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martes, 25 de julio de 2017

Nightnoise - The White Horse Sessions (1997)



Cuando publicaron “A Different Shore” en 1995, los miembros de Nightnoise estaban despidiéndose de todos nosotros aunque no lo sabíamos. De cara al exterior daba toda la impresión de que la banda había alcanzado un estado de gracia que sólo cabía prolongar lo más posible. El giro hacia la música celta que habían experimentado cuando incorporaron a John Cunningham como violinista en sustitución de Billy Oskay parecía garantizar, tanto la creación de un nuevo repertorio como el aprovechamiento de ese legado común. No contábamos los aficionados con la inquietud del violinista, poco amigo de permanecer mucho tiempo en el mismo lugar. Ya en su época con Silly Wizard se trasladó a vivir a Boston por lo que su participación en la inolvidable banda escocesa se producía sólo durante los frecuentes viajes a Europa de Johnny.

Algo así sucedería también con Nightnoise. Recordemos que la banda pertenecía al sello Windham Hill lo que suponía que, además de en sus discos propios, era muy habitual que su música formase parte de diferentes recopilaciones que el sello publicaba con diferentes motivos como la popular serie de música navideña “A Winter Solstice” o la orientada a la música celta pero con el mismo motivo “Celtic Christmas”. Una de las características principales de esos discos era que la música estaba especialmente grabada para ellos por lo que en la mayoría de los casos se trataba de piezas que no aparecían en ningún otro disco de los artistas que colaboraban. A lo largo de 1996, Nightnoise aparecieron en dos de estas recopilaciones pero en una de ellas, “The Carols of Christmas”, lo hacían como trío, ya sin la participación de Johnny que había dejado la banda para centrarse en otros proyectos.

A modo de despedida, los miembros del grupo decidieron juntarse en los White Horse Studios de Portland para grabar un par de pequeños conciertos con amigos y familiares como único público. De las dos sesiones que tuvieron lugar el 25 y 26 de marzo de 1996 se seleccionaron nueve piezas que formarían parte de “The White Horse Sessions”. Entre ellas habría varios temas nuevos así como clásicos sacados de la discografía anterior del grupo y alguna que otra sorpresa. La grabación se completa con tres cortes grabados durante una de las frecuentes giras españolas del grupo. Concretamente en la actuación que tuvo lugar en Málaga en octubre de 1995.

De izquierda a derecha: Brian Dunning, Tríona Ní Dhomhnaill, Johnny Cunningham y Mícheál Ó Domhnaill.


“Silky Flanks” - El disco se abre con un tema clásico del disco “Shadow of Time”. Una pieza de Brian Dunning de la que el cuarteto da aquí buena cuenta mejorando si cabe la versión del disco. Tanto el propio Dunning a las flautas como Johnny Cunningham al violín están insuperables en todo momento. Por su parte, Tríona y Mícheál dibujan una sección rítmica de piano y guitarra que es, sencillamente, imbatible.




“Shadow of Time” - Seguimos con el mismo disco y la composición que le daba título, obra de Tríona Ní Dhomhnaill quien también es la protagonista de la interpretación cantando y tocando el piano. La pieza es prácticamente idéntica a la del disco lo que habla del nivel de excelencia alcanzado por la banda.

“Jig of Sorts” - Tríona es quien más piezas aporta a la grabación. Aquí aparece una de las más rítmicas de las que escribió para Nightnoise y la única del disco sacada de “The Parting Tide”, el trabajo de 1990 de la banda. Es muy interesante escuchar a Johnny Cunningham tocar las partes de un violinista como es Billy Oskay, completamente diferente a él en cuanto a estilo. En ese sentido, lo cierto es que Johnny sabe contenerse y dejar a un lado por un momento su lado celta consiguiendo que todo suene como en el tema original.

“Shuan” - Suena ahora el único corte perteneciente a “A Different Shore”, último disco de estudio de la banda como tal. Es también una de las tres piezas que no pertenecen a las sesiones de 1996 sino al concierto de Málaga antes citado. Es uno de los característicos tiempos lentos de Mícheál Ó Domhnaill que nunca faltaban en los discos de Nightnoise por lo que tampoco lo podían hacer aquí.

“Do We” - Brian Dunning es el autor de la primera de las composiciones nuevas que aparecen en le disco. Se trata de una preciosa melodía de flauta que se ve complementada por el violín en uno de esos dúos insuperables a los que nos tenían acostumbrados los dos músicos. Los hermanos Ó Domhnaill se encargaban como siempre de la parte rítmica con una precisión metronómica. Pero nos quedamos con el cara a cara de Dunning y Cunningham.

“Murrach Na Gealaich (Murdo of the Moon)” - En el tiempo que estuvo en el grupo, Johnny Cunningham no tuvo un gran peso en cuanto a las composición pero las pocas piezas que escribió siempre estuvieron entre nuestras favoritas. Se trataba de un artista con una sensibilidad especial y aquí vuelve a demostrarlo con una extraordinaria melodía en dos partes, una primera lenta en la que el violín es protagonista y una segunda mucho más rítimica y de una belleza arrebatadora en la que participa ya toda la banda. Una maravilla que nos dejó Johnny como el mejor regalo de despedida del grupo.




“Hugh” - Llegamos a una de las baladas instrumentales más conocidas del grupo, compuesta por Tríona para el disco “At the End of the Evening” cuando Billy Oskay era aún el violinista de Nightnoise. Impecable como todo el disco, aunque es una pieza para el lucimiento de Tríona más que para el de toda la banda.

“Moondance” - En 1987, Billy Oskay y Mícheál Ó Domhnaill acompañaron a Brian Dunning en su proyecto Puck Fair que publicó en ese año su disco “Fair Play”. Ahí escuchamos por primera vez esta adaptación de Dunning del clásico de Van Morrison, “Moondance”. Es una pieza que Nighnoise incluyó en su repertorio en directo habitualmente por lo que tiene todo el sentido del mundo que aparezca aquí. La interpretación aquí recogida es impresionante con todos los miembros del cuarteto dando su mejor versión para completar una pieza extraordinaria en todos los sentidos.

“Heartwood” - El último tema nuevo del disco es otra típica canción de Tríona Ní Dhomhnaill, quien es la autora de la mayor parte de las piezas del disco. Quizá la menos atractiva de todas las novedades del trabajo aunque no esté mal, ni mucho menos.




“The Cricket's Wicket” - Cierra la selección del estudio White Horse un auténtico clásico de Nighnoise: La pieza que cerraba, a su vez, el disco de debut del grupo cuando sólo lo integraban Mícheál y Billy Oskay. Una maravilla que no podía faltar aquí y que suena mejor que nunca además de una excusa perfecta para escuchar las fantásticas armonías vocales de los hermanos Ó Domhnaill.

“Night in that Land” - Las dos últimas composiciones del disco proceden del concierto malagueño citado anteriormente. Una buena forma de comprobar el cariño especial que se tenía a Nightnoise en España con esos aplausos que se oyen tras las primeras notas de la pieza, una de las joyas de Johnny Cunningham. El corte pertenece al primer disco de éste con Nightnoise, “Shadow of Time”, que también es el más representado aquí.

“At the Races” - El broche de oro lo pone nuestra pieza favorita de entre las escritas por Tríona para el grupo. Una vertiginosa composición perteneciente al disco “At the End of the Evening”- La elección es inmejorable porque la pieza tiene momentos perfectos para el lucimiento de todos los miembros del grupo, en especial para el jovial Johnny Cunningham, cuyo papel en los directos iba mucho más allá del de simple músico.

Con “The White Horse Sessions” se cerraba la lista de discos propios de Nightnoise como grupo. Sin Johnny Cunningham, la banda grabó un par de piezas como trío (con los hermanos O'Domhnaill y Brian Dunning como integrantes) hasta incorporar al violinista norirlandés John Fitzpatrick en 1997 (por estas fechas habían regresado ya a Irlanda dejando los Estados Unidos). Con él llegaron a ofrecer varios conciertos y grabaron hasta siete nuevas composiciones que fueron apareciendo en sendos recopilatorios del sello Windham Hill entre 1998 y 2002. También grabaron un disco acompañando a la vocalista japonesa Mimori Yusa del que no hemos conseguido escuchar nada y llegaron a tener una sección fija en um programa semanal de la televisión irlandesa. Tras eso, la nada. Dejamos de saber de Nightnoise aunque nunca hubo anuncio oficial. Sencillamente cada cual siguió con su carrera por su cuenta. El fallecimiento de Johnny Cunningham en diciembre de 2003 y, sobre todo, el de Mícheál Ó Domhnaill en julio de 2006 hicieron imposible cualquier posible vuelta de la banda, una de las más peculiares y personales que hemos tenido la suerte de escuchar.

miércoles, 29 de julio de 2015

Puck Fair - Fair Play (1987)



Antes de formar parte de Nightnoise, Brian Dunning tenía un grupo de música jazz en Nueva York llamado Puck Fair. A pesar de que la banda sigua activa en nuestros días, sólo disponemos de dos discos publicados por el flautista bajo ese nombre en los más de 30 años que hen pasado desde que el grupo se juntó por primera vez. Dunning, dublinés de nacimiento, es un de los más grandes flautistas de su generación lo que le permitió estudiar con los mejores, entre otros, con el legendario James Galway aun en Irlanda. En aquel tiempo, se convirtió en el primer músico de jazz en obtener una beca del Irish Arts Council, lo que le permitió completar su formación en el Berklee College of Music en Boston. Tras finalizar sus estudios tocó con los mejores representantes de estilos muy diversos, desde Van Morrison hasta Jaco Pastorius probando suerte incluso como solista de orquesta con directores como el mismísimo Stockhausen.

En 1984 formó Puck Fair junto con otros colegas pero la banda nunca tuvo una formación demasiado estable. Fue algo después, cuando Dunning se incorporó a Nightnoise en 1986 cuando se decidió a grabar por primera vez en solitario bajo ese nombre aunque realmente, no podemos considerar a este primer Puck Fair discográfico como una banda real ya que su vida se limitó a la grabación de un disco, el que comentamos hoy, titulado “Fair Play”. Durante varios meses de 1986, Dunning se unió a Mícheál Ó Domhnaill, Billy Oskay y Tríona Ní Dhomhnaill para grabar “Something of Time”, primer disco de Nightnoise como cuarteto. En diciembre de ese año, concluído aquel trabajo, Dunning reclutó a Mícheál y Billy para grabar su primer disco, de sonoridad por fuerza cercana a la de los propios Nightnoise pero con un toque más jazzistico. Junto a las flautas de Brian Dunning, podemos disfrutar en el trabajo de la guitarra y el tin whistle de Mícheál Ó Domhnaill, el violín y la viola de Billy Oskay (también productor del disco), las percusiones de Tommy Hayes y el piano de Gordon Lee en un par de cortes.

Brian Dunning


“Stepping Stone / Ken's Comb” - El comienzo del tema podría pertenecer a cualquier disco de Nightnoise, especialmente por lo inconfundible de la guitarra de Mícheál. El “bodhran” de Tommy Hayes marca las primeras diferencias importantes y sienta las bases para la primera intervención de Brian Dunning a la flauta, soberbio como de costumbre completando así la participación de los tres autores de la pieza en su ejecución. La segunda parte de la misma, es una composición del músico irlandés Mike Nolan.

“Doll's Waltz” - A base de juegos entre distintos tipos de flautas construye Dunning esta excelente pieza en dos partes, la primera, suave y lenta se centra en los citados juegos mientras que la segunda, marcada por la sección rítmica de O' Domhnaill y Hayes, con Dunning ya en la flauta travesera, nos muestra su faceta improvisadora partiendo de aires tradicionales.



“McMinimal's Reel” - Especialmente brillante se muestra el flautista en esta mezcla de música tradicional y minimalista en la que guitarra percusión y piano aportan un ritmo frenético en el que Brian Dunning se siente como pez en el agua. Una composición magistral no demasiado lejana alguna de las que Tríona Ní Dhomhnaill solía componer para Nightnoise en aquellos años.



“Spanish Arch / A Waltz, B Reel” - Segunda pieza del disco firmada por el trío central de músicos y también la más larga del trabajo. Hay algo de ritmo flamenco en la base del primer tema a cargo de Tommy Hayes y parece que también Mícheál quiere acercarse algo al género con la guitarra pero con un respeto que evita que caigan en el ridículo tan habitual en estos casos. El segundo motivo se convirtió poco después en un clásico del repertorio de Nightnoise bajo otro título en el disco “Shadow of Time”. Tras él escuchamos brevemente otra pieza recuperada con posterioridad en ese mismo disco antes de entrar en el tramo final, con una mezcla de jazz y folk brillante como pocas seguida de una melodía arrebatadora en la que escuchamos al mejor Dunning, con esa épica que más tarde derrocharía en sus discos en compañía del sintesista Jeff Johnson. Un breve retorno a la melodía anterior sirve para cerrar una de las mejores piezas, sin discusión, de todo el trabajo.



“Paddy's Green Shamrock Jungle” - Tommy Hayes firma con Dunning el siguiente corte y se nota. La percusión es la principal protagonista del mismo a través de una combinación de ritmos y sonidos verderamente interesantes. Hayes es uno de los más grandes percusionistas en su género como ha demostrado en todo tipo de discos, incluyendo alguno propio que aparecerá por aquí en su momento.

“Moondance” - Se atreve ahora Dunning con un clásico de esos a los que es un reto acercarse: “Moondance” de Van Morrison. Lo que hace el flautista con la composición es absolutamente magistral: la desviste de toda la carga de ritmo y fuerza del original en los primeros minutos en los que suena como una suave balada para desatar en el tramo final todas las diabluras de uno de los temas insignia del León de Belfast. En este segmento, la canción podría pasar por un tema tradicional irlandés sin demasiadas complicaciones. El sector final es, quizá, el más personal y aquel en el que el flautista lleva la pieza a su terreno favorito, el del jazz, transformandola hasta dejarla irreconocible en algún momento. Se nos acaban los calificativos con una versión tan rica como esta.

“3x4” - Si en el anterior corte era el Dunning arreglista e intéprete el que se mostraba en estado de gracia, aquí es el compositor, con una melodía magnífica que le permite improvisar entre cada repetición de un modo casi inapreciable. Oskay interviene con algunos toques “country” al violín en determinados momentos sin interferir en absoluto con el resto de la pieza que es, como todo el disco, una verdadera joya.

“The Cur” - No se prodiga demasiado con la flauta de pan nuestro músico pero cuando lo hace, consigue que no suene trillada, incluso en piezas lentas como esta en la que es la única protagonista durante muchos minutos. Ya en la segunda parte aparecen el piano y la percusión para ayudar a dar forma a la melodía que comenzó a desarrollarse en el solo inicial.

“Time O' Night” - Concluye el disco con la pieza más breve. Dunning ejecuta una lenta melodía con aire de canción de cuna que evoluciona son suavidad acompañada del sutil armonio ejecutado por Billy Oskay.


Es posible que cuando se grabó “Fair Play”, Brian Dunning tuviera en mente comenzar una carrera más o menos firme bajo el nombre de Puck Fair. El disco “Something of Time” de Nightnoise era un proyecto más que nada hacía indicar que fuera a ir mucho más allá en el tiempo. Sin embargo, ese trabajo fue muy bien acogido, Dunning pasó a formar parte del cuarteto de forma definitiva y Puck Fair quedó apartado indefinidamente. Un tiempo después, surgió otro proyecto paralelo en el que el flautista formó equipo con Jeff Johnson y juntos lanzaron varios trabajos de modo simultáneo a los de Nightnoise al principio y, tras la desaparición del grupo, ya como principal vía de expresión de las inquietudes musicales de Brian Dunning. En 2008 reapareció Puck Fair con una formación completamente distinta a la que intervino en “Fair Play” por motivos obvios: Mícheál Ó Domhnaill había fallecido tiempo antes. En los meses previos a esa segunda grabación, el nuevo grupo tuvo una notable actividad acompañando a otros músicos y llegaron a participar en un concierto homenaje a Mícheál Ó Domhnaill cuya publicación en disco estaba prevista pero aún no ha tenido lugar. Trataremos de seguir la pista al flautista aunque su actividad se ha alejado mucho de la primera fila (siempre hablando de músicas minoritarias) que llegó a ocupar en los momentos más populares de Nightnoise.

domingo, 16 de marzo de 2014

Nightnoise - A Different Shore (1995)



Tras la incorporación de John Cunningham al grupo en sustitución del miembro fundador Billy Oskay, la primera reacción de los aficionados ante la salida de “Shadow of Time” quizá fuera de curiosidad. Cuando años después se anunció la publicación de “A Different Shore”, la curiosidad se había trocado en ávida expectación, especialmente por las buenas sensaciones que había dejado el disco anterior y por los breves apuntes que se iban deslizando en forma de temas inéditos en diversas recopilaciones del sello Windham Hill, aunque éstos siempre habían sido, en este periodo, versiones de clásicos (Faure, J.S.Bach y Schubert) o piezas tradicionales.

No podemos decir que el grupo hubiera ganado en complicidad y entendimiento en los conciertos que siguieron al disco anterior puesto que todos sus miembros habían tenido un pasado en común en múltiples combinaciones como miembros de varias bandas distintas pero lo cierto es que, en muchos sentidos, “A Different Shore” iba a ser la culminación del sonido de “Nightnoise”, el disco definitivo del grupo. No el mejor; no el más inspirado, pero sí el más descriptivo de la que fue una de las formaciones más relevantes del periodo de 13 años en el que estuvieron en activo.

No hay detrás del disco grandes historias, anécdotas de esas que dan para rellenar varios párrafos y, de paso, hacer pasar al escritor por un experto erudito a ojos de los lectores. No hay nada de eso. Sólo un grupo de cuatro músicos que son también cuatro amigos que se juntan, ponen en común una serie de ideas, ensayan, seleccionan, pulen, retocan y, finalmente, graban los que consideran que son los mejores resultados de ese trabajo. ¿Qué obtiene el oyente de ellos? Una selección de diez composiciones, perfectamente equilibradas y repartidas entre los miembros del grupo. Tríona Ní Dhomhnaill toca piano, flautas, acordeón, sintetizadores y canta. El resto del grupo hace algunos coros además de encargarse de su parte instrumental: Mícheál Ó Domhnaill toca guitarra, flautas y sintetizadores, Johnny Cunningham se encarga del violín y Brian Dunning toca todo tipo de flautas y el acordeón.




“Call of the Child” – El inconfundible rasgueo de Mícheál a la guitarra sirve para introducir la primera composición de Brian Dunning en el disco. Un sutil fondo de teclados acompaña al ex-miembro de la Bothy Band antes de que haga su intervención el propio Dunning con sus flautas interpretando una melodía característica con esa mezcla entre música celta y jazz que desarrolla habitualmente. El violín aparece después para entrar en diálogo con la propia flauta hasta el final de la pieza, la parte más brillante de la misma con Dunning y Cunningham ofreciendonos un precioso dúo.

“For Eamonn” – Abre el tema una preciosa melodía de teclados a modo de marcha a la que se suman pronto los característicos “tin-whistles”. El esquema de la composición es ya clásico en su autor, Mícheál Ó Domhnaill, quien acostumbra a estos largos desarrollos que suelen desembocar, como es el caso, en una melodía de guitarra a la que se incorporan finalmente el resto de instrumentos. Los juegos que realizan entre sí las distintas flautas metálicas son una preciosidad que nos acompaña hasta el tercio final del tema en el que éste gana en ritmo tras una breve transición de órgano. Las similitudes de la pieza con el clásico del grupo “Bring Me Back a Song” son evidentes pero esto, lejos de ser un problema, es uno de los puntos fuertes del disco ya que aquella era una de las mejores composiciones de la banda a lo largo de su historia.



“Falling Apples” – Es el turno de Tríona con una de sus clásicas canciones en las que se encarga prácticamente de todo: toca el piano y canta. Aunque el resto de miembros de Nightnoise tiene su participación, serían perfectamente prescindibles en este caso. La canción es exquisita y se adapta a la perfección a las cualidades vocales de Tríona quien, si bien no posee la voz más privilegiada de un mundo como el celta, lleno de cantantes excepcionales, es suficientemente expresiva como para sacarle todo el partido a la pieza.

“The Busker on the Bridge” – La segunda pieza de Brian Dunning en el disco es una alegre danza que comienza con un sólido ritmo de guitarra al que se incorporan enseguida el acordeón, con una tonada de clara inspiración celta, y el violín asegurando una réplica perfecta. A partir de ahí comienza la lección a cargo de Brian Dunning con la flauta travesera improvisando al más puro estilo de un John Coltrane celta una serie de melodías arrebatadoras. Suena entonces una gaita irlandesa que no aparece en los créditos del disco, prolegómeno perfecto a la intervención de todo el grupo a las voces en una de esas combinaciones mágicas que sólo ellos saben crear (recordemos su “Fionnghuala” del anterior disco “Shadow of Time”). Una de las mejores composiciones de todo el trabajo, lo cual es decir mucho.

“Morning in Madrid” – Se hace esperar la aparición de la primera composición de John Cunningham pero cuando lo hace nos deja maravillados. Unas suaves notas de piano abren una pieza en la que la magia se desata instantes después cuando, acompañado por la guitarra de Mícheál, el propio Johnny interpreta una melodía maravillosa de corte impresionista. Cuando aparece la flauta de Brian Dunning y dibuja una serie de arabescos dignos de cualquier compositor clásico de finales del XIX nos convence definitivamente de que estamos escuchando a un grupo que se encuentra a otro nivel. Que trasciende los campos del folk, la música celta y, por supuesto, la “new age”.




“Another Wee Niece” – El anterior trabajo del grupo se cerraba con una pieza titulada “Three Little Nieces” (tres sobrinitas). Es probable que en el tiempo transcurrido entre ambos, Tríona tuviese ocasión de celebrar el nacimiento de otra más ya que así lo sugiere el título de la pieza que firma la pianista. La composición sigue la linea de otras anteriores de la artista como la célebre “At the Races”, es decir, un maravilloso piano tocado a gran velocidad en combinación con el resto de instrumentos aunque dejando espacio para momentos más reposados y alguna intervención vocal en los últimos instantes.

“A Different Shore” – De nuevo Johnny Cunningham hace gala de toda su sensibilidad para escribir una bellísima pieza que se presenta interpretada por la flauta en un primer momento y que es, más tarde, replicada por el violín. Siendo como es un violinsta incendiario cuando de interpretar “reels” y “jigs” se trata, es en las piezas lentas en las que es capaz de emocionarnos hasta la lágrima, como hace en la composición que sirve para titular el disco.

“Mind the Dresser” – Cuando escuchamos un piano como el que abre la pieza, no nos cabe duda alguna de que es Tríona la que se encuentra detrás de la misma. Una vez más es una composición alegre, llena de ritmo, y en la que todos los miembros del grupo tienen su momento de protagonismo. En este tipo de composiciones de la artista es donde más vivos se encuentran los lazos que unen a los viejos Nightnoise de Billy Oskay con los nuevos de Phil Cunningham, en nuestra opinión.

“Clouds Go By” – Dunning vuelve a darle un papel protagonista al acordeón en la última de sus piezas en el álbum, un tiempo medio de aire tradicional a ritmo de vals de agradable escucha que se disfruta sin sobresaltos conforme nos vamos acercando al final del disco que llegará con la siguiente pieza.

“Shuan” – Cerrando el disco, encontramos esta composición llena de melancolía a cargo de Mícheál Ó Domhnaill. En la época en la que se grabó el disco, los hermanos Ó Domhnaill estaban planeando volver a su Irlanda natal tras un largo periodo de tiempo viviendo en Estados Unidos. Esa añoranza marca en cierto modo el disco desde su propio título (una orilla diferente) y especialmente el tema que lo cierra que es una fantástica composición, evocadora, con algo de tristeza de fondo y perfectos juegos melódicos entre los “tin-whistles” y el violín. El regreso a Irlanda se demoraría un poco más pero antes de eso hubo otra grabación de la que hablaremos algún día.


El segundo disco de Nightnoise con Johnny Cunningham como violinista supone un cierto regreso del grupo al sonido anterior a su llegada, revirtiendo ligeramente el cambio hacia un estilo más cercano al folk celta que se produjo con “Shadow of Time”. Con esta entrada de hoy, hemos comentado ya aquí todos los discos de estudio del grupo (queda un directo que en algún momento reseñaremos) por lo que los lectores habituales ya saben perfectamente lo que se van a encontrar en “A Different Shore”. No hubo tiempo para que los miembros de Nightnoise publicasen un disco flojo por lo que cualquiera de ellos es recomendable por distintos motivos. Si decidís haceros con éste, está disponible en los siguientes enlaces:

amazon.es

play.com


domingo, 8 de diciembre de 2013

Nightnoise - At the End of the Evening (1988)



Tiempo atrás dedicamos una serie de entradas a Nightnoise quedándonos sólo un disco de su primera etapa por reseñar por lo que creemos que ha llegado el momento de reparar esa omisión hablando hoy del que fue el segundo disco de la banda (o el tercero si consideramos como el primero el que grabaron Mícheál Ó Domhnaill y Billy Oskay a duo en 1984).

Recapitulemos un poco para los menos familiarizados con la banda. El guitarrista Mícheál Ó Domhnaill era uno de los grandes músicos del panorama celta irlandés y miembro de una formación fundamental como fue la Bothy Band. Tras la separación de ésta, grabó algunas cosas en colaboración con otros músicos, en especial con el violinista Kevin Burke, también miembro de la Bothy en su momento. Ambos deciden trasladarse a los Estados Unidos en busca de un mercado mayor y las circunstancias ponen a Mícheál en contacto con otro violinista llamado Billy Oskay, ajeno por completo a la música celta. Juntos graban un primer disco para el sello Windham Hill y deciden ampliar la colaboración fundando Nightnoise y ampliando el grupo a cuarteto con la adición de Tríona, pianista, cantante y hermana de Mícheál y del flautista, también irlandés, Brian Dunning. Constituídos ya en cuarteto grabaron “Something of Time”, un disco fascinante que tuvo su revisión aquí en su momento.

No transcurrió mucho tiempo entre la publicación de “Something of Time” y este “At the End of the Evening” que empezó a grabarse a finales de 1987. Un rápido vistazo a los créditos del disco nos da sobrados motivos para suponer que el recién reunido cuarteto utilizó fundamentalmente material de sus dos miembros fundadores en el primero de los dos trabajos, siendo las incorporaciones de Brian Dunning y Tríona Ní Dhomhnaill un apoyo básicamente instrumental y, en un pequeño porcentaje, creativo (firman sólo una pieza cada uno). Publicado el disco, el grupo empieza a funcionar como tal aportando todos sus miembros sus propias piezas de modo que en “At the Ende of the Evening” es Tríona la que firma un mayor número de composiciones (cinco) aunque el resultado es muy equilibrado. Mícheal firma tres temas más y uno a medias con Billy Oskay quien aporta otras dos piezas propias, las mismas que Brian Dunning. Billy Oskay interpreta violín, viola y teclados, Mícheál Ó Domhnaill guitarras, teclados y tin-whistles, Brian Dunning flautas y Tríona Ní Dhomhnaill interpreta teclados, tin-whistles y acordeón además de cantar en uno de los temas.

Imagen de la banda sacada de la página-homenaje a Mícheál Ó Domhnaill

“Windell” – Piano y guitarra construyen la base a partir de la que se incorporan, de la forma más natural concebible, el resto de instrumentos. La melodía comienza a ser presentada por el violín de Oskay pero enseguida acude para reforzarla la flauta de Brian Dunning. Es la única pieza del disco firmada a dúo por Mícheál Ó Dhomhnaill y Billy Oskay y se nota en el inconfundible estilo que teñía los temas de ambos en los discos precedentes. En suma, hablamos de una composición deliciosa en la que no podemos dejar de destacar la preciosa coda de flauta que aparece en los instantes finales.

“Of a Summer Morn” – Una clásica introducción de órgano tan habitual en las composiciones de Mícheál abre una pieza excelente. Los tin-whistles suenan a lo lejos, como tras una espesa bruma y comienza entonces una melodía de sintetizador que apoya a la guitarra del propio Mícheál. Escuchamos entonces la viola de Oskay esbozando unas notas apagadas a las que se une la flauta que nos acompañará en el placentero discurrir de la pieza hasta su conclusión.

“Hugh” – Es el turno de Tríona Ní Domhnaill y su piano con una composición preciosa y muy inspirada que sirvió de cortinilla para algún programa televisivo cuyo título no recordamos ahora. En la primera mitad de la pieza apenas escuchamos el acompañamiento de la guitarra pero, mediada la misma, aparecen el resto de miembros de Nightnoise para firmar uno de los mejores momentos del disco con un leve aire tradicional muy característico.

“Jaunting” – Para terminar con las “presentaciones” faltaba una composición de Brian Dunning así que ya sabemos de quién es el turno en este momento. Tras una introducción breve llegamos a la melodía principal, ciertamente inspirada y de un cierto aire clasicista. Quizá sea Brian el miembro del grupo con una mayor tendencia hacia la música “culta”, no sólo en cuanto a las melodías sino también en la forma de estructurar las composiciones y las intervenciones de cada uno de los instrumentos en las mismas. Éste es un buen ejemplo de eso que afirmamos.

“The Courtyard” – Volvemos a Billy Oskay en el que es uno de los temas más impresionistas del disco. Muy pausado, casi diríamos otoñal, reflejo fiel de la personalidad del violinista que nunca quiso destacar demasiado y, quizá por ello, cuando dejó el grupo se apartó también en buena medida de la composición y la interpretación dedicándose a la producción para otros en su estudio.

“Bring Me Back a Song” – Llegamos a uno de los grandes momentos del disco con una magnífica composición de Mícheál en dos partes, una inicial de órgano a modo de introducción y tras la que llega la guitarra marcando un ritmo casi marcial sobre el que se despliega una melodía maravillosa a cargo de la flauta de Brian Dunning acompañada poco después por el acordeón de Tríona. La segunda parte, más lenta, incorpora una melodía de procedencia presumiblemente tradicional que ya aparecía en un disco en solitario de la hermana de Mícheál bajo el título de “Here’s to All True Lovers”.



“Snow on High Ground” – Precisamente Tríona firma las dos siguientes composiciones del disco. Ésta primera, interpretada casi exclusivamente por ella al piano, sintetizadores y voces es una pieza misteriosa y evocadora que sirve como perfecta transición hacia el que, en nuestra opinión, es el momento culminante del disco.

“At the Races” – Probablemente la pieza de Nightnoise con elementos más claros para convertirse en un “hit”. Tenemos una melodía pegadiza y repetitiva de piano que, ayudada por el ritmo imprimido por la guitarra sirve como base para una serie de intervenciones de Brian Dunning a la flauta y Billy Oskay al violín, realmente inspiradas en un duelo interpretativo fuera de lo común. Imprescindible.



“Forgotten Carnival” – La segunda pieza firmada por Dunning comienza como un inocente vals al acordeón que adopta la forma de una canción infantil a nuestros oídos y quizá no andemos muy desencaminados si atendemos al título de la pieza. La segunda parte de la misma abandona esa forma y se asemeja más al final del tema anterior con la flauta (de pan, en este caso) alternándose con el violín mientras piano y guitarra marcan el ritmo, sólo para volver al vals del comienzo en los instantes finales.

“The Cuillin Hills” – Ese mismo aire de vals como perdido en el recuerdo de una época pasada es el que domina en una de las piezas con mayor sabor tradicional de todo el disco firmada por Tríona. Deliciosa como todo lo que apareció bajo el nombre de Nightnoise.

“Her Kansas Sun” – Última pieza de Oskay en el disco conservando las esencias del sonido de la banda de los dos primeros trabajos y que, como empezabamos a comprobar en este disco, estaba dejando su sitio a un estilo más complejo y rico poco a poco.

“End of the Evening” – Aún quedaba una pequeña sorpresa por escuchar en este disco y llegaba en sus últimos minutos: los dos primeros discos de Nightnoise habían sido instrumentales y la voz aparecía en contadas ocasiones pero nunca con letra y en forma de canción. Tríona rompía esa tendencia aquí recordando los tiempos de la Bothy Band o sus trabajos en solitario para cantar una suave balada con su voz que, sin ser la más dotada y melodiosa del universo celta, ni mucho menos, cumple con su cometido siempre que se la necesita.

“The Swan” – Cerrando el disco tenemos la última pieza de Mícheál Ó Dhomhnaill en la que guitarra y órgano se presentan en una combinación perfecta para allanar el camino a las flautas en un tema melancólico que contiene toda la esencia del sonido de Nightnoise.

En muchos sentidos, “At the End of the Evening” es el disco más completo de Nightnoise; perfectamente equilibrado, cuenta con un par de piezas inolvidables y de una energía especial que hacen que muchos se inclinen por éste trabajo a la hora de escoger el mejor de la banda. Aunque en nuestras preferencias siempre tendrá un lugar especial “Something of Time”, según el día podemos llegar a apreciar este trabajo tanto o más que aquel. Estamos hablando de uno de esos discos que podemos recomendar sin temor a decepcionar al lector que se decida a dar el paso y hacerse con él. La mayoría de los discos de los ochenta de Windham Hill están descatalogados hoy (salvo las continuas reediciones de los discos “estacionales” de George Winston y alguna que otra referencia más). Por ello, no es fácil encontrar este disco a buen precio. Os proponemos un par de opciones.




Nightnoise fue un grupo especial. Nunca fueron estrellas, ni siquiera dentro del sello Windham Hill y tampoco tuvieron una repercusión especial en cuanto a ventas. De hecho, tenemos la impresión de que, al margen de su Irlanda natal, quizá fue España el país en el que obtuvieron un éxito mayor. Hace más de 15 años ya desde la publicación de su último disco pero en la memoria de los buenos aficionados siempre habrá un lugar para el cuarteto. Los que les hemos disfrutado, sabemos que eran muy grandes. Por suerte, sus discos están ahí y todos podéis incorporaros aún al grupo de sus seguidores. No hay otro grupo igual.

martes, 23 de octubre de 2012

Nightnoise - The Parting Tide (1990)



Queremos cerrar hoy esta pequeña serie de tres entradas dedicadas a Nightnoise. Tiempo atrás hablamos del primer disco del grupo como cuarteto y en estos días lo hemos hecho del disco que puso los primeros mimbres a partir de los cuales se iba a construir la breve historia del grupo y también del primero con Johnny Cunningham como miembro de la formación. Todos ellos eran, a su modo, discos inaugurales. Vamos a hablar hoy del que cerró toda una etapa y marcó la salida de uno de los fundadores del grupo: “The Parting Tide”.

Desde su conversión a cuarteto, Nightnoise iban a experimentar una evolución continua de un disco a otro de modo que, aunque el sustrato era el mismo, las formas cambiaban notablemente entre los distintos trabajos. El sentimiento fundamental que planea a lo largo de todo este disco es la melancolía. El título hace referencia a la marea alta con la que zarpaban los pesados buques llenos de emigrantes irlandeses hacia el “nuevo mundo” en busca de una vida mejor y todo el disco tiene ese aroma que tan bien describe la palabra “morriña” tan empleada por un pueblo como el gallego, marcado como el irlandés por la emigración. Quizá por ello, el papel de Billy Oskay fue secundario en todo el disco (el resto de componentes de la banda, no lo olvidemos, eran inmigrantes en EE.UU.)

Intervienen en la grabación los miembros habituales de Nightnoise: Tríona Ní Dhomhnaill (voz, piano, teclados, tin whistles y acordeón), Brian Dunning (flautas), Billy Oskay (violín, viola y teclados) y Míchéal Ó Domhnaill (guitarra, tin whistle, teclados y voces). Brian Willis toca los platillos en uno de los temas.




“Bleu” – Desde el primer momento podemos comprobar cómo algo ha cambiado con respecto a trabajos anteriores. La primera pieza, obra de Brian Dunning se abre con el sonido del acordeón acompañado de la guitarra sobre un fondo de teclados y sólo transcurridos unos segundos escuchamos la flauta y el violín y reconocemos el clásico sonido de Nightnoise. No obstante, lo que en otros discos era interpretado por el piano, aquí lo es por teclados electrónicos, incluyendo lo que en muchos momentos nos parece un bajo (instrumento que no figura en los créditos del disco). Como resultado, salvo en momentos puntuales en los que dialogan la flauta y el violín (interpretando una melodía bellísima, todo hay que decirlo), el tema suena algo extraño a los oídos del seguidor de los Nightnoise anteriores.

“An Irish Carol” – Continuando con la misma línea anterior, la siguiente composición de Tríona sorprende al ser su clásica canción pero con un revestimiento electrónico desacostumbrado. El sonido es mucho más próximo al de Relativity (la banda que formaron los hermanos Ó Domhnaill junto con los Cunningham) que al de Nightnoise, quizá por la propia presencia del acordeón de Tríona y no sólo por los arreglos electrónicos. La canción, de un indisimulado aroma celta, es una preciosidad dividida en dos partes muy distintas. La segunda, marcada por el cambio de los sintetizadores al piano, parece querer recordarnos el sonido más habitual del grupo con una melodía que es introducida por Tríona para ser replicada sucesivamente por el violín de Oskay y la flauta de Brian Dunning.

“Jig of Sorts” – Entramos ahora en la suite central del disco, como se resalta en los créditos del mismo, con tres composiciones de Tríona dedicadas a todos los emigrantes. La primera de ellas, con un sonido que recuerda al clavinet que la cantante utilizaba a menudo con la Bothy Band y en sus discos en solitario pero que no había tenido tanto protagonismo en Nightnoise. La pieza es una preciosidad en la que podemos disfrutar de alguno de los mejores solos de Brian Dunning con la flauta travesera pero también con la de Pan. Míchéal a la guitarra hace un trabajo sordo pero imprescindible para sostener todo el entramado de una de las mejores composiciones de un disco que no anda escaso de ellas, precisamente. En los instantes finales, se escucha una gaita irlandesa que tampoco aparece acreditada pero que imaginamos que está interpretada por el propio Brian Dunning.

“Through the Castle Garden” – La segunda parte de la suite comienza con un excelente tema de piano de aire clasicista acompañado de unas suaves cuerdas electrónicas. Tríona nos muestra aquí todo su talento compositivo con esta pieza que podría figurar en el repertorio de cualquier pianista especializado en la música de finales del S.XIX.

“Island of Hope and Tears” – Cerrando la trilogía, volvemos a escuchar la voz de Tríona interpretando, como es habitual, acompañada de su piano principalmente quedando el resto de instrumentos como apoyo puntual. La primera parte del tema es una suave balada con un ligero dramatismo en la voz de la cantante, hasta que llega un breve interludio a cargo del resto de miembros del grupo que sirve como transición a la sección final, mucho más emotiva. Tengamos en cuenta que el título, “isla de esperanza y lágrimas” hace referencia a la Isla de Ellis, en la bahía de Nueva York, a donde arribaban todos los barcos con inmigrantes procedentes de Europa y donde pasaban todos los controles (principalmente sanitarios) previos a su ingreso en el país. Aunque en la práctica, muy pocos eran los rechazados, los momentos que se vivían en la isla eran muy angustiosos para todos los viajeros.

“The Kid in the Cot” – La segunda pieza escrita por Brian Dunning para el disco es una verdadera obra maestra. Una joyita de esas que de cuando en cuando nos es dado escuchar, surgida del talento de un músico en estado de gracia. La melodía que nos sorprende desde la introducción es de una belleza extrema y no necesita de nada más que un leve acompañamiento de guitarra para desplegarse en toda su plenitud. Sin embargo, es más tarde, ya sin guitarras de por medio, cuando la flauta de Dunning juega con los whistles de los hermanos Ó Domhnaill y el violín de Oskay entrelazándose en un interminable juego de arabescos que nos deja sin habla. Se reserva el flautista aún unos instantes de lucimiento personal antes de despedir el tema, en diálogo esta vez con la viola y de nuevo con la compañía del rasgueo metronómico de Míchéal Ó Domhnaill y su guitarra.



“The Tryst” – Llegamos así al único tema escrito por Billy Oskay en el disco. En este punto, nos damos cuenta de cómo han cambiado las cosas en estos años. La pieza de Oskay es buena y podría haber encajado sin problemas en “Something of Time”, el disco de la banda publicado tres años antes. El estilo es prácticamente el mismo y las interpretaciones son impecables, ¿qué ocurre entonces? Que en el contexto de “The Parting Tide” suena extraño, como fuera de lugar y es que en sólo unos años, el sonido de Nightnoise ha evolucionado tanto que la música de uno de sus dos miembros fundadores nos parece, de repente, a años luz de lo que el grupo está haciendo en 1990. Escuchando “The Tryst”, nos sorprende menos la decisión de Oskay de dejar Nightnoise:

“Snow is Lightly Falling” – La última aportación de Tríona a un disco en el que se ha erigido en protagonista principal es otra de sus clásicas canciones en la que se apoya de nuevo en los sintetizadores antes que en el piano. Ya hemos comentado en entradas anteriores que la voz de Tríona, si bien no es tan excepcional como la de otras vocalistas del universo celta a las que podemos estar acostumbrados, transmite como pocas y en este corte lo podemos ver con claridad.

“The Abbot” – Y faltaba aún la aportación de Míchéal Ó Domhnaill como compositor que no por limitarse a una única pieza es menor, en absoluto. El tema se ajusta a los parámetros habituales en el estilo del guitarrista: una extensa introducción de órgano seguida por un segmento de guitarra en el que los teclados sirven de apoyo. La composición, con un claro esquema progresivo va ganando en complejidad con la adición de los distintos instrumentos, comenzando por el violín de Oskay y siguiendo con las flautas de Dunning. Los últimos minutos de la pieza transcurren con una parsimoniosa languidez sirviendo como despedida no sólo del disco sino de toda una etapa del grupo.



“The Parting Tide” es un disco que suele ser citado por muchos de los seguidores de Nightnoise como el mejor del grupo. Nuestra opinión es algo distinta y, de hecho, preferimos cualquiera de los dos anteriores dentro de la etapa de Oskay sin ir más lejos. Siempre teniendo en cuenta que el nivel de la formación y lo relativamente reducido de su producción discográfica no permitió que llegaran a firmar un disco flojo (incluso diríamos que lo peor de Nightnoise alcanza sin problemas el notable alto). Nos despedimos por ahora de ellos con la seguridad de que volverán a aparecer por aquí a no mucho tardar. Tras la publicación de este álbum, la banda hizo su primera gira importante por nuestro país de la que siempre se recordará el concierto en Sevilla que fue retransmitido por TVE. Os dejamos los habituales enlaces para adquirir el disco y una muestra de los primeros minutos de ese concierto:




sábado, 20 de octubre de 2012

Nightnoise - Shadow of Time (1993)



En 1991, Billy Oskay tomó la decisión de abandonar Nightnoise tras tres discos como cuarteto y el inaugural de la banda a dúo con Míchéal Ó Domhnaill que comentamos en la última entrada. Se dijo que el motivo de su abandono fue el deseo del violinista de dedicarse plenamente a trabajar con su propio estudio de grabación de forma profesional, sueño que había ido madurando en los años anteriores y que no podía realizar formando parte de un grupo como Nightnoise, cada vez más popular y con un calendario de conciertos anual incompatible con la actividad a la que quería dedicarse en el futuro.

Lo cierto es que Nightnoise empezó como un dúo en el que las tareas se repartían al cincuenta por ciento entre ambos integrantes del grupo. Convertidos en cuarteto, la aportación de Oskay en el primer disco se redujo a tres temas propios más uno escrito a dúo con Míchéal, quien participa con ocho composiciones. A partir de ahí, es Tríona Ní Dhomhnaill quien lleva el peso del grupo, especialmente en el disco de 1990, “The Parting Tide” en el que la hermana de Míchéal escribe más de la mitad del disco. Antes de despedirse, Oskay participó en una última grabación de Nightnoise, la versión de la “Sicilienne” de Gabriel Faure incluida en el recopilatorio de Windham Hill dedicado a los músicos impresionistas franceses titulado, simplemente: “The Impressionists” y publicado en 1992.

Ante el abandono de Billy, surge el reto de encontrar un nuevo violinista para seguir adelante con el grupo y hay un buen número de candidatos que surgen a primera vista: El primer nombre que se nos ocurre es el de Kevin Burke. Al fin y al cabo, se trata de un violinista que coincidió con los hermanos Ó Domhnaill en la Bothy Band y que se entendía a la perfección con Míchéal como demostraban sus dos discos publicados como dúo y los conciertos que dieron juntos en esos años. En su contra jugaba el hecho de que la trayectoria de Kevin se había desarrollado casi de modo exclusivo dentro de la música celta más ortodoxa y Nightnoise era algo más que eso. Hubo un par de discos que también podían dar una pista al seguidor más dado a la especulación sobre el próximo violinista de la banda: El primero de ellos, “The Road North”, del teclista Paul Machlis y el violinista Alasdair Fraser, se grabó en 1987 en los Nightnoise Studios bajo la tutela del propio Billy Oskay y en él participa Míchéal Ó Domhnaill como guitarrista. Con la única ausencia de la flauta, se trataba de una grabación con una formación similar a la de Nightnoise y, además, Fraser era, al margen de un violinista excelso, un buen compositor. Otra pista la tenemos en el disco “An Ras” del percusionista Tommy Hayes, aparecido en 1991, pocos meses después del abandono de Oskay. En el disco aparecen varios instrumentistas invitados, combinados de distintas formas en cada uno de los cortes con la única presencia en todos ellos de quien firma el trabajo: Tommy Hayes. Nos llama la atención el tema titulado “Paddy Fahy’s Jig”, interpretado por el pianista Míchéal Ó Súilleabháin, Míchéal Ó Domhnaill a la guitarra, Brian Dunning en la flauta y Alasdair Fraser al violín. Suena casi como un ensayo general de un nuevo Nightnoise pero tampoco iba a ser Fraser el elegido. Hubo una entrevista en el programa “Diálogos 3” a mediados de los noventa en que Ramón Trecet preguntó a los miembros de Nightnoise su opinión sobre Alasdair Fraser. Hay que recalcar que los músicos de la banda nunca se distinguieron por ningún tipo de polémica ni descalificación y menos aún, hacia un colega. Sin embargo, en este caso su respuesta fue fría. Elogiaron (cómo no hacerlo) a Fraser como intérprete y músico pero, sin llegar a concretar, no se mostraron tan favorables hacia su faceta no profesional. El comentario no pasó de ahí pero nos hizo pensar que algo no fue bien entre ellos, lo que nos sorprende más si tenemos en cuenta que Míchéal y Alasdair colaboraron en varias ocasiones.

Descartado también Alasdair, nos queda un tercer nombre que, a la postre, sería el elegido: Johnny Cunningham. Como ya comentamos en la entrada anterior, Johnny formó parte del legendario grupo Silly Wizard y posteriormente de Relativity, junto con su hermano Phil y los hermanos Ó Domhnaill. La banda grabó dos discos justo en el tiempo que transcurrió entre el disco de Billy y Míchéal que abrió la trayectoria de Nightnoise y el primer disco ya bajo esa denominación y como cuarteto. La relación del violinista con el resto de miembros de Nightnoise era excelente y su incorporación al grupo se produjo de la forma más natural posible. De este modo, en los primeros días de 1993 entran en los White Horse Studios de Portland: Tríona Ní Dhomhnaill (voz, piano, acordeón, tin whistle, sintetizadores y armonio), Míchéal Ó Domhnaill (voz, guitarra, tin whistles, armonio, sintetizadores), Brian Dunning (flautas, tin whistle, voces, sintetizadores) y Johnny Cunningham (violines).


De izquierda a derecha: Míchéal Ó Domhnaill, Brian Dunning, Tríona Ní Dhomhnaill y Johnny Cunningham.



“One Little Nephew” – El comienzo de guitarra nos advierte de que Míchéal es, sin duda, el autor de una pieza en la que no tardamos en oir unos fondos de sintetizador y un oboe sampleado que actúan como introductores de la primera aparición del violín de Johnny Cunningham. Desde el primer momento queda patente la gran diferencia de estilo entre su predecesor Billy Oskay y él: tenemos una interpretación mucho más cálida, con trinos y adornos que delatan su pertenencia a la tradición celta. En un segundo repaso a la melodía inicial son ahora las flautas las que hacen la vez de instrumento solista trasladándonos hasta el final de la composición. Un tema magnífico dentro de un disco que pronto se revelará como soberbio.

“The March Air” – Segunda composición de Míchéal Ó Domhnaill en el disco. Se abre con una brillante introducción de órgano, casi ceremonial, tras la que el autor de la pieza rompe a tocar su guitarra con un irresistible ritmo de marcha. Se incorporan las flautas interpretando la melodía principal y enseguida son dobladas por el violín. Tras la introducción llegamos a una parte central mucho más pausada en la que Johnny Cunningham interpreta un aire tradicional de gran belleza que Mark Knopfler había popularizado unos años antes en su banda sonora de la película “Local Hero” y es justo con esa melodía con la que recuperamos algo que habíamos perdido tras la separación de la Bothy Band: a los dos hermanos Ó Domhnaill armonizando a la perfección sus voces para regalarnos una pequeña joya con la que se cierra el tema.



“Shadow of Time” – Tríona, ahora en solitario, es la encargada de interpretar la siguiente canción de su autoría en la que el piano sostiene a su voz en los primeros instantes hasta que la guitarra se suma a la melodía. La parte central se reserva para un breve interludio instrumental de violín y flautas de gran belleza antes de la despedida, de nuevo sólo con piano y voz.

“Silky Flanks” – Llegamos a otro de los grandes momentos del disco, obra de Brian Dunning. Comienza el tema con una veloz melodía de flauta que podría sonar celta en una primera escucha pero que tiene mucho de John Coltrane si nos la imaginamos interpretada al saxo. Míchéal hace una labor extraordinaria con la guitarra que hace que entendamos por qué en su momento se le tenía por el mejor guitarrista rítmico del universo celta. El piano se une a la desenfrenada melodía que cambia de ritmo completamente al llegar a la parte central en la que se transforma en una bellísima melodía de tintes clasicistas en un precioso diálogo con el violín, los tin whistles y, en segundo plano, con el acordeón. Como ocurre con muchos de los temas de Nightnoise, su esquema es cíclico y antes de la despedida volvemos al motivo inicial para cerrar la composición en su punto más alto.



“Water Falls” – Tras un tema rítmico toca uno más relajado y quién mejor para ello que Tríona, su voz y su piano. La introducción de la pieza es una preciosa melodía de inspiración clásica y con un cierto aire francés de finales del XIX. Tríona no posee una voz deslumbrante ni especialmente bella pero su forma de cantar se ajusta a sus limitaciones y cumple a la perfección con su cometido.

“Fionnghuala” – Los conciertos de la Bothy Band tenían un momento de gran emoción en el que Míchéal y Tríona interpretaban esta maravillosa pieza tradicional de “mouth music”. Existen varias grabaciones de esta pieza tanto en estudio como en directo pero ninguna de ellas tan sublime como ésta. Comienza con un profundo bordón vocal a cargo de Brian Dunning sobre el que los hermanos comienzan a cantar con el delicado acompañamiento de la guitarra y unas apagadas notas de sintetizador. El corte no llega a los dos minutos de duración pero será difícil encontrar otro momento de mayor emoción que éste.

“Night in that Land” – Llegamos a la única composición de Johnny Cunningham en el disco. Johnny no se destacó por ser un compositor muy prolífico pero en sus momentos de mayor inspiración, alcanzaba un nivel de excelencia máximo. Abren su aportación como compositor a “Shadow of Time” las flautas de Brian Dunning interpretando una melodía preciosa a dos voces. Tras ella, entra la guitarra y el violín de Johnny replicando las notas de la flauta y ejecutando una serie de variaciones sobre la melodía. Cuando los miembros de Nightnoise eran interrogados sobre el tipo de música que hacían y si era folk, jazz, new age o cualquier otra etiqueta disponible, siempre contestaban que hacían “música de Nightnoise”. No se nos ocurre mejor definición para esta maravillosa composición de Johnny Cunningham que esa: Música de Nightnoise.



“This Just In” – A partir de aquí, y de forma inevitable, el disco decae un poco sin que eso suponga que el resto se piezas sean malas. En esta composición de Tríona, por ejemplo, podemos escuchar a todos los miembros del grupo en estado de gracia interpretando una alegre pieza llena de ritmo en la que demuestran una compenetración total sonando cada intervención de uno como el perfecto complemento de su compañero. En cualquier otro disco de Nightnoise, éste habría sido uno de los temas más destacados pero en éste lo tiene realmente difícil.

“For You” – Casi lo mismo que acabamos de decir del corte anterior se podría aplicar a éste, escrito por Brian Dunning. Con un tono general más pausado, como ya hacía presagiar la introducción de órgano, transcurre una balada que nos sirve para recordar a los Nightnoise de Billy Oskay, más que a la nueva versión del grupo.

“Sauvie Island” – Como empezando a despedir ya el disco, la última composición de Míchéal presente en el disco, tiene un aire melancólico, también cercano al sonido de discos anteriores, al menos hasta la juguetona aparición del violín de Johnny Cunningham que no es capaz de disimular su entusiasmo vital, ni siquiera en las piezas más pausadas.

“The Rose of Tralee” – No son muy dados los miembros de Nightnoise a incorporar versiones de otros músicos en sus discos pero en esta ocasión hacen una excepción con esta popular canción del compositor y violinista inglés del S.XIX, Charles William Glover. La interpretación que de ella hace Tríona, casi en solitario, acompañada de su piano y sintetizadores (aparecen también el resto de miembros del grupo pero sin ellos el resultado habría sido muy similar) es magnífica y es que la canción tiene mucho en común con las composiciones habituales de la única integrante femenina de Nightnoise por lo que habría pasado por propia para cualquier oyente no avisado.

“Three Little Nieces” – Como para corroborar lo anteriormente dicho, cierra el disco otra composición de Tríona, casi como prolongación de la precedente, al menos en sus primeros momentos en los que el piano propone una melodía que enseguida es acompañada por el violín y la guitarra y que termina sin sobresaltos. Una despedida en un tono tranquilo para un disco memorable.

Con “Shadow of Time”, Nightnoise superaron con nota una dura prueba: superar la salida de uno de los miembros fundadores del grupo. El cambio en la formación trajo consigo un interesante giro estilístico: desde “Something of Time”, publicado en 1987, la música del grupo estaba experimentando un giro hacia la música tradicional celta. Con la sustitución de Oskay por Johnny Cunningham, el giro debería completarse y, en efecto, fue así pero no fue el único cambio. En los trabajos anteriores, los sintetizadores habían ido ganando en presencia hasta convertirse en elemento preponderante en el disco inmediatamente anterior, “The Parting Tide”. Esa tendencia remite en el nuevo disco: hay menos sintetizadores y están empleados con un sonido mucho más natural (órganos, samples de instrumentos clásicos o, incluso, percusiones), menos electrónico que en el disco precedente. El disco fue muy bien acogido, especialmente en España, por dónde giraban habitualmente y todo hacía presagiar que la nueva formación del grupo iba a darnos grandes discos en el futuro. Desgraciadamente, las cosas no fueron así por distintas circunstancias pero eso será materia de otras entradas en el futuro. Os dejamos ahora los habituales enlaces para adquirir “Shadow of Time”:


sábado, 27 de agosto de 2011

Nightnoise - Something of Time (1987)


Bajo el nombre de Nightnoise se publicaron algunos de los discos más exquisitos que salieron del sello Windham Hill en su época dorada. Si bien la banda no tuvo una trayectoria muy dilatada ni tampoco una producción discográfica muy extensa, su extraordinaria mezcla de aires tradicionales irlandeses con esquemas clásicos y toques de jazz será recordada por mucho tiempo.

La historia comienza con Mícheál Ó Domhnaill, guitarrista irlandés con una dilatada trayectoria en la música tradicional celta en grupos como Skara Brae o The Bothy Band. Tras la disolución de esta última formación, Mícheál se embarcó en una gira por los Estados Unidos con su compañero en la banda, el violinista Kevin Burke. Por recomendación de un amigo de este, se establecieron en Portland, Oregón y lanzaron su segundo disco titulado, precisamente "Portland". Fue allí donde Mícheál conoció al también violinista Billy Oskay, un violinista neoyorquino que realizó la mayor parte de su formación clásica, curiosamente, en Palma de Mallorca. Juntos, grabaron una serie de temas en casa de Oskay que terminaron por convertirse en su primer disco a dúo, titulado "Nightnoise" y publicado en 1984 en Windham Hill, con quienes Oskay había firmado un contrato discográfico poco antes.

"Something of Time" iba a ser, realmente, el primer disco de Nightnoise como grupo, ampliado a cuarteto. La primera incorporación fue Tríona Ní Dhomhnaill, pianista y hermana de Mícheál y componente también de The Bothy Band y de Relativity, banda integrada por ambos y por los también hermanos Phil y Johnny Cunningham y que, probablemente tengan su propio espacio aquí en el futuro. El cuarto miembro sería Brian Dunning, flautista de origen irlandés y formación clásica que acababa de grabar su disco "Fair Play" con su grupo "Puck Fair" para Windham Hill con la participación de Oskay, quien hacía además las veces de productor y Ó Domhnaill a la guitarra.

El disco iba a constar de trece cortes, siete de los cuales estaban escritos por Mícheál Ó Domhnaill, cuatro por Billy Oskay aportando Brian Dunning y Tríona Ní Dhomhnaill un tema cada uno hasta completar un trabajo realmente elegante e inspirado. Nos encontramos ante una fusión de estilos realmente distintos, sonidos acústicos con pequeños toques electrónicos, la sobriedad clásica del violín mano a mano con el humilde tin-whistle, rápidos ritmos de guitarra junto a pausadas melodías de piano, jazz y folk de la mano y todo ello sonando perfectamente conjuntado y sin estridencias de ningún tipo.

Destacamos tres cortes especialmente, que son "Wiggy Wiggy", "Something of Time" y "One for the Lad" aunque cualquiera de los temas del disco es un buen ejemplo del sonido de Nightnoise. La popularidad que alcanzaron en los años noventa en nuestro país estaba más que justificada y los que hemos tenido la suerte de verles en directo y charlar en los camerinos con ellos unos minutos, recordaremos siempre esos momentos. Mícheál Ó Domhnaill falleció el 7 de julio de 2006 a la edad de 54 años. Es la primera vez que aparece en La Voz de los Vientos pero con toda seguridad no será la última.

Podeis comprar el disco en los siguientes enlaces aunque, desgraciadamente, parecen ser vendedores particulares y copias de segunda mano:

tower.com

play.com

En amazon.com se puede encontrar el disco como CD On Demand, es decir, el comprador recibe un CD-R con el disco y un artwork similar al original pero algo más pobre.

Aquí os dejamos el tema que dá título al disco, "Something of Time":