Hace ya unos cuantos años, Charlie Haden le dio un consejo a Pat Metheny. Le recomendó que dejase de componer sobre partitura y que, en cambio, llevase siempre consigo una grabadora para guardar todas las ideas que se le fueran ocurriendo sobre la marcha como forma de aprovechar mejor los momentos de inspiración que no siempre llegan cuando uno lo tiene todo preparado. Metheny le hizo caso y desde entonces va grabando con cierta regularidad aquellas ideas que se le van ocurriendo.
El problema, como cuenta el propio guitarrista, es que la mayor parte del tiempo se encuentra en “modo output” y casi nunca en “modo input”. Traduciendo un poco lo que quiere decir, Metheny es un creador que casi nunca se para a escuchar (o a re-escuchar) su propio trabajo porque está siempre creando cosas nuevas. El resultado de ello es que de repente se puede encontrar en su ordenador portátil una carpeta con decenas de composiciones grabadas tiempo atrás que no ha vuelto a oír nunca desde el día en que se registraron. En condiciones normales ni siquiera las prestaría atención pero hay veces, especialmente durante las giras, en las que el músico pasa una gran cantidad de horas muertas entre hoteles, desplazamientos, etc. Esto ocurrió en 2022 a lo largo de una serie de conciertos particularmente larga durante la cual Metheny encontró una de esas carpetas con música que, en su mayor parte, ni siquiera recordaba haber grabado. Fue así, sin pretenderlo siquiera, como decidió grabar un nuevo disco recogiendo parte de aquellas piezas y grabándolas de nuevo en una sola toma.
En total, rescató nueve composiciones de las que seis son suyas y las otras tres, versiones de algunos de sus músicos favoritos. Todo el disco está grabado por el propio Metheny con una guitarra eléctrica convencional y una guitarra barítono para abarcar un mayor rango sonoro. El disco lleva el título de “Dream Box” y apareció hace unos pocos meses en el sello Modern Recordings, creado por BMG en 2019 para reunir artistas de música neoclásica, electrónica y jazz. Esta es ya la tercera entrega del músico para ellos tras dejar Nonesuch.
El tono del disco es melancólico y relajado como se desprende ya de las primeras notas de “The Waves Are Not the Ocean”, un tema muy lento, lleno de espacios y que nos recuerda bastante al Metheny de sus inicios en ECM con discos como “New Chautauqua” (1979). “From the Mountains” cambia un poco hacia terrenos más melódicos con la aparición de un tema reconocible con reminiscencias de la música sudamericana que siempre ha inspirado especialmente al guitarrista. Una delicia que da paso a “Ole & Gard” en la que recuperamos la versión más familiar del músico con fraseados y melodías en la línea de discos clásicos como “Letter from Home” (1989).
Cierra este set inicial “Trust Your Angels” con la que volvemos al espíritu de “From the Mountains”, con una balada serena y reflexiva. Sorprende mucho el nivel de inspiración y complejidad de estas composiciones teniendo en cuenta que proceden de borradores improvisados en momentos de entretiempo durante viajes y conciertos. Llegamos ahora a la primera pieza ajena del disco en la que Metheny adapta “Never Was Love”, la que quizá sea la composición más conocida del pianista Russ Long, artista no demasiado popular que hizo carrera en los clubes de jazz y en los hoteles de Kansas.
Seguimos con “I Fall in Love Too Easily”, estándar del dúo formado por Jule Styne y Sammy Cahn, compositores de musicales en cuyo haber hay canciones muy populares como el villancico “Let it Snow, Let it Snow, Let it Snow” o “Diamonds Are a Girl's Best Friends (esta última de Styne con otro letrista). “P.C. of Belgium” es el Metheny habitual cuando toca sin acompañamiento, interpretada, además, con una delicadeza extrema y nos deja con la última versión: “Morning of the Carnival”. Es una conocida pieza del matrimonio brasileño formado por Luiz Bonfa y María Helena Toledo, estrellas del jazz y la bossa nova en los años sesenta. La versión de Pat es extraordinaria respetando toda la esencia del original y llevandolo a su terreno en momentos determinados. Cierra el disco, por fin, “Clouds Can't Change the Sky” que no rompe con el tono general del trabajo: motivos melancólicos, desarrollos lentos espaciosos y un gran recogimiento.
En los últimos tiempos, Metheny ha tratado de reservar un hueco para trabajos como este, en los que tenemos al músico con su guitarra, tocando en vivo y sin retoques. Mucho más íntimos y directos que su producción más habitual que llegó a alcanzar momentos de un barroquismo máximo en varios discos. Por estilo e instrumentación, “Dream Box” continuaría la estela de “One Quiet Night” (2003), interpretado íntegramente con la guitarra barítono, y “What's it All About” (2011) en el que sumaba otras guitarras a esta en determinados momentos. Si os gusta esta versión de Metheny, este disco no os puede decepcionar. No lo podemos contar entre sus obras más innovadoras pero sigue siendo un gran disco que no podemos dejar de recomendar.