viernes, 30 de septiembre de 2022

Erkki-Sven Tüür - Exodus (2003)



Una de las grandes ventajas que tienen los músicos en nuestros días es que no existen caminos marcados. La trayectoria de un artista puede transcurrir por una vía y, de repente, saltar a otra diferente sin los problemas de otras épocas. Ese es el caso del compositor que hoy traemos aquí, quien pasó de ser uno de los músicos más destacados del rock progresivo en Estonia como miembro y teclista del grupo In Spe a convertirse en uno de los compositores “cultos” más reconocidos hoy en día. En sus comienzos, Erkki-Sven Tüür era un gran fan de King Crimson, Yes o Mike Oldfield y parecía que su carrera iba a transcurrir por ese camino hasta que en 1984 decidió dejar la banda y dedicarse a la composición , digamos, académica, momento en el cual comenzó a llamar la atención en occidente con la apertura que empezaba a vislumbrarse con la perestroika. Quizá el impulso definitivo se lo dieron sus primeras grabaciones para el sello ECM, siempre muy atento a todo lo que proviene esas latitudes. Tras “Crystalliatio” y “Flux”, llegó el disco que queremos comentar hoy aquí: “Exodus”. Una grabación que recoge tres composiciones, el “Concierto para violín y orquesta” de 1998 y las piezas orquestales, “Aditus” (2002) y “Exodus” (1999).


El estilo de Tüür se mueve entre las principales corrientes del pasado siglo sin acogerse estrictamente a ninguna de ellas. “Siempre me sorprendió el miedo que había después de la Escuela de Darmstadt a una simple triada o la obstinación de los minimalistas en la tonalidad” declaró en una entrevista en 1995. Así, su música trata de escoger lo mejor de cada estilo sin caer en dogmatismos. En sus propias palabras “me encuentro igual de cómodo con los postulados minimalistas que con los modernistas y es que, en el fondo, no están tan alejados entre sí”. La grabación corre por cuenta de la City of Birmingham Symphony Orchestra dirigida por Paavo Jarvi, quienes además son los dedicatarios de la composición que da título al trabajo. Las otras dos obras tienen también su propia dedicatoria: el concierto para violín, al padre del músico, Philipp Tüür y “Aditus” al compositor estonio y antiguo profesor de Erkki-Sven, Lepo Sumera. Isabella Van Keulen es la solista de violín en el concierto que abre el disco.


“Concerto for Violin and Orchestra” - El primer movimiento comienza con un violín vibrante que enseguida se ve interrumpido por la primera intervención de la orquesta en un tono gélido, cortante, muy propio de Ligeti. Volvemos a escuchar las afiladísimas cuerdas y el violín en pizzicato reforzado por las percusiones primero y los metales después. A partir de ahí entramos en un desarrollo vertiginoso en el que brillan todas las secciones. Muy cinematográfico por momentos y agotador para el oyente que no quiere perder detalle de un extenso movimiento que dura tanto como los otros dos juntos. Tüür lo describe como “una espiral creciendo cada vez más pero con constantes curvas creciendo dentro de él” y lo cierto es que es una imagen muy lograda. El segundo movimiento tiene un tono más íntimo y comienza con el violín como absoluto protagonista ejecutando una serie de motivos de un dramatismo con toques románticos muy peculiar. Conforme avanzamos vuelve a aparecer la orquesta en pleno, con profusión de percusiones como preludio de una nueva y brillante intervención de Isabelle. El tercer movimiento es el más corto y conciso. Posiblemente sea también el que más nos gusta. Reminiscencias lejanas de Arvo Pärt, alguna más clara, quizá, de Messiaen... todo lo que el propio Tüür afirma sobre su música como mezcla de estilos sin caer en ningún dogma se puede escuchar en este magnífico concierto. Así sonaba en los Proms de 2003:




“Aditus” - La versión de “Aditus” que escuchamos aquí es una revisión de 2002 del original del año 2000. Parece ser que el compositor se quedó con la sensación de que la obra era demasiado corta y decidió añadir toda una nueva sección. Estilísticamente sigue una línea similar a la del concierto para violín y en toda la pieza podemos disfrutar de un excelente manejo, que no abuso, de los recursos orquestales por parte del compositor.


“Exodus” - La obra central del disco, si no por extensión, sí porque es la que da título al trabajo, es la única en la que los elementos minimalistas son algo reconocibles. Sin embargo, no se trata de la habitual repetición de motivos del género sino de algo mucho más complejo ya que todos esos patrones se ven acompañados por diferentes evoluciones a cargo de otros instrumentos que contrastan con lo que sería repetición sin más. En muchos aspectos es una obra provocativa, agresiva y de algún extraño modo, rockera.



Afortunadamente, existen multitud de grabaciones de la obra de Erkki-Sven Tüür en un buen número de sellos aunque seguramente las de ECM sean las más fáciles de encontrar. Aunque no es un compositor que haya dado el paso hacia la fama general que sí disfrutan otros más veteranos como Pärt, sin ir más lejos, creemos que no tardará en ser considerado un referente importante de su tiempo y su nombre empezará a sonar más fuera de los ámbitos más especializados. Desde luego, todos los interesados en las corrientes contemporáneas no necesariamente minimalistas, van a encontrar en Tüür a un compositor más que interesante cuya escucha recomendamos sin ninguna duda.

sábado, 24 de septiembre de 2022

Johann Johannsson - Drone Mass (2022)



Tiempo después de su fallecimiento, siguen apareciendo grabaciones nuevas del islandés Johann Johannsson lo que siempre es motivo de alegría para nosotros. En esta ocasión no se trata de música que anduviera perdida en el estudio entre papeles y material descartado de otras obras sino de una pieza que el compositor llegó a estrenar en vida en el año 2015: “Drone Mass”. Es, en palabras de su autor “una especie de oratorio contemporáneo” basado en textos coptos y que fue estrenada muy oportunamente en el Templo de Dendur, en Nueva York. La composición está escrita para cuarteto de cuerda y voces y en la grabación participan cuatro de los integrantes de la American Conteporary Music Ensemble (ACME) y los miembros del Theatre of Voices dirigido por Paul Hillier, formaciones ambas que ya habían trabajado con Johannsson y que, como veremos más adelante, son particularmente apropiadas para una obra como esta, especialmente el coro, especialistas en obras de Arvo Pärt de quien grabaron varias obras para el Harmonia Mundi.


Estamos acostumbrados a escuchar a Johannsson asociado a las imágenes de una película pero muy pocas veces hemos disfrutado de sus obras puramente musicales ya que la mayor parte de su discografía son bandas sonoras. Ahora tenemos la oportunidad de escuchar algo realmente diferente y que vale mucho la pena. Publica, como es habitual en los últimos lanzamientos del islandés, el sello Deutsche Grammophon.


“One is True” - La introducción de la misa tiene como protagonistas principales las voces utilizadas de un modo que nos recuerda en parte al “Tehillim” de Steve Reich. Es una pieza emocionante en la que los juegos corales son extraordinarios y encajan de maravilla con el cuarteto de cuerda.




“Two is Apocryphal” - Siguiendo en la onda minimalista, Johannsson se acerca más en esta ocasión al Philip Glass de “Another Look at Harmony” y otras piezas vocales de su primera etapa. Hay un magnífico contraste entre las voces graves, que hacen de “drone” y las femeninas que van apareciendo en diferentes capas sonoras junto con las cuerdas. Es precisamente en estas últimas donde empezamos a apreciar el estilo de Johannsson más claramente.


“Triptych in Mass” - El tercer movimiento es mucho más profundo si cabe que los anteriores. Las cuerdas están continuamente en tensión y la parte coral es muy inquietante. Aquí resulta imposible no pensar en la música de Arvo Pärt como una influencia indudable. En el segmento central escuchamos una frase repetitiva a cargo de los violines que firmaría sin sonrojo el propio Glass en una curiosísima combinación entre el violín al estilo “Einstein on the Beach” y el “tintinnabuli” clásico de Pärt.


“To Fold & Remain Dormant” - Un turbio comienzo electrónico de corte atmosférico y muy ambiental va dejando paso a afilados coros en una composición francamente interesante en la que reconocemos inmediatamente al Johannsson de “Arrival” y de otras bandas sonoras. Puro ambiente, con escasa importancia de la melodía para una gran pieza.


“Divine Objects” - Llegamos a uno de los mejores momentos del disco, con una preciosa intervención del cuarteto de cuerda, los violines repitiendo una melodía en ostinato y el violonchelo por debajo evolucionando lentamente. Una especie de cruce entre el Johannsson de sus mejores momentos y el Philip Glass de “Koyaanisqatsi”. En la segunda mitad del tema, tras una pausa, se repite el esquema con la entrada del coro acompañando al violonchelo para cerrar lentamente la que puede ser nuestra parte favorita de la obra.




“The Low Drone of Circulating Blood, Diminishes With Time” - Johannsson vuelve aquí a donde lo había dejado antes del movimiento anterior. De hecho, esta podría ser una continuación de “To Fold & Remain Dormant”, muy ambiental y llena de texturas extrañas y repetitivas.


“Moral Vacuums” - Otra de las grandes composiciones del trabajo, con una melodía que ya es recurrente en la trayectoria del autor y que aparece en diferentes variaciones en más de una obra anterior pero que, lejos de cansar, nos parece fascinante siempre que la escuchamos. Una preciosidad.




“Take the Night Air” - Regresamos por última vez a los pasajes más ambientales con electrónica y coros sintéticos aliandose para dibujar una escena onírica en la que las voces reales aparecen como destellos, aquí y allá, tejiendo una red cristalina, apenas tupida, llena de misterio y con una gran capacidad de evocación.


“The Mountain View, the Majesty of the Snow-Clad Peaks, from a Place of Contemplation and Reflection” - Cierra la obra una larga pieza, aunque no tanto como su kilométrico título. Es una pieza muy estática, quizá la que más justifica el “drone” del título de la obra, con voces, electrónica y cuerdas mezclándose en prolongadas notas y largos glissandi. El cierre es oscuro y vuelve a recordar a Pärt, en especial en la parte coral.



Es habitual que los compositores cuya carrera se centra en las bandas sonoras dejen un poco al margen la escritura de música independiente de las imágenes aunque lo cierto es que la mayoría de ellos componen obras de este tipo que no suelen salir a la luz en forma de grabaciones ni tampoco son material habitual de concierto. En todo caso, nunca suelen contarse entre lo más conocido de su producción y es una pena porque, en el fondo, es su música más personal, aquella que surge sin plazos de entrega, sin presiones externas y sin las indicaciones de directores y demás personal del mundo del cine que, por fuerza, tienen que terminar condicionando el resultado salvo en los casos de los músicos más consagrados (y hablamos de tres o cuatro a lo sumo) que pueden permitirse una total independencia al respecto.


“Drone Mass” es una obra magnífica, a la altura de lo mejor de Johannsson aunque encierra un problema que es común a la mayoría de músicos de su generación, en especial a los que abrazan una especie de neo-minimalismo. Tanto Johannsson como Max Richter, Olafur Arnalds o Nils Frahm, por poner solo unos pocos ejemplos (en buena medida a Einaudi o Tiersen les pasa algo similar aun siendo algo anteriores), dejan ver muy claramente sus influencias. Hay fragmentos en las obras de todos ellos que facilmente podrían pasar por piezas de Glass, Reich, Pärt, Nyman o Mertens, cosa que no pasaba en su día con estos últimos que crearon un lenguaje propio en el que no era tan fácil establecer sus influencias pese a que, indudablemente, estas existían también. En “Drone Mass” encontramos algunos momentos que, como hemos dicho, recuerdan mucho a otros autores. La voz propia de Johannsson está presente a lo largo de toda la obra, de eso no hay duda, y es, como decimos, una composición muy interesante que merece toda la atención del mundo pero hay momentos en que las influencias distraen del resultado final. Con todo, no podemos sino recomendar su “Drone Mass” y esperar que sorpresas nos quedan por escuchar de un compositor que nos dejó demasiado pronto. Os dejamos con el "trailer" del disco publicado en el canal del autor:




domingo, 11 de septiembre de 2022

Third Coast Percussion - Perpetulum (2019)




Una de las cosas que distinguen a Philip Glass de otros compositores contemporáneos es el interés por preservar el control sobre su propio catálogo. En su maravillosa autobiografía “Palabras sin música” encontramos el origen de esa obsesión y es que su madre siempre le insistió en que, hiciera lo que hiciera, nunca cediese a nadie los derechos de su obra, consejo que el compositor norteamericano ha seguido a rajatabla. Como parte de esa estrategia, Glass ha creado o participado en la creación de varios sellos discográficos en los que ir publicando su obra casi desde el comienzo de su carrera. Chatham Square Productions fue uno de los primeros intentos y Point Music, con el apoyo de Philips Classics, quizá el más ambicioso. En ambos casos, Glass tuvo la visión suficiente para ceder espacio a otros compositores, jóvenes en su mayoría, para darse a conocer y mostrar al mundo sus obras. Ya en época más reciente, el músico volvió a probar con el sello Orange Mountain Music en el que parece haber sido el intento definitivo con más de un centenar de referencias que cubren la gran mayoría de su obra con la excepción de algunas bandas sonoras cuyos derechos, probablemente, tuvo que ceder o, al menos, compartir. Al igual que en las experiencias anteriores, en Orange Mountain Music ha habido espacio para muchos compositores e intérpretes que, si bien no son desconocidos, no han gozado de la distribución y visibilidad que el sello de Glass les ha dado.


Para ser justos, no podemos decir que Third Coast Percussion fuera una formación necesitada de la promoción de Glass ya que para cuando grabaron en su sello ya habían ganado un Grammy con un disco dedicado a Steve Reich pero no dejan de ser un grupo de músicos que encajan perfectamente en el espíritu de lo que estamos comentando. Hay, además, una serie de curiosas relaciones cruzadas que rodean a este disco y que recalcan los miembros de Third Coast Percussion. Señalan que el nacimiento de Glass llega en el momento en que se estaban componiendo e interpretando los primeros conciertos para grupos de percusión en occidente, particularmente la serie de tres “Constructions” escrita por John Cage para este tipo de instrumentos y, en especial la tercera: “Third Construction”, compuesta durante una gira por la costa oeste norteamericana. A la vez, el nacimiento de los miembros del grupo se produce en plena era de Philip Glass y todos ellos han crecido escuchando su música y la de artistas influidos por él. Por otro lado, Glass en sus inicios tocaba la flauta pero también formó parte de un grupo de percusión pese a lo cual, no existía en su repertorio ninguna obra escrita para este tipo de instrumentos (sí hay adaptaciones como “Aguas de Amazonia”, que parte de material previo compuesto para otra formación). Por ello parecía apropiado que la primera pieza de estas características fuera un encargo de Third Coast Percussion y que su estreno fuera precisamente en Orange Mountain Music. Completando la enrevesada trama, en el disco aparecería también un estreno de uno de los colegas de Glass en sus inicios y también participante en su primer sello musical, el citado Chatham Square Productions. Hablamos del británico Gavin Bryars.


El disco (un CD doble) se completa con obras propias de algunos de los integrantes de Third Coast Percussion que, por si no lo habíamos mencionado anteriormente, además de intérpretes son también compositores. La formación del cuarteto que participa en la grabación está integrada por David Skidmore, Robert Dillon (ambos miembros fundadores en 2004), Peter Martin y Sean Connors, la última incorporación y el único de ellos que no aporta ninguna pieza propia al trabajo.


“Aliens with Extraordinary Abilities” - El primer disco del trabajo lo ocupa esta excelente composición de David Skidmore. Una maravilla que atrapa desde los primeros compases de “Torched and Wrecked”, el frenético movimiento inicial que nos recuerda, en un registro instrumental muy diferente, a los mejores experimentos electrónicos de Morton Subotnick. No hay ningún momento de descanso en esta pieza vibrante y llena de energía. Continúa con “Agreed” en donde el protagonismo pasa de marimbas y vibráfonos a la batería que despliega un ritmo agresivo sobre el que se van dibujando lentas melodías en contraste con este. “Take Anything You Want” es la parte más “glassiana” de la obra, con un desarrollo lento en el que la melodía se va desplegando sobre los clásicos arpegios del compositor de Baltimore con un enfoque casi ambiental y muy hipnótico. La cosa se pone solemne con el comienzo de “Donner” en donde volvemos a escuchar la batería en plan autoritario haciéndose acompañar por unos metalófonos que incorporan un toque jazzístico muy curioso. Seguimos con “Don't Eat Your Young”, una preciosidad de corte ambiental más próxima al lenguaje de Yann Tiersen que a la fuerza casi caótica del corte anterior. El siguiente corte, de título kilométrico, es “Things May Be Changing (But Probably Not)” y nos devuelve al lugar al que nos llevó el que abría el trabajo. Melodías vertiginosas, líneas que se entrelazan, caminan paralelas un rato y se separan de nuevo poco después... una maravilla para ser escuchada una y otra vez. Cierra la obra “Triptan”, lenta y reposada reflexión llena de profundidad que nos demuestra que Skidmore es un compositor a tener muy en cuenta. Más allá de su faceta como intérprete. Su “Aliens with Extraordinary Abilities” es una de las obras más interesantes que hemos escuchado por parte de un compositor desconocido para nosotros en los últimos años.




“Bend” - El segundo disco contiene cuatro obras más, dos cortas, como esta de Peter Martin y dos estrenos de mayor duración a cargo de autores consagrados. Aquí escuchamos instrumentos menos habituales acompañando a las marimbas que se encargan del tema principal. Es una pieza con influencia africana y una alegría pegadiza en su primera mitad que se transforma en experimentación en la segunda, con un toque atmosférico muy sutil, cercano a algunas corrientes de la música electrónica.





“Perpetulum” - Llegamos a la composición encargada por el grupo a Philip Glass y, probablemente, la que dio lugar a la grabación del disco. “Perpetulum” consta de tres movimientos y una “cadenza”. El primero de ellos recuerda un poco a “1+1”, una composición del primer Glass que estaba interpretada al 100% por el músico golpeando con los nudillos sobre una mesa. Evidentemente aquí no se trata de eso pero los patrones rítmicos que van apareciendo nos recuerdan un poco a aquellos. Pasada la introducción aparece ya una típica melodía de Glass que creemos haber escuchado antes, quizá en uno de sus últimos cuartetos de cuerda. Tras un final solemne a golpe de platillos, llegamos al segundo movimiento en el que nos sumergimos en lo que parece una versión más cinematográfica del compositor, con algo que nos hace pensar en bandas sonoras como la de “The Secret Agent” pese a que el uso de la batería nos traslade insistentemente a la de “Mishima”. El final no nos termina de gustar, con una percusión martilleante que no termina de ir a ningún sitio. Es el momento de la “Cadenza” mencionada anteriormente en la que se diría que Skidmore tiene mucho peso ya que recuerda mucho a algunos de los movimientos de su obra comentada anteriormente. El uso de las campanas nos recuerda forzosamente a su presencia en “Akhnaten”, siquiera de forma testimonial. La última parte de la obra es muy reconocible y para el seguidor “glassiano” la más reconfortante de la misma. Un buen final para una obra que no termina de parecernos redonda del todo.


“Ordering-Instincts” - La siguiente composición es obra de Robert Dillon y es muy diferente a todas las anteriores ya que el ritmo es el protagonista casi exclusivo. Y lo es de una forma muy delicada: en lugar de timbales, tambores y platillos, escuchamos pequeñas cajas, raspadores, claves, etc. Solo en la parte final se eleva el tono con el uso de instrumentos más enérgicos pero sin romper la línea general de la obra. Una sorpresa muy positiva.




“The Other Side of the River” - Cerrando el trabajo encontramos otro encargo, esta vez al compositor británico Gavin Bryars. Es este un músico que siempre nos ha fascinado. Posee un estilo propio inconfundible que hace que su música fluya de una forma única. Parece estar siempre en movimiento pero a la vez en reposo, como las aguas de un estanque y en esta composición hay mucho de eso. Momentos de aparente estatismo que no son tales, que se suceden mientras van apareciendo melodías que poco antes no estaban ahí.


Aunque no son un grupo excesivamente veterano, la discografía de Third Coast Percussion es ya bastante extensa e interesante. Con algunas excepciones, como sus discos dedicados a Steve Reich o a John Cage, la mayoría de sus grabaciones siguen un esquema parecido al de este "Perpetulum", es decir, piezas propias combinadas con otras de artistas consagrados, en muchos casos encargadas para este fin. Lo más sorprendente de este caso es que lo más destacado (siempre en nuestra opinión) no es ninguno de los encargos sino las piezas propias de los miembros del cuarteto, en especial la monumental “Aliens with Extraordinary Abilities” que hace que pongamos un ojo en su autor a partir de hoy.