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martes, 25 de junio de 2019

Philip Glass - "Two Pages / Contrary Motion / Music in Fifths / Music in Similar Motion" (1994)



Philip Glass tuvo que recorrer un largo camino hasta obtener el reconocimiento del que goza hoy en día. La primera etapa de su obra, la que él no tiene problema en calificar como “minimalista”, llamó la atención de la crítica (no para bien en muchos casos) pero no llegó al gran público. En los tiempos del rock y el pop, un compositor cuyas obras eran interpretadas por su propio grupo y rara vez por otros artistas, necesitaba de la exposición que sólo los discos le podían dar para difundir sus composiciones más allá del público más erudito de Nueva York.

Ahí llegaba el primer problema que tenía mucho que ver con el formato de las obras de Glass. Lo más interesante de su producción inicial eran piezas de gran extensión, lo que las invalidaba para la emisión en radiofórmulas y limitaba su difusión a los programas más heterodoxos de las emisoras públicas y de las universidades. Por otro lado, la propia música era demasiado árida como para conseguir unas ventas aceptables para cualquier compañía. El resultado de todo ello fue una producción discográfica muy pobre y no del todo representativa en aquellos años. La cosa estaba clara: si quería grabar discos, Philip Glass tenía que optar por la autoedición. De ese modo a principio de los años setenta fundó Chatham Square Productions, su primer sello discográfico en el que en 1971 publicó un ambicioso doble LP con su obra “Music With Changing Parts” y un par de años después su secuela con “Music in Similar Motion” y “Music In Fifths” en un solo disco. Los medios de Chatham Square no eran muy grandes pero contaban con un estudio móvil que Kurt Munkacsi consiguió gracias a su relación con John Lennon. La historia surge cuando, con apenas 19 años, el ingeniero de sonido Munkacsi comienza a trabajar construyendo sistemas sonoros para los espectáculos de LaMonte Young. El músico tenía una buena relación con los miembros de Fluxus entre los que se encontraba una Yoko Ono recién casada con Lennon y gracias a ello pudo acceder al material necesario para realizar las primeras grabaciones profesionales con un cierto nivel técnico de la carrera de Glass.

Aparte de Glass, otros músicos como Arthur Russell, Richard Landry, Jon Gibsob y Michael Snow publicaron sin demasiado éxito en Chatham Square hasta que la discográfica se disolvió. A partir de ahí, Philip Glass publicó de forma aislada en sellos internacionales. Virgin editó su “North Star” en 1977 y el sello francés Shandar, “Solo Music” en 1978. Gracias a esto último, Glass vio sus obras en el catálogo de la misma compañía que ya contaba con nombres como los de Terry Riley, Steve Reich, LaMonte Young o Charlemagne Palestine entres sus filas. Todos ellos entre los nombres más rutilantes del minimalismo norteamericano. Por aquel entonces, sin embargo, Glass ya no se consideraba minimalista y estaba explorando formas musicales más “asequibles” siempre desde la fórmula repetitiva que era su marca de fábrica. En 1979, CBS publica su “Einstein on the Beach” y unos años después, “Glassworks”, que iba a ser una especie de disco al uso con composiciones creadas a tal fin en su gran mayoría. Una “concesión comercial” que le granjeó no pocas críticas pero que inauguró una nueva etapa de popularidad creciente que terminó por convertirle en el gran icono de la modernidad que es hoy en día a lo que también ayudó mucho su incursión en el género de las bandas sonoras para cine con “Koyaanisqatsi”, su secuela “Powaqqatsi” o “Mishima”, todas ellas ya en los ochenta.

En aquellos años Glass publicaba ya con diferentes sellos. La citada CBS lanzaba el grueso de sus trabajos pero también grabó para Warner, Island, Atlantic o Elektra/Nonesuch a través de la cual iba a recuperar buena parte de aquel catálogo inicial de Chatham Square o Shandar. Estamos ya en los noventa y parece que el público generalista está por fin preparado para el Glass más radical: el de sus inicios. La discográfica que se decidió a dar el paso fue, como decíamos, Elektra/Nonesuch y lo iba a hacer a lo grande. Entre 1993 y 1998 iba a reeditar en CD los primeros discos de Glass en Chandar y en Chatham Square así como a publicar nuevas grabaciones de “Einstein on the Beach”, “Music in Twelve Parts” y “Koyaanisqatsi” poniendo de este modo a disposición del gran público buena parte de las obras más difíciles de asimilar del compositor norteamericano. Nos queremos centrar hoy en el lanzamiento que recogía cuatro grabaciones seminales de Glass: “Two Pages”, “Contrary Motion”, “Music in Fifths” y “Music in Similar Motion”. Las dos primeras procedían del disco de 1975 “Solo Music” (Shandar) y las dos restantes de su segundo disco para Chatham Square. Todas estas piezas fueron interpretadas en muchas ocasiones por el músico y su banda en sus inicios en conciertos que “con suerte atraían a veinticinco personas de las que rara vez la mitad aguantaba hasta el final”.



“Two Pages” - Escrita en 1967, la versión que escuchamos aquí está interpretada por Glass en el órgano eléctrico y Michael Riesman al piano. Es un ejemplo de composición creada con un “proceso aditivo” muy influido por la música india que el músico conoció a través de Ravi Shankar, en especial por el concepto del tiempo musical, completamente diferente al que tenemos en la música clásica occidental. Es una de las composiciones más “duras” de su autor y en las que la repetición es más cruda y radical. Las variaciones son mínimas y, de algún modo, relacionarían esta obra con otras de Steve Reich (de hecho Glass le dedica la pieza) en las que éste desarrolla su concepto de “fase”, solo que aquí no hay “fase” alguna sino ligeros cambios a lo largo de 18 minutos.




“Contrary Motion” - Glass es el único intérprete de esta pieza de 1969 escrita en lo que él llama “forma abierta”, es decir, que no tiene un final propiamente dicho sino que, sencillamente, para cuando el intérprete decide terminar. Pese a su aridez, siempre nos ha parecido una de las obras más fascinantes de ese Glass primerizo, quizá por su cercanía con “A Rainbow in Curved Air” de Terry Riley escrita poco antes y que también es una de nuestras preferidas de ese autor.




“Music in Fifhts” - Del mismo año es esta especie de broma en la que Glass se “vengaba” de Nadia Boulanger, su profesora en París y una de las docentes más reconocidas de la historia de la música por su trabajo con decenas de compositores hoy legendarios. El título alude al hecho de que toda la pieza está escrita en quintas paralelas, algo que Boulanger (como muchos otros teóricos) consideraba un pecado. Glass toca el órgano eléctrico y se acompaña de los saxos soprano de Jon Gibson y Dickie Landry. Kurt Munkacsi es el ingeniero y el encargado de la electrónica. La mezcla suena cacofónica en un principio pero con el paso de los minutos comienza a mostrar un atractivo inesperado.

“Music in Similar Motion” - En el momento en que apareció el disco, esta pieza de 1969 era una de las más interpretadas por la Philip Glass Ensemble aunque hoy en día, todas las que aparecen en el disco han sido grabadas e interpretadas en muchas ocasiones por un buen número de grupos y artistas. En esta versión escuchamos hasta trés órganos (interpretados por Glass, Steve Chambers y Art Murphy) junto a los saxos de Gibson y Landry y la flaura de Robert Prado con Munkacsi de nuevo a los mandos de la parte técnica.


Probablemente este sería el último disco que le recomendaríamos a una persona que nos preguntase por dónde empezar a escuchar a Philip Glass si no has oído nada de él anteriormente. Paradójicamente, es aquí donde se encuentra la versión más pura del músico en sus primeros años pero eso es algo que el oyente apreciará más fácilmente si antes se acerca a sus trabajos más asequibles. Superado ese paso, es muy probable que llegue a disfrutar de discos como este. Tengamos en cuenta, además, que eso es exactamente lo que ocurrió con la carrera discográfica del músico: antes de atreverse con este trabajo, todas las discográficas trataron de ofrecer otras piezas más acordes con los gustos de un público generalista. Hecha esta advertencia, y a pesar de que hay muchas otras grabaciones de todo este material, la vigencia de este disco hoy en día es mayor que nunca: es minimalismo en toda su desnudez.

Nota: desgraciadamente, no hemos podido encontrar en youtube las versiones del disco que hoy hemos comentado así que, aun no siendo la mejor solución, hemos enlazado otras diferentes que sirven para hacerse a la idea de las características de cada pieza.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Mike Oldfield - Platinum (1979)



Mike Oldfield ha sido siempre un tipo con una personalidad más que complicada: introvertido, vulnerable en muchos momentos y muy inseguro a pesar (o quizá por ello) de ser una estrella desde muy joven. Con la publicación de “Incantations” y la gira monumental que siguió al disco, tenemos, quizá, su versión más grandilocuente. Era aquel un disco inmenso en varios aspectos y no sólo en su duración. Es presumible que todo su proceso de creación y grabación fuera agotador en todos los sentidos. Escuchando su siguiente trabajo, “Platinum”, se diría que tras subir a lo más alto, Oldfield sintió la necesidad de acercarse al público, de comunicar sus ideas de un modo más directo, de abrirse, en una palabra. Es bajo esa perspectiva como queremos analizar el que fue su siguiente paso en forma de disco.

Poco después de la publicación de “Incantations”, Oldfield viajó a Nueva York junto con Richard Branson para conocer las nuevas oficinas de Virgin en la Gran Manzana. El ambiente neoyorquino entusiasmó a Mike quien creyó interesante volver, alquilar un estudio y juntarse con músicos locales para tocar juntos y ver qué salía del experimento. Es ahí donde entra en escena la persona de la cantante Clodagh Simmonds. De origen norirlandés, la artista había colaborado con Oldfield en “Hergest Ridge” y “Ommadawn” antes de trasladarse a Nueva York para continuar con su carrera musical. Clodagh trabajaba con varios músicos locales y era amiga del compositor Philip Glass, con lo que no tardó en presentar a Oldfield al ingeniero de sonido habitual del músico neoyorquino, Kurt Munkacsi, quien iba a ser el encargado de contratar a los instrumentistas participantes en las sesiones. Uno de los primeros resultados sería el single “Guilty”. En palabras de Oldfield: “Había un bajista que me impresionó. Se llamaba Neil Jason y tocaba el bajo sin trastes. Viéndole tocar en una de las sesiones escribí un par de acordes que fueron la base de la canción. Cuando volvimos con las cintas a Inglaterra le pedí a Steve Winwood que tocase algunos teclados en la parte final del tema. Al escuchar “Guilty”, la gente de Virgin alucinó y aseguraron que era un hit en potencia”. Efectivamente, lanzado como single en las fechas previas al comienzo de la gira europea de “Incantations”, alcanzó los primeros puestos en las listas y se incorporó al repertorio de los conciertos como uno de los momentos más intensos de los mismos.

Al margen de “Guilty”, de las sesiones grabadas en Nueva York, Oldfield se trajo abundante material que terminaría por formar parte de su próximo álbum bajo el título de “Platinum”. Además del citado Neil Jason, participaron en las grabaciones el también bajista Hansford Rowe (músico de jazz local que poco antes, junto con Pierre Moerlen, formo parte de la escisión de los Gong originales y de su transformación en los Pierre Moerlen’s Gong) o el batería Allan Schwartzberg (colaborador en discos de gente tan variopinta como Gloria Gaynor, James Brown, Peter Gabriel, o Meco). Tras regresar a Gran Bretaña, Oldfield completó la grabación del disco en el que también intervienen Morris Pert (percusión), Peter Lemer (teclados), Nico Ramsden (guitarra), Pierre Moerlen (percusiones), Wendy Roberts (voz), Francisco Centeno (bajo), Sally Cooper (tubular bells), Peter Gordon, Michael Riesman (arreglos de metales) y David Bedford (arreglos vocales). El propio Oldfield sigue tocando varios instrumentos pero muchos menos que en sus discos anteriores. Se limita en “Platinum” a las guitarras, teclados, percusiones y alguna voz.

En los comentarios de la reciente reedición del disco, llama la atención una frase que ya hemos citado antes en la que Oldfield afirma que quiso juntarse en Nueva York con músicos distintos y juntarse para tocar para ver qué salía de allí “porque es algo que se supone que hacen los músicos”. No parece algo anecdótico, desde luego. De repente, Oldfield se ve a sí mismo como un músico “normal”, deseoso de interactuar con otros e intercambiar ideas haciendo “lo que se supone que hacen los músicos”. Tampoco parece casual que en “Platinum” aparezcan versiones de otros artistas por primera vez en un disco de Oldfield (algo que se repetiría en discos posteriores) y es que las sesiones neoyorquinas fueron, además de fructíferas, muy divertidas. Circula un video por ahí de una jam-session en la que la banda interpreta su propia versión del “All Right Now” de  Free, muy ilustrativo. Tenemos, pues, a un Oldfield nuevo, más abierto y comunicativo, y eso se refleja también en la música. Ya no va a haber grandes suites ininterrumpidas que ocupen una cara del disco cada una, llenas de una cantidad de ideas apabullante, extensos desarrollos y un aire trascendente y de gran seriedad sino cortes más breves (con matices) y múltiples guiños humorísticos. Oldfield se ríe de sí mismo y ese cambio de actitud da a la obra una frescura que no estaba presente en trabajos anteriores.


Oldfield en una imagen de la época



“Platinum – Part 1: Airborne” – La primera novedad del disco para el seguidor de Oldfield era que ya no estaba dividido en “partes” como hemos indicado. Sí que existía una suite más o menos larga con el mismo título del disco pero también segmentada en cuatro etapas bien distintas entre sí. La primera de ellas se abre con una secuencia de notas electrónicas repetitivas en lo que podía ser una especie de actualización del comienzo de “Tubular Bells”. No tarda en aparecer una guitarra baja realmente dinámica ascendiendo y descendiendo por la escala de un modo alegre y muy expansivo. Un breve riff de guitarra eléctrica actúa como introductor de la batería y de una serie de secuencias percusivas (vibráfono principalmente). La guitarra eléctrica de Oldfield lleva la voz cantante, valga la expresión, durante toda la composición con un protagonismo que no tenía habitualmente. Tras este breve interludio, la batería  pasa a un registro más agresivo, siendo imitada por la guitarra en una especie de guiño al rock duro. Es también aquí donde los teclados toman la palabra por un breve instante que lleva a otra sección dominada por el vibráfono, una especie de momento de relajación antes de la segunda parte.

“Platinum – Part 2: Platinum” – Sin solución de continuidad, la guitarra eléctrica comienza a desgranar una nueva melodía con el apoyo de la batería que marca un ritmo imperturbable. Estamos ante lo que podría ser un “blues” algo acelerado entre cuyas notas se cuelan algunos destellos electrónicos y que es, quizá la parte central del disco por cuanto se trata de la melodía más elaborada del trabajo, sin cambios bruscos y con un desarrollo realmente trabajado. En el tramo final, podemos disfrutar de un gran trabajo del bajista durante unos instantes que precede a los primeros rasgos humorísticos del disco con el propio Oldfield entonando una serie de notas vocales a modo de “scat”.



“Platinum – Part 3: Charleston” – De repente y sin previo aviso nos encontramos ante una sección de viento interpretando una característica melodía de baile. La entrada de una sección rítmica más propia de la música disco nos indica que estamos ante un tema “distinto”. El piano, algo distorsionado comienza a desgranar unas veloces notas y es imitado por la guitarra acústica poco antes de que sea de nuevo el bajo el que tome los mandos. Unos coros en segundo plano y más “scat” por parte de Oldfield terminan por configurar este peculiar charlestón que, al igual que los temas anteriores, se funde en la siguiente parte.

“Platinum – Part 4: North Star” – De nuevo el bajo y la batería, con ocasionales apoyos de los teclados y un piano, utilizado casi como un elemento percusivo más sirven de anticipo de la primera versión de un tema de otro artista que aparece en el disco. En 1977, Philip Glass había publicado su LP “North Star” a través de Virgin Records. Puede parecer anecdótico pero lo cierto es que, hasta entonces, su música se había publicado en sellos pequeños y que esa iba a ser su primera grabación que iba a gozar de una cierta distribución internacional. Imaginamos que ese disco llamó la atención de Oldfield al ser publicado por su mismo sello y que eso le llevó a incluir su tributo a la pieza del compositor norteamericano. De este modo tan curioso se iba a cerrar la primera cara del disco. Lo cierto es que Mike sólo utiliza una pequeña sección vocal del tema original de Glass y alrededor de él construye una improvisación de guitarra muy acertada. Es curioso que sea esta la única pieza escogida por Oldfield para ser actualizada en la reciente reedición de “Platinum”. En la nueva mezcla, el británico recupera varias líneas melódicas del original de Glass que no había tenido en cuenta en 1979.

“Woodhenge” – La pieza que iba a abrir la segunda cara de “Platinum” era una verdadera sorpresa. Se trataba de una composición casi ambiental a base de percusiones sobre las que aparecen breves apuntes de guitarra a cargo del propio Oldfield. No encontramos ningún precedente tan misterioso y evocador en los discos anteriores del músico salvo, quizá, algunos pasajes aislados de “Hergest Ridge” pero nunca con una atmósfera tan onírica como la de este “Woodhenge” en cuya parte final, como curiosidad, aparecen las inevitables campanas tubulares.



“Into Wonderland” – Con una introducción de sintetizadores y percusión (probablemente electrónica) comienza una canción muy particular. Ni la melodía ni la interpretación apuntan en ese sentido pero los coros ululantes que suenan a lo largo de la pieza le dan un tono definitivamente burlesco y el “scat” que aparece mediado el tema, junto con una segunda sección coral no hacen sino reafirmar esta impresión. A título de anécdota merece la pena señalar que “Into Wonderland” no formaba parte del listado original de canciones del disco ya que la primera edición de “Platinum” incluía en su lugar otra canción titulada “Sally”, de aire mucho más infantil, cantada por el propio Oldfield a través de una línea telefónica y dedicada por el músico a su pareja en aquel momento, Sally Cooper. La canción no gustó demasiado a Richard Branson según cuentan las malas lenguas y fue reemplazada en sucesivas ediciones del disco por “Into Wonderland” con la voz de Wendy Roberts. La sustitución no fue completa por cuanto que en las contraportadas de los discos seguía apareciendo el título “Sally”, cosa que no se corrigió hasta mucho tiempo después (incluso las primeras ediciones en CD de 1984 seguían incluyendo la errata).

“Punkadiddle” – No fue ese el único punto de desencuentro entre Branson y Oldfield del que encontramos algún testimonio en el disco. Los últimos años de la década de los setenta conocieron el surgimiento del punk y sus representantes más mediáticos, los Sex Pistols, iban a ser el nuevo grupo estrella de Virgin Records encabezando una larga lista de bandas de ese estilo. Oldfield no entendía la promoción que se le hacía a una música que consideraba inferior y menos por cuanto esa inversión de Virgin en publicidad para el punk redundaba en un menor esfuerzo en la carrera de Oldfield. “Punkadiddle” fue la materialización de ese descontento en forma de parodia de todo el género. Comienza con una auténtica ráfaga incendiaria de guitarra eléctrica y un ritmo vivo y alegre. Enseguida entra la melodía de la descartada “Sally” que sirve de preludio a la melodía principal: con la base de una guitarra machacona que aporrea dos simples acordes, el teclado dibuja una melodía infantiloide que repite varias veces. Como si entrase en el escenario apartando a los músicos que perpetran ese desastre, aparece la guitarra de Oldfield en medio de una ovación interpretando una melodía con su clásico sello. De nuevo vuelve la tonada inicial y vuelve a ser “expulsada” por nuestro artista entre la algarabía creciente de los espectadores encendidos ante el combate que están presenciando. En la parte final, parece producirse la reconciliación y todos los músicos terminan uniéndose a la melodía de la guitarra de Mike. “Punkadiddle” fue uno de los temas estrella de los conciertos de la gira posterior y todos los músicos aparecían en el escenario con el torso desnudo parodiando toda la puesta en escena habitual del género que se pretende caricaturizar.

“I Got Rhythm” – La estancia en Nueva York de Oldfield tuvo mucho que ver, sin duda, en la elección de las versiones presentes en el disco. Si Philip Glass es un icono de la música contemporánea hecha en la Gran Manzana, no se puede decir menos de George Gershwin. Aunque quizá deba su popularidad a su inclusión en la película “Un Americano en París”, la canción se compuso para el musical “Treasure Girl” siendo descartada del montaje final y recuperada en una versión mucho más rápida en una comedia posterior: “Girl Crazy”, de 1931 siendo uno de los números más populares de la obra, con su aire festivo y casi cabaretero. En cualquier caso, pronto se convirtió en un estándar que muchos cantantes de jazz incorporaron a su repertorio. Intuimos que la versión de Oldfield es mucho más fiel al original de 1928 ya que es una interpretación muy pausada y sensible de la canción de lo que estamos acostumbrados a oír. Comienza con una leve melodía de teclado sobre la que Wendy Roberts canta, en un registro más contenido del habitual, la letra de Ira Gershwin. Tras la primera estrofa el teclado vuelve hacer acto de presencia antes de la entrada de la batería, el bajo y la guitarra acústica  que quieren despedirse del disco acompañando a la voz de Wendy. En los instantes finales, entra en la conversación la guitarra eléctrica de Oldfield con una melodía de su propia cosecha, reforzada, cómo no, por las campanas tubulares antes de poner el cierre con la misma sutil melodía de teclado que abría el tema.

“Platinum” no alcanzó las cifras de ventas de discos anteriores del músico aunque eso no debería extrañarnos dado el giro que experimenta la música de Oldfield en este disco. La aparición de temas cortos, canciones y versiones de otros músicos eran algo nuevo y que pudo descolocar a los seguidores del artista. La propia música era más “terrenal”, alejada de la grandilocuencia de sus obras anteriores y en el apartado instrumental, había perdido en complejidad. Cierto es que en 1979 el rock progresivo como género había perdido mucho terreno en el apartado comercial frente a otras corrientes (el citado punk, la música disco e, incluso, el rock duro y el heavy metal) pero el giro estilístico de “Platinum” no hizo mucho por “conservar” a la vieja guardia de los fans del autor de “Tubular Bells”.

En nuestra opinión, “Platinum” es un disco muy válido. Oldfield tenía la opción de seguir haciendo lo mismo que en los años anteriores o bien buscar nuevos caminos para su música. La alternativa escogida fue la segunda y eso marcaría toda la década siguiente del músico en la que cada disco avanzaba un paso más que el anterior hacia el mundo del pop pero eso será materia de entradas futuras. Los amantes de la música de Oldfield disfrutarán de “Platinum” como de cualquiera de sus obras de esta etapa. Si decidís comprar el disco, la reciente reedición del mismo trae un añadido realmente atractivo: un concierto casi completo de la gira de 1980 del músico en el Wembley Arena. Lo podéis hacer en cualquiera de los siguientes enlaces:

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fnac.es

Nos despedimos con un breve fragmento de la versión de Oldfield y compañía de "All Right Now" y un video de "Punkadiddle" en directo en Montreux'81:


domingo, 4 de diciembre de 2011

Philip Glass - Les Enfants Terribles, 2 y 3 de diciembre, Teatro Arriaga. Bilbao



Tenemos hoy una novedad en La Voz de los Vientos y es que, en esta ocasión, no vamos a hablar sólo de un disco sino de una representación en directo.

El francés Jean Cocteau (1889-1963) fue uno de esos raros artistas totales. Escritor de novela, teatro, poesía, director y guionista de cine, ilustrador, creador de ballets… ninguna expresión artística le era ajena. Su extensa obra en todos estos campos, ha inspirado a un buen número de artistas en los últimos años y, especialmente, al compositor norteamericano Philip Glass, quien dedicó una trilogía operística a tres de las obras más representativas de Cocteau, cada una con sus propias particularidades.

La primera de las tres óperas y la más convencional fue “Orphee” y pronto le siguió la más original “La Belle et la Bete” en la que los cantantes actuan frente a la pantalla en la que se proyecta la película de Cocteau cantando en perfecta sincronía con los movimientos de los actores del film. Hoy nos encargamos de la última parte de la trilogía, inspirada en la novela del francés de 1929 que dio origen a la película co-dirigida por el propio Cocteau y Jean-Pierre Melville en 1950.


Cartel de la película de 1950



El montaje que pudimos disfrutar este fin de semana en el Teatro Arriaga de Bilbao, es una coproducción con la Ópera Nacional de Burdeos a cargo de Emmanuel olivier (dirección musical, primer piano), Sthephane Verite (director de escenografía, iluminación e imágenes), Herve Poeydomenge (vestuario), Romain Sosso (director de imagen), Jean-Marc Fontana (segundo piano) y Francoise Larrat (tercer piano). Las voces son las de la soprano Chloe Briot en el papel de Elisabeth, la mezzo-soprano Amaya Domínguez en el doble papel de Dargelos y Agathe, el barítono Olivier Dumait haciendo de narrador e intepretando a Gerard y, por último, el también barítono Guillaume Andrieux en el papel de Paul.

Vista del Arriaga desde el escenario.

La particularidad de esta ópera, al margen de su acompañamiento musical con sólo 3 pianos como únicos instrumentos, radica en su escenografía cercana al ballet, a cargo de la coreógrafa Susan Marshall. Sobre el escenario, apenas tenemos un puñado de elementos: dos camas, una mesilla por aquí, un par de sillas algo más allá y, especialmente, un inspirado juego de proyecciones que complementan la narración con gran acierto. Nos gustaría destacar especialmente la escena del paseo nocturno de Paul en estado de sonambulismo acompañado de nuestra parte favorita de la partitura de Glass para la obra y la forma en que se resuelve la escena del fallecimiento de Michael en accidente de tráfico, ambas perfectamente narradas mediante proyecciones salvando la imposibilidad de trasladarlas al escenario real.

Dargelos en la escena inicial de la obra.

La historia de Cocteau nos presenta la extraña relación de dos hermanos que construyen su propio mundo imaginario en su habitación propiciado por la enfermedad de uno de ellos (Paul) que queda al cuidado de su hermana (Elizabeth). La burbuja que contruyen se cierra aún más tras el fallecimento de su madre. La aparición en escena de otros dos personajes (Gerard y Agathe) y sus nuevas relaciones con los hermanos propician un juego de celos y envidias que acaba tejiendo la red que terminará en la tragedia final.

Las propuestas operísticas de Glass no terminan de ser plenamente aceptadas por la crítica más conservadora aunque poco a poco empiezan a ganarse un reconocimiento mayor. En La Voz de los Vientos estamos muy lejos de considerarnos entendidos en ópera o en artes escénicas pero el espectáculo que vimos esta pasada noche en el Arriaga nos pareció maravilloso en todos los sentidos. La partitura de Glass, ya conocida por nosotros al haber sido publicada en disco años atrás, funciona perfectamente y los intérpretes cumplen con buena nota, tanto el faceta instrumental como en la vocal y actoral. Destacamos muy especialmente al quinto actor, que no es otro que la propia habitación, protagonista en segundo plano de la obra y principal representante del universo de Cocteau como espacio para la imaginación y en el que todo es posible, incluso el “juego” en el que viven sus mejores momentos los hermanos. La iluminación y las proyecciones animan hasta tal punto la estancia que consiguen que la veamos como, quizá, el verdadero motor de la narración.


Elizabeth y Paul durante el "juego"

Philip Glass habla de la obra en los créditos de su versión en CD y dice que: “Si “Orfeo” es la historia de trascendencia de Cocteau y “La Bella y la Bestia” su historia romántica, “Les Enfants Terribles” es su tragedia. Como las anteriores, nos muestra la creencia de Cocteau en el poder de la imaginación para transformar el mundo real en un mundo mágico pero a diferencia de ellas, en las que la trasformación nos lleva al amor y a la trascendencia en esta nos lleva al narcisismo y, finalmente, a la muerte. De ahí la fuerza de la obra. La bola de nieve que da pie al inicio de la narración se transforma en la bola de veneno de la última escena, Dargelos se convierte en Agathe y la habitación acaba mutando en un espacio de celos y envidias que no permite crecer a los hermanos de modo que lo que empieza siendo un juego inofensivo desemboca en una lucha salvaje y en la tragedia final”.


Agathe, Elizabeth y Paul en un momento de "Les Enfants Terribles"

Aprovechamos la ocasión, primera desde que empezó el blog en la que no comentamos un disco sino una representación escénica, para hacer una pequeña reseña sobre el disco publicado por Orange Mountain Music, sello propiedad de Glass, en el que se editó la música completa de la obra. Como ya hemos comentado en alguna ocasión, OMM es la vía que utiliza Glass para ir dando salida a un buen montón de obras que duermen en sur archivos y que no podrían publicarse en discográficas convencionales, dado el gran volúmen de material disponible. En este caso, se trata de una grabación de 1997 que apareció por fín en formato CD en 2005.

Los créditos del album los ocupan Michael Riesman y Kurt Munkacsi como productores, Christine Arand (soprano, Elisabeth), Philip Cutlip (barítono, Paul), Hal Cazalet (tenor, Gerard, narrador), Valerie Komar (mezzo-soprano, Dargelos, Agathe) junto al propio Philip Glass, Nelson Padgett y Eleanor Sandresky como pianistas.



Obertura de la ópera


Los acostumbrados a la escritura operística de Glass ya sabran que las partes vocales no suelen ser las convencionales en el belcantismo ya que huye de las arias brillantes, concebidas para el lucimiento del intérprete en beneficio de una narración en modo casi recitativo, más teatral que lírica. La parte instrumental, por el contrario, sí que nos parece realmente brillante. Solemne cuando lo requiere la escena, evocadora en otros momentos, onírica a veces y siempre con el sello particular de Glass presente. Entre las piezas destacadas nos quedamos con la enérgica obertura, tema que repite en el climax de la obra, y la pieza casi mágica que acompaña el paseo nocturno de Paul en la que es una de las escenas más bellas de toda la obra.

Os dejamos un par de enlaces por si decidís adquirir el doble CD con la música de “Les Enfants Terribles” y despedimos la entrada con la música de la primera escena de la ópera:



domingo, 18 de septiembre de 2011

Philip Glass - Satyagraha (1985)


Las primeras tres "óperas" compuestas por Philip Glass forman la llamada "trilogía de retratos". Tuvimos recientemente por aquí la primera, dedicada a Albert Einstein y hoy llega el turno de la segunda, centrada en la figura de Ghandi y con libreto de Constance DeJong.

Si bien "Einstein on the Beach" era una obra cuyo formato no hacía fácil su inclusión en la categoría de ópera, "Satyagraha" no se aleja tanto de lo que todos reconocemos como tal. Tenemos una orquesta "convencional" de cuerdas y maderas, un coro y varios cantantes. Desde ese punto de vista, la audición de esta obra es mucho más sencilla para los oídos acostumbrados a los formatos clásicos. Evidentemente, la obra tiene el sello de su autor muy presente pero el elemento melódico está mucho más presente que en so predecesora en la trilogía y podemos encontrar en ella algunas arias y pasajes realmente bellos. De hecho, en opinión de La Voz de los Vientos, "Satyagraha" es, aún hoy, nuestra ópera favorita dentro de la producción de su autor. Los textos están extraidos del Bhagavad Gita, uno de los textos fundamentales de la religión hindú y están cantados en sánscrito. El título de la ópera alude al término indio con el que se describe la filosofía de lucha pacífica de Ghandi. No estamos ante un repaso de la vida del activista indio sino que se centra en su actuación en Sudáfrica. El 1893, cuando era un abogado principiante, Ghandi viajó al país africano para intervenir en un caso de discriminación. Cuando vió las injusticias que sufría la comunidad india en aquel país, decidió quedarse y hacer lo posible por luchar contra esas condiciones. Como él mismo decía, viajaba para estar un mes y se quedó veintiun años.

La ópera se divide en tres actos, cada uno tutelado por un "espíritu guardián". El primero de ellos, titulado "Tolstoy", en honor al escritor ruso Leon Tolstoy, cuya obra "El Reino de Dios está en vosotros" influyó profundamente en Ghandi. Se centra en la "granja Tolstoi", centro que Ghandi organizó a modo de comunidad en la que los indios de Sudáfrica podían realizar las actividades que les eran vetadas en el resto del país. El segundo acto, "Tagore", en honor del primer premio Nobel asiático y también luchador contra el imperialismo británico en la India, aunque no comulgara con todas la ideas de Ghandi. El último acto, titulado "King" en honor a Martin Luther King, representa el futuro del "satyagraha" encarnado en la lucha del religioso norteamericano.

Aunque las críticas a la ópera desde el mundo más académico no siempre fueron positivas, no podemos dejar de recomendar esta obra de Glass a todos los seguidores del blog. Un reputado crítico escribió que el título de la ópera era tremendamente adecuado porque los espectadores tenían que reunir una gran cantidad de paciencia para hacer uso de la protesta no violenta tras aguantar hasta el final de la representación.

La obra se estrenó en 1980 comisionada por la ciudad de Rotterdam, que acogió su estreno. La grabación que os dejamos es de 1985 y en ella interviene la Orquesta y Coro de la New York City Opera bajo la dirección de Christopher Keene. Como solistas tenemos a Douglas Perry (tenor), Claudia Cummings (soprano), Rhonda Liss (alto), Robert McFarland (barítono) y Scott Reeve (bajo). Michael Riesman se encarga de los teclados y de la producción de la grabación junto con Kurt Munkacsi.

Tratandose de un triple CD, es difícil encontrar un precio más económico que este:

amazon.es

Os dejamos con un extracto de una representación de la obra, concretamente, con el comienzo de la misma:


sábado, 3 de septiembre de 2011

Philip Glass / Robert Wilson - Einstein on the Beach (1979)

La obra que hoy nos ocupa es una de esas de las que está todo dicho ya que estamos hablando de una composición monumental, considerada por muchos como el hito fundamental de la carrera de su autor. Cuando se dice algo así de un músico y éste tiene la talla y el prestigio de Philip Glass, tenemos que prepararnos para algo grande. Y si a preparación nos referimos, no estaría de más repasar el ciclo "Music in Twelve Parts" y "Another Look at Harmony, part 4", obras ambas que han pasado por La Voz de los Vientos y que fueron el paso previo que posibilitó la creación de esta colosal obra titulada "Einstein on the Beach".

Lo primero que nos llama la atención de la obra es que venga firmada por Glass y por el director de escena Robert Wilson que, ni es músico ni aporta nada a la parte musical. Sin embargo, la concepción de la obra no permitía la diferenciación entre parte musical y escénica formando ambas un todo indisoluble. Wilson volvería a firmar junto a Glass algunas obras más en el futuro. Aclarado este punto, nos centramos en la ópera. ¿Ópera? En algún retorcido modo sí que lo es pero desde luego, no tiene nada que ver con la idea que todos tenemos de ópera. No hay aquí una historia, una narración con personajes, un heroico tenor, una indefensa soprano y un malvado bajo acompañados de un coro de 200 voces y su orquesta. No. No hay nada de eso en "Einstein on the Beach". De hecho, no hay una narración lineal... qué demonios, en mucho momentos ni siquiera hay narración sino meros recitados de números. Entonces ¿qué es "Einstein on the Beach"? Un espectáculo total de música, escenografía e imágenes, organizado a partir de tres representaciones principales, un tren, un juicio y una lanzadera espacial. Como indica el título, el personaje central de la ópera es Albert Einstein y aparece en multiples formas, desde el violinista que hace las veces de personaje principal de la obra hasta las imágenes de trenes, juguete preferido del pequeño Albert en su infancia y uno de los elementos con los que solía explicar su visión del tiempo de acuerdo con la Teoría de la Relatividad.

La obra se divide en cuatro actos, subdivididos a su vez en dos escenas cada uno salvo el último que consta de tres. Al principio y al final de la obra y entre cada uno de los actos se interpretan una serie de "Knee Plays" o temas bisagra que sirven de transición entre las distintas partes de la representación. Como ya indicamos, los textos no siguen ninguna estructura narrativa. Lo mismo tenemos una serie de números, como textos de Samuel M. Johnson o Lucinda Childs o frases de un joven de 19 años llamado Christopher Knowles, autista, encontradas en un viejo cassette por Wilson en las que el chico hablaba de su hermana Emily y de cómo esta veía la televisión. En palabras del escenógrafo: "Comencé a darme cuenta de que las palabras fluían con un patrón rítmico de una lógica autosuficiente. Era una pieza muy musical. Como una cantata o una fuga, funcionaba conjugando pensamientos repetidos en forma de variación; todo gobernado por construcciones clásicas y un envolvente sentido del humor".

Tras su estreno en 1976 en Avignon y su premiere norteamericana en noviembre del mismo año, la obra fue sorprendentemente aclamada y se convirtió en un referente fundamental de la música posterior a la Segunda Guerra Mundial. Si no habeis oído nunca "Einstein on the Beach", debemos advertiros de que no es una obra fácil, ni recomendable para introducirse en la música de Philip Glass aunque quizá sea su pieza fundamental. En todo caso, ya habeis tenido ejemplos en este blog de la faceta más difícil de Glass por lo que os podemos suponer avisados. Existen dos grabaciones completas de la ópera: la primera, de 1979 publicada por Tormato y posteriormente por CBS, la actual Sony, y una segunda en Elektra Nonesuch de 1993. Hay alguna diferencia importante en cuanto a los textos ya que hay partes que no aparecen en una y sí en la otra y viceversa. La que dejamos aquí hoy (la otra podría aparecer también más adelante) es la primera de ellas y nuestra favorita. Los intérpretes son los miembros de la Philip Glass Ensemble dirigidos por Michael Riesman: Jon Gibson (saxo soprano y flauta), Philip Glass (órgano), Iris Hiskey (voz), Richard Landry (saxo soprano, flauta y clarinete), Kurt Munkacsi (mezcla del sonido), Richard Peck (saxo alto, flauta) y el propio Riesman (órgano, sintetizadores). Los sólos de violín corren por cuenta de Paul Zukovsky. Intervienen también un pequeño coro con voces como la de Dora Ohrenstein y otro coro algo mayor para determinados momentos de la obra.

Durante la obra, hay un monólogo de Samuel M. Johnson que afirma: "If you have never been kissed by a lady of Paris, you have never been kissed at all". Parafraseando, podemos afirmar que: "Si no has escuchado "Einstein on the Beach", no has escuchado a Philip Glass en absoluto."

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Os dejamos algunos fragmentos de la obra:




Y un homenaje humorístico con muñecos de LEGO:

viernes, 26 de agosto de 2011

Philip Glass - Early Voice (2002)


Philip Glass es, sin duda, un compositor prolífico. A pesar de que desde el principio de los años ochenta ha ido publicando su música con regularidad en sellos como Virgin, CBS/Sony, o Nonesuch, la música que permanecía inédita o, sencillamente, la que iba componiendo día a día superaban con mucho el ritmo de publicaciones acostumbrado por las grandes discográficas. Tras un primer intento con el sello Point Music, a principios de la década pasada apareció Orange Mountain Music. Un sello auspiciado por el propio Glass y dedicado a la publicación de todo el material grabado por el músico a lo largo de los años y que de vez en cuando nos regala grabaciones perdidas de otros artistas del ambiente cultural neoyorquino de los últimos sesenta y primeros setenta.

"Early Voice" fue uno de los primeros CDs editados conforme estas premisas y recoge dos obras del primer Glass que no habían sido publicadas aún. La primera de ellas se titula sencillamente "Music for Voices" y fue compuesta en 1970. La grabación data de 1972 y recoge una actuación en directo de 1972 en la galería de arte Paula Cooper, la primera en instalarse en el Soho en aquellos años. Los intérpretes son los miembros de Mabou Mines, una compañía de teatro de vanguardia fundada, entre otros, por el propio Glass en 1970. La pieza está cantada por ocho personas sentadas en círculo y divididas en parejas de forma que aquellas personas sentadas una frente a la otra interpretan un mismo patrón subiendo y bajando el volúmen de modo que una voz entra cuando la otra ha alcanzado la máxima intensidad y comienza a descender. Lo que se canta, son los propios nombres de las notas como si de una clase de solfeo se tratase. A lo largo de la intepretación se oyen golpes que no son otra cosa que el propio Glass marcando el cambio de patrón melódico.

La segunda pieza del disco y la más extensa es "Another Look at Harmony, part 4", compuesta entre 1970 y 1975. En palabras de Glass, el título de la pieza refleja exactamente lo que contiene. Es una revisión de todo lo trabajado en los años anteriores. Una forma de quedarse con la parte más satisfactoria de lo experimentado y descartar lo menos útil. En resumen, lo que se hace es mantener todas las estructuras y la complejidad rítmica de los trabajos anteriores y dotarlos de un nuevo movimiento armónico. "Another Look at Harmony" consta de cuatro partes de las que sólo esta cuarta ha sido publicada. La primera terminó formando parte de la primera escena del primer acto de "Einstein on the Beach", la Obra con mayúsculas del Glass de los setenta. La segunda parte también acabó en la citada ópera, en este caso en el segundo acto. La tercera parte permanece inédita a día de hoy. Centrandonos en la cuarta parte, nos hallamos ante una composición realmente extensa para coro y órgano interpretada por The Western Wind Ensemble y Michael Riesman en esta grabación dirigida por Kurt Munkacsi el propio Riesman y que data de 1989. A nuestro juicio, se trata de una obra fundamental en la trayectoria de Glass, más por lo que anticipa (la citada "Einstein on the Beach") que por lo que aporta en sí misma, que no es poco.

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Os dejamos con "Music for Voices" para hacer boca:

domingo, 24 de julio de 2011

Philip Glass - The Witches of Venice (2006)


Habitualmente nos imaginamos a los compositores de música "culta" como tipos serios y circunspectos (al margen de visiones más o menos distorsionadas como el Mozart de Milos Forman). Si, además, hablamos de compositores contemporaneos, el tópico se acentúa. Sin embargo, no siempre ocurre así y en ocasiones nos encontramos obras totalmente desenfadadas como la que nos ocupa.

Todo surge de un encargo, nada menos que del Teatro Alla Scala de Milan, al compositor norteamericano Philip Glass para que componga una música que acompañe a una especie de ópera-ballet destinada a un público infantil y basada en el cuento de Beni Montresor, "Le Streghe di Venezia". Montresor era un escritor de origen italiano, crítico de cine, escritor de obras de teatro para la radio y diseñador escénico. En 1960, con 34 años, se trasladó a los Estados Unidos donde se encargó del diseño de vestuarios para óperas y comedias musicales a la vez que escribía e ilustraba relatos para niños obteniendo un gran reconocimiento en ambos campos.

Su cuento más popular fue, precisamente, "Las Brujas de Venecia", una historia acerca de un rey que no podía tener descendencia, con hadas, brujas, un ogro y todo el imaginario de los cuentos clásicos. El espectáculo se estrenó con éxito en La Scala el 20 de noviembre de 1995. Curiosamente, no se publicó ninguna grabación de la obra hasta 2006, cuatro años después del fallecimiento del escritor, a quien Glass le dedica el disco.

La grabación sigue los mismos patrones de otras obras del autor en los 80 como "1000 Airplanes on the Roof" o "Hydrogen Jukebox". La música está interpretada por sintetizadores en su práctica totalidad. Aunque no figura en los créditos del disco, suponemos que el propio Glass es quien los interpreta acompañado por su mano derecha, Michael Riesman y por Kurt Munkacsi, quienes aparecen acreditados como productores. Las voces corren por cuenta del St.Thomas Boys Choir y los papeles solistas interpretados por Alexandra Montano, Brian Moore, Elizabeth Cassandra Hoffman, Paul Haughtaling, Archie James Worley, Kathleen Therese Egan y Amanda Riesman.

La música, como corresponde con el tema, es muy dinámica y juguetona pero con todos los elementos habituales del músico de Baltimore. No es una de las obras fundamentales del repertorio glassiano pero seguro que hará las delicias de los seguidores del compositor.

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Un fragmento de la obra:

domingo, 22 de mayo de 2011

Philip Glass - Music in Twelve Parts (1971-74)


Estamos en los primeros años 70. Philip Glass no era aún tan conocido como hoy en día pero estaba construyendo concienzudamente el método compositivo que le ha hecho famoso. Las obras del Glass de estos años son de difícil escucha. Se componen de interminables repeticiones de grupos de notas, rítmos frenéticos con mínimas variaciones y todo ello con una duración desacostumbradamente larga. El compositor en estos años estaba empeñado en el desarrollo y perfeccionamiento del método y, para ello, creía necesario disponer de un grupo de músicos más o menos estable. Este objetivo sólo sería posible mediante la profesionalización y para ganar dinero, era necesario dar conciertos con regularidad. Por ello, Glass estaba enfrascado en la composición de nuevas piezas que enriquecieran su repertorio. Por aquel entonces su obra más interpretada era "Music With Changing Parts", extensa pieza de duración variable que podía desarrollarse a lo largo de una o dos horas pero era necesario disponer de más material.

En este contexto, Glass le presentó a un amigo una pieza llamada "Music in Twelve Parts", una especie de estudio en el que se recopilan la mayoría de las técnicas de escritura del músico. Tras la escucha, Glass recibió la siguiente pregunta: "La obra está muy bien. ¿Cómo suenan las otras once partes?". El compositor se vio sorprendido por la cuestión, ya que no había más partes. Las doce partes se referían a las 12 lineas de contrapunto de la propia pieza (6 lineas las desarrollaban los teclados, 3 más los vientos y las otras 3 estaba previsto que las desarrollasen otros instrumentistas). Con esta anécdota como punto de partida, Glass compuso otras once piezas a lo largo de los siguientes meses, culminando la obra en 1974.

Con ese material (entre 3 y 4 horas de música, dependiendo de la interpretación), Glass pudo empezar a mandar cartas a teatros de todo el país para ofrecerse a tocar con la Philip Glass Ensemble. Tras unos duros comienzos (de 300 o 400 cartas sólo 6 fueron respondidas), el grupo pudo establecerse y Glass tuvo la formación que buscaba para trabajar con ella.

La versión que vamos a disfrutar aquí es la primera que se grabó. Hay que tener en cuenta que en aquellos años, lanzar discográficamente un trabajo que ocuparía entre 4 y 6 discos de vinilo no era viable por lo que sólo se registraron las 6 primeras partes, grabadas en 1975 y publicadas por Venture, subsello de Virgin. En 1987, con Glass ya establecido como un icono de la música de nuestro tiempo, se pudieron grabar las 6 restantes y publicar la obra completa por primera vez. La formación del Philip Glass Ensemble en la grabación del 75 era: Philip Glass y Michael Riesman (teclados), Richard Landry y Jon Gibson (flauta, saxo soprano), Richard Peck (saxo alto y tenor) y Joan LaBarbara (voz). En la grabación del 87 no participaban ya el propio Glass, sustituido por Martin Goldray, Richard Landry, cuyo puesto lo ocupaba Jack Kripl y Joan LaBarbara, reemplazada por Dora Ohrenstein. La grabación estaba supervisada por Kurt Munkacsi, el colaborador más estrecho de Glass en estos años junto con el inseparable Riesman.

Es realmente complicado hoy en día encontrar una copia de esta edición a la venta, ya que las principales tiendas tienen en su stock la grabación de 1996 para Elektra o la más reciente de 2008 para Orange Mountain aunque en webs de subastas y segunda mano como ebay.com suelen aparecer de vez en cuando algunas copias.

Aquí podeis escuchar una muestra de la primera parte: