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domingo, 4 de noviembre de 2018

Jean Michel Jarre - Geometry of Love (2003)



De entre todos los proyectos extraños en los que se embarcó Jean Michel Jarre tras romper con Disques Dreyfus, quizá el más excéntrico fue el que terminó con la publicación de “Geometry of Love”. Como ya comentamos en alguna ocasión, los años posteriores a la publicación de “Metamorphoses” (2000) fueron una etapa especialmente turbulenta para Jarre en todos los sentidos: desde el punto de vista profesional, al desvincularse de su discográfica de toda la vida y desde el personal, a causa de la separación de Charlotte Rampling con la que había formado una de las parejas más estables del mundo del espectáculo.

Esa inestabilidad le llevó a embarcarse en aventuras discográficas de escaso recorrido y a relaciones un tanto sorprendentes como el romance con Isabelle Adjani que acaparó las portadas de la prensa del corazón francesa durante semanas. Aquello no funcionó pero durante el tiempo en que fueron pareja hubo lugar para una pequeña colaboración de Isabelle en la carrera discográfica de Jarre. Para llegar hasta ahí tenemos que hablar de Jean Roch, un hombre de negocios francés al que podríamos llamar “empresario de la noche”. Roch había alcanzado cierto éxito con “La Scala”, una discoteca que llegó a ser muy popular en el París de los años noventa pero su gran momento llegó cuando abrió el “VIP Room” en Saint Tropez. Se trataba de un local de “alto standing” en el que se podía ver con frecuencia a gente como Madonna, Bruce Willis, Paris Hilton o Cindy Crawford disfrutando del ambiente nocturno de la Costa Azul. En 2002, Jean Roch reformó por completo la sala encargandole el trabajo al diseñador Ora-ïto. Como parte de las novedades de la reapertura, Roch fue también el mecenas de un disco de Jean Michel Jarre que, en principio, serviría de banda sonora para las zonas más tranquilas del local. Inicialmente el disco tendría una tirada limitadísima de 2000 ejemplares a distribuir sólo entre la selecta clientela del VIP Room pero finalmente fue publicado por Warner en Francia sin ningún tipo de campaña promocional y con una edición igualmente reducida en cuanto a copias a la venta.

El disco iba a contar también con la participación de Ora-ïto que se encargó del pixelado de las fotos de Isabelle Adjani que adornaban el lanzamiento, incluyendo la de su pubis que pasaría a la posteridad como portada del trabajo. En el aspecto musical, Jarre trabaja con su equipo habitual en el que destaca su colaborador más estrecho en toda esa etapa: Francis Rimbert. El disco, nada ambicioso, continuaba la linea de proyectos de pequeño calado que había empezado con “Sessions 2000”.

Interior del VIP Room de Saint Tropez.


“Pleasure Principle” - Comienza el trabajo con unas cuerdas que dibujan una melodía muy escueta a partir de la cual se introduce un tema electrónico de aire impresionista entre multitud de efectos sonoros, muchos de los cuales ya se pudieron escuchar en “Interior Music”, un disco que Jarre grabó para la marca Bang & Olufsen algo antes. Las percusiones, suaves y nada intrusivas, ayudan a recalcar la melodía y los arreglos que, si bien son completamente diferentes a todo lo que Jarre había hecho antes, funcionan muy bien terminando por configurar una pieza deliciosa, muy íntima y verdaderamente interesante.




“Geometry of Love (part 1)” - Completamente diferente es el siguiente corte del disco, dominado por un ritmo muy marcado y unas cuerdas de fondo que repiten una y otra vez los mismos acordes. Sobre esa base, Jarre dibuja un interesante sólo de sintetizador con un uso intensivo del “pitch bend”. Es una construcción no demasiado compleja que termina sonando realmente bien.

“Soul Intrusion” - Quizá nuestro tema favorito del disco y el que más recuerda al Jarre más clásico, si bien, no al de sus temas más conocidos. Comienza con un largo arpegio electrónico al que se unen distintas capas de sonidos sintéticos como ocurría en algunos fragmentos de discos como “Music for Supermarkets”, “Zoolook” o “Rendez-Vous”. Tras un largo segmento atmosférico en esta misma linea, entran la percusión y el piano que ejecuta una melodía muy cercana a la que se desarrollaba muy lentamente en el ambiental “Waiting for Cousteau” del disco homónimo. Un corte excelente en nuestra opinión.




“Electric Flesh” - El siguiente tema apuesta por un enfoque “ambient” en su inicio para volver a los tonos impresionistas con la entrada del piano. Como en “Pleasure Principle”, la percusión acompaña sin molestar a una melodía que retoma una serie de acordes muy empleados por Jarre en otros temas como “Millions of Stars”, pieza a la que ésta nos recuerda bastante en muchos momentos.

“Skin Paradox” - Con un comienzo secuencial, del estilo del de “Soul Intrusion”, Jarre y Rimbert crean una atmósfera ideal para la improvisación de piano que viene después, un motivo difuso y algo deslavazado que sigue la linea “jazzy” del anterior disco del músico: “Sessions 2000”. Como buena parte del disco, una pieza ideal para usar de música de fondo mientras se hace otra cosa.

“Velvet Road” - Como buen ecologista, Jarre es muy partidario del reciclaje y eso es algo que también aplica a su obra recuperando de vez en cuando algunas piezas procedentes de otros proyectos para sus nuevos discos. En este caso, el músico rescataba un tema del efímero grupo The ViZitors que formó a finales del año 2000 con Francis Rimbert y el japonés Tetsuya Komuro. La formación no llegó a publicar nada pero sí dio un concierto en Okinawa en cuyo programa figuraba “Children of Space” que es la pieza que escuchamos aquí con una sola diferencia. Es un tema muy similar en cuanto a atmósfera al resto del disco: capas de sintetizador y una melodía de piano acompañada de efectos electrónicos y percusiones. La gran variación con respecto al original es que en aquel se escuchaba a un coro de niños que aquí no está presente lo que, en nuestra opinión, mejora notablemente el conjunto de la pieza.

“Near Djaina” - Jarre juega con el nombre de su entonces pareja, Isabelle Adjani, introduciendo en el título del tema un anagrama de su apellido. Pese a la presencia de distintos sonidos y efectos electrónicos, podríamos decir que este es el primer tema para piano solo de toda la carrera de Jarre y lo cierto es que es una pieza muy conseguida, con un marcado tono jazzístico a la que sólo le podemos poner un “pero”, no precisamente menor: su gran parecido con “Among Fields of Crystal”, del disco “Ambient 2” de Brian Eno y Harold Budd. Por momentos se podría pensar que estamos ante una variación acelerada de aquella pieza escrita por el dúo en 1980.




“Geometry of Love (part 2)” - Cerrando el trabajo encontramos la segunda parte de “Geometry of Love” que no es más que la primera con el añadido de un par de voces sampleadas que forman parte de la sección rítmica del corte en determinados momentos. El solo central también es algo distinto pero no aporta gran cosa al tema. En cualquier caso, creemos que con el único aditamento de las voces (por otra parte muy cercanas a las de “Heart” de Pet Shop Boys) el tema mejora mucho.


Aprovechando la reedición de todo su catálogo que está teniendo lugar de forma paulatina en los últimos años por parte de Sony Music, Jarre ha rescatado en la última tanda de lanzamientos este “Geometry of Love” que, de este modo, está disponible para todos aquellos seguidores que no pudieron hacerse con una copia física en su momento. De modo inexplicable, algunos de los temas han sufrido retoques como la eliminación de determinadas pistas de sonido que hacen que el disco suene extraño a los oídos de quienes estamos acostumbrados a la edición original por lo que aquella aún tiene mucho valor de cara al seguidor más fiel al músico.

A pocos días del lanzamiento de su próximo trabajo, que tiene pinta de ser controvertido, no es mala idea recuperar uno de los discos menos conocidos del Jarre reciente. Un trabajo “menor” pero con momentos dignos de revisión. Mientras tanto os dejamos con la versión en directo de las dos partes de "Geometry of Love" enlazadas.



 

jueves, 14 de junio de 2018

Jean Michel Jarre - Teo & Tea (2007)



Repasando los discos que hemos comentado en el blog a lo largo de estos años vemos que la inmensa mayoría son trabajos de los que tenemos una buena opinión. Eso es algo lógico porque no merece la pena perder tiempo comentando algo que no nos ha gustado habiendo tanta buena música de la que hablar. Bien es cierto que no hemos queremos pecar de conformistas resaltando sólo discos notables ya que una de las cosas que intentamos es ofrecer una imagen lo más completa posible de los artistas que aquí aparecen y eso incluye el dedicarle un espacio también a discos no tan inspirados de nuestros músicos más habituales.

Hay otro tipo de entradas en las que también nos hemos encontrado con discos que no han sido de nuestro agrado: aquellas centradas en lanzamientos recientes que, por la importancia del artista de que se trate en cada momento, merecen una atención por nuestra parte independientemente del nivel del disco en cuestión. No es el caso del disco que hoy comentamos.

Hoy tenemos aquí un trabajo que entraría en la primera categoría pero inaugurando un nuevo punto de vista: el de los trabajos que sólo cabe calificar como de errores. Discos a los que no encontramos explicación, alineaciones cósmicas por las que, incomprensiblemente, a un artista se le pasa por la cabeza publicar algo, ninguno de sus allegados considera oportuno impedirlo y en la discográfica de turno no hay nadie con el criterio suficiente para detener el desastre.

Estamos en 2006 y la carrera de Jean Michel Jarre lleva unos cuantos años dando tumbos desde su ruptura con Disques Dreyfus. En este tiempo ha habido lanzamientos sin ningún tipo de promoción, trabajos muy menores para compañías tecnológicas como Bang & Olufsen o conciertos editados únicamente en formato de descarga digital como el recientemente comentado aquí “Printemps de Bourges”. En 2004 y tras firmar con Warner había aparecido AERO, un recopilatorio bastante interesante, con viejos clásicos regrabados y un puñado de temas nuevos pero que no cubría las expectativas acerca de lo que Jarre sería capaz de hacer en su nueva discográfica. Y lo cierto es que la campaña que se diseñó para lanzar el nuevo disco fue bastante imaginativa y prometedora. Se creó un videoclip promocional del que se colgó un extracto en youtube en el que no figuraba el nombre del músico. Sólo en las etiquetas aparecían varios para jugar al despiste. Entre ellos los de David Guetta, Bob Sinclair, Jean Michelle Jarre (con el error intencionado en el nombre) o Martin Solveig. La idea era la de distribuir también un single promocional por las distintas emisoras de radio para ver qué recorrido tenía ese primer tema del disco sin el apoyo del nombre de su autor.

Ignoramos si se llevó a cabo esta parte de la campaña y, en caso de que así fuera, si esa primera pieza tuvo algún tipo de repercusión porque lo cierto es que poco después de aparecer el fragmento del videoclip en internet, los rumores acerca de la autoría de Jarre terminaron pronto con la pretendida sorpresa. No tardó mucho en aparecer el corte completo y en anunciarse la publicación del nuevo album que llevaría por título “Téo & Téa”, dos personajes de dibujos animados que protagonizaban el videoclip y también el difuso concepto alrededor del que parecía girar la temática del disco: las relaciones personales y el amor en la era de la realidad virtual.

Jarre durante la promoción de "Teo & Tea"


La cosa, ya desde el primer extracto que se hizo público, no pintaba demasiado bien. Una musica simple, con una fuerte componente bailable, que no parecía encajar demasiado con o que esperaba de Jarre su seguidor medio pero al fin y al cabo, no era más que un adelanto. Todo iría a peor. Cuando apareció el disco completo, el estupor entre la práctica totalidad de los que lo iban oyendo se extendía mezclado con una importante carga de incredulidad: ¿eso era lo nuevo de Jarre?. Un análisis tema por tema como el que solemos hacer aquí no sería más que una sucesión de improperios por nuestra parte con lo que nos lo ahorraremos por esta vez. Baste con señalar que el disco no había por donde cogerlo. Ritmos baratos, melodías que muchos principiantes descartarían sin dudarlo y una producción escuálida indigna de un artista de la trayectoria de Jarre. Apenas alguna cosilla de “Fresh News”, el corte que abre el disco, ciertos detalles en “Touch to Remember”, tema en el que Jarre rescata el “Speak and Spell” (antiguo juguete electrónico que “leía” con voz robótica los textos que se introducían en él mediante un teclado) o el ambiente creado en “OK, Do it Fast” son rescatables en un disco en el que encontramos recursos tan vergonzantes como los gemidos de Anne Parrillaud (pareja del músico por aquel entonces) en “Beautiful Agony”, el coqueteo con las músicas de película tipo “James Bond” (en ambas partes de “Partners in Crime”) o la simple imitación del estilo de sus compatriotas de AIR en “In the Mood for You”. Cortes como “Chatterbox” rozan lo ridículo, “Gossip” no es más que un politono con ínfulas y “Vintage” se mueve en el terreno de la autoparodia. Tampoco “Melancholic Rodeo” (título que se especuló con que sería también el del disco) ofrece nada potable.




Desde el punto de vista musical, el desastre era mayúsculo pero eso no fue todo. El disco iba a presentarse en una serie de “showcases” en los estudios Alfacam de Lint (Bélgica), en el club parisino “Le Queen” y en el VIP Room de Cannes. El espectáculo fue bochornoso con un Jarre realizando un “playback” descarado mientras daba saltos como un adolescente. Una imagen que vista hoy, da cierta grima y que marca un mínimo en la carrera del músico.

Pero faltaba aún un episodio más grave y que sólo la escasísima repercusión del disco permitió que no terminase del todo con la reputación de Jean Michel Jarre. Entre la lista de instrumentos utilizados para la grabación del disco estaba la “groovebox” Roland MC 808. Una especie de caja de ritmos avanzada que incluye un “sampler”, un secuenciador, y un montón de bases pregrabadas. Unas semanas después de la aparición de “Teo & Tea”, un usuario de la misma subió a youtube un video en el que se demostraba que, al menos seis de los trece cortes del disco, no eran más que algunas de las más de 600 demos de fábrica que incluía la máquina . No hablamos aquí de una sencilla base rítimica sino de progresiones completas de acordes, percusiones, bajos, acompañamientos, variaciones de todo tipo, etc. Todo el armazón de una composición al que Jarre, aparentemente, se limitó a añadir una sencilla melodía y algún efecto por encima, caso de “Chatterbox”, “Touch to Remember” o “Beautiful Agony”, a eliminar algúna secuencia (“Fresh News”), cambiar una linea de bajo (“In the Mood for You”) o modificar ciertos timbres (“Melancholic Rodeo”). El escándalo fue notable entre la comunidad de seguidores de Jarre aunque no trascendió mucho más allá. Se quiso ofrecer una explicación por parte de la productora del músico indicando que Jarre y Roland llevaban un tiempo colaborando y que el músico había realizado varios patrones y sonidos para la marca que habían sido incluidos en varios de sus aparatos. Sin embargo, en las instrucciones que acompañaban a la “groovebox” aparecían acreditados los autores de cada uno de los patrones y no se mencionaba a Jarre, algó que sí ocurría con otros productos de Roland en los que Jean Michel había hecho alguna contribución.

La clave, probablemente, estuviera en un DJ y productor holandés. Jarre contactó con Tim Hufken a través de Roland para quienes trabajaba elaborando sonidos y bases rítmicas para varios de sus productos, entre otros, la MC 808. Aunque en una entrevista posterior en Fairlight Jarre, el músico afirmó que no era el creador de ninguno de los presets que Jarre usó en “Teo & Tea”, particularmente de los más polémicos, lo cierto es que su nombre aparece en los créditos del disco bajo el ambiguo epígrafe de “colaborador artístico”. En la misma entrevista, el holandés comentó que Jarre le pasó varias maquetas muy esquemáticas y le pidió que les diera forma buscando un estilo bailable y le puso como ejemplo la versión de “Living on Video” hecha por Pakito, un DJ francés de cierta popularidad en aquellos años. Con decir que el nombre artístico del “músico” estaba inspirado en “Paquito el chocolatero” y que en el tema que Jarre tomó como ejemplo, Pakito incluía “samples” de Chimo Bayo nos podemos hacer una idea de lo que el músico francés pretendía que fuera “Teo & Tea”.

Hufken declaró que como no le gustaba el estilo de Pakito, trató de obviar la recomendación y de darle a su trabajo una orientación más cercana a lo que él pensaba que debía ser el estilo de Jarre en 2007. Algún otro colaborador cercano de Jarre en la época (además de Hufken, participaron en el disco Claude Samard y Francis Rimbert) comentó “off the record” que le recomendó no publicar el disco con su nombre y lanzarlo como un experimento sin más. Incluso el propio músico terminó por reconocer tiempo después que “Teo & Tea” fue un error y lo achacó a su turbulenta situación personal por aquel entonces.

Así reivindicaba el atentado explicaba el músico su nuevo trabajo en el kit para la prensa:



El desastre fue tan absoluto que lo único que músico y discográfica pudieron hacer para paliarlo fue lanzar una regrabación del clásico “Oxygene” meses después a la que seguiría una extensa gira tocando el disco en su integridad en riguroso directo (o, al menos, en lo más parecido al directo que Jarre ha tocado nunca). Tras aquello el músico francés se embarcó en una interminable serie de conciertos tocando sus grandes éxitos en lo que parecía que iba a ser una especie de semi-retiro nostálgico pero las cosas cambian de forma inesperada y en los últimos años hemos asistido a una resurrección artística muy dificil de prever tras los meses que siguieron a “Teo & Tea”. Tanto es así que estamos a una semana escasa del posible lanzamiento (o de su anuncio) de un nuevo trabajo del músico que promete mantener el interés de sus recientes proyectos pero eso será materia de otra entrada (esperemos) muy pronto.

domingo, 13 de mayo de 2018

Jean Michel Jarre - Printemps de Bourges 2002 (2006)



Para los menos familiarizados con la carrera de Jean Michel Jarre, éste es un artista de excesos, muy dado a la grandilocuencia y al espectáculo sin medida y esto es cierto pero sólo valdría como descripción de una etapa de su trayectoria muy localizada en la década de los ochenta. En aquellos años fue capaz de las mayores extravagancias en cuanto a conciertos se refiere alcanzando cifras de asistentes a los mismos realmente disparatadas. Sin embargo, si tuviéramos que hacer una descripcion de su carrera hoy en día, quizá se le ajustase más la definición de hombre de extremos. Jarre ha sido un artista capaz de vender millones de copias de muchos de sus discos pero también de grabar otro del que sólo salió a la venta un ejemplar. Mantuvo durante décadas un matrimonio modélico con Charlotte Rampling para, tras la ruptura, ser carne de la prensa del corazón con sucesivos romances llenos de escándalos en un corto espacio de tiempo. Con los conciertos pasa algo parecido. Durante años sus espectáculos fueron contados, a razón de uno o dos cada dos o tres años pero en los últimos tiempos ha hecho giras de cientos de conciertos. Tambíen pasó de defender a muerte los sintetizadores analógicos en 1997 (a raiz de la publicación de “Oxygene 7-13”) a afirmar sólo tres años después que con un software como ProTools casi le bastaba para hacer un disco.

Uno de esos contrastes tan extremos es el que nos lleva a la grabación que queremos comentar hoy. Pocos imaginaban que el hombre que entró hasta tres veces en el libro Guinness de los Records por las millonarias audiencias de sus shows en directo al aire libre pudiera ofrecer un concierto para apenas un centenar de personas en una sala de un palacio del S.XV. Sin embargo, eso ocurrió en abril de 2002 en el marco del festival “Printemps de Bourges” pero para entenderlo hay que darse cuenta de que, en aquel momento, Jarre estaba metido en una guerra con su vieja discográfica, Disques Dreyfus. El músico quería desvincularse de la misma y ellos no querían desprenderse sin más de su mayor activo. En esas circunstancias, Jarre pasó una época en la que llegó a formar un grupo que no grabó ningún disco o a componer una banda sonora que nunca fue publicada a la espera de obtener su libertad contractual. También en aquellos años Jarre preparó una actuación muy particular en la que no iba a tocar ningún tema cuyos derechos estuvieran en poder de Dreyfus y eso incluía música nueva pero también música compuesta con anterioridad al fichaje del artista por la discográfica.

Tras tortuosas negociaciones, Jarre quedó liberado de sus compromisos con Dreyfus entregando “Sessions 2000”, trabajo del que hablamos en su día. Posteriormente grabaría un disco titulado “Geometry of Love” con una distribución muy reducida antes de firmar con un nuevo contrato con Warner. Fruto del mismo aparecería en 2004 un recopilatorio del que quizá hablemos más adelante y que fue innecesariamente estirado en conciertos con sus correspondientes DVD's y CD's sin demasiado interés. Curiosamente, el lanzamiento más interesante de estos años no fue un trabajo nuevo y lo que era aún peor: no se produjo en un formato físico. Resulta que en 2006, Jean Michel Jarre decidió probar fortuna con las descargas de pago y editó, exclusivamente para la plataforma iTunes, el concierto de Bourges que mencionamos más arriba. La actuación del músico en aquel festival constaba de cuatro temas y no llegó a la hora de duración con lo que se ajustaba muy bien al formato de disco. El programa era extraordinariamente variado y contenía dos piezas completamente nuevas, un descarte de su disco “Metamorphoses” y un extracto de “AOR”, su casi mítica composición para ballet de 1971. Durante el concierto, Jarre estuvo acompañado por Francis Rimbert, su mano derecha en todo aquel periodo. Por algún motivo, aunque en la grabación publicada para iTunes se recoge el concierto completo, el orden de las piezas variaba con respecto al de su ejecución en el mismo.

Jarre en un momento del concierto.


“Alive in Bourges” - La primera pieza del programa era una composición nueva de larga duración. El comienzo era muy atmosférico lleno de efectos sonoros, ruido blanco, etc. lo que se iba a prolongar durante unos minutos tras los cuales aparecen los ritmos programados y los sonidos más cercanos a la pista de baile. Los distintos elementos van apareciendo muy poco a poco y no tienen mucho que ver con la música habitual de Jarre. Si acaso, y una vez que entra la linea de bajo que le da un giro “dance” de la pieza, el resultado nos podría recordar a la música del proyecto “The ViZitors”, efímera formación que juntó a Jarre y su colaborador Francis Rimbert con el productor japonés Tetsuya Komuro y que no  llegó a producir ningún resultado discográfico. Mediado el tema aparece una enérgica secuencia que es transformada en directo a lo largo de sucesivas repeticiones sólo para volver poco después a la música de baile más impersonal. En el último tramo escuchamos unos coros electrónicos muy característicos del Jarre de “Chronologie” pero que no llegan a desarrollarse demasiado. Estamos ante una de las piezas más raras de la carrera del compositor francés, prácticamente carente de melodía y entregada a los ritmos “dance” en toda su extensión. Uno de tantos intentos de Jarre en esos años por posicionarse dentro de ese campo y que, ciertamente, no consiguió su objetivo.

“Metallic Souvenir” - El segundo corte del disco es el más interesante desde el punto de vista arqueológico puesto que nos permite escuchar un fragmento del ballet “AOR”, compuesto por Jarre durante su etapa en el Groupe de Recherches Musicales de Pierre Schaeffer. La obra, inédita aún hoy, es una de las que más curiosidad despierta entre los seguidores un músico que no es muy dado a mantener sus composiciones ocultas al público. Lo que se escucha es pura experimentación sonora construida con los rudimentarios instrumentos de que disponían en la época en los estudios de la Radio Televisión Francesa. El seguidor de Jarre reconocerá algunos efectos sonoros que más tarde formaron parte de la banda sonora de “Les Granges Brulees” pero lo cierto es que muy poco de la propuesta musical del artista en los años posteriores podía intuirse a partir de lo que se escucha aquí.

“Body Language” - Cuando en el año 2000 apareció “Metamorphoses” ya se dijo que había varias composiciones que se habían quedado fuera del trabajo. Una de ellas fue utilizada en un anuncio de la compañía danesa de equipos de audio y vídeo de alta gama, Bang & Olufsen con la que Jarre tuvo mucha relación en aquellos años (uno de los singles de “C'Est la Vie” se distribuía exclusivamente en las tiendas de B&O e incluso el músico llegó a crear una obra titulada “Interior Music” para la marca). La misma pieza había sonado en el Global Tekno Festival de Avignon en 2000 como fondo musical de una vídeo-instalación. Se escribió en su momento que aquella música iba a ser publicada bajo el título de “Crazy Saturday” como “cara b” del single “Tout Est Bleu” (acompañada por otra llamada “Lonely Beat”). Descartada esa opción llegó a decirse que ambos temas aparecerían como descarga de pago con fines benéficos pero por motivos que desconocemos, finalmente no fue así. “Crazy Saturday”, sin embargo, iba a ser renombrada como “Body Language” y formaría parte del concierto de Bourges. En lo musical, la pieza es una verdadera locura formada por “samples” de todo tipo, ritmos desenfrenados y efectos sonoros. Una especie de versión desquiciada de “Moon Machine”, el extraño tema de 1986 que, aún hoy, es la única “cara b” de un disco de Jarre que no forma parte de ningún disco “grande” si excluímos la recopilación “Images”.

“Paris Bourges” - Cerrando el disco tenemos otro corte estrenado en Bourges. En él, Jarre toca el “theremin”, instrumento al que se aficionó allá por la época de su “Oxygene 7-13” y que formó parte habitualmente de sus conciertos en los años posteriores. Los sonidos del comienzo del tema le resultarán familiar hoy al seguidor del músico puesto que formarían parte poco después de su disco “Sessions 2000” como parte del tema “January 24”. Sobre esa base Jarre toca el “Theremin” durantes unos instantes antes de que entre súbitamente una frenética secuencia rítmica complementada por un insistente pitido que nos recuerda mucho al “Music: Response” de los Chemical Brothers. Entramos después en un breve interludio en el que suena una vez más el “theremin” antes de retomar de nuevo los ritmos de baile que nos llevan al final del trabajo.

Tantos años después de su publicación, el concierto de Jarre en Bourges en 2002 sigue siendo una importante rareza en su discografía. No tanto por no haber aparecido nunca en formato físico (el músico tiene algún que otro EP que sólo se ha publicado como descarga digital) sino por lo extraño de su repertorio. Del mismo nos quedamos sin dudarlo con el fragmento de “AOR” con la esperanza de poder escuchar algún día la obra completa. Por lo demás, no deja de ser un testimonio anecdótico de una etapa muy convulsa de la carrera de Jarre que culminaría algo después con un disco del que no tardaremos en hablar por aquí: “Teo & Tea”. Os dejamos con el concierto completo a través de la grabación de una de las asistentes al mismo.


 

domingo, 1 de enero de 2017

Jean Michel Jarre - Sessions 2000 (2002)



Parece que Jean Michel Jarre está viviendo una segunda juventud en la que vuelve a aparecer en la prensa con regularidad, sus discos aparecen en los informativos de televisión y sus conciertos y giras han recuperado cierta cobertura mediática. Todo esto no ocurría desde los tiempos en los que el músico pertenecía a la discográfica de quien fuera su mentor: Francis Dreyfus. La relación entre ambos personajes fue muy intensa y cordial durante mucho tiempo pero en un momento determinado se rompió con resultados demoledores para ambos: Dreyfus perdía a su buque insignia y Jarre iniciaba una travesía del desierto con cambios de discográfica, disputas y guerras encubiertas que tuvieron una repercusión muy grande en su música.

Parece ser que la razón principal del enfrentamiento fueron las malas ventas de “Metamorphoses” (2000). El trabajo, el primer disco de estudio de Jarre tras el “revival” que fue “Oxygene 7-13” (1997) tuvo una promoción fuerte por parte de Sony y el propio Dreyfus pero Jarre no apreció en Francis la implicación de antaño. El dueño de Disques Dreyfus había focalizado sus esfuerzos en la división de jazz de su compañía (su auténtico sueño desde que empezó en la música) y poco a poco se fue desvinculando de la producción de los conciertos y discos del músico. Ni siquiera asistió al concierto que Jarre dio en las Pirámides de Gizah en la nochevieja de 1999 y eso hizo que el Jarre perdiese la confianza en Dreyfus. Al respecto, comentaba la entonces Directora de Publicación de la discográfica, Danielle Feuillerat en una entrevista concedida a la web española Fairlight Jarre que en aquellos meses el músico había pedido la carta de libertad para continuar su carrera desvinculado de la compañía en la que había desarrollado toda su carrera.

Esa petición era inaceptable para la discográfica, especialmente cuando el músico debía entregar aún dos discos más para finalizar su contrato. Ante la falta de acuerdo, Jarre se presentó una mañana en las oficinas con dos discos terminados, con su correspondiente “artwork” y todo lo necesario para su publicación inmediata. Los trabajos llevaban por título “Sessions 2000” y “Experimental 2001”. Tras escucharlos, desde Disques Dreyfus decidieron que era inviable editar esas dos obras de modo simultaneo y optaron por lanzar sólo la primera de ellas y liberar a Jarre de sus compromisos con la compañía. La separación no fue cordial y en los años siguientes se produjo una desagradable guerra entre músico y discográfica que se prolongó durante casi una década y que quizá tratemos más adelante en el blog.

Nos centramos ahora en el disco que finalmente fue publicado y que recogía una serie de sesiones, presumiblemente a duo, entre Jarre y su colaborador más estrecho en aquellos tiempos, Francis Rimbert. Cada tema del disco lleva como título la fecha en la que supuestamente fue grabado.

Francis Dreyfus y Jean Michel Jarre en los buenos tiempos.


“January 24” - El primer corte del disco comienza como una pieza “ambient” con “pads” asépticos y efectos sonoros marca de la casa. Es pasada esa introducción cuando se nos revela la auténtica naturaleza de la pieza que no es otra que la de un extraño trío de jazz compuesto por contrabajo, piano y percusión. Todos los sonidos son electrónicos pero los samples son muy aceptables, incluyendo los del contrabajo, quizá los que más complicado tenían el salir airosos de la comparación con el instrumento original. Nunca antes Jarre se había sumergido en el mundo del jazz salvo algunos retazos sueltos en trabajos promocionales. Pese a ello, esta primera incursión nos parece más que digna.




“March 23” - El segundo corte cambia de instrumentos principales siendo estos ahora la percusión, el bajo y la trompeta. El ritmo es mecánico pero está bien construido y el tema central, a base de frases cortas cuyo estilo nos recuerda algo al de Mark Isham, tiene cierto encanto. Mediada la pieza escuchamos una sección de cuerda sintética (violonchelos y algún violín, presumiblemente) que sirve de interludio hasta la repetición del tema central. El tramo final incorpora una guitarra, algunas voces sampleadas e incluso silbidos antes de cerrar la composición con una nueva vuelta al tema central.

“May 1” - El tema más breve del disco va acompañado de un giro claro hacia el ambient. Toda la pieza se organiza alrededor de un pulso rítmico continuo compuesto por samples que se ve acompañado de una serie de sonidos y efectos en la misma linea. Sobre esa base, escuchamos una especie de improvisación de piano. El tema sería una especie de cruce entre el Brian Eno de los años ochenta y el Vangelis de “The City” por tomar dos referencias más o menos próximas en cuanto a estilo.

“June 21” - De nuevo nos encontramos con un comienzo salpicado de efectos sonoros sin demasiada organización hasta que aparecen una serie de acordes atmosféricos que preceden a un “lead” electrónico que, quizá, quiera hacer las veces de una trompeta con sordina. La réplica la da en esta ocasión el inconfundible sonido del órgano Hammond entre samples de percusión y demás artificios de manual. Con la excepción de alguna frase suelta (hay incluso apuntes del “Eleanor Rigby” de los Beatles asomando por ahí), todo el tema es muy deslavazado aunque extrañamente no funciona del todo mal.

“September 14” - En numerosas entrevistas a lo largo de los años, Jarre proclamó su admiración por el cine de David Lynch. Incluso el cineasta estaba en la primera lista de colaboradores de su reciente proyecto “Electronica”. Sin duda, esta composición es la más cercana a los ambientes que el director de Twin Peaks suele escoger para acompañar sus imágenes: contrabajo, escobillas, vibráfono, piano y texturas inquietantes (numerosos samples vocales, por ejemplo) que conforman una atmósfera digna del mejor Angelo Badalamenti.




“December 17” - Cerrando el trabajo volvemos al “ambient” con otro corte lleno de texturas y “pads” que no parecen muy elaborados entre los que se intercalan algunas notas de contrabajo o de piano como queriendo volver a los instrumentos del primer tema del disco. Es una de las piezas más abstractas de Jean Michel Jarre que guardaría cierto parentesco lejano con algunos pasajes del “Music for Supermarkets” (1983) o “Ethnicolor II” del disco “Zoolook” (1984).

La promoción del disco fue prácticamente inexistente y las ventas no pasaron de sera anecdóticas. Sony no mostró mucho interés por su distribución internacional y esta tuvo que hacerse con los recursos limitados de Disques Dreyfus, quienes, recordemos, incluso en los años de mayor popularidad de Jean Michel Jarre contaron con la distribución de “majors” como Polydor o Sony. Además, durante mucho tiempo “Sessions 2000” ni siquiera era incluido por el propio Jarre entre su discografía oficial aunque más adelante sí fue tenido en cuenta e incluso alguna pieza pasó al repertorio de los conciertos. En todo caso, estamos ante un disco que, al margen de su calidad o de su valor musical, se sitúa en el comienzo de una travesía del desierto discográfica por parte del músico que iba a durar varios años llenos de lanzamientos casi clandestinos y con una distribución muy limitada e incluso con proyectos que, hoy en día permanecen inéditos como el anteriormente mencionado “Experimental 2001” del que lo único que sabemos es que Dreyfus no lo consideró publicable y que el propio Jarre tampoco ha mostrado ninguna intención de sacarlo a la luz.

Con la perspectiva del tiempo, creemos que “Sessions 2000” es un experimento interesante. Desde luego no es el tipo de disco que alguien espera de un artista como Jean Michel Jarre pero demuestra que el músico tenía ciertas inquietudes y no estaba dispuesto a tomar la vía fácil para finiquitar su contrato con Dreyfus (del disco anterior, “Metamorphoses”, había varias piezas descartadas que bien podrían haber sido reutilizadas sin esfuerzo alguno). Es también el primer paso (el segundo si consideramos “Metamorphoses” como una clara ruptura con el pasado) de Jarre hacia estilos radicalmente diferentes de los que había tocado en el pasado. Los frutos de esta etapa fueron una serie de discos “menores” que culminarían el el año 2007 con el punto más bajo de la carrera del francés con un trabajo del que, inevitablemente, acabaremos hablando aquí algún día.

Cerramos con "March 23", única pieza del disco que ha sido interpretada en directo rebautizada como "Space of Freedom":


 

martes, 28 de agosto de 2012

Jean Michel Jarre - Chronologie (1993)



Con los discos de Jean Michel Jarre es muy difícil saber qué fue primero: la gallina o el huevo. Dicho de otra forma, desde “Rendez-Vous” en 1986 hasta nuestros días, todo nuevo trabajo iba emparejado con algún tipo de encargo, ya fuera un macroconcierto, una gira, una exposición, etc. Así que no es sencillo establecer si el disco nace como respuesta al encargo o si, por el contrario, Jarre aprovecha la ocasión para ir dando salida a la música que va componiendo.

Algo de esto ocurre con “Chronologie”, el disco del que toca hablar hoy. Pongamonos en situación y viajemos hasta 1992. Jean Michel Jarre tiene ya una carrera bastante sólida en la que sus discos funcionan muy bien en todos los sentidos y aún está reciente su macroespectáculo de La Defense en París, con una asistencia que batió cualquier record imaginable. Apenas unos meses atrás acaba de publicar el recopilatorio “Images” que también ha tenido una buena acogida y llega el momento de plantearse un nuevo disco. La historia cuenta que el músico tenía en mente escribir una larga suite al estilo de sus discos iniciales con el tiempo como concepto fundamental. Lo cierto es que en aquellos momentos recibió una llamada de Nicholas Hayek. Se diría que Jarre tiene imán para este tipo de personajes hechos a sí mismos y capaces de construir todo un imperio casi de la nada (pensamos en su principal valedor, Francis Dreyfus”). Hayek se hizo con el control de dos de las mayores empresas relojeras suizas en los ochenta, cuando éstas atravesaban un momento crítico ante la avalancha que llegaba desde Japón (¿quién no tenía un Casio en aquellos años?). El empresario reorganizó las dos empresas y creó la marca Swatch para identificarlas. Hoy en día asociamos el nombre Swatch con relojes de plástico, más bien baratos y dedicados a coleccionistas pero esa es sólo una de sus lineas ya que el Grupo Swatch posee marcas como Omega, Longines, Tissot, Certina o Calvin Klein Watches lo que puede dar una idea de las dimensiones reales del conglomerado que dirigia el empresario de orígen Libanés. Volviendo al tema que nos ocupa, Hayek quería celebrar el lanzamiento del Swatch cien millones con un espectáculo de luz y sonido en la estación de esquí alpina de Zermatt, sede de la firma para lo que pensó en Jean Michel. Paralelamente a eso, Swatch iba a lanzar una nueva linea de relojes llamada “Musicall” con una particularidad: la melodía de la alarma iba a ser una composición exclusiva creada por distintos músicos para cada modelo. El reto era interesante porque la melodía sólo podía constar de 2 notas y 15 pulsos por la propia limitación del reloj. El primer encargo fue, precisamente para Jean Michel Jarre y hubo una segunda melodía a cargo de Philip Glass (una segunda tanda de relojes con una melodía más compleja de 7 notas aparecería después con composiciones exclusivas de Paulo Mendonça, Nam June Paik, Peter Gabriel o Candy Dulfer).

Swatch Musicall "Europe in Concert". Primero de la colección con música de Jarre.


Tenemos pues el motivo, el medio y la oportunidad con lo que, si se nos permite la broma, el crimen era ya inevitable. Para el espectáculo de Zermatt, exclusivamente audiovisual y grabado, sin nada de música en directo, Jarre compuso una pieza nueva que luego adaptaría para el disco. En cualquier caso, lo más interesante de la colaboración con Swatch no iba a ser ni la alarma de los relojes ni el show de Zermatt, modestísimo si lo comparamos con los habituales macroconciertos del músico sino el patrocinio de la marca suiza de la que iba a ser la primera gira internacional del músico que iba a recorrer el viejo continente a lo largo de 1993, lo cual era ya un acontecimiento puesto que hasta ese momento y con la única excepción de la gira por China de 1981, los conciertos de Jarre eran algo puntual y mastodóntico.

El retorno comentado anteriormente a los viejos conceptos se iba a materializar en “Chronologie”. Aún no se habían puesto de moda en aquel entonces las segundas partes de discos de éxito como los sucesivos “Tubular Bells” de Mike Oldfield aunque ya en ese año de 1993, Meat Loaf publicó la secuela de su “Bat Out of Hell”. De haber sido tan populares en ese momento como ahora, no nos habría resultado extraño que “Chronologie” hubiera llevado el título de “Equinoxe 2” ya que, en muchos aspectos, el nuevo disco que Jarre repetía esquemas y conceptos de su disco de 1978. Como en aquél, el disco se divide en ocho cortes numerados correlativamente e incluso la portada (basada en un cuadro de Michal Granger, como aquella) recuerda en cierto modo a la de “Equinoxe”. Sin embargo, no estamos ante una revisión como la que haría, esta vez sí, unos años después, de su clásico “Oxygene” sino ante un disco hijo de su tiempo y si decimos esto en 1993, el disco tenía que tener una conexión con la música de baile mucho mayor que la de los trabajos anteriores. Este aspecto se deja notar en el disco pero aún más en los distintos singles, poblados de remezclas a cargo de distintos deejays.

Para la grabación de “Chronologie”, Jarre recurre a tres de sus más estrechos colaboradores: Francis Rimbert, Michel Geiss y Dominique Perrier e incorpora a un nuevo elemento absolutamente sorprendente en la persona de Patrick Rondat, jovencísimo guitarrista de heavy metal con el que haría alguna cosa más en los años siguientes. La aportación de Geiss, como era habitual, iba más allá de la mera interpretación puesto que, además de eso, construyó el “digisequencer”, secuenciador digital que sustiuiría en el estudio de Jarre al antiguo “matrisequencer”, también construído por el ingeniero muchos años atrás.

“Chronologie 1” – El disco se abre con un recurso tan común como unos latidos de corazón sobre los que empezamos a oir los clásicos efectos electrónicos del músico francés. Pronto, sobre un fondo grave, empieza a desplegarse lentamente una melodía que se extiende como los rayos del sol sobre el horizonte en pleno amanecer. La metáfora coincide con la evocada por la primera parte de “Equinoxe” y es que las similitudes entre ambos discos, como iremos señalando, son bastantes. El solemne comienzo ve resaltada su fuerza con la aparición de voces y coros electrónicos y algun que otro golpe de platillos. Este inicio grandilocuente enlaza con una especie de transición ambiental hacia el primero de los puntos fuertes del disco desde el punto de vista más comercial no sin antes volver a escuchar los latidos del comienzo del disco.

“Chronologie 2” – Un afilado órgano da la entrada de la segunda parte que en sólo unos segundos se va a convertir en un torbellino de energía y ritmo de esencias barrocas. Antes, nos encontramos con un guiño de Jarre a sus seguidores más antiguos al incorporar al tema un pequeño fragmento rítmico extraído de “Erosmachine”, cara B del primer single publicado por el músico en sus inicios, mucho antes de “Oxygene”. A partir de ese momento entramos en una fiesta de melodías y secuencias vertiginosas realmente apabullantes que nos muestran a un Jarre pletórico que continúa con la linea más clasicista de cortes como “Rendez-Vous 2” o “Industrial Revolution”. En la parte final, podemos escuchar, casi furtivamente, la guitarra eléctrica de Patrick Rondat, artista invitado del disco.



“Chronologie 3” – Para cerrar la que era la “cara A” del disco, el músico decide tomarse un respiro y mostrarnos su cara más relajada con una melodía atractiva y llena de contrastes sonoros entre el timbre cristalino que desarrolla la melodía principal y los profundos graves de reminiscencias industriales que la acompañan junto con unas cuerdas que suenan un punto artificiales para nuestro gusto. Ya en la parte final volvemos a escuchar a Rondat con un solo en clave de heavy metal que contrasta con el tono de la pieza pero que funciona a la perfección. El corte se cierra con un sonido de relojes u carillones que sirve de transición hacia el tema más popular del disco.

“Chronologie 4” – En los primeros segundos de la pieza escuchamos ya una peculiar melodía muy juguetona de aire “vintage” que no es sino la serie de 15 pulsos que el músico compuso para las alarmas de los primeros relojes Swatch Musicall. Tras esa breve introducción no tardamos en meternos de cabeza en el tema estrella de “Chronologie” que iba a servir de primer single y cuya popularidad en España fue máxima puesto que sirvió de sintonía de las retransmisiones televisivas del Giro de Italia de aquel año, prueba deportiva seguida diariamente por millones de personas en el momento de mayor popularidad de Miguel Indurain. No merece la pena extenderse más sobre el particular cuando la simple escucha de los primeros compases del tema os puede recordar inmediatamente este gran éxito.

“Chronologie 5” – Tras la agitación del corte anterior, entramos en uno de los segmentos más tranquilos del disco, al menos en sus minutos iniciales, con una melodía que casi podríamos calificar de ambient que se extiende a lo largo de un par de minutos. Después: la locura. Unas notas de bajo muy simples anticipan la entrada de una percusión potente en la linea de alguna composición anterior como “Calypso 2” de la que hablaremos algún día en el blog. A partir de aquí, una melodía discotequera rodeada de efectos hip-hop y “scratches” se adueña de todo el tema. Un corte realmente desconcertante que no terminaba de encajar dentro de lo oído hasta este momento pero que sonaría familiar a los asistentes al espectáculo al que aludíamos al comienzo en las montañas de Zermatt ya que su parte rítmica era una adaptación de la primera parte “Une Alarme Qui Swinge”, la pieza exclusiva compuesta por Jarre para el show. La segunda parte, por cierto, también aparece “reciclada” en “Chronologie”, concretamente en el corte anterior del disco que sirvió de single de presentación.

“Chronologie 6” – Cuando aún nos estamos recuperando de la sopresa anterior nos encontramos en medio de una de esas secuencias de bajo en las que Jarre es maestro a la que se van incorporando distintas percusiones y efectos y hasta una segunda secuencia que se engarza con la anterior provocando un efecto realmente atractivo (esto nos recuerda por fuerza a “Equinoxe 7” que usa un esquema similar). Con este armazón rítmico, el músico francés va componiendo una pieza que, a nuestro juicio, es la más destacada de todo el disco, por encima de la más popular cuarta parte. En el segmento final, Jarre se atreve con un solo de acordeón que luego utilizará en directo para añadir un elemento más a los conciertos.



“Chronologie 7” – Tras el momento más inspirado del disco, llega la parte más experimental que continúa con la tradición del músico de incorporar elementos vanguardistas a todos sus discos. Si existiera un recopilatorio de los temas más arriesgados del músico en este sentido, tras la parte central de “Magnetic Fields 1”, “Night in Shanghai”, “Wooloomooloo”, “Ethnicolor 2” o “Tokio Kid” debería figurar este segmento de “Chronologie”.

“Chronologie 8” – Los discos de Jarre suelen terminar con un tema solemne o con una broma. Éste lo hace con una combinación de las dos. Se abre con una introducción de órgano seria y profunda (adaptada de una banda sonora inédita que el músico escribió años atrás para un documental de Jacques Cousteau) y termina desembocando en una especie de fiesta hip-hop que no deja de descolocar al oyente y que se despide poco a poco entre la melodía de la alarma de Swatch, una cuenta atrás (preludio de los conciertos que se aproximaban, en cuyo comienzo se repetía esta misma cuenta) y los latidos de corazón con los que se abría el disco 42 minutos antes.

Imagen del primer concierto de la gira "Europe in Concert" en el marco incomparable de la abadía de Mont St.Michel.


“Chronologie” fue un disco muy bien recibido por los aficionados a la música del teclista francés en su momento y casi veinte años más tarde sigue siendo uno de los más valorados de su autor. En nuestra opinión, es un disco muy marcado por el momento en que fue grabado, una época en que la electrónica comenzaba a vivir una especie de edad de plata y en la que estaban surgiendo artistas y bandas por doquier rememorando en cierto modo la época dorada del género en los setenta. Ese ambiente sirvió para homenajear a alguno de los viejos maestros y, en cierto modo, el disco de Jarre es una especie de reivindicación propia de su papel en toda esta historia. Como indicamos más arriba, con “Chronologie”, Jarre se embarcó en una gira europea realmente exitosa en lo artístico pero con resultados no tan buenos en lo económico pero que devolvió al músico al primer plano de la actualidad durante un tiempo. Podeis comprar el disco en los siguientes enlaces:

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Os dejamos con el video promocional del espectáculo de Zermatt y el clip oficial de Chronologie 4: