano como en la de la guitarra. El punto de partida fue otra canción descartada, en esta ocasión de 1994.




“All That You Are” - Con un esquema cercano a “No Defence”, en el sentido de que parte de una base trillada para evolucionar después en algo muy distinto, “All That You Are” es un cierre perfecto para el disco. Con un punto de épica inesperado pero que le sienta de maravilla es una despedida inmejorable que nos deja con una sonrisa en la boca.



Lo cierto es que Tim Bownes confirmó los rumores de los que habíamos hablado al principio. Los trabajos anteriores de No-Man no habían obtenido el éxito y las buenas críticas de sus precedentes pese a que los dos artistas consideraban que eran tan buenos como aquellos o mejores. Con ese panorama, trabajaron en “Returning Jesus” con la perspectiva de que si aquel iba a ser su último disco juntos, querían hacer algo de lo que sentirse orgullosos y lo consiguieron hasta tal punto que Bowness comenta divertido en las notas de la reedición de 2002 del trabajo que una de las pocas críticas negativas que llegó a leer decía: “no me gusta nada de lo que se oye en el disco y, lo que es peor, es que estoy convencido de que los autores están encantados con el resultado”. A eso, Tim solo pudo añadir: “Tiene toda la razón”.


No-Man han seguido grabando discos hasta hoy en día y lo cierto es que es el único de todos los proyectos colaborativos de Steven Wilson que parece seguir en pie y a pleno rendimiento, toda vez que su participación en Blackfield es cada vez más marginal pudiendo considerarse ya el proyecto de Aviv Geffen más que la colaboración que fue en su día. “Returning Jesus” fue un punto de inflexión para No-Man que merece la pena recordar y cuya escucha nunca decepciona.