Aunque ya habían hecho la banda sonora de “Sorcerer”, de William Friedkin, unos años antes, podemos considerar “Thief” como el verdadero debut en Hollywood de Tangerine Dream por muchos motivos. Como contaba Edgar Froese, cuando se les contrató para hacer la música de “Sorcerer”, entregaron el material antes incluso de que se empezase a rodar la película y fueron luego los encargados del montaje los que decidieron qué partes de la música utilizar y dónde encajarían dentro del film. Con “Thief” fue diferente. El encargo surge de una recomendación del propio Friedkin a Michael Mann para que contratase a la banda alemana. Mann aún no era el director de culto que es hoy en día y apenas había rodado algunas series y una película para televisión por lo que tampoco tenía tanto donde elegir para el que sería su debut en la gran pantalla así que hizo caso a su amigo y contrató a la banda de Froese.
Mann envió a la banda un VHS con un montaje casi cerrado de la película a mediados de 1980 junto con algunas indicaciones de cómo quería que sonase la música en cada momento y los miembros de Tangerine Dream aprovecharon una gira por los Estados Unidos poco después para entregar al director una versión preliminar del trabajo y para contrastar con él el resultado. De aquella reunión salieron varias sugerencias que pudieron influir para mal en las críticas que recibió la música tras el estreno de la película ya que el director insistió en que quería algo frío y mecánico lo que hizo que alguna parte terminara por ser demasiado obsesiva (“irritante” llegó a decir Schmoelling en su momento). Michael Mann quería que la música fuera parte importante de la experiencia del espectador y escogió para lograrlo una mezcla del sonido que en algunas escenas tenía un volumen desacostumbradamente elevado para lo habitual en el cine hasta entonces. Incluso intentó cambiar otras cosas llegando a agotar la paciencia de Froese quien contaba que “Mann tenía muy claro cómo quería que fuera la banda sonora. Nosotros ya teníamos todo compuesto así que le explicamos todo sobre técnicas de grabación, mezcla y masterización, le dimos las cintas y le dijimos: ahí lo tienes, hazlo como te guste. Tras tres o cuatro días intentándolo sin resultados que le convencieran, Mann desistió de intentarlo y se quedó con la música tal y como se la entregamos”. A última hora, sin embargo, el director vio que necesitaba alguna cosa más para una escena concreta pero la banda ya estaba en otros asuntos y no le iba a ser posible componer nada más por lo que Mann recurrió al compositor Craig Safan (quien poco después haría la banda sonora de la serie “Cheers”) para escribir alguna pieza más que solo aparecería en la versión para el mercado americano de la banda sonora.
En aquel momento, Tangerine Dream era una banda adaptándose aún al último cambio de miembros con la incorporación de Johannes Schmoelling. El teclista ya había participado en “Tangram” y en los conciertos que dieron lugar al disco “Pergamon” aunque su integración “creativa” en la banda no sería completa, probablemente, hasta el siguiente trabajo de estudio: “Exit”. En todo caso, tengamos claro que el tercer miembro de la banda en “Thief” junto a Edgar Froese y Christopher Franke es Schmoelling y no Peter Baumann como se indica erróneamente en alguna reedición del disco.
“Beach Theme” - El disco comienza de un modo sorprendentemente melódico para lo que era la música de Tangerine Dream hasta la fecha pero eso iba a ser una característica importante en la etapa de Schmoelling en la banda. Es una pieza tranquila con un cadencioso ritmo de batería que según algunas fuentes fue una adición posterior por orden de Michael Mann y sin permiso del grupo. El tema central está interpretado a la guitarra eléctrica y los sintetizadores hacen funciones fundamentalmente de apoyo. Un buen tema para abrir el trabajo.
“Dr.Destructo” - La percusión es la principal protagonista en una pieza muy rítmica en la que de nuevo la guitarra tiene un gran peso aunque esta vez en un tono mucho más oscuro y agresivo. El corte es monótono y habría que ver su encaje con las imágenes de la película porque como escucha independiente no termina de funcionar del todo bien.
“Diamond Diary” - Continuamos con el tema más largo del disco (el único que supera los diez minutos de duración). El inicio es ambiental con diferentes capas de sintetizadores que se superponen unas a otras y recuerdan por el tipo de sonido a algunos momentos del disco “Force Majeure” (1979). Según avanza la música, la luminosidad inicial se disipa y aparecen matices más tenebrosos que desembocan en un espectacular juego de secuencias marca de la casa complementado de nuevo con las guitarras eléctricas. En la segunda mitad empieza a definirse lo que será el sonido de la banda en los ochenta con mucho sintetizador digital, sonidos menos elaborados y melodías muy sencillas. Unos Tangerine Dream más accesibles y con algo menos de gancho que en la etapa anterior pero que aún suenan atractivos.
“Burning Bar” - Llegamos a una de nuestras piezas favoritas del disco, llena de sabor setentero y aromas de la Escuela de Berlín: una secuencia electrónica muy atractiva adornada por todas partes con efectos y sonidos de esos que hacen las delicias de los aficionados al género. La melodía aparece más tarde y es extremadamente sencilla (apenas unas notas agrupadas de dos en dos). La lástima es que la composición no dure un poco más porque, un poco más trabajada, podría haber sido algo similar al “Arpegiator” de Jean Michel Jarre, compuesto más o menos por las mismas fechas.
“Beach Scene” - En las bandas sonoras es habitual que se repitan motivos y en este caso podemos escuchar una variación de la composición que abría el trabajo con algo más de énfasis en los teclados y un mayor desarrollo que ya podemos apreciar desde la introducción, más ambiental y larga que en el corte inicial. Esta pieza no aparecía en la versión americana de la banda sonora, que contenía en su lugar la pieza de Craig Safan que mencionamos antes, pero sí formaba parte de las ediciones europeas.
“Scrap Yard” - Volvemos a la electrónica secuencial con un toque melódico centrado en un pegadizo motivo que se repite continuamente. Es algo que va a caracterizar la evolución de la música de la banda en esta década y que ya se apuntó en el citado “Force Majeure” o en “Stuntman” (1979) de Edgar Froese en solitario. Como nos pasa con muchos de los cortes del disco, el mayor problema que le vemos es la corta duración, seguramente motivada por el hecho de que es música destinada a acompañar una escena concreta de la película. El potencial de este tipo de piezas se nos antoja realmente mucho mayor.
“Trap Feeling” - Llegando al final del disco nos encontramos el tema más ambiental del trabajo. Solo capas de sintetizadores con algún ligero efecto sonoro. Nada de batería, guitarras o potentes secuencias y, sin embargo, nos gusta mucho, especialmente si lo tomamos como una transición hacia el corte final.
“Igneous” - El cierre no es realmente una composición nueva sino una nueva mezcla más reducida de “Thru Metamorphic Rocks”, esa espectacular locura que cerraba el disco “Force Majeure” del que esta banda sonora se podría considerar como una especie de hermana pequeña pese a que en aquel trabajo aún no estaba Schmoelling.
Pese a las fricciones iniciales, la relación entre Mann y Tangerine Dream fue buena y, de hecho, les encargó una banda sonora más: “The Keep”. De todas formas, la acogida popular de la música no fue del todo buena en un primer momento. Quizá por la falta de costumbre del público a la hora de escuchar una banda sonora, no ya electrónica, sino principalmente secuencial, hubo muchas opiniones negativas que llevaron, incluso, a la nominación de Tangerine Dream a los premios “Razzies” de 1981 a la peor banda sonora del año. Sin embargo, si hablamos de crítica profesional, la cosa cambiaba mucho y las reacciones y críticas fueron muy buenas lo que abrió de lleno el mercado americano de las bandas sonoras para la banda hasta el punto de firmar más de quince en lo que quedaba de la década de los ochenta. Estas eran, en su mayoría, trabajos que la banda utilizaba como vía de financiación para adquirir nuevos equipos y mejorar, en general, las condiciones para su producción posterior. No hemos escuchado buena parte de esas músicas pero las que conocemos no nos parecen tan inspiradas como esta de “Thief” que tiene como mayor “pero” su escasa duración de apenas 40 minutos.