Puestos a escoger un lugar en el que quedarse encerrado y sin poder salir durante un periodo de tiempo indeterminado, las montañas del Piamonte italiano no parece mal sitio. Y es que en esa situación se encontró el compositor Ludovico Einaudi cuando decidió tomarse unos días de descanso en una casa de campo de la zona tras terminar una extensa gira. Lo que iban a ser unos días de asueto se convirtieron en varias semanas al coincidir con el comienzo de la pandemia del COVID-19 que tuvo en Italia a uno de los países más afectados en sus primeros meses.
Esa situación de aislamiento temporal permitió al artista desconectar de todo. Por primera vez en muchos años no tenía plazos de entrega, conciertos y viajes programados, etc. Magnífica situación para ponerse a componer con total libertad (la palabra más veces pronunciada por el músico en las entrevistas promocionales del disco que saldría de ahí). Nos pasa algo curioso con Einaudi y es que la imagen que tenemos de él es siempre la de un pianista y, aunque es verdad que ese es su instrumento, lo cierto es que “Underwater”, el disco del que hablamos hoy, es solo el tercero de toda su carrera escrito y grabado para piano solo, sin participación de ningún otro sonido. La anterior entrega de estas características databa de 2001 y desde entonces, todos sus discos de estudio habían incluido cuerdas o sintetizadores como instrumentos adicionales.
El disco sigue la línea de la mayoría de trabajos de Einaudi con temas muy melódicos con un toque folk como “Luminous”, sencillos y evocadores al estilo de la Suzanne Ciani de Private Music como ocurre con “Rolling Like a Ball”. Encontramos piezas que juegan con unos pocos acordes sin demasiado desarrollo en el inicio para transformarse en una melodía de cajita de música más adelante como la tranquila "Indian Yellow", temas más rápidos como “Flora” que, con espíritu minimalista, nos ofrece una serie de veloces repeticiones de un motivo breve con muy ligeros cambios y que quizá sea lo más interesante de un trabajo que continúa con “Natural Light”, pieza reposada y de nuevo con foco en una melodía inocente de esas que a Einaudi le salen con naturalidad. “Almost June” es una de nuestras favoritas con un tema central algo más afilado que el resto del disco pero siempre dentro de los parámetros del autor. “Swordfish” sigue la línea de “Luminous” o “Natural Light”. Nos metemos en territorios impresionistas con “Wind Song” y su lento ritmo de vals antes de llegar a “Atoms”, más profunda y oscura de lo habitual en el músico italiano en contraste con la preciosista “Temple White” que nos devuelve al Einaudi más accesible y directo. Ya en el tramo final regresamos a la versión más folk del artista con la bonita “Nobody Knows” antes de cerrar el disco con “Underwater”, pieza con aire de himno que nos parece un muy buen punto final.
Es indudable que Ludovico Einaudi ha dado con una fórmula exitosa y no tiene por qué moverse de ahí. No en vano, es el artista clásico más reproducido en las emisoras de todo el mundo y eso nos lleva a reflexionar sobre lo extraño del mundo de la música. Si Ludovico hubiera desarrollado su carrera en los años ochenta y noventa, no tenemos ninguna duda de que habría sido una de las grandes estrellas de la música “new age” y seguramente, su catálogo se publicaría en sellos como Windham Hill, Narada o Private Music junto a los de nombres como George Winston, David Lanz o Michael Jones. Hoy en día, aparece en las secciones de música clásica que a los artistas citados les estaban vedadas en su momento pese a que la obra de éste y la de aquellos no se nos antoja demasiado diferente. Son tiempos distintos y quizá la escasez de propuestas de este tipo en nuestros días frente a la abundancia que había en el pasado haga que las actuales tengan una mayor consideración por parte del mundo clásico que, tampoco lo vamos a negar, es mucho más abierto hoy que entonces.