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miércoles, 20 de abril de 2016

Brian Eno - Ambient 4: On Land (1982)



En 1982, Brian Eno puso fin a la serie de discos que inauguró cuatro años antes con el epígrafe “ambient” como encabezado de cada uno de los títulos. Curiosamente, en ese intervalo tuvo tiempo de inaugurar un par de series más; la abortada “Fourth World” (que sólo contó con un volumen) y “Music for Films” pero también de grabar un buen puñado de discos en solitario y junto con otros artistas.

Recoge en un sentido literal, el espíritu de los volúmenes anteriores ya que la mayoría de lo que suena en “On Land” (título complementario de este “Ambient 4”) procede de grabaciones descartadas en su momento y que aquí son reprocesadas, junto con un buen número de texturas electrónicas y registros procedentes de la naturaleza, incluyendo sonidos de animales. Durante su creación, Eno indica que se dió cuenta de la “limitada inutilidad” del sintetizador como elemento creativo lo que le hizo trabajar mucho con sus sonidos de forma “mecánica”, añadiendo grabaciones y “samples” de sonidos generados acústicamente y jugando con las cintas magnetofónicas a la vieja usanza.

En muchos sentidos, “On Land” sería la cúspide de la serie “ambient”. Incluso el propio Eno diseñó un curioso sistema “casero” para escuchar el disco con una profundidad que anticiparía los modernos equipos 5.1 surround. Comenta el autor que su idea era grabarlo con sonido cuadrafónico, muy en boga durante un tiempo pero que no llegó a alcanzar suficiente implantación. El propio Eno afirma que se dio cuenta enseguida de que muy pocos oyentes tenían un equipo cuadrafónico en su casa. El “invento” consistía en un equipo estéreo convencional al que se añadía un tercer altavoz (que podía ser de pequeño tamaño ya que no estaba destinado a reproducir las frecuencias más graves). Éste se situaría en el vértice de un imaginario triángulo en los extremos de cuya base irían los altavoces habituales. La peculiaridad vendría ahora: el tercer altavoz iría conectado a los polos positivos de las salidas de amplificador de cada uno de los otros dos (compartiendo la toma, no ocupandola para él sólo). Eno indica que no sabe exáctamente por qué funciona pero que el efecto que se consigue de este modo amplía de alguna forma el entorno del sonido que parece proceder de fuera de los límites de la habitación. No hemos probado este sistema descrito en las notas de la edición original del LP pero seguro que merece la pena probarlo por curiosidad.

“On Land” es un disco creado en su práctica totalidad por Eno pero en él participan otros músicos con los que colaboraba habitualmente en aquellos años, aunque lo hacen de forma puntual. Al margen del autor, participan en la grabación: Michael Beinhorn (sintetizadores), Alex Gros (guitarra), Bill Laswell (bajo), Jon Hassell (trompeta), Michael Brook (guitarra) y Daniel Lanois (tratamientos electrónicos).

Lizard Point. Uno de los lugares que inspiran "On Land".

“Lizard Point” - El único corte del disco que no firma Eno en solitario es el inicial, en el que figuran como coautores todos los músicos que participan en él, es decir, Beinhorn, Gros y Laswell. Es una pieza contemplativa en la que los sonidos se desplazan con lentitud, como la bruma que invade la costa al atardecer. La música nos va envolviendo poco a poco sin sobresaltos de ningún tipo y transcurre plácidamente hasta que, finalmente, se desvanece.




“The Lost Day” - Pocas sorpresas vamos a encontrarnos en uno de los discos que mejor justifica la etiqueta de “ambient” para su descripción. Suenan aquí algunas campanas que van creando una especie de base rítmica muy particular dentro de una pieza con algo más de actividad que la precedente. Escuchamos cuerdas perdidas esbozando fragmentos de melodías en una narración que parece una versión ralentizada de una composición desconocida. En ciertos aspectos encontramos similitudes con el clásico de Gavin Bryars “The Sinking of the Titanic”, algo nada sorprendente puesto que ambos músicos tuvieron mucha relación en años anteriores.

“Tal Coat” - El siguiente corte comienza con sonidos acuáticos rodeados de resonancias eléctricas y efectos de todo tipo. El título hace referencia al pseudónimo del pintor francés Pierre Louis Jacob, uno de los máximos representantes del “tachismo”, variante de expresionismo abstracto de principios del siglo XX. La pauta rítmica la marca aquí, al margen de los “loops” electrónicos, el bajo que aparece en determinadas ocasiones para dejarnos un par de notas sueltas que actúan como lineas divisorias entre los diferentes segmentos de la composición.

“Shadow” - Una serie de sonidos animales y notas electrónicas ponen el fondo adecuado para que Jon Hassell intervenga con su trompeta con ese sonido único que sólo él sabe extraerle. Esa especie de lamento deshilachado del músico recorre toda la pieza rodeado de un ambiente verdaderamente inquietante.

“Lantern Marsh” - Eno pretendía en este disco crear una música que diera verdadera sensación de espacio y amplitud, que constituyera por sí sola un paisaje y en varios de los temas, la fuente de inspiración eran lugares. Quizá el más peculiar de todos es éste en el que el autor “visita” el lugar a través de un mapa y con ese información trata de crear una música descriptiva de lo que a él le parece que podría haber allí.

“Unfamilliar Wind (Leeks Hills)” - Quizá el mejor tema de todo el disco. Una hipnótica melodía oscilante se repite a lo largo de toda la composición mientras se suceden todo tipo de sonidos naturales y animales. Salpicando la composición, escuchamos notas de bajo dispersas aquí y allá. No nos extraña que esta pieza haya aparecido en antologías de todo tipo dedicadas a la historia de la música electrónica junto con obras de pioneros del género como Clara Rockmore, Pierre Schaeffer, John Cage, Stockhausen, Ussachevsky, Babbitt, Raymond Scott, Terry Riley o Holger Czukay.




“ A Clearing” - La pieza más electrónica del disco si entendemos por electrónica aquella hecha con sintetizadores ya que todas las texturas parecen proceder de ellos salvo algún “sample” aislado. Muy estática pero de eso se trata en la mayor parte de las ocasiones en este género musical.

“Dunwich Beach, Autumn, 1960” - Cerrando el disco tenemos una de nuestras piezas favoritas. Quizá la que tiene una estructura más cercana a lo que podríamos llamar “canción”, siempre dentro de los parámetros del Eno “ambiental”. Recuerda en muchos momentos a las colaboraciones del músico con Harold Budd aunque cambiando el piano de éste por punteos de guitarra o bajo, siempre manipulados en el estudio con añadido de ecos y demás efectos marca de la casa.




Como decíamos en el encabezado, “Ambient 4: On Land” cerró la tetralogía ambiental de Eno pero eso no supuso en ningún caso que su autor abandonase ese estilo ya que, hasta nuestros días, el no-músico británico ha seguido explorando esos terrenos con acierto. No se ha quedado ahí, claro está, y tanto en su faceta de solista, asociado con otros artistas o como productor, hay pocos palos que hayan quedado sin tocar en estas últimas décadas. Seguiremos repasando poco a poco muchos de los discos de Brian Eno, una de las figuras indiscutibles de nuestro tiempo. Mientras tanto, disfrutad de “On Land”. Merece mucho la pena.

jueves, 21 de agosto de 2014

Peter Gabriel - Passion (1989)



Martin Scorsese pasó muchos años preparando la que iba a ser su película más polémica, basada en la no menos controvertida novela de Nikos Kazantzakis, “La última tentación de cristo”. Como prueba de lo cuidadoso y lento que fue todo el proyecto, valga un dato: Scorsese habló de la banda sonora con Peter Gabriel en 1983, cinco años antes de su estreno y tres antes de que los Universal Studios se interesasen seriamente por el proyecto.

Si el director se lo tomó con calma, algo parecido se puede afirmar de un músico como Gabriel, conocido por un perfeccionismo casi enfermizo que hace que casi todos sus discos tarden varios años en completarse. Esta tendencia fue llevada al extremo con esta banda sonora cuya publicación en CD se demoró más de un año desde el estreno de la película debido a los continuos retoques que sufrió la grabación. Con todo, el resultado fue magnífico y “Passion”, que fue el título que llevó el disco, se convirtió en una de las grabaciones más influyentes a partir de su publicación así como el aldabonazo definitivo al nacimiento de la “world music” como género que atraería la atención de oyentes que, hasta aquel momento, no se había mostrado especialmente interesados en músicas procedentes de países marginados en la música popular.

El planteamiento de la película buscaba poner de manifiesto la lucha entre la parte humana y la divina de Jesucristo, el contraste entre dos polos opuestos. En cierto modo, Gabriel hizo lo mismo en su banda sonora en la que se combina la música tradicional de oriente medio y el norte de África con la tecnología más moderna del momento y todo con un respeto escrupuloso a las fuentes que se puso de manifiesto un año después cuando apareció un segundo disco titulado: “Passion – Sources” con grabaciones de música tradicional que inspiraron su trabajo en la banda sonora. Ahí encontramos desde viejas cintas hasta registros realizados a músicos locales en los lugares del rodaje de la película y piezas procedentes de sesiones en los Real World Studios.

Como era habitual en los discos de Peter Gabriel, la nómina de músicos implicados en la grabación quitaba el aliento. La lista es la siguiente: Manny Elias de Tears for Fears (percusión), Hossam Ramzy (percusión), David Bottrill (drones), David Rhodes (guitarras), L.Shankar (violín), Vatche Housepian y Antranik Askarian (duduk), Massamba Diop (percusión), Mustafa Abdel Aziz (drones), Baaba Maal (voz), Mahmoud Tabrizi Zadeh (kementche), Doudou N’Diaye Rose (percusión), Youssou N’Dour (voz), David Sancious (voces), Nathan East (bajo), Bill Cobham (batería, percusión), Kudsi Erguner (ney), Robin Canter (oboe, corno inglés), Manu Katche (percusión), Djalma Correa (percusión), Jon Hassell (trompeta) y Nusrat Fateh Ali Khan (voz). Peter Gabriel interpreta sintetizadores, percusiones, flautas, voces y bajo.

William Dafoe en una de las escenas de la película.


“The Feeling Begins” – El corte que abre el disco parte de una grabación para dos “doudouks”, instrumento de viento de origen armenio. Es una de las grabaciones que Gabriel utiliza para dar una pátina historicista a su banda sonora y el punto de partida perfecto para el disco. Se añade un “drone” electrónico y una serie de percusiones más contemporáneas que configuran una pieza extraordinaria y, a la vez, un magnífico comienzo para el disco.

“Gethsemane” – Como es habitual en las bandas sonoras, en esta encontramos un buen número de cortes breves. Este está interpretado en su totalidad por Gabriel que ejecuta flautas, pone las voces y hace el trabajo con los samples en una pieza casi ambiental cuya influencia se dejó notar en trabajos posteriores de artistas como Deep Forest.

“O These, Hope” – Una especie de fanfarria abre uno de los temas centrales del disco dominado por un poderoso ritmo central a partir del cual se desarrolla una evocadora melodía electrónica reforzada por la percusión y las guitarras eléctricas. Son elementos muy simples pero juntos terminan por formar un todo contundente y muy evocador. Sin duda, uno de los grandes momentos de la banda sonora.



“Lazarus Raised” – Otra melodía tradicional, en este caso procedente del Kurdistán, es la base de la siguiente pieza que no deja de ser una transición breve que nos conduce a la siguiente pieza.

“O These, Hope (reprise)” – Volvemos a escuchar la melodía central del corte que escuchábamos unos minutos antes y que se convierte así en el leitmotiv de la película. Al margen de su duración y de un ligero cambio en la instrumentación principal, no hay grandes diferencias entre almbas piezas.

“In Doubt” – Repetitiva y breve composición en la que Gabriel se ocupa de casi todo el sonido, principalmente electrónico y procedente de samples, salvo por la aparición del “kementché”, especie de sitar que se toca con arco.

“A Different Drum” – Llegamos así a uno de los grandes momentos del disco, marcado por la voz de Youssou N’Dour. La pieza se construye alrededor de un ritmo muy bien construido al que se une una secuencia electrónica. Sobre ella escuchamos al cantante Senegalés en segundo plano, más tarde al propio Gabriel y finalmente a ambos. Suenan también samples de saxofón en un tema que tiene una extraña cualidad atemporal. Sin la voz de N’Dour, podría pasar por un tema de cualquier disco “normal” de Gabriel pero con ella, nos transporta a una época indeterminada. Magnífica composición en todo caso.

“Zaar” – Con el siguiente tema entramos en una sección más ambiental en la que la percusión, más reposada, vuelve a ser protagonista dirigiendo al oyente a través de una serie de cambios, hasta una sección final con cuerdas sintetizadas. Sin ser el tema más destacado del disco, creemos que fue uno de los más imitados por otros artistas en el futuro y pensamos en nombres como el de Phil Sawyer y su proyecto Beautiful World.

“Troubled” – El legendario batería Bill Cobham aparece como invitado y protagonista principal de otra pieza basada en la percusión a la que sólo se suman algunas voces en momentos puntuales y pasadas por el tamiz de la electrónica. Como casi todas las piezas de la banda sonora, un aire de misterio la recorre de principio a fin consiguiendo un efecto en el oyente realmente interesante que demuestra el cuidado puesto por Gabriel en todo el proceso de creación del disco.

“Open” – El violín de L.Shankar es el único acompañamiento de Gabriel en otro tema ambiental y fundamentalmente electrónico al que ambos artistas aportan algunas voces. Sonidos étnicos por doquier adornan esta preciosa composición que continúa guiándonos por un trabajo espectacular.

“Before Night Falls” – Kudsi Erguner, intérprete de “ney”, ejecuta una melodía tradicional armenia en uno de los pocos cortes del disco en los que Peter Gabriel no interviene. Hay veces en que la música tradicional es tan bella por sí misma que no requiere de mayores aditamentos. Así, apenas unas ligeras percusiones y un pequeño apoyo del violín son más que suficientes para acompañar a Erguner en su intervención.

“With This Love” – El punto clasicista de la banda sonora lo pone esta maravillosa melodía de oboe a cargo de Robin Canter. Es un tema musical extraordinario que sonará más adelante de nuevo en el disco y que aparece como un asidero para el oyente que lo rescata por unos instantes del viaje por los sonidos étnicos. Probablemente una de las melodías más inspiradas que nunca haya compuesto Peter Gabriel, lo cual es mucho decir.



“Sandstorm” – Regresamos a la tierra de nuevo y lo hacemos con otro corte ambiental, algo más oscuro que los anteriores y en el que aparece por única vez en el disco el percusionista Manu Katché, habitual de los discos de Gabriel. En la parte final, cuando las percusiones toman las riendas, escuchamos parte de una grabación de músicos y cantantes marroquíes sin identificar que se incorpora a la banda sonora encajando a la perfección.

“Stigmata” – En las sesiones de grabación del disco había espacio para muchas cosas entre ellas, las improvisaciones de los músicos. En uno de esos momentos, Gabriel y el intérprete de “kementché” Mahmoud Tabrizi Zadeh interpretaron lo que sería la base de esta pieza, un tema musical de claro sabor tradicional que nadie diría que es improvisado.

“Passion” – Llegamos así al corte central del disco y también el de mayor duración del mismo. En él volvemos a escuchar a Youssou N’Dour pero también, y muy especialmente a Nusrat Fateh Ali Khan en un dueto absolutamente maravilloso. A la mezcla se suma la trompeta de Jon Hassell interpretada de ese modo tan particular que confiere al instrumento una extraña cualidad que nos hace pensar en algún extraño tipo de artilugio tradicional, muy alejado de la sonoridad clásica de la trompeta tradicional. La pieza tiene un desarrollo lento, siendo muy ambiental en el comienzo, especialmente en la parte cantada por Nusrat, para cambiar alcanzado el ecuador con la aparición de la  percusión y una serie de sonidos electrónicos que nos acompañan hasta el final dibujando un precioso “in crescendo”.

“With This Love (choir)” – La maravillosa melodía clásica que escuchamos minutos atrás a cargo, principalmente, de Robin Canter, es ahora recreada a través de un coro infantil sonando tan bien como la primera vez.

“Wall of Breath” – De nuevo Kudsi Erguner al ney, acompañado en esta ocasión de un grupo de músicos egipcios que interpretan una flauta tradicional conocida como “arghul” nos trasladan a los escenarios históricos de una de las mayores historias jamás contadas. Es un corte de transición sin mucho desarrollo que nos acerca al tramo final del disco.

“The Promise of Shadows” – La electrónica y los samples se combina con todo tipo de percusiones para crear un tema ambiental que suena mucho más actual que el resto del disco aunque no desentona dentro de éste.

“Disturbed” – Distorsiones electrónicas y “loops” de percusión marcan el comienzo de una de las últimas piezas del disco. Apenas hay trazas de una melodía reconocible en los primeros momentos en los que escuchamos algunas notas de violín. El resto es una sucesión de ritmos con ciertos elementos de música de baile pero siempre muy comedidos.

“It is Accomplished” – Sin solución de continuidad enlazamos con el penúltimo tema del disco, un instrumental rock en el que las campanas y la batería abren la pieza y asistimos a una serie de sonidos familiares como bajo, guitarra eléctrica y órgano Hammond en una especie de regreso al presente con un cierto tono épico que le sienta de maravilla al tema.

“Bread and Wine” – Por fin, cerrando el disco, escuchamos un tema electrónico a base de samples, de aire triste pero esperanzado. Una pieza que habría podido firmar Brian Eno sin demasiados reparos. El inocente sonido de la flauta irlandesa nos despide con un suave aire muy humilde que pone el punto y final a un disco extraordinario.

La primera incursión de Gabriel en el mundo de las bandas sonoras se había producido unos años antes con “Birdy”, la película de Alan Parker, pero es sin duda “Passion” la más lograda de las obras para ese medio del antiguo vocalista de Genesis. La mayor relevancia del disco, sin embargo, hay que buscarla en su influencia decisiva para lanzar Real World Records y, con ello, impulsar de un modo definitivo, el apoyo a las músicas procedentes de todo el mundo que Gabriel venía dando desde que participó en la creación del WOMAD unos años antes. La repercusión de película y disco para dar a conocer a músicos ignorados por el público occidental fue clave y la etiqueta “world music” empezó a ser vista de forma habitual en las tiendas de discos.


Al margen de esto, que ya sería mucho, el valor de “Passion” desde un punto de vista exclusivamente musical es superlativo. No es extraño escuchar a seguidores de Gabriel afirmar que es el mejor de sus trabajos lo cual es doblemente meritorio si tenemos en cuenta que es un disco de un estilo opuesto a cualquier cosa que hubiera grabado antes (e incluso después). Su influencia, además, se puede apreciar en muchos discos posteriores de todo tipo de artistas, quienes emplean recursos musicales similares a los de Gabriel siempre que quieren plasmar de uno u otro modo ambientes relacionados con África, Oriente Medio, etc. Aquellos lectores interesados, encontrarán el disco en los enlaces acostumbrados.

amazon.es

play.com

Nos despedimos con un montaje audiovisual realizado por un aficionado con el tema central de la película como banda sonora:

domingo, 19 de mayo de 2013

Jon Hassell / Brian Eno - Fourth World Vol.1: Possible Musics (1980)




Nuestra memoria no nos alcanza para recordar si fue primero la gallina o el huevo pero aún tenemos recuerdos de aquellos años ochenta y noventa en los que Radio3 era una emisora en la que sonaba música diversa con un denominador común: la calidad. Otra de las señas de identidad de aquellos años era la variedad de estilos contenidos en la programación de la emisora. Nuestros gustos personales se organizaban alrededor de Diálogos 3, Discópolis y el Ambigú, a pesar de los estilos y las personalidades tan diferentes de sus respectivos directores. Había un cuarto programa llamado Músicas Posibles presentado por Lara López y que aún sigue en antena. A primera vista, la música que ahí sonaba tenía muchos puntos en común con la de Diálogos 3, algo lógico si tenemos en cuenta que Lara también llegó a presentar en momentos puntuales el programa de Trecet. Como decíamos al principio, no recordamos si empezó antes el programa de Lara o el de Ramón pero tampoco es relevante. Del primero, nos llama especialmente la atención el nombre: “Músicas Posibles”. Como título resulta absolutamente evocador, más por lo que no dice que por lo que revela. Para nosotros, “músicas posibles” en aquel momento era una declaración de intenciones. Algo así como una rebelión contra las radiofórmulas que programaban estilos monocordes y estereotipados. ¿Es posible otra música? Si. ¿cuál? Ésta. Música posible.

Fue más tarde cuando descubrimos que el origen del título estaba en un disco firmado a dúo por Jon Hassell y Brian Eno. Hassell tuvo una formación musical que le podría haber llevado a ser tan popular como Philip Glass, Steve Reich o cualquiera de los iconos del minimalismo americano. Su admiración por la figura de Miles Davis le llevó a la trompeta como instrumento pero su trayectoria académica le acerca más a la música clásica contemporánea que al jazz. Tras estudiar en New York se trasladó a Europa para profundizar en la música de Stockhausen y, de regreso a los Estados Unidos, conoció a Terry Riley llegando a participar como intérprete en la primera grabación de “In C”. En aquellos años formó parte del “Theatre of Eternal Music” de LaMonte Young. Junto a ellos entró en contacto con la música india y se desplazó a ese país para empaparse de las técnicas y sonidos propios de su cultura y fue en ese momento en el que tomó un camino divergente con respecto al de sus compañeros.

Hassell comenzó a trabajar en modos y maneras de interpretar su trompeta de formas no usuales. A primera vista, nadie pensaría en ese instrumento como uno apto para ejecutar ragas pero Jon pensaba de otro modo y terminó confeccionando un estilo propio que combinaba elementos de lo que más tarde se conocería como “world music”, técnicas minimalistas e instrumentos electrónicos. A esa combinación la denominó “Fourth World”. Tras un par de discos en solitario, Hassell se asocia con Brian Eno y juntos conciben una serie de trabajos que llevarían, precísamente, el título de “Fourth World”. Creemos que la presencia de Eno fue fundamental para plantearse esos discos en términos de elementos de una colección con perspectivas de alargarse en el tiempo ya que esa era una forma de trabajar muy habitual en Eno. Sin ir más lejos, acababa de salir al mercado el tercer volumen de su serie “Ambient” y años atrás había sido una pieza en “Obscure Records”, concepto similar a este con lanzamientos de discos a cargo de diferentes artistas con una concepción vagamente común. El primer volumen de la serie “Fourth World” se convertiría en el disco que hoy comentamos y llevaba el subtítulo de “Possible Musics”.

La mayor parte de los instrumentos son interpretados por Hassell y Eno, que utilizan todo tipo de tratamientos electrónicos aunque el primero se centra en su trompeta, distorsionada hasta hacerse irreconocible en buena parte del disco. Nana Vasconcelos y Aiyb Dieng son los percusionistas y en momentos puntuales aparecen en la grabación el bajista Percy Jones, Michael Brook, también al bajo, Paul Fitzgerald (tratamientos electrónicos), Jerome Harris (bajo) y otros tres músicos tocando palmas en una de las piezas del disco. Aparecen también acreditadas unas misteriosas “criaturas nocturnas de Altamira” cuya primera referencia podemos encontrar en “Vernal Equinoxe”, disco de debut de Hassell pero de quienes no sabemos nada más.

Eno y Hassell en el transcurso de una charla para la que, incluso, se vendían entradas.

“Chemistry” – Una percusión sumamente extraña e irreal abre el disco acompañada de un profundo sonido que uno identificaría antes con un didjeridoo que con una trompeta, tal es la transformación tímbrica que Hassell consigue en su instrumento. Cualquiera que haya escuchado discos como la banda sonora de “La última tentación de Cristo” de Peter Gabriel (en la que toca Hassell) o “My Life in the Bush of Ghosts” de Eno con David Byrne encontrarán en esta pieza un claro antecedente de alguno de los sonidos presentes en esos trabajos. El hecho de que la composición sea una de las tres del disco firmadas por Hassell y Eno justifica que ambos se aprovechasen del sonido logrado. Estamos ante una música inclasificable, que suena ancestral pero también moderna. El resto del disco irá por los mismos derroteros.




“Delta Rain Dream” – Los sonidos electrónicos que abren la pieza recuerdan inmediatamente al Eno que comenzaba a “estandarizar” su etiqueta “ambient”. Con ese fondo sonoro aparecen unas percusiones con un aire ligeramente africano y poco después entra la trompeta de Hassell sonando como un inexistente instrumento ancestral de viento, con algo que recuerda a algunas maderas pero completamente alejado de cualquier trompeta imaginable.

“Griot (over Contagious Magic)” – Una serie de palmadas convenientemente tratadas electrónicamente forman la base del siguiente corte, composición propia de Hassell, en el que queremos ver alguna influencia de Steve Reich y su “Clapping Music” aunque es posible que ambos (Reich y Hassell) beban de una fuente común en algún lugar de África en lugar de influirse el uno al otro. La trompeta suena como un lamento de ultratumba en muchos instantes y profundiza en la sensación de irrealidad que domina toda la escucha.

“Ba-Benzele” – El juego de loops y efectos de sonido es aquí más notorio que en ninguna pieza anterior. Una breve frase repetida una y otra vez es la base de todo el tema en el que se intercalan breves ráfagas de música más verosímil, fragmentos con ritmos coherentes, con bajo y percusión colaborando de un modo ortodoxo que se interrumpen abruptamente para volver segundos más tarde.




“Rising Thermal 14º 16’ N; 32º 28’ E” – Último de los cortes firmados por Hassell & Eno y quizá el más deudor de la etapa minimalista del trompetista, construido a partir de un bucle de trompeta y efectos sonoros que se van añadiendo hasta construir capas y capas de sonido que acaban creando una atmósfera densa y opresiva.

“Charm (over Burundi Cloud)” – La cara B del viejo vinilo está ocupada por una única composición de larga duración que, a su modo, recopila todas las virtudes del disco. Se trata de una extensa pieza que gira alrededor de una percusión constante y unas pocas notas electrónicas que aparecen cada cierto tiempo. A su modo, el papel de esa breve melodía como transición entre las diferentes variaciones del tema nos recuerda a los golpes de piano (o marimba) en la música de Steve Reich y es que, con todo su trasfondo étnico y tribal, esta pieza se podría catalogar sin problemas como una obra minimalista más ya que cumple con todos los requisitos del género.

Hassell se mostró contrariado un tiempo después de la aparición del disco con su colega Brian Eno. El trompetista consideraba que lo que hizo Eno en su siguiente disco “My Life in the Bush of Ghosts”, firmado a dúo con David Byrne, fue una copia de todas las ideas en las que ambos habían trabajado en “Possible Musics” aunque la sangre nunca llegó al río y la pareja volvió a colaborar en nuevos proyectos. Comenta una persona cercana a ambos músicos en aquella época que Eno siempre le decía a Hassell que “estoy de acuerdo en que mereces todo el reconocimiento que quieras pero el “pop” se llama “pop” porque hay mucha gente a la que le gusta y tú no haces música que pueda llegar a gustar a tanta gente”. El propio Brian Eno dijo un tiempo después que “más que un compositor dotado, Hassell es un inventor de nuevas formas de música, un artista con ideas novedosas de cómo puede sonar la música en el futuro y cómo se puede llegar a alcanzar ese sonido. Lo más impresionante de Hassell es cómo consigue que ese sonido sea natural. Muchos músicos “intelectuales” hacen “música intelectual”, árida, gélida y sin alma, como si tratasen de evitar lo misterioso de la intuición, la pasión... nada de eso ocurre con Hassell.”

Aunque “Possible Musics” venga firmado por Hassell y Eno, creemos que la obra tiene más del primero que del segundo, por mucho que el sello de este sea patente e inconfundible. El disco tiene mucho más que ver con los primeros trabajos del trompetista que con cualquier cosa previa publicada por Eno (choca mucho que, siendo esto así, exista un single promocional de aquellos años y firmado por Brian Eno que contenía el tema "Ba Benzele" acompañado en la cara B por "Subterraneans", corte procedente del disco "Low" de David Bowie, trabajos ambos en los que el papel de Eno fue secundario en apariencia). Curiosamente, y a pesar de la presencia del nombre de Brian en la portada, "Possible Musics" no fue un trabajo que alcanzase una gran relevancia comercial, pasando casi desapercibido. Su influencia, por el contrario, fue grande y, según nuestro criterio, formaría parte de una serie de trabajos rompedores aparecidos en un breve espacio de tiempo y que comparten algunas características comunes e, incluso, participantes. Pensamos en el citado “My Life in the Bush of Ghosts” de Eno & Byrne, “Exposure” de Robert Fripp y “Lodger” de David Bowie. Todos ellos muy diferentes a primera vista pero con similitudes notables en lo conceptual. No es casual que Lara López (o quienquiera que fuese el responsable) escogieran el título del disco para un programa de radio de contenido tan ecléctico como era "Músicas Posibles".

La discografía de Hassell no es demasiado extensa y creemos que éste es un buen punto de partida para aquellos interesados en entrar en su mundo. Desgraciadamente, el disco es muy difícil de encontrar hoy en día a un precio razonable, al menos nuevo. Está disponible, en cualquier caso, en los siguientes enlaces:

amazon.com

rockoutlet.it

miércoles, 29 de junio de 2011

Terry Riley - In C (1968)



En La Voz de los Vientos hemos tenido una especial atención en estos meses a las músicas y autores encuadrados de una u otra forma en el movimiento minimalista y sus aledaños. Ha llegado el momento de encargarnos de "La Obra" por excelencia que inauguró el género y lo definió por completo. Se trata de "In C" o "En Do", del californiano Terry Riley.

De esta obra se han dicho muchas cosas. Alguien la calificó como la obra más importante del Siglo XX junto con "La Consagración de la Primavera" de Stravinsky. Otros, más modestamente, la nombraron la pieza musical más importante desde "Marteau Sans Maitre" de Pierre Boulez. Los críticos David Foil y Larry Hamby escriben en los comentarios a la edición del 45 aniversario de la composición que "The Dark Side of the Moon" de Pink Floyd es inimaginable sin "In C". Pete Townsend de The Who tiene esta obra entre sus favoritas y compuso su tema "Baba O'Riley" en honor de su compositor. Músicos de la órbita electrónica como Klaus Schulze han realizado tributos a Riley y no es necesario comentar la deuda que Steve Reich, Philip Glass o John Adams tienen con "In C".

El esquema de la pieza es sencillo en apariencia: un número indeterminado de músicos (Riley apunta como la cantidad ideal los 35 intérpretes) ejecuta una serie de 53 frases musicales de una duración que va desde el medio compás hasta los 32. Cada músico decide cuántas veces repite cada frase, cuándo empieza con ella y cuándo con la siguiente. Debe respetar el orden de las 53 partes aunque puede tomar la decisión, por ejemplo, de omitir alguna si así lo cree conveniente. El título de la obra hace referencia a la omnipresencia de la nota "do" que se utiliza a modo de metrónomo durante toda la composición como un pulso contínuo.

La obra se estrenó en 1964 pero no fue hasta 1967 que conoció su primera versión grabada, en esta ocasión para la CBS dentro de su nueva linea llamada "Música de nuestro tiempo". En la grabación participan once músicos aunque en el estudio se doblarían y superpondrían varias pistas para alcanzar el resultado deseado. Los intérpretes de la obra fueron, además del propio Riley al saxo: Margaret Hassell, Lawrence Singer (oboe), Darlene Reynard (fagot), Jon Hassell (trompeta), Jerry Kirkbride (clarinete), David Shostac (flauta), David Rosenboom (viola), Stuart Dempster (trombón), Edward Burnham (vibráfono) y Jan Williams (marimbáfono).

Podeis comprar la grabación aquí:

play.com

amazon.com

Y escuchar aquí un fragmento con los primeros minutos de la obra:




Esperamos que disfrutéis de la composición como se merece. Todo aficionado al minimalismo, y nos consta que lo sois la mayoría de los que nos visitáis, debería tener esta grabación entre sus discos de cabecera.