Tras una serie de
discos notables en solitario, todos ellos publicados con su nombre como único
título visible, Peter Gabriel sorprendió en 1986 con la publicación de “So”,
uno de los grandes discos de la década y, con toda probabilidad, el mejor de su
brillante carrera hasta aquel momento. Fue, además, una verdadera
superproducción en la que el cantante se rodeó de un grupo de músicos
impresionante, una nómina de tal calado que parecía imposible de reunir de
nuevo (hoy sabemos que no fue así ya que posteriores trabajos de Gabriel
juntaron grupos humanos del mismo potencial).
Quiso el destino
que en aquel 1985 se dieran las circunstancias idóneas que suelen rodear el
nacimiento de las obras maestras. Gabriel contaba con un grupo de canciones
notables, con un productor como Daniel Lanois en estado de gracia. Los primeros
pasos de la creación del disco los dieron el propio Gabriel junto con Lanois
nada más terminar la banda sonora de “Birdy”. A las sesiones se incorporó el
guitarrista habitual del antiguo líder de Genesis, David Rhodes. Con gran parte
del disco moldeado ya por el trío, fueron añadiéndose otros artistas de
altísimo nivel como Tony Levin (bajo), Jerry Marotta (batería), Manu Katche
(percusiones), Stewart Copeland (batería) o L. Shankar (violín). A pesar de lo
trabajado de las sesiones de grabación, el disco en su forma final tenía poco
que ver con lo planeado sólo un par de días antes de su finalización. El single
más popular de “So”, “Sledgehammer” se grabó a última hora cuando todos creían
que el trabajo estaba concluido e, incluso, buena parte de los instrumentos
habían sido guardados. Otro de los cortes del disco apareció en el mismo
gracias a un cambio de opinión de Gabriel 48 horas antes de mandar el master a
la discográfica.
Nada hacía sospechar
escuchando el resultado que algunos aspectos del disco habían estado tan en el
aire instantes antes de su finalización porque la calidad del trabajo es
extraordinaria. Daniel Lanois lo citaba recientemente como una de las
producciones de las que más orgulloso se siente y lo cierto es que cada sonido,
cada detalle, está cuidado al máximo como ocurre en prácticamente todos los
trabajos firmados por Gabriel. Además de los citados anteriormente, participan
en el disco los siguientes músicos: Chris Hughes (programaciones), Wayne
Jackson (trompeta), Mark Rivera (saxos), Don Mikkelsen (trombón), Richard Tee
(piano), Simon Clark (teclados), Kate Bush (voz), Larry Klein (bajo), Youssou
N’Dour (voz), Nile Rodgers (guitarras) o Laurie Anderson (voces).
El tracklist que
comentamos es el incluido en las reediciones en CD de la discografía de Gabriel
de 2002, diferente del original en vinilo en cuanto al orden de algunos
cortes, especialmente de “In Your Eyes”,
concebida para cerrar el disco pero situada al comienzo de la cara B del vinilo
porque su línea de bajo era más adecuada para sonar en la parte interior del
surco en la que la aguja disponía de mayor espacio para vibrar que en el borde
exterior. Hasta ese punto llegaba el nivel de detalle con el que Gabriel cuidaba
el producto final.
Fotograma del videoclip de "Sledgehammer" |
“Red Rain” – El
inconfundible estilo del batería de The Police, Stewart Copeland nos recibe en
el inicio de una canción poderosa, con percusiones más que notables y una
producción exquisita sobre la que Gabriel canta mejor que nunca. Si hay algo
que nos fascina de los discos del artista es ese afán de perfección que
destilan todas y cada una de las canciones, con cada instrumento ocupando el
lugar justo sin que sobre nada. En este caso, sí que es cierto que las partes
electrónicas suenan un tanto tópicas, en el sentido de que es fácilmente
identificable la época a la que pertenecen (ese omnipresente Fairlight marcó
una época) pero en ningún modo desentonan y la pieza suena hoy tan bien como lo
hacía casi 30 años atrás.
“Sledgehammer” – Una de las canciones más populares de la discografía de su autor es la enérgica “Sledgehammer”, un auténtico cañonazo marcado por los metales, en especial la trompeta, que ejecutan un estribillo que cualquiera podría reconocer sin esfuerzo. El tema, por lo demás, rezuma sensualidad tanto en los poco disimulados dobles sentidos de la letra como en la guitarra funky que suena a lo largo de todo el tema o en el truculento ritmo continuo que tiene mucho en común con la versión de Joe Cocker del “You Can Leave Your Hat On” que adornaba el mítico strip-tease de Kim Bassinger en la película “Nueve Semanas y Media”, estrenada apenas 3 meses antes de la publicación del disco de Gabriel (que, sin embargo, había sido terminado antes del estreno del film). Mención aparte merece el videoclip de la canción, ampliamente premiado en su momento.
“Don’t Give Up” – A pesar de la fama de los dos cortes anteriores, nosotros nos quedamos sin dudarlo con la sensacional balada que les sucedía en el orden del disco. En ella, Gabriel a dúo con Kate Bush interpretan un emocionante tema en el que se combinan los sonidos más ambientales y exquisitos con ritmos tribales pausados en una producción que delata la mano de Daniel Lanois en segundo plano. Llama la atención cómo ambos vocalistas, Gabriel y Bush, tan dados en muchos instantes a la exageración, se muestran aquí elegantemente comedidos hasta certificar una obra maestra de las que se dan una vez cada mucho tiempo a la que sólo le podemos poner el “pero” de su extraña coda final con el bajo dibujando una melodía que no termina de encajar con el resto.
“That Voice Again” – Si antes hablábamos de sonidos típicamente ochenteros en algún momento, ésta canción está llena de los mismos, especialmente en la parte que se refiere a los teclados y sobre todo en la introducción. Más tarde el tema evoluciona hacia algo que podía recordarnos a los últimos Police (aunque, curiosamente, Copeland no toca aquí) pero siempre con el sello de Gabriel dominándolo todo. No llega al nivel de otras canciones del disco pero sigue siendo una buena canción.
“Mercy Street” –
El comienzo más atmosférico de todo el disco va dejando entrever trazas de
ritmos africanos que van formando la estructura de una canción memorable en la
que la voz invitada de Youssou N’Dour se mezcla con la de Gabriel de un modo
magistral. Un dúo construido con el gusto del mejor de los orfebres en el que
ninguno de los cantantes interfiere con el otro en busca de un protagonismo
absurdo, complementándose a la perfección. Una joya que pasó desapercibida por
la gran cantidad de buenas canciones que reunía el trabajo.
“Big Time” – Otro
de los singles del disco, que combina la energía y muchas de las
características de la producción de “Red Rain” y “Sledgehammer” aunque sin la
sección de metales de ésta última. Un tema sólido y convincente con un Gabriel
cómodo en registros que domina a la perfección y unos coros femeninos pegadizos
como los que estaban en boga en muchos otros éxitos de la época.
“We Do What We’re Told (milgrom’s 37)” – No hay mucho
espacio para la experimentación en este disco, contrariamente a lo que ocurría
en los anteriores del autor. Quizá uno de los pocos temas que rompe esa
tendencia es este cuasi-instrumental con aire de himno en el que una serie de
ritmos orgánicos se combinan con los sintetizadores para elaborar una atmósfera
fantástica y llena de misterio. Notable alto.
“This is the Picture (excellent birds)” – No es extraño en
Gabriel este tipo de intercambios en los que su participación en un disco ajeno
trae aparejada la del otro artista en suyo propio. En 1983 Gabriel intervino en
el disco “Mister Heartbreak” de Laurie Anderson y ahora la artista neoyorquina
le devuelve la cortesía colaborando en este tema en el que se intercala la
composición propia “Excellent Birds” que formara parte de aquel trabajo.
“In Your Eyes” – Cerrando el disco encontramos otra magnífica
canción de influencia africana, como gran parte del disco. Destacamos en
especial, y somos reiterativos en este sentido, la producción de la pieza,
superlativa en todos los aspectos, que nos permite disfrutar de un espectáculo
de percusiones y voces, especialmente en el tramo final, que nos dejan con el
mejor de los sabores de boca posibles.
Hay ocasiones en las que la comercialidad de un disco va
ligada a su calidad, aunque muchas veces parezca que el hecho de que un trabajo
triunfe a nivel popular sea un raro estigma a los ojos de los aficionados. Sin
duda, “So” es un ejemplo de esto que afirmamos: un trabajo excelente de
principio a fin que, sin embargo (y nótese aquí el punto cínico) triunfó entre
el público en general. Hoy en día lo consideramos un clásico como tantos otros
que van quedando de una década como la de los ochenta, tan denostada en muchos
aspectos por los aficionados a la música pero que, como todas las anteriores,
nos dejó muchos trabajos dignos de permanecer en el recuerdo. Uno de ellos es,
sin duda, “So”. Podéis haceros con una copia en los enlaces de siempre:
amazon.es
play.com