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lunes, 9 de mayo de 2016

Jean Michel Jarre - Electronica Vol.2, The Heart of Noise (2016)




Como ocurrió con el primer volúmen, los amigos de Fairlight Jarre nos pidieron una reseña del último trabajo del músico francés. Gustosamente accedimos a ello con el texto que os dejamos a continuación.

En abril de 2005, Jean Michel Jarre participó en su calidad de Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO en las celebraciones que tuvieron lugar en Coopenhague para conmemorar el segundo centenario del nacimiento de Hans Christian Andersen. Durante el evento, el músico interpretó una adaptación de su clásico “Second Rendez-Vous” en un homenaje al cuento “La Sombra” del escritor danés.

Ignoramos si la relación entre Jarre y la obra de Andersen va más allá de este tributo pero no nos extrañaría que el músico hubiera leído otras historias del literato, particularmente una de las más conocidas: “El traje nuevo del emperador”. En ella se narra la historia de un rey al que ninguno de sus hombres de confianza se atreve a contradecir. Esta situación llega a extremos ridículos cuando unos comerciantes le estafan vendiendole un inexistente traje (el mas bello traje jamás confeccionado según ellos) que sólo pueden ver aquellos que son dignos del cargo que ocupan. Al “ponerselo” y salir a la calle, ninguno de los cortesanos es capaz de decirle la verdad: que está desnudo.

Durante los años noventa, la carrera de Jean Michel Jarre inició un lento declive, sólo mitigado por el efecto nostálgico de “Oxygene 7-13” (1997), la revisión de su gran clásico que sirvió para reverdecer viejos laureles. A partir de ahí, la cuesta abajo fue más pronunciada llevando a la aparición de discos apenas promocionados, a la ruptura con su discográfica de toda la vida (que incluso renunció a publicar algún trabajo entregado por el músico) y llegando a niveles de calidad ínfimos con la publicación del raquítico “Teo & Tea” (2007). Llega así un momento en que el músico, de forma intencionada o no, se separa de algunos de los colaboradores que le habían acompañado durante las décadas pasadas y busca confrontar sus ideas con gente nueva que no tenga miedo de decirle lo que piensan realmente y que, en cierta forma, le planteen nuevos desafíos. Para un artista que ha disfrutado del estatus del que gozó Jarre en determinados momentos de su trayectoria, este ataque de humildad, esta puesta en duda de todo un modo de hacer las cosas durante décadas, ha tenido que suponer un desafío colosal a la vez que un incentivo extraordinario que le ha obligado a esfuerzos creativos que probablemente no realizaba desde la época de “Zoolook” (1984).

Realmente, ahí nace todo el proyecto titulado “Electronica”. Sabemos por todas las entrevistas y vídeos publicados en el último año que no todo fue fácil. Que hubo temas que fueron desestimados por completo tras horas de trabajo para empezar de cero, otros en los que Jarre discutió mucho con el músico invitado  durante su creación e incluso colaboraciones que se descartaron cuando estaban muy avanzadas. También de otras que surgieron con la maquinaria del proyecto ya en marcha. La separación de “Electronica” en dos volúmenes vino dada por la complejidad de los retoques finales. Supuestamente todo estaba terminado a principios de 2015 pero en una fecha tan avanzada como el 13 de noviembre de ese año, la misma noche en que París era objeto de varios ataques terroristas simultáneos, Jarre se encontraba en el estudio grabando las voces de una de las colaboraciones del segundo volúmen lo que nos confirma que el trabajo ha sido concienzudo hasta el final (recordemos que en aquel momento ya se había publicado la primera entrega de “Electronica”). No nos extrañaría lo más mínimo, de hecho, que alguna de las colaboraciones estelares del volumen 2 hubiera surgido en los esos meses. Como entrar en el terreno de la especulación no nos llevaría a nada, pasamos a reseñar el disco tema por tema.

“The Heart of Noise (part 1)” - Para quienes no lo conocíamos, Rone fue uno de los grandes descubrimientos de “Infine by JMJ”, el disco aparecido hace unos años en el que Jarre seleccionaba las músicas que más le habían llamado la atención del sello francés Infine. Tanto impresionó su música a Jean Michel que seleccionó dos cortes suyos para la compilación. No sorprende, por tanto, su presencia aquí, nada menos que en el tema que sirve para dar título a todo el trabajo, un nada velado homenaje a Luigi Ruossolo y su tratado “L'Arte del Rumori” (1913). La pieza comienza con una serie de golpes sordos de percusión a partir de los cuales se despliegan los distintos elementos de la misma: acordes profundos, una secuencia continua en la linea del Vangelis más épico y una emocionante melodía de cuerdas que nos remite al Jarre de “Souvenir of China”. En la parte final del tema, se incorpora una escueta melodía de gran belleza que realza la emotividad de la composición. Es en este mismo tramo en el que aparecen una serie de percusiones de gran brillantez que ponen punto final al corte llevandonos hasta la segunda parte.

“The Heart of Noise (part 2)” - En ella, que no cuenta ya con la participación de Rone, Jarre mantiene el mismo tema central que apareció al final de la primera pero propulsado por dos bases rítmicas que le resultarán familiares al seguidor del músico francés. La de la introducción procede de “Alive in Bourges”, un viejo tema compuesto por el músico en 2002 del que no se ha llegado a escuchar ninguna versión en estudio. La segunda base, que se extiende a lo largo del resto de la pieza, es muy similar a la de “Oxygene 8” (1997). En el tema, con todo el sabor de los viejos singles del músico, destacan especialmente las percusiones que aparecen en el tramo final, extremadamente cuidadas como todo lo que tiene que ver con la producción de “Electronica”. A lo largo del tema creemos reconocer algún velado homenaje al “hit” de Visage, “Fade to Grey” (1982). No será el único guiño de este tipo que encontremos en el disco.

“Brick England” - Pese a ser una de las bandas más exitosas del pop electrónico y haber estado en primera linea durante más de tres décadas, el nombre de Pet Shop Boys no aparecía en casi ninguna de las quinielas que circulaban por la red desde que se conocieron las características del proyecto “Electronica”. Por ello y por algún otro detalle, creemos que han sido una de las últimas incorporaciones al mismo. La canción tiene todas las caracerísticas de los mejores himnos del grupo británico hasta el punto de que entre los seguidores del dúo, muchas voces piden que Jarre se encargue de las producciones de los próximos trabajos de Pet Shop Boys. La pieza tiene mucho subtexto “jarrero”. La descripción de la particular evolución del “skyline” londinense tiene mucho que ver con el disco más británico de Jarre: “Revolutions” (1988). Aquel trabajo se centraba en la Revolución Industrial y tuvo en los conciertos del músico en los Docklands uno de los puntos culminantes de su carrera. No es casualidad que el tema principal de “Brick England” sea ejecutado con uno de los sonidos clásicos del Jarre de aquellos años y que se puede oir con profusión a lo largo de la suite “Industrial Revolution” del citado disco. Al respecto del esa linea melódica, hay quienes han hecho notar su similitud con otra que aparece en el tema “Only this Moment” (2005) de Röyksopp, banda que aparecía en muchas de las quinielas sobre posibles invitados de “Electronica”.

“These Creatures” - Citada por Jarre como la musa de todo el proyecto junto con Laurie Anderson, Julia Holter se ha hecho un nombre en la música en muy poco tiempo y sus discos cosechan elogios abrumadores por parte de la crítica. De hecho, están muy por encima de su popularidad. Su propuesta de canción en la que la electrónica está siempre presente de un modo deliciosamente sutil cautivó a Jarre y le hizo apuntar su nombre en los primeros puestos de la lista de colaboradores cuando comenzó a diseñar el proyecto. La pieza, como muchas del disco, comienza con una secuencia muy sencilla sobre la que comienza a cantar Julia Holter en su registro más etéreo. La parte instrumental tiene un claro parentesco con el comienzo de “Equinoxe 1” (1978) y su emocionante “in crescendo”. En el segmento central, cuando las voces comienzan a superponerse en diferentes capas, no podemos evitar acordarnos de la irlandesa Enya, aunque la personalidad musical de Julia Holter es suficientemente fuerte para imponerse en la comparación. En todo caso, estamos ante uno de los momentos más especiales de todo el proyecto.

“As One” - Primal Scream es una banda camaleónica como pocas, que ha transformado su sonido constantemente adaptándose a géneros muy diferentes. La incorporación de sonidos electrónicos les llevó al primer plano musical con su disco “Screamadelica” (1991), al que pertenece la canción “Come Together” parte de la cual es “sampleada” por Jarre a lo largo de todo el tema. Desconocemos la implicación real del grupo en esta composición a falta del “track story” que a día de hoy no se ha publicado aún pero creemos que se limita a la utilización por parte de Jarre de un “sample” alrededor del cual construye la canción. De hecho, en los créditos de “As One” se incluye a Robert Young, quien dejó Primal Scream en 2006 y falleció en 2014. La composición comienza con un grito que recuerda al que abría “Ethnicolor” en el disco de Jarre de 1984, “Zoolook”. A partir de ahí, asistimos a una especie de remix de “Come Together” basado en un pequeño fragmento vocal que Jarre acelera considerablemente para acoplarlo a una base rítmica muy parecida a la de su “Chronologie 4” (1993). Un tema destinado a la pista de baile que, no ha conseguido llamar en exceso nuestra atención.

“Here for You” - Aunque empezó como miembro de Tubeway Army, Gary Numan fue uno de los raros casos de estrella del pop electrónico en solitario, en un mundo dominado por los dúos y los grupos más extensos. Alguna de sus canciones de sus primeros discos como “Cars” son clásicos del género aunque su tránsito por las décadas más recientes ha sido bastante más modesto. Jarre construye junto a él una de las 4 o 5 canciones “convencionales” que aparecen en el disco. Con un ritmo muy marcado y una producción impecable que encaja perfectamente con el estilo de Numan, los dos músicos dibujan una canción que, como la de Pet Shop Boys, tiene trazas de himno. Sonidos oscuros y un estribillo arrebatador hacen de “Here for You” una de nuestras favoritas del proyecto sin duda alguna.

Jarre con Gary Numan.

“Electrees” - Si hay una figura que ha hecho de la mezcla de la electrónica y el sonido orquestal en el cine, un sello personal inconfundible, ese ha sido Hans Zimmer, autor de un gran número de bandas sonoras que se han convertido en clásicas, especialmente dentro del cine de acción. La mezcla de Jarre y Zimmer sólo podía dar lugar a una composición épica y grandilocuente. Lo verdaderamente interesante es cómo han sabido explotar las características comunes a los estilos de ambos para escribir una pieza en la que resulta muy complicado determinar cuál es la aportación de cada uno. Se abre con una secuencia circular muy reconocible secundada por una preciosa sección de cuerdas adornada por todas partes con los clásicos efectos espaciales de Jarre. El desarrollo melódico y el esquema de la misma nos parece muy cercano al de la segunda mitad de “Chronologie 1” (1993) y, en menor medida al de la banda sonora de Jarre para el documental de Jacques Cousteau, “Palawan” (1991). La incorporación de coros infantiles en forma de “sample” en el momento final nos reafirma en el parecido con “Chronologie 1” y también con algunas obras del propio Zimmer. La duración de la pieza es el único “pero” que le encontramos ya que nos sabe a poco.

“Exit” - En entrevistas recientes, Jarre ha hablado de los colaboradores de su album como personas con una relación muy especial con la tecnología y no exclusivamente con la música. Sólo de ese modo se puede justificar la presencia aquí del invitado más sorprendente, tanto, que su propio nombre fue mantenido en secreto por Jarre hasta última hora, dejando sólo unas iniciales como única pista de su identidad. El músico nunca ha ocultado su gran admiración por Edward Snowden desde que saltó a las primeras páginas de los medios de todo el mundo al revelar el espionaje al que somete la NSA a gobiernos y particulares de todo el mundo a través del control de las comunicaciones electrónicas. En “Exit”, Snowden interviene en la parte central con un pequeño discurso sobre la privacidad y el riesgo de que esta desaparezca por completo en un mundo digital como el nuestro. En lo musical podemos considerar a “Exit” como uno de los temas en solitario del disco ya que Snowden no aporta nada en este aspecto. Jarre opta por un enfoque muy repetido a la hora de tratar de reflejar musicalmente el mundo moderno: imprimir velocidad a la pieza. Una velocidad frenética en este caso ya que apenas hay descanso para el oyente durante los más de seis minutos de duración de la misma (si obviamos la pausa en la que aparece Snowden). Secuencias de vértigo, ritmos desenfrenados y multitud de efectos electrónicos se sucedan sin cesar a lo largo de la composición que tendría puntos en común con “Oxygene 11” y “Oxygene 12” así como con alguna que otra pieza menos conocida del repertorio de Jarre como “Body Language”, descarte del disco “Metamorphoses” (2000). Con toda seguridad es una de las piezas que más controversia despertará en el seguidor del músico francés por lo inhabitual de su propuesta.




“What You Want” - Provocadora, polémica, iconoclasta... cualquier adjetivo se queda corto a la hora de describir a Merril Beth Nisker, más conocida como Peaches. La artista canadiense afincada en Berlín no deja a nadie indiferente. Sus actuaciones y videoclips dejan como meras bromas adolescentes a los de Madonna o Lady Gaga, tenidas por muchos como el paradigma de la provocación y el escándalo. Además de todo esto, Peaches compone, canta y toca todo tipo de instrumentos electrónicos (incluyendo el “laser harp” en los conciertos) y ha creado un sonido y una imagen absolutamente personal. Jarre se adentra en terrenos pertenecientes al “hip hop” y lo hace, desde nuestro punto de vista, con gran acierto. Una base rítima poderosa llena de “samples” y efectos vocales que nos hacen recordar al Jarre de “Zoolook” acompañan al desafiante texto de Peaches que lo defiende con maestría. Una de nuestras piezas favoritas del trabajo aunque entendemos que esa opinión no será compartida por la mayoría de los seguidores del músico francés.




“Gisele” - Desde sus inicios, siempre se ha definido como el hijo musical de Jean Michel Jarre aunque sus estilos no tengan demasiados puntos en común. Sebastien Tellier es una más entre las figuras que han surgido en el país vecino en los últimos años alrededor de la electrónica, aunque su estilo es algo más amplio ya que utiliza todo tipo de instrumentos y se mueve con igual soltura en registros pop, rock o más puramente electrónicos. Un tipo sin complejos que llegó a representar a su país en la edición más “friki” que se recuerda del Festival de Eurovisión. Es inevitable que cualquiera que escuche los primeros momentos de “Gisele” piense de forma inmediata en los españoles “Azul y Negro” y es que el tema central es carne de sintonía televisiva de retransmisión ciclista. Sin embargo, es una de las canciones con un espíritu “jarrero” más marcado, cercana a éxitos como “Magnetic Fields 2” (1981) tanto en melodías como en ritmo. Lo que verdaderamente nos fascina es la evolución de la parte vocal, con un desarrollo melódico que nos parece brillante y que Tellier defiende con acierto con su voz procesada y distorsionada por obra y gracia de los recursos inagotables del estudio de Jarre. “Gisele” es un tema extremadamente comercial pero con una factura excelente que nos recuerda que la calidad no tiene por qué estar reñida con la comercialidad, conjunción en la que Jarre ha sido un maestro en muchos momentos de su carrera.

Jean Michel Jarre con Sebastien Tellier.


“Switch on Leon” - Si hay una colaboración inesperada en el disco, no por la incompatibilidad de estilos sino por la polémica que tuvieron años atrás con el propio Jarre, esa es la de la banda británica The Orb. Iconos de la música electrónica en los años noventa, fueron requeridos por el músico francés para realizar una remezcla de su single “Oxygene 8” (1997) que no fue publicada por decisión del propio Jarre. Poco después, ellos mismos la lanzaron bajo el título de “Toxygene”. La pieza que nos ofrecen es un homenaje a Leon Theremin y una de nuestras favoritas de todo el trabajo. Es un trabajo abstracto, ambiental, lleno de efectos electrónicos que nos remite al Jarre más arriesgado de su carrera, aquel que introducía piezas realmente vanguardistas en discos como “Magnetic Fields” (1981), “Music for Supermarkets” (1983) o “Zoolook” (1984), rodeadas de auténticos éxitos pop. Incluso el uso del “theremin” (si es que es un theremin real) está aquí mucho más contenido que en otros momentos en los que Jarre ha perpetrado auténticos destrozos con él. A lo largo del corte, escuchamos distintos fragmentos vocales hablando del instrumento, incluyendo el inicial en el que es la voz la del propio Leon Theremin la que nos introduce en la música.

“Circus” - Quizá el menos artista menos conocido de los dos volúmenes de “Electrónica” sea Siriusmo, productor alemán. Su estilo desenfadado y su extensa producción, dada su juventud, le han procurado un lugar de cierta relevancia en la escena electrónica aunque aún no ha dado el paso que le convierta en una referencia. Encontramos aquí varios homenajes. El primero y más breve en los segundos iniciales en los que creemos reconocer a los Kraftwerk de los primeros años. El segundo, algo más evidente y mencionado por el propio Jarre en la presentación del disco en Barcelona en fechas recientes: la secuencia barroca con la que se abre el tema que se puede escuchar en clave de tributo a Wendy Carlos. A partir de ahí aparece una marcada secuencia rítmica que sirve como base para todo tipo de efectos electrónicos de excelente factura. Hasta aquí, “Circus” podría ser un hermano pequeño de “Zoolookologie” (1984). Cuando aparece la melodía central, que muchos, de forma benévola, han calificado de naíf, la pieza se viene abajo. No deja de ser un corte divertido pero esperabamos más de un comienzo tan bueno. Hay un último homenaje con la aparición de la características voces robóticas de Daft Punk en el segundo tramo de la pieza pero no consigue que el tema remonte el vuelo, en nuestra opinión.

“Why This, Why That and Why” - Conseguir que una tus composiciones se convierta en el tema de presentación de un personaje de “The Simpsons”, aunque este sea tan secundario como Duffman, es llegar a donde pocos músicos lo han hecho. El sentido del humor ha sido siempre una característica de la música de Yello, la banda suiza que triunfó en los años ochenta con singles como “Oh Yeah” o “The Race”. La pieza diseñada por Jarre es una melodía solemne en su comienzo que va acelerandose ligeramente e incorporando nuevos elementos como un coro infantil, una sección de cuerda y una suave percusión. El texto está reciclado de una canción de Dieter Meier escrita para su disco en solitario “Out of Chaos” (2014) que finalmente no entró en aquel trabajo y lo canta el propio autor con ese registro tan particular que sólo artistas como Leonard Cohen comparten con él.

“The Architect” - Hace muchos años que Jarre hablaba ya de una colaboración con Jeff Mills. El DJ que dio forma al conocido como “sonido Detroit” es uno de los nombres clave en la escena electrónica norteamericana y su presencia aquí se antoja como algo natural. En entrevistas previas, Mills comentaba que Jarre le habló de un concepto alrededor del que construir la pieza que hablaba de un tren en movimiento junto a un río. Cuando apareció el primer volumen de “Electronica” pensamos que esa idea había pasado definitivamente a la colaboración de Jarre con Lang Lang que se titulaba precísamente así: “The Train and the River”. Sin embargo, el comienzo de “The Architect” con una clara imitación de una locomotora poniéndose en marcha nos indica que esa idea seguía estando presente aquí. Estamos frente a un tema tecno muy en la linea de la obra de Mills, especialmente en lo relativo a las percusiones y a su conocido desempeño con la caja de ritmos Roland TR909. Quizá peque de falta de desarrollo, algo común a muchos otros cortes del disco, limitados por la duración del mismo pero nos parece un tema muy interesante con algunos momentos de caos controlado de esos que de cuando en cuando nos regala Jarre como aquel “Moon Machine” de 1986.

“Swipe to the Right” - Teniendo en cuenta que su anterior disco publicado en 2010 estaba dedicado al “blues” y que en los últimos meses estaba trabajando en otro de canciones “country”, el nombre de Cyndi Lauper, una de las mayores estrellas del pop norteamericano de los ochenta, no parecía, ni remotamente, un candidato a tener en cuenta para una colaboración con Jean Michel Jarre. Y lo cierto es que el resultado es espectacular. Jarre y una Lauper más vulnerable que nunca nos regalan un temazo pop que no tiene mucho que envidiar a los éxitos de la artista en sus mejores años. Los arreglos son impecables aunque algunos elementos nos traigan a la memoria algún hit del pasado (el piano eléctrico que marca el ritmo en los primeros momentos es muy parecido al del “Words” de F.R.David). La canción nos reserva una sorpresa en forma de coda final con un desarrollo instrumental brillante en el que escuchamos la caja de ritmos fetiche del compositor francés, la Korg Mini Pops junto con los clásicos sonidos planeadores del Eminent que definieron el sonido de Jarre en los años setenta.

“Walking the Mile” - Llegando al final del disco encontramos al colaborador que más historia en común ha tenido con Jarre. Christophe es un cantautor francés muy conocido en los años sesenta gracias a “Aline”, canción que alcanzó ventas que según algunas fuentes, rondaron el millón de ejemplares. Ya en los setenta, Christophe grabó un par de discos en los que un desconocido Jean Michel Jarre escribió las letras de la mayoría de las canciones. En su banda de entonces estaban Dominique Perrier y Roger Rizzitelli, músicos ambos que colaboraron posteriormente con Jarre en su carrera en solitario, particularmente el primero de ellos que fue una presencia constante en sus discos y giras durante muchos años. Su participación en “Electronica” tiene lugar en uno de los cortes más extraños del disco. El tema empieza muy bien con una serie de acordes que descansan sobre una secuencia electrónica marca de la casa. Christophe empieza a cantar entonces con su particular timbre fragil aunque no parece que su narración encaje con el entorno musical que la acompaña. Hay diferentes pausas en el tema y lo cierto es que con cada escucha gana algo más. Como ocurría con el corte anterior, al final del mismo tenemos una larga sección instrumental en la que Jarre se explaya con distintos juegos de percusión y baterías electrónicas que nos descolocan un tanto. Pese a todo, creemos que es una canción que ganará con las sucesivas escuchas. Aprovechamos aquí para recomendar “Les Vestiges du Chaos”, magnífico disco de Christophe aparecido hace unas semanas, lleno de sonidos y paisajes electrónicos verdaderamente interesantes. Jean Michel Jarre vuelve a participar aunque sólo como letrista de la canción que da título al trabajo.

Jean Michel Jarre & Christophe.


“Falling Down” - La colaboración más peculiar del disco es esta en la que, en palabras del propio músico, colabora con el Jean Michel Jarre de hace veinte años, tratando los sonidos actuales con la perspectiva que tenía entonces. El comienzo es prometedor, con una magnífica secuencia rítmica que sitúa nuestras expectativas en lo más alto. Cuando Jarre empieza a cantar a través del vocoder el tema se vuelve convencional y los arreglos de cuerda y percusión no consiguen mejorarlo demasiado. Con una producción más rica y cuidada, nos recuerda al Jarre errático de la etapa en que creó The ViZitors, el grupo de corta vida que formó con el japonés Tetsuya Komuro y Francis Rimbert a finales del año 2000.

“The Heart of Noise (the Origin)” - Cerrando el disco encontramos la que fue la primera piedra de todo el proyecto. La “demo” con la que Jarre comenzó a dar forma a una aventura que, con toda seguridad, a sobrepasado sus expectativas más optimistas. Su inclusión como cierre funciona como otro clásico recurso del músico francés: la despedida con una pieza en un tono menor y desenfadado de forma similar a los cierres de discos como “Equinoxe” (1978) o “Magnetic Fields” (1981).

Para formular un juicio definitivo habría que contar con el testimonio de un testigo que tardará en pronunciarse: el tiempo. Nuestra impresión tras unas pocas escuchas de la segunda entrega es que “Electronica” es un proyecto extraordinario con el que Jean Michel Jarre abre un importante abanico de nuevas perspectivas para sus seguidores más allá de esperar un nuevo “Oxygene” que, probablemente, ni llegará, ni tendría ningún sentido. Es inevitable que cada seguidor tenga su propia lista de colaboradores que debían haber estado aquí y otra similar con los nombres que no le encajan dentro del disco. Como hemos señalado en los comentrarios de cada corte, hay muchos homenajes en ellos (voluntarios o no) a músicos que no están presentes en el proyecto lo que amplía mucho la panorámica que de la música electrónica ha querido ofrecer Jean Michel Jarre en un trabajo que, en nuestra opinión, devuelve al francés al grupo de artistas a los merece la pena seguir prestando atención. La experiencia, además, parece haber animado al músico a continuar expandiendo sus contactos con otros artistas como parece desprenderse de un vídeo reciente en el que se sugiere que Jarre participará de algún modo en el próximo disco de Gorillaz, la banda virtual de Damon Albarn.

Cartel de la próxima gira de Jean Michel Jarre


La paternidad del cuento de Andersen que citabamos al comienzo está discutida y, de hecho, existen historias muy similares en varios países escritas mucho antes que la, digamos, adaptación del escritor danés. Tampoco la idea de hacer un disco de colaboraciones es algo nuevo ya que muchos artistas han optado por ese recurso en algún momento de sus carreras pero del mismo modo que “El traje nuevo del emperador” ha quedado como la versión definitiva de la fábula, queremos ver a “Electronica” como uno de los más refinados ejemplos de colaboración artística que hemos escuchado y que va, como dice el propio Jarre “más allá del hecho de incluir un invitado por lo bien que queda su nombre en la contraportada”. En las 30 colaboraciones hay momentos de verdadera comunión entre los artistas implicados. Instantes en los que se reconoce perfectamente a cada uno de ellos junto con otros en los que lo que suena es nuevo en las trayectorias de ambos. Ese es el gran mérito de “Electronica”, al margen de todo lo que tiene de auto-homenaje, incluyendo las citas y guiños a momentos muy determinados de la carrera de su instigador. Os dejamos con un video en el que podéis escuchar fragmentos de todos los cortes del segundo volumen:

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Sebastien Tellier - Sexuality (2008)



Afirmar que Sebastien Tellier nos conquistó con su participación en el festival de Eurovisión de 2008 representando a Francia sería un poco exagerado pero lo cierto es que su participación en el certamen hizo que superásemos la pereza y durante unos minutos nos sentáramos frente al televisor para ver de qué iba todo aquello. La canción y su puesta en escena nos convencieron definitivamente de que Tellier era un tipo a seguir.

En su primer disco, comentado aquí hace un tiempo, Tellier tuvo la influencia de los miembros de Air, con los que había estado de gira en su momento. Para “Sexuality”, el tercer disco del músico, cuenta con la participación del otro dúo estelar de la música francesa: Daft Punk o, siendo más precisos, con Guy-Manuel de Homem-Christo, el 50% de la afamada banda, quien se encarga de producir un disco en el que Tellier, por su parte, toca todos los instrumentos.

Músico y productor en una de las imágenes del libreto del disco.

Tellier entrega un disco desenfadado, hedonista, lleno de canciones sencillas de un agradable pop electrónico. Sin pretensiones pero muy elegante y eso es algo muy de agradecer en estos tiempos.

“Roche” – Una secuencia simple con un sonido decididamente ochentero, acompañado de percusiones tan tópicas en aquella época como los “samples” de palmas conforman el sencillo envoltorio que arropa la voz de Tellier en una canción pretendidamente sensual. Queremos creer que afrontar el disco con una media sonrisa en tono socarrón ayuda a asimilarlo adecuadamente, teniendo en cuenta que hay más elementos paródicos en él que intenciones verdaderamente erotizantes aunque podríamos estar equivocados en este punto.

“Kilometer” – Continuando con la sonoridad de los ochenta, escuchamos los clásicos “samples” de metales y una caja de ritmos deliciosamente vintage. Algunas notas de bajo por aquí y por allí salpican un tema en el que no faltan los insinuantes suspiros y jadeos que escandalizaron de la mano de Serge Gainsburg décadas atrás. La influencia de Daft Punk se hace evidente en los efectos aplicados sobre la voz de Tellier en buena parte de la canción.

“Look” – La siguiente balada concentra todas las influencias del género de los años cercanos a 1985 y ya desde los primeros compases nos recuerda a algún que otro “hit” de la época. Tellier adopta un rol casi susurrante en la mayor parte de la canción. Por lo demás, se trata de una pieza deliciosamente insustancial que podríamos escuchar durante horas sin apenas darnos cuenta.

“Divine” – Llegamos al tema con el que Tellier representó a Francia en Eurovisión el año del infame “Chiki-Chiki” de Rodolfo Chikilicuatre (quien, por cierto, quedó clasificado tres puestos por encima de Tellier). La canción es un cañonazo pop, muy pegadizo, lleno de “samples” vocales que construyen la base rítmica principal al margen de la consabida caja de ritmos. Se trata de una especie de alocada mezcla entre el “Good Vibrations” de los Beach Boys y una producción a lo Trevor Horn (circa “90125” con Yes). Impagable el video de Tellier y sus barbudas acompañantes en el festival. No nos vemos capaces de hacer muchos comentarios al respecto.

“Pomme” – Ritmos cadenciosos, jadeos y gemidos se combinan en lo que bien podría pasar por la banda sonora de una película de esas que todo el mundo sabe que existen porque una vez vio un trozo haciendo zapping. Demasiado tópico todo en una de las piezas más flojas del disco. Irrelevante.

“Une Heure” – En su disco de debut había cosas que nos recordaban a Pink Floyd y algo de eso persiste en esta canción, especialmente en las guitarras, aunque el resto, con ritmos programados y bajos electrónicos no casa en absoluto con la banda de Waters y compañía. En cualquier caso, es una de las piezas más interesantes de todo el disco,

“Sexual Sportswear” – Si prescindimos de “Divine”, la canción insignia del disco, nuestras preferencias nos harían decantarnos por ésta como nuestra pieza favorita de “Sexuality”. Una especie de homenaje a la música electrónica de los setenta que comienza con una serie de acordes de cuerdas que bien podrían haber firmado los miembros de Tangerine Dream o el compatriota de Sebastien, Jean Michel Jarre. Aparece entonces una secuencia clásica que precede a la caja de ritmos que marca una cadencia que bien pasaría por homenaje al Oxygene de éste último. Combinando los sonidos planeadores de lo que podría ser un “Eminent” con ritmos y secuencias, Tellier demuestra que sería capaz de hacer cosas interesantes en el campo de lo puramente electrónico si se lo propusiera. Sería algo digno de escucharse, sin duda.



“Elle” – Retomamos las baladas suaves y aterciopeladas mientras nos acercamos al final del disco. Una producción con un sabor muy americano con un aire cercano al de muchos cantantes de rhythm and blues pero sin mayor historia.

“Fingers of Steel” – Opta ahora Tellier por unos sintetizadores más robustos para acompañarse en una interesante canción tecno-pop que es otra de las piezas destacadas de “Sexuality”. Es curioso como una ligera inyección de potencia le da mucho más cuerpo y entidad a una canción cuya melodía bien podía haber pasado desapercibida de haber tenido un tratamiento similar al de otras piezas del disco. Se echan en falta más temas en esta línea en el CD, sin duda.

“Manty” – Y si hablamos de pop electrónico en los años ochenta, no podía faltar lo que nos parece un homenaje más en el disco, en este caso a The Art of Noise y su “Moments in Love”. Los “samples” de voz femenina y el cadencioso ritmo que domina toda la canción no pueden tener mejor referencia. Otro instante a recordar de este disco que cuenta con un puñado de canciones magníficas acompañadas de varias manifiestamente mejorables.

“L’Amour et la Violence” – Para cerrar el disco, Tellier se sienta al frente de su piano eléctrico para interpretar una pieza clasicista en su inicio, con toques de jazz. Interviene entonces con la voz encogida, casi temblorosa en un final emocionante en el que volvemos a escuchar los etéreos sintetizadores de inspiración planeadora y una acertada secuencia rítmica herencia de la llamada “Escuela de Berlín” que acaba inundando todo el tema en un final verdaderamente grandioso que nos reconcilia definitivamente con los momentos más flojos del disco.



“Sexuality” cosechó críticas dispares. Unos medios lo consideraron un bajón tremendo en la carrera de su autor, casi un accidente, mientras que otros lo calificaron como su mejor disco hasta la fecha, partiendo siempre de un mismo punto de vista: sus dos discos anteriores eran muy buenos. Cuando sucede algo así con un trabajo, hay que indagar en él porque opiniones tan encontradas tienen que referirse a un disco muy complejo, que no es lo que aparenta en un principio. Después de un tiempo, tenemos claro que no es un disco redondo, refiriéndonos con eso a que tiene cortes mejorables o, directamente, prescindibles. Sin embargo, abundan también las piezas inspiradas que hacen que la nota media del disco sea cercana al notable. En cualquier caso, un artista tan original y variado estilísticamente como Tellier es siempre recomendable para todo aquel oyente que busque algo distinto, con referentes conocidos pero, a su modo, innovador. Como siempre, el lector interesado en adquirir el disco, lo encontrará en los siguientes enlaces:

amazon.es

recordmakers.com

Nos despedimos con la actuación de Tellier en Eurovision'08:

 

viernes, 10 de mayo de 2013

Sebastien Tellier - L'Incroyable Verite (2001)




Es un hecho que Francia ha recuperado un lugar importante en la música pop en los últimos años tras una larga etapa en que los artistas procedentes de ese país apenas conseguían traspasar sus fronteras. Y lo han hecho adaptando estilos ya existentes con acierto transformándolos en una vía de expresión propia. Si repasamos las entradas que han aparecido en el blog en estos años, encontraremos que la nómina de artistas procedentes del país vecino ha sido extensa (Air, Yann Tiersen, Jean Philippe Goude, Rene Aubry...) y creemos que este es el momento de presentar uno más para engrosar la lista.

Sebastien Tellier se dio a conocer de la mano de Air, a quienes acompañó en una gira interpretando como telonero los temas de su primer disco, publicado en el sello Record Makers, el mismo que acababa de editar la banda sonora de “Las Vírgenes Suicidas” de Sofia Coppola, obra del dúo. Como tantos otros artistas, Tellier tuvo que buscarse la vida con sus maquetas en las que tocaba todos los instrumentos y cantaba hasta encontrar su oportunidad. Cuando entró en el estudio de grabación para plasmar las canciones del disco entre 1999 y 2000, era un desconocido de quien sólo se había publicado una canción en un recopilatorio un tiempo antes. Al salir de allí, era una de las propuestas artísticas más interesantes del momento.

Tellier: elegante e informal.

“Oh malheur chez O’Malley” – Basta oír los primeros compases del corte que abre el disco para entender el interés de los chicos de Air en la música de Tellier ya que comparten ambos comparten muchas cosas. Escuchamos una combinación de piano y sintetizadores analógicos de un sabor inequívocamente setentero aunque, a diferencia de la música de Air, más sedosa y envolvente, el tema se Tellier tiene un punto de agresividad mayor y está más cercano al rock progresivo que a la música electrónica pura. Con todo, estamos ante un instrumental muy interesante que cumple con creces su labor de introducción al disco, cerrándose con una breve coda de piano y bajo.



“Kazoo III” – Un ligero aire a los Beach Boys planea alrededor de la melodía central (que tiene retazos del “California Girls”) aunque la instrumentación y el tono general de la pieza no tienen mucho que ver con el famoso grupo californiano. Se trata de un tiempo medio con un cierto tono paródico difícil de concretar. Quizá no sea la mejor composición del disco pero no resulta nada desdeñable en cualquier caso.

“Universe” – Continuamos con una guitarra lánguida que va dibujando acordes aquí y allá hasta que entra el inconfundible sonido de fondo del mellotron justo antes de que escuchemos por primera vez la voz de Tellier, ligeramente distorsionada. Para un oyente que desconozca la fecha de publicación del disco no sería nada fácil situarlo temporalmente puesto que el estilo, el sonido y la producción podrían localizarlo perfectamente en los años setenta o, incluso, un poco antes. En algunos aspectos, “Universe” podría pasar por una balada como las incluidas en los primeros discos de King Crimson aunque con menos filo que aquellas.



“Trilogie chien: L’enfance d’un chien” – Entramos en la segunda parte del disco, subtitulada por Tellier como “Trilogie chien”. Estilísticamente se abre con una canción muy similar a la anterior: guitarra, bajo, mellotrón y una melodía de trompeta como principal novedad. La influencia de Air se deja notar hasta el punto que a nadie sorprendería si le dijesen que el corte era un descarte del disco “Moon Safari” del dúo.

“Trilogie chien: Une vie de papa” – Sin solución de continuidad, enlazamos con la segunda parte de la trilogía que gira ligeramente hacia un estilo ligeramente reminiscente del de los Pink Floyd de “Hey You”. Aunque incidamos en las supuestas influencias de Tellier en casi todos los cortes del disco, estas no son especialmente evidentes sino que aparecen a retazos, como un detalle concreto, un acorde perdido, un sonido específico aquí o allá... De este modo, la escucha del disco se convierte en una experiencia extraña en la que nos encontramos ante algo vagamente familiar pero que no terminamos de identificar y es ese, quizá, el gran mérito de Tellier.

“Trilogie chien: Fin chien” – Se cierra la primera trilogía presente en el disco con un vigoroso corte de piano pleno de ritmo y energía que amplía bastante el panorama de la música de su autor mostrándonos una faceta hasta ahora oculta.

“Grec” – Unos pájaros como sonido de fondo para un brevísimo tema de guitarra introducido por una aún más corta fanfarria de trompeta nos remiten inmediatamente, ahora sí, de un modo más evidente, a los Pink Floyd de “More”.

“Kissed by you” – La impresión anterior se ve aún más reforzada escuchando la siguiente pieza del disco, en la que la influencia del grupo de Waters es indisimulable. Es curioso que, existiendo en el disco dos “trilogías” específicamente señaladas como tales, dos cortes tan evidentemente relacionados como el anterior “Grec” y este, aparezcan como temas independientes.

“Fantino” – La canción que sirvió a Tellier para darse a conocer mediante su inclusión en la banda sonora de “Lost in Translation”, la película de Sofia Coppola protagonizada por Bill Murray y Scarlet Johansson, es también la más trabajada del disco (apareció también en el recopilatorio “Source Rocks” convirtiéndose en la primera canción de Tellier publicada). Sirve perfectamente como resumen del mismo ya que en ella tenemos guitarras acústicas marcando el ritmo, mellotrones creando atmósferas, añejos sintetizadores aportando melodías etéreas... sabemos que nos podemos poner pesados al respecto pero nos parece que en cualquier momento vamos a escuchar la guitarra de David Gilmour iniciando una intervención inolvidable al estilo de “Shine on You Crazy Diamond”.

“Trilogie femme: vierges / une vraie maman / face au miroir” – La segunda trilogía del disco, a diferencia de la anterior, no está separada en cortes independientes sino que aparece enlazada en uno sólo. A pesar de ello, cada una de sus partes está claramente diferenciada. La primera de ellas, a base de guitarra tiene un aroma inequívocamente francés y nos recuerda, a su manera, a algunas cosas de Yann Tiersen, compartiendo con el acordeonista la inclusión de efectos de sonido de fondo simulando las amarras de un barco crujiendo al ser este mecido por las olas. La segunda parte de la pieza está protagonizada por unas voces femeninas tarareando una melodía alegre con raíces en el inocente pop francés de los sesenta sonando por encima del clásico ruido de vinilo. Como cierre volvemos a la guitarra acústica y otra bonita melodía interpretada por una vocalista en la que nos parece adivinar el sonido de fondo, doblando a la intérprete, de un “theremin”. Recordemos que en sus primeros conciertos, Tellier actuaba con su guitarra y la única compañía de una “thereminista”. El tema se cierra de un modo inquietante con unos desgarradores gritos femeninos que terminan abruptamente llenando al oyente de desasosiego.

“Black douleur” – Cerrando el disco tenemos otra canción de sabor añejo a base de sintetizadores, bajo (cómo nos recuerda su uso al que hacen los miembros de Air), piano y guitarra con un curioso “riff” de trompeta en los primeros instantes. La canción representa a la perfección todo lo que Tellier nos muestra en el disco combinando influencias de aquí y de alli hasta formar un pastiche realmente atractivo.

La carrera de Sebastien Tellier desde éste su disco de debut transcurre con firmeza pero sin estridencias. Es un artista que se puede permitir el lujo de representar a su país, Francia, en un festival como el de Eurovisión y salir airoso y con su prestigio intacto, algo que está al alcance de muy pocos. Se codea con lo más granado del panorama francés incluyendo a los citados Air, el productor Mr.Oizo (autor de la mezcla de “L’Incroyable Verite” aun sin haber en el disco ningún tipo de ritmo programado o base bailable como serí su especialidad) o Guy-Manuel de Homem-Christo, 50% del dúo Daft Punk. Incluso con cierta periodicidad, tanto Sebastien como el mismísimo Jean Michel Jarre hablan de posibles colaboraciones en marcha entre ambos que no terminan de concretarse. Estamos convencidos de que los seguidores del blog encontrarán en este disco muchas razones para tener en cuenta a Tellier en el futuro. Por nuestra parte, os dejamos los habituales enlaces en los que adquirir el disco junto con una recomendación del propio músico: “el disco debe escucharse con la única luz de una vela”.



Nos despedimos con el fragmento de "Lost in Translation" en el que suena "Fantino" (una excusa tan buena como cualquier otra para ver a Scarlet Johansson):