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viernes, 23 de marzo de 2018

Blackfield - Blackfield V (2017)



Cuando escribimos nuestra última reseña sobre Blackfield, lo hicimos con la convicción de que el proyecto tocaba a su fin en aquel entonces, al menos, el Blackfield que habíamos conocido. Steven Wilson se desvinculaba casi por completo de la banda dejando a los mandos a Aviv Geffen quien estaba más que cualificado para llevar las riendas pero seguramente por un camino diferente al que había seguido hasta entonces. El proceso de separación de Wilson había sido progresivo y su peso fue cada vez menor en el proyecto a partir del tercer disco. De hecho, las entrevistas de la época de “Blackfield IV” daban a entender que el artista británico se iba a centrar casi en exclusiva a su carrera en solitario a partir de entonces.

Lo cierto es que esa impresión parecía confirmase con la publicación de “Hand. Cannot. Erase.” y el mini-album “4 1/2” poco después. Sin embargo, a finales de 2015 aparecían imágenes de Wilson y Geffen grabando en el estudio en compañía, nada menos que de Alan Parsons. Recordaremos que el afamado ingeniero de sonido y compositor había participado tiempo atrás en el tercer disco de estudio en solitario de Wilson y ahora parecía repetir colaboración con Blackfield. Habría nuevo disco y el anuncio del mismo, que iba a llevar el título de “Blackfield V” llegaría en agosto de 2016 aunque el lanzamiento iba a retrasarse hasta comienzos del siguiente año.

Contra todo pronóstico, la participación de Wilson volvía a ser importante. De nuevo es el vocalista principal de la mitad del disco (en el anterior apenas lo era en una canción) y participa en la composición de tres cortes cuando entre los dos trabajos anteriores apenas escribió uno. Si embargo, seremos injustos al centrarnos en la figura de Wilson porque Blackfield es, principalmente, el proyecto del israelí Aviv Geffen, líder y compositor principal de la banda. Aunque no es muy conocido en occidente, en Israel es una estrella. Una de las más comprometidas, de hecho. Su carrera empezó como estrella adolescente de la pantalla con participaciones en series de televisión e incluso en alguna película pero pronto se inclinó por la música revelándose como un activo militante de la izquierda israelí y llegando a grabar varias canciones antimilitaristas (Geffen se libró del durísimo servicio militar de su país por razones médicas). Por si eso no fuera suficiente, también es un declarado ateo en un país que se define a partir de su religión. Antes de Blackfield había grabado una docena de discos en solitario si bien es cierto que esa faceta suya quedó en suspenso a partir de su relación con Wilson y del nacimiento del proyecto conjunto de ambos. De hecho, desde el debut con “Blackfield” (2004), Geffen apenas ha publicado un puñado de discos propios, algunos con una distribución muy limitada (uno de ellos se distribuyó en exclusiva en las tiendas de la cadena de café Nespresso, por ejemplo).

Para “Blackfield V” la formación del grupo es la habitual de los últimos años con la única baja de Seffy Efrati cuya labor al bajo realiza aquí el propio Wilson. Sin él, la banda queda conformada por Aviv Geffen (voz, guitarra, bajo, teclados, piano, Mellotron y arreglos de cuerda), Steven Wilson (voz, guitarra, bajo, teclados y programaciones), Tomer Z (batería y percusiones) y Eran Mitelman (teclados, piano, Mellotron y órgano Hammond). En determinados temas intervienen también la vocalista Alex Moshe, el guitarrista Omri Agmon y el bajista Hadar Green. Alan Parsons hace coros en una de las canciones y la orquesta que puede escucharse en buena parte del disco es la London Session Orchestra, habitual en todos los discos en solitario de Wilson desde “Grace for Drowning” en adelante.

Aviv Geffen y Steven Wilson: Blackfield


“A Drop in the Ocean” - El disco comienza con un tema instrumental escrito por Geffen y Wilson. Es una breve pieza orquestal muy reposada con un ligero aire cinematográfico que quizá merecía un mayor desarrollo.

“Family Man” - Había prisa por introducir el primer cañonazo del disco que fue también su único single. Se trata de una canción de Geffen cantada por Wilson. Un tema rockero muy potente con una importante presencia de guitarras construyendo un afilado fondo que le da un carácter muy particular a la canción. Pese a tener el tono habitual de la banda hay un acercamiento a sonidos más duros que le viene realmente bien a un tema muy interesante.




“How Was Your Ride?” - El siguiente corte comienza de forma muy diferente a partir de una serie de breves arpegios de piano de los que emerge la voz de Wilson. Luego se desarrolla en forma de tiempo medio de tono melancólico con una gran presencia de las cuerdas. Es uno de los cortes producidos por Alan Parsons y su toque se nota especialmente en el solo central de guitarra que tiene un sonido muy particular aunque también las cuerdas y los coros tienen el toque del productor (quien participa en ellos, de hecho).

“We'll Never Be Apart” - Pasa Geffen a la voz principal en la siguiente canción en la que es la guitarra la que hace de maestro de ceremonias. Alan Parsons sigue en la producción pero queremos quedarnos en esta ocasión con el trabajo de Tomer Z a la batería. Verdaderamente notable.

“Sorrys” - Un toque muy americano envuelve la guitarra que abre el siguiente corte, como el anterior, escrito y cantado por Geffen. Volvemos a oir aquí las preciosas armonías vocales con Wilson a los coros que ya disfrutamos en los primeros discos de Blackfield aunque sin mucho desarrollo dada la corta duración del tema, rasgo común este a buena parte de las canciones de un disco en el que pocas superan los cuatro minutos.

“Life is an Ocean” - Geffen y Wilson firman a dúo la siguiente canción y también la cantan juntos. Contrariamente a lo que podríamos pensar, es una de las más flojas de todo el trabajo. Es cierto que planea sobre ella un aire a Pink Floyd que, a priori, resulta prometedor pero por algún motivo no termina de engancharnos.

“Lately” - En el siguiente tema asistimos a un dúo vocal entre Wilson y la cantante israelí Alex Moshe que funciona mucho mejor que el tema anterior. También tiene una mayor vitalidad en todos los sentidos, desde el atractivo ritmo de batería hasta las guitarras que la propulsan de un modo extraordinario. Una de las mejores canciones del disco en la que encontramos ciertos nexos con el Wilson del reciente “To the Bone”, especialmente en el descarado enfoque “pop”. La canción está compuesta por Geffen por lo que esta relación con el último disco de Wilson habría que leerla en clave de influencia de uno sobre el otro.

“October” - El trabajo continúa con un tema muy intimista y delicado en el que los arreglos de cuerdas y piano tratan de contradecir esa afirmación. Nos explicamos: la pieza probablemente pedía un enfoque más austero para incidir en los aspectos más dramáticos de la melodía pero la solemnidad de la orquesta y un extraordinario piano terminan por elevar el tono hasta niveles épicos.

“The Jackal” - Esta vez es un logrado “riff” de guitarra el que nos da la bienvenida a otra de nuestras canciones favoritas del disco que es un auténtico retorno al espíritu de los primeros trabajos de la banda. Otro tiempo medio memorable en el que las voces de Geffen y Wilson mezclan a la perfección.

“Salt Water” - El segundo instrumental del disco está firmado por Aviv Geffen. Es un bonito tema de guitarra eléctrica con un gran apoyo por parte de la orquesta primero y de la batería en la parte final. Una transición muy efectiva hacia el tramo final del disco.

“Undercover Heart” - Uno de los comienzos más oscuros del disco pero también uno de los más personales de Geffen desemboca en un temazo pop con un estribillo irresistible con un punto de inocencia que nos encanta. Hay muchos estilos e influencias que convergen en este tema y lo convierten en una de nuestras debilidades dentro del trabajo. Precioso.

“Lonely Soul” - Geffen se reserva su propio dueto con Alex Moshe para esta atípica canción marcada por los ritmos electrónicos programados por Wilson que le dan un extraño toque “chill out”. Geffen prácticamente se limita a repetir como un mantra “I'm a Lonely Soul” y Moshe por su parte hace lo propio con el estribillo: “Everything is broken, everything is chaos, everything is in me”. Una canción ajena por completo al resto del disco pero que tiene cierta gracia.




“From 44 to 48” - Cierra el disco la única canción firmada (y cantada) por Wilson en solitario. Es una balada clásica sobre un tema habitual en las letras de Wilson como es la evolución del joven soñador hasta el adulto que comprueba como la mayor parte de su ilusiones quedaron muy lejos de cumplirse. El tema no parece dar mucho de sí hasta la parte final en la que remonta gracias a un magnífico trabajo instrumental. No es la mejor canción de Wilson pero sí un buen cierre.




A estas alturas lo cierto es que no esperábamos mucho de Blackfield tras dos trabajos que, si bien, no eran malos discos, sí que marcaban una acusada linea descendente con respecto a los dos primeros de la banda. Con “Blackfield V” se rompe un poco esa tendencia, a nuestro juicio. No llega aún a los niveles de excelencia de los primeros discos pero se aprecian signos de recuperación. La única duda surge de la propia continuidad de un proyecto en el que sus dos miembros principales tienen la cabeza en sitios diferentes lo que hace complicado que sus objetivos converjan a menudo aunque nunca se sabe. Nada hacía presagiar que llegase a aparecer este disco así que podrían volver a darse las circunstancias para la salida de nuevos volúmenes del proyecto Blackfield que siempre serán bienvenidos.

Os dejamos con el trailer promocional realizado para el disco:

 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Porcupine Tree - In Absentia (2002)



Muchas cosas cambiaron en muy poco tiempo en los meses posteriores a la publicación de “Lightbulb Sun” dentro de Porcupine Tree. Quizá las más significativas fueron las relativas a la toma de contacto de Steven Wilson con dos músicos muy diferentes que influyeron de formas opuestas en el enfoque de la música de la banda de cara al siguiente disco. Los lectores habituales del blog conocen sobradamente ambos nombres: Aviv Geffen y Mikael Akerfeld.

¿Qué importancia tuvieron ambos sobre el sonido de los nuevos Porcupine Tree? Tiene que ver con la relación que Wilson estableció con cada uno de ellos. Con Aviv Geffen sintonizó de tal manera que decidieron colaborar en el futuro. Como la música del israelí era un pop rock elegante y sin estridencias, Wilson orientó esa parte de su repertorio a su proyecto con Aviv que llevaría el nombre de Blackfield. De este modo, con esa salida para el lado más “popero” de Wilson, Porcupine Tree se podía liberar de ese enfoque que había tenido un peso importantísimo en sus dos trabajos más recientes, el ya comentado aquí “Stupid Dream” y el mencionado más arriba “Lightbulb Sun”. ¿Qué tipo de estilo iba a reemplazar a esta faceta pop de Porcupine Tree en los tiempos venideros? Ahí entra en acción Akerfeld, líder de Opeth, banda que empezaba a hacerse un hueco importante entre los seguidores del rock más duro con ciertos toques de rock progresivo. Wilson iba a trabajar con los suecos en la producción de su siguiente trabajo y eso marcó la nueva orientación de Porcupine Tree hacia un metal progresivo que sería la seña de identidad de la próxima etapa de la banda.

Al margen del cambio estilístico, o de forma paralela al mismo, hubo otras dos novedades muy importantes: la banda dejó su anterior sello discográfico para recalar en Lava Records, algo más humilde que el anterior pero que a Wilson le pareció un entorno ideal para desarrollar sus nuevas ideas. El segundo cambio vino de la mano de la renuncia de Chris Maitland, batería de la banda desde que esta existió como tal y participante en varios proyectos de Wilson como No-Man o I.E.M. La baja de Maitland era un golpe importante, tanto que ni siquiera se plantearon sustituirle y la idea era continuar con bases rítmicas programadas. Lo cierto es que justo antes de empezar a grabar, surgió la posibilidad de contar con Gavin Harrison, batería sensacional y tremendamente versátil que tan pronto grababa con Eros Ramazzoti como lo hacía con Iggy Pop, Lisa Stanfield o Franco Battiato (a título de curiosidad, uno de sus últimos trabajos antes de entrar a formar parte de Porcupine Tree fue en el disco “Nunca el tiempo es perdido” de Manolo García).

Casi todos los temas del disco iban a ser obra de Steven Wilson quien se iba a centrar esta vez en una serie de retratos de personajes siniestros, perturbadores, como los que suelen aparecer en todos sus discos pero con especial atención ahora en los “serial killers” y en los clásicos “abusones” juveniles.

Gavin Harrison, la gran incorporación de Porcupine Tree para el disco.

“Blackest Eyes” – Un comienzo suave no hace presagiar en modo alguno la súbita explosión rockera que escuchamos a continuación en forma de agresivo riff. Sin embargo, no estamos ante una canción “heavy” como podríamos pensar ya que enseguida experimenta un nuevo giro hacia un pop robusto pero civilizado. El texto nos presenta a una madre cantando nanas a su hijo sin sospechar que en un futuro se iba a convertir en una bestia. Como jugando con esa potencialidad, la música gana en energía y dureza conforme avanza la canción con varios regresos al riff del comienzo. Un gran comienzo para un disco prometedor.



“Trains” – Empieza la canción con un formato de balada acústica muy logrado con unos preciosos fondos de mellotron. Los juegos vocales de la parte central de la canción son fantásticos y preceden a un interludio en el que se combinan guitarras acústicas, palmas y un ambiente casi infantil que recuerda a la época en la que el protagonista disfrutaba visitando las vías del tren. Un gran tema que supuso un éxito considerable para la banda y que, aún hoy, forma parte del repertorio de Wilson en solitario siendo la única composición de Porcupine Tree como banda que sigue interpretando.

“Lips of Ashes” – Llegamos a un interludio casi instrumental (apenas hay dos estrofas de texto) lleno de sonidos acústicos, psicodélicos, que recuerdan a épocas pasadas de la banda. Un sonido muy “floydiano” en general que nos parece una transición magnífica para continuar con el disco y en el que queremos apreciar una cierta influencia de Opeth (especialmente en algunos arreglos vocales), con quienes Wilson empezaba a trabajar en aquellas fechas.

“The Sound of Muzak” – Dura crítica de Steven a la situación de la industria musical que produce canciones clónicas, sin alma, para un público al que todo le da igual. “the music of the future will not entertain, it’s only meant to repress and neutralise your brain”. La canción es magnífica de principio a fin pero si hay algo que destaca sobremanera en la misma es la excepcional interpretación de Gavin Harrison a la batería. Si el lector tiene interés, podrá encontrar videos en youtube en los que el músico ofrece clases magistrales utilizando, precisamente, esta canción como base para las mismas.

“Gravity Eyelids” – Un ambiente perturbador de sintetizadores abre la pieza y pronto se suman a él una serie de bases rítmicas programadas. De inicio, la canción parecería encajar mejor en un proyecto más orientado al trip-hop como era el disco “Wild Opera” de No-Man. La forma casi desgarrada de cantar de Wilson refuerza esta opinión. La entrada del mellotrón y el piano justo antes de la entrada del estribillo es inquietante y cuando aparecen el bajo de Colin Edwin combinado con la batería de Harrison nos damos cuenta de que estamos ante otra canción magnífica que en sus últimos momentos se transforma radicalmente con una “coda” en clave de metal progresivo realmente magnífica.

“Wedding Nails” – De nuevo un riff lleno de energía nos prepara para unos minutos de rock instrumental con toques de jazz y algunas secciones de “ambient” electrónico que no deja de ser un anticipo de lo que Wilson nos iba a brindar en años recientes, ya como artista en solitario. La autoría de la canción es compartida entre Steven y el teclista Richard Barbieri.

“Prodigal” – Llegamos a una canción de desesperanza con un esquema clásico que, en sus primeros compases tiene muchos puntos en común con lo que hacían en años anteriores badas como Radiohead. Es un tema oscuro en que algunos punteos de guitarra y notas sueltas de piano parecen aportar cierta luz de tanto en tanto. Mientras, las letras retratan a un personaje en plena caída, que ha probado de todo para hallar un aliciente sin éxito “I tried the capsule and I tried the smoke, I tried to aid escape like normal folk but I never seemed to get the joke”.

“3” – Una personalísima línea de bajo arropada por los sintetizadores va preparando la llegada de la batería en un magnífico tema instrumental que recuerda los momentos más psicodélicos de discos anteriores como “Up the Downstair” o “The Sky Moves Sideways”. Aparece entonces una sección de cuerda fantástica para marcar el cambio hacia la segunda parte de la pieza en la que escuchamos los únicos dos versos cantados de todo el tema, envueltos en las clásicas guitarras acústicas marca de la casa y la nostalgia personificada en el mellotrón.

“The Creator Has a Mastertape” – El bajo vuelve a ser quien marca la pauta de una composición veloz, con clara influencia del krautrock, distorsiones en las guitarras y también en la voz de Wilson. Por temática, esta canción es un claro antecedente de “Index” del segundo disco en solitario del artista ya que nos encontramos ante un tipo similar de coleccionista, tanto de objetos como de personas. El título del tema se nos antoja un homenaje al tema de Pharoah Sanders que ocupaba la práctica totalidad de su LP “Karma” y que tenía por título “The Creator has a Masterplan”.

“Heartattack in a Layby” – Tras la agotadora demostración del tema anterior, entramos ahora en una melancólica balada que, como ocurre a menudo con las letras de Wilson, parece una simple canción de desamor más hasta que el texto va revelándonos lo siniestro de la historia que nos narra el protagonista mientras fantasea con el deseo de su pareja de volver con él, algo muy lejano de la realidad y que nos hace ponernos en lo peor.

“Strip the Soul” – Por tercera vez en el disco es el bajo el que abre las hostilidades de un tema aún más inquietante que el anterior en el que el protagonista nos habla de su mujer e hijos, probablemente ya asesinados como dan a entender algunas de las líneas del texto “they are not gone they are not gone they are only sleeping”. Un nuevo psicópata para la ya extensa colección de Wilson. La canción, con todo, es una de las más interesantes del disco y la única que firma Colin Edwin al 50% con el vocalista.

“Collapse the Light Into Earth” – Un piano ligeramente distorsionado es el único acompañamiento de la voz de Wilson en los primeros instantes de una emocionante balada a la que se van añadiendo elementos, como un fondo electrónico que crece poco a poco acompañado de las cuerdas hasta conformar un final épico que la convierte en una de nuestras canciones favoritas de la banda. Una “delicatessen” que pone punto y final a un disco memorable.



Aún hoy muchos fans consideran a “In Absentia” como el gran disco de Porcupine Tree y, si atendemos al hecho de que reúne un poco de todos los estilos que ha ido recorriendo la banda en estos más de veinte años, tenemos que darles la razón. En “In Absentia” encontramos rock progresivo, psicodelia, toques de metal, momentos pop, electrónica, trip hop o ambient sabiamente repartidos y equilibrados a lo largo de la hora larga que dura el disco. Hay también algo de Blackfield, de I.E.M. o de No-Man en el disco que, en ese sentido, puede considerarse como una magnífica puerta de entrada, no sólo en el universo de Porcupine Tree sino en el más amplio de su líder Steven Wilson. Por ello, no tenemos otro remedio que recomendarlo encarecidamente. No os dejará indiferentes. La alineación de la banda en el disco es: Steven Wilson (voz, guitarras, piano, banjo), Richard Barbieri (sintetizadores, mellotron, órgano Hammond), Colin Edwin (bajo) y Gavin Harrison (batería, percusiones). Como invitados especiales aparecen Aviv Geffen, que hace coros en dos canciones, y John Wesley, coros en tres canciones y guitarra en la primera del disco.

Para adquirirlo, os dejamos un par de posibles enlaces como es costumbre aquí:

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Nos despedimos con un video de Gavin Harrison demostrando sus habilidades en "The Sound of Muzak"

domingo, 22 de septiembre de 2013

Blackfield - Blackfield IV (2013)



La decisión de Steven Wilson de centrarse en su carrera en solitario por encima de otros proyectos en los que solía colaborar, ha tenido su primera víctima en el parón sufrido por su banda principal, Porcupine Tree, pero hay algún que otro daño colateral más. Por ejemplo: apenas aparecido el disco “Welcome to My DNA” de Blackfield, Aviv Geffen anunció que ya estaba trabajando en uno nuevo lo que obligó a Wilson a declarar que su participación en ese hipotético disco sería testimonial.

En el fondo, no estamos ante una gran diferencia con respecto a otros lanzamientos del grupo ya que la fuerza motriz principal de Blackfield siempre fue Geffen limitándose Wilson a un rol secundario con una participación menor en cuanto a la composición de las canciones. Según apunta Steven en distintas entrevistas, lo que Aviv Geffen quería hacer con Blackfield no le permitía colaborar como hasta entonces. La idea del israelí era grabar un disco e iniciar una larga gira con el mismo, algo que chocaba con las intenciones de Wilson para con su propia carrera ya que, en ningún caso iba a poder compatibilizar una gira con Blackfield con ninguno de sus otros proyectos (recordemos, discos en solitario, giras propias, producciones para otros artistas, remasterizaciones de clásicos del rock progresivo, etc). Wilson se apartó a un lado y Geffen, que dispone de más tiempo libre (fue jurado de “La Voz” en la versión de Israel) y había seguido publicando discos en solitario con su propio nombre, optó por continuar adelante con la etiqueta Blackfield, quién sabe si adoptándola ya como propia en un futuro.

Uno de los motivos principales que esgrimió Wilson a la hora de reducir drásticamente su implicación en el disco es que, si este iba a ir seguido de una gira, tendría poco sentido que la voz principal en los conciertos no fuera el mismo del CD. Geffen, por su parte, tenía otra idea al respecto y contó, no sólo con la voz del que fuera líder de Porcupine Tree sino con la de varios artistas invitados, vocalistas de peso en bandas importantes como eran Vincent Cavanagh, de Anathema, Brett Anderson, de Suede o Jonathan Donahue, de Mercury Rev aunque, evidentemente, ninguno de ellos iba a estar disponible para girar con el israelí.

Nos sorprende especialmente una omisión en los créditos del disco (al menos en la edición normal, que es la que tenemos en nuestro poder): Aunque Blackfield siempre había sigo el proyecto conjunto de Geffen y Wilson, lo cierto es que había un núcleo de músicos israelíes más amplio que aparecían en todos los discos anteriores. Aunque siguen participando en “Blackfield IV” según hemos podido averiguar, no aparecen por ningún lado en el libreto del CD. Los créditos al completo debería incluir, aparte de los citados vocalistas invitados a Aviv Geffen (voz, guitarra y teclados), Steven Wilson (voces y guitarras), Seffy Efrati (bajo), Tomer Z (batería y percusión) y Eran Mitelman (piano, teclados).

Aviv Geffen, líder de Blackfield

“Pills” – Guitarra acústica y mellotrón son los acompañamientos de las voces de Wilson y Geffen en los primeros instantes de una canción magnífica, heredera perfecta del estilo de la banda. Un estribillo perfecto, armonías vocales impecables y una factura impecable para un tema que, a pesar de su brevedad (nota común a todos los del disco, por otra parte) reúne elementos progresivos y algún toque de metal.



“Springtime” – Continuamos con un tema pop de corte épico inducido por los arreglos de cuerda, realmente solemnes y muy acertados. Geffen es mucho más directo en este trabajo y esto se nota en canciones como esta en las que se va al grano, sin extenderse en introducciones ni pasajes instrumentales. La canción termina demasiado pronto dejandonos con ganas de más.

“X-Ray” – Vincent Cavanagh hace su aparición en esta balada de aire melancólico y tintes románticos. Un tema pop algo facilón que no termina de convencernos. Quizá las expectativas con Blackfield siempre son muy altas pero creemos que a cortes como este les falta algo para alcanzar el nivel medio de otros lanzamientos de la banda.

“Sense of Insanity” – El dúo Geffen / Wilson vuelve a tomar las riendas vocales en este tema. Se trata de una canción muy interesante en su primera parte pero que experimenta un giro hacia los U2 de “The Joshua Tree” una vez superado el estribillo que no le hace ningún favor. No estamos diciendo que sea una mala canción. Muy al contrario, nos parece de las más destacadas del disco pero hay una búsqueda, quizá inconsciente, de el estribillo épico, de la frase reconocible, que no era tan notoria en otros discos de la banda. El coro final es una prueba de eso que decimos.



“Firefly” – El “frontman” de Suede, Brett Anderson es el encargado de cantar la siguiente canción del disco. Geffen le reserva un tema muy enérgico y atractivo que tiene todo el potencial para convertirse en una de las insignias del disco con una batería omnipresente y unas cuerdas muy acertadas que se complementan a la perfección con los teclados electrónicos. Suena como un paso más en la evolución del sonido de Blackfield y, por ello, nos parece el tema más prometedor.

“The Only Fool is Me” – Jonathan Donahue es el último de los vocalistas invitados en aparecer y lo hace con una balada fragil en la que sólo el arpa y unas delicadas cuerdas hacen de acompañamiento. El tema tiene un delicioso e indisimulado aire a los Beatles que le viene muy bien. Otro de los grandes momentos del disco.

“Jupiter” – Llegamos al único de los temas del disco en los que Wilson canta en solitario. Continuando con la influencia de los Beatles, la batería y el piano del comienzo podrían haber tenido cabida en cualquiera de los discos de la última etapa del cuarteto de Liverpool. Sin embargo, le falta algo para alcanzar la magia que tienen otros temas de Blackfield de discos pasados. Es una canción correcta pero siempre esperamos más de Geffen.



“Kissed By the Devil” – Geffen en solitario dirige una canción muy progresiva, con una mezcla de elementos de algo parecido al “power pop” y teclados absolutamente “floydianos”. A nuestro juicio, es uno de los temas más interesantes aunque no estamos del todo convencidos de que está correctamente resuelto.

“Lost Souls” – La pieza más guitarrera del disco vuelve a juntar las voces de Geffen y Wilson. Se trata de un corte rockero con mucho potencial comercial que podría sonar en cualquier FM convencional y hacer fortuna. Aviv Geffen demuestra tener talento más que sobrado para hacer estas cosas casi sin despeinarse.

“Faking” – Acercándonos al final nos encontramos con otra de esas canciones que llevan el sello de Blackfield grabado a fuego. Un tema espectacular que resume en unos pocos minutos todo el buen hacer de un Geffen que sabe hacer muy bien las cosas. Los arreglos orquestales son, sencillamente, magníficos. Otro de los puntos culminantes del disco.

“After the Rain” – El final de este “Blackfield IV” es algo desconcertante por cuanto se trata de un tema fundamentalmente electrónico a base de ritmos programados sobre el que sólo escuchamos la voz de Geffen tratada electrónicamente. Extraño final para un disco que nos despierta sentimientos encontrados.


Tras concluir la escucha del disco, lo primero que pensamos es que nos hemos quedado con ganas de más. Que se nos ha hecho corto. Lo segundo no es una mera sensación ya que la duración total del CD apenas supera la media hora lo que llama mucho la atención cuando vivimos en una época en la que muchos EPs alcanzan y superan ese tiempo. Lo primero tiene que ver con la calidad media de un trabajo que se queda algo lejos de lo que nos tenía acostumbrado Geffen. Los dos primeros discos de Blackfield fueron ejercicios magistrales de pop bien hecho. El tercero, en el que el músico israelí toma el mando de la nave (y de ahí el título, “Welcome to My DNA”) bajó un poco el listón para llegar al cuarto en el que desciende un peldaño mas. Evidentemente, “Blackfield IV” sigue por encima del nivel medio del pop rock actual pero, a nuestro juicio, supone un pequeño retroceso. No creemos que pueda achacarse al hecho de que Steven Wilson ya no tenga la implicación de antaño pero el hecho es que algo no funciona igual que antes. Esperaremos próximos acontecimientos para comprobar la evolución del proyecto. Mientras tanto, disfrutemos de este disco, que tiene mucho material muy aprovechable. Si queréis haceros con él, lo podéis encontrar en los enlaces habituales.

burningshed.com

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lunes, 6 de febrero de 2012

Blackfield - Blackfield II (2007)



Cerramos hoy el repaso que hemos hecho desde hace unos meses a la discografía de Blackfield con el disco titulado, simplemente, “Blackfield II” aparecido en 2007. Tras el lanzamiento del primer disco de la banda en 2004, tanto Geffen como Wilson, principales motores del grupo, se centraron en sus proyectos personales hasta que a principios de 2006, Steven encontró tiempo para desplazarse Israel y trabajar con Geffen en lo que sería el segundo lanzamiento de la banda y, a nuestro juicio, el mejor de los que han grabado hasta hoy. Como ya hemos indicado en alguna ocasión anterior hablando del grupo, Blackfield es otro de los muchos proyectos de Steven Wilson al margen de Porcupine Tree aunque sería injusto quedarnos con esa idea ya que el peso de la mayor parte de las composiciones de la formación lo lleva el otro componente principal de la banda, Aviv Geffen. Sin más dilación, entramos en los comentarios de todas las canciones del disco.

“Once” (Wilson) – Abre el disco una enérgica introducción de batería, sóla al principio y acompañada del bajo poco después en lo que arranca como una canción pop sin demasiadas pretensiones en la que se nos cuenta la típica historia de amor fugaz que tantas veces hemos oído antes. Sin embargo, hay un giro algo más duro con un guitarreo muy “noventero” si se nos permite la expresión, antes de llegar al estribillo. Con todo, la canción no termina de tener nada de especial salvo su perfecta factura marca de la casa aunque y no llega a cubrir las expectativas que una canción de Steven Wilson suele despertar. Tiene momentos que no dejan de recordar a bandas como Radiohead.

“1000 People” – Nueva versión con letra en inglés adaptada por Wilson de una canción incluída en el disco de 2006 “With the Time” de Aviv Geffen. En ella nos habla de la soledad y la incomprensión que muchas veces sufre una persona, sólo a causa de su timidez a pesar (o precisamente por eso) de su popularidad. En lo musical, ya sabemos cómo se las gasta el compositor hebreo y esta canción es un ejemplo más. Un precioso tempo medio introducido por una cadencia de piano y con una fuerte presencia de teclados que junto a las cuerdas de la orquesta le dan una gran consistencia a la canción. Sin duda, Geffen es un talento a seguir, aunque suene raro hablar en estos términos de un atrista que lleva más de una decena de discos publicados. El tema cuenta con la participación de varios músicos invitados de la órbita de Geffen: Ofer Meiri (teclados), Harel Ben-Ami (guitarras) e Itamar Leshem (french horn).

“Miss U” – Casi sin solución de continuidad nos encontramos metidos en la siguiente canción en la que afrontamos un tema recurrente en los textos de Geffen (también en los de Wilson, por otra parte) como es el de la separación. En este caso, el protagonista cuenta su desolación al conocer que su antigua pareja tiene otra relación y lo que le cuesta asumir la nueva situación. Musicalmente la canción parece continuación de la anterior por cuanto que se repiten los mismos esquemas casi punto por punto.

“Christenings” – La siguiente canción es obra de Steven Wilson y fue escrita para el disco “Deadwing” de Porcupine Tree en 2005 siendo finalmente descartada del mismo. Aunque Wilson es una estrella, son varias las canciones que ha escrito sobre el tema en las que la visión que da de la fama es poco halagüeña. En “Christenings” nos habla de una de esas estrellas en decadencia a la que se encuentra en no muy buen estado visitando una tienda de discos. La habilidad de Wilson con las letras nos pone en situación con un simple párrafo con el que abre la canción “I met you in a record store, you had slept in the clothes you wore but I knew I’d seen you somewhere before”. La introducción de la canción tiene un aire que nos recuerda poderosamente a clásicos del género progresivo y nos viene a la cabeza “I Talk to the Wind” de King Crimson. A pesar de todo, el aire pop de la canción lo aleja del género y explica que el tema fuera reservado por Wilson para otro proyecto distinto del de Porcupine Tree que en aquella época estaba moviendose en unos registros más cercanos al metal progresivo. Con todo, la canción nos sirve para comprobar cómo su autor se mueve con toda naturalidad en géneros más ligeros. Como leímos en una ocasión, aunque no recordamos quién lo escribió, puede ser más difícil hacer una buena canción pop que una progresiva. En todo caso, éste es un ejemplo del primero de los casos. Al ser un tema procedente de las sesiones de “Deadwing”, aparecen como intérpretes los componentes de Porcupine Tree Richard Barbieri (piano eléctrico y stylophone) y Gavin Harrison (batería).

“This Killer” – Una nueva canción introspectiva de Geffen sobre esa personalidad oculta que todos tenemos y que aparece en determinados momentos en que perdemos el control. El tema tiene un aire mucho más oscuro que los anteriores escritos por Geffen. El piano no aparece hasta bien entrado el tema y su papel es secundario. Su papel como instrumento introductorio habitual en las composiciones de Aviv lo ocupa la guitarra acústica.

“Epidemic” – Nueva versión con letra en inglés adaptada por Wilson de una canción incluída en el disco de 2006 “With the Time” de Geffen. Se repite el tema del amor no correspondido, la ruptura y la imposible reconciliación. Un tema muy manido pero ¡Hey! Esto es pop. Muy bien hecho pero pop al fin y al cabo y todo género tiene unos códigos que hay que respetar aunque te llames Steven Wilson. Daniela Pick aporta segundas voces en el que es uno de los mejores temas del disco, dominado una vez más por una suave cadencia de piano a la que se suman algunos efectos electrónicos, no del todo habituales en Blackfield. Con todo, quizá sea el corte más cercano al rock progresivo de todo el album. Con la promoción adecuada, temas como este habrían podido alcanzar puestos muy altos en las listas de éxitos pero, ¿a quién le importa? Podeis escuchar una versión de la canción interpretada en una entrevista radiofónica cortesía de la propia banda y disponible a través de soundcloud.



“My Gift of Silence” – Continuando en la linea del disco, otro tema hablando de rupturas, de reconciliaciones imposible deseadas sólo por una de las partes, ajena a la realidad y de falsas esperanzas. Steven Wilson se nos muestra en su mejor versión en una canción con aromas de himno en muchos momentos. El piano eléctrico corre por cuenta de Eran Mitelman como artista invitado.

“Someday” – Un punto en común entre Geffen y Wilson es la obsesión de ambos con la infancia y, a tenor, de sus letras, en los dos casos debió de ser una etapa complicada. El protagonista de la canción es el típico “patito feo”, marginado por sus compañeros (“while the children played with joy, you’re the one they would avoid”) hasta que, de un modo u otro, alcanza el éxito y se encuentra a aquellos que le despreciaron tratando de ganarse sus favores un tiempo después (“They’ll buy you drinks and tell you lies, paper umbrella with some ice”). Tras un comienzo con algo de aroma a los Beatles de “Because”, por poner un ejemplo, la canción combina pasajes tranquilos con interludios más rítmicos marcados por una batería casi metronómica enriquecidos en todo momento por las cuerdas que en todo el album interpreta la Downtown Session Orchestra. Otro de nuestros temas favoritos del disco, sin duda.

“Where is My Love?” – Esta canción escrita por Geffen data de unos años antes del lanzamiento del disco y ya había aparecido como demo en la edición limitada del primer disco de Blackfield. No se trata de la canción más destacada del disco y en ciertos momentos tiene un aire a brit-pop que no le hace ningún bien. Un pecadillo venial que nos resulta fácil perdonar cuando escuchamos la canción que cerrará el disco.

“End of the World” – Y para ello, al dúo se reserva una sensacional versión de un tema escrito por Geffen quien ya lo había grabado años atrás junto con el cantautor israelí de orígen turco, Berry Sakharof. A nuestro juicio, la mejor canción del disco y la más impresionante, tanto en lo musical como en sus textos de corte apocalíptico en los que se nos dice que todo es una gran mentira y que no hay esperanza. Todas las palabras que podamos gastar para describir la canción servirían de poco ante la imbatible calidad de la composición. Con un poco de Pink Floyd por aquí y un aire de clásico himno rock por allí, Blackfield culminan un disco imprescindible de la mejor forma posible. Podeis escuchar el tema en su integridad procedente de la cuenta de la banda en soundcloud




Blackfield son: Aviv Geffen (teclados, guitarras, voces), Steven Wilson (guitarras, teclados, voces), Daniel Salomon (piano), Seffy Efrat (bajo) y Tomer Z (batería, percusión.

Os dejamos un enlace a la página del disco en la web oficial del grupo en la que podeis disfrutar de varios fragmentos del mismo o adquirirlo si lo creeis oportuno:

domingo, 1 de enero de 2012

Blackfield - Blackfield (2004)



Aviv Geffen es una superestrella de la música en su país, Israel, desde principios de los años 90. Su magnitud es tal que suele aparecer citado en encuestas sobre sus compatriotas más importantes o influyentes, siempre en los primeros puestos. Su carisma le ha convertido en uno de los principales ídolos de la juventud Israelí en las últimas décadas y todo esto desde una postura de activismo político cercano a los partidos de izquierda en su país y muy crítico, por lo general, con las actitudes de su gobierno y de su ejército, en el que se negó a ingresar en su momento, convirtiendose en uno de los primeros objetores de conciencia en Israel con todo lo que eso conlleva.

Una de sus canciones más populares, “To Cry for You” tomó tintes premonitorios tras el asesinato de Isaac Rabin durante un acto pacifista en el que Geffen se encontraba a escasos centímetros del Presidente en el escenario. “Fue el momento más dramático de mi vida. Fui el último que le abrazó” declaraba Geffen en una entrevista reciente. El tema no es sino un mas de los muchos himnos que la juventud hebrea ha adoptado de entre todo el repertorio del músico, admirador confeso de U2, Pink Floyd, Radiohead, Nirvana, Lennon o Dylan, a quien suele citar como su mayor influencia junto con Roger Waters.

Pero todos estos datos más una docena larga de discos grabados con ventas millonarias en su país natal no han servido para que Geffen sea conocido más allá de Israel, donde sólo unos pocos curiosos han oído su música. Evidentemente, el partir de un mercado distinto al anglosajón y el cantar en hebreo, no benefician la proyección internacional de un artista. Ya explicamos en otra entrada anterior dedicada al último disco de Blackfield cómo en el año 2000, Geffen se pone en contacto con Steven Wilson para organizar una serie de conciertos de su banda, Porcupine Tree, en Israel. A raiz de esa circunstancia, surge una gran amistad entre ambos personajes que acuerdan juntarse para trabajar en algunas canciones y ver qué podía surgir de ahí. Los primeros resultados estaban destinados a publicarse en forma de EP en 2001 pero, como suele ocurrir en estos casos, la cosa fue a más y comenzó a tomar forma la idea de formar pareja artística de forma más estable. Ya en 2002, Geffen hace coros en un par de canciones de “In Absentia”, disco imprescindible en la trayectoria de Porcupine Tree y, ya bajo la denominación de Blackfield, el dúo publica su primer LP en 2004 titulado también Blackfield con una banda integrada principalmente por músicos que habían acompañado a Geffen en sus discos y conciertos anteriores. La formación de Blackfield para su disco de debut estaba compuesta por Aviv Geffen (teclados, guitarras y voz), Steven Wilson (guitarras, teclados y voz), Daniel Salomon (piano), Seffy Efrati (bajo) y Tomer Z (batería) y percusiones. De forma puntual, intervienen en distintos temas del disco los baterías de Porcupine Tree, Chris Maitland y Gavin Harrison, el también batería Yirmi Kaplan y el cuarteto de cuerda Illusion.

Sobre Steven Wilson hemos hablado largo y tendido en el blog en estos meses y seguiremos haciendolo en el futuro puesto que le consideramos como uno de los músicos más interesantes de la actualidad. Sin embargo, en el proyecto Blackfield, su papel está en un segundo plano frente al de Geffen. Es el israelí el autor de la mayoría de las canciones de la banda aunque el sello particular de Wilson es inconfundible en todos los aspectos, desde la producción, arreglos e interpretación hasta la composición en las canciones de su autoría.


Steven Wilson y Aviv Geffen en una imagen promocional.

A continuación pasamos a hacer una breve reseña de los diez temas del disco:

“Open Mind” – Abre el disco la única canción escrita a dúo en el sentido tradicional en el que uno de los músicos hace la música (Aviv Geffen en este caso) y el otro la letra (Wilson, como es fácil suponer). Se trata de una de esas letras tan particulares del músico británico con pensamientos sueltos surgidos de la mente de personajes realmente complejos, acerca de una chica que no sabemos bien si es real o imaginaria. El formato de la canción es el de una balada acústica con ramalazos de rock duro en determinados momentos y una brillante sección de cuerda en la parte final.

“Blackfield” – Es la primera de las dos canciones del disco escritas en su totalidad por Wilson. Introducida por una sucesión de notas de piano, no tarda en golpearnos con una enérgica entrada de guitarras  para construir una poderosa canción pop realmente brillante demostrando que Wilson domina a la perfección el formato a pesar de no ser su favorito. La letra es una reflexión del autor sobre las dos caras de la realidad y sobre cómo hasta la persona más bondadosa puede cambiar por completo bajo las circunstancias adecuadas: “when it gets dark, all the pale things under the earth will reverse”.

“Glow” – Le toca el turno a una canción de Geffen en la que Wilson sólo hace la versión en inglés del texto. Las letras del israelí tienden a ser oscuras y depresivas y ésta no es sino un ejemplo de su forma de escribir. El desarrollo es similar al de la primera, con una primera parte muy tranquila y un final mucho más potente.

“Scars” – Tenemos ahora una canción que Geffen había publicado en el año 2000 en su LP “Yoman Massah” (viaje). Lo único que varía es la letra, que ahora es en inglés en adaptación de Wilson. El resto del tema es el mismo con la excepción de la regrabación de las voces. Una canción de amor y desamor con la idea de que, al final, lo único imborrable son las cicatrices a las que hace referencia el título.

“Lullaby” – Segunda y última de las canciones de Wilson para el disco de debut de Blackfield y una de las más bellas del trabajo. Basada en unas simples notas de piano como la anterior canción de su autor y con el apoyo de una sección de cuerda, la particular canción de cuna transcurre placidamente y sin sobresaltos narrandonos una particular y contradictoria relación entre dos personajes que se desarrolla a medio camino entre el dolor y el placer.



“Pain” – Íntegramente escrita por Geffen, es otra de las grandes canciones del disco. Siguiendo con el tono general del trabajo, nos habla de la ruptura, la soledad, el reencuentro y los intentos vanos de construir una relación soportable tras una separación. Escuchando canciones como esta, es más fácil entender el por qué de la denominación de “art rock” que muchos críticos suelen utilizar cuando se refieren a Blackfield.



“Summer” – De nuevo tenemos una canción de Geffen cuya letra es adaptada al inglés por Wilson. A estas alturas del disco, no nos puede sorprender la perfecta factura de todo lo que hace el dúo. Incluso en la que es una de las canciones más intrascendentes del trabajo, podemos apreciar el enorme talento y el detallismo casi enfermizo de sus autores para que todo esté en su sitio.

“Cloudy Now” – Y llegamos a la que probablemente es la mejor canción del disco. Fue escrita por Geffen en 1993 para su LP “Anshav Meunan” y se convirtió en todo un himno para la juventud hebrea en aquellos años. Con un retrato paralelo entre la situación de Israel “In a violent place we can call our country is a mixed up man and I guess that’s me, the sun is in the sky but the storm never seems to end. It’s a place of sorrow but we can call it a home” y la infancia del protagonista “In a special place that I call my life the father was cruel and he lost his wife but I don’t see either cos I live across the street” Geffen alcanzó una gran popularidad en su país natal. La canción acaba con una sentencia perfectamente vigente casi veinte años después: “We are a fucked up generation. It’s cloudy now” (Somos una generación que está jodida. Y se está nublando).



“The Hole in Me” – Parecerá algo exagerado insistir de nuevo con que la siguiente canción del disco es realmente brillante pero en nuestra opinión también lo es. Geffen compone letra y música en una canción de aires folclóricos en su inicio, con un cierto aire a músicos como Yann Tiersen, por ejemplo, para girar sobre sí misma al llegar al estribillo con un cambio de tono magnífico.

“Hello” – Una vez más Wilson adapta una letra de Geffen para música del propio músico israelí. La que cierra el disco es otra (sí, una más) magnífica canción a cargo de este particular dúo.

Nos cuesta mucho, haciendo memoria, encontrar discos en los últimos años con un porcentaje tan elevado de grandes canciones en su interior. Discos en los que no hay temas de relleno, en los que hasta el más mínimo detalle está cuidado con una una obsesión rayana con lo enfermizo. El LP de debut de Blackfield es uno de esos raros ejemplos como también lo es el segundo que aparecerá por aquí más adelante. Además, es un ejercicio poco común de humildad por parte de Steven Wilson. Estamos hablando de una estrella internacional que colabora con un músico de gran éxito en su país pero desconocido fuera del mismo y que, sin embargo, es quien lleva la mayor parte del peso del grupo en la parte compositiva sin que a Wilson se le caigan los anillos por aceptar ese papel secundario. Tenemos que recordar que durante los años en los que se gestó el primer disco de Blackfield, Steven publicó un par de discos de estudio con Porcupine Tree, otros dos con No-Man, dos más con I.E.M., tres como Bass Communion y un par de singles en solitario y, quizá con la excepción de No-Man, en todos ellos es la cabeza pensante y el principal elemento creador (cuando no el único).

Sólo las particulares caracterísiticas del mercado discográfico en las que nos encontramos en los últimos años pueden explicar que "Blackfield" no esté reconocido como uno de los 4 o 5 mejores discos de la primera década del siglo XXI y que a oídos del gran público, el nombre de la banda no diga gran cosa. Queda aquí esta recomendación para aquellos que busqueis un pop rock de calidad y sin ningún atisbo de contaminación comercial. Os dejamos un par de enlaces para adquirir el disco:

amazon.es

play.com

Os dejamos con el video oficial del primer single del disco, "Hello":

miércoles, 31 de agosto de 2011

Blackfield - Welcome to My D.N.A. (2011)


Blackfield es la quinta versión o proyecto de Steven Wilson que pasa por La Voz de los Vientos aunque en este caso, la idea no surge tanto de él como del otro miembro de la banda. Aviv Geffen es un músico israelí de larga trayectoria (cerca de una decena de discos en solitario) y uno de los grandes ídolos de la juventud de su país, aunque sus ideas de izquierda y su postura beligerante con los distintos gobiernos de su país y, en especial, con sus fuerzas armadas le han causado más de un problema.

Geffen, fan de Steven Wilson y, especialmente, de Porcupine Tree, promovió una serie de actuaciones de la banda en Israel en el año 2000 durante las que entabló amistad con Wilson y hablaron de trabajar juntos en el futuro. Fruto de esta colaboración, se publica el primer disco del dúo en 2004 bajo el título de Blackfield con la participación de músicos israelíes y de Porcupine Tree.

"Welcome to My D.N.A." es el tercer disco de estudio de la banda y el primero en el que todas las canciones están escritas por Geffen con la única excepción de "Waving", obra de Wilson. El prestigioso Trevor Horn se encarga de la producción del corte titulado "Oxygen". Los discos de Blackfield nos parecen un magnífico ejemplo de pop rock bien hecho. En ocasiones se les ha acusado de ser otra versión de Porcupine Tree con otro nombre. Wilson discrepa profundamente de esta afirmación argumentando que Porcupine Tree jamás se podrían centrar en el formato de canciones de tres minutos mientras que Blackfield es, precisamente, eso: un grupo centrado en canciones cortas con el clásico formato de estrofa-estribillo-estrofa-estribillo. Además, Aviv Geffen no es una persona muy aficionada al heavy metal y a esos sonidos más duros a los que la banda de Wilson se ha acercado en los últimos años ni tampoco a escribir canciones de desarrollos largos como las que caracterizan a Porcupine Tree. Al margen de esta distinción, es cierto que el sonido de ambas formaciones tiene muchos puntos en común pero no nos parece que esto llegue a invalidar a nuestros oídos la propuesta de Blackfield.

Junto con Steven Wilson (voz, guitarras, teclados) y Aviv Geffen (voz, guitarras, teclados) intervienen en el disco como miembros de Blackfield, Eran Mitelman (piano, teclados), Seffy Efrat (bajo) y Tomer Z (batería).

Como es habitual, os dejamos un par de enlaces donde comprar el disco:

fnac.es

play.com

Y un video con uno de los temas del trabajo: "Blood"