Se ha hablado mucho de la importancia histórica que tuvo la pequeña gira de cinco conciertos de ofreció Jean Michel Jarre en Beijing y Shangai en 1981 por el hecho de ser el primer artista occidental que actuaba en la China comunista pero casi dos años antes hubo otros dos espectáculos con una carga simbólica casi tan grande como la de aquellos.
Fueron dos conciertos que marcaron, además, el nacimiento de una nueva etapa en una de las bandas más míticas de la historia de la música electrónica: Tangerine Dream. Al terminar la gira americana de 1977, la banda sufrió la baja de Peter Baumann que iba a iniciar una corta carrera en solitario antes de pasarse al otro lado del negocio y fundar el sello de música “new age”, Private Music. En un primer intento, Franke y Froese reclutaron al flautista Steve Joliffe y al batería Klaus Krüger, quienes grabaron “Cyclone” y más tarde a Eduard Meyer en sustitución de Joliffe para la grabación de “Force Majeure” pero todas esas colaboraciones fueron casi anecdóticas ya que el peso de la banda siguíó recayendo en sus dos miembros más veteranos. Meyer, sin embargo, iba a tener bastante importancia en el futuro de la banda pero no como músico. Su participación en “Force Majeure” se gestó un poco antes, durante la grabación de “Stuntman”, un trabajo de Edgar Froese en solitario en el participó como técnico. Se daba la circunstancia de que Meyer conocía a un estudiante de música que era también técnico de sonido y teclista: Johannes Schmoelling. Tras las presentaciones el joven se convertiría pronto en el nuevo integrante de Tangerine Dream.
Establecida de nuevo como trío, la banda comenzó a trabajar en un nuevo disco pero esos planes fueron alterados por un viejo proyecto del grupo que cristalizaba por fín: la posibilidad de ofrecer un concierto en la parte oriental de Berlín lo que les iba a convertir en la primera banda occidental en hacerlo desde la construcción del muro. El espectáculo iba a tener lugar en una sesión doble en el hoy derruído Palast der Republik el día 31 de enero de 1980: la primera actuación tendría lugar a las 16:30 horas y la segunda a las 20:00. Los conciertos levantaron una importante expectación pese a que la gran mayoría de las entradas (alrededor del 80%) iban a ir a parar a manos de autoridades y miembros de organismos oficiales y sólo el resto salió a la venta para el público civil (Froese comentaría tiempo después que cerca de 1000 personas sin entrada se agolpaban a las puertas del teatro minutos antes de empezar los conciertos y, por motivos de seguridad, se les permitió el acceso por lo que el lleno fue antológico.
Los dos conciertos berlineses iban a suponer el debut de Schmoelling con la banda y ya desde el principio dejó claro que no venía a ser un mero acompañante, siendo el responsable de algunos solos memorables de piano en una onda más bien clasica lo que anticipaba un giro hacia la melodía en la carrera del grupo que cristalizaría en los próximos trabajos. En cualquier caso, los conciertos supusieron un reto mayúsculo para Schmoelling: “acababa de llegar a la banda y apenas llevábamos un par de meses trabajando en lo que luego sería “Tangram”. Le pregunté a Edgar qué demonios íbamos a tocar porque no teníamos material nuevo terminado y yo no dominaba lo suficiente el antiguo”. Su respuesta fue concluyente: “¿a quién le importa eso? Llegamos allí, tú te sientas al piano e improvisas algo que termine en Mi mayor, entramos nosotros y ya está”. El segundo de los dos “shows” fue grabado y posteriormente convertido en el disco que comentamos hoy aquí. Originalmente fue publicado como “Quichotte” por el sello Amiga, la división de pop/rock de la discográfica estatal de la R.D.A.: VEB Deutsche Schallplatten. Seis años más tarde, en 1986, el disco fue publicado en el resto del mundo como parte del catálogo de Virgin Records bajo el título de “Pergamon”.
Schmoelling, Froese y Franke. La segunda gran alineación de Tangerine Dream. |
“Quichotte (part 1)” - El disco se abre como indicaba Froese al asustado Schmoelling: con un bonito solo de teclado en el que ya aparece claramente un tema central muy diferente a lo que la banda solía tocar hasta aquel entonces y con un estilo mucho más melódico, lo que marcaría claramente la etapa de la banda durante los años en que Schmoelling formó parte de ella. Transcurridos unos cinco minutos aparecen los sintetizadores de Froese y Franke para darle un aire más reconocible a la pieza. Tras una introducción en la que van apareciendo diferentes lineas y motivos musicales aparecen las características secuencias que conforman la parte más icónica del sonido de Tangerine Dream. Con ella, la improvisación y los juegos rítmicos habituales de la banda en directo van sucediéndose durante varios minutos hasta que mediada la pieza entramos en el tramo más enérgico del tema, en el que el ritmo lo ocupa todo. Esta primera parte de “Quichotte” se corresponde casi por completo con la segunda mitad del concierto berlinés, con apenas algún retoque de estudio en determinados fragmentos.
“Quichotte (part 2)” - La segunda parte del disco es algo distinta a la primera. Mientras que aquella prácticamente reproducía tal cual un largo pasaje del concierto original, ésta tiene un mayor trabajo de estudio, con partes muy alteradas y otras que no aparecen en el orden en que sonaron en su momento. El comienzo es completamente atmosférico con largas notas que se difuminan en el tiempo y muchos efectos sonoros. Es a partir del cuarto minuto cuando aparecen algunas de las mejores secuencias de todo el disco acompañando a una melodía sencilla pero llena de carisma. Es unos instantes más tarde cuando comenzamos a escuchar algún anticipo de por dónde iba a ir la cosa en el futuro. Aparecen algunos timbres nuevos, motivos más cortos e incluso unas percusiones que nos avanzan la próxima evolución de la banda. Ya en “Tangram” se podrá apreciar este cambio pero aún no del todo ya que seguimos hablando de una larga suite de cuarenta minutos. La fragmentación de las piezas en temas cortos que va a marcar el futuro de Tangerine Dream se intuye ya en la forma en la que se organizan las distintas secciones de lo que queda de concierto con la guitarra de Froese como protagonista de una de ellas, los teclados de Schmoelling de la siguiente y así hasta concluir la suite con las secuencias de Franke como elemento principal de cohesión.
“Pergamon” marcó la frontera entre dos etapas muy diferentes de Tangerine Dream por muchos motivos. El primero, claro está, fue la incorporación de Schmoelling pero también tuvo una gran importancia el cambio de tecnología con la aparición de los sintetizadores digitales que cambiaron el enfoque de prácticamente todos los artistas que se dedicaban a la música electrónica por aquel entonces y también, cómo no, de Tangerine Dream.
Durante mucho tiempo, la grabación completa del segundo concierto de Berlín fue un material muy buscado por parte de los coleccionistas pese a la existencia de “Pergamon” y formó parte de la colección de discos piratas de la banda conocida como “Tangerine Tree” (concretamente era el volúmen 17 de la misma). Afortunadamente, en 2016 el concierto completo fue publicado de forma oficial por el sello Esoteric Records como parte de la segunda entrega de sus “Official Bootleg Series” dedicadas a Tangerine Dream. En la caja de cuatro discos encontramos también un concierto de 1978 en París. Fragmentos de “Pergamon” pueden escucharse también en “Tangram”, el disco de estudio que la banda preparaba en la época del concierto y también en la banda sonora de “Wavelenght” publicada un tiempo después.
Pese a que somos fans declarados de la etapa en la que Tangerine Dream eran Christopher Franke, Edgar Froese y Peter Baumann (la que para muchos es la formación que define lo que es la banda), tenemos que reconocer que hay trabajos fuera de esa etapa que nos parecen dignos de revisión y otros realmente magistrales. “Pergamon” entraría claramente en esa segunda categoría aunque no podemos dejar de recomendar la versión completa del concierto recogida en la caja citada un poco antes.