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lunes, 8 de abril de 2019
Dead Can Dance - Aion (1990)
Poco después de publicar “The Serpent's Egg”, Brendan Perry y Lisa Gerrard decidieron separarse. El dúo, que empezó como pareja musical, había pasado a serlo también en el apartado sentimental pero esa relación tocó a su fin tras lanzar el citado disco. Ambos artistas tenían unas personalidades extraordinariamente fuertes y llegó un momento en que decidieron terminar con la relación. La pareja abandonó Londres con destinos muy diferentes. Brendan Perry se trasladó al pueblo irlandés de Belturbet junto con Neph, su lebrel irlandés. Lisa, por su parte, regresó a Australia.
Pese a todo, ni la separación sentimental ni los miles de kilómetros de distancia entre ambos músicos iban a suponer el final de Dead Can Dance. El contacto entre ambos continuó siendo fluido y la colaboración musical iba a seguir muy viva, tanto es así que no tardaron en intercambiar ideas y en ponerse a trabajar en un nuevo disco que iba a suponer una mirada mucho más explícita a la música medieval y renacentista. En él se iban a mezclar muchas ideas procedentes de diferentes ámbitos: la pintura de El Bosco, textos de Luis de Góngora, danzas italianas, cantos prohibidos y el ya tradicional sonido de la banda para componer un trabajo fascinante que llevaría por título “Aion”. La portada del disco iba a ser un fragmento de “El jardín de las delicias”, obra del citado Hieronymus Bosch a la que la banda ya había hecho alguna referencia en el pasado cuando publicó un EP titulado “El jardín de las delicias arcanas”. La instrumentación del disco también iba a tener un enfoque inequívocamente medieval con la presencia de gaitas y de distintos tipos de viola da gamba en algunos cortes. En este aspecto, todo el peso recae de nuevo en el dúo Perry/Gerrard quienes, al margen de cantar, se encargan de prácticamente todos los instrumentos con la única excepción de los ya citados (la viola da gamba que interpretan Andrew, Lucy y Anne Robinson junto con Honor Carmody y las gaitas ejecutadas por Robert Perry) además del teclista John Bonnar. El contratenor David Navarro-Sust aparece en dos de los cortes.
“The Arrival and the Reunion” - El comienzo del trabajo es espectacular: la voz de Lisa Gerrard, casi a cappella, entonando un profundo canto al que pronto se suma Brendan Perry y distintas lineas vocales a cargo de la propia Lisa y David Sust. Apenas un toque de percusión aislado hace de acompañamiento para el dúo en una invocación que promete grandes cosas.
“Saltarello” - Continúa el trabajo con una interpretación verdaderamente arrebatadora de un “saltarello” anónimo del S.XIV. Gaitas, crótalos e instrumentos de cuerda se funden con programaciones rítmicas actuales en una danza espectacular y fascinante que nos mete de lleno en el universo medieval que Dead Can Dance van a recrear a lo largo de todo el disco.
“Mephisto” - El siguiente corte instrumental es muy breve (no llega al minuto) y hace las veces de transición con una melodía repetitiva y misteriosa que desemboca en uno de los grandes momentos del disco.
“The Song of the Sibyl” - El “canto de la sibila” es una melodía ancestral cantada en catalán y hecha inmortal por su uso durante las distintas ceremonias de la época de la Navidad en todo el mediterráneo y, particularmente en Mallorca. El texto habla del Apocalpsis y llegó a estar prohibido tras el Concilio de Trento. La versión de Dead Can Dance es sobrecogedora, tanto en las partes cantadas a dúo como en las que ejecuta Lisa en solitario. Una maravilla.
“Fortune Presents Gifts Not According to the Book” - Del S.XV del que data la versión anterior del “canto de la sibila” saltamos a comienzos del XVII sin salir de España. Interpreta ahora el grupo una adaptación del poema del cordobés Luis de Góngora, “Da bienes fortuna”. La canción es interpretada en solitario por Brendan Perry y la parte instrumental es extraordinaria. Escuchamos un instrumento de cuerda pulsada, probablemente sintetizado, en la introducción que de repente cambia de ritmo introduciéndonos de lleno en el universo musical de la banda. Ambientes misteriosos y sonidos enigmáticos acompañan a la voz de “crooner” de un Perry en estado de gracia a lo largo de un tema que bien podría verse como un adelanto de canciones similares que el artista nos dejaría en discos posteriores.
“As the Bell Rings the Maypole Spins” - En muchas culturas europeas existe un baile que se suele celebrar en mayo en el que los danzantes giran alrededor de un poste de cuyo extremo parten una serie de cintas de colores que se entrelazan conforme avanza la danza. La visión de esta danza de Dead Can Dance es fascinante porque combinan en un mismo tema ritmos que bien podrían ser “trip hop” (de no ser porque en 1990 el género prácticamente no había nacido aún) con gaitas y cantos arcanos por parte de Lisa dando forma a una pieza hipnótica, fuera del tiempo.
“The End of Words” - Continúa el disco con una nueva exhibición vocal por parte del dúo que juega con la polifonía creando combinaciones magníficas entre dos voces que mezclan a la perfección (tres si unimos a David Sust). Una transición vocal de muchos quilates que nos deja ante otra de las joyas del trabajo.
“Black Sun” - Volvemos a escuchar a Brendan Perry como protagonista absoluto en una canción marcada por un poderoso ritmo sintético acompañado de sintetizadores y percusiones antiguas. Uno de los mejores temas del disco y también uno de los pocos que se ajusta al formato habitual de canción pese a estar imbuído del espíritu de Dead Can Dance desde el principio al final.
“Wilderness” - Una curiosidad de “Aion” es que es un disco en el que abundan los cortes de escasa duración. Aquí tenemos otro ejemplo aunque la duración no tiene nada que ver con la calidad. Una vez más, Lisa hace magia sin necesidad de ningún acompañamiento salvo el de ella misma haciendo todas las voces en una pieza, una más, magnífica.
“The Promised Womb” - Si hay un instrumento cuyo sonido nos traslada casi inmediatamente a la época medieval ese es la “viola da gamba”. De un cuarteto de ellas se sirve aquí el dúo para acompañar otro precioso lamento de Lisa Gerrard.
“The Garden of Zephirus” - Otro tema de transición, repetitivo como lo era “Mephisto” y en el que, aparte de una sencilla linea melódica, escuchamos samples con cantos de aves.
“Radharc” - Cerrando el disco tenemos una pieza que podría enlazar perfectamente con el siguiente trabajo de la banda que llegaría unos años después. Ritmos orientales y melodías del mismo corte se suceden de forma magistral hasta la entrada de los dos cantantes, Lisa como voz principal y Brendan como segunda voz. El título, procedente del gaélico irlandés, puede despistar al oyente ya que no hay ningún tipo de referencia celta en la pieza que, por otra parte, es un gran cierre para un trabajo mayúsculo.
Hemos dicho antes que “Aion” fue el primer disco grabado por Dead Can Dance tras la ruptura sentimental entre Brendan Perry y Lisa Gerrard y es cierto pero es muy posible que buena parte del disco estuviera ya hecha o, al menos, compuesta previamente. La grabación se hizo en su mayoría en la iglesia de Quivvy, en el condado de Cavan, en Irlanda y el resto en unos estudios londineses y fue muy rápida. Contrasta con los más de tres años que transcurrieron antes del siguiente trabajo de la banda, en el que sí se evidenció la dificultad de trabajar a distancia. Sea como fuere, “Aion” es un disco que está entre esos trabajos a los que tenemos un especial cariño, no solo dentro de la discografía de Dead Can Dance sino en general.
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lunes, 1 de abril de 2019
Dead Can Dance - Within the Realm of a Dying Sun (1987)
Hace un tiempo hablamos aquí de “The Serpent's Egg” como el disco que consolidó el estilo de Dead Can Dance y consagró al dúo como una de las propuestas más originales y con mayor personalidad del panorama musical de finales de los ochenta: el típico disco del que se suele decir que marca un antes y un después. Pues bien, en las dos próximas entradas vamos a hablar precisamente de eso: del disco que hicieron antes y del que llegó después.
Comenzamos por el “antes” y para eso nos situamos en los primeros meses de 1987 con la banda reducida prácticamente al dúo de Brendan Perry y Lisa Gerrard. Del quinteto fundacional se había caído James Pinker y también Scott Rodger (aunque éste último ni siquiera participó ya en el anterior disco de la banda). Peter Ulrich es aún parte de la grabación en calidad de percusionista pero a efectos prácticos, no forma parte ya del núcleo creativo del grupo. La evolución sonora de Dead Can Dance fue rápida ya que todos sus primeros discos mostraban un cambio casi total de instrumentación con respecto al inmediatamente anterior. De una formación casi rockera en su disco de debut pasaron a los trombones, percusiones y violonchelos en el segundo y de ahí a una formación camerística en este “Within the Realm of a Dying Sun” en el que escuchamos un quinteto de cuerdas, una potente sección de metales además de las ya acostumbradas percusiones, sintetizadores y la presencia del oboe de Ruth Watson. Pese a la apariencia clasicista, el sonido del disco no iba a tener mucho que ver con eso y sí con la particular propuesta de la banda que empezó a definirse en el disco anterior y aquí daba un paso más hacia esa mezcla entre música antigua con influencias orientales y con un aire atemporal que pocos grupos han sabido darle a su música. Junto con el citado Peter Ulrich y la pareja Perry-Gerrard, los músicos que intervienen en el disco son: Alison Harling y Emlyn Singleton (violines), Piero Gasparini (viola), Gus Ferguson y Tony Gamage (violonchelos), Ruth Watson (oboe), John Singleton y Richard Avison (trombones), Andrew Claxton (trombón y tuba) y Mark Gerrard (trompeta).
“Anywhere Out of the World” - Bastan unos simples compases para identificar rápidamente el estilo de Dead Can Dance. Percusiones metálicas y sintetizadores crean un ambiente lúgubre, ideal para acompañar a Brendan Perry en su primera intervención vocal del disco. Estamos ante una canción lenta en la que todos los detalles se suman para crear una sensación de inquietud. Como una especie de Depeche Mode góticos, Perry y Gerrard saben dar el toque melódico justo a piezas hipnóticas que nos trasladan a un mundo propio del que es difícil escapar.
“Windfall” - El segundo corte prima las cuerdas para formar una base a la que se añaden sutiles toques electrónicos. Las melodías son simples, casi minimalistas, y cumplen una función ambiental que deja en segundo plano cualquier otra intencionalidad.
“In the Wake of Adversity” - En la misma linea va la siguiente pieza en la que, eso sí, volvemos a tener el inestimable aporte de la voz de Brendan Perry. Cabe resaltar que en estos primeros trabajos, aun está muy contenida. Suele quedar bastante enterrada entre el resto de instrumentos en la producción, algo que sería rectificado paulatinamente en el futuro.
“Xavier” - Por fin y tras hacerse esperar, podemos escuchar a Lisa Gerrard en la introducción de la siguiente pieza; un lamento dramático que hace las veces de introducción para otra canción con Perry como protagonista. Los metales y las cuerdas aparecen de forma más nítida que en cortes anteriores y le confieren una solemnidad más acentuada a la que es, en nuestra opinión, una de las mejores piezas del disco.
“Dawn of the Iconoclast” - Una solemne fanfarria abre la segunda parte del disco que va a ser la del reinado de Lisa Gerrard. Su voz se basta y se sobra para llenar todo el espacio sobre una larga nota electrónica que sirve de colchón para una intervención espectacular. En determinados momentos la voz de Lisa se desdobla en un bellísimo juego vocal que se disuelve lentamente hasta el final del tema.
“Cantara” - Llegamos así a nuestra canción favorita del disco y una de las tres o cuatro mejores de Dead Can Dance según nuestro criterio. Comienza con un ritmo constante marcado por una cuerda sintética sobre el que se dibuja una bonita melodía. Por estos derroteros transcurre la pieza hasta que de repente aparecen las percusiones y los ritmos electrónicos y, por encima de todos ellos, la voz de Lisa Gerrard. Primero en solitario y luego con el acompañamiento de Brendan, ejecutan un motivo que va creciendo en intensidad hasta desembocar en un autentico torbellino musical. “Cantara” es una pieza extraordinaria cuya versión de estudio, sin embargo, palidece ante lo que son capaces de lograr de ella los miembros del dúo cuando la interpretan en directo. Una verdadera maravilla.
“Summoning of the Muse” - Jugar a ser solemnes tanto tiempo puede llevar a un empacho y el comienzo de este corte con las campanas mezclándose con las cuerdas parecía ir en esa dirección pero es ahí cuando aparece Lisa Gerrard al rescate con una serie de polifonías vocales que rozan lo sublime. El tema es grandilocuente, si, pero todo eso queda en un segundo plano en el momento en que escuchamos a la cantante de origen australiano. Su enorme potencial comienza a desatarse y ya no habrá forma de reprimirlo.
“Persephone (The Gathering of Flowers)” - Para el cierre, Lisa decide mostrarnos su registro más grave y conmovedor. Es en su primera mitad una canción procesional de gran belleza pero es aún mejor en su segundo tramo, con las cuerdas y los sintetizadores mezclándose para componer un complejo telar del que emerge de nuevo la voz de la cantante multiplicada en distintas lineas melódicas por un breve instante. El cierre es de intensidad creciente con instrumentos y voz en una simbiosis perfecta.
El tercer disco de Dead Can Dance es el que libera por fin el potencial vocal de Lisa Gerrard que se desplegará en toda su extensión en los trabajos siguientes. Reafirma también un estilo que llegará a su culminación con el siguiente disco “The Serpent's Egg” donde se incorporan plenamente influencias orientales que aún son sólo leves apuntes en este “Within the Realm of a Dying Sun”. Falta aún la última pata de la silla que sería el elemento medieval pero ese llegará con “Aion”, el disco que centrará la siguiente entrada del blog. De momento os dejamos con “Cantara” en directo. Una experiencia insuperable.
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sábado, 14 de abril de 2018
Dead Can Dance - The Serpent's Egg (1988)
Cuando pensamos de forma retrospectiva en Dead Can Dance como grupo, enseguida nos llega una imagen clara de una banda con un estilo absolutamente inconfundible y lleno de influencias que van desde la música medieval hasta la oriental, la música africana y todo tipo de elementos procedentes de las respectivas tradiciones culturales de sus dos miembros.
Hoy todo parece claro pero esta idea de la banda comenzó a tomar forma del modo en que ahora la conocemos con el disco que tratamos hoy aquí. Estamos en 1988 y el dúo formado por Brendan Perry y Lisa Gerrard había evolucionado un montón desde el pop oscuro de su disco de debut añadiendo paulatinamente nuevos elementos y desechando las partes más convencionales de su propuesta. El cambio fue muy notable en el salto del primer disco al segundo y más pausado a partir de ahí hasta llegar a “The Serpent's Egg”, el trabajo que consideramos como el primero en el que Dead Can Dance consolidan un estilo que les hará únicos de forma que cada uno de los discos siguientes no es sino una variación de los conceptos de éste orientados a una idea central diferente.
El sonido de “The Serpent's Egg” es diferente del de trabajos anteriores. En el apartado de las percusiones, la banda prescinde de instrumentos clásicos en beneficio de otros tradicionales procedentes de diversas culturas. También desaparece la sección de viento y, a cambio, se refuerza la de cuerda sonando aquí un quinteto formado por dos violines, dos violas y un violonchelo. Frente a lo que podría parecer, esta reducción de elementos no supone un sonido más simple sino que, por el contrario, éste es potenciado al extremo plasmandose en un tapiz fascinante. Junto a Brendan Perry y Lisa Gerrard, que cantan e interpretan sintetizadores (Brendan también la zanfona), participan en el disco Andrew Beesley y Sarah Buckley (violas), Tony Gamage (violonchelo) y Alison Harling y Rebecca Jackson (violines).
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Lisa Gerrard y Brendan Perry |
“The Host of Seraphim” - Si hay una canción de Dead Can Dance que vaya a ser recordada por encima de todas las demás, probablemente sea esta. Es un grito desesperado que surge de la voz de Lisa Gerrard (con unas segundas voces bellísimas) y se eleva sobre un fondo de órgano de gran profundidad. Apenas hace falta nada más... unos golpes de percusión para marcar el cambio entre las secciones de la pieza y alguna variación en los timbres electrónicos que sirven de sostén a la pieza. Con esos elementos asistimos a una canción maravillosa que representa como pocas esa suerte de música que parece proceder de los tiempos más remotos de la humanidad en la que Dead Can Dance se han especializado y de la que prácticamente han hecho un género.
“Orbis de Ignis” - Campanas y una polifonía extraordinaria, construida por completo alrededor de la voz de Lisa es lo que nos ofrece esta breve pieza cuyo estilo encontraría réplicas en posteriores discos del grupo.
“Severance” - Es el turno de la profunda voz de Brendan Perry interpretando una emocionante letanía acompañada de nuevo del sonido del órgano. Todo transcurre lentamente, como en una ceremonia funeraria, con una cadencia pegajosa que se disuelve poco a poco en una coda instrumental muy repetitiva que pone punto final a la canción.
“The Writing on My Father's Hand” - Volvemos a Lisa Gerrard, acompañada en esta ocasión de un sonido pulsante que imita a algún instrumento de cuerda ya perdido. Ritmos inalterables, cantos remotos y juegos vocales sin igual que definen la música del dúo. Melodías que se van complicando con la adición de nuevas capas hasta terminar con mútiples capas de sonido que se replican una y otra vez.
“In the Kingdom of the Blind the One-Eyed Are Kings” - Se combinan ahora los dos elementos instrumentales que habíamos escuchado hasta ahora en el disco por separado: los fondos de órgano y las melodías de cuerda. Se suma la voz de Brendan Perry y, ya en el tramo final, la percusión, para conformar una clásica canción del vocalista.
“Chant of the Paladin” - Continúa la ceremonia secreta con una nueva letanía interpretada por Lisa Gerrard como vocalista y en la que las percusiones marcan el ritmo de principio a fin. Como en todo ritual, la música cumple una función hipnótica que busca provocar el trance en el oyente a base de la repetición. Eso es exáctamente lo que ocurre aquí.
“Song of Sophia” - Lisa Gerrard posee una voz y una técnica tan excepcionales que no tiene ningún miedo a introducir cortes “a capella” en muchos de sus discos. Aquí tenemos un magnífico ejemplo de su forma de cantar, dramática cuando debe y siempre expresiva.
“Echolalia” - Continuamos con la música vocal casi al 100% en esta corta canción en la que Lisa comienza repetiendo las frases que entonce Brendan en el inicio para desarrollar una suerte de variaciones en el tramo final.
“Mother Tongue” - Otra de las características fundamentales de la música de Dead Can Dance son los poderosos ritmos que crean a base de percusiones de todo tipo. Este brillante instrumental es un gran ejemplo de esto que decimos: una fascinante combinación de sonidos de todo tipo que terminan por formar una pieza frenética en su primera parte. La segunda es mucho más calmada y en ella aparece una macilenta melodía electrónica que da paso a la voz de Lisa Gerrard cantando sus particulares textos sin significado.
“Ullyses” - Cierra el trabajo la canción más elaborada del mismo, al menos en el aspecto instrumental. Cuerdas electrónicas, percusiones, juegos de voces a cargo de Brendan Perry y David Navarro Sust y una magnífica sección de cuerda real en la segunda parte del tema ponen el punto final al disco. Sólo faltaría la voz de Lisa para que este tema fuera el perfecto resumen de lo que es Dead Can Dance.
Durante unos años, Brendan y Lisa fueron pareja y “The Serpent's Egg” iba a ser el último trabajo que grabarían en esa situación ya que unos cuantos meses después de su publicación decidieron separarse (literalmente, ya que pusieron entre ambos toda la distancia que separa Irlanda de Australia) sin que eso afectase a su relación profesional puesto que mantuvieron vivo Dead Can Dance por casi una década más con excelentes resultados. De hecho, “The Serpent's Egg” junto con “Aion” e “Into the Labyrinth” forman una especie de trilogía no declarada en la que se encuentra la cumbre del grupo, sin menospreciar trabajos anteriores y posteriores.
Siempre es buen momento para darle una escucha a una de las bandas más personales que han surgido en las últimas décadas y este disco es tan adecuado como el mejor para hacerlo. Nos despedimos con una rara versión en directo en un programa de TV de "Severance":
jueves, 10 de septiembre de 2015
This Mortal Coil - It'll End in Tears (1984)
Corría el año 1980 cuando
un empleado del sello Beggars Banquet, Ivo Watts-Russell fundó una
pequeña filial del mismo bajo el nombre de Axis Records, pronto
reconvertido a 4AD. Lo hizo con la idea de acoger a artistas algo más
arriesgados de lo habitual a fin de poder probarlos y de obtener una
reacción por parte del público. Si el experimento salía bien, el
nuevo artista pasaría a formar parte del catálogo de la casa
matriz.
Como idea parecía muy
interesante aunque a la hora de la verdad, sólo un grupo siguió ese
camino. Pronto Ivo se dio cuenta del potencial de su nuevo sello y
comenzó a edificar la que sería una de las aventuras discográficas
más interesantes de principios de los ochenta, primero de la mano de
Cocteau Twins y algo después con Dead Can Dance como abanderados. En
poco tiempo, 4AD se convirtió en un sello de referencia con una
imagen y un sonido muy reconocibles que conformaron toda una linea
estética común a la mayoría de sus lanzamientos que pronto reunió
a su alrededor un buen número de fieles aficionados.
Ivo tenía inquietudes
musicales pero nunca llegó a dar el paso y grabar sus propias obras.
Se limitaba a labores de producción en algunos de los trabajos de su
sello (él prefiere llamarlas “dirección musical”) pero no dejó
pasar la oportunidad de crear uno de los proyectos más afortunados
de los que que aparecieron en 4AD. En 1983 se le ocurrió juntar a
varios de los artistas más destacados del sello para grabar un disco
conjunto bajo el nombre de “This Mortal Coil” (procedente del más
célebre monólogo de “Hamlet” aunque otras fuentes afirman que,
en realidad, procede del “sketch” del loro muerto de los Monty
Phyton). Con la esa denominación aparecerían hasta tres trabajos de
gran calidad con algunos denominadores comunes: las canciones serían
escogidas por el propio Ivo Watts-Russell e interpretadas por
diferentes combinaciones de artistas pertencientes a 4AD. Muchas de
ellas serían versiones de clásicos de la música folk o de la
psicodelia y otras de los propios grupos del sello incluyendo alguna
pieza del propio Ivo.
La primera muestra de la
música de This Mortal Coil aparecería en 1984 con el título de
“It'll End in Tears”. Participan en el disco: Elizabeth Fraser
(voz), Robin Guthrie (guitarra) y Simon Raymonde (guitarra, bajo y
sintetizadores), todos ellos de los Cocteau Twins. También Lisa
Gerrard (voz) y Brendan Perry (batería), de Dead Can Dance, John
Fryer (mano derecha de Ivo y co-propietario del sello), Gordon Sharp
(vocalista que había colaborado con los Cocteau Twins), Martyn Young
(teclados, bajo y guitarra) junto con su hermano Steven (piano),
miembros ambos de Colourbox, Mark Cox, teclista de The Wolfgang
Press, Manuela Rickers, de Xmal Deutchland, el violonchelista Martin
McCarrick, colaborador habitual del sello y miembro años más tarde
de Siouxie and the Banshees, la violinista Gini Ball, de trayectoria
similar a la de McCarrick, Howard Devoto, vocalista de los Buzzcocks
y Robbie Grey de Modern English. Todos ellos de la mano de Ivo
Watts-Russell que toca los teclados y ejerce de productor del disco.
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Imagen de Ivo Watts-Russell |
“Kangaroo” - La primera
pieza del disco es una composición de Alex Chilton, cantante de Big
Star, grupo norteamericano de cierto éxito a principios de los años
setenta aunque son más recordados hoy como banda de culto que como
grupo de masas. La interpretación corre a cargo de Gordon Sharp
acompañado por Simon Raymonde aunque la presencia del violonchelo de
Martin McCarrick es muy notable. La versión es elegante, con una
importante parte del peso a cargo de la voz de un Sharp muy
inspirado.
“Song to the Siren” - La
gran joya del disco es, sin duda alguna, la versión de este clásico
de Larry Beckett y Tim Buckley a cargo de Elizabeth Fraser y Robin
Guthrie. La vocalista interpreta con absoluta maestría una canción
extraordinaria que ha conocido muchas versiones sin que ninguna haya
conseguido acercarse a ésta, llena de sensibilidad y elegancia, con
unos arreglos sobrios que realzan, si es que hacía alguna falta, la
personalísima voz de Elizabeth. Poco más se puede añadir. Sólo
disfrutar una y otra vez de un momento mágico como este.
“Holocaust” - La segunda canción de Alex Chilton que aparece en el trabajo es interpretada por Howard Devoto con el acompañamiento de un piano y algunos sutiles arreglos electrónicos y de cuerda. El sello característico de muchas de las mejores producciones del sello está muy presente aquí a lo largo de toda la pieza lo que da una extraña sensación de unidad a todo el disco pese a sus particulares características, poco favorables a priori para que suceda esto.
“Fyt” - Ivo
Watts-Russell y John Fryer aportan esta pieza instrumental de corte
ambiental al trabajo. Comienza con una serie de sonidos y efectos
electrónicos que pronto son acompañados por un ritmo industrial que
da cierta coherencia a la composición. A la peculiar cadencia se
unen algunas cuerdas electrónicas para terminar de conformar una
pieza bastante interesante.
“Fond Affections” - Una
de las primeras bandas en publicar con 4AD fueron los Rema-Rema,
banda en la que tocaba Mark Cox antes de incorporarse a The Wolfgang
Press. Gordon Sharp lidera aquí la versión de una de las canciones
del grupo. A grandes rasgos continúa con la linea estética del
resto del trabajo: arreglos elegantes, principalmente electrónicos,
a cargo de Ivo, una gran melancolía y mucha sobriedad.
“The Last Ray” - Una de
las pocas piezas que rompe un poco con esa idea es este tema original
de Ivo Watts-Russell y la parte instrumental de Cocteau Twins, es
decir, el dúo Guthrie/Raymonde. El tema se acerca más al pop-rock
desde una óptica próxima a los primeros Dead Can Dance o a los
Durruti Column de Vini Reilly.
“Another Day” - La
fantástica voz de Elizabeth Fraser vuelve a sonar para dar vida a
una gran canción de Roy Harper. Unos años antes, Kate Bush realizó
su propia versión de la pieza y su influencia en la aproximación a
la misma de Elizabeth es notable hasta el punto de que cualquier
oyente no informado de la identidad de la intérprete en el disco
podría fácilmente optar por la propia Kate a la hora de aventurar
un nombre.
“Waves Become Wings” -
Dead Can Dance eran unos recien llegados al sello 4AD en el que
habían publicado su disco de debut apenas ocho meses antes de la
aparición de “It'll End in Tears. Curiosamente, la pieza escrita e
interpretada por Lisa Gerrard en este disco tiene mucha más relación
con lo que Dead Can Dance harían en el futuro que con ese primer
trabajo. Lisa canta una melodía intemporal que parece sacada de una
ceremonia perdida en el tiempo.
“Barramundi” -
Prácticamente fundida con la pieza anterior comienza a desarrollarse
esta composición de Simon Raymonde. Un excelente instrumental a base
de guitarras y sintetizadores que recuerda lejanamente a los
experimentos sonoros de Brian Eno y Robert Fripp de la década
anterior.
“Dreams Made Flesh” -
Lisa Gerrard realiza una segunda aportación al disco sin apenas
solución de contiunidad con el tema precedente lo que nos hace
pensar en los tres cortes como en una pieza única dividida en tres
partes. Lisa ejecuta su habitual yangqin para acompañar su canto,
profundo y evocador como tendríamos ocasión de descubrir en la
discografía de Dead Can Dance en los años siguientes. Realmente
estamos ante una pieza que podría haber formado parte de cualquier
disco de la banda y que, de hecho, se incoporó al repertorio en
directo de la misma, especialmente en los conciertos de sus últimas
giras en cuyo repertorio también figuraba otra de las canciones de
“It'll End in Tears”: “Song of the Siren”.
“Not Me” - Robbie Grey, de Modern English y Simon Raymonde unen fuerzas para realizar una versión de esta canción de Wire escrita por su vocalista Colin Newman. Es, quizá, la canción más convencional de todo el disco y la adaptación sigue esa linea por lo que no la contamos entre lo mejor del disco. Con todo, es una buena versión.
“A Single Wish” -
Cerrando el disco encontramos esta balada instrumental escrita por
Gordon Sharp, Steven Young y Simon Raymonde. Es casi una miniatura
llena de encanto cuyo peso recae en el piano pero que no sonaaría
igual de bien sin los exquisitos arreglos electrónicos y las leves
percusiones que se dejan oir de vez en cuando.
4AD es uno de esos sellos
que han sabido hacerse un nombre gracias, principalmente, a una
fidelidad a sus principios y una coherencia que no son muy
habituales, especialmente cuando se alcanza un cierto tamaño y una
volumen de publicaciones determinado. Esa continuidad en el estilo es
la que hace posible que un disco como este salga adelante con un
resultado tan notable. No suele ocurrir que trabajos de estas
características con bandas “fantasma” como era en realidad This
Mortal Coil alcancen niveles tan altos y funcionen, en realidad, más
como un disco de un grupo de artistas que como un recopilatorio. Hay
excepciones que han aparecido por aquí en su momento (el TF100 del
sello Tonefloat sería una bien reciente) pero no son muy abundantes.
Más extraordianrio aún es el hecho de que el proyecto tuviera
continuidad y nos brindase un par de grandes discos que añadir a
este pero eso será materia de otra entrada en su momento. Por ahora
os recomendamos disfrutar de este disco: una joya no demasiado
conocida que merece un lugar destacado en cualquier discoteca
mediamente inquieta.
Alguna de las piezas del disco disfrutó, incluso, de videoclip oficial. Podemos disfrutarlo aquí:
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lunes, 6 de enero de 2014
Dead Can Dance - Into the Labyrinth (1993)
Todo grupo tiene
un momento clave, un disco culminante que se convierte en referencia para bien
o para mal de toda su carrera. Es habitual que ese gran trabajo sea el primero
o uno de los primeros, algo lógico por varios motivos: por un lado, en el
primer disco el artista suele poner todo lo mejor que ha hecho hasta entonces
mientras que en los siguientes se recoge lo mejor sólo desde que publicó el
anterior trabajo. Por otra parte, la industria no suele tener demasiada
paciencia como para esperar demasiado si una banda no consigue triunfar tras
uno o dos intentos. En el caso de Dead Can Dance, este disco de referencia
tardó en llegar varios años. Tienen la excusa de que su trayectoria fue
claramente ascendente hasta ese momento, con cada nuevo disco yendo un paso más
allá que el anterior y sin titubear en ningún instante. Hoy nos toca hablar del
que, probablemente, sea el trabajo más importante en todos los sentidos del dúo
formado por Brendan Perry y Lisa Gerrard.
Durante unos
años, los dos músicos fueron pareja pero en el momento de la publicación de su
disco anterior, “Aion”, ya estaban separados. Esa separación sentimental se
tradujo en una separación física de más de 15.000 kilómetros puesto que Lisa
regresó a Australia mientras que Brendan se quedó en la fantástica iglesia de
Quivvy, situada en una isla en medio de un río entre Irlanda e Irlanda del
Norte. Ambos artistas trabajaban, pues, por separado en las canciones.
Suponemos que mantendrían algún tipo de contacto para poner en común algunas
ideas pero estamos hablando de 1993, cuando la capacidad de internet para
transmitir grandes bloques de datos estaba aún en pañales, por lo que los
intercambios debían hacerse por correo ordinario. Imaginamos que varias demos
viajarían en aquellos meses de una punta a otra del globo hasta que, por fin,
se seleccionó el material a partir del cual se grabaría el nuevo disco. Para
ello, Lisa se desplazó a la iglesia en la que Brendan tenía su estudio y tres
meses después, el material que formaría parte del disco estaba preparado.
No hay
información en el disco acerca de la autoría de cada uno de los temas pero
creemos acertado suponer que la pista nos la da el miembro del dúo que canta en
cada uno de ellos. Otra historia distinta son los instrumentales pero
intentaremos desentrañarlo en el transcurso del análisis de las distintas
piezas. Sin ser un disco conceptual en el sentido habitual del término, sí que
existe un hilo conductor (término pocas veces más apropiado que esta) entre
varios de los temas. Si tomamos el título del disco, “Into the Labyrinth” como
una pista, encontramos varias claves que nos ayudan a entender esa idea general
que subyace en el trabajo aunque no es la única, como veremos. Hay, además,
referencias a Joy Division, textos de Bertold Brecht, etc. En suma, un disco
muy interesante y profundo a varios niveles.
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Lisa Gerrard y Brendan Perry |
“Yulunga (Spirit Dance)” – El término procede del idioma
aborigen australiano y podría tener relación con Julunggul, diosa con forma de
serpiente que supervisaba los ritos de transición de los jóvenes a la edad
adulta. Parece lógico asumir que la autoría es de Lisa. Comienza con un
profundo sonido electrónico sobre el que escuchamos el lamento de la artista
con esa voz inimitable, que es capaz de alcanzar tesituras enigmáticas y llenas
de misterio. Los sintetizadores van conduciéndonos a lo largo de los instantes
siguientes imitando lúgubres violonchelos hasta que comienza la danza con el
tañido de las campanas tibetanas y una auténtica fiesta de percusiones de todo
tipo que se combinan magistralmente acompañando a la voz de Lisa. Llegados a
este punto estamos atrapados sin remisión y sólo nos queda dejar hacer al dúo,
conscientes de que, hasta que ellos decidan poner punto final a la música, no
podremos escapar del hechizo.
“The Ubiquitous Mr.Lovegrove” – Escrita por Brendan, quien describe al tal Lovegrove como un “alter ego” del propio artista (aunque el nombre está sacado del título de un capítulo de una vieja serie de televisión británica). Habla de sus propias relaciones con las mujeres de un modo introspectivo. De nuevo una pulsación electrónica constante abre el tema al que se van añadiendo distintos sonidos, desde un omnipresente sitar hasta percusiones de todo tipo. Una gaita desgrana una breve melodía y sirve a Brendan como pie para comenzar su particular letanía. Asistimos a una combinación sorprendente de percusiones, pizzicatos y sonidos sintetizados de cuerdas (violines y cellos, principalmente) con formas vocales claramente pop en una gran canción que, con otros arreglos podría haber pasado perfectamente por una canción más de las que pueblan las listas de éxitos.
“The Wind that Shakes the Barley” – Única canción
tradicional del disco, escrita en el siglo XVIII por el poeta Robert Dwyer
Joyce. Lisa Gerrard se atreve con una
versión a cappella absolutamente arrebatadora. Hace falta mucho valor para
grabar así hoy en día, cuando la definición de los soportes de reproducción es
tal que cualquier mínimo defecto se magnifica. La interpretación de Lisa es
impresionante y nos deja sobrecogidos.
“The Carnival is Over” – Cuenta Brendan Perry que se trata
de una canción sobre sus recuerdos de adolescente en Londres, y sus tardes en
el circo. Eso ayuda a entender la cita que hace del verso inicial de “The
Eternal” del disco “Closer” de Joy Division. No será la única en este disco. Se
combinan una especie de guitarra con sus monótonos acordes, con un ritmo de
cascabeles y unas flautas sintéticas para componer una balada en la que nos
parece apreciar una lejana influencia de Depeche Mode a la hora de integrar los
distintos sonidos electrónicos aunque formalmente los estilos de ambos grupos
son antagónicos. La canción termina con una especie de coda más ambiental que
enlaza sin solución de continuidad con el siguiente corte.
“Ariadne” – En un disco titulado “en el laberinto”, la
referencia a Ariadna no es casual. Según el mito griego, ella fue la que ayudó
a Teseo a salir victorioso de su encuentro con el Minotauro en el laberinto
cretense en el que estaba encerrado. La música es luminosa y alegre ahora y
hasta la inquietante voz de Lisa Gerrard suena esperanzada.

“Towards the Within” – Podríamos interpretar el título
relacionándolo con la aventura de Teseo al dirigirse “hacia el interior” del
laberinto. Se combinan por fin las voces de ambos artistas logrando esa mezcla
perfecta entre registros tan diferentes que caracteriza en buena medida el
sonido de Dead Can Dance. Con la ayuda de la tecnología que permite a Lisa
desdoblarse en diferentes líneas melódicas terminan por lograr una canción
maravillosa, plena de ritmo y exotismo. La música evoluciona ante nuestros
oídos de forma continua llevándonos a civilizaciones extintas, a misteriosos
mercados en medio del desierto, a selvas inexploradas o a templos ignotos, como
si de un folclore enloquecido se tratase. Sin duda alguna, estamos ante uno de
los grandes temas del disco.
“Tell Me About the Forest (You Once Called Home)” – Una canción sobre los emigrantes tan habituales en un país como Irlanda y sobre las experiencias en el extranjero que narran a su vuelta. De nuevo, Perry toma prestados un par de versos de Joy Division, concretamente del que fue último single de la banda: “Love Will Tear Us Apart”. La canción se construye a partir de una especie de bajo continuo con un timbre similar al del clavicembalo sobre el que se desarrolla una canción en la que predominan los sonidos electrónicos y los samples de instrumentos reales, desde los trombones hasta las cuerdas, mezclados con xilófonos y otras percusiones de la misma familia. Como ocurría en el anterior corte en el que Perry toma prestada una cita de la banda de Ian Curtis, hay algo en éste que nos recuerda de nuevo a Depeche Mode. La razón puede encontrarse en la influencia común que ejerce la malograda banda sobre ambos grupos. Como anécdota, los propios Depeche Mode hicieron su propia versión del “Love Will Tear Us Apart”.
“The Spider’s Stratagem” – Borges escribe el breve cuento
“Tema del Traidor y el Heroe” sobre el que Bertolucci construye su película “La
estrategia de la araña”. Aunque el escenario del film es italia, Borges situaba
su cuento en un país indeterminado, que, en sus propias palabras, podría ser
Irlanda (que el protagonista se llame Ryan Kilpatrick ayuda a esta
interpretación). La importancia del laberinto en Borges podría tener alguna
relación muy tangencial con el tema general del disco. El cuento, en cualquier
caso, pertenece al libro “Ficciones” pero en el Reino Unido se publicó en un
volumen llamado “Labyrinths” con selecciones de ese título pero también de “El
Aleph” y otras obras por lo que no es descabellado que la relación entre disco
y cuento venga por este detalle. Dead Can Dance recuperan aquí las percusiones étnicas
y Lisa Gerrard el protagonismo absoluto en lo vocal. Se trata de otra canción
en la que el dúo nos transporta a folclores inexistentes y fascinantes como
pocos de los reales. Campanas, sintetizadores y ritmos electrónicos completan
la paleta de sonidos en otra canción fascinante que nos va acercando al final
del disco con algunos guiños orientalizantes en la parte final que anticipan
una posible evolución del sonido del grupo en el futuro.
“Emmeleia” – El título alude a una suerte de danza trágica
en el teatro griego y es la excusa del dúo para mostrarnos una colosal
armonización de las voces de sus dos miembros sin ningún tipo de apoyo
instrumental. Una melodía impresionante con aires bizantinos que en la
interpretación de Dead Can Dance suena a invocación, a conjuro de otros
tiempos. Sin duda, una de las grandes joyas del disco.
“How Fortunate the Man With None” – Los herederos de Brecht
sólo han autorizado dos adaptaciones de la obra del dramaturgo para un uso
distinto del ideado por su autor. Éste es uno de ellos. La adaptación musical
de Brendan Perry tenía su origen en una producción teatral de “Madre Coraje” y
aprovecha para recuperarla como cierre del disco. Musicalmente la estructura es
simple en apariencia, una melodía oscura, procesional, de sintetizador es el
fondo sobre el que Brendan Perry declama más que canta, un desgarrador texto
sobre los inconvenientes del comportamiento recto y justo que lleva en
ocasiones a quien lo sigue a la muerte sin que nadie haga gran cosa por
evitarlo y, lo que es peor, sin que esa muerte suponga ninguna enseñanza para
el resto. El texto de Brecht es brutal por lo que encierra de verdad en sus
versos y la versión de Perry lo realza aún más si es que es posible:
“Ya visteis al sagaz
Salomón.
Ya sabéis qué fue de él.
Lo más complejo era
sencillo para él
Y terminó por maldecir
la hora en que nació
cuando vio que todo lo
que hizo fue en vano.
¡qué gran sabio fue
Salomón!
Pero el mundo no se
paró a esperar
y siguió mirando lo
que venía después.
Fue la sabiduría la
que llevó a Salomón a ese estado.
¡Qué afortunado quien
no la tiene!
Visteis a continuación
al valiente César.
Ya sabéis qué le
sucedió.
Le convirtieron en un Dios
en vida
para asesinarle a
continuación.
Y cuando alzaban el
puñal asesino,
qué fuerte gritó: ¡tú
también, hijo mío!
Pero el mundo no se
paró a esperar
y siguió mirando lo
que venía después.
Fue la valentía la que
llevó a César a ese estado.
¡Qué afortunado quien
no la tiene!
Visteis a continuación
al valiente César.
Ya sabéis qué le
sucedió.
Le convirtieron en un Dios
en vida
para asesinarle a
continuación.
Y cuando alzaban el
puñal asesino,
qué fuerte gritó: ¡tú
también, hijo mío!
Pero el mundo no se
paró a esperar
y siguió mirando lo
que venía después.
Fue la valentía la que
llevó a César a ese estado.
¡Qué afortunado quien
no la tiene!
Habéis oído hablar de
Sócrates, el sincero,
el hombre que jamás
mentía.
Pero no le estaban tan
agradecidos como cabría esperar.
Por el contrario, arreglaron
las cosas para llevarlo a juicio
y terminaron por
entregarle la bebida envenenada.
¡Qué sincero era el noble
hijo del pueblo!
Pero el mundo no se
paró a esperar
y siguió mirando lo
que venía después.
Fue la sinceridad la
que llevó a Sócrates a ese estado.
¡Qué afortunado quien
no la tiene!
Habéis visto actuar a personas
respetables
que siguen las normas
de Dios
aunque éste no haya
dado señal de vida.
Vosotros, que estáis a
salvo en vuestros hogares
ayudadnos a aliviar
esta amarga necesidad.
¡Cuan recto era
nuestro comportamiento al principio!
Pero el mundo no se
paró a esperar
y siguió mirando lo
que venía después.
Es el temor de Dios el
que nos ha llevado este estado.
¡Qué afortunado quien
no lo tiene!”
Con “Into the Labyrinth”, Dead Can Dance alcanzaron niveles
de popularidad desacostumbrados hasta entonces para el dúo. El disco fue
lanzado en los Estados Unidos con la distribución de Warner, lo que ayudó mucho
a su éxito y les convirtió en una banda de culto, siempre en la escala que
estos tipos de música permiten alcanzar. Tambié fue el disco con el que les
conocimos aquí y, quizá por ello, le guardamos un mayor cariño a pesar de que
otros trabajos del grupo nos puedan parecer tan buenos como éste o incluso
mejores. En cualquier caso, es ya un clásico en su estilo que todo aficionado
debería tener en su discoteca. Si aún no os contáis entre los poseedores de un
ejemplar, podéis solucionarlo fácilmente en cualquiera de los enlaces
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Nos despedimos con la impresionante interpretación de Lisa Gerrard en directo de "The Wind that Shakes the Barley":
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domingo, 27 de octubre de 2013
Dead Can Dance - In Concert (2013)
Seguimos tratando
de no perder de vista los lanzamientos que se han producido en los últimos
meses y hay uno muy interesante que se nos empezaba a quedar antiguo. Se trata
de “In Concert” de Dead Can Dance: disco doble en directo como sugiere su
título, de gran interés para aquellos que se hayan enganchado al dúo con
“Anastasis” ya que repasa ese disco al completo junto con otros cortes
procedentes de trabajos anteriores.
El disco se grabó
en la extensa gira que siguió a la publicación de “Anastasis” y tiene
diferentes ediciones por lo que tenemos que explicar el contenido de cada una
para evitar confusiones. Existe una primera versión de once cortes con una
selección de lo mejor de los conciertos, una segunda en disco doble con lo que
suponemos que era el “tracklist” completo de una actuación “tipo” de la gira y
una tercera edición como complemento de “Anastasis Deluxe Edition” que contenía
el disco de estudio acompañado del primero de los discos comentados, el directo
de un solo CD.
No queda nada de la antigua banda que acompañaba a Brendan
Perry y Lisa Gerrard en la primera etapa de Dead Can Dance que ahora es más
escasa de efectivos, reclutados buena parte de ellos del grupo de músicos que
colabora habitualmente con Astrid Williamson, quien también participa en el
tour. Astrid interpreta teclados y algunos coros. Se trata de una cantautora
apadrinada en su momento por John Cale y que ha trabajado con artistas del
entorno de Brian Eno como Jon Hopkins. En 2010 se incorporó a la gira de
Brendan Perry en la que presentaba su disco “Ark” y a partir de ahí, forma
parte del núcleo más próximo a Dead Can Dance aportando, además, a dos de sus
colaboradores habituales: el batería Dan Gresson (quien también ha tocado con
Brian Eno) y el bajista Richard Yale. Completan la banda el compositor y
teclista Jules Maxwell, participante también en anteriores giras de Perry en
solitario, y el percusionista y experto en el “hang drum”, David Kuckhermann,
único de todos ellos que también tocaba en “Anastasis”.
![]() |
Formación de Dead Can Dance para la reciente gira |
“Children of the Sun” – Comienza el disco con una de las
canciones insignia de “Anastasis” en una versión que, como ocurrirá con todas
las procedentes de ese trabajo, es tremendamente fiel a la original. Demasiado,
diríamos, ya que apenas hay diferencias ni arreglos que nos llamen la atención.
Reconforta, eso sí, comprobar cómo la voz de Brendan Perry sigue tan poderosa
como siempre, incluso en directo.
“Anabasis” – Segundo tema perteneciente a “Anastasis” con
especial protagonismo de David Kuckhermann al “hang” y primera intervención de
Lisa Gerrard en la que aprovecha al máximo esa capacidad de evocación de su
voz, sin comparación en el panorama actual. La melodía posee un sabor árabe
indiscutible que evidenciaba el giro que había experimentado la banda hacia
esos sonidos en su último disco de estudio abandonando la inspiración medieval
de trabajos anteriores. En cualquier caso, se trata de una canción con el
inconfundible sello de Dead Can Dance.
“Rakim” – Nos encontramos ahora con el primero de los temas
pertenecientes a anteriores trabajos del grupo, concretamente a uno publicado
en el anterior disco en directo que llevó el título de “Toward the Within”. Ya
entonces fue uno de los momentos culminantes del disco y es que se trata de una
pieza extremadamente bien construida. Con un drone como fondo a partir del cual
comienza a sonar un exótico instrumento de cuerda durante unos minutos se va
tejiendo un tapiz fantástico. Aparece entonces una poderosa maquina rítmica que
marca un latido constante que es el punto de partida para la voz de Brendan.
Prosigue la canción con solemnidad y aparece de un modo brillante Lisa Gerrard
tarareando una preciosa melodía que se combina con la que ya cantaba nuestro
vocalista para cerrar una gran canción, interpretada magistralmente.
“Kiko” – Volvemos a “Anastasis” con otro de los temas de
influencia árabe que enlazará perfectamente con el siguiente. Como ocurría con
los anteriores, de no ser por alguna pequeña diferencia en las percusiones, la
versión es casi calcada a la de estudio. Con todo, sigue siendo una canción
impresionante y a la medida de Lisa Gerrard.
“Lamma Bada” – Aparecen en el disco tres piezas inéditas la
primera de las cuales es esta versión de un tema tradicional árabe, de origen
andalusí, según algunas fuentes. La canción ha sido interpretada en multitud de
ocasiones por músicos de diferentes estilos incluyendo, por ejemplo, a Radio
Tarifa. Dead Can Dance optan por una versión sobria con gran peso de las
percusiones y una interpretación a cargo de Brendan Perry más que correcta
aunque quizá no sea su registro vocal el más adecuado para esta melodía. No
deja de ser, en todo caso, una declaración de intenciones muy clara su
inclusión en el repertorio de los conciertos confirmando la nueva orientación
de la banda.
“Agape” – Cerrando en cierto modo la sección “árabe” del
concierto, llegamos a otro de los cortes procedentes de “Anastasis”. Al
contrario que en los anteriores, ahora sí que encontramos diferencias en cuanto
a los arreglos que radican principalmente en la percusión y el bajo, mucho más
intensas aquí, y en el tempo, ligeramente acelerado en la adaptación para
concierto de la canción. Quizá por ello, acostumbrados como estábamos a la
interpretación del disco, nos resulta algo extraña esta revisión.
“Amnesia” – Una de nuestras canciones favoritas de
“Anastasis” aunque lo cierto es que tenía más en común con discos como “Ark” de
Brendan Perry en solitario que con la música habitual del dúo. Aquí suena más
potente que en la versión de estudio aunque no encontramos diferencias notables
entre ambas interpretaciones. Quizá sólo ese ambiente inconfundible del sonido
directo es el que le da ese vigor adicional. En cualquier caso, sigue siendo
una canción muy disfrutable.
“Sanvean” – Llegamos ahora al que fue uno de los temas más
emocionantes de la primera etapa de Dead Can Dance en el que Lisa Gerrard hace
una interpretación absolutamente magistral, entregada e inspirada a partes
iguales y no exenta de dificultad por el amplio rango vocal que requiere de la
cantante. No llegó a aparecer en su momento en ningún disco de estudio del dúo
pero poco después de formar parte del directo “Toward the Within”, la propia
Lisa lo grabó para su disco de debut en solitario “The Mirror Pool”. Casi
veinte años después, la canción sigue sonando igual de maravillosa.
“Nierika” – Abriendo el segundo disco del concierto
encontramos uno de los temas principales de “Spiritchaser”, el trabajo que para
muchos iba a ser el último del grupo antes de su separación que finalmente fue
sólo temporal. Se trata de un tema basado en los ritmos y las percusiones, de
influencia africana y con un extraordinario trabajo vocal a cargo del dúo y sus
colaboradores y uno de los mejores de todo el concierto.
“Opium” – Volvemos a “Anastasis” y a otra de las canciones
con el sello personal de Brendan Perry muy presente. La canción mantiene todas
las cualidades de la versión original pero añade unas voces muy interesantes de
fondo en determinados momentos que no llegan a interactuar con la de Brendan
pero aportan un aire diferente a la pieza.
“The Host of Seraphim” – Publicada originalmente en “The
Serpent’s Egg”, para muchos fue la composición con la que escucharon por
primera vez a Dead Can Dance al aparecer como tema central en la banda sonora
de la película-documental “Baraka”. Se trata de otra de esas piezas escritas
para mayor gloria de Lisa Gerrard, llena de misterio y emoción y que cuenta en
esta versión con una interesante introducción con juegos vocales que no
aparecían en la original. Sin duda y por todo lo dicho anteriormente, otro de
los puntos culminantes del concierto. La parte final con las voces de Lisa y
Brendan combinadas de un modo casi mágico son, probablemente, parte de las
fuentes de inspiración para discos de otros artistas como el recientemente comentado
aquí, Neonymus.
“All in Good Time” – Quizá la canción que menos encajaba en
“Anastasis” era esta balada de Brendan Perry, extremadamente pausada, que aquí
se nos presenta en un formato casi calcado al del disco de estudio. Un descanso
antes de afrontar la parte final del trabajo en la que iba a haber alguna
sorpresa.
“The Ubiquitous Mr.Lovegrove” – Con alguna errata en el
título de la canción que figura en la contraportada del disco se presenta el
único tema procedente de “Into the Labyrinth”. Tenemos la sensación de que
buena parte del mismo está conformada por “samples” tomados directamente de
aquel trabajo ya que la instrumentación es sustancialmente diferente de la que
interpretan los integrantes de la banda en la gira aquí documentada. En los conciertos
era el primero de los “bises” y cumplía perfectamente con esa función al ser
una de las canciones más conocidas del que posiblemente fuera el disco supuso
la cima de la popularidad de Dead Can Dance en su momento. Al margen del uso
más o menos discutible de los “samples” en perjuicio de nuevos arreglos
adaptados a la formación actual de la banda, la versión es más que correcta.
“Dreams Made Flesh” – En la parte final del concierto
podemos escuchar un par de versiones. La primera sería este tema aparecido en
el disco “It’ll End in Tears” de This Mortal Coil. La particularidad del
“grupo” es que no era tal sino que se trataba del nombre bajo el cual publicaba
el sello 4AD una serie de discos interpretados por distintos músicos de la
compañía. En el caso de esta canción, la compositora e intérprete era la propia
Lisa Gerrard por lo que todo queda en casa.
“Song to the Siren” – En ese mismo disco aparecía una
sensacional versión de esta canción de Tim Buckley a cargo de los miembros de
Cocteau Twins. Sin embargo, Dead Can Dance prefiere acercarse aquí al original
de Tim con Brendan como intérprete a pesar de que Lisa podría haber realizado
un trabajo muy similar al de Elisabeth Fraser de habérselo propuesto. Magnífica
canción y buena versión en todo caso.
“Return of the She-King” – El tema más épico de “Anastasis”
es el elegido para cerrar el directo. Como ocurría en su versión original, el
aire de banda sonora de la canción no nos termina de convencer y sólo una
excepcional segunda mitad de la pieza evita que la pongamos una hipotética
cruz.
Actuación de Dead Can Dance en el festival de Coachella, cortesía de www.deadcandance.com
Tomado en su conjunto y de una forma independiente, no
creemos que la publicación de un disco en directo como este fuera necesaria.
Aparte de que el contenido es en un 50% el último disco y en versiones muy similares
a las de este, los temas ajenos al mismo, siendo representativos de la
trayectoria del grupo, se nos antojan escasos, máxime si tenemos en cuenta que
hay tres piezas inéditas. Por ello, tampoco termina de funcionar como
recopilatorio a partir del cual enganchar a nuevos fans. A pesar de todo,
nosotros, como seguidores de la banda desde hace muchos años hemos acogido bien
el trabajo y lo disfrutamos de cuando en cuando. Si queréis haceros con él os
dejamos los enlaces a sus tres versiones: disco simple, disco doble y edición
deluxe de “Anastasis” con el disco de estudio y el disco simple en directo:
Disco Simple (amazon.es)
Disco Doble (amazon.es)
Anastasis Deluxe (amazon.es)
Disco Simple (amazon.es)
Disco Doble (amazon.es)
Anastasis Deluxe (amazon.es)
domingo, 4 de noviembre de 2012
Dead Can Dance - Anastasis (2012)
El girasol es una de las flores con un ciclo vital más curioso. Como todos sabemos, su orientación varía de modo que durante el día va girando siempre de cara al astro rey en un movimiento sorprendente. Al caer la noche, la planta parece morir marchitándose de un modo que se antoja definitivo. Sin embargo, esa muerte aparente no impide que la planta resucite al día siguiente para reemprender una danza solar que es fundamental para su vida.
No es extraño que Brendan Perry y Lisa Gerrard decidieran utilizar una preciosa foto de un campo de girasoles marchitos para ilustrar la portada de su disco de retorno tras más de quince años de silencio, al menos en lo que se refiere a discos de estudio. El título del disco, “Anastasis”, hace referencia a esta resurrección pero no sólo en el sentido religioso del término ya que también alude a la interrupción de un proceso (la muerte) para revertir a un estado anterior lo que lo relaciona tanto con los girasoles de la portada como con el retorno de Perry y Gerrard como pareja artística apartando momentáneamente sus carreras en solitario. Como ninguno de los dos da puntada sin hilo, el uso de un término griego tiene mucho que ver con la propia música que muestra una importante influencia de la cultura clásica helénica y bizantina.
El regreso de Dead Can Dance ha sido algo realmente inesperado. Hay algo en la pareja de unión mística, como si se tratase de dos seres destinados a encontrarse por muy alejados que hayan podido estar en algunos momentos. En su primera época activa, parecía imposible que el dúo subsistiera habiendo varios miles de kilómetros de distancia entre ellos. Tras su separación, parecía inverosímil que ambos continuasen sus carreras por separado: la simbiosis que habian alcanzado se antojaba irrompible. Lo cierto es que nunca se oficializó la disolución del grupo. Lisa Gerrard había lanzado un primer disco en solitario en los momentos de mayor popularidad de Dead Can Dance pero eso no impidió que grabasen juntos “Spiritchaser” en 1996 y que estuviera previsto un nuevo disco para un tiempo después. Simplemente, esto nunca llegó a suceder. Lisa iniciaba una serie de colaboraciones artísticas con otros músicos como Pieter Bourke, Patrick Cassidy o Hans Zimmer con las que llegó a alcanzar un éxito aún mayor que el obtenido con Dead Can Dance mientras que Brendan, tras un magnífico y muy personal disco en 1999, parecía desaparecido de la escena musical hasta hace apenas un par de años. En 2005 se produjo un primer regreso a los escenarios para una extensa gira de la que se publicaron la mayoría de conciertos en ediciones limitadísimas con una tirada de 500 ejemplares cada una. Tras la publicación de “Ark” en 2010 comenzaron a sonar los primeros rumores sobre la vuelta de Dead Can Dance, confirmados poco después por Brendan. El 30 de septiembre de 2011 aparece casi por sorpresa en la web oficial del grupo el EP titulado “Live Happenings” para ser descargado de forma gratuita por los visitantes interesados. El disco, que contenía material grabado en el tour del 2005, fue seguido por otros cuatro volúmenes más a lo largo de los meses posteriores para preparar de algún modo el regreso de la formación. El dúo había estado ligado desde sus inicios a la prestigiosa discográfica 4AD e incluso, los primeros discos en solitario de ambos artistas habían sido editados por esa misma editorial. Sin embargo, desde hace unos años, Lisa publica en su propio sello y Brendan ha grabado con Cooking Vynil. El retorno de Dead Can Dance ha sido publicado por Play it Again Sam, comúnmente abreviado a PIAS, una discográfica de dimensiones y funcionamiento muy similares a las de 4AD que parece ser el entorno en el que ambos músicos se encuentran más cómodos a la hora de trabajar.
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Reciente imagen promocional del dúo. |
“Children of the Sun” – Nos dan la bienvenida al disco unos poderosos metales sintetizados que sirven de introducción para la batería y las cuerdas. Son sólo unos segundos pero bastan para reconocer la impronta del grupo sobre el que no parece haber pasado el tiempo. Los textos hablan, en palabras de Perry, de la evolución humana pero no como un viaje lineal por el tiempo sino como un fenómeno cíclico. Es precisamente Brendan el vocalista principal de la canción en la que no faltan los elementos más reconocibles de Dead Can Dance: sonidos de otro tiempo, instrumentos antiguos (¿cítaras?) junto con modernos sintetizadores y una música imposible de ubicar en una época determinada.
“Anabasis” – Una de las características principales de la música de Dead Can Dance es la alternancia y el equilibrio entre los temas cantados por Brendan Perry y aquellos en los que es la voz de Lisa Gerrard la protagonista. Anabasis pertenece a la segunda categoría. El título, de origen griego, como varios en el disco, significa viaje, expedición pero hacia el interior. La música no nos da muchas pistas en los primeros compases sobre el rumbo que va a tomar el tema ya que sólo escuchamos una secuencia lenta de notas que se repite una y otra vez con un fondo de percusiones metálicas. Son necesarios algunos minutos para que las características cuerdas del sonido de la banda aparezcan y la voz de Lisa Gerrard entone un profundo lamento que combina sonidos bizantinos con aromas árabes. Cabría recordar que la “Anabasis de Jenofonte” es un texto clásico en el que se narra el ataque de Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes II, Rey de Persia. Para su expedición, Ciro se valió de mercenarios griegos a los que incorporó a sus propias tropas lo que explicaría la aparente mezcla de culturas de la canción.
“Agape” – Las influencias árabes son más evidentes que nunca en el inicio de la canción con los violines interpretando una melodía de inconfundible sabor oriental. El título hace referencia al término griego para describir el amor más incondicional: el que antepone ante cualquier otra cosa el bienestar de la persona (o personas) amadas, llegando incluso al sacrificio personal si fuera necesario. Aunque la participación de Lisa Gerrard es menos intensa que en corte anterior, su presencia marca por completo la composición. La composición recuerda en muchos aspectos a trabajos anteriores de la banda, especialmente a su “Into the Labyrinth”, uno de sus discos más populares.
“Amnesia” – Las primeras notas de la composición recuerdan poderosamente a otra canción comentada aquí no mucho tiempo atrás: “Teardrop” del disco “Mezzanine” de Massive Attack de la que toma prestado un ritmo monótono y unas notas de piano aisladas en el inicio. Sin embargo, esta impresión no tarda en desvanecerse (apenas los segundos que tarda en hacer acto de presencia la profunda voz de Brendan Perry. Conocemos ya el espíritu combativo de las letras del cantante y en esta canción nos deja otra buena muestra del mismo poniéndose de lado de los perdedores, de aquellos que nunca escriben la historia y cuya visión de los acontecimientos es olvidada pronto en beneficio de la versión oficial. Comenta Perry como para los griegos, Mnemosyne, diosa de la memoria, era la madre de todas las musas (él habla de la más importante de ellas, aunque no formaba parte, propiamente, de ese grupo) y de ahí el homenaje en los versos finales: “All my love and all my kisses, sweet Mnemosyne”.
“Kiko” – Uno de los cortes más complejos del disco y también de los que mejores críticas está obteniendo. Con una melodía de inspiración oriental, combina distintos ritmos y sonidos junto a los cuales, la voz de Lisa Gerrard suena más evocadora que nunca en una composición que va derivando casi sin darnos cuenta, hacia sonidos bizantinos que ocupan todo el tramo final de la canción, completamente instrumental.
“Opium” – Llegamos al que es uno de nuestros temas favoritos de todo el disco, quizá el que mejor combina esa mezcla de elementos ancestrales y contemporáneos de todo el disco, y no sólo por la presencia de ese instrumento maravilloso que es el hang drum y que representa como ningún otro esa mezcla. El protagonista, Brendan, nos habla de una huída más metafórica que real de la civilización moderna y de sus grandes ciudades hacia una vida más ligada a la tierra y a lo verdaderamente importante. En una segunda lectura, habla de los atajos para lograr esa evasión (el opio del título) y de cómo ese camino no lleva a ninguna parte finalmente.
“Return of the She-King” – El comienzo del tema, con lo que parecen ser gaitas de algún tipo, nos descoloca puesto que el estilo no se parece a nada que Dead Can Dance hayan abordado anteriormente, con una melodía mucho más directa de lo habitual. La aparición de coros más cercanos a lo que podríamos esperar en un disco de Enya que en uno de la pareja Gerrard-Perry no hace sino reafirmarnos en lo anteriormente dicho. Cuando empieza a cantar Lisa, en cambio, encontramos ya alguna similitud con trabajos anteriores del dúo, especialmente con el disco “Aion”. Las diferentes superposiciones de la voz de la cantante nos transportan hasta lo mejor que nos han dado los miembros del grupo en toda su carrera aunque con un aire general al que no encontramos un calificativo mejor que “cinematográfico” para describirlo. En la parte final, escuchamos también a Brendan con una breve intervención vocal a la que se une Lisa para conformar el único dueto vocal de todo el disco. La reina a la que hace referencia el título podría ser Hatshepsut si atendemos a la temática general del disco aunque no sea este el tema que más nos recuerde el antiguo Egipto en el trabajo.
“All in Good Time” – Para cerrar el disco, Brendan y Lisa nos dejan el que quizá sea el corte más tranquilo del mismo en el que apenas escuchamos una percusión muy leve y la música queda en un segundo plano ante la intensidad de la interpretación de Perry. El texto, optimista en el fondo, nos habla de cómo todo llega si sabemos esperar lo suficiente. No deja de ser una despedida desconcertante, especialmente si tenemos en cuenta que, a lo largo de su carrera, Dead Can Dance no se han caracterizado precisamente por tener letras esperanzadoras sino más bien todo lo contrario y los discos de Brendan Perry en solitario, profundizan en esa idea.
Todo apunta a que la reunión de Dead Can Dance no es algo pasajero sino que tiene visos de una cierta estabilidad. La gira que está siguiendo a la aparición del disco está teniendo una gran acogida y probablemente aclare todas las posibles dudas que la pareja formada por Brendan y Lisa podría albergar acerca de la recepción por parte de su público de un retorno tan tardío. Ya hay noticias sobre nuevas canciones en las que el dúo estaría trabajando de cara a un nuevo disco. No hay razón alguna para precipitarse, especialmente tras haber esperado 16 años hasta “Anastasis” pero que Dead Can Dance volvieran a publicar regularmente sería algo a celebrar. Uno podría pensar que siendo una formación tan particular (no conocemos a nadie que suene ni remotamente cercano a ellos) su público sería forzosamente reducido. Muy al contrario, encontramos seguidores de Dead Can Dance en todas las “tribus” musicales, desde góticos hasta amantes de la música electrónica, pasando por fans del rock progresivo o de la música antigua lo que pone de manifiesto lo acertado de una propuesta transversal que toma algo de todos los géneros pero no puede ser encasillada en ninguno de ellos. Si queréis uniros a la celebración de esta “resurrección” artística, podéis adquirir el disco en cualquiera de los siguientes enlaces:
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Para despedirmos, os dejamos un video de una actuación en directo de la actual gira del grupo: "Opium", en Denver.
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viernes, 13 de enero de 2012
Brendan Perry - Eye of the Hunter (1999)
A finales de 1997 todo parecía preparado para que Brendan Perry y Lisa Gerrard se reunieran para grabar un nuevo disco de Dead Can Dance que siguiera la estela del anterior “Spiritchaser”. Sin embargo, algo hizo que la cosa se torciera. No hay mucha información al respecto y la poca que hay habla de una relación realmente difícil entre la pareja que llegaba en algunos casos a la violencia física mutua, según se llegó a decir en aquellos meses. Lo cierto es que los rumores de separación no eran nuevos en el grupo y muchos consideraron la gira que dio lugar a la publicación del disco “Toward the Within” como un tour de despedida. Los malos augurios parecían confirmarse con la aparición un año después del primer disco en solitario de Lisa Gerrard y las noticias sobre otro trabajo similar del propio Perry.
Casi por sorpresa aparecía en 1996 el citado “Spiritchaser” que, a la postre, terminó siendo el último trabajo en común del dúo, cosa que se confirmó poco después, aunque el espíritu de la banda parecía seguir presente en los discos de Lisa Gerrard, quien pronto lanzaría “Duality” en colaboración con Pieter Bourke, antiguo colaborador de Dead Can Dance.
Y mientras tanto, el anunciado disco de Perry seguía retrasandose hasta que, por fín, en octubre de 1999 llegaba la noticia de la publicación de “Eye of the Hunter”, el esperado disco de debut de la mitad masculina de Dead Can Dance. Para la grabación, Perry se hizo acompañar de Glen Garrett (bajo), Liam Bradley (batería) y Martin Quinn (guitarra) reservandose para sí mismo la voz principal, guitarras, mandolina y teclados. Lo admirable del disco es que Brendan no se limita a componer una serie de canciones que puedan reconocerse inmediatamente como pertencientes a un exintegrante de Dead Can Dance para aprovechar esa bolsa de seguidores. Por el contrario, “Eye of the Hunter” es un disco muy original y nada deudor de la herencia del grupo. Evidentemente, siempre podemos encontrar alguna similitud entre determinados pasajes del disco y la música del dúo con Lisa Gerrard. Además, la voz de Perry es tan personal como inconfundible, pese a lo cual, el disco tiene una fuerte personalidad propia.
“Saturday’s Child” – Perry nos relata una despedida de un padre y su hijo, presumiblemente ante la proximidad de la muerte del primero. Conocida es la afición de Perry por algunos escritores clásicos de la literatura española y en esta canción encontramos lo que parece una referencia a Jorge Manrique en los versos “It’s time to leave this all behind exchanging the river for the sea”. Esta especie de cesión de testigo culmina con la invitación al hijo a vivir su propia vida como desafío “you still have your mountain to climb”. Michael Brunnock hace las segundas voces en el único corte del disco en el que Perry aparece acompañado en su faceta como vocalista. El tema es una suave balada con una base de teclados y unos escuetos acordes de guitarra sobre los que Brendan canta con una de las voces más sensuales que se le recuerda en toda su trayectoria.
“Voyage of Bran” – Como si de una continuación de la anterior pieza se tratase, Perry aprovecha la leyenda irlandesa del Viaje de Bran (similar a episodios de la mitología clásica como el de Ulises y las sirenas) para seguir preguntandose por el paso del tiempo, el destino, la vida ultraterrena y nuestro papel en nuestro tránsito por el mundo. El protagonismo vuelve a recaer casi por completo en la voz de Perry y los instrumentos hacen un mero papel de acompañamiento, sin florituras de ningún tipo. A pesar de ello, la canción tiene una fuerza asombrosa. La forma de cantar de nuestro artista y el ritmo cadencioso de la pieza, casi como si de una letanía se tratase, nos recuerda a temas como “How Fortunate the Man With None” en los que Perry era el protagonista absoluto en su etapa en Dead Can Dance.
“Medusa” – De nuevo, Perry se vale de un tema mitológico para disfrazar lo que no es más que una canción de amor no correspondido. Quizá la valía del artista a la hora de escribir letras no ha sido suficientemente reconocida pero tanto en sus trabajos con Dead Can Dance como en los discos en solitario, Brendan ha demostrado un gran talento y un verbo afilado y certero como el plasmado en versos como: “you know the true value of keeping slaves: they sing the saddest of songs”. Musicalmente, nos encontramos ante una de las joyitas del disco, con un delicado ritmo de vals que recuerda la fragilidad de una caja de música y con un Brendan Perry cantando en su registro más profundo hasta el punto de que su interpretación podría estar firmada por Leonard Cohen y, ciertamente, la canción encajaría con absoluta naturalidad en el repertorio del artista canadiense. Hacia el final del tema hay una melodía de guitarra que, imitando un bouzouki, hace un guiño al orígen griego del mito que dá título a la canción.
“Sloth” – El disco continúa por el camino de la introspección, en este caso, con una cierto tinte autodestructivo en el protagonista de la historia. Musicalmente, Brendan se disfraza con sus mejores galas de cantautor de aires folkies y nos deja otra de sus piezas de voz y guitarra como las que añadió al repertorio de Dead Can Dance en los últimos años de la banda y de las que tenemos varios ejemplos en el disco “Toward the Within” como “I Can See Now”, “American Dreaming” o “Don’t Fade Away”.
“I Must Have Been Blind” – La única versión de otro artista que encontramos en este “Eye of the Hunter” es esta canción de Tim Buckley, cantautor admirado por Brendan y de quien es habitual que Perry incluya alguna que otra pieza en su repertorio en directo. Sin discutirle nada a la figura de Buckley ni a la canción, nos parece el tema más prescindible del trabajo y, en cierta forma, una nota discordante en el conjunto del disco.
“The Captive Heart” – Perry vuelve al viejo tema del amor y lo enfoca en este caso como una prisión de imposible huída que puede terminar llevando a la obsesión y, finalmente, a la locura. La atmósfera del tema es realmente inquietante con esas guitarras densas y la batería en esos registros jazzisticos tan habituales de las escenas más oníricas del cine de David Lynch.
“Death Will Be My Bride” – Y siguiendo con la linea de intercalar temas de amor con canciones sobre la soledad, le toca el turno a otra canción de este segundo grupo. El título es suficientemente expresivo (“la muerte será mi prometida”) y los sonidos son tan inquietantes como las propias letras durante toda la canción. El protagonista de embarca en un interminable viaje por carretera en busca de alquien en una cuenta atrás con final anunciado: “if I don’t reach you by this time tomorrow, I’ll be stone cold dead in the ground”.
“Archangel” – Por fin, el disco nos despide con otra oscura letra sobre actos y consecuencias, sobre sembrar vientos y recoger tempestades en suma. Nos parece realmente interesante en enfoque musical que adopta Perry en esta ocasión, rodeandos casi en exclusiva de sonidos electrónicos con algunas notas de bajo imprimiendo un cierto ritmo a la pieza más ambiental del disco. La propia voz del músico, tratada para la ocasión, se nos aparece en registros desacostumbradamente agudos en forma de coros. En la parte final del tema, recuperamos al Perry más contundente acompañado de piano y cuerdas en un final que nos remite al viejo sonido de algunos temas de Dead Can Dance.
Os recomendamos encarecidamente este trabajo, tanto si sois seguidores de Dead Can Dance como si no les habeis oído nunca ya que pensamos que os proporcionará muchas escuchas agradables. Hablando de lo cual, a lo largo de 2011 ha habido muchos rumores sobre una posible reunión del dúo, no sólo para tocar en directo, como hicieron en 2005, sino para grabar un nuevo disco de estudio. Parece que en esta ocasión los rumores tienen visos de realidad y se anuncia para los primeros meses de este año la aparición del esperado disco de reunión, así como las primeras fechas de su correspondiente gira de conciertos. Esperaremos la confirmación de esta excelente noticia. Mientras tanto, podeis disfrutar del trabajo de Perry adquiriendolo en cualquiera de los enlaces siguientes:
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Os dejamos con una reciente interpretación de Brendan Perry cantando en directo otro clásico de Tim Buckley: "Song of the Siren"
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