Mostrando entradas con la etiqueta Neonymus. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Neonymus. Mostrar todas las entradas

martes, 21 de enero de 2020

Neønymus - "V" (2019)



Como anticipamos en la entrada anterior, toca hablar de “V”. En puridad, el segundo trabajo de Neønymus y la continuación natural de “Ø” pese a ser publicado al mismo tiempo que “Sendero”, el disco que ocupó nuestra última reseña. “V” es un disco dedicado a lo femenino y de ahí el título: “V de Venus, de Völva (las hechiceras de la mitología nórdica), de vulva, de Virgen, de Eva...” indica el propio autor al respecto. Quienes hemos tenido la fortuna de asistir a algún concierto de  Neønymus hemos podido comprobar cómo surge la magia de su voz y de las modificaciones que de la misma hace el artista por mediación de sus artilugios electrónicos que le permiten manipularla en directo de mil formas. Uno de esos sortilegios le permite jugar con su propio timbre hasta alcanzar tesituras propiamente femeninas y muy alejadas de la profundamente grave voz de Silberius. En “Sendero” ya había mucho de esto y en “V” el uso de ese tipo de sonoridades es aún más amplio.

El disco se grabó en el Santuario de Estíbaliz, en Álava. El artista ya había actuado allí y se quedó prendado del lugar y de su sonido por lo que, una vez obtenidos los permisos, se plantó allí en compañía del prestigioso técnico de sonido Suso Ramallo para registrar el disco que iba a seguir la saga iniciada por “Ø” seis años atrás. Y no usamos la palabra “saga” al azar ya que encaja aquí en varias de sus acepciones, desde el género literario nórdico (todo lo nórdico y escandinavo tiene mucho que ver con Neønymus y con su Covarrubias) hasta el nombre de la diosa de la adivinación y la magia en el panteón del mismísimo Odín y una de las principales ásynjur (deidades femeninas) de la mitología nórdica.

Para la grabación, Silberius utiliza distintos tipos de flautas y percusiones como acompañamiento para su voz.

Imagen del artista procedente de su web.


“La dama del lago” - Comienza el disco con una pieza cuyo origen se encuentra en los mismos meses en los que se publicó “Ø”, cuando nuestro músico interpretó parte de ella en alguna actuación. El tema se desarrolla a partir de una serie de notas interpretadas por Silberius en un rango vocal femenino que se repiten a modo de mantra. Sobre ellas, escuchamos primero una especie de improvisación a cargo del artista con su voz, digamos, “normal” a la que incorpora más adelante el recitado de un pequeño texto. La composición termina con una preciosa coda de nuevo con voces femeninas en la que vuelve a sonar el mantra inicial junto con otra breve letra.

“Ánima invernia foresta” - Otro corte antiguo que, en palabras de su autor, tuvo mucho que ver con el hecho de que su música fuera utilizada en la banda sonora de la serie de Movistar Plus, “Conquistadores”. Es una pieza rítmica a base de “loops” vocales que recuerda en cierto modo a su “Relato de una antigua batalla” del disco “Ø”. Continuamente aparecen y desaparecen distintas capas sonoras, todas ellas surgidas de la voz del artista, salpicadas ocasionalmente con alguna percusión para terminar con una serie de sonidos de aves en lo más profundo del bosque.

“Anhelo de la belleza” - Esta vez nos reciben una serie de percusiones sonando en bucle y creando un ritmo hipnótico, perfecto para acoger las distintas voces que van surgiendo. Primero como un rumor sordo y más tarde, ya de forma más clara como un canturreo inocente que se abre paso de la forma más natural posible.

“El canto de los silentes” - La siguiente pieza comienza con una melodía de inspiración medieval que va convirtiéndose una suerte de danza en 3x4 marcada por el delicado toque del pandero. Como en el resto de piezas, la combinación de las diferentes voces y timbres es casi mágica consiguiendo llevar al oyente a un estado cercano al trance.




“Danza de los brujos” - El siguiente corte es muy diferente. Un ritmo muy marcado nos pone en guardia desde el comienzo y los efectos vocales que se le suman poco después suenan tremendamente modernos. Por un momento, la entrada de la percusión nos hace pensar en discos como el “Spiritchaser” de Dead Can Dance o los primeros de Lisa Gerrard en solitario y es entonces cuando aparece la voz de Siberius desdoblada en varias pistas para arrastrarnos a la locura. Una verdadera maravilla.

“Solsticio” - Con este tema volvemos a las piezas más meditativas. Un ritmo metronómico sirve de introducción para una serie de largas notas vocales, femeninas en un principio y acompañadas por una profunda nota pedal grave después. En la parte central del tema aparece una flauta, quizá marcando el momento exacto del solsticio del título. Ésta nos acompaña hasta el final que se produce con la percusión sonando ya en solitario.

“Gloria Dómina mea” - Aunque no concluyó una formación académica musical, Silberius sí que llego a estudiar en el conservatorio durante un tiempo. El inicio de esta pieza denota un interés por la música antigua, en especial por el canto llano y las formas más cercanas al gregoriano. Más tarde se incorpora una segunda voz lo que le diferencia de ese canto monódico inicial. Tras la introducción volvemos a la voz femenina recitando un texto en uno de los momentos más bellos del disco con un eco irreal envolviendo el canto y confiriéndole un aura verdaderamente mágica. Tras el interludio se cierra la pieza con una recreación a tres voces del tema del comienzo. Una verdadera maravilla de principio a fin.




“La entrega del cuerpo” - Un nuevo canto femenino que, en su tratamiento de la voz nos recuerda a determinados momentos de la banda sonora que Cristo Tapia de Veer creó para la serie “Utopía”, en especial por esa vibración tan especial de la misma mientras evoluciona en el tiempo. Con ese fondo escuchamos un nuevo recitado, en puro susurro, a cargo de Silberius. La cadenciosa melodía del final, con la flauta primero y la percusión después reclamando su sitio es una auténtica delicia.

“Conjuro” - Regresamos al espíritu de la “Danza de los brujos”, al menos en lo que se refiere a la importancia del ritmo y a la energía que desprende cada nota. Voces que entran y salen de escena y una extraña glosolalia a cargo de nuestro artista van dando forma a un corte breve que sirve de perfecta transición para el cierre del trabajo.

“Mujeres” - Lo medieval vuelve a aparecer aquí pero también lo hace un cierto elemento contemporáneo que nos hace pensar en el estonio Arvo Pärt. De nuevo los países nórdicos. De nuevo el medievo. Ambos como referencia constante en la música de Neønymus. Un nuevo recitado da paso a una parte en la que se rinde homenaje al papel de la mujer como madre, hija, abuela... “la semilla del mundo” como se dice una y otra vez. El cierre está lleno de ritmo en lo que bien podría ser una danza tradicional de origen vasco, algo que parece confirmar el grito final que recuerda al “irrintzi”.




No podemos ser objetivos con la música de Neønymus. Nos atrapó desde el día en que escuchamos las primeras notas en Milenio 3 y nos terminó de enamorar en todas las ocasiones en las que hemos podido disfrutarla en directo. Al margen de eso, seguimos pensando que su propuesta es una de las más originales que hemos escuchado en mucho tiempo, especialmente dentro de un panorama español, cada vez menos propicio para aquellos que se salen del camino marcado. “Incierto destino el del que corre con los ojos vendados” rezaba un verso del disco de debut de Neønymus. Incierto, sí. Pero en este caso esa incertidumbre se ha transformado en una realidad verdaderamente hermosa. “V” es un trabajo magnífico que mantiene el nivel de “Ø” sin contar con el factor sorpresa que tenía seis años atrás. También el disco que comentamos en la entrada anterio, “Sendero”, es un trabajo prometedor por todas las posibilidades que apunta partiendo del sonido ya marca de la casa de Silberius. Seis años hemos tenido que esperar para tener en nuestras manos lo nuevo de Neønymus pero la espera ha merecido la pena. Como siempre, si estáis interesados en haceros con el disco, lo podéis hacer en la propia tienda del artista.

Os dejamos con una versión inicial de "Ánima Invernia Foresta" publicada en youtube por el músico en 2016:


 

lunes, 13 de enero de 2020

Neonymus - Sendero (2019)




Pocos trabajos nos impactaron tanto en una primera escucha como lo hizo “Ø” de Neønymus en la segunda mitad del año 2013. Aquel trabajo de Silberius de Ura nos tocó la fibra tanto como sus actuaciones en los distintos conciertos suyos a los que tuvimos la suerte de asistir en aquellos meses posteriores a su salto a la fama. Por ello no se nos ocurre una mejor noticia para despedir el pasado 2019 (o para recibir este 2020) que la de la publicación de un nuevo trabajo del rachel de adopción, Silverio Cavia. Y si nuestra sorpresa fue grande cuando supimos de esto por mediación del propio artista, ésta se duplicó al conocer que no iba a ser un solo disco sino dos los publicados por Neønymus de forma simultanea. La espectativa, pues, se duplicaba y desde el momento en que recibimos ambos trabajos, han sido escasos los momentos en los que no ha estado sonando alguno de ellos en nuestro reproductor.

No tardaremos en hablar de “V” aquí pero hoy queremos centrarnos en “Sendero” porque hay que empezar por uno de los dos y la gestación de este trabajo concreto parece haber sido mucho más tortuosa de lo que podríamos imaginar. Según cuenta el propio autor, es un disco que “ha estado más de tres años en mi cabeza y sonando en mi coche la maqueta cada vez que viajaba de noche. Algunas veces me atrapaba de principio a fin y otras no conseguía escuchar más de un minuto. Pero algo me decía que debía grabarlo, aunque solo yo lo entendiese”. Es un disco soñado, en sentido literal, una música que Silberius dice dictada por alguna esquiva musa en plena noche pero también es soñado en sentido figurativo puesto que lo que el artista nos narra son tres sueños vividos por un chamán paleolítico en tres momentos diferentes, cada sueño con su introducción, a veces indistinguible de la propia ensoñación. Afortunadamente, Silberius ha conseguido darle forma y plasmar toda esa experiencia en un disco primorosamente editado que pasamos a reseñar a continuación:

Neonymus


“Preludio del árbol” - El primer preludio comienza con efectos sonoros de viento y agua a los que se incorpora la voz de Silberius en una tesitura aguda, cortesía de la tecnología. Sobre una melodía repetitiva a dos voces surge la narración de las circunstancias del sueño tras la que entra la melodía central cantada por nuestro artista en su estilo inconfundible con la novedad de la utilización de sintetizadores para reforzar el tema principal. Una introducción magnífica a la altura de nuestras espectativas.

“Primer sueño del chamán” -  La introducción es realmente preciosa, con una serie de voces femeninas (no lo son pero que sirva para entendernos) que evolucionan pausadamente y de entre las que emerge una especie de profundo canto difónico estremecedor. Es una pieza que nos transporta instantaneamente a lugares y épocas remotos. La producción es soberbia y la utilización de los sonidos electrónicos como refuerzo, un hallazgo extraordinario por parte de Silberius que hace que el disco experimente un avance muy convincente desde las sonoridades de “Ø” hasta ahora. Es un cambio leve en apariencia pero que aporta mucho más de lo que parece.




“Preludio del agua” - El segundo preludio se abre con percusiones ancestrales, sonidos electrónicos y voces procesadas. Surge de todo ello el grave lamento de Silberius precediendo a la narración del segundo sueño en el que el chamán retoma el diálogo allá donde lo dejó en el primero.

“Segundo sueño del chamán” - Después de una primera parte en la misma linea de las piezas anteriores escuchamos un diálogo diferente en el que el músico juega con diferentes tesituras vocales en una conversación a varias bandas con elementos que recuerdan a música antígua. Una letanía hipnótica de la que es difícil sustraerse.

“Preludio de la cueva” - Sorprendentemente, el tono del tercer preludio es muy difrente a todo lo anterior. Las diferentes voces se mezclan unas con otras y también con las respiraciones para formar un ritmo mucho más animado que el de todo lo anterior. La aparición de la percusión y el subrayado de los sintetizadores nos parece muy acertada y le da a toda la pieza una especie de salto temporal con respecto a las anteriores que la convierte en algo mucho más cercano en el tiempo a nosotros.




“Tercer sueño del chamán” - El cierre del trabajo es otra joya en cuanto a la producción, con una mezcla perfecta entre voces y sonidos de toda procedencia. Un verdadero laberinto de piezas vocales, en el que es difícil no perderse. Sólo al final la aparición de un solo de sintetizador aparece haciendo las veces de “hilo de Ariadna” y nos guía, sanos y salvos, hacia la salida de un trabajo cautivador.

Mucho se ha escrito acerca del reto del “segundo disco”. La dificultad que se encuentran todo tipo de artistas y grupos después de publicar un trabajo de debut muy exitoso. Estamos seguros de que Silberius de Ura tuvo bien presente esa circunstancia y algo de eso se intuye en los textos que acompañan a este “Sendero” en los que se habla de una especie de crisis creativa de la que surge el trabajo. Hace un tiempo hablamos aquí de otro “reto” similar cuando Philip Glass se enfrentaba a su novena sinfonía y a la supuesta maldición que decía que tras llegar a ese número, ningún compositor llegaba a componer una décima. Glass lo “resolvió” componiendo a la vez su novena y su décima sinfonía. Con Neønymus ha pasado algo parecido: en lugar de publicar un disco, ha optado por lanzar dos de forma simultánea diluyendo así la presión de que el nuevo trabajo sea comparado con el primero.

“Ø” fue un disco muy particular con un sonido único e imposible de confundir con el de ningún otro artista. En ese sentido, el peligro de repetir la fórmula y caer en una especie de “síndrome Enya” estaba ahí y tenemos que decir que, sin perder su esencia, Neonymus ha conseguido evolucionar lo suficiente para que este trabajo suene como una evolución del concepto original y no como una mera secuela. Para ello, la aportación de un artista como Andrés Ama (otro músico a tener muy en cuenta) a los sintetizadores se nos antoja muy importante. En breve reseñaremos el otro disco del artista aparecido en estos días pero hasta entonces, os recomendamos la escucha de “Sendero”. Un trabajo maravilloso que podéis adquirir en la página web del propio músico.

Por ahora os dejamos con un avance del disco que el propio artista publicó poco antes del lanzamiento:


 

domingo, 9 de marzo de 2014

Neonymus en concierto. Santa María de Bareyo, 8 de marzo de 2014



La de ayer fue una cita que esperábamos que llegase pero no de una forma tan inesperada. Gracias a un tweet del propio músico 24 horas antes del concierto nos enteramos de que Silberius de Ura, más conocido como Neonymus, iba a dar un concierto a escasos kilómetros de nuestro domicilio. Un anuncio así, deja pocas alternativas: hay que ir o hay que ir.

Largo y tendido hablamos en su momento del fantástico disco de debut del músico burgalés y llegaba la hora de comprobar cómo sonaba esa música en directo y aquí es donde nos llevamos la primera sorpresa. Habíamos visto vídeos de actuaciones de Neonymus pero siempre surgen dudas acerca de los retoques que estos hayan podido sufrir en el proceso de edición. Por ello, cuando comprobamos que todos y cada uno de los cortes del disco eran reproducidos con absoluta fidelidad ante nuestros ojos, no podíamos dejar de admirarnos de la pericia con los pedales y las mezclas en vivo de nuestro artista. Su ejecutoria en directo es simple en apariencia lo que no debe engañar al oyente que podría caer en la tentación de pensar, como el propio músico sugirió jocosamente en un momento del espectáculo, que “todo está grabado”.

La forma de interpretar su música en directo (ahora sospechamos que no debe ser tan diferente en un estudio) sigue un esquema muy característico: el músico interpreta un sonido que puede ser una melodía vocal, unas rítmicas percusiones procedentes de huesos, una flauta o algún tipo de efecto especial al modo de los técnicos de sonido del cine. Ese sonido queda grabado para ser repetido en “loop” cuando el artista lo requiere a través de una serie de pedales. Con esa base, el músico puede ir añadiendo capas y capas de sonido hasta recrear polifonías que engañarían al oyente desprevenido mientras busca con la vista al resto del coro oculto en alguno de los absidiolos de la iglesia. No existe tal. Todo lo que escuchamos procede de Silberius y sus aparatos. El principal recurso del músico burgalés es su voz, realmente bien aprovechada con las posibilidades de modulación que ofrece un segundo juego de pedales que permite extraer de ella un coro femenino con la misma facilidad que se trasforma segundos después en un poderoso fondo grave que parecería proceder de los mismísimos cosacos del Don. Además de la voz, Silberius cuenta con las ya citadas pedaleras para los distintos efectos, una pequeña mesa de mezclas, una serie de percusiones metálicas (incluyendo varios cencerros), flautas, una melódica y un tubo de plástico para las sonoridades más graves. Con ese pequeño juego de instrumentos, Neonymus es capaz de trasladarnos a épocas remotas a través de un repertorio que reproduce con fidelidad el orden de las canciones de su, por ahora, único disco, a lo largo de un espectáculo ameno y muy bien llevado por el artista que aprovecha entre tema y tema para desvelar algunas de las claves de su música salpicadas con entretenidas anécdotas hasta conseguir que el público presente olvidase la gélida temperatura del interior de la iglesia, en donde probablemente no se superasen los 10º frente a los más de 20º del exterior en estos engañosos días.

Imagen del lugar en el que tuvo lugar el concierto.

La propuesta escénica de Silberius es muy particular y su presentación en este tipo de entornos (iglesias románicas, cuevas, etc.) no permite la asistencia de grandes cantidades de oyentes. Aprovechad la oportunidad de asistir a uno ahora que aún no es seguido por las masas. Puede ser que más adelante, cuando queráis ir a uno de sus conciertos, las entradas de los grandes recintos estén agotadas. Si la categoría del músico fuera siempre en consonancia con su éxito, esto que planteamos acabaría sucediendo porque, aunque él lo comentaba en broma durante el concierto, Silberius es realmente un músico importante. No por tener un disco grabado, que no es sino una carcasa de plástico, sino por saber accionar ciertos resortes en el oyente a los que otras grandes estrellas no serán capaces de acceder aunque vivan varias vidas.

Por último, recordaros que podéis informaros de los conciertos y actividades de Neonymus en su cuenta de twitter, en facebook o en su web, donde también está disponible su disco.


sábado, 19 de octubre de 2013

Neønymus - Ø (2013)



Alguna vez hemos hablado, si no recordamos mal, de la paupérrima situación del mercado musical en comparación con lo que ocurría 20 años atrás, cuando cualquier ciudad de tamaño medio contaba con no menos de 8 o 10 tiendas de discos y la oferta en las grandes superficies ocupaba un espacio muy considerable de las mismas. Hoy sólo en las tiendas de internet podemos encontrar, con suerte, títulos que en aquel entonces teníamos a un simple paseo de distancia.

Pareja es la situación en cuanto a la radio musical. Muchas veces hemos comentado con los amigos, medio en broma, medio en serio, lo lamentable que es que la mejor música que suena hoy en la radio a nivel nacional lo hace en un programa dedicado al misterio y al mundo paranormal como es Milenio 3. Puede parecer una exageración pero desde la despedida de Diálogos 3 de la parrilla (curiosa la coincidencia en el 3, algo a investigar por parte de Iker Jiménez y su equipo, sin duda) no conocemos ningún espacio radiofónico en el que suene habitualmente gente como Dead Can Dance, Vangelis, Jean Michel Jarre, Alan Parsons, Mike Oldfield y un largo etcétera.

Si lamentable es ese hecho, aún más nos lo parece que tenga que ser, precisamente, Milenio 3 el programa a través del que descubramos a un músico nuevo. Un artista absolutamente particular cuya música nos ha llamado la atención de tal forma que apenas unas horas después de escucharla por primera vez, ya habíamos encargado su disco que llegó a nuestro poder hace apenas unos días. Aún está por ver la verdadera dimensión del fenómeno pero días después de sonar en Milenio 3, el disco era número 1 en ventas en la web de amazon.es en su versión para descarga (hoy aún lo es) y ocupaba también el puesto 19 en iTunes. Es pronto para afirmarlo pero no nos extrañaría nada encontrarnos ante la reedición de un fenómeno tan inusual como lo fue años atrás la irrupción de un disco de gregoriano interpretado por los monjes del Monasterio de Silos en los puestos más altos de las listas de ventas o los casos similares de la 3ª sinfonía de Henryk Gorecki o el “Souhaits Pour L’Eveil” del Lama Gyourme y el sintesista francés Jean Philippe Rykiel.

Los tres ejemplos que hemos puesto no son casuales ya que todos ellos son discos imbuidos de una gran carga espiritual y, a su manera, el disco del que hoy hablamos también comparte esa característica. La historia tiene su miga. Habrá quién se pregunte qué relación puede haber entre el Reino de Noruega y un pequeño pueblo burgalés y lo cierto es que existe. En el siglo XIII se produjo el matrimonio entre el hermano de Alfonso X, el infante Felipe de Castilla y la princesa Cristina de Noruega. Tras su fallecimiento, ésta fue enterrada en el pueblo de Covarrubias, encantador rincón de la provincia de Burgos que conocimos años atrás por motivos que no vienen al caso pero relacionados también (qué cosas) con la música. Tras el descubrimiento en los tiempos modernos del sepulcro de la princesa, se estableció una gran relación entre Noruega y Covarrubias hasta el punto de que todos los años se celebra un festival de música procedente es ese país en el pueblo, cerca del cual existe una capilla de reciente construcción dedicada a San Olav, algo que Felipe prometió a su esposa y que no pudo cumplir en vida de esta.

Silverio Cavia es un músico residente en Covarrubias que ha bebido de aquella música procedente de las ignotas tierras nórdicas y que la mezcla con música antigua y elementos contemporáneos, mundos ambos en estrecho contacto en muchos compositores de los que aparecen por aquí con regularidad como Arvo Pärt o John Tavener. A partir de esos elementos, Silverio utiliza como modo de expresión su voz combinada con instrumentos ancestrales y moderna tecnología (integrada de un modo tan mágico que resulta casi imperceptible) para sumergirnos en un universo tan particular como evocador. Silverio, o Silberius de Ura, que es su “nom de guerre”, hace una música que parte de él, con un instrumento tan ancestral como su propia voz y cantando en un idioma inventado. Utiliza entornos realmente mágicos en sus conciertos como cuevas, ermitas, etc. que revisten de una atmósfera aún más particular cada una de sus actuaciones y ayudan al oyente a imaginar que cantos muy parecidos a esos debieron tener lugar en esos mismos lugares muchos siglos atrás. El escaso acompañamiento instrumental alimenta la idea de estar escuchando música ancestral: flautas y percusiones de hueso, campanas rituales y demás objetos intemporales.

Como ocurre en muchas ocasiones, la música de Silberius llega a oídos de otra persona que conoce a alguien, éste a otro hasta que llega a oídos de otro más que termina por convencer a nuestro artista de que su trabajo merece ser plasmado en un disco para disfrute de toda la gente que no tiene la posibilidad de asistir a sus espectáculos. Una música tan especial requiere de un entorno especial y se consiguió un permiso para grabar durante unos días en un entorno tan alucinante como es el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Tras esas sesiones, se hicieron algunas grabaciones más en entornos naturales como cuevas y ríos cercanos a Ura, antigua población de la que Silberius se reclama natural. El disco ya tenía forma y sólo faltaba la denominación del proyecto que combina el término “neónimo” con la grafía “Øque alude a la influencia noruega que puede encontrarse en los cantos del trabajo y la terminación latinizante –us. Esto es NEØNYMUS:

Silberius de Ura en pleno paisaje castellano.

“Llamada a lo remoto” – Silberius nos presenta al cantor como el oficiante de un antiguo rito. Tocando las campanas se acerca al altar del templo y comienza la invocación. La voz del artista y el eco inimitable de los lugares realmente especiales hacen el resto. El canto tiene el marchamo de lo auténtico, de lo que aún no ha sido contaminado, de la verdad, en suma.

“Ecos de la prehistoria” – Sin solución de continuidad comienza un ritmo antiguo, una percusión acompañada con la respiración y la voz que surge, primero en solitario y luego multiplicada por diez conforme el autor añade capas de sonido. En los textos del CD, el autor hace una acertada comparación entre el bebé en el vientre materno y el hombre que habita la cueva prehistórica, igual de indefensos ante el exterior pero con todo su potencial aún por desarrollar. En canto nos recuerda otras músicas atemporales como los cantos budistas o los sonidos del didjeridoo de los aborígenes australianos; lazos e hilos invisibles que quizá conformasen la verdadera comunicación antes de que el lenguaje hablado la hiciera imposible.



“El fin del Neandertal (Ay, la Tierra) – Silberius sitúa la acción ahora en el momento clave de la extinción de los neardentales. ¿qué pensaría el último grupo de hombres en ese instante? Hay referencias a las bramaderas, antiguos instrumentos musicales cuyos restos se han encontrado tanto en el continente europeo como en el australiano pero no nos parece reconocer su sonido en el tema hasta los instantes finales. La pieza parte de un lamento profundo, duplicado una y otra vez mientras se añaden más y más melodías. Tras la invocación, escuchamos flautas y percusiones que nos recuerdan, ay, la fuerza de las imágenes, a ese instante icónico de la película 2001 en que el primate encuentra los huesos y los transforma, quizá por primera vez, en un arma.

“Relato de una antigua batalla” – Enlazando con esa imagen, llega la guerra entre dos tribus, con un canto ritual acompasado de nuevo con las respiraciones que bien podía haber sido una tonada de guerra. La voz del narrador aparece entonces llena de distorsiones para narrar la acción y nos deja en medio del entrechocar de las espadas.

“Funeral visigodo I” – Llegamos así a la que, quizá, sea la parte central del disco con un funeral visigodo dividido en tres movimientos. El primero es una pequeña toma de contacto por parte del narrador que nos pone en situación mientras escuchamos el profundo lamento de los compañeros de armas del guerrero muerto. Posiblemente sea esta la mejor melodía del disco y el momento de mayor inspiración de su autor.

“Funeral visigodo II” – La segunda parte, como nos cuentan en los textos del CD, nos deja con el mejor amigo del guerrero caído presentandole sus respetos en soledad, en un momento de dolor íntimo pero sereno. La voz de Silberius se transforma por virtud de la electrónica proporcionandole incluso, un coro femenino que evoca a esas valkyrias escoltando al guerrero hacia el valhalla.

“Funeral visigodo III” – La última parte del funeral es la respuesta del guerrero fallecido desde el más allá con la campana que señala el inicio de un nuevo día. Es un canto breve y esperanzado que indica al resto que deben continuar sin él. Ya está en un lugar mejor.

“Segunda llamada a lo remoto” – Suena el armonio con una secuencia de notas que recupera las de la primera llamada. Es un breve interludio que nos prepara para la segunda parte del disco que llega con otro de los momentos culminantes del mismo.

“Mati eri marne” – Quizá sea este el mejor ejemplo de la técnica compositiva de su autor y el tema en el que mejor se desarrollan los juegos y progresiones vocales de Silberius. Una melodía con título en un idioma que desconocemos pero con una sonoridad que podría ser tan cercana al euskera como al suomi se transforma en un canto arcano con resonancias ancestrales. No lo podemos identificar pero nos toca en lo más profundo.



“Tercera llamada a lo remoto” – Esa relación con la cercana Euskadi nos parece también presente en el uso de la trikitixa o acordeón diatónico para acompañar al cantante en la tercera invocación, un nuevo tema de transición.

“Lactancia materna” – Juegos vocales que son un remedo de música antigua, cantos bizantinos y voces eternas se acompañan del canto grave y la percusión solemne en uno de los temas más luminosos del disco. No podemos quitarnos de la cabeza la referencia de Karl Jenkins y su proyecto Adiemus cuando escuchamos esta pieza y es que creemos que existe una conexión, más evidente quizá con la intervención postrera de la flauta.

“El lamento de Kristina Hakonsdatter” – El autor afirma que sin el viaje de Kristina de Noruega a España, jamás habría existido el proyecto NEØNIMUS. En forma de romance, nos narra los posibles sentimientos de la mujer en ese viaje hacia lo desconocido que suponía su travesía desde la Noruega del siglo XIII hasta la Castilla de la época.

“Respuesta de lo remoto” – “Cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada” dijo Nietzsche en una de sus frases más crípticas. Tras tres invocaciones a lo remoto, nos encontramos ahora con la respuesta de lo desconocido y esta es una deliciosa melodía de acordeón que nos sigue pareciendo muy relacionada con músicas tradicionales del nordeste de Burgos de la limítrofe Euskadi. En cierto modo, aquí termina el disco, al menos en lo relacionado con el hilo conductor del mismo hasta el momento. Lo que queda son añadidos algo diferentes en cuanto al estilo.

“Canción para llamar al ganado” – La primera muestra de esto es un canto que pasaría por tradicional, de aire festivo y acompañado de acordeón, melódica y percusiones. Silberius lo enlaza con el resto como la transformación del hombre ante la anterior respuesta de lo remoto, pasando a tratar a los animales como iguales y no como un mero alimento pero nos cuesta relacionar este corte en lo musical con el resto del disco.

“Dos” – Abandonamos ya por completo las músicas de inspiración mística y entramos en un tema desenfadado y jazzistico que nos recuerda mucho a los experimentos vocales e instrumentales de esa formación ya mítica que llevó el nombre de Orquesta de las Nubes en los primeros años ochenta.

“Ten seconds to wake up” – Concluye el disco con una preciosa despedida en la que se recopilan todas las virtudes del proyecto de Silberius de Ura y se adornan con el uso de otros instrumentos como guitarra eléctrica, violonchelo o violín mostrándonos un potencial futuro para la música del proyecto aún mas abrumador cuando a sus elementos básicos se le une trabajo en estudio y nuevos sonidos.

No debemos dejar que la apariencia casi arcana de la música nos lleve a engaño. Es cierto que todo en el disco tiene un sabor intemporal muy conseguido pero detrás del mismo existe mucho trabajo y conocimientos que no parten de la nada. Desde los experimentos sonoros de Steve Reich y otros con la “tape music” y el efecto de la repetición hasta técnicas de concierto como las utilizadas años atrás por el violinista Ed Alleyne Johnson cuando con la ayuda de una serie de pedales, delays y efectos, construía auténticas sinfonías con su violín eléctrico, están presentes en este trabajo. Es en realidad con éste último con quien más similitudes encontramos en la forma de afrontar los conciertos de Silberius de Ura quien muchas veces canta una línea melódica, la repite en “loop” con ayuda de la electrónica y va añadiendo nuevas capas sonoras paulatinamente. El efecto es fantástico y hace de cada actuación un momento único. Silberius ofrece dos tipos de concierto: uno, el, llamemosle, serio, en el que ofrece su música en un formato realmente especial como podemos comprobar en los videos enlazados y otro, el más serio aún, en el que enseña a los niños como surgió la música en la prehistoria trazando una cronología inventada pero muy plausible y que cumple con una labor didáctica verdaderamente fantástica.


Desde que escuchamos esta música por primera vez estamos en shock y os podemos asegurar que no ha habido muchos discos en estos años que hayan conseguido un efecto similar. Si el algún momento hemos recomendado un disco auténtico deseo de que os hagáis con él inmediatamente, es en éste. Lo podéis comprar en formato físico, en un exquisito digipack, en la página del autor.

neonymus.com

 Nosotros, por nuestra parte, esperamos que este proyecto siga adelante y nos depare momentos tan especiales como los recogidos en este disco. Si nuestra pequeña aportación puede contribuir de algún modo a esto y a que la música de Neønymus llegue a algún oyente más, habremos cumplido con nuestro objetivo. Intervienen en el disco: Silverio Cavia (voz, campanas tubulares, acordeón diatónico, armonio, melódica, bramaderas, flautas y percusiones), Bernardo Faustino López (percusiones, campanas tubulares, bramaderas) y el trío formado por Mario Méndez (guitarra eléctrica), Beatriz Serrano (violonchelo) y Víctor Barrasa (violín) sólo en el corte que cierra el álbum.


Os dejamos con un pequeño clip promocional: