En sus primeros años, el sello ECM estaba consagrado al jazz contemporáneo y muy centrado en la improvisación como forma de sacar la verdadera esencia de sus artistas. La nómina de la discográfica en aquel tiempo estaba plagada de músicos que eran verdaderos maestros en el arte de la creación espontánea como Paul Bley, Gary Burton, Chick Corea o Keith Jarrett. Uno de los artistas más prolíficos en ese terreno era el saxofonista noruego Jan Garbarek quien en apenas una década participó en más de 20 discos del sello, entre los que se encontraban nueve firmados por él como artista principal.
Desde hace unos meses, ECM está reeditando varias de las grabaciones claves en la historia del sello dentro de una serie denominada “Touchstones”. Entre ellas ocupa un lugar destacado el disco que traemos hoy aquí. Se trata de una grabación de 1979 firmada por Garbarek y el organista Kjell Johnsen. En ella, uno de los trabajos en cuya preparación más disfrutó el saxofonista, en sus propias palabras, ambos artistas nos presentan una serie de improvisaciones conjuntas grabadas en la iglesia de Engelbrekt. A lo largo de las nueve composiciones recogidas en el disco, Garbarek toca el saxo soprano y el tenor además de la flauta en uno de los cortes. Johnsen, por su parte, se encarga del órgano.
Jan Garbarek |
“Aftenland” - Abre las hostilidades Kjell Johnsen con una serie de notas que recuerdan a otros compositores contemporáneos para el instrumento como Olivier Messiaen. Son notas largas que evolucionan de un modo cadencioso, algo perfecto para que Garbarek comience a improvisar por encima. El saxofonista no busca en ningún momento el virtuosismo instrumental sino ofrecernos las notas justas que encajen en el tapiz que nos muestra el teclista. Es una música glacial, cortante, pero también pasional a su manera. La progresión de la pieza, más intensa a cada compás hace que sea imposible relajar la atención siquiera por un instante y eso es algo que continuará sucediendo durante el resto del disco.
“Syn” - Pese a que el esquema de la pieza podría parecer similar al anterior, lo cierto es que el planteamiento es justo el contrario ya que aquí es Garbarek quien propone y Johnsen el que elabora la respuesta a partir de los fraseos del saxofonista. Tras un breve silencio en la parte central, el organista se desmelena y nos vuelve a recordar a Messiaen (en este caso al más dinámico) en un final muy interesante con Garbarek a una gran altura.
“Linje” - Enlaza ahora el disco tres temas cortos encabezados por esta pieza que casi podría ser un solo de saxo tenor ya que el órgano se limita a un sutil acompañamiento muy en segundo plano. Garbarek toca como nunca y la pieza se hace demasiado breve.
“Bue” - El órgano tiene aquí mayor presencia que en el corte anterior y sus filigranas, pese a desarrollarse en un plano mucho más atrasado que el que ocupa el saxo, son lo más interesante de la composición.
“Enigma” - Contrastando con la pieza precedente, ahora el órgano muestra mucho más músculo y nos brinda el duelo más notable con el saxo de Garbarek en la introducción. Mediada la pieza entramos en ambientes más calmados y sutiles en los que podemos disfrutar de la peculiar sensibilidad del músico noruego.
“Kilden” - El siguiente corte es una especie de culminación de lo que se nos ha presentado en los anteriores. Saxo y órgano fundidos en una danza con mucho de ritual en la que cada uno de los dos músicos sabe leer perfectamente su papel y se complementan para ofrecernos el que probablemente es el tema más completo de todo el trabajo.
“Spill” - Por un momento, Garbarek abandona el saxo para tomar la flauta y afrontar con ella un duelo precioso frente al órgano de Johnsen. Continuas réplicas y contrarréplicas en una bellísima batalla incruenta que bien podía ser la de un pájaro contra la tormenta. Una auténtica maravilla.
“Iskirken” - Se recupera aquí el esquema de “Aftenland” la pieza inicial del disco, con el órgano ejecutando largos acordes que forman la base perfecta para la improvisación de Garbarek. Es esta una de las piezas favoritas del saxofonista que no dudó en incluirla en la antología de su obra que ECM publicó en 2002.
“Tegn” - El corte que cierra el disco es el que tiene un mayor componente folclórico de todo el trabajo. Tanto la melodía de saxo como las del órgano tienen un fuerte sabor tradicional que no desentona en modo alguno con el resto de piezas del trabajo.
Con “Aftenland”, la tierra del anochecer, Garbarek completó una de sus colaboraciones más peculiares ya que hasta ese momento, sus discos a dúo habían sido casi siempre acompañado de un guitarrista (o, en su defecto, de un contrabajista) pero nunca antes con un teclista. El que éste tocase el clásico órgano de iglesia hacía de la colaboración algo aún más excepcional dado lo estrechamente relacionado que se encuentra ese instrumento con la música clásica y, en especial, la religiosa. Desde ese punto de vista, podríamos ver aquí una primera semilla de los discos junto a voces gregrorianas que grabaría mucho más adelante. El resultado es poco convencional pero muy atractivo hasta el punto en que, como decíamos más arriba, el disco está entre aquellos que ECM ha decidido calificar como de “hitos” en su catálogo. Solo por ello ya merece la pena acercarse a esta grabación así como también a la música de Garbarek que merecería una atención más frecuente por nuestra parte.