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miércoles, 29 de julio de 2015

Puck Fair - Fair Play (1987)



Antes de formar parte de Nightnoise, Brian Dunning tenía un grupo de música jazz en Nueva York llamado Puck Fair. A pesar de que la banda sigua activa en nuestros días, sólo disponemos de dos discos publicados por el flautista bajo ese nombre en los más de 30 años que hen pasado desde que el grupo se juntó por primera vez. Dunning, dublinés de nacimiento, es un de los más grandes flautistas de su generación lo que le permitió estudiar con los mejores, entre otros, con el legendario James Galway aun en Irlanda. En aquel tiempo, se convirtió en el primer músico de jazz en obtener una beca del Irish Arts Council, lo que le permitió completar su formación en el Berklee College of Music en Boston. Tras finalizar sus estudios tocó con los mejores representantes de estilos muy diversos, desde Van Morrison hasta Jaco Pastorius probando suerte incluso como solista de orquesta con directores como el mismísimo Stockhausen.

En 1984 formó Puck Fair junto con otros colegas pero la banda nunca tuvo una formación demasiado estable. Fue algo después, cuando Dunning se incorporó a Nightnoise en 1986 cuando se decidió a grabar por primera vez en solitario bajo ese nombre aunque realmente, no podemos considerar a este primer Puck Fair discográfico como una banda real ya que su vida se limitó a la grabación de un disco, el que comentamos hoy, titulado “Fair Play”. Durante varios meses de 1986, Dunning se unió a Mícheál Ó Domhnaill, Billy Oskay y Tríona Ní Dhomhnaill para grabar “Something of Time”, primer disco de Nightnoise como cuarteto. En diciembre de ese año, concluído aquel trabajo, Dunning reclutó a Mícheál y Billy para grabar su primer disco, de sonoridad por fuerza cercana a la de los propios Nightnoise pero con un toque más jazzistico. Junto a las flautas de Brian Dunning, podemos disfrutar en el trabajo de la guitarra y el tin whistle de Mícheál Ó Domhnaill, el violín y la viola de Billy Oskay (también productor del disco), las percusiones de Tommy Hayes y el piano de Gordon Lee en un par de cortes.

Brian Dunning


“Stepping Stone / Ken's Comb” - El comienzo del tema podría pertenecer a cualquier disco de Nightnoise, especialmente por lo inconfundible de la guitarra de Mícheál. El “bodhran” de Tommy Hayes marca las primeras diferencias importantes y sienta las bases para la primera intervención de Brian Dunning a la flauta, soberbio como de costumbre completando así la participación de los tres autores de la pieza en su ejecución. La segunda parte de la misma, es una composición del músico irlandés Mike Nolan.

“Doll's Waltz” - A base de juegos entre distintos tipos de flautas construye Dunning esta excelente pieza en dos partes, la primera, suave y lenta se centra en los citados juegos mientras que la segunda, marcada por la sección rítmica de O' Domhnaill y Hayes, con Dunning ya en la flauta travesera, nos muestra su faceta improvisadora partiendo de aires tradicionales.



“McMinimal's Reel” - Especialmente brillante se muestra el flautista en esta mezcla de música tradicional y minimalista en la que guitarra percusión y piano aportan un ritmo frenético en el que Brian Dunning se siente como pez en el agua. Una composición magistral no demasiado lejana alguna de las que Tríona Ní Dhomhnaill solía componer para Nightnoise en aquellos años.



“Spanish Arch / A Waltz, B Reel” - Segunda pieza del disco firmada por el trío central de músicos y también la más larga del trabajo. Hay algo de ritmo flamenco en la base del primer tema a cargo de Tommy Hayes y parece que también Mícheál quiere acercarse algo al género con la guitarra pero con un respeto que evita que caigan en el ridículo tan habitual en estos casos. El segundo motivo se convirtió poco después en un clásico del repertorio de Nightnoise bajo otro título en el disco “Shadow of Time”. Tras él escuchamos brevemente otra pieza recuperada con posterioridad en ese mismo disco antes de entrar en el tramo final, con una mezcla de jazz y folk brillante como pocas seguida de una melodía arrebatadora en la que escuchamos al mejor Dunning, con esa épica que más tarde derrocharía en sus discos en compañía del sintesista Jeff Johnson. Un breve retorno a la melodía anterior sirve para cerrar una de las mejores piezas, sin discusión, de todo el trabajo.



“Paddy's Green Shamrock Jungle” - Tommy Hayes firma con Dunning el siguiente corte y se nota. La percusión es la principal protagonista del mismo a través de una combinación de ritmos y sonidos verderamente interesantes. Hayes es uno de los más grandes percusionistas en su género como ha demostrado en todo tipo de discos, incluyendo alguno propio que aparecerá por aquí en su momento.

“Moondance” - Se atreve ahora Dunning con un clásico de esos a los que es un reto acercarse: “Moondance” de Van Morrison. Lo que hace el flautista con la composición es absolutamente magistral: la desviste de toda la carga de ritmo y fuerza del original en los primeros minutos en los que suena como una suave balada para desatar en el tramo final todas las diabluras de uno de los temas insignia del León de Belfast. En este segmento, la canción podría pasar por un tema tradicional irlandés sin demasiadas complicaciones. El sector final es, quizá, el más personal y aquel en el que el flautista lleva la pieza a su terreno favorito, el del jazz, transformandola hasta dejarla irreconocible en algún momento. Se nos acaban los calificativos con una versión tan rica como esta.

“3x4” - Si en el anterior corte era el Dunning arreglista e intéprete el que se mostraba en estado de gracia, aquí es el compositor, con una melodía magnífica que le permite improvisar entre cada repetición de un modo casi inapreciable. Oskay interviene con algunos toques “country” al violín en determinados momentos sin interferir en absoluto con el resto de la pieza que es, como todo el disco, una verdadera joya.

“The Cur” - No se prodiga demasiado con la flauta de pan nuestro músico pero cuando lo hace, consigue que no suene trillada, incluso en piezas lentas como esta en la que es la única protagonista durante muchos minutos. Ya en la segunda parte aparecen el piano y la percusión para ayudar a dar forma a la melodía que comenzó a desarrollarse en el solo inicial.

“Time O' Night” - Concluye el disco con la pieza más breve. Dunning ejecuta una lenta melodía con aire de canción de cuna que evoluciona son suavidad acompañada del sutil armonio ejecutado por Billy Oskay.


Es posible que cuando se grabó “Fair Play”, Brian Dunning tuviera en mente comenzar una carrera más o menos firme bajo el nombre de Puck Fair. El disco “Something of Time” de Nightnoise era un proyecto más que nada hacía indicar que fuera a ir mucho más allá en el tiempo. Sin embargo, ese trabajo fue muy bien acogido, Dunning pasó a formar parte del cuarteto de forma definitiva y Puck Fair quedó apartado indefinidamente. Un tiempo después, surgió otro proyecto paralelo en el que el flautista formó equipo con Jeff Johnson y juntos lanzaron varios trabajos de modo simultáneo a los de Nightnoise al principio y, tras la desaparición del grupo, ya como principal vía de expresión de las inquietudes musicales de Brian Dunning. En 2008 reapareció Puck Fair con una formación completamente distinta a la que intervino en “Fair Play” por motivos obvios: Mícheál Ó Domhnaill había fallecido tiempo antes. En los meses previos a esa segunda grabación, el nuevo grupo tuvo una notable actividad acompañando a otros músicos y llegaron a participar en un concierto homenaje a Mícheál Ó Domhnaill cuya publicación en disco estaba prevista pero aún no ha tenido lugar. Trataremos de seguir la pista al flautista aunque su actividad se ha alejado mucho de la primera fila (siempre hablando de músicas minoritarias) que llegó a ocupar en los momentos más populares de Nightnoise.

domingo, 29 de junio de 2014

Alasdair Fraser & Paul Machlis - The Road North (1989)



El primer disco del dúo formado por Alasdair Fraser y Paul Machlis fue maravilloso por lo que superarlo parecía un reto de dimensiones colosales. Lo consiguieron. Recordemos que aquel “Skyedance” fue la primera referencia de Culburnie Records, sello tutelado por el propio Fraser y nos regalaba una combinación exquisita de música tradicional escocesa, arreglos clasicistas y algún elemento de jazz. El violinista grabó poco después otro disco a dúo, en este caso con el guitarrista Jody Stecher como compañero que llevó por título “The Driven Bow” pero el maravilloso “Skyedance” llamó la atención de un sello algo mayor de la que hablamos recientemente como era Narada. A través de su división de “world music”, por definirla de un modo más o menos convencional, Sona Gaia, el sello norteamericano llamó a la puerta de Fraser y Machlis para que éstos grabasen el que sería su segundo disco.

No se escatimó en recursos y se consiguió la colaboración de estrellas de la competencia más directa como sería Windham Hill en las figuras del guitarrista de Nightnoise, Mícheál Ó Domhnaill, el percusionista Tommy Hayes (quien ya aparecía en el primer disco de Fraser y Machlis), por último, del también violinista y fundador de Nightnoise Billy Oskay que se limitaría a cuestiones técnicas y de producción sin interpretar ni una nota en el disco. El trabajo se iba a grabar en los estudios Nightnoise en Portland con lo que la garantía de calidad sonora y, quizá más importante, el perfecto conocimiento del tipo de música que tenían entre manos estaba asegurado. Completa el plantel del disco el bajista Glen Moore, músico afincado en Portland pero con un currículum que desmiente a cualquiera que piense que se eligió a un artista local para rellenar: fundador de Oregon, había grabado con Ralph Towner para ECM, el Paul Winter Consort, Dave Holland o Paul Bley.

Como ya había ocurrido en “Skyedance”, las composiciones estaban muy equilibradas entre las propias de los miembros del dúo, las de procedencia tradicional y las firmadas por otros músicos, desde los contemporáneos como el norteamericano de ascendencia escocesa Jerry Holland, nacido apenas tres años antes que Fraser, Dave Richardson, acordeonista inglés miembro de Boys of the Laugh, hasta clásicos como el violinista escocés de finales del S.XIX y comienzos del S.XX, J. S. Skinner o, remontándonos aún más atrás, William Marshall, a caballo entre el S.XVIII y el XIX.

Portada alternativa del disco para una reedición posterior.


“Laughing Wolf / Mountain Madness” – Abre el disco un set de dos temas escritos respectivamente por Machlis y Fraser. El primero es una alegre tonada en la que el piano marca el ritmo mientras el violín ejecuta una melodía de inequívoco sabor celta. La percusión de Hayes, un auténtico maestro en ese arte, es equilibrada y complementa perfectamente al dúo. El tema de Fraser es un prodigio de energía y saber hacer en el que Alasdair combina sus dos instrumentos, violín y viola, a la perfección. La intervención de Ó Domhnaill a la guitarra nos lo muestra como el dominador perfecto del instrumento a la hora de llevar la parte rítmica de cualquier composición.

“Traditional Gaelic Melody” – Machlis ejecuta esta melodía tradicional al piano con el único acompañamiento, en primera instancia, del bajo hasta que aparece Fraser añadiendo el puntito de magia necesario para transformar un bonito tema en algo real mente excepcional gracias a un magnífico dúo violín-viola posible gracias al trabajo en el estudio de grabación.



“Tommy’s Tarbukas” – Sin solución de continuidad, el suave aire anterior enlaza con una exuberante melodía llena de ritmo que Fraser compuso en honor de Tommy Hayes. Ciertamente en los primeros minutos de la misma son ambos músicos los que cargan con el peso de la pieza asumiendo el rol de acompañante Machlis al piano. Es este una de los mejores momentos de todo el trabajo sin lugar a dudas, en el que podemos comprobar hasta dónde llegan las capacidades de los intérpretes.

“Bennachie Sunrise / Willie’s Trip to Toronto” – El sensacional bajo de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su primera parte y de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su primera parte y de Jerry Holland en la segunda. La pieza de Machlis en un aire lento en el que Fraser demuestra por qué es, quizá, el gran violinista de la música celta, con una expresividad y un virtuosismo que se nos antojan inalcanzables por cualquier otro intérprete en su género. Machlis se reserva una preciosa parte de piano que anticiparía lo que escucharíamos un poco despúes en sus discos en solitario. La segunda parte, como es habitual en este tipo de “sets” contrasta en cuanto a ritmo con la primera, siendo en esta ocasión mucho más rápida e incorporando más elementos rítmicos como el bodhran de Tommy Hayes y la guitarra de Míchéal Ó Domhnaill.

“Slow Train” – Llegamos así al único tema de todo el disco firmado en tu totalidad por Paul Machlis. Consiste en una introducción de piano con un ligero aire balcánico cuya melodía se repite un par de veces antes de saltar de las teclas al violín. Las partes de bajo, magníficas en todo el disco, son sutiles pero imprescindibles en temas como éste, especialmente cuando los músicos van entrando en calor y la música se acelera. En la segunda mitad de la pieza, las similitudes con el sonido de Nightnoise, especialmente en la etapa en la que Billy Oskay era miembro de la banda, son notables lo que nos recuerda la presencia en el disco de dos de los integrantes de aquel grupo aunque en este caso Ó Domhnaill no llegue a intervenir.

“Invercassley Falls / Trip to Ballyshannon” – Segundo set conformado por una pieza de Machlis y otra de Fraser. La primera y más lenta parece escrita para mayor lucimiento del violinista quien luce especialmente a dúo con Glen Moore. El tema que completa la dupla es una danza de aire tradicional en la que Fraser se encuentra particularmente cómodo y donde podemos disfrutar de una gran sección rítmica a cargo de Ó Domhnaill y Hayes.

“Calliope Housel / The Cowboy Jig” – Llegamos así a uno de los grandes momentos del disco con Alasdair Fraser interpretando una tonada de Dave Richardson que se ha convertido en un clásico del repertorio del violinista (no falta en sus conciertos y la ha vuelto a grabar para algún disco posterior). Machlis acompaña a los sintetizadores, algo no muy habitual en el disco, y Hayes vuelve a lucirse a las percusiones, en especial en la segunda parte de la pieza, de origen tradicional.

“Bovaglie’s Plaid” – Si hay un músico por el que Fraser siente una admiración sin límites, ese es J.S. Skinner, autor de la que es una de las más bellas melodías de todo el disco. Se trata de una pieza exquisita, emocionante hasta decir basta, en la que nuestro violinista favorito hace una interpretación conmovedora. Los arreglos de sintetizador de Machlis, exclusivamente como fondos, no hacen sino resaltar el carácter excepcional de la obra de Skinner.



“The Banks of Spey / Brenda Stubbert’s Reel” – Una pieza de William Marshal combinada con otra de Jerry Holland nos acercan al final del disco. Quizá la primera de ellas sea la mejor, por sentarle como un guante al estilo más agresivo de Fraser, acompañado por el no menos enérgico piano de Machlis aunque el “reel” con el que se resuelve el “set” no resulta menos inspirado, especialmente por la aportación de los ritmos del dúo Hayes-Ó Domhnaill.

“The Road North” – Cerrando el disco, escuchamos otra pieza maravillosa escrita por Fraser y que se convierte en la despedida perfecta. Comienza con un lamento de violín que nos hace vislumbrar la clásica imagen del gaitero entre la niebla, tocando su música en la cima de un acantilado. No se puede tocar mejor el violín de lo que lo hace Alasdair en esta composición con aire de himno y que, dentro de su solemnidad, revela a un músico en estado de gracia.

Aunque la colaboración entre Fraser y Machlis no terminó aquí, lo cierto es que “The Road North” fue el último disco que firmaron a dúo si excluimos el primer volumen de la colección de Fraser “Legacy of the Scottish Fiddle”. Ambos músicos han colaborado en los discos de su colega y formaron Skyedance, supergrupo de música celta del que a buen seguro hablaremos por aquí más adelante. Disfrutemos por ahora de su legado como pareja artística en forma de dos discos exquisitos. Si “The Road North” ha despertado vuestro interés, está disponible en los enlaces de siempre.

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Nos despedimos con el dúo, reforzado por la violonchelista Natalie Haas interpretando en directo un set de piezas encabezado por "Calliope Housel".

martes, 20 de diciembre de 2011

Alasdair Fraser & Paul Machlis - Skyedance (1986)



Alasdair Fraser es el mejor violinista vivo. Comenzar una entrada con una afirmación de este calado debería poner en guardia al más ingenuo de los lectores que no tendría más remedio que tener en cuenta que todo lo que lea a continuación debe estar contaminado en gran medida por el sesgo del fan incondicional.

No negamos en modo alguno que nos contamos entre los pertencientes a ese grupo de seguidores si hablamos de un músico como el escocés pero, admitiendo la exageración inicial, creemos que la calidad interpretativa de Fraser rivaliza con la de cualquier mago de las cuatro cuerdas que se pueda poner sobre la mesa. Y esto es así, incluso cuando la trayectoria del joven Alasdair en los primeros años ochenta no parecía llevarle por el camino de la música ya que se acababa de trasladar a una plataforma petrolífera tras terminar sus estudios de Física en la Universidad de Edimburgo. Su amor por la música tradicional de su Escocia natal y, particularmente por el violín, le hizo trasladarse a los Estados Unidos y comenzar allí una carrera realmente sublime. Nos llama la atención cómo el hecho de haber realizado la mayor parte de su carrera fuera de Escocia ha generado un cierto recelo por parte de muchos de sus colegas de profesión que, si bien, no dejan de reconocer sus increibles habilidades, suelen medir mucho los elogios añadiendo siempre algún tipo de objeción. Este tipo de actitudes no es extraño a muchos de los artistas de orígen céltico que han desarrollado sus carreras fuera del ámbito geográfico principal del estilo como podrían atestiguar también nombres de la talla de Loreena McKennitt.

Pero la labor artísica de Fraser no se limita a su faceta como intérprete sino que con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales investigadores de la música escocesa y ha trabajado compilando y rescatando en muchos casos una importantísima cantidad de música perdida, particularmente gracias al legado que dejaron muchos emigrantes escoceses en los Estados Unidos haciendo que perdurasen melodías y estilos casi desaparecidos en algún caso en sus territorios de origen.

Ya en 1982, Fraser publicó un disco en solitario en su propio sello Culburnie Records, afincado en California. El destino hizo que se dieran varias circustancias afortunadas en aquellos años: un cierto revival de la música celta en buena parte del mundo, el nacimiento de varios sellos de música “new age” en la costa oeste norteamericana, bajo cuyas faldas cabía todo tipo de música de corte instrumental-melódico-relajado y la toma de contacto entre Fraser y el teclista Paul Machlis, virtuoso pianista y devoto intérprete y arreglista de música tradicional irlandesa y escocesa.


Fraser y Machlis

Esta propicia conjunción de circunstancias culminó con la edición de “Skyedance”, primera colaboración de Fraser y Machlis que se iban a convertir en uno de los dúos más celebrados en el mercado de la música “new age”, aunque su música no tenía demasiado de nueva ya que se basaba en una tradición de siglos de historia. “Skyedance” era una colección de piezas tradicionales en su mayoría e interpretadas con arreglos de corte clasicista por Paul Machlis al piano (con ocasionales arreglos de sintetizador) y Aladair Fraser al violín y también a la viola. El percusionista Tommy Hayes interpreta el bodhran (especie de pandero de origen irlandés), Todd Phillips al bajo y Ron Wilson a la batería completan el elenco de músicos participantes en la grabación. La mayoría de las composiciones estaban sacadas del “Collection of Highlands Vocal Airs”, libro de 1784 del reverendo Patrick McDonald y del “Airs and Melodies Peculiar to the Highlands of Scotland and the Isles” del Capitán Simon Fraser, dos de los mayores recopiladores de la tradición céltica de las Islas Británicas.

“The Scolding Wives of Abertarff / I’ll Break Your Head for you / Catch and Kiss the Romp / The Haggis” – Abre el disco una primera colección de cuatro piezas recopiladas por Simon Fraser. Todas ellas conocen versiones tanto en forma de canción como de piezas para el baile. La tercera de las tonadas procede de la isla de Skye, a la que debe su título el disco. El protagonismo lo lleva casi por completo el violín de Alasdair Fraser con ocasionales arreglos de piano y sintetizadores a cargo de Machlis y una destacada participación del precusionista Tommy Hayes, especialmente en la parte final del “set”.



“Eilean beag donn a’ chuain / Slip Jig” – El segundo corte comienza con una canción contemporanea escrita por Donald Morrison en 1982. Se trata de una preciosa balada interpretada por Fraser que se acompaña de los teclados de Machlis con esos sonidos de imitación de arpa, tan populares en los años en que se hizo la grabación. La segunda parte es una alegre jiga en la que entra también la percusión de Hayes.

“Skye Dance” – Quizá la pieza con más protagonismo del piano de Machlis de todo el disco. Lejos de lo que puede indicar el título, se trata de una composición lenta y pausada en la que escuchamos al Fraser más sensible, demostrando su inigualable destreza en este tipo de tempo alejado de exhibicionismos virtuosistas y en el que la profundidad de su interpretación, tanto con el violín como con la viola, alcanza sus mejores registros.

“Nighean donn a’chuailein riomhaich” – Continuando con la linea tranquila del corte anterior, esta pieza que Alasdair conoció a través de los miembros del grupo Na h-Oganaich es otra clase magistral de interpretación, tan elegante como contenida, sin caer en el almibarado estilo de otros colegas de instrumento, muy dados a endulzar más de la cuenta este tipo de piezas lentas.

“Ruileadh cailleach, sheatadh cailleach / The Bird’s Nest / Harris Dance” – Pero la tranquilidad no podía durar mucho cuando nos encontramos ante un violinista de origen celta. Así, el siguiente set recupera tres composiciones que invitan al baile. La primera de ellas es un ejemplo de la llamada “port-a-beul” o “Mouth Music” y es original de la isla de Barra mientras que la segunda está sacada de una grabación del violinista Angus Chisholm, de Cape Breton, habituado a escucharla de boca de su madre.

“The J.B. Reel / The Shepherdess / The J.B. Reel” – Continuamos con otra preciosa melodía extraída de la antología “Flowers of Scottish Melody” publicada por J. Murdoch Henderson en 1932. Antes de que penseis mal, el J.B. del título hace referencia a James B. Peterson, en cuyo honor se escibió la pieza y no a ninguna popular bebida espirituosa de origen igualmente escocés. Se completa el “set” con una pieza tradicional y un breve regreso al tema inicial tocado a mucha más velocidad.

“Harris Dance / Skye Dance / Lochiel’ Awa’ to France / Harris Dance” – Como habeis podido comprobar a lo largo de los comentarios anteriores, es habitual en los músicos de origen celta el combinar en un solo tema melodías distintas formando lo que hemos llamado “sets”, habitualmente, compuestos de piezas destinadas al baile. En este nuevo corte tenemos otro ejemplo, con la peculiaridad de que en él se recuperan dos melodías que ya habían aparecido en otros momentos del album para combinarlas con un nuevo tema tradicional. La primera parte es lenta, para luego pasar a una segunda mucho más veloz y bailable con la única aparición de la batería y una de las escasas presencias del bajo en todo el disco. La tercera pieza del conjunto continúa con los ritmos festivos antes de despedirse con un regreso al tema inicial, de nuevo con batería y bajo. Lo cierto es que la aportación de la sección rítmica no parece encajar demasiado bien y se nos antoja totalmente prescindible.

“A nochd gur faoin mo chadal dhomh” – Afortunadamente, Fraser y Machlis aún se guardaban algo en la recámara en forma de despedida del disco. La pieza que iba a cerrar el trabajo es, probablemente, la mejor de un disco verdaderamente notable: una bellísima melodía tradicional con un Fraser haciendo los honores en una interpretación a la altura de las mejores que le recordamos y unos arreglos de teclado realmente sutiles que ensalzan sin molestar, todas las virtudes del violinista.

Así terminaba esta magnífica grabación cuyo éxito propició la firma del dúo con el popular sello de música “new age” Narada para lanzar su próximo trabajo, pero eso será objeto de su correspondiente entrada en el futuro. Esperamos que este primer acercamiento a la música de orígen celta en el blog os haya llamado la atención lo suficiente como para que le deis una oportunidad a Alasdair Fraser. Quizá la rotunda frase con la que abríamos esta entrada unos cuantos párrafos más arriba fuera, efectivamente, muy exagerada pero creemos que tampoco está muy alejada de la realidad. En nuestro caso, hemos tenido ocasión de ver en un par de veces al violinista en directo y nos cuesta pensar en otros intérpretes que le puedan superar. En cualquier caso, aquí queda nuestra opinión como una más para que la tengais en cuenta.

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