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miércoles, 11 de octubre de 2023

Mike Marshall & Darol Anger - Chiaroscuro (1985)



Uno de los sellos por los que siempre hemos sentido un gran cariño es Windham Hill. La discográfica fundada por el guitarrista William Ackerman fue sinónimo de calidad y buen gusto durante las décadas de los ochenta y noventa y eso se consiguió, entre otras cosas, porque la mayoría de los artistas se comportaban como una familia, colaborando unos con otros y participando sin problemas en los trabajos del resto cuando eran invitados. Muchas de esas asociaciones nacieron en el seno de Windham Hill aunque otras venían ya de antes.


Hoy vamos a hablar de un grupo paradigmático del sello y también de esta forma de funcionamiento que decimos aunque el disco que comentaremos no pertenece, al menos nominalmente, a ese grupo. Todo comienza muy lejos de la California de Ackerman: en París. Allí fue donde Darol Anger (violinista) y Barbara Higbie (pianista) se conocieron y empezaron a tocar juntos. A finales de los setenta, Anger publicaría su disco “Fiddlistics”, que hizo que Ackerman se fijase en él y le ofreciera firmar por su nuevo sello. En ese disco participaron otros músicos que tendrán su protagonismo en nuestra historia algo más tarde, como el mandolinista Mike Marshall o el contrabajista Todd Phillips. Anger y Higbie grabaron su primer disco como dúo para Windham Hill en 1982 y poco después ampliaron la banda a quinteto con las adiciones de Marshall y Phillips además del percusionista Andy Narell. Rebautizados como The Darol Anger / Barbaria Higbie Quintet, la banda tocó en el festival de Montreux y, a partir de ahí, adoptaron el nombre de la localidad suiza como identificativo de la formación aunque el disco surgido del concierto aparecía con el nombre de “The Montreux Band”. La primera grabación de estudio de Montreux como grupo aún iba a tardar un poco en llegar y seguramente hablaremos de ella en el blog más adelante porque ahora nos quedamos en 1985, año en el que aparece “Chiaroscuro”, segundo trabajo de Darol Anger con Mike Marshall (habían grabado otro antes fuera de Windham Hill) pero en el que participaban todos los miembros de Montreux. Aquí hacemos un pequeño inciso ya que, aunque solo hay dos discos publicados con el nombre de Montreux (más un recopilatorio), para mucha gente, tanto el inicial de Anger con Higbie como el directo en Suiza o este “Chiaroscuro” forman parte de la discografía de la banda.


Como decíamos hace un momento, la formación que iba a grabar “Chiaroscuro” estaba integrada por Darol Anger (violín, viola, violonchelo, mandolina y teclados) y Mike Marshall (guitarras, mandolinas, mandolonchelo, teclados y percusión) con la participación de Todd Phillips (contrabajo), Andy Narell (steel drums) y Barbara Higbie (sintetizadores). A ellos se une el extraordinario Michael Manring que más adelante sustituiría a Phillips en Montreux. El título se debe a la admiración de Anger y Marshall por Italia y, en particular, por el arte de ese país lo que se refleja en alguno de los nombres de las distintas piezas del trabajo.


“Dolphins” - Abre el disco una composición de Marshall introducida por una bonita melodía de mandolina con acompañamiento de guitarras. El violín de Anger entra después replicando el tema inicial y nos lleva a la parte central, reposada y con aires folk en la línea acústica de las producciones de la época. Nos gusta especialmente el dúo de violín y contrabajo que podemos escuchar en este segmento y que da paso a la conclusión en la que se recicla el tema central.




“Saurians' Farewell” - El siguiente corte está escrito a dúo por los dos firmantes del disco y es muy diferente, con un pulso muy vivo y protagonismo absoluto del bajo de Michael Manring. Es una pieza nerviosa, con ritmos funkies y fantásticos solos a cargo de Marshall, Anger y el propio Manring revelando una extraordinaria química entre ellos.


“Beneath the Surface” - La segunda pieza de Marshall parte de una preciosa melodía de aire oriental que aparece primero a la mandolina pero de la que enseguida se apropia el violín. Los sintetizadores y las percusiones se hacen notar en segundo plano hasta la entrada de Andy Narell aportando ese toque tan particular de los steel drums.


“Spring Gesture” - La primera composición en solitario de Anger es un espectáculo. Propulsada por las guitarras y un magnífico Manring, parece que en cualquier momento va a despegar en un estallido de bluegrass desenfrenado pero, en lugar de eso, nos ofrece una gran melodía de violín que va derivando en variaciones de corte jazzístico.




“Bach Prelude” - Una cosa que tenían en común muchos de los artistas de Windham Hill era su admiración por los compositores clásicos hasta el punto de que el propio sello editó varios recopilatorios temáticos dedicados a Bach, a los compositores impresionistas o a los románticos. En este trabajo escuchamos hasta dos adaptaciones del citado Bach a cargo del dúo. Esta es la primera de ellas.


“Piacenza” - Escuchamos ahora dos temas escritos por Anger y Marshall. El primero de ellos es una maravilla en la que mezclan el clásico sonido del grupo con ritmos mediterráneos que no terminamos de relacionar directamente con Italia pero en los que queda clara la intención de homenaje.


“Coming Back” - El segundo es bastante diferente y tiene más que ver con la música bluegrass y el jazz con algún toque psicodélico en forma de ecos y reverberación añadidos a la mandolina en momentos puntuales. Lo mejor, en todo caso, el violín de Anger y su mezcla con un Manring que comenzaba a demostrar por qué era el músico más solicitado por sus compañeros para acompañarles en sus grabaciones.




“Dardanelles” - La última pieza de Marshall para el disco es un tema lento que combina jazz con una leve influencia oriental en la primera parte con un final mucho más animado en el que aparecen hasta unas congas para aportar ritmo. No es nuestro favorito del disco pero tiene algún solo notable.


“Bach Bourée” - Volvemos a Bach con una de sus obras más famosas, extraida de sus “Suites Francesas”. Como ocurría en la anterior, el enfoque del grupo es sumamente respetuoso con el original salvando la dificultad de transcribir una pieza para clave a un conjunto de guitarras y mandolinas fundamentalmente.


“Beloved Infidel” - El cierre lo pone una larga pieza escrita por Darol Anger que es el encargado de dibujar los primeros compases con su violín para dar paso enseguida a las guitarras y mandolinas de Marshall. Entra entonces la melodía principal, una de las más reconocibles del disco, y a partir de ahí entramos en una sucesión de variaciones y solos a cargo de todos los miembros de la banda. Un buen cierre para un disco que hay que degustar con tiempo.


Darol Anger y Mike Marshall contribuyeron como pocos a dar forma al sonido de Windham Hill como sello. Ambos participaron en montones de grabaciones de otros artistas de la discográfica (especialmente Anger que grabó para William Ackerman, Alex de Grassi o Philip Aaberg) además de impregnarlo todo con Montreux primero y con sus respectivos grupos algo después ya que ambos montaron sus propias formaciones tras la disolución de la banda: Marshall, el Modern Mandolin Quartet, más centrado en versiones clásicas, y Anger el Turtle Island String Quartet. En todo caso, ambos músicos en todas sus combinaciones han participado en discos que ayudaron a definir la música de toda una época y es que en los ochenta y noventa, la música “new age” (a la que se les asigna, más por su pertenencia a Windham Hill que por otra cosa) en su vertiente acústica gozó de una popularidad que es difícil de entender hoy en día si no se ha vivido aquella época. Tanto si es por nostalgia como por deseo de conocer una música que no escuchásteis en su día, es buen momento para darle una oportunidad a este “Chiaroscuro”.

martes, 20 de julio de 2021

Scott McGill / Michael Manring / Vic Stevens - Addition by Subtraction (2001)



Aprovechando que Michael Manring volvió a aparecer en el blog en la entrada anterior de la mano de Michael Hedges, vamos a acercarnos hoy a otra de sus múltiples colaboraciones en trabajos de otros artistas. En sus primeros años, el bajista se dedicó principalmente al jazz instrumental y a las vertientes de este que se desarrollaron bajo el paraguas comercial de la música “new age” pero conforme esa moda fue remitiendo, el músico norteamericano expandió su paleta sonora hacia otros estilos como el rock progresivo, el metal o la fusión. Ya hablamos hace mucho tiempo de alguno de esos trabajos como sus discos con la banda Attention Deficit y hoy lo vamos a hacer de otro de corte similar aunque, como ocurre en la mayoría de las colaboraciones de Manring, su papel no es el principal.


El protagonista del disco que traemos hoy es el guitarrista Scott McGill, otro habitual secundario en cuya experiencia encontramos participaciones como músico de apoyo en directo de gente como Jimmy Page o los Beach Boys o trabajos en estudio con decenas de estrellas del jazz y el rock. A finales de los noventa formó parte de un par de bandas que no terminaron de funcionar pero en las que contactó con artistas similares que acabarían dando forma a varios proyectos más. El trabajo que nos ocupa ahora es “Addition by Subtraction” firmado por el trío que forman McGill, Manring y el batería de Allan Holdsworth, Vic Stevens. Fue el disco de de debut del grupo que más adelante grabaría un par de trabajos más, no tan interesantes como este, a nuestro juicio. Además de ellos tres, en el disco participa también nada menos que Jordan Rudess, el teclista de Dream Theater, invitado estelar en un trabajo más que interesante.



“Zimparty” - Comienza la cosa con una serie de acordes sucios de guitarra que rompen en un riff agresivo subrayado por el bajo. Mientras tanto, la batería aparece primero improvisando una suerte de introducción y luego ayudando al desarrollo con un ritmo más convencional. Bajo y guitarra interpretan melodías al unísono en gran parte de la introducción hasta que Manring se suelta un poco y nos regala el primer solo a modo de calentamiento. Los ritmos empiezan a complicarse y es el turno de McGill que empieza a coger velocidad y a soltar los dedos y cerrar una magnífica presentación para el disco.


“We Are Not Amused” - El segundo corte sigue esa línea de rock fusión del primero y en él Manring y Stevens nos deleitan con una gran intervención inicial interrumpida por la guitarra de McGill en una onda más progresiva. Se incorpora entonces el teclado de Jordan Rudess acompañando primero con un sonido de piano ligeramente artificial y más tarde con un solo electrónico más en la línea de lo que suele hacer con Liquid Tension Experiment. El tramo final es un solo de batería sostenido en un ostinato de guitarra eléctrica que ofrece a Stevens la base perfecta para dar rienda suelta a sus ideas.




“KVB Liar” - La siguiente pieza cambia el tono y se disfraza de balada clásica en el comienzo. A partir de unos acordes básicos de guitarra entra la sección rítmica haciendo de las suyas durante unos compases antes de dar paso a un potente solo de guitarra de tintes "blueseros". El problema que suelen tener los discos en los que hay tantos instrumentistas superlativos es la tendencia al exhibicionismo y aquí hay algo de eso.


“The Execution of Veil” - Primero de los dos cortes del disco de una duración inferior al minuto. En este caso es una pieza de corte ambiental protagonizada casi en solitario por el bajo de Manring.


“The Voyage of St.Brennan – Abbot of Clonfert” - Regresa aquí el trío a la fusión con mayor protagonismo de la guitarra acústica, casi inédita hasta este momento. Una pieza veloz con un desarrollo muy interesante que bien podría haber funcionado como single si este tipo de discos requiriesen alguno. 


“Silé” - Lo más parecido a lo que Manring hacía en Windham Hill sería este relajado corte de aire jazzístico. Los tres músicos están aquí muy comedidos y nos regalan una composición verdaderamente bonita que demuestra que no todo es músculo y que cuando se ponen, saben sacar su lado sensible.




“Addition By Subtraction” - Es un tópico pero que aquí es absolutamente cierto: el corte anterior era la calma que precedía a la tempestad, al menos en el comienzo. El tema comienza con una guitarra agresiva, cercana al metal progresivo que luego se combina con tramos más jazzísticos, especialmente cuando Manring toma el mando. Pese a todo se impone el lado rockero en uno de los mejores cortes del disco.


“Vicodin Shuffle” - Nuevo cambio de tono en el disco que se lanza ahora hacia territorios algo más oscuros en los primeros minutos de la pieza. Como referencia nos recuerda a los trabajos iniciales de Terje Rypdal en ECM. Un jazz ambiental, complejo y sin concesiones, perfectamente estructurado y ejecutado por tres superdotados. El único “pero”: que terminen la pieza con un facilón fundido.


“Euzkadi” - Es ya tan tópico que preferiríamos no mencionarlo pero no nos queda otro remedio. La imagen de España por ahí fuera es la que es y gracias a eso podemos escuchar una pieza de corte aflamencado bajo el poco apropiado título de “Euzkadi”. Un dueto de guitarra y bajo acústicos no especialmente inspirado aunque brillantemente ejecutado.


“Conflict Resolution” - Se agradece que el trío regrese a la fusión que es un terreno más adecuado a su talento. Si no es la mejor pieza del trabajo, sí es una de las que podría pelear por serlo contra cualquier otra. Volvemos a escuchar a Rudess y con él, el ahora cuarteto despliega todas sus virtudes en una composición en la que escuchamos de todo con un aire latino que planea por ahí durante todo el tema. Brillante.




“Purging Mendel's Beasts” - Comenzamos con una introducción claramente atmosférica. Guitarras etéreas con notas interminables y efectos a lo Robert Fripp y apuntes del bajo en una línea similar pero eso es solo el comienzo. De forma casi inadvertida aparece la batería y la pieza comienza a ganar altura y velocidad por momentos, sin llegar a un clímax que parecía asomar a cada nuevo compás. Diálogos guitarra-bajo en un tono muy experimental se van sucediendo con un Manring tremendo que lidera todo el tramo final. 


“In-A-Gadda DaVinci” - Sigue el disco con una pieza similar en su esquema a la que abría el trabajo: bajo y guitarra al unísono para luego separarse en sus respectivos solos apoyados puntualmente en su antagonista. La diferencia la marca la aportación de Rudess al teclado con sus característicos e hiper-veloces solos en el tramo central del tema. Virtusismo extremo al servicio de un muy buen tema que no se resiente demasiado por los excesos interpretativos del cuarteto.


“Four Fields” - Casi terminando el disco llega esta preciosidad en la que Manring despliega una lenta melodía al bajo sobre unos acordes de guitarra repetitivos. Todo es delicado, incluso la batería que acompaña a la perfección durante todo el corte.


“Post Hocto-Proct” - La conclusión es una auténtica locura en la que los tres músicos se desmelenan durante la friolera de 32 segundos. Con Manring puntuando al bajo, guitarra y batería se lanzan en una carrera ten frenética como breve que pone un extraño punto y final al trabajo.



Tenemos un problema con este tipo de discos en los que se mezclan diferentes estilos por parte de grandes instrumentistas y es que en buena parte de los casos adolecen de cierta falta de concreción. Echamos en falta una idea general que conduzca toda esa música que estos artistas son capaces de generar. Ocurre algo parecido a lo que decía años atrás un conocido eslogan de una marca de neumáticos: “la potencia sin control no sirve de nada”. No queremos decir que sean malos trabajos pero sí que lo tienen más difícil para generar ese poso en el oyente que le haga regresar al disco una y otra vez. Falta ese punto de enganche que haga “clic” en la persona que lo escucha y quizá por eso estas propuestas nunca llegan a ser populares, salvo en cierto grupo de aficionados más fanáticos, o bien del género en sí mismo o bien de alguno de los artistas que participan en la grabación (nosotros mismos hemos llegado hasta aquí gracias a Michael Manring). Con todo, “Addition by Subtraction” es un disco muy disfrutable si espaciamos lo suficiente las sucesivas escuchas. Aunque la calidad del vídeo no es la mejor, merece la pena echarle un vistazo al trío en directo:




sábado, 10 de julio de 2021

Michael Hedges - Breakfast in the Field (1981)



El “fichaje” de Michael Hedges por Windham Hill ayudó a consolidar el sello como la referencia que luego fue en el campo de las nuevas músicas o, como se solía decir entonces, la música “new age”. Es cierto que su fundador, William Ackerman, ya había publicado varios discos notables y que la gran estrella del sello, George Winston, ya había debutado con el excelente “Autumn” pero la calidad de Hedges y su extraordinaria capacidad como intérprete dieron un salto da calidad a la propuesta de la discográfica. No era fácil puesto que en Windham Hill había ya extraordinarios guitarristas como el propio Ackerman o Alex de Grassi pero Hedges estaba en otro nivel.


Como ya hemos comentado en otras ocasiones, Windham Hill funcionaba casi como una familia y era habitual que sus artistas colaborasen en los discos de sus compañeros. Así ocurrió en el caso del debut de Michael Hedges que se vería arropado por el piano de George Winston en uno de los cortes del disco. A efectos históricos tampoco podemos dejar de mencionar que “Breakfast in the Field”, a la postre el disco del que hablamos hoy, fue también la primera grabación en la que participó el extraordinario bajista Michael Manring, íntimo amigo de Hedges, quien desarrollaría a partir de ahí una maravillosa carrera en el sello y fuera de él. La grabación es cruda, sin retoques de estudio y hecha en una grabadora de dos pistas lo cual, lejos de suponer una merma de calidad es justo lo contrario y nos permite apreciar de la mejor de las maneras la extraordinaria categoría de Hedges como guitarrista. En el momento de la grabación, Hedges acababa de ser padre lo que aparece reflejado en varios de los títulos de las piezas del disco. Su esposa, la arpista y flautista Mindy Ronsenfeld aún no participaría en el disco aunque sí lo haría en los posteriores.


Michael Hedges


“Layover” - Desde el comienzo del tema nos damos cuenta de que estamos ante un guitarrista diferente que le sabe sacar a su instrumento unos sonidos muy distintos del resto. Su particular repertorio técnico es abrumador y combina todo tipo de recursos, desde el “tapping” hasta la percusión sobre la caja en determinados momentos. Este primer corte es una exhibición de recursos que nos pone sobre aviso de lo que vendrá después.


“The Happy Couple” - Mucho más tranquilo que el corte anterior, el el siguiente tema Hedges opta por aires folclóricos de los que surge una melodía sencilla que, sin embargo, se va imbricando con la base rítmica alcanzando momentos bellísimos.


“Eleven Small Roaches” - Mucho más directa es la siguiente pieza que nos recibe directamente con el tema central que se repite un par de veces antes de entrar en un segmento más ambiental, lleno de arpegios tras el que el guitarrista recapitula y vuelve al motivo principal. Impecable.




“The Funky Avocado” - El título no engaña, al menos la parte del “funky” y es que Hedges se marca un magnífico dúo con el bajo de Michael Manring que combina “jazz”, “funk” y hasta amagos de “charleston”. Una excelente pieza en la que la complicidad entre los músicos es notable. Eso sí, desconocemos cual fue la participación del aguacate aquí.


“Baby Toes” - Segunda colaboración con Manring, esta vez en un tono más reposado y con mayor participación del bajista que aquí muestra con más claridad el potencial de su forma de tocar que en el tema anterior había quedado menos expuesta.


“Breakfast in the Field” - El corte que da título al disco es, de nuevo, una balada intimista en la que el silencio ocupa tanto espacio como las notas. Hedges extrae sonidos a la guitarra que parecen proceder de un arpa en determinados momentos. Excelente.


“Two Days Old” - Recobramos a Manring para esta composición que es una de nuestras preferidas del disco, además de la más larga. Hedges ocupa todo el primer plano y el bajista se limita a resaltar algunos fragmentos con intervenciones puntuales y a mantener breves diálogos en otras ocasiones. No exageramos si afirmamos que el sonido de un sello como Windham Hill empezó a tomar forma en piezas como esta.




“Peg Leg Speed King” - Tras un comienzo tranquilo que parece un calentamiento, Hedges se lanza cuesta abajo y sin frenos desarrollando una melodía con una innegable base folk en la que todas sus habilidades quedan al descubierto. Es clara la influencia de artistas como Leo Kottke, guitarrista (y ocasional cantante) admirado por Hedges desde que empezó a tocar.


“The Unexpected Visitor” - Transcurre el disco con tranquilidad al llegar aquí donde nos encontramos con otro precioso tema “folkie” que mezcla los tiempos lentos con otros más animados.


“Silent Anticipations” - El comienzo de la pieza nos recuerda a la inicial “Layover” especialmente en la parte que ambas tienen de exploración sonora. Más adelante empieza el contraste con el uso más agresivo de la guitarra por parte de Hedges, incluyendo alguna parte de percusión. Otra gran pieza con más tensión que el resto del trabajo, lo que siempre está bien.


“Lenono” - Cierra el disco la pieza en la que aparece George Winston al piano. Lo hace en la segunda mitad de la misma en lo que parece ser una escenificación simbólica de la bienvenida del Windham Hill al guitarrista. Destacamos la breve aparición de Michael Manring al final esbozando al bajo la melodía del “Imagine” de John Lennon.





Es difícil saber hasta dónde habría llegado Michael Hedges de no haber fallecido en un accidente de tráfico con apenas 43 años de edad y un puñado de discos publicados. Es evidente que se trataba de un guitarrista con un don pero también que cuando falleció en 1997 la música “new age” (nos guste o no, esa era la categoría en la que acababan sus discos en las tiendas) no gozaba ya de la popularidad que tuvo apenas unos meses antes, especialmente en las variantes más acústicas de las que se nutría el sello Windham Hill. Su último disco, “Oracle” recibió el Grammy como mejor disco “new age” del año por delante de figuras como Vangelis, Paul Winter o Mike Oldfield, aunque fuera ya a título póstumo. Cabe suponer en todo caso que su carrera habría continuado por una senda muy similar a los años anteriores. Sea como fuere, su estreno con este “Breakfast in the Field” que hemos comentado hoy merece mucho la pena, en especial para los amantes de la guitarra acústica. Nos despedimos con un vídeo en el que podemos ver cómo se las gastaba en directo el bueno de Michael:




lunes, 8 de junio de 2015

Michael Manring - Toward the Center of the Night (1989)



En muchos aspectos, “Toward the Center of the Night” es una prolongación del que fue el primer disco en solitario de Michael Manring, “Unusual Weather”. A pesar de los tres años transcurridos entre uno y otro trabajo, en términos sonoros y también compositivos cualquiera de los temas del segundo disco podría haber formado parte perfectamente del primero. Hay, sin embargo, algo que diferencia mucho ambos trabajos. Una diferencia sutil, muy difícil de expresar con palabras pero que sitúa al segundo de ellos un escalón por encima del anterior en casi todos los sentidos.

Manring es un consumado maestro de su instrumento, el bajo, al que ha llevado a límites que exceden la propia sonoridad del instrumento mediante diseños personales de nuevos modelos que multiplican las posibilidades tímbricas del mismo. Hemos hablado ya en varias ocasiones de su trabajo tanto en solitario como en discos de otros artistas por lo que no vamos a volver a repetir los mismos datos que siempre ilustran las reseñas del bajista norteamericano. Sólo dedicaremos unas lineas a repasar lo que hizo Michael entre su anterior trabajo y este para tratar de explicar el salto de calidad entre ambos.

Simultáneamente a la grabación de “Unusual Weather”, Manring participaba en “Confering with the Moon” de William Ackerman y meses después hacía lo propio en “Watching My Life Goes By” de Michael Hedges. Con todo lo importante que esto pueda ser, no aportaba nada sustancialmente distinto de lo que Manring hizo antes de aquel disco de debut. La principal diferencia puede radicar en la incorporación del artista a Montreux, el “supergrupo” de la discográfica Windham Hill integrado a partir de su llegada por Mike Marshall, Darol Anger, Barbara Higbie y el propio Manring. Fue este un grupo de corta trayectoria pero que supo producir un par de discos maravillosos. Responder a la pregunta de en qué pudo influir su participación en ellos para el salto de calidad de la música de nuestro bajista en solitario sería enfrascarnos en especulaciones, probablemente poco fundadas pero creemos que con su participación en Montreux, Manring pudo dar rienda suelta a una de sus facetas musicales para explotar el resto en “Toward the Center of the Night”, un trabajo más coherente, acaso más centrado que su predecesor.

Manring toca los teclados, las percusiones, la guitarra y diferentes tipos de bajo además de cantar en algunos momentos. Le acompaña un clásico del sello Windham Hill como es Paul McCandless, encargado de todos los instrumentos de viento, Tom Miller a la percusión y Coco Roussel a la batería.



“Life in the Trees” - El comienzo del álbum, con una serie de cadenciosos acordes de guitarra sobre los que asoma el bajo sin trastes de Manring no sirve en modo alguno como pista para lo que llega a continuación. Un breve apunte melódico a cargo de McCandless acompañado de las voces de Manring nos lleva de la mano a lo largo de una pieza muy agradable e inspirada que evoluciona con naturalidad durante varios minutos en los que se repite una y otra vez la melodía central.


“A Way With Birds” - La batería cobra protagonismo en el siguiente corte, en el que McCandless lleva todo el peso melódico al saxo con el inestimable refuerzo del bajo de Manring. El tema combina elementos jazzísticos con un aire pop todo englobado en una concepción progresiva que funciona a las mil maravillas. Una delicia para los sentidos.


“Geometry” - Llega la primera demostración de virtuosismo a cargo de Manring aplicando la técnica del “tapping” a su instrumento, esto es, pulsando las cuerdas del bajo directamente sobre el mástil. La composición es excelente y permite disfrutar con total limpieza de las habilidades de nuestro músico sin necesidad de incluir elementos epatantes a los que tantas veces recurren los instrumentistas más dotados.

“Near” - Nos encontramos de nuevo con otra extraordinaria melodía a la que sólo se le puede poner un “pero” por utilizar un sonido de sintetizador demasiado tópico, utilizado hasta la saciedad por Pat Metheny (a quien esta composición debe muchas cosas) o por seguidores suyos como Lito Vitale o Mark Sloniker. Con todo, estamos ante una pieza notable.

“Cats Go Forward” - Cambio total de estilo con un tema de concepción pop desde el comienzo con la batería en primer plano. Luego será el bajo el que presente la melodía central repetida primero por los teclados y más tarde por el saxo. Son continuos los diálogos entre los instrumentistas principales y las armonías vocales están perfectamente construidas para realzar los pasajes más acertados.

“Blue Orleans” - Llega el momento de escuchar otro tema de Manring en solitario, primero con el bajo sin trastes y más tarde ayudado por la guitarra baja. Se trata de una melodía sencilla, meditativa, cuyo punto fuerte es la extraordinaria expresividad de Michael que logra sacar sonidos y timbres a su instrumento que muy pocos podrían recrear. Jaco Pastorius tendría motivos sobrados para sentirse orgulloso del que fuera su alumno.

“Renegade Intellectuals” - Regresamos a los temas directos y de espíritu pop con esta nueva pieza en la que se vuelven a juntar los elementos que podrían haber hecho de Manring un músico mucho más popular: melodías inspiradas, una interpretación exquisita y un cierto toque comercial. Por algún motivo, el artista no profundizó mucho más en esta linea en discos posteriores y no podemos decir que lo lamentemos, visto el gran nivel alcanzado por muchos de esos trabajos pero siempre tendremos curiosidad por saber a dónde podría haber llegado Manring de explotar más esta vía.

“The Moving Darkness” - Escuchamos ahora una de las piezas más serias de todo el disco, interpretada casi en su totalidad con piano y sintetizadores que van tejiendo una densa madeja ambiental construida como un continuo “in crescendo”. Una rareza dentro del disco pero también uno de los mejores temas del mismo.

“Magnets” - En rotundo contraste con el anterior corte, los sintetizadores martillean llenos de optimismo los oídos del oyente con un ritmo que no cesará en toda la pieza. Mientras tanto se despliegan una serie de melodías imaginativas y vitales hasta configurar uno de los temas más pegadizos del disco.

“Far” - Apenas minuto y medio dura esta miniatura que no es sino una lección de bajo comprimida cuyo escaso desarrollo no permite añadir mucho más.

“The Precise Moment of Dusk” - Uno de los títulos más poéticos del disco sirve también para presentar una composición soberbia, con un desarrollo extraordinario que sabe dar el sitio justo a sintetizadores, piano y bajo. La primera parte es lenta, muy pausada, con algunas interrupciones en las que se presenta la melodía central. La segunda mitad de la pieza incide en la misma melodía que crece y se expande al mezclarse con un segundo tema de excelente factura.

“A Brief History of the Wind” - Con un título no menos poético que el anterior, llega el tema estrella del trabajo y, quizá, el mejor de Manring en su etapa en Windham Hill. Una serie de progresiones melódicas del bajo a las que se unen los vientos de McCandless se suceden a un ritmo frenético con la batería a pleno rendimiento. Tras un par de repeticiones, entramos en un pequeño remanso en el que aparecen las voces y los solos de bajo sin descanso. Irrumpe una percusión tribal para rescatar el tema principal y las voces se suman a la fiesta. Una nueva recuperación de la melodía desemboca en el gran final con Manring verdaderamente “imperial” (así le calificaba Ramón Trecet en los años dorados de "Diálogos 3"). Difícil escuchar algo mejor en estos estilos.


“Funk and Disorderly” - Para cerrar el trabajo, ahora sí, Manring da rienda suelta a sos capacidades interpretativas con un sólo que mezcla funk y blues interpretado sólo con el bajo, sin ningún otro acompañamiento. Una de esas cosas que vista en directo te deja sin habla y que pierde algo de brillantez escuchada en el CD sin el apoyo visual.


Como ya hemos apuntado más arriba, la carrera de Manring en Windham Hill no se sale demasiado de los parámetros estéticos del sello, lo que no nos disgusta por cuanto que somos devotos admiradores de la estética que durante tantos años cultivó la discográfica de William Ackerman. Dentro de esos parámetros, el bajista grabó tres discos realmente interesantes que con la entrada de hoy quedan glosados en su integridad en el blog. Todavía falta alguno editado con posterioridad pero de un estilo muy diferente que ya apuntaba al Manring más versátil e inclasificable que escucharíamos en los años posteriores, ya fuera de la órbita de Windham Hill. Tiempo habrá en todo caso para hablar de esos trabajos. Por ahora, os recomendamos la escucha de un disco que, desgraciadamente, hoy en día está descatalogado aunque sigue vigente la promesa que su autor hizo en 2011 según la cual, en algún momento todos los discos de esta etapa volverían a editarse.

El disco puede escucharse al completo en el siguiente enlace de youtube.com aunque el autor no permite su inserción en páginas externas por lo que los interesados en escucharlo tendréis que acudir allí. Como consuelo, os dejamos a Manring interpretando en directo a un tal J.S. Bach:


domingo, 28 de diciembre de 2014

Michael Hedges - Taproot (1990)



Cada uno de los discos que publicó el guitarrista Michael Hedges en su corta carrera es una pequeña joya en la que se aprecia, no sólo su extraordinaria calidad como intérprete y compositor (a pesar de ser un virtuoso del instrumento, él se consideraba más lo segundo que lo primero) sino un tremendo potencial que quedó truncado cuando su coche se precipitó por un acantilado en 1997.

Antes de eso, su discografía tampoco era demasiado amplia y, de hecho, desde que comenzó a publicar en 1981 hasta la aparición de “Taproot”, el disco que hoy tenemos aquí, apenas lanzó tres trabajos, todos ellos en el sello Windham Hill. A pesar de ser un intérprete soberbio y de manejar técnicas y afinaciones muy diferentes a las convencionales, nada de esto partía de la búsqueda de la sorpresa en el oyente ni de un interés por alcanzar un cierto nivel de extravagancia que lo destacase entre otros artistas. Simplemente se trataba de encontrar la mejor vía para plasmar a través de la guitarra las ideas musicales que surgían de su cabeza. Entre la aparición de “Watching My Life Go By” y éste “Taproot” transcurrieron cinco años pero la mayor parte de aquel periodo no estuvo dedicada a la composición y grabación del disco sino a las giras y conciertos que ocuparon la mayor parte del tiempo del músico en aquel entonces. Aunque no es sencillo apreciarlo tratándose de un disco casi completamente instrumental, “Taproot” es un disco conceptual que gira alrededor de una historia escrita por el músico en unos años en los que su vida personal atravesaba por turbulencias de todo tipo. En la narración, inédita aún hoy en día, Hedges utiliza personajes y lugares reales que se ven reflejados en los títulos de las diferentes piezas del disco. Explicaba el músico que la historia le había servido para estructurar el disco pero que carecía de mayor interés para el oyente, razón por la cual, no creía conveniente incluirla en el libreto del CD para evitar que el oyente desviase el foco de su atención hacia las palabras en lugar de hacia la música. Sí que aparece, por el contrario, un texto del poeta E.E. Cummings en forma de canción para cerrar el disco en el único corte en el que colabora el bajista Michael Manring y David Crosby y Graham Nash haciendo coros. Éstos últimos, eran grandes amigos del guitarrista quien en sus primeros pasos solía tocar varias versiones de sus canciones junto con Stephen Stills o Neil Young. A modo de curiosidad, Hedges escribió una pieza para uno de los discos de CSN pero no le gustó cómo quedó en su interpretación aunque eso no interfirió en su amistad como prueba su aparición en “Taproot”.

A pesar de la complejidad de muchas de las piezas del disco, prácticamente toda la música procede de interpretaciones en directo, con una escasa parte de producción en el estudio. Explica Hedges este hecho afirmando que “confío en la tecnología pero tienes que plantearte qué necesitas de ella, qué te aporta. Yo llegué a la conclusión de que nada de lo que me aporta es puramente musical por lo que la empleo sólo para lo imprescindible”. Por ello, tampoco mostraba demasiado interés en los controladores de guitarra para emplear con sintetizadores como hacían otros colegas suyos: “prefiero controlar los sintetizadores a través de teclados. Mi técnica a la guitarra no me ofrece resultados interesantes al interactuar con la electrónica”.

En la grabación participan: Bryan Lanser (percusiones) y Mike Moore (clarinetes, saxofones) acompañando a Hedges que toca todo tipo de guitarras, flautas, bajo, sintetizadores y batería. En la última pieza del disco aparecen como invitados los ya citados Crosby y Nash junto con el bajista Michael Manring.

Michael Hedges


“The Naked Stalk” – Con un solo de guitarra acústica da comienzo el disco. Se trata de una breve composición de carácter introspectivo que encaja a las mil maravillas en el sonido tan habitual del sello en el que se publicó el disco originalmente: Windham Hill. Una apertura llena de delicadeza y sensibilidad.

“The Jealous Tunnel / About Face” – El ritmo se incrementa adquiriendo ciertos aires folclóricos en una magnífica composición en la que Hedges echa mano de las flautas en la segunda parte de la pieza para acompañar a su guitarra, más dedicada a labores rítmicas en esta ocasión, incluyendo golpeos sobre la propia caja del instrumento por parte del guitarrista. El aire ligeramente celta de este segmento final nos recuerda al sonido de otro de los grandes buques insignia del sello como fueron nuestros adorados Nightnoise.



“The Jade Stalk” – Pasamos a terrenos más cercanos a la “new age” con esta pieza en la que Hedges incorpora unos arpegios electrónicos algo tópicos y en la línea de muchas de las cosas que se hacían en aquellos años. Se anima también con el bajo y la guitarra eléctrica que rivaliza con el clarinete de Mike Moore a la hora de encargarse de la parte melódica de la composición. Es una pieza que podría pertenecer a cualquier otro artista del sello y esa falta de personalidad hace que no se encuentre entre nuestras favoritas del disco ni mucho menos.

“Nomad Land” – Llegamos a otra miniatura en la que Hedges se luce con la guitarra acústica durante unos instantes, previos a la aparición del saxo de Mike Moore. La pieza es demasiado corta para llegar a donde podría haberlo hecho. Con todo, es un corte interesante.

“Point A” – La primera pieza del disco en la que Hedges utiliza la “Trans Trem Guitar” es este breve solo. El instrumento ofrece la posibilidad de mantener la afinación de cada cuerda en el intervalo adecuado y variar simultáneamente la afinación de las seis a cualquier otra previamente programada. Esto ofrece a Hedges la posibilidad de explorar nuevas sonoridades, lo que es aprovechado en los breves instantes que dura la pieza, acercándose a veces a la tímbrica de de un bajo.

“Chava’s Song” – Probablemente sea la mejor composición de todo el disco y una de las más memorables de su autor. Hedges utiliza la “harp guitar”, instrumento que añade a las seis habituales un segundo mástil con cinco cuerdas más (el número es variable pero nuestro artista suele utilizar esas cinco). A una preciosa melodía de gran sencillez, el músico le añade un sutil refuerzo de piano que le confiere a la composición una expresividad superior. Imprescindible.



“Ritual Dance” – Volvemos a los solos de guitarra con esta portentosa exhibición de facultades por parte del artista. Se trata de una composición veloz que no deja apenas respiro al oyente y que desprende una gran energía a pesar de estar interpretada en su totalidad con una guitarra acústica.

“Scenes (on the road to shrub 2)” – La única pieza de todo el disco en la que suena un ritmo programado nos permite disfrutar de nuevo del Hedges flautista ejecutando este instrumento de forma más que eficaz. De hecho, a pesar de que el saxo de Mike Moore parecería un instrumento de mayor presencia que el “tin whistle”, es este último el que sale victorioso del duelo. La segunda parte de la pieza nos muestra a Hedges dando una particular lección del uso del “tapping”, técnica en la que es maestro.

“The First Cutting” – Volvemos a los temas de aire folclórico por unos instantes para deleitarnos con la excepcional forma de tocar la guitarra de nuestro músico. A pesar de ser la pieza en la que entra en juego un mayor número de instrumentos de todo el disco (batería, teclados, bajo y flautas), es la guitarra y, en menor medida, el “whistle” quienes llevan todo el peso de la pieza que podría haber sido interpretada perfectamente sin más aditamentos que esos.

“Point B” – Segunda aparición de la “TransTrem Guitar” en el disco con otro sólo de escasa duración en el que, como nos ocurría antes, cuesta creer que no haya un bajo auténtico sonando, algo que sólo está justificado por la capacidad tímbrica del intrumento.

“Song of the Spirit Farmer” – Acercándonos al final del disco escuchamos el único corte en el que no interviene ninguna guitarra. Es una pieza electrónica en la que sólo las flautas representan a los instrumentos acústicos. A pesar de todo, es otra de las mejores composiciones del disco, cercana a los trabajos que por aquel entonces publicaba Mark Isham en Windham Hill.

“The Rootwich” – Con un solo “funk” lleno de fuerza en el que la integridad de la guitarra parece peligrar en varios momentos nos lleva Hedges hacia el magnífico cierre del disco.

“i carry your heart” – No pasa ni un minuto sin que la presencia de Michael Manring y de Crosby & Nash como invitados nos parezca absolutamente justificada, lo que nos hace plantearnos qué habría sido de la carrera de Hedges si hubiese optado por un formato de canciones como ésta en el futuro habida cuenta de su magnífica voz y de que su forma de cantar no tenía nada que envidiar a la muchos otros artistas que han hecho carrera como cantantes.


Siempre merece la pena volver repasar la discografía de Michael Hedges; uno de los artistas más talentosos que grabaron para el sello Windham Hill, en el que el potencial que ponía al descubierto cada nueva grabación hizo aún más triste su pérdida en 1997. La suerte que tenemos como oyentes es que sus trabajos siempre estarán a nuestra disposición para recordarle siempre que queramos como un intérprete y compositor excepcional. “Taproot” está disponible en los enlaces siguientes: 

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Nos despedimos con "The Rootwich" en directo. A pesar de que la imagen es mejorable, merece mucho la pena:

 

domingo, 24 de agosto de 2014

Michael Manring - Unusual Weather (1986)



Una de las características más importantes de Windham Hill como sello era su funcionamiento casi como el de una familia en el sentido de que prácticamente todos los músicos del sello estaban a disposición del resto para intervenir en sus discos si eran requeridos para ellos. Así, no era raro escuchar el piano de George Winston en un disco de William Ackerman, la guitarra de Michael Hedges en un trabajo de Philip Aaberg, etc. Era habitual también escuchar todo tipo de combinaciones entre los artistas del sello en el gran número de discos recopilatorios con material nuevo que el sello solía lanzar periódidamente y, de cuando en cuando, se formaba algún grupo integrado por artistas del sello.

Michael Manring ejemplificaba como pocos todo lo anteriormente indicado. Comenzó como músico de apoyo en discos de Michael Hedges y, a partir de ahí, participó en lanzamientos de otros artistas, formó parte del grupo Montreux y, finalmente, debutó con un disco propio en el que colaboraban otras figuras de Windham Hill, especialmente, el guitarrista Michael Hedges. Sucedió en 1986 y para la ocasión, el bajista utilizó 12 temas propios y uno que tomó prestado, precisamente, de su gran amigo Hedges. El trabajo era una sofisticada colección de temas de jazz contemporáneo que rayaban a gran nivel. Manring toca bajo, guitarras, violonchelo, piano, sintetizadores e incluso se atreve a cantar pero sabe rodearse de músicos de apoyo muy interesantes. Los créditos del álbum los completan: Steve Bloom (percusión), Bruce Martin (marimba), Bobby Read (clarinete, flauta, percusión, piano, saxofón, sintetizadores y voz) y Kurt Wortman (batería). Michael Hedges interviene en uno de los temas con su guitarra.

Manring y Hedges en pleno mano a mano.


“Welcoming” – La bienvenida del disco es una pieza suave en la que el bajo nos recibe de un modo muy amable acompañado de una percusión muy leve y ligeras notas de piano, quedando la melodía principal a cargo del clarinete primero y del saxo después. Manring rehuye en un primer momento el primer plano aunque su maestría con el bajo es innegable y termina por aparecer en la segunda mitad del tema a lo largo de un magnífico mano a mano con los sintetizadores.

“Huge Moon” – Continúa el disco con una estupenda pieza en la que los bajos se combinan con las voces, empleadas al más puro estilo del Pat Metheny más brasileño y con unos preciosos fondos de sintetizador, regalándonos un momento realmente especial y diferente. Hay una sensibilidad muy particular en este tema que probablemente pocos mencionarán como uno de sus favoritos pero que a nosotros nos encanta.

“Almost April” – Tarda algo en aparecer en el disco en este rol pero el bajo lo hace aquí ejecutando una melodía muy interesante que da el relevo inmediatamente al saxo. Luego queda algo oculto, especialmente tras la entrada del piano pero es en esta pieza en la que escuchamos a Manring en plenitud extrayendo sonidos a su bajo sin trastes que luego serán fundamentales en el resto de su carrera.

“Unusual Weather” – Cambio de tercio con el siguiente corte elaborado a partir de diferentes sonidos de bajo y en el que Manring aprovecha para mostrar todos los recursos técnicos de que dispone. La base rítmica se elabora a partir de golpeos sobre las cuerdas mientras que la melodía surge del un toque lleno de magia del artista. Si Jaco Pastorius dejó un discípulo aventajado, ese es, sin duda, Manring.

“Sung to Sleep” – Regresamos a la versión más melodiosa de la música del bajista, en la que cede ese papel a los instrumentos de viento, especialmente a los saxos. Escuchamos algunos sonidos electrónicos que no interfieren apenas en el desarrollo de la pieza.

“Thunder Tactics” – Un magnífico solo de bajo abre un tema que parecía iba a transcurrir por otros derroteros hasta la aparición de la batería y los vientos convirtiendo lo que podría haber sido una demostración más de virtuosismo interpretativo en una más que interesante pieza de jazz-rock con toques brasileños (de nuevo esas voces inspiradas por Metheny).

“Longhair Mobile” – Ahora sí, toca escuchar un solo de bajo de esos que no pueden faltar en los discos de Manring. Gracias al “tapping” el intérprete es capaz de extraer sonidos y melodías que, en ocasiones, hacen dudar al oyente de su procedencia, tal es la variedad y versatilidad de estas y aquellos.

“Homeward” – Una melodía que ejemplifica a la perfección lo que nos gusta definir como “sonido Windham Hill” es el centro de la composición. Ejecutada a través del clarinete, reúne todas las características de los artistas más representativos del sello de William Ackerman. No en vano, Manring tuvo un papel importante en buena parte de los discos de la discográfica en aquellos años.



“Not Even the Summer” – Recurre Manring a una melodía muy directa para, con la ayuda del registro más melancólico de su bajo, construir una preciosa canción en la que las armonías vocales juegan un papel muy importante. La segunda parte de la pieza nos muestra de nuevo al bajista virtuoso en combinación con algunos toques de sintetizador, como siempre, muy equilibrados y sin alterar el conjunto.

“Sightings” – Si en un sello de las características de Windham Hill se hubieran extraído “singles” de los discos como estrategia de promoción habitual, ésta habría sido muy probablemente una de las elecciones para jugar ese papel en “Unusual Weather”. Es uno de los cortes más melódicos del disco, cuenta con un ritmo muy amable y la escucha es realmente agradable. Encontramos trazas de jazz, un cierto espíritu pop y, en conjunto, se trata de uno de los momentos de mayor interés del trabajo que, además, anticipa en cierto modo el camino por el que iban a transcurrir los siguientes lanzamientos de Manring.

“Big Feelings” – Quizá la pieza más alegre y optimista de todo el disco sea esta que encontramos ya en la recta final del mismo y que, como la anterior, podría haber sido “single” sin problema alguno. La parte vocal es realmente atractiva y la sección rítmica invita al disfrute si complejos.

“Thunder Tactics (reprise)” – En la primera versión del disco, publicada en vinilo y cassette éste terminaba con este brevísimo apunte de apenas medio minuto en el que no da tiempo a apreciar gran cosa. Sin embargo, las ediciones en CD incorporaron una pieza más que es con la que terminamos el análisis.

“Manthing” – Escuchamos como conclusión una composición de Michael Hedges en la que Manring y el guitarrista se embarcan en un mano a mano prodigioso desplegando ambos artistas lo mejor de sus cualidades sin caer en virtuosismos innecesarios. Una despedida maravillosa para un disco notable que sería el primer paso en la carrera como solista de un intérprete excepcionalmente dotado.



Leímos en alguna reseña de “Unusual Weather” que lo más extraño del disco es que fuera publicado en un sello “new age” como Windham Hill en lugar de en uno de jazz con toques contemporáneos como ECM, por ejemplo. Es cierto que el trabajo podría tener encaje en el sello de Manfred Eicher pero creemos que su sonido, su esencia, es 100% Windham Hill aunque estamos de acuerdo en que es un trabajo que podría interesar a aficionados a los que la discográfica de Ackerman y la etiqueta “new age” en particular les suscite un rechazo inicial a causa de la mucha morralla que apareció bajo esa denominación en una época determinada. Animamos a esos y a todos los potenciales oyentes a que le den una oportunidad a “Unusual Weather” y a Michael Manring ya que es un músico, siempre en nuestra opinión, muy interesante. El disco puede adquirirse en los enlaces habituales.

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Como despedida os dejamos a Manring y Hedges en plena jam-session a partir de un tema perteneciente a un trabajo del segundo:

domingo, 6 de julio de 2014

Michael Manring - Drastic Measures (1991)



No es casual que las veces que Michael Manring ha aparecido en el blog lo haya hecho como músico de apoyo de otros artistas o como miembro de una banda de efímera duración. La trayectoria del bajista norteamericano propicia esta situación ya que, a pesar de formarse en las mejores escuelas (incluyendo el Berklee College of Music, aunque no llegó a graduarse), la mayoría de los discos en los que ha participado son de otros.

A pesar de no conseguir la titulación en una de las más prestigiosas instituciones musicales del planeta, Manring completó su formación de la mano de Jaco Pastorius, lo cual, bien podría convalidar cualquier título académico cuando hablamos de un instrumento como el bajo.

Su carrera discográfica tuvo su inicio en Windham Hill acompañando a su gran amigo Michael Hedges y a partir de ahí se convirtió en uno de los músicos cuyo nombre aparece en más discos del sello, desde los del “jefe” William Ackerman hasta los de Philip Aaberg o Alex de Grassi aunque colaboró con otras estrellas de la “new age” ajenas al sello como Suzanne Ciani o Paul Machlis. Tardó bastante en grabar sus propias ideas, algo que hizo primero como miembro del grupo Montreux junto con Darol Anger, Mike Marshall y Barbara Higbie y poco después ya en solitario. Manring es un bajista espectacular capaz de arrancar sonidos insospechados a sus instrumentos, la mayoría de los cuales están constridos por Zon Guitars, empresa que comenzó con una tienda en Nueva York regentada por Joe Zon, bajista y luthier que ha llevado a su pequeño negocio a ser una de las compañías más prestigiosas en el terreno del bajo. La colaboración entre Manring y Zon llevó a la creación de algunos modelos realmente innovadores de bajo, dentro de los que destaca el “hyperbass”, bajo sin trastes que permite cambiar la afinación de las cuerdas mientras se toca. Manring es un maestro en el bajo sin trastes como buen discípulo de Pastorius y a partir de él ha elaborado un mundo sonoro realmente particular.

El disco que hoy traemos aquí fue el tercero de los que publicó en solitario y, precisamente, aquel en el que “debutaba” el “hyperbass”. A pesar de que Manring toca varios instrumentos, redujo el número de ellos frente a discos anteriores cediendo parte del protagonismo a otros músicos, la mayoría habituales del sello Windham Hill. La lista la integran Paul McCandless (todo tipo de maderas y sintetizadores de viento), Clifford Carter (piano), Mark Walker (batería y percusiones), Tom Miller (glockenspiel y percusiones), el bajista del Pat Metheny Group, Steve Rodby (sintetizadores y bajo) y Fred Simon (sintetizadores). Otra novedad es la utilización de tres composiciones ajenas, tres clásicos de otros artistas muy diferentes entre sí pero capitales, cada uno en su estilo.

Michael Manring.


“Spirits in the Material World” – Comienza el disco, nada menos que con una versión de un tema de otro bajista, Sting, quien compuso la canción para el cuarto disco de The Police, “Ghosts in the Machine”. La versión en sí no es gran cosa en cuanto a arreglos o interpretación y es una más de esas adaptaciones que se limitan a sustituir la parte vocal por otro instrumento (en este caso el bajo) sin mayor variación. La ejecución, por otra parte, es notable, algo lógico cuando hablamos músicos del nivel de los participantes en el disco.

“Hopeful” – Cambia la cosa con el segundo corte en el que escuchamos ya a Manring en plan virtuoso a dúo con un excepcional Paul McCandless. El tema es una balada lenta de delicada factura en la que la expresividad de nuestro artista con los distintos tipos de bajo es realmente difícil de igualar. Los arreglos son muy ajustados y se limitan a resaltar la melodía principal que con el único apoyo de las percusiones y algún teclado tiene la ayuda necesaria para sonar casi perfecta.



“Red Right Returning” – No faltan en el disco los solos de bajo y éste es el primer ejemplo. Manring utiliza varios bajos diferentes pero se centra en el “hyperbass” explotando su particular sonido. Se trata de una pieza lenta en la que escuchamos todo tipo de técnicas, incluyendo el “tapping”, tan característico del guitarrista Michael Hedges pero menos habitual en bajistas. Un gran tema en el que, a pesar de ser un virtuoso del instrumento, Manring no se pierde en exhibiciones vacías en beneficio de una mayor musicalidad.

“Gizmo” – Volvemos a escuchar a la banda al completo con McCandless ejecutando las principales líneas melódicas y Manring en el papel de acompañante destacado. Muy correcta la percusión durante toda la pieza en la que destacamos un solo muy jazzistico a cargo del bajista en la parte final que nos recuerda a Metheny en muchas cosas. Quizá haya que señalar aquí que Steve Rodby no sólo toca en algunos temas sino que es el productor del disco y eso termina notándose.

“Oyasumi Nasai” – El sonido del bajo, casi irreconocible para quienes estén acostumbrados a escucharlo como mero acompañamiento abre una pieza llena de inspiración y sensibilidad a la que Paul McCandless le da el toque perfecto y es que, si Manring es uno de esos artistas que marcaron los años dorados del sello Windham Hill, la forma de tocar de Paul a los saxos, al oboe o al clarinete, define como pocos el sonido característico del sello de William Ackerman.

“Purple Haze” – La segunda versión que aparece en el disco es la más impresionante de todas ya que Manring se atreve con un clásico, nada menos que de Jimi Hendrix. Además, lo hace interpretando la pieza en riguroso directo y sin ningún tipo de arreglo posterior en estudio. Si alguien duda de la categoría de Manring como intérprete, debería dar una escucha a esta pieza.



“Deja Voodoo” – Llegamos a una de nuestras piezas favoritas del disco, con una inyección de energía a cargo de la batería que transforma el  que podría ser un tema más del disco en un precioso corte de jazz-fusión que entronca con algunos de los mejores temas de los dos primeros discos de Manring en solitario. Continuos cambios de ritmo, melodías inspiradas e interpretaciones impecables conforman una pieza magistral que nos recuerda que la faceta como compositor de Manring, siempre empequeñecida por la de intérprete, no es nada desdeñable.

“Watson & Crick” – De nuevo escuchamos al músico en solitario y sin aportes posteriores en una pieza grabada en una sola toma en la que se revela como un maestro del “tapping”, técnica mediante la que el intérprete consigue arrancar sonidos extraordinarios a la guitarra o el bajo pulsando las cuerdas con los dedos de ambas manos sobre el mástil del instrumento. Una auténtica clase de interpretación en apenas cinco minutos a cargo de Manring.

“Wide Asleep” – Llegamos a la parte más amable del disco. Aquella que cualquier oyente relacionaría enseguida con la mayoría de los lanzamientos de Windham Hill en la época, algo de lo que, una vez más, podemos considerar como principal responsable a Paul McCandless. Es esta una pieza vitalista, alegre y esperanzadora, de esas que son capaces de levantar el ánimo de cualquiera.



“500 Miles High” – El último tema compuesto por otro músico del disco es esta pieza de Chick Corea a la que Manring despoja de buena parte del toque latino que tenía en el original pero conservando gran parte de sus virtudes. A pesar de que la traslación de una pieza de piano al bajo se antoja mucho más complicada que la de una de guitarra como podía ser la anterior “Purple Haze”, creemos que Manring supera la prueba con nota y que, en muchos aspectos, la versión supera al original, aunque suponemos que en esto no será fácil que muchos lectores estén de acuerdo.

“When Last We Spoke” – Cerrando el disco escuchamos una pieza más cercana al jazz en la que encontramos paralelismos con el ya citado Pat Metheny lo cual, dicho sea de paso, no puede ser sino un elogio para Manring ya que consideramos al guitarrista como uno de los grandes de las últimas décadas.


Con “Drastic Measures”, Manring logra su disco más equilibrado hasta la fecha mediante una combinación perfecta de temas propios y versiones, de piezas interpretadas en solitario y con toda la banda y de frágiles baladas y animados cortes de jazz-fusión. Aunque el intérprete optó por derroteros muy diferentes en las siguientes años, lo que, por otra parte, hace que sea tremendamente injusto colgarle la etiqueta de “músico new age”, estos primeros trabajos nos parecen muy interesantes y recomendables. La trayectoria posterior del músico giró hacia territorios cercanos al rock progresivo e, incluso, al metal progresivo pero manteniendo un cierto espíritu jazzístico y de fusión muy presente en todo momento. Hablamos en su momento del primer disco de Attention Deficit, que sería un buen ejemplo de esto pero hay muchos más que con el tiempo irán apareciendo por aquí. Según la propia web de Manring, sus tres primeros discos para Windham Hill, entre los que figura “Drastic Measures” están descatalogados pero aún es posible encontrarlos en alguna tienda on-line.

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miércoles, 19 de marzo de 2014

Paul Machlis - The Magic Horse (1992)



Si hubo una tendencia en la música en general un par de décadas atrás, esa fue la de la “fusión”. El cruce de estilos de lo más variopinto, el intercambio de experiencias entre músicos de procedencias diversas y la experimentación a la hora de mezclar ritmos e instrumentos que poco tiempo antes habrían levantado oleadas de rechazo por parte de los melómanos más puristas.

Fue, curiosamente, el campo de las músicas tradicionales el más permeable a este interculturalismo y, quizá por ser el que estaba más de moda entonces, el ámbito de la llamada música celta fue prolijo en mestizajes con todo tipo de estilos. Era habitual escuchar fusiones de música celta y africana (hasta dieron nombre a un grupo como el AfroCelt Sound System), música celta y jazz (pensamos en los Moving Hearts de Davy Spillane), música celta y clásica (ese oratorio barroco que es “The Children of Lir” de Patrick Cassidy es un buen ejemplo) y hasta con el rock duro (Wolfstone) o la electrónica (Talitha MacKenzie o Martyn Bennett). También nuestro Carlos Núñez experimentó con el flamenco o la música cubana en algún momento.

Uno de los ejemplos más notables, por lo bien trabajado del mestizaje y la perfecta integración entre ambas tradiciones lo encontramos en “The Magic Horse”, disco en el que el pianista californiano Paul Machlis realiza un fantástico viaje entre la música celta con ese toque clásico que él le da y la tradición balcánica. Conocimos a Machlis por sus celebrados discos a dúo con el violinista Alasdair Fraser a finales de los ochenta y principios de los noventa y, más tarde, como miembro de la superbanda Skyedance, aunque las últimas noticias que tenemos de él nos lo presentan como profesor universitario, alejado de la música profesional. De hecho, la última grabación de la que tenemos conocimiento que muestra su nombre en los créditos data de 2002 por lo que es bien probable que haya abandonado la vorágine de los discos y los conciertos.

“The Magic Horse” fue su primer disco en solitario, publicado en 1992 en los años de mayor popularidad de su dúo con Alasdair Fraser y para su grabación, Paul contó con una nómina de colaboradores de auténtico lujo. Además del propio Machlis, que toca el piano y los sintetizadores, intervienen en el disco: Chris Caswell (flauta irlandesa, bodhran), Vince Delgado (derbake, percusión), Alasdair Fraser (violín, viola), Michael Manring (bajo), George Marsh (batería, percusión) y Marcus Moskoff (gadulka).

Michael Manring, uno de los protagonistas del disco.

“The Magic Horse” – Comienza el disco con una pieza amable, de sencilla escucha, en la que el piano de Machis, con sus particular forma de tocar nos recuerda mucho al de Tríona Ní Dhomhnaill, protagonista junto con Nightnoise de la entrada anterior. La percusión y la flauta irlandesa no hacen más que confirmar las sospechas que podría tener cualquier oyente sobre la inspiración celta de la pieza aunque, como todas las del disco, sea una composición propia de Machlis.

“Goldenwood” – Escuchamos ahora una composición para piano solo (con algunos arreglos de sintetizador muy matizados) en la que Machlis demuestra ser un músico muy capaz con una melodía intimista y delicada. Casi una miniatura que se cuenta entre las mejores piezas del disco.

“Alasdair John Cameron Graham” – Aquellos cuyo interés por el disco proceda de la antigua colaboración de Machlis con el violinista Alasdair Fraser encontrarían su recompensa en composiciones como esta en las que el dúo reedita la magia de sus mejores momentos con una maravillosa melodía de piano que es convenientemente replicada por Fraser, primero a la viola y más tarde al violín con una brillantez, parafraseando a Arthur C. Clark, “indistinguible de la magia”.



“Pogonip” – Volvemos a disfrutar aquí de la combinación de piano y sintetizadores, siempre sutiles y en segundo plano, del artista californiano en una composición en dos partes, una primera, lenta y evocadora y una segunda más rápida y con la participación de Chris Caswell al bodhran en forma de danza celta. El esquema típico de los intérpretes de esa tradición que enlazan varios temas distintos en uno solo combinando los ritmos más vivos con las melodías más íntimas. Machlis juega a eso en esta pieza con un resultado magnífico.

“Little Appalachia” – Entramos en esta parte central del disco en una pequeña sucesión de temas de corta duración (ninguno llega a los tres minutos). El primero de ellos es otra pieza de aire celta para piano y sintetizadores. De ritmo variable y juguetón es otro ejemplo del buen hacer de Machlis en estos terrenos.

“Homecoming” – Similares características encontramos en el siguiente tema en el que nos parece apreciar alguna influencia de George Winston, pianista de referencia en las nuevas músicas y del que seguro que Machlis tenía buen conocimiento.

“Allangrange” – Cerrando esta sucesión de miniaturas escuchamos por segunda y última vez en el disco a Alasdair Fraser lo que, por si solo justificaría ya la existencia de la pieza. Todos los elogios que podamos hacer a la figura del violinista escocés son pocos y en melodías como ésta, que adopta la forma de un aire lento característico de las “highlands”.

“Maritsa” – Entramos en la segunda parte del disco en territorios más exóticos desde el punto de vista del seguidor de Machlis como músico de inspiración celta y es que el pianista se adentra en otros folclores como el balcánico. Además, cuenta aquí con el segundo invitado estelar, menos obvio que su tantas veces compañero Fraser pero igualmente fantástico intérprete de su instrumento: el bajo. Y es que Michael Manring es uno de los bajistas más versátiles que hayamos escuchado, desde sus trabajos con Montreux o sus discos en solitario para Windham Hill, todos ellos en una línea de jazz suave cercano a la “new age”, hasta sus lanzamientos más recientes con otros músicos más cercanos al rock progresivo e, incluso, al metal. La intervención de Manring es sensacional y nos deja con ganas de más.

“Patshiva” – No tardamos en saciar nuestra sed de más música del bajista porque se convierte en el protagonista de pleno derecho de la última parte del disco en la que interviene con profusión situándose a la altura de Machlis. En los cuatro cortes de inspiración balcánica del disco escuchamos lo que podríamos considerar como una banda formada por los dos músicos citados, el percusionista Vince Delgado y el intérprete de gadulka, Marcus Moskoff, quienes aparecen en éste y los dos cortes siguientes. Sin menospreciar las intervenciones de Fraser, creemos que lo más interesante del disco sucede en este tramo, especialmente en esta maravilla titulada “Patshiva”: un paseo por el folclore búlgaro de altísimo nivel a cargo de músicos sobresalientes.



“Sianka” – Continuando por la misma senda encontramos esta pieza en la que el protagonismo lo tiene Marcus Moskoff con la gadulka, instrumento de cuerda a medio camino entre el violín y el rabel, con un timbre lleno de expresividad. Machlis y Manring tienen su espacio para el lucimiento, especialmente en un dúo de piano y bajo que escuchamos en la parte central del tema pero nos tenemos que rendir ante el arte de Moskoff por encima de cualquier otra consideración.

“Subor” – A modo de prolongación de la pieza anterior, es la gadulka el instrumento principal y el resto aparecen como acompañantes la mayor parte del tiempo aunque, como es lógico, Machlis se reserve algún momento en el que su piano ejecuta la melodía central. Hemos citado poco al percusionista Vince Delgado y somos injustos porque su trabajo sordo es notable desde la discreción. Una de esas presencias que sólo se notan cuando no están, valga la aparente contradicción.

“Sleeping Girl” – Para despedir el disco, escoge Machlis una pieza de piano muy reposada en la que sólo se acompaña de la percusión de George Marsh, tenue, casi inapreciable, en forma de campanillas al principio y sólo en algún momento echando mano de las escobillas con la suavidad que una canción de cuna como esta requiere. Un cierre elegante y modesto para un disco del que tenemos la impresión de que no fue todo lo valorado que debiera en su momento.

Es inevitable que la figura de Paul Machlis estuviera en un segundo plano al asociarse con una luminaria como Alasdair Fraser, músico que eclipsaría a cualquier otro junto al que tocase. Tampoco ayuda mucho el hecho de que Machlis apenas publicase un puñado de discos en solitario (se cuentan con los dedos de una mano) pero creemos que se trata de un artista de gran talento que podría haber obtenido un éxito mayor del que tuvo. No fue éste menor, sin duda, pero casi siempre estaba presente la sombra de Fraser (tanto en el dúo como en los discos de Skyedance) y creemos que en este “The Magic Horse”, el pianista explora terrenos en los que tenía muchas posibilidades además de combinar a la perfección con otros músicos con los que podría haber seguido experimentando en los años siguientes.

Sea como fuere, consideramos que éste es un disco muy recomendable y, por ello, os dejamos los enlaces habituales para que podáis adquirirlo si aún no lo teneis:

domingo, 28 de julio de 2013

Attention Deficit - Attention Deficit (1998)



Conocimos a Michael Manring allá por los años ochenta cuando era el músico de apoyo clásico del sello Windham Hill en el que su bajo solía aparecer como complemento en las grabaciones de William Ackerman, Michael Hedges o como miembro del grupo Montreux. Por supuesto, también editó sus propios discos en solitario y sus colaboraciones se extendían a otros artistas del ámbito de la “new age” fuera de Windham Hill como fueron los casos de Suzanne Ciani o Paul Machlis.

Sin embargo, los gustos musicales de Manring no le han permitido estancarse en un sólo género y desde aquellos ya lejanos comienzos, ha experimentado con todo tipo de estilos aprovechando su capacidad con el bajo que le ha convertido en uno de los cinco o seis mayores exponentes del instrumento en la actualidad. Manring vive habitualmente en San Francisco y de ese mismo lugar procede Alex Skolnick, guitarrista de la banda Testament durante los años ochenta y los primeros noventa. Tras dejar la banda fundó su propio grupo, Savatage y por esas fechas intervino en dos cortes de “Thonk”, el disco más radical hasta el momento de Manring, aparecido en 1994 y que llegó a ser calificado como el primer disco new-age-trash metal-fusión de la historia. Poco después, en 1997, Skolnick reclutó a Manring para su grupo The Skol-Patrol y un año más tarde se convirtieron en Attention Deficit con la incorporación del batería Tim Alexander, antiguo componente de Primus.

Attention Deficit sólo publicaron dos discos pero ambos son grandes trabajos en los que se combina el virtuosismo instrumental con una inusual efervescencia de ideas. A simple vista es difícil imaginarse a qué sonaría un grupo formado por músicos de procedencias tan diversas aunque la crítica suele compararles con los instrumentales de Frank Zappa o los discos del que fue su batería, Terry Bozzio, en compañía de Tony Levin y Steve Stevens, quizá por la coincidencia en la configuración de ambos tríos. Nosotros encontramos similitudes también entre la música de Attention Deficit y la de los King Crimson de aquellos años pero será algo que desgranaremos como de costumbre en el comentario del disco corte por corte.



“ATM” – Hay tres cortes en el disco cuyo título esta formado por las iniciales de los nombres de los músicos en distinto orden. El primero es el que abre el trabajo y en él, es protagonista la batería que compone una interesante marcha entre voces de radio y las primeras florituras de Alex Skolnick a la guitarra. En la segunda mitad del tema entra el bajo de Manring para cerrar una introducción muy contenida, alejada de exhibicionismos.

“An Exchange of Niceties” – El bajista se toma la revancha adoptando un papel dominante en el siguiente corte en el que la guitarra nos lleva por pasajes que delatan una sólida influencia de los King Crimson de los noventa. Un tema intenso y conciso así como también breve, lo que es una constante en el disco.

“Scapula” – La guitarra adopta un papel rítmico casi funky para ceder a la sección que habitualmente debería ejercer esa tarea el protagonismo del corte, no sin mostrar algunos ramalazos de destreza técnica a lo Van Halen aunque siempre por debajo de un sensacional Michael Manring, dominador de los distintos tipos de bajo que aparecen en la pieza.



“Snip” – Brevísimo corte a modo de transición consistente en un sólo de bajo a cargo de Manring característico del músico.

“It’s Over Johnny” – Entramos en territorios más duros y ahí es la guitarra eléctrica la que manda con un marcado trasfondo “blues” alrededor del que se construye un extenso solo al alcance de muy pocos.

“TMA” – Sin solución de continuidad entramos en la siguiente pieza que conserva el estilo de la anterior, tornándose, si acaso, en una improvisación más libre y ajena a formas convencionales.

“Fly, Pelican, Fly” – Enlazada con la anterior se encuentra esta larga transición casi ambiental que, ignoramos por qué, en su primera parte nos trae a la cabeza el “Matte Kudasai” de King Crimson a pesar de ser piezas con poco en común aparentemente. Hay más momentos crimsonianos a lo largo del desarrollo de la composición que se revela como una de las más interesantes de todo el disco.



“Febrile” – Giro radical hacia un poderoso instrumental rock con guiños más duros y un Michael Manring desatado mostrándose como lo que es: un bajista superdotado.

“MAT” – Tercero y último de los títulos acrósticos y turno de nuevo para la batería como intérprete principal. Resulta complicado hacer de ese instrumento el protagonista de un tema y que este no resulte plomizo y cargante pero nuestro trío lo consigue sin problemas en un tema, una vez más, notable.

“Wrong” – Nueva transición breve cuajada de efectos marcianos y juegos de sonido sin mayor intención que la de transportarnos hacia la siguiente etapa del viaje.

“The Girl from Enchilada” – El funk, el jazz y el blues son los elementos que se juntan en esta composición que pasa, en nuestra opinión, por ser otra de las más destacadas del trabajo. Parece mentira que sólo sean tres instrumentos los que suenan porque, en ocasiones, creemos oír sintetizadores y demás efectos que proceden, en realidad, de los diversos bajos y pedales de Manring.

“Merton Hanks” – Nueva transición en clave de jazz-rock que haría las delicias de los seguidores de Porcupine Tree, especialmente de sus trabajos más experimentales como “Metanoia”. La versatilidad del trío sigue sorprendiéndonos a cada tema.

“III Fated Conspracy” – Enlazando con los últimos compases del corte anterior entramos en un segmento oscuro e inquietante que nos prepara para la recta final del trabajo. Ambientes oscuros y tensión a raudales antes de comenzar la despedida.

“The Blood Room” – Un comienzo funk esconde otra intensa pieza experimental y arriesgada en la que nuestros tres músicos disfrutan y nos hacen disfrutar de una intensa libertad creativa que, quizá si fueran más populares no se podrían permitir. Se lo agradecemos profudamente.

“Festivus” – De nuevo, tenemos una transición que no llega a los 20 segundos de duración y que nos lleva hasta el siguiente tema.

“Khamsin” – Aunque la lista de cortes del disco llegue a los 18, lo cierto es que, integrando las transiciones como introducciones de la siguiente pieza habría quedado un “tracklist” de ocho o nueve cortes más coherente y sencillo de comentar. “Khamsin” es otra composición experimental con ese bajo circular omnipresente de Manring acompañando las evoluciones de sus compañeros

“Lydia” – De no ser por la ácida guitarra de Skolnick, el tema podría pasar por uno de los amables instrumentales de los discos de Manring en Windham Hill: música agradable, bien construida y mejor ejecutada. Todos los temas del disco aparecen firmados por el trío pero sospechamos que la referencia femenina del título y el estilo de la pieza son demasiado personales para haber sido escrita a seis manos.

“Say Hello to My Little Friend” – Para poner punto y final al disco, nuestro trío endurece de nuevo su propuesta con un giro hacia propuestas neo-progresivas. Un despedida a la altura de un gran disco, muy poco conocido.


El heavy metal fue durante muchos años, especialmente tras la decadencia del rock progresivo a principios de los ochenta, el refugio para los músicos más virtuosos de la escena rockera. El lugar en el que poder explayarse con libertar y construir solos estratosféricos y estructuras más complejas que las del pop de las radiofórmulas. Aunque nunca llegó a ser un género mayoritario, se expandió creciendo y subdividiéndose en infinidad de estilos que, inevitablemente, terminaron por fusionarse con otros nuevos. Alguna de esas vías de evolución terminaron por juntar el metal con el progresivo dando lugar a alguno de los grupos más interesantes de las últimas décadas. Si os interesan este tipo de sonidos, con una cierta base “metalera”, desarrollos progresivos y elementos de jazz, funk y otras músicas, creemos que Attention Deficit es un grupo que os puede entusiasmar. Aunque en su corta trayectoria apenas alumbraron dos discos muy minoritarios, aún es posible adquirirlos por ahí. Os dejamos un par de enlaces para hacerlo:


grooves-inc.es


Nos despedimos con una pequeña "masterclass" de Manring explicando lo que él llama "hyperbass":