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lunes, 21 de enero de 2019

Yes - Drama (1980)



Hay veces al que los momentos de crisis son muy interesantes. Nos muestran la capacidad de reacción de un grupo, su cohesión, e incluso la coherencia de sus miembros. Nos gustan las bandas que se levantan tras un golpe y que afrontan el futuro con una mirada nueva aunque manteniendo las referencias al pasado, especialmente cuando esas referencias tienen un mensaje para aquellos que se bajaron del carro en un momento determinado. ¿Cómo no esbozar una sonrisa cuando, tras su disolución más o menos pactada, aparece un nuevo disco de Pink Floyd (ya sin Roger Waters) titulado “A Momentary Lapse of Reason”?. Tampoco es fácil permanecer impasible cuando Genesis publica el primer disco sin Steve Hackett y lo titula “And Then There Were Three” en referencia a los tres miembros que permanecían en la banda. La experiencia sirve también para artistas en solitario porque no podemos pasar por alto el catálogo de mensajes ocultos (y no tan ocultos) que Mike Oldfield (entonces Michael) le dedicó a Richard Branson en los títulos y en las letras de “Heaven's Open”, su disco de despedida de Virgin.

En esa misma categoría entraría el disco que comentamos hoy. Tras varias sesiones de grabación caóticas en las que nada funcionaba y de las que no era posible sacar nada medianamente satisfactorio, en los últimos meses de 1979, Jon Anderson y Rick Wakeman deciden abandonar Yes. En el caso de Wakeman no era la primera vez, pese a lo cual, siempre se le considera como uno de los miembros más icónicos de la banda. Lo de Jon Anderson era más grave. Se trataba de la voz del grupo y de una de sus grandes señas de identidad. El resto de integrantes decidieron seguir adelante y titular el siguiente disco, “Drama”, haciendo gala de un gran sentido del humor.

La banda venía tocada ya desde las sesiones de “Tormato” y la convivencia se había hecho complicada. La principal discrepancia venía de Jon Anderson, enfrentado al trío Squire, Howe y White, partidarios de un trabajo colectivo en la composición de los temas frente al enfoque más personal del cantante (prefería que cada cual aportase canciones individualmente). Cuando el vocalista decidió abandonar la banda (y centrarse en sus proyectos en solitario y junto con Vangelis), Wakeman le siguió. No lo hizo porque compartiera especialmente sus planteamientos, que probablemente también, sino porque no concebía una formación de Yes sin su cantante y fundador. La situación era crítica. Yes se veían reducidos a un trío cuando en pocos meses tenían comprometida una gira por Estados Unidos e Inglaterra que ocuparía buena parte de la segunda mitad del año y, además, llevaban ya un tiempo sin grabar con lo que la presión para publicar un nuevo disco era muy fuerte. Las sesiones en París, aún con Anderson y Wakeman y bajo la supervisión de Roy Thomas Baker, no habían producido demasiado material aprovechable. Además, un incidente con Alan White obligó a suspenderlas justo antes de la desbandada de Jon y Rick: al parecer, el batería se rompió un tobillo mientras patinaba en un club nocturno acompañado de Richard Branson. Tal cual.

Marzo de 1980. Yes, reducidos a trío, ensayan en un estudio londinense con vistas al nuevo disco. En un estudio contiguo se encuentran los miembros de la última gran sensación del pop británico, The Buggles, que acababan de publicar su disco de debut promocionado por el single “Video Killed the Radio Star”, número uno en las listas de medio mundo. En un momento determinado, los integrantes del dúo, Trevor Horn y Geoff Downes, se acercaron a ver uno de los ensayos de Yes ya que eran grandes admiradores del grupo. Se daba la circunstancia de que ambas bandas compartían manager: Brian Lane. Siendo Downes teclista y Horn vocalista, alguien debió sumar 2 y 2 y sugerir que quizá ellos podrían cubrir el hueco de Anderson y Wakeman. La idea de que dos músicos que acababan de debutar con un disco de “new wave”, “synth-pop” o como se quiera denominar lo que hacían The Buggles, podrían entrar a formar parte de una de las bandas más legendarias del rock progresivo, sonaba disparatada pero, o bien en un alarde de audacia, o bien por pura desesperación ante los compromisos que se avecinaban, se decidió probar suerte.

Sorprendentemente, en el estudio hubo mucha química entre los cinco músicos lo que unido a la aportación de Downes y Horn en forma de composiciones propias, provocó que en apenas tres meses, el nuevo disco de Yes estuviera completado con parte del material de las sesiones de París, algún tema de The Buggles y varias canciones escritas ya por el nuevo quinteto. En “Drama”, Trevor Horn canta y toca el bajo en uno de los cortes, Steve Howe toca guitarras y hace coros, Chris Squire se encarga del bajo, el piano y los coros, Geoff Downes toca los teclados y es el encargado del vocoder y Alan White hace lo propio con la batería y las percusiones.

La sorprendente alineación de Yes en 1980.



“Machine Messiah” - Un riff potente, cercano al “heavy metal” nos da la bienvenida al disco. Es la introducción del tema más largo del mismo en el que la guitarra de Howe, imperial, nos guía hacia la primera intervención vocal, escoltada por unos teclados brillantes. Escuchamos a Horn rodeado de los clásicos coros de Yes por lo que no hay espacio aún para añorar a Jon Anderson. La continua variación de ritmos y motivos melódicos (entre los que encontramos una variación de una tocata de Charles Maríe Widor), nos remite a la etapa clásica de la banda que parece mantener intacto el espíritu del rock progresivo pese a las nuevas incorporaciones. El interludio que aparece a mitad de la pieza, con guitarras acústicas y las voces entonando el título del tema es una joya que nos lleva a un rápido final en el que Horn se mete en los pantalones de Anderson con un resultado más que digno.




“White Car” - El segundo corte es apenas un interludio dedicado indirectamente a Gary Numan. Al parecer, una foto del autor de “Cars” en su coche inspiró a Geoff Downes para crear esta corta pieza, principalmente electrónica.

“Does it Really Happen?” - Continúa el disco con un vigoroso tema que apunta ya claramente hacia lo que se dio en llamar “AOR” en aquellos años. Aún había muchos elementos progresivos pero los teclados y una cierta simplificación en ritmos y armonías empezaban a acusar una búsqueda de una fórmula más acorde con los gustos de la época. El bajo de Chris Squire tiene un papel muy importante en todo el tema siendo uno de los grandes puntos de enganche con los Yes anteriores, junto con los coros “a cappella” de la segunda parte del tema y la brillante coda instrumental.

“Into the Lens” - La “cara b” del disco comenzaba con una pieza que Horn y Downes había escrito para el segundo disco de The Buggles pero que aparecería antes en “Drama”. Probablemente sea nuestra canción favorita del disco por muchas cosas, entre las que se encuentra el gran trabajo a la batería de Alan White y el atrevimiento a la hora de incorporar elementos como el vocoder a la música de una banda como Yes, algo que en grupos de estos estilos no era fácil de ver. Ese detalle y algún otro nos remiten a otras formaciones con raíz progresiva y orientación más pop de la época como The Alan Parsons Project.




“Run Through the Light” - Un oyente despistado podría atribuir el comienzo del tema a The Police, especialmente por la similitud en la forma de cantar entre Sting y Trevor Horn. Como curiosidad, Horn es quien toca el bajo en la pieza en lugar de Squire que se pasa al piano en esta ocasión. Todo en el tema es brillante, desde los teclados de Downes hasta las guitarras y la mandolina de Steve Howe. Un ejercicio coral de virtusismo a un gran nivel que mantiene el pabellón de la banda en lo más alto.




“Tempus Fugit” - Squire retoma el bajo y lo hace a lo grande dominando por completo una pieza que combina un gran dinamismo con guitarras próximas al “ska”, lo que vuelve a acercar a la banda a los mencionados The Police que triunfaban ampliamente por todo el mundo en la época (muchas veces hemos pensado que “Synchronicity”, el tema de Police de 1983 es un guiño a este “Tempus Fugit”. Un magnífico cierre en todo caso para un disco que fue muy difícil de llevar a cabo.


La acogida del trabajo fue moderadamente buena. De hecho, buena parte de las críticas recibidas por parte de los seguidores, tuvieron más que ver con la gira posterior que con el disco en sí. El motivo: que ni Horn ni Downes daban la talla en directo, en especial el cantante, incapaz de afrontar un repertorio como el de Yes, creado para un registro vocal tan peculiar como es el de Jon Anderson. En todo caso, ninguno de los miembros de The Buggles estaba acostumbrado a las exigencias de un grupo como Yes en directo y una vez finalizada la gira posterior, la banda se disolvió por completo siguiendo cada uno de sus integrantes con su carrera por su cuenta. Horn y Downes publicaron un segundo disco como The Buggles, el propio Downes junto con Steve Howe, John Wetton y Carl Palmer formarían el “supergrupo” Asia y, por su parte, Squire y White se unieron a Jimmy Page para formar XYZ antes de formar Cinema, una nueva banda que terminaría por convertirse en una nueva encarnación de Yes tiempo después.

Con todo, y obviando la influencia que la ausencia de Jon Anderson puede ejercer sobre un seguidor de Yes a la hora de evaluar el disco, tenemos que decir que “Drama” es un buen disco, tirando a muy bueno. No llega al nivel de excelencia de un “Close to the Edge” o un “Relayer” pero tampoco anda muy lejos de “Going for the One” por poner un par de ejemplos. Un trabajo que no suele mencionarse entre los grandes de la banda pero que merece la pena recuperar de cuando en cuando.

martes, 1 de mayo de 2012

Yes - Fly From Here (2011)



No hace mucho tiempo comentabamos la historia de cómo Jakko Jakszik recorrió la trayectoria que va desde fan de un grupo hasta cantante del mismo o, para ser más exactos, de algo parecido al grupo al grabar con Robert Fripp, legendario lider de la banda a la que nos referíamos, King Crimson en uno de sus ProjeKcts. Ese sorprendente recorrido lo ha hecho también el canadiense Benoit David, vocalista de la banda Mystery pero también de Close to the Edge, grupo tributo del gran dinosaurio del rock progresivo: Yes.

Tras verle en acción a través de youtube, Chris Squire se puso en contacto con él para ofrecerle reemplazar a Jon Anderson en la gira de 2008 por los problemas de salud de éste, lo que David aceptó. Aunque la gira no se completó por una leve enfermedad del propio Squire, el nuevo vocalista fue nombrado miembro oficial de la banda y como tal, intervino en los conciertos de los años siguientes y grabó con ellos el primer disco de estudio de Yes desde 2001 (si bien, actualmente también David ha sido sustituido por el cantante de Glass Hammer, Jon Davison).

La idea inicial era que el teclista del grupo fuese Oliver Wakeman, hijo de Rick Wakeman, miembro insigne de la banda en sus años gloriosos pero a pesar de tocar con ellos en varios conciertos y de participar en las sesiones iniciales del disco, fue expulsado del grupo durante las mismas, ocupando su lugar Geoff Downes, quien ya fue teclista de la banda el el disco “Drama” de 1980. Junto con Downes llegó su compañero en los Buggles, Trevor Horn, aunque para el disco se limitaría a labores de producción.

Así pues, tenemos a la que sería la duodécima formación distinta de Yes para un disco de estudio, a saber: Chris Squire (bajo), Steve Howe (guitarras), Alan White (batería), Geoff Downes (teclados) y Benoit David (voz) aunque no dejan de ser los mismos músicos que intervinieron en el citado “Drama” con el único cambio del nuevo vocalista. Con el ingreso de Downes y Horn, la banda regresaba en cierto modo a donde lo habían dejado en los primeros ochenta y, de hecho, buena parte de las composiciones del nuevo disco eran demos compuestas para “Drama” e incluso grabadas por los Buggles en aquellos años.

“Fly from Here” – Como en los mejores tiempos de la banda, abre el disco una larga suite dividida en seis partes. La obertura, obra de Horn y Downes, breve, como corresponde en estos casos, es una brillante exposición de lo que tenemos por delante. Contundente y al grano, deja paso pronto al segmento titulado “We Can Fly” procedente de las antiguas demos de la primera reunión de los músicos en la época del citado “Drama” y escrita por el mismo dúo de la obertura junto con Chris Squire. Lo primero que destacamos es la voz de David, en un registro indudablemente similar al de Jon Anderson pero sin caer ni mucho menos en la imitación (algo que sí le reprochamos al Trevor Horn de 1980 cuando tuvo que afrontar el reto de reemplazar a la personalísima figura del vocalista clásico de la banda). El único “pero” que le podemos poner a la canción es lo impecable y limpio del sonido, casi aséptico, al que no habría venido mal un poco de dureza para situarse en el lado correcto de la finísima linea que separa el rock progresivo del AOR. La segunda parte, “Sad Night at the Airfield” también procede de las sesiones de la primera etapa del dúo Horn-Downes y una versión preliminar llegó a aparcer como material extra en una reedición del “Adventures in Modern Recording” de los Buggles. Podemos comprobar de esta forma que la pieza es prácticamente la misma de entonces dejandonos un cierto regusto a obras de otros músicos como Alan Parsons, tanto en los arreglos para teclado como en los juegos de voces. Una llamada al tema que sonaba en la obertura nos mete de lleno en la siguiente parte, subtitulada “Madman at the Screens”, quizá nuestra pieza favorita, no ya de la suite sino de todo el disco con un excepcional trabajo de toda la banda, incluídas las voces. Un extraño interludio un tanto fuera de lugar titulado “Bumpy Ride” (que nos recuerda a las extravagancias que de cuando en cuando salpicaban los discos de Emerson, Lake and Palmer) ocupa los minutos previos a la conclusión con una vuelta al tema central de la suite.

“The Man You Always Wanted Me to Be” – Tras la larga pieza inicial, el disco entra en la segunda etapa más convencional con una serie de canciones cercanas al estandar. La primera de ellas, escrita por Chris Squire, Gerard Johnson (quien también toca el piano en la grabación) y Simon Sessler pertenece originalmente a una colección de canciones destinadas a “Squackett” trabajo conjunto del bajista de Yes junto con el guitarrista de Génesis, Steve Hackett y que no termina de ver la luz a pesar de haber sido largamente anunciado. No es una canción que nos enamore particularmente aunque se deja oir.

“Life on a Film Set” – Una canción escrita para los Buggles pero que no tuvo sitio en ninguno de los discos de la banda por lo que los músicos aprovechan para recuperarla ahora. La primera parte tiene ciertas ínfulas épicas que no nos atraen demasiado. Puede sonar a sacrilegio pero los primeros dos minutos de la canción podrían haber formado parte de cualquier balada de los alemanes Scorpions. Otra cosa es la segunda mitad de la pieza en la que los nuevos Yes se redimen de sus pecados anteriores (veniales en todo caso) consiguiendo un final que raya a gran altura.

“Hour of Need” – No podían faltar en el disco un par de composiciones de Steve Howe aunque no se trate de las más inspiradas del guitarrista. La primera de ellas tiene buenas intenciones y hay momentos interesantes con las guitarras acústicas. Suenan muy artificiales las intervenciones de los teclados, muy alejados de la estética del tema. Pero obviando ese detalle, la canción termina por funcionar bien.

“Solitaire” – No podemos decir lo mismo del instrumental que viene a continuación. Howe es un músico sobresaliente y eso no lo vamos a poner en duda pero este tipo de piezas nos parecen fuera de lugar en un disco como éste. No aportan nada al conjunto de la obra y terminan por ser totalmente anticlimáticas.

“Into the Storm” – Afortunadamente, nos queda la última canción del trabajo, firmada por todos los participantes en la grabación (incluído Oliver Wakeman) con la excepción de Geoff Downes. Se trata de una preciosa composición que aúna lo mejor de los Yes de los ochenta en cuanto a intensidad y claridad de ideas, con unas interpretaciones brillantes y una producción digna del prestigio en esas lides de Trevor Horn.

 Cuando una banda supera ampliamente los 40 años de trayectoria (y mucho antes, en realidad) cada nuevo disco es esperado con una mezcla de deseo y aprensión. El hecho de que Yes hayan sufrido innumerables cambios en su formación hasta el punto de que en sólo uno de sus miembros ha pertenecido a la banda en todas sus encarnaciones no mitiga esta sensación. Con “Fly From Here” no podemos decir que hemos recuperado a los Yes que todos admiramos tiempo atrás. Tampoco era razonable buscar eso ya que la alineación nos remitía a tiempos no demasiado bien valorados por los seguidores del grupo en comparación con su época dorada. Sin embargo, el resultado es más que digno y mucho más interesante que el de otros discos de los años noventa que no merece la pena mencionar. Poco tenemos que añadir sobre los músicos ya que todos ellos son sobradamente competentes para dudar de ellos a estas alturas pero sí queremos hacer hincapié en la figura de Benoit David, quien tenía ante sí el reto imposible de sustituir a Jon Anderson. Cuando aparecieron las primeras imágenes promocionales de la nueva formación, no pudimos evitar la sensación de estar viendo el clásico autobus de turistas jubilados con el conductor al frente en la figura de David, visiblemente más joven que el resto de la banda de un modo que llamaba la atención. Curiosamente esto no se nota en absoluto en la grabación. Benoit hace un trabajo sensacional en el que, como decíamos más arriba, no se dedica a imitar la voz de Anderson (cosa que sabe hacer a la perfección como ha demostrado con su grupo Close to the Edge) sino que desarrolla un registro propio y personal muy válido. Cuando hablamos de Yes, es imposible saber por dónde irán los tiros en el futuro por lo que la especulación al respecto es un ejercicio estéril pero si la linea a seguir es la de este “Fly From Here” creemos que aún tienen cosas que decir.

Alineación de Yes para el disco
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Nos despedimos con el videoclip oficial de "We Can Fly":