El ambicioso proyecto que fue “Electronica” tuvo a Jean Michel Jarre ocupado durante muchos años antes de ver la luz en dos volúmenes que aparecieron en 2015 y 2016. Aquellos dos discos sirvieron para reflotar una carrera que parecía casi terminada tras muchos años de silencio discográfico protagonizados por algún recopilatorio, refritos de “Oxygene” y giras con sabor a despedida por la elección de un repertorio lleno de viejos “hits” y escasas novedades. Tal fue el efecto de “Electronica” que el músico francés entró a partir de ahí en una época de creatividad casi inédita en su carrera volviendo a ritmos de publicación de prácticamente un disco por año que no se recordaban ni siquiera en sus mejores épocas.
De forma paralela, el músico seguía manteniendo abierta la posibilidad de nuevos volúmenes de “Electronica” dejándose ver con otros artistas y llegando a afirmar que lo veía como un proyecto paralelo a tener en cuenta en el futuro. Había una variable a tener en cuenta y es que, a pesar de lo bien que salió aquello en muchos sentidos, no todas las colaboraciones llegaron a buen puerto por uno u otro motivo. Una de las que habrían sido más especiales era la que pudo haber juntado al alumno Jarre con uno de sus maestros en sus inicios musicales: Pierre Henry. Hablamos de una de las figuras claves en el desarrollo de la música electroacústica y padre de la “música concreta”, con el que Jarre contaba para uno de los cortes de “Electronica”. Desgraciadamente la delicada salud de Henry no o hizo posible y su fallecimiento en 2017 terminaba con toda opción de colaboración entre ambos. Sin embargo, su viuda hizo llegar algunas grabaciones de sus archivos a Jarre por si quería hacer algo con ellas. Ahí es donde comienza este proyecto, con Jean Michel trabajando en una nueva obra inspirada en conceptos de su época de estudiante y combinando las técnicas de entonces con la tecnología más avanzada de nuestros días. Partiendo de esa premisa surge “Oxymore”, una obra en la que, como suele pasar con Jarre, se juntan muchas ideas. Por un lado, el músico profundiza en el sonido binaural que ya exploró en “Amazonia” y por otro en la realidad virtual como nueva forma de asistir a espectáculos innovadores siguiendo la estela de “shows” recientes como su concierto virtual en Notre Dame. “Oxymore” se estreno en tres conciertos virtuales que Jarre ofreció desde la Maison de la Radio et de la Musique de París a finales de enero de 2022. Mientras el músico interpretaba desde allí la obra, los asistentes se encontraban en “Oxyville”, una ciudad virtual diseñada por el ruso Pavel Pavlyukov con claras influencias arquitectónicas del brutalismo soviético desarrollado entre 1945 y 1970 (periodo que, casualmente, coincide con los primeros años del Groupe des Recherches Musicales y su precedente, el Groupe de Recherche de Musique Concrete” a los que perteneció Henry). Cada corte del disco se correspondía con un entorno visual diferente del que los asistentes podían disfrutar a través de cascos de realidad virtual o directamente en la pantalla de su ordenador.
“Agora” - La introducción del trabajo es un breve corte en el que, entre distintos efectos sonoros escuchamos repetidamente el nombre de Pierre Henry junto con algunos fragmentos del propio compositor hablando de su visión de la creación sonora. Todo ello tratado de forma electrónica al estilo del viejo “Zoolook” para conformar un inicio que bien podría haber formado parte del siguiente corte en lugar de aparecer por separado.
“Oxymore” - El segundo tema del disco es un ejemplo de mezcla entre la música concreta (es decir, procedente de objetos normales, no pensados para hacer música con ellos) y la electrónica más avanzada. En la primer parte escuchamos varias secuencias típicas del “sonido Jarre” acompañadas de percusiones y voces modificadas de mil y una formas pasando en la segunda mitad a una pieza más estructurada en torno a un ritmo constante. Un perfecto calentamiento para lo que se nos viene encima.
“Neon Lips” - El siguiente corte es una verdadera locura. Parte de una secuencia sencilla a la que se le suman diferentes efectos percusivos y vocales que desembocan en una parte rítmica con trazas de melodías electrónicas que nos recuerdan a alguno de los mejores momentos de discos clásicos como el mismísimo “Equinoxe”. Luego nos dejamos llevar por un ritmo rápido rodeado de sonidos y samples en la línea de lo que fueron “Oxygene 15” y “Oxygene 15” en la entrega más reciente de la trilogía. En el cierre escuchamos un curioso (e irritante) sonidillo que interpreta una molesta letanía que nos evoca la sensación de estar escuchando a alguien que habla sin parar mientras le vamos ignorando esperando que se canse. Es un final que nos recuerda a un fragmento similar del “Psyche Rock” de Henry por lo que no es descartable que sea un pequeño homenaje.
“Sonic Land” - Una de las composiciones más cercanas al espíritu de la obra de Henry, con una nota pulsante que se repite una y otra vez y distintos efectos sonoros que van apareciendo en segundo plano. Llegamos a una serie de compases repetitivos a modo de pizzicatti y a continuación pasamos a un tramo más propio del Jarre experimental (pensamos en cosas como “Chronologie 7”). Los pads utilizados también nos recuerdan a ese mismo disco del lejano 1993 y, de repente, comienza un verdadero muestrario de patrones rítmicos en el que parece que Jarre va probando con los diferentes “presets” de la máquina sin terminar de decidirse por uno concreto. Curiosamente con ello logra un gran dinamismo en una pieza que no deja respiro alguno en toda su extensión. En el tramo final parece adivinarse el uso de un sample de una de las primeras grabaciones de Jarre: “Erosmachine”.
“Animal Genesis” - Sin ser de nuestras favoritas, es este uno de los cortes más curiosos del trabajo. Dominado por una especie de “tic tac” de un reloj durante toda la primera parte, escuchamos todo tipo de ruidos acompañando una percusión monótona y aleteos de paloma que ya utilizó el músico en “AERO” (2004). Toda la secuencia nos recuerda enormemente a lo que sonaba en la cuarta temporada de la serie “Stranger Things” durante (y que nos perdone el lector para el que esto suponga un spoiler) la destrucción de Hawkins. Lo más sorprendente es que justo después empieza una secuencia electrónica típicamente ochentera que podría pertenecer sin problema a la banda sonora de la popular serie. Para los suspicaces, el episodio en cuestión se emitió varios meses después del concierto en el que se estrenaba “Oxymore” con lo que todo esto no pasa de ser una divertida coincidencia. El tema concluye con lo que nos parece un guiño melódico a la “Carmina Burana” de Carl Orff tras el que termina poco a poco la pieza.
“Synthy Sisters” - Uno de los cortes más breves del disco es este travieso tema en el que el protagonismo se lo llevan los samples vocales en continuo diálogo entre sí. El tono infantil de los mismos nos provoca una sonrisa antes de llegar a la explosión de ritmo que se produce en la parte central. Probablemente lo más cercano al espíritu de “Zoolook” que Jarre haya hecho desde aquel disco.
“Sex in the Machine” - Llegamos a la pieza más potente desde un punto de vista sonoro de todo el disco. Dominada por una percusión espectacular en su parte central, Jarre llega a recuperar algún sonido utilizado en el desafortunado “Teo & Tea” y a juntarlo con guiños (una vez más) al “Psyche Rock” de Henry para componer un tema absolutamente espectacular, más melódico de lo que es el resto del disco y muy cercano a experimentos del pasado como “Moon Machine”. Por muchas cosas, nuestra pieza favorita de “Oxymore”
“Zeitgeist” - Continuamos en el fragmento más enérgico del trabajo con un corte industrial en el que volvemos a escuchar la voz de Pierre Henry intercalada en distintos momentos de la pieza que, en determinados momentos, quizá por tener un patrón rítmico y una estructura similar, nos recuerda mucho al tema central de “Teo & Tea” pero esta vez mucho mejor hecho y con un trabajo de producción a años luz de aquel.
“Crystal Garden” - Años atrás, Jarre se metió en el negocio de la alta fidelidad lanzando una línea de aparatos de audio de alta gama entre los que destacaba el Aerosystem One: un sistema de altavoces adaptado a los productos de Apple (iPod y iPhone principalmente). Dentro de esa gama existía un modelo de edición muy limitada que contaba con un diseño en cristal a cargo de la prestigiosa compañía Lalique. Para la promoción se hicieron distintos reportajes en vídeo con una banda sonora exclusiva e inédita de Jarre. El músico recupera ahora parte de esa música en la introducción de esta pieza en la que, como vemos, la referencia al cristal del título no es casual. La segunda parte del corte está dominada por un ritmo que se nos antoja muy similar (aunque algo ralentizado) al que Jarre creaba en 1970 para el antes mencionado “Erosmachine”, lo que tendría sentido dada la temática del disco. Por lo demás, el tema es un descanso para coger fuerzas antes del tramo final del disco que es de los que dejan exhausto al mas pintado.
“Brutalism” - El el final del disco encontramos los dos temas que, a día de hoy, han aparecido como “singles” del disco con sus correspondientes remezclas. El primero de ellos, calificado como “bomba tecno” en sus notas de prensa promocionales, es precisamente eso: una pieza de música tecno, con una atmósfera pesada y densa que juega con un ritmo en medio tiempo y unos sintetizadores que repiten constantemente una melodía corta e inquietante. Para quien espere al Jarre melódico y amable de los años ochenta será una decepción. Para los que busquen una versión actualizada de su música se parecerá mucho a lo que esperan. Nuestra opinión es que estamos ante una versión muy satisfactoria de un músico que en 2022 no ha querido quedarse en la nostalgia como bien podría haber hecho tras sus discos de 2016 y 2018 recordando tiempos pasados.
“Epica” - Cerrando el trabajo tenemos una frenética pieza en la que los ritmos a base de samples vocales nos abruman ya desde el comienzo. De ahí en adelante la cosa se convierte en una verdadera locura. ¿El “Zoolook” del siglo XXI? Si no lo es, se parece mucho a lo que debería ser un disco así. La pieza sube y sube de identidad hasta llegar a un final apoteósico acompañado de una línea de bajo que, por algún motivo, nos recuerda al “Thriller” de Michael Jackson.
Hay un par de detalles que nos hacen pensar que Jarre nos tiene reservada una vuelta de tuerca y de ahí nuestra introducción con tantas referencias a “Electronica”. En su momento, el primer volumen de ese trabajo tenía un formato peculiar en lo que se refiere a la caja de la edición en CD y es que se abría al revés que un disco normal. Esto tenía explicación porque el diseño del segundo volumen, aparecido meses después, encajaba en el primero formando ambos una caja más grande como combinación de ambas. Pues bien, ese mismo esquema se repite en “Oxymore” que también se abre “al revés”. Si a eso unimos que Jarre ha anunciado que los diferentes singles del disco van a ser “prolongados” por otros artistas (ojo, evita conscientemente la palabra remix y la sustituye por “toma 2”, “extensión” o “continuacion”), no es descabellado creer que en un plazo no demasiado largo tendremos un nuevo “Electronica” en el que se incluyan las “revisiones” que de diferentes partes de “Oxymore” ya han hecho artistas como Martin Gore, Deathpact, Brian Eno o French79. Probablemente junto con algunas más anunciadas por Jarre en las últimas semanas y en un formato que encaje con el CD ya publicado.
Volviendo a “Oxymore”, lo cierto es que ha sido una gran sorpresa para nosotros. Aún teniendo un nivel elevado, sus trabajos de la última etapa siempre tenían un “pero”. “Electrónica” era un proyecto de colaboraciones, “Oxygene 3” y “Equinoxe Infinity” aprovechaban el tirón de la nostalgia y “Amazonia” no dejaba de ser un soporte musical para una obra visual. Todos ellos eran, en todo caso, discos difíciles de analizar sin recurrir a la comparación con sus referentes directos (en el caso de “Oxygene” o “Equinoxe”) o con la obra de los diferentes colaboradores (en “Electronica”). “Oxymore”, en cambio, retoma el camino en que Jarre se encontraba cuando grabó “Teo & Tea” planteando un disco conceptual (como era aquel) y con una historia relacionada con la realidad virtual (al igual que entonces). Además, hay varios guiños sonoros a “Teo & Tea” en “Oxymore” como ya hemos comentado y no estamos seguros de que sean involuntarios. En cualquier caso, el resultado es infinitamente superior.
Las reacciones al disco han sido muy variadas, tanto por parte de los críticos como por la de los aficionados. En ambos sectores encontramos opiniones muy a favor y otras decididamente negativas. Esto nos hace comparar el disco con la que quizá sea su verdadera referencia en la discografía de Jarre: “Zoolook”. Este fue un trabajo muy desconcertante en su día pero también uno de los mejor valorados con la perspectiva del tiempo. Incluso desde un punto de vista de experimentación sonora, la mayor parte de las piezas de “Oxymore” van un poco más lejos que en el disco de 1984 en el que se veían muchas influencias contemporáneas al mismo como la de Herbie Hankock, Talking Heads o la propia Laurie Anderson. En cualquier caso, creemos que con “Oxymore” Jarre abre un nuevo camino a explorar en el que los temas tecno puramente bailables, que abundaban en muchos de sus últimos trabajos y conciertos, quedan muy bien integrados dentro de la obra y, sobre todo, están al servicio de la misma. Es recurrente la crítica en un sector de los aficionados que incide en la supuesta falta de melodías y en la opinión de que en este disco apenas se reconoce a Jarre. Respetando todas las opiniones, creemos que quienes así se expresan están demasiado centrados en el Jarre de los singles y los recopilatorios obviando que por cada “Oxygene 4”, “Magnetic Fields 2”, “Orient Express”, “Rendez-Vous 4”, “Ethnicolor” o “Chronologie 4” había un “Oxygene 5”, un “Magnetic Fields 3”, un “Night in Shanghai”, un “Wooloomooloo”, un “Tokio Kid” o un “Chronologie 7”. Piezas todas ellas muy experimentales y alejadas del Jarre que sonaba en la radio. Quizá falte la validación que solo dan los años pero no es descabellado pensar que “Oxymore” se encuentra entre los mejores discos que Jarre ha publicado en varios lustros y puede sostener la mirada a más de uno de sus discos “clásicos” sin ruborizarse. Por todo ello, nos parece muy adecuado que la última entrada del blog en este año esté dedicada a este “Oxymore”.
Mención aparte merece un importante aspecto técnico de “Oxymore” y es que, como también ocurría en “Amazonia”, la compra del disco incluye la descarga digital de su mezcla binaural. Muy recomendable si queremos disfrutar de un verdadero acercamiento inmersivo al sonido. Parece que después de un tiempo apostando por formatos como el 5.1 o el 7.1 Jarre ha tomado partido por la opción binaural. Algo lógico ya que no requiere, como los formatos mencionados, de un equipo especial para poder disfrutarla y cualquier oyente con unos buenos auriculares la tiene a su alcance. Merece la pena probarla aunque solo sea de vez en cuando. Como despedida, os dejamos un par de remevisiones de sendas piezas del disco a cargo de colaboradores tan ilustres como Martin Gore (de Depeche Mode) y Brian Eno. ¿Las disfrutaremos en CD en un próximo volumen de "Oxymore" a modo de "Electronica 3"? Solo queda esperar para saber la respuesta.