martes, 30 de noviembre de 2021

Simeon Ten Holt - Natalon in E / 20 Bagatellen



El nombre de Simeon Ten Holt nos hace pensar inmediatamente en mastodónticas obras para múltiples pianos, densas pero a la vez muy fluidas y que se cuentan, a nuestro juicio, entre las más importantes de la corriente minimalista. Sin embargo, aunque la mayoría de su producción y, desde luego, la parte más conocida, se ajusta a esa descripción, Ten Holt también compuso piezas en una línea diferente a su “Canto Ostinato” o su “Incantatie”. El disco que queremos comentar hoy incluye dos de ellas interpretadas ambas por el pianista neerlandés Ivo Janssen, experto en la obra de Ten Holt que tiene varias grabaciones dedicadas a la misma. El disco está publicado en el sello VOID y recoge “Natalon in E” y “20 Bagatellen”, composiciones de periodos muy diferentes de Ten Holt pero que encajan muy bien en el mismo programa.

El pianista Ivo Janssen


De la primera de ella ya hemos hablado por encima en otras ocasiones. El título ya esconde una declaración de intenciones puesto que “Natalon” es casi un anagrama de “not atonal” y es también una respuesta del compositor a su propia obra “A/.ta-lon” de 1968, una pieza atonal para voces. En 1980 Ten Holt acababa de terminar su “Canto Ostinato” y se planteó una obra completamente diferente, mucho más breve y dividida en cinco movimientos con anotaciones rítmicas convencionales, al contrario de lo que ocurriría en sus composiciones más extensas. El primer movimiento, “Sostenuto – molto mosso vivace”, tiene un arranque romántico, nada solemne y, desde luego, alejado de toda estética minimalista o repetitiva. La parte central sí que entra en esos terrenos llenos de ritmo que pueblan la obra de Ten Holt para recapitular con un cierre reflexivo. El segundo movimiento,  “Andante moderato, giusto”, es una preciosidad a medio camino entre el romanticismo y un cierto impresionismo. Profundamente melódica, es, quizá, la parte más inspirada de la obra. Prosigue el disco con un movimiento breve, “Adagio – agitato” que mantiene ese aire impresionista, algo acelerado esta vez y salpicado de bruscos cortes que provocan un curioso efecto narrativo. El cuarto movimiento, “Lento sostenuto”, mantiene el espíritu de los dos primeros movimientos, centrado en la melodía y con un desarrollo muy personal. Cierra la obra el último movimiento, “Molto allegro giusto”, que pone un broche perfecto a una composición que sorprenderá a los que conozcan solo la faceta abiertamente minimalista de Ten Holt.




La segunda obra es una de las primeras escritas por el compositor neerlandés. Data de 1954 y, como su propio nombre indica, es una colección de miniaturas que, a día de hoy, solo aparecen en su totalidad en esta grabación. Al igual que ocurría con “Natalon in E”, estamos ante composiciones alejadas del minimalismo pero con un valor importante que nos muestran el gran talento para la melodía de Ten Holt que mezcla veloces piezas de una algarabía casi infantil como la quinta bagatela, “Poco vivace scherzando” con otras igualmente alegres y de una energía casi cinematográfica como la octava, “Bruscamente, giusto”. Caben también momentos más cercanos a las corrientes más contemporáneas (“Molto sostenuto, rubato”) o velocísimas miniaturas que tienen algo de ejercicio gimnástico (“Con leggierezza”). También para la reflexión profunda (“Agitato”) o para la tensión al estilo del Bernard Herrmann de “Psicosis” en la decimoséptima bagatela, “Con moto”.





No nos cansaremos de recomendar la música de Simeon Ten Holt a todo aquel que no la conozca. Su descubrimiento fue una revelación para nosotros y sabemos que no fuimos los únicos en sufrir ese efecto con composiciones como su “Canto Ostinato”. Las dos obras que aparecen en el disco que hoy comentamos son muy diferentes de lo habitual en su música pero demuestran su profundidad como compositor y, además, son muy accesibles para un público acostumbrado a la música clásica anterior al siglo XX y que suele ser reticente ante los autores actuales. Ten Holt huye de la intelectualidad y apela directamente a la sensibilidad musical del oyente y en este disco queda de manifiesto. Es una perfecta puerta de entrada para adentrarse más adelante en otras profundidades igualmente satisfactorias pero que requieren de un cierto esfuerzo que aquí no es necesario.




domingo, 21 de noviembre de 2021

Fernando Curiel - Escenasonica (2021)



En alguna ocasión hemos hablado de pasada sobre la “música concreta”, corriente nacida en Francia de la mano de Pierre Schäffer que despojaba a la música de algunos de sus conceptos fundamentales como la melodía y la armonía para centrarse en el sonido en sí mismo utilizando para ello fuentes ajenas a los instrumentos convencionales. La “música concreta” partía de sonidos de todo tipo que eran grabados en cinta magnetofónica y procesados por distintos medios. Entre algunos de los discípulos de Schäffer se acuñó otro término de similares principios como era la “música acusmática”. Etimológicamente sería algo así como la música cuyo origen no puede verse por parte del espectador. Esto es: sonidos de distintas procedencias alterados por medios electrónicos que es grabada y reproducida a través de altavoces de modo que el oyente no puede “ver” al intérprete generando los sonidos.


La corriente, que dio sus primeros pasos a mediados del siglo pasado sigue teniendo adeptos que trabajan siguiendo esos principios y consiguiendo resultados no tan diferentes de otros tipos de música y que no renuncian necesariamente al componente melódico por más que este resulte menos evidente que en otras corrientes con las que estamos más familiarizados.


Dentro de la “música acusmática” es donde podemos catalogar el disco que comentamos hoy, obra del compositor e intérprete argentino Fernando Curiel. “Escenasonica” es una nueva entrega del netlabel Fortín Artesonoro cuyas obras aparecen con regularidad en el blog. Curiel nos ofrece una recopilación de cinco obras creadas en los últimos ocho años, todas ellas basadas en el procesado de sonidos de las fuentes más diversas.


“Pájaros plateados” - La primera pieza es de 2018 y tiene como base el canto de diferentes pájaros, convenientemente tratado y rodeado de diversas fuentes sonoras. La parte aviar es evidente en muchos momentos pero la inmersión sonora a la que nos arrastra va mucho más allá de la curiosidad ornitológica. De repente un trino se convierte en una nota con textura puramente electrónica y crecen una serie de “drones” de fondo salpicados de pulsos eléctricos que llegan como fogonazos. Se escuchan percusiones que se disuelven en su propio eco, notas suspendidas y todo en medio de un ambiente único que nos demuestra que hasta las piezas más experimentales tienen mucho interés cuando se les da una oportunidad.


“Hipermontaje 2” - La segunda obra data de 2014 y formalmente tendría más similitud con las composiciones de los pioneros de la Escuela de Berlín en sus primeros años, por poner una referencia con la que los seguidores del blog se puedan familiarizar. Distintos fondos electrónicos van desarrollándose de fondo mientras en primer plano se suceden golpes de objetos, el chirriar de un engranaje mal engrasado e incluso trémulos fragmentos de voces rescatadas de vaya usted a saber dónde. Un conjunto inquietante e hipnótico que se diría sacado de un mal sueño.


“La voz de M4R2L” - El origen del artista asoma en esta pieza de 2016, en la que, entre rítmicos fragmentos sonoros y efectos electrónicos de todo tipo, se filtra la voz de un intérprete de tango. Mucho más dinámica y cargada de ritmo que las anteriores, mantiene el nivel de experimentación sonora con un uso extremo de “loops” de corta duración y un punto caótico que no estaba presente en el disco hasta ahora. Aparecen trazas de melodía que no llegan a concretarse y que, en general, nos dejan con una sensación extraña.


“Escapando por la tangente” - La siguiente composición es de 2017 y en su mayoría está construida a partir de objetos cotidianos de los que hay en cualquier hogar. El punto de partida sería el mismo del proyecto de Pink Floyd, “Household Objects” que finalmente no vio la luz, al menos en su versión completa aunque, evidentemente, lo que hace aquí Fernando Curiel no creemos que tenga ningún punto de comparación con lo que pergeñó la banda inglesa en su día. Salvo por alguna interrupción brusca en forma de nota electrónica, fragmento de emisión radiofónica o golpe de percusión, el desarrollo de la pieza es parecido al de las dos primeras del disco. Un viaje sensorial que requiere de toda la atención del oyente para ser disfrutado en su totalidad.


“Escenasonica” - Llegamos al final con la pieza más reciente del trabajo (es de 2020) y que sirve para dar título al mismo. Es un tema mucho más ambiental que el resto, con fragmentos casi inaudibles y que solo en el tramo final, en el que escuchamos una secuencia repetida en varias ocasiones, nos muestra alguna estructura reconocible. Es una composición tenue, absorbente y llena de matices que nos parece de lo mejor de un trabajo, por otro lado muy homogéneo y absolutamente fascinante.


Como todos los discos de Fortín Artesonoro, está disponible para su descarga en la web del sello por lo que lo recomendable es que os hagáis con él y le deis las escuchas necesarias. “Escenasonica”, de Fernando Curiel, no es un disco fácil pero eso nunca nos ha echado para atrás en el blog como ya sabréis los más habituales. En todo caso, dentro de este tipo de propuestas más arriesgadas y minoritarias, este trabajo es uno de los que más nos ha interesado y creemos también que tiene muchas posibilidades de ser disfrutado por seguidores de los primeros Tangerine Dream, como ya dijimos o de propuestas más actuales como Bass Communion y otros artistas de “dark ambient” o “drone music”, corrientes con las que podría haber puntos en común.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Eno / Cale - Wrong Way Up (1990)



A finales de la década de los ochenta, Brian Eno parecía haber enfocado su carrera como creador a los discos ambientales y a las instalaciones, muchas veces acompañadas de video-albums. Sus inicios en solitario con trabajos a base de canciones más o menos convencionales quedaban muy atrás ya y parecía que esa faceta solo le interesaba como productor de temas de otros artistas, especialmente U2, a quienes acompañó en toda su ascensión al estrellato. Por eso fue muy sorprendente el disco que publicaría en 1990 en compañía de John Cale. En cierta forma, Eno y Cale eran almas gemelas. Ambos fueron miembros de sendas bandas de éxito (Roxy Music y The Velvet Underground), los dos recorrieron caminos muy experimentales tras abandonarlas y una buena parte de sus carreras la dedicaron a la producción de discos ajenos. Sus trayectorias se cruzaron en los setenta e incluso participaron en un disco en directo auspiciado por Kevin Ayers y firmado por los tres y por Nico pero la cosa no fue mucho más allá si obviamos la participación de John a la viola en un par de temas de “Another Green World” y en otro de “Music for Films” de Brian. Esto fue así hasta 1989, año en el que Cale requirió los servicios de Eno como productor para su trabajo “Words for the Dying”, un disco extrañamente bello del que tendremos que hablar algún día. Era este un LP poco convencional en el que Cale medio canta, medio recita, poemas de Dylan Thomas acompañado de una orquesta sinfónica. Aparecen también un par de piezas de piano y una canción propia en la que Eno toca los teclados. 


Con toda seguridad fue ahí donde surgió la idea de grabar un disco juntos que se materializaría entre abril y julio del año siguiente. Brian Eno y John Cale iban a publicar un sorprendente disco de canciones al uso volviendo a territorios que hacía mucho tiempo que ninguno de los dos pisaba. Todas las canciones salvo una están compuestas a dúo y los dos artistas tocan prácticamente de todo en el trabajo además de cantar. Como músicos de apoyo aparecen en algunos temas Robert Ahwai (guitarra), los habituales colaboradores de Eno, Nell Catchpole (violín) y Rhett Davies (coros), el bajista Daryl Johnson y algunos músicos de sesiones.



“Lay My Love” - La primera canción tiene todo el sello del Eno más alegre: ritmos juguetones, percusiones cuidadas y una jovial melodía de violín. El propio Eno es el vocalista en una pieza pop de exquisita factura en la que cualquier seguidor de los primeros discos en solitario del músico reconocerá inmediatamente al artista de “Here Comes the Warm Jets”.


“One Word” - El uso de percusiones y ritmos muy ricos es una de las señas de identidad del disco. En este tema, cantado a dúo por Eno y Cale encontramos una clara demostración de esto integrada en una pieza cuyo uso de las guitarras bebe de la influencia de Fela Kuti en la música de Eno que ya se reflejaba en discos como “My Life in the Bush of Ghosts”, grabado junto a David Byrne o, ya puestos, en las producciones que hizo para Talking Heads. Fue el primer single del disco.




“In the Backroom” - Primera pieza cantada por Cale lo que inevitablemente la lleva a su terreno. Por momentos la canción se acerca al estilo de Leonard Cohen lo que no debería sorprender puesto que por aquella época, John Cale estaba grabando su propia versión de “Hallelujah” que iba a dotar de nueva vida a la canción de Cohen.


“Empty Frame” - Eno vuelve a cantar en este tema con formato de rock clásico. Una canción desenfadada con profusión de metales sintéticos en la base rítmica. Una buena muestra de por dónde podría haber transcurrido la carrera de Eno de no haber optado por la experimentación y los sonidos ambientales.


“Cordoba” - Escuchamos de nuevo a Cale como vocalista y comienza a repetirse un esquema que se nos antoja similar al de los Beatles de quienes siempre se dijo que las canciones cantadas por Lennon o por McCartney delataban a su autor por mucho que las firmasen ambos conjuntamente. “Cordoba” es una preciosa canción lenta que suena a Cale y en la que destacan los exquisitos arreglos de sintetizador y un precioso tema de viola ¿electrificada? que suena en la segunda mitad de la canción.




“Spinning Away” - Continuando con la alternancia de cantantes llegamos a otra canción con Eno como protagonista y un esquema cercano a las anteriores. Mucho foco en los ritmos, perfectamente construidos y con todos los instrumentos dedicados a esa tarea, desde el bajo hasta las guitarras que en muchas ocasiones enmascaran la percusión. Uno de nuestros cortes favoritos del trabajo que, no en vano, fue single.




“Footsteps” - Una melodía como de película de miedo con casa encantada nos recibe en esta curiosa canción interpretada por Cale. Una pieza muy curiosa que nos gusta precisamente por lo extraño de su planteamiento que funciona muy bien en este momento del disco.


“Been There, Done That” - John Cale se salta la norma no escrita y repite como cantante en una de las canciones con más potencial comercial del disco y que fue escogida como adelanto promocional del mismo aunque no llegó a salir a la venta como single. La melodía recuerda lejanamente al éxito disco de Yvonne Elliman, “Love Pains”.


“Crime in the Desert” - Segundo homenaje al rock'n'roll clásico del disco en esta canción a dúo con mucho protagonismo del piano de Cale como un elemento rítmico más. Impecable aunque tampoco aporta demasiado al trabajo.


“The River” - Como cierre tenemos la única pieza del disco en la que John Cale no participa en absoluto. Todo lo hace Brian Eno con la ayuda de su hermano Roger a los teclados y de Nell Catchpole al violín. Es una balada de aroma añejo que nos retrotrae a los primeros tiempos del rock con ese toque de los cantantes melódicos aún presente y algunos retazos de country. Inesperado en este contexto pero sorprendentemente acertado.




John Cale y Brian Eno no han vuelto a colaborar quedando este trabajo como una gema única en sus carreras. De hecho, Eno tampoco volvió a hacer un disco de canciones hasta mucho tiempo después. La crítica recibió bastante bien este “Wrong Way Up” que para muchos sigue siendo hoy en día uno de los mejores discos de la discografía de cualquiera de los dos artistas.