Pat Metheny es uno de los músicos que más veces han aparecido por el blog pero nos damos cuenta de que todos los discos que hemos traído hasta aquí en estos años pertenecen a la etapa posterior a su salida del sello ECM, lo que nos sorprende puesto que tanto el guitarrista como la discográfica, cada uno en su categoría, se encuentran entre nuestros favoritos. En el caso del músico, además, se da la circunstancia de que su salida de ECM fue para muchos seguidores un punto de inflexión hasta el punto de que muchos de ellos se bajaron del barco del bueno de Pat al considerar que su música había dado un giro hacia estilos más comerciales y menos “puros”. Sin embargo, en el camino, Metheny llegó a públicos más amplios ampliando la base de seguidores al incorporar a su música elementos muy enriquecedores e influencias muy ricas que le llevaron a crear un sonido muy característico.
En alguna ocasión hemos dicho que disfrutamos tanto de esa etapa inicial del guitarrista en ECM como todas las posteriores por lo que es hora de comentar alguna de aquellas grabaciones iniciales de Metheny, comenzando hoy por su segundo disco: “Watercolors”, que iba a poner, además, la primera piedra para la construcción posterior de su mítico Pat Metheny Group. Esto es así porque en la grabación participan el pianista Lyle Mays, miembro fundamental y responsable en buena parte del sonido de la banda en los años posteriores, y el batería Dan Gotlieb. De este modo, aquí se produce la primera reunión de tres de los cuatro músicos que poco después formarían el grupo. El cuarto participante en este “Watercolors” es el contrabajista Eberhard Weber, uno de los músicos más representativos del sello alemán donde ha grabado un gran número de discos propios además de participar en los de otros artistas.
“Watercolors” - El comienzo del disco es directo, con la guitarra afrontando sin rodeos la melodía central del tema. No tarda en incorporarse primero la sesión rítmica, con una suerte de bossa nova acelerada que encaja como un guante en el estilo de Metheny. Con la entrada del piano de Mays, protagonista absoluto de la parte final del tema, ya hemos reunido todos los elementos característicos del sonido del músico en sus primeros años.
“Icefire” - La segunda pieza tiene un enfoque más íntimo partiendo ya desde su larga introducción a cargo de la guitarra solista. Una guitarra muy particular, la de 15 cuerdas, alejada del sonido amable del tema inicial, que busca una expresión con más filo. Es un tema no tan jazzístico que se acerca más a sonidos folkies con toques de blues.
“Oasis” - Destaca aquí la aportación de Weber al contrabajo interpretándolo con el arco para crear fondos llenos de magia sobre los cuales Metheny desgrana grupos de arpegios sin una melodía clara para terminar por tejer entre ambos una pieza ambiental exquisita. Es difícil hacer más con menos elementos.
“Lakes” - Con el siguiente corte entramos en una de esas piezas que definirán el estilo de Pat Metheny. Elementos de country y jazz moviéndose a gran velocidad sobre una alegre base rítmica y un Lyle Mays extraordinario, especialmente en la segunda parte de la composición en la que hace magia junto al bajo de Weber.
“River Quai” - Es esta una de esas canciones que parecen pedir a cada compás la entrada de una de esas divas del soul, una vocalista que cante una letra esperanzada y vitalista y, sin embargo, eso nunca ocurre quedándonos a cambio con un bonito ejemplo de smooth jazz interpretado, eso sí, con una factura exquisita. Cuando parece que todo está dicho, llega una vez más el gran Lyle Mays para ofrecernos otro gran solo de piano antes de cerrar ya con todos los músicos en plenitud de facultades.
“Suite I. Florida Greeting Song” - Continúa el disco con una suite formada por dos breves partes. La primera es un duelo de virtuosos entre la batería de Gottlieb y la guitarra de Metheny. No es muy dado Pat a este tipo de exhibiciones pero aquí, y dada la escasa duración del corte, no molesta en absoluto.
“Suite II. Legend of the Fountain” - La segunda parte es para el guitarrista en solitario con un arranque ligeramente aflamencado que deriva poco a poco en una breve melodía con aire de bossa nova.
“Sea Song” - Cierra el disco la pieza más larga (algo más de diez minutos) que comienza con un esquema similar a “Oasis”, es decir, el contrabajo tocado con arco crea una serie de fondos fantasmagóricos que son convenientemente adornados por Gottlieb sacando toda la gama de sonidos de los platillos de su batería. El ambiente es verdaderamente logrado y el ideal para que Metheny y Mays vayan introduciendo, con total calma, sus respectivas líneas melódicas. Un fantástico tema, muy experimental, que encaja muy bien en una discográfica como ECM y nos descubre a un Metheny que irá mucho más allá de lo que se espera de un simple guitarrista para convertirse en el futuro en creador de un sonido reconocible y muy difícil de imitar.
Con “Watercolors”, Metheny define el estilo que iba a dominar sus discos con el Pat Metheny Group, formación con la que firmaría ya su próxima grabación un año más tarde y que permanecería activa con pocas variaciones durante más de treinta años. La fusión entre country, folk, jazz, algo de rock, y bastante de músicas de otras procedencias (fundamentalmente de Brasil) iba a ser la seña de identidad de una banda imprescindible en el jazz de las últimas décadas. Metheny, por su parte, ha explorado muchísimos otros caminos en sus discos en solitario o en colaboración con los más diversos artistas pero si queréis disfrutar de toda su esencia, “Watercolors” es un punto de partida inmejorable.