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lunes, 30 de diciembre de 2024

David Gilmour - Luck and Strange (2024)



Una cosa que siempre nos ha llamado la atención es la escasa discografía en solitario de los miembros de Pink Floyd, en comparación con los de otras bandas de su misma época. En la búsqueda de posibles razones por lo que esto es así, encontramos una que no es particularmente positiva para cada uno de los músicos que formaron parte del mito: ninguno de sus discos en solitario está a la altura, ni siquiera cerca, de los que firmaron en conjunto como Pink Floyd, cosa que es particularmente chocante ya que la banda tuvo etapas muy definidas en la que el liderazgo de uno de sus miembros fue muy marcado, ya fuera Syd Barrett en sus comienzos, Roger Waters en la segunda mitad de los años setenta o David Gilmour tras la salida de éste. ¿Quiere esto decir que los discos en solitario de estos artistas fueran malos?. No particularmente, pero, en general, parece claro que la magia surgía de una u otra forma cuando todos ellos estaban implicados en el proyecto.


En todo caso, la aparición de un nuevo trabajo de un miembro de Pink Floyd siempre es noticia y algo digno de reseñarse. Hoy es el turno de David Gilmour y su último disco: “Luck and Strange”, concebido, como tantos otros que hemos comentado en tiempos recientes, durante los meses del confinamiento. En esa época, y a modo de vía de escape de la situación, el músico inauguró una serie en youtube bajo el título de “Von Trapped Family Livestream” en la que el guitarrista interpretaba canciones propias (y algunas versiones, especialmente de Leonard Cohen y Syd Barrett) acompañado de miembros de su familia. Dentro de esa sucesión de temas, se presentó una canción nueva titulada “Yes, I Have Ghosts”, interpretada junto con su hija Romany, que llegó a tener videoclip propio, lo que parecía anticipar un nuevo disco. Sí y no. Parecía claro que Gilmour estaba trabajando en material nuevo pero lo cierto es que esa canción precisamente, no formó parte de la edición “normal” de lo que iba a ser su siguiente álbum (aunque sí aparece como material extra en una edición especial). También está disponible dentro del audiolibro de la novela “A Theatre for Dreamers” de la esposa de David, Polly Samson, a la postre, autora también de la mayoría de las letras de los discos de Gilmour desde que se casaron en 1994 (también escribió parte de las canciones de “The Division Bell” de Pink Floyd).


Finalmente, Gilmour juntó un buen número de canciones nuevas y decidió grabarlas a caballo entre su propio estudio particular y el de Mark Knopfler con la ayuda del productor Charlie Andrew quien, en palabras del propio Gilmour “tenía una maravillosa falta de respeto, e incluso un gran desconocimiento de mi trayectoria pasada”. Curiosa afirmación si tenemos en cuenta que uno de los primeros trabajos de Andrew fue precisamente con Roger Waters para su show berlinés de “The Wall” de 1990. Gilmour contó con un buen número de músicos para tocar en determinadas canciones del disco incluyendo al teclista Rob Gentry, a Roger Eno (piano), los bajistas Guy Pratt y Tom Herbert y los baterías Adam Betts, Steve DiStanislao y Steve Gadd. Su hija Romany canta y toca el arpa en varios cortes y Gabriel Gilmour también hace coros en algún momento. El punto de nostalgia lo pone la aparición de Richard Wright, del que David recupera una “jam session” de 2007 a la que da forma para escribir la canción que da título al disco (en la edición especial del mismo, aparece como material adicional la “jam session” completa).


“Black Cat” - Abre el disco un breve tema instrumental en el que la guitarra de Gilmour da la réplica al piano de Roger Eno y los sintetizadores de Rob Gentry. Muy en la línea del sonido de los Pink Floyd de The Division Bell.


“Luck and Strange” - Ya comentamos en otra entrada los pocos problemas que tiene Gilmour a la hora de aprovechar material de archivo de Richard Wright. Lo hizo cuando publicó bajo el nombre de Pink Floyd el disco “The Endless River” y ahora lo hace para un disco propio. Lo cierto, pese a todo, es que la canción funciona y los teclados del bueno de Rick están muy bien aprovechados lo que nos sitúa ante un muy buen tema.




“The Piper's Call” - Una de las piezas más raras del trabajo, con un inesperado protagonismo del ukelele. Es un tiempo medio bastante ajeno al estilo de Gilmour hasta que llega el estribillo que eleva el nivel con un cierto punto de épica. Quizá no lo suficiente para reflotar la canción pero sí para reconciliarnos con el viejo David, especialmente con el largo solo final de guitarra y los arreglos de órgano Farfisa.


“A Single Spark” - Seguimos con una balada en la que quizá la percusión ocupa un plano demasiado prominente en la mezcla y que nos sorprende con unos coros angelicales en la parte central en los que nos parece reconocer cierta influencia de Leonard Cohen, lo que tendría sentido habida cuenta de la cantidad de versiones del canadiense que Gilmour hizo en sus directos online durante el confinamiento.


“Vita Brevis” - Segundo instrumental del disco, aún más corto que el anterior, y con protagonismo de Romany Gilmour tocando el arpa. Una bonita miniatura sin mayor trascendencia.


“Between Two Points” - Romany se convierte aquí en la vocalista principal de una canción lenta que nos parece uno de los grandes descubrimientos del disco y que confirma todo lo buena que nos pareció como intérprete la hija de David en el ya comentado “Yes, I Have Ghosts”. Una de nuestras canciones favoritas del trabajo que es la única versión del mismo, ya que fue compuesta por la banda The Montgolfier Brothers para su disco de debut en 1999.


“Dark and Velvet Nights” - Cambio radical en el sonido que se endurece, con unas guitarras muy potentes y agresivas y un tono bluesero muy logrado. Al igual que nos pasa en varios momentos del disco, las partes de batería y las percusiones son lo que menos nos convence, llegando a distraernos en ciertos momentos. Con todo, es una canción que no nos desagrada en absoluto.


“Sings” - Parece encontrarse más cómodo Gilmour a estas alturas en los temas lentos en los que le resulta más fácil encontrar ese punto de inspiración y esas melodías que tanto aprovechó en su etapa al frente de Pink Floyd. Aquí escuchamos una de las mejores del disco en un estribillo que bien podría haber formado parte de “A Momentary Lapse of Reason”. Una gran pieza que nos acerca al final del disco.




“Scattered” - El cierre lo pone otro tema que empieza de forma suave con muchas capas de teclados y una batería muy delicada que nos gusta mucho. La parte central, en lugar del clásico solo de guitarra, nos muestra un magnífico duelo de pianos entre Rob Gentry y Roger Eno que, ahora sí, nos deja ante un magnífico solo de guitarra (acústica esta vez) por parte de Gilmour que desemboca en otro final con su inconfundible eléctrica.


Normalmente solemos comentar los discos en su versión “normal” sin hacer mucho caso a los extras que pueden aparece en las ediciones de lujo. Aquí hemos hecho lo mismo pero tenemos que recomendar que, si tenéis la oportunidad de haceros con la versión “expandida” del “Luck and Strange”, lo hagáis. Tanto la posibilidad de tener la maravillosa “Yes, I Have Ghosts” como por la de disfrutar de la jam session completa que dio origen al tema “Luck and Strange”, siquiera por el punto nostálgico de volver a escuchar a Richard Wright.


Pese a lo que pueda desprenderse de alguno de nuestros comentarios, creemos que Gilmour ha facturado un disco estupendo. Quizá el mejor de los suyos en solitario. La acogida, en general parece darnos la razón ya que ha llegado al número uno en las listas de varios países europeos (incluyendo el Reino Unido). Una buena noticia, sobre todo si tenemos en cuenta que, con el ritmo de publicación de Gilmour, cualquier disco puede ser el último.


No podemos evitar despedirnos con "Yes, I Have Ghosts" pese a que no forme parte de todas las ediciones del disco porque nos parece una verdadera joya.




miércoles, 22 de marzo de 2023

Roger Eno - The Turning Year (2022)



Con la publicación de “The Turning Year”, parece que Roger Eno se une a la cada vez más extensa lista de compositores que, procedentes de otros terrenos como el “ambient”, la música electrónica o incluso el pop, se van sumando poco a poco a la nómina de artistas de sellos pertenecientes al solemne círculo de la música “clásica”. En el caso de Roger, el debut con Deutsche Grammophon se produjo hace poco con el disco “Mixing Colors”, ya comentado aquí y firmado a dúo con su hermano Brian. Hoy nos toca hablar de su siguiente entrega para el sello, ya en solitario, y que responde al mencionado título de “The Turning Year”.


El disco es una colección de piezas nuevas y otras rescatadas de los archivos del músico y que solo habían visto la luz, en algunos casos, en sus conciertos. En la grabación escuchamos a Roger al piano con el acompañamiento en algunas piezas de las cuerdas de la agrupación Scoring Berlin. El clarinetista Tibor Reman participa en uno de los cortes como invitado.


“A Place We Once Walked” - Comienza el disco con una de las piezas escritas específicamente para el proyecto. Un lento vals para piano, extremadamente tranquilo y meditativo, con apoyos puntuales de las cuerdas en determinados momentos y sutiles refuerzos de sintetizador en algunas partes. Una delicia que rezuma elegancia.




“Slow Motion” - Continuamos con otro tema nuevo, esta vez escrito solo para cuerdas. Es casi una miniatura, muy estática, en la línea de algunos trabajos similares de Gavin Bryars. Enlaza sin solución de continuidad con “Introit”, que es un corte de apenas diez segundos de duración que pasaría desapercibido de no aparecer como tema separado en el tracklist del disco.


“Hymn” - Con el siguiente corte, entramos ya en terrenos ambientales. Eno toca el piano con unos ecos y reverberaciones que nos recuerdan a nuestro admirado Harold Budd. Sin embargo, al margen de la sonoridad del instrumento, la melodía es indiscutiblemente del estilo de Roger.


“Clearly” - Las cuerdas regresan en la siguiente composición, también compuesta para el disco. El piano apenas juguetea con un pequeño número de notas y una breve melodía en otra de esas miniaturas que abundan en la obra del compositor.




“The Turning Year” - El que podríamos llamar tema central del disco es el más melódico del trabajo hasta este momento. Piano y cuerdas colaborando en un magnífico corte que nos traslada a nuestras obras favoritas de Roger como fueron su “In a Room” o “Lost in Translation”. Mucha inspiración en esta composición con aire de banda sonora.




“Bells” - El músico nos lleva de nuevo por caminos cercanos a su admirado Satie en otro de los temas nuevos. Intimista y delicado, es un buen ejemplo del estilo de su autor aunque nos deja con ganas de más.


“Hope (The Kindness of Strangers)” - Un poco más de desarrollo tiene la siguiente parada del recorrido, otro de los cortes para cuerdas del disco, con un marcado aire cinematográfico. Una música que encajaría perfectamente en un film de tono costumbrista en la Inglaterra victoriana.


“On the Horizon” - La aportación del clarinete es la principal novedad del siguiente tema y le relaciona enseguida con el mencionado “In a Room” que Eno grabó con el trío italiano Harmonia Ensemble y donde el clarinete era un instrumento fundamental. La parte final, con las cuerdas a plena intensidad es conmovedora.


“Innocence” - En el tramo final del disco es donde encontramos las composiciones que Roger rescata de su repertorio de concierto de los últimos años pero que no habían encontrado sitio en ningún disco. La primera de ellas es esta preciosidad con un toque infantil que nos retrotrae a los mejores años de la corriente acústica de la música “new age” en los que abundaban este tipo de composiciones, especialmente en sellos como Windham Hill o Narada.


“Something Made Out of Nothing” - La siguiente pieza es algo más oscura en su inicio, incluso con un cierto tono a Ligeti en las cuerdas y en las primeras notas del piano. Sim embargo, el desarrollo de la pieza se aleja enseguida del estilo del compositor austriaco para acercarse a las obras más tristes de Roger.


“An Intimate Distance” - Quizá el corte más romántico del disco en el inicio, evoluciona enseguida hacia ese particular impresionismo del músico, tan próximo a Debussy o Satie. Seguramente una de nuestras piezas preferidas de todo el trabajo.


“Stars and Wheels” - Comenta el músico en las notas del disco que esta composición tiene alrededor de veinte años y es, con mucho, la más antigua del CD. Es un corte para órgano, fundamentalmente, que nos recuerda a las piezas más ambientales del músico, especialmente a las compuestas junto a su hermano Brian en discos como “Apollo”. Impecable.


“Low Cloud, Dark Skies” - Cerrando la colección tenemos otra de esas piezas sacadas del repertorio reciente de concierto del músico, combinando de nuevo piano y cuerdas. Dentro del estilo habitual del músico, nos parece encontrar detalles propios de otros artistas como Vangelis. En todo caso, un gran cierre para un disco realmente inspirador.



Nos alegra comprobar que un músico como Roger Eno sigue muy activo y en buena forma a punto de entrar en la cuarta década de su carrera discográfica. El suyo es un caso muy interesante de persistencia en unos conceptos e ideas que apenas han sufrido variaciones en todo este tiempo, quizá con la excepción de sus discos más “pop” (utilizamos el término con mucha laxitud) como miembro de Channel Light Vessel. En cierto modo, el tiempo le ha dado la razón y su estilo, siempre muy minoritario, ha terminado por verse reflejado en muchos otros músicos de forma que su aparición en uno de los sellos insignia de la música clásica como Deutsche Grammophon se nos antoja como algo natural y que podría haber sucedido mucho antes. Esperemos que de esta asociación siguan surgiendo trabajos del nivel de este o del anterior “Mixing Colors” porque sería una muy buena señal. Os dejamos con un mini concierto que el músico ofreció para la radio pública norteamericana en su popular programa "Tiny Desk Concert".




viernes, 12 de noviembre de 2021

Eno / Cale - Wrong Way Up (1990)



A finales de la década de los ochenta, Brian Eno parecía haber enfocado su carrera como creador a los discos ambientales y a las instalaciones, muchas veces acompañadas de video-albums. Sus inicios en solitario con trabajos a base de canciones más o menos convencionales quedaban muy atrás ya y parecía que esa faceta solo le interesaba como productor de temas de otros artistas, especialmente U2, a quienes acompañó en toda su ascensión al estrellato. Por eso fue muy sorprendente el disco que publicaría en 1990 en compañía de John Cale. En cierta forma, Eno y Cale eran almas gemelas. Ambos fueron miembros de sendas bandas de éxito (Roxy Music y The Velvet Underground), los dos recorrieron caminos muy experimentales tras abandonarlas y una buena parte de sus carreras la dedicaron a la producción de discos ajenos. Sus trayectorias se cruzaron en los setenta e incluso participaron en un disco en directo auspiciado por Kevin Ayers y firmado por los tres y por Nico pero la cosa no fue mucho más allá si obviamos la participación de John a la viola en un par de temas de “Another Green World” y en otro de “Music for Films” de Brian. Esto fue así hasta 1989, año en el que Cale requirió los servicios de Eno como productor para su trabajo “Words for the Dying”, un disco extrañamente bello del que tendremos que hablar algún día. Era este un LP poco convencional en el que Cale medio canta, medio recita, poemas de Dylan Thomas acompañado de una orquesta sinfónica. Aparecen también un par de piezas de piano y una canción propia en la que Eno toca los teclados. 


Con toda seguridad fue ahí donde surgió la idea de grabar un disco juntos que se materializaría entre abril y julio del año siguiente. Brian Eno y John Cale iban a publicar un sorprendente disco de canciones al uso volviendo a territorios que hacía mucho tiempo que ninguno de los dos pisaba. Todas las canciones salvo una están compuestas a dúo y los dos artistas tocan prácticamente de todo en el trabajo además de cantar. Como músicos de apoyo aparecen en algunos temas Robert Ahwai (guitarra), los habituales colaboradores de Eno, Nell Catchpole (violín) y Rhett Davies (coros), el bajista Daryl Johnson y algunos músicos de sesiones.



“Lay My Love” - La primera canción tiene todo el sello del Eno más alegre: ritmos juguetones, percusiones cuidadas y una jovial melodía de violín. El propio Eno es el vocalista en una pieza pop de exquisita factura en la que cualquier seguidor de los primeros discos en solitario del músico reconocerá inmediatamente al artista de “Here Comes the Warm Jets”.


“One Word” - El uso de percusiones y ritmos muy ricos es una de las señas de identidad del disco. En este tema, cantado a dúo por Eno y Cale encontramos una clara demostración de esto integrada en una pieza cuyo uso de las guitarras bebe de la influencia de Fela Kuti en la música de Eno que ya se reflejaba en discos como “My Life in the Bush of Ghosts”, grabado junto a David Byrne o, ya puestos, en las producciones que hizo para Talking Heads. Fue el primer single del disco.




“In the Backroom” - Primera pieza cantada por Cale lo que inevitablemente la lleva a su terreno. Por momentos la canción se acerca al estilo de Leonard Cohen lo que no debería sorprender puesto que por aquella época, John Cale estaba grabando su propia versión de “Hallelujah” que iba a dotar de nueva vida a la canción de Cohen.


“Empty Frame” - Eno vuelve a cantar en este tema con formato de rock clásico. Una canción desenfadada con profusión de metales sintéticos en la base rítmica. Una buena muestra de por dónde podría haber transcurrido la carrera de Eno de no haber optado por la experimentación y los sonidos ambientales.


“Cordoba” - Escuchamos de nuevo a Cale como vocalista y comienza a repetirse un esquema que se nos antoja similar al de los Beatles de quienes siempre se dijo que las canciones cantadas por Lennon o por McCartney delataban a su autor por mucho que las firmasen ambos conjuntamente. “Cordoba” es una preciosa canción lenta que suena a Cale y en la que destacan los exquisitos arreglos de sintetizador y un precioso tema de viola ¿electrificada? que suena en la segunda mitad de la canción.




“Spinning Away” - Continuando con la alternancia de cantantes llegamos a otra canción con Eno como protagonista y un esquema cercano a las anteriores. Mucho foco en los ritmos, perfectamente construidos y con todos los instrumentos dedicados a esa tarea, desde el bajo hasta las guitarras que en muchas ocasiones enmascaran la percusión. Uno de nuestros cortes favoritos del trabajo que, no en vano, fue single.




“Footsteps” - Una melodía como de película de miedo con casa encantada nos recibe en esta curiosa canción interpretada por Cale. Una pieza muy curiosa que nos gusta precisamente por lo extraño de su planteamiento que funciona muy bien en este momento del disco.


“Been There, Done That” - John Cale se salta la norma no escrita y repite como cantante en una de las canciones con más potencial comercial del disco y que fue escogida como adelanto promocional del mismo aunque no llegó a salir a la venta como single. La melodía recuerda lejanamente al éxito disco de Yvonne Elliman, “Love Pains”.


“Crime in the Desert” - Segundo homenaje al rock'n'roll clásico del disco en esta canción a dúo con mucho protagonismo del piano de Cale como un elemento rítmico más. Impecable aunque tampoco aporta demasiado al trabajo.


“The River” - Como cierre tenemos la única pieza del disco en la que John Cale no participa en absoluto. Todo lo hace Brian Eno con la ayuda de su hermano Roger a los teclados y de Nell Catchpole al violín. Es una balada de aroma añejo que nos retrotrae a los primeros tiempos del rock con ese toque de los cantantes melódicos aún presente y algunos retazos de country. Inesperado en este contexto pero sorprendentemente acertado.




John Cale y Brian Eno no han vuelto a colaborar quedando este trabajo como una gema única en sus carreras. De hecho, Eno tampoco volvió a hacer un disco de canciones hasta mucho tiempo después. La crítica recibió bastante bien este “Wrong Way Up” que para muchos sigue siendo hoy en día uno de los mejores discos de la discografía de cualquiera de los dos artistas.

sábado, 1 de agosto de 2020

Roger Eno & Brian Eno - Mixing Colours (2020)



Roger Eno hizo su debut discográfico en “Apollo: Atmospheres and Soundtracks”, disco firmado por su hermano Brian. Pese a ello y al hecho de que ambos artistas han sido siempre muy dados a las colaboraciones, nunca hasta ahora se decidieron a publicar un disco a dúo. Ya contamos aquí no hace mucho tiempo la gestación de “Apollo” y cómo parte del material compuesto para ese trabajo terminó formando parte de otro disco titulado “Music for Films III”. Si tomamos ambos discos y les sumamos algunas piezas del posterior “More Music for Films” tendremos la práctica totalidad de la música creada en común por los hermanos Eno.

Esto cambió hace unos meses con la aparición de “Mixing Colours”, disco cuya gestación ha durado la friolera de quince años. Fue en 2005 cuando Roger comenzó a componer una serie de piezas, para piano en su mayoría, que eran enviadas paulatinamente a su hermano para que éste se encargase de la transformación de las mismas añadiendo sus particulares texturas y tratamientos sonoros. Nunca se pensó en que todo ese material formase parte de un disco: “me levantaba, subía las escaleras, encendía el equipo, improvisaba un rato y le mandaba a Brian aquello que creía que podía interesarle”. Cuando reunieron una cantidad significativa de piezas de suficiente calidad, los hermanos realizaron una primera selección de las mismas que es la que conforma “Mixing Colours”, un proyecto del que ya hay anunciada una continuación en forma de “EP” y que sigue vivo ya que se ha creado una web para que los seguidores de ambos músicos manden sus creaciones visuales acompañando a la música del disco con la idea de ampliar la vida del mismo construyendo una nuevo espacio a modo de muchas de las obras que en el terreno de lo audiovisual ha creado el propio Brian Eno en las últimas décadas. Cada pieza del disco lleva como título el nombre de un color y juntas conforman un interesante cuadro que reune la esencia de sus dos creadores. La referencia a los colores no es baladí. Al parecer, buena parte del proceso de creación y transformación de las piezas de su hermano por parte de Brian se hizo en numerosos viajes en tren, mirando por la ventanilla los paisajes y centrandose en colores concretos para cada composición. Esta suerte de sinestesia no es nueva para el mayor de los Eno quien ya hizo discos como “Neroli” basados en aromas, por ejemplo. Al respecto afirmaba en una entrevista de 2011: “no diría que soy sinestésico a pesar de que veces pienso en determinados sonidos en términos de temperatura, luminosidad, dureza o angularidad. No tengo reacciones invariables como Nabokov cuando decía que la letra “d” era de color verde aceituna, por ejemplo, aunque hay algunos acordes menores que me provocan un enfado inmediato y combinaciones de colores que me emocionan profundamente como el azul cielo combinado con un claro marrón-chocolate.”





El disco empieza con “Spring Frost” donde la melodía crece a partir de una lenta progresión de pulsos electrónicos. Imposible no reconocer inmediatamente el estilo de Roger sometido a un tratamiento que no podemos evitar comparar con el de trabajos clásicos de Brian Eno con Harold Budd. “Burnt Umber” explora los ambientes de novela gótica de trabajos como “Lost in Translation” con un sonido percusivo metálico como elemento central de la melodía que le viene como un guante. “Celeste” cambia ligeramente el tono por uno algo más clásico (siempre se habla de la influencia de Schubert en Roger Eno). Una preciosidad en todo caso con un tratamiento mínimo por parte de Brian que se limita a subrayar algunas notas con ese inconfundible toque etéreo marca de la casa. Especialmente destacada es la segunda mitad de la pieza. Continuamos con “Wintergreen” y su toque de cuento infantil, de cajita de música que enlaza con “Obsidian”, la primera composición puramente ambiental del disco en la que todo está hecho a base de texturas sonoras, sin un instrumento conductor más o menos protagonista. Una pieza emocionante que tiene algo de decadente con ese sonido como de órgano sonando en la lejanía que no puede ser más adecuado. Con “Blonde” aparece ese ritmo de vals lento con toques minimalistas que tanto le gusta a Roger Eno que nos lleva a una de las piezas más melancólicas del trabajo: “Dark Sienna”, prácticamente una composición para piano solo sin demasiados retoques en su primera parte que pasa por un segmento más oscuro en el tramo central para cerrar con un final repetitivo. “Verdigris” lo ralentiza todo al extremo, como si fuera una variación de “Spring Frost” en un mundo más denso. Continúa el trabajo con “Snow” que comienza como si fuera una adaptación lenta del “Koyaanisqatsi” de Glass para terminar con un inconfundible aire otoñal muy propio de Satie.



La segunda mitad del disco se abre con “Rose Quartz”, una fragil pieza que nos recuerda a “La Petite Fille de la Mer” de Vangelis. “Quicksilver” es una de las composiciones que menos intersante nos ha resultado por ser una suerte de variación del tema central que no termina de aportar nada aparte de un tono más oscuro. “Ultramarine” e “Iris”son piezas más breves y meditativas con mucho menos desarrollo melódico en el caso de la primera y un aire como de estudio en la segunda. “Cinnabar” recupera el aire de suspense tan característico de la obra de Roger Eno. “Desert Sand” tiene la novedad de una atmósfera electrónica algo diferente en el inicio aunque no tarda en volver por los cauces habitales del resto del disco reapareciendo ocasionalmente a lo largo de la pieza. En “Deep Saffron” las notas se duplican en forma de eco creando un efecto “líquido”, como de reflejo en la superficie del agua. Muy interesante. El trabajo prácticamente concluye con la última variación del tema inicial titulada “Cerulean Blue”, tenue como casi todo el disco y de una fragilidad extrema. A modo de broche queda la única pieza que no hace referencia directa a un color en su título: “Slow Movement: Sand”. Estéticamente no difiere en nada del resto del disco pero si tiene una estructura muy adecuada para el cierre basada en la repetición continua de un motivo mientras diferentes instrumentos entran y salen de escena, especialmente las cuerdas que terminan por dar un toque muy elegante a la composición.



La reunión de los hermanos Eno en un disco por fín no se sale de lo esperado en ningún momento. Las melodías, las texturas y la producción son exactamente lo que uno podría pensar a priori y el espacio reservado a la sorpresa es nulo. No existe ningún desafío para el oyente y pese a todo ello, el resultado es excelente. Probablemente uno de los mejores discos “ambient”de los firmados por Brian Eno, a la altura de muchos de sus clásicos de los ochenta en el género. Y es que aunque la composición recae muy probablemente en Roger en al menos el 80% de lo que escuchamos, todo lo demás tiene la impronta de Brian. Pese a que la producción reciente del mayor de los hermanos es bastante lineal y mantiene un nivel de calidad constante, pensamos que “Mixing Colours” destaca mucho mucho sobre este hasta el punto de ser nuestro favorito en mucho tiempo.

 

lunes, 10 de febrero de 2020

Brian Eno - Nerve Net (1992)



Cuando pensamos en Brian Eno como artista en solitario es inevitable que nuestra mente vuele hacia sus discos de la serie “ambient” o a los diferentes volúmenes de “Music for Films”, trabajos todos ellos que terminaron por definir un estilo que comenzó como propio y terminó por convertirse en una categoría a la que se han sumado una gran cantidad de músicos en las décadas posteriores. Sin embargo, en los noventa asistimos a un cambio de estilo muy interesante con un Eno mucho más dinámico, enérgico y rítmico. En esos años aparecieron algunos de nuestros discos favoritos del artista británico entre los que destaca especialmente “Nerve Net”, el trabajo que queremos comentar hoy.

Ya hablamos tiempo atrás de “My Squelchy Life”, el disco que debió aparecer en 1991 pero que fue aplazado por la discográfica por motivos estratégicos. Ante eso, Eno decidió grabar un nuevo trabajo completamente distinto que saldría en la nueva fecha reemplazando al disco mencionado que pasó a convertirse así en una rareza durante muchos años. El trabajo que iba a sustituir a “My Squelchy Life” era “Nerve Net”. En la grabación interviene una cantidad de músicos y cantantes (no menos de 30) lo que hace absurdo nombrar a todos aquí. Sí mencionaremos a los más asiduos a los discos de Eno como son Robert Fripp, Roger Eno o Nell Catchpole (que aquí canta en lugar de tocar la viola, su instrumento habitual) porque son nombres demasiado grandes como para ser obviados.



“Fractal Zoom” - El disco comienza pleno de tensión con una batería excitante que arrastra todo a su paso. El resto son sonidos electrónicos acompañados de un tímido bajo y la voz de Eno en un discreto segundo plano interpretando el motivo central de la pieza. Un arranque tremendo que nos pone sobre la pista de lo poco que va a tener el trabajo con el Eno de los años previos.

“Wire Shock” - La percusión juega un papel primordial en el disco y muy especialmente en cortes como este que remiten inmediatamente esa joya intemporal que fue “My Life in the Bush of Ghost”, firmada por Eno y David Byrne. Ritmos ancestrales, demenciales guitarras y una fantasmal sección de metales completan la presentación de esta alucinada composición en la que Eno mira al futuro con una clarividencia asombrosa, vista desde la perspectiva de hoy en día.




“What Actually Happened?” - Continuamos con los ritmos desbocados en este tema de desarrollo frenético que no permite respiro al oyente. Ruidos y efectos sonoros de todo tipo, voces sintéticas, etc. emergen de entre las percusiones y programaciones electrónicas. Una metódica locura que nos deja sin aliento.

“Pierre in Mist” - Un poco de “jazz” (corrijo: “jazz” pasado por el filtro de Eno) es lo que nos espera en el siguiente corte que bien podría ser una transición hacia la segunda parte del disco. Una sencilla linea de bajo sirve como base para una extraña melodía de saxo subrayada con un sonido de órgano desquiciado que nos sumerge en una atmósfera onírica. No es una pesadilla pero bien podría ser su preludio.

“My Squelchy Life” - Uno de los cortes del disco que pertenecía en origen al aplazado “My Squelchy Life”. Como es una pieza que comentamos en su día, no nos extenderemos más en la misma.

“Juju Space Jazz” - Lo mismo ocurre con esta composición recuperada del disco citado. La versión es prácticamente idéntica a la que iba a aparecer en “My Squelchy Life” por lo que no merece la pena repetir comentario.

“The Roil, The Choke” - El siguiente corte es muy interesante. Nos muestra al Eno más “pop” en una balada de esas que de vez en cuando aparecen en su discografía pero con un tratamiento instrumental que nos parece maravilloso. Sonidos etéreos, ultraprocesados, acompañan a la voz sintética de Eno, a una percusión insistente y al piano en una melodía bellísima, de las que no abundan en la obra del músico británico.




“Ali Click” - En 1990 la banda EMF alcanzó un éxito planetario con su canción “Unbelievable”. En 1992, una remezcla de esa canción formaría parte del recopilatorio benéfico “Red Hot + Dance”. El autor de la remezcla era el propio Brian Eno. Quizá fuera en el proceso de creación del remix cuando Eno decidió “apropiarse” de toda la base rítmica que el guitarrista de EMF Ian Dench creó para “Unbelievable” para desarrollar sobre ella esta pieza. “Ali Click” es básicamente eso: una serie de efectos sonoros, guitarras “funkies” e incluso un breve rapeado del propio Eno acompañando a una construcción rítmica pre-existente.

“Distributed Being” - El bajista de Led Zeppelin John Paul Jones es el invitado especial de este tema aunque no lo hace para tocar el instrumento que le ha hecho famoso sino  el piano. La presencia de Robert Fripp completa la parte más glamurosa de la pieza que, por otro lado, es verdaderamente interesante ya que conjuga la habitual experimentación sonora de Eno con ritmos muy atractivos y una incursión en diferentes géneros que van desde el “jazz” al ambient pasando por el rock con un incendiario solo de guitarra de Fripp que nos deja anonadados desde la primera nota. De lo mejor de todo el trabajo.




“Web” - Y ya acercándonos al final nos sumergimos en una de las más fascinantes panorámicas sonoras de todo el disco. Guitarras retorciéndose y fondos electrónicos desarrollándose ante el parsimonioso ritmo de la batería de Richard Bailey. Roger Eno hace acto de presencia para ejecutar unos arpegios de piano aquí y allá y todo bajo la inconfundible dirección de Brian Eno.

“Web (Lascaux Mix)” - A modo de continuación nos encontramos aquí con esta extensa remezcla en un tono más calmado y con una producción mucho más nítida en la que los sonidos reclaman su propio espacio. El título dice que es un “mix” pero deberíamos entenderlo como se hacen los “mixes” hoy en día: tan poco reconocible es en ellos el tema original que casi deberíamos hablar de una pieza diferente. Solo algunas guitarras saturadas emparentan esta pieza con su matriz pero ambas son, a su manera, realmente adictivas.

“Decentre” - Para cerrar el trabajo, Eno opta por un tema de piano en solitario. Un cierto aire “jazzy” sobrevuela la composición más amable del disco. Una despedida en calma como pidiendo perdón por el nervioso viaje en el que el músico nos embarcó poco más de una hora antes.


Con “Nerve Net”, Brian Eno hace un gran trabajo de anticipación. “Creo que este es un disco muy importante para mí. Es un auténtico disco de los noventa y enlaza muchos hilos que ondeaban alrededor de mi cabeza en los pasados años. Algunos comencé a tejerlos mucho tiempo atrás. Otros emergieron a finales de los ochenta y están atados aquí de algún modo. Por último, algunos más son predicciones: cosas que no existen aún en este momento”. Quizá como metáfora no es la más acertada pero Eno compara “Nerve Net” con una paella: en sus propias palabras no es “jazz”, ni “funk”, ni “rap”, ni “pop”, ni “ambient”, ni “world music” pero todo eso está ahí, en algún sitio. No queremos saber dónde suele comer paella el bueno de Brian pero lo que si sabemos es que el giro que le dio a su carrera en los noventa nos parece muy acertado y volveremos sobre él en la próxima entrada. Por ahora os dejamos con este “Nerve Net” un disco, dicho sea de paso, no demasiado bien valorado por la crítica en general pero que a nosotros siempre nos ha parecido un trabajo más que notable.

Como despedida enlazamos el videoclip de "Ali Click" co-dirigido por el propio músico:


 

lunes, 2 de diciembre de 2019

Brian Eno - Apollo: Atmospheres & Soundtracks (Extended edition) (2019)



A comienzos de la década de los ochenta, Brian Eno recibió el encargo de crear una banda sonora para un documental sobre las diferentes misiones Apollo. En un principio se trataba, sencillamente de imágenes grabadas durante los distintos viajes de los astronautas que irían acompañadas de la música de Eno, sin narración alguna al margen de algunas conversaciones entre los miembros de las diferentes tripulaciones. El director, Al Reinert, fue quien se puso en contacto con Eno personalmente para explicarle el proyecto que el músico aceptó encantado. Cuenta Brian cómo vio en su día las imágenes del alunizaje del Apollo XI en televisión y recuerda que sus sentimientos eran contradictorios. Por una parte, aquella era una hazaña memorable y digna del mayor de los elogios pero por otra, la cobertura televisiva, con los medios tan limitados de la época, “hacía pasar la retransmisión por una especie de versión barata de Star Trek”. Precisamente por eso, la idea de Reinert de unir en una película las imágenes de archivo de todas las misiones le pareció una forma mucho más adecuada de documentar la epopeya espacial lo que le hizo aceptar el encargo muy ilusionado. Eno no veía la película como un film de aventuras por lo que el enfoque de la música iba a ser muy introspectivo, algo que se ajustaba como un guante a su estilo. Durante los preparativos de la grabación, el músico se dio cuenta de que los astronautas escuchaban mucha música en su tiempo libre: música “country”. Un estilo muy alejado del de Eno, sin duda, pero éste se las arregló para introducir en la banda sonora unas cuantas pieza de inspiración “country” con la ayuda de la guitarra de Daniel Lanois, quien firma varias de las piezas del album. El otro artista invitado fue el hermano de Brian, Roger que también aparece como co-autor de un puñado de composiciones.

El documental, titulado “Apollo” se estrenó en unas pocas salas de cine en los Estados Unidos con una acogida más bien tibia lo que hizo que Al Reinert y la productora lo retirasen de la circulación para rehacerlo completamente. Esto no impidió que Eno publicase el disco igualmente, convirtiéndose así en la banda sonora de una película que casi nadie había visto. La nueva versión del documental tardaría varios años en terminarse y lo hizo con muchos cambios. Se añadieron entrevistas a los astronautas que participaron en las distintas misiones, se retocó toda la narración y se re-elaboró la banda sonora eliminando parte de las composiciones de Eno y sustituyéndolas por otras nuevas que el músico publicaría como parte de otro trabajo varios años más tarde. También se cambió el título del documental que pasaba a llamarse “For All Mankind”. La película se estrenó finalmente en 1989  siendo nominada a los Oscar en la categoría de documental y ganando varios premios más.

En 2019, al cumplirse los 30 años desde el lanzamiento de la versión final de la película, Eno ha decidido lanzar una reedición del disco original acompañándola de un segundo CD apropiadamente titulado “For All Mankind” con material completamente nuevo grabado en compañía de Daniel Lanois y Roger Eno, es decir, los dos artistas que le acompañaron en la aventura original. El disco está dedicado a Al Reinert, fallecido en 2018.

Cartel promocional del documental de Reinert


“Under Stars” - Abre el disco una composición de Brian con Daniel Lanois que se repetirá más adelante. Es un tema misterioso que se beneficia del sonido de bajo que ejecuta una melodía muy breve pero de un gran poder evocador. El resto son fascinantes atmósferas electrónicas que evolucionan muy lentamente consiguienso un magnífico arranque para el disco.




“The Secret Place” - Seguimos con un tema de Lanois con arreglos de Brian Eno. Más ambientes etéreos adornados esta vez con voces electrónicas y sonidos que parecen proceder del espacio más profundo. Precioso e inspirador como pocos temas de estos estilos.

“Matta” - Primera pieza de Eno en solitario del disco. Música ambient en toda su expresión con extraños sonidos animales y percusiones que parecen remitir, no al espacio exterior, como sería previsible, sino a alguna remota selva terrestre. De las composiciones más inquietantes del disco por su escasa relación con la temática del mismo pero igualmente interesante.

“Signals” - El dúo Eno / Lanois firma esta breve pieza que es como una mortecina procesión sonora que discurre con un ritmo casi inapreciable y un desarrollo tremendamente sutil. Es música de una fragilidad casi dolorosa que, sin embargo, posee una personalidad inconfundible.

“An Ending (Ascent)” - Si tuviéramos que escoger una y sólo una composición de toda la carrera de Brian Eno, no tendríamos ni una sola duda a la hora de señalar a esta como la más firme candidata. No se puede decir más con menos elementos pero es que el compositor británico supo dar aquí con la tecla para emocionar al oyente con una cantidad de recursos realmente sorprendente por escueta. No en vano es una pieza musical que ha sido utilizada en infinidad de ocasiones para ilustrar todo tipo de eventos y ha formado parte de más de una banda sonora de cierta relevancia. Una obra maestra indiscutible.




“Under Stars II” - Escuchamos ahora una variación del tema que abría el disco en la que apenas hay algunos cambios tímbricos en la melodía central y unos fondos algo más dinámicos y variados. Si nos hicieran escoger entre ambas, nos quedaríamos con la primera versión.

“Drift” - La siguiente pieza del disco está firmada a dúo por los hermanos Eno en lo que fue el debut discográfico de Roger. No se aprecia aquí demasiado aún su aportación ya que todo lo que suena podría haber aparecido en cualquier disco anterior de Brian y no habríamos notado ninguna aportación ajena. Es esta una pieza electrónica atmosférica sin un excesivo desarrollo melódico que continúa con la linea del trabajo, algo que no podemos decir de la siguiente.

“Silver Morning” - Ya dijimos en la introducción que Brian Eno quiso que hubiera algo de “country” en el disco, ya que esa era principalmente la música que los astronautas de las misiones Apollo escuchaban en sus ratos de asueto. La composición y la interpretación corren por cuenta de Daniel Lanois en su totalidad. Se trata de una pieza de guitarra que sería la versión del músico de lo que entiende como “country” que tampoco tiene por qué coincidir exactamente con lo que muchos oyentes entendemos como tal.

“Deep Blue Day” - El aire melancólico del “country” está mucho más presente aquí, en esta composición firmada por los tres músicos y en la que sí encontramos ya muchos de los elementos que luego aparecerán en los discos que Roger Eno publicará bajo su propio nombre. Es una especie de folk galáctico con insólitos matices que podríamos escuchar también, por ejemplo, en los trabajos del primer Vangelis. Una rareza que, pese a todo, funciona relativamente bien.




“Weightless” - Y nuevamente los tres músicos aparecen como autores del tercer corte “country” del disco, que no nos habría extrañado de haber aparecido firmado en solitario por Roger ya que tiene todas las características de su música posterior incluido ese personalísimo toque de melancolía que el músico incorpora a su obra como parte de su influencia celta. Muy adecuado aquí puesto que la música “country” debe mucho a la inmigración irlandesa y escocesa.

“Always Returning” - Los dos hermanos Eno firman la penúltima composición del disco que es también una de las más intrascendentes pese al interesante trabajo de producción con mucho juego de cintas y una gran elaboración del sonido para arropar una escueta melodía de guitarra (que podría recordar al “Evening Star” de Brian con Robert Fripp) con un acompañamiento de piano de Roger, quizá lo que más llama nuestra atención.

“Stars” - Cierran el trabajo Lanois y Brian Eno con la última variación del tema central de la obra que básicamente es el corte que la abría eliminando la característica parte de bajo que tanto nos gustaba. Pese a ello, y para nuestra sorpresa, el tema se sostiene a la perfección durante siete largos minutos sin decaer en ningún momento.


El disco nuevo, principal atractivo para los seguidores de Eno, constaba de once cortes en los que Brian tiene un protagonismo mayor que el que tuvo en el disco original ya que participa en todos los temas y firma en solitario hasta cinco de ellos:

“The End of a Thin Cord” - Sobre un extraño fondo sonoro que en cualquier otra circunstancia sería muy molesto, escuchamos una melodía simple a la que suma un cadencioso ritmo de batería. Pese a los elementos discordantes, pocos oyentes dudarían a la hora de atribuir la pieza a Brian Eno puesto que tiene su impronta muy presente desde el primer al último segundo.

“Capsule” - Se incorpora Lanois con su guitarra para introducirnos de nuevo en los terrenos folclóricos de parte del disco de 1983 pero en esta ocasión con una composición absolutamente brillante y, a nuestro juicio, muy superior a cualquiera de las piezas de “space country” de aquel trabajo. Una delicia.




“At the Foot of a Ladder” - Aunque en los créditos del disco aparece Brian Eno como único autor de la pieza, nos extrañaría mucho que Roger no hubiera metido mano en ella ya que tanto la melodía central como los arreglos de acordeón son característicos de su obra en solitario. Nada en esta composición habría desentonado, por ejemplo, en su “Lost in Translation”.

“Waking Up” - Acompaña ahora Daniel Lanois a Brian en una pieza con reminiscencias de los discos de ambos con Harold Budd, con esos sonidos “líquidos” e indefinidos que lo llenan todo. Un tema demasiado corto, en todo caso, para sacar muchas conclusiones.

“Clear Desert Night” - Brian Eno enseña músculo aquí con una sólida composición ambiental en la linea de sus discos más recientes. Sin alardes innecesarios podemos disfrutar de un Eno a un muy buen nivel lo cual es decir mucho.




“Over the Canaries” - En la misma linea transcurre la siguiente pieza aunque con un importante contraste en cuanto a producción. Si en la anterior teníamos una poderosa batería de sintetizadores creando capas de una cierta complejidad, aquí todo eso se reduce a la mínima expresión, al nivel de las partes más austeras de “Music for Airports”.

“Last Step From the Surface” - Vuelve a incorporarse Daniel Lanois para una preciosa pieza dominada por un ritmo cadencioso y sutil que va meciéndonos con suavidad como si de una nana espacial se tratase. Encantador.

“Fine-Grained” - Con su última intervención en el disco, Lanois nos regala una verdadera joyita de similares características a la anterior “Capsule”. Todo delicadeza en una composición que, por inverosímil que parezca, nos recuerda por momentos a Enya.

“Under the Moon” - Otra pieza que recupera el espíritu de los discos con Harold Budd aunque firmada en esta ocasión por los hermanos Eno. Sonido de piano lleno de reverberación para lograr esa sensación de irrealidad que domina muchos de los discos de Brian.




“Strange Quiet” - Vuelve a hacerse evidente la personalidad de Roger Eno con una melodía que tiene su sello. Una de nuestras piezas favoritas en este tramo final del disco.

“Like I Was a Spectator” - Cerrando el disco podemos escuchar uno de los cortes más estáticos del mismo a cargo de uno de los pocos músicos en el mundo que puede hacer que el estatismo sea tan bello. Un gran colofón para un disco que puede pasar desapercibido por aparecer como complemento de una reedición pero que está entre los mejores de su autor en muchos años.


Eno estaba en uno de sus mejores momentos en cuanto a inspiración cuando grabó “Apollo” y fruto de ello fueron alguna de las piezas más importantes de su carrera que se encuentran en este trabajo. Su “secuela” es una buena actualización del disco original, modernizando en muchos aspectos el sonido pero conservando todo el espíritu de aquel. A nuestro juicio, se encuentra entre los trabajos más entonados del Eno de los últimos años. Por todo ello, esta reedición es un disco magnífico para todo aquel que quiera adentrarse en el particular universo musical del artista británico.

Os dejamos con un vídeo en el que el propio Eno habla de "Apollo"



 

jueves, 31 de agosto de 2017

Roger Eno - Lost in Translation (1994)



Quizá por culpa de la alargada sombra de su hermano Brian, Roger Eno no fue un músico demasiado prolífico en sus primeros años de carrera, al menos, en lo que se refiere a discos en solitario. De hecho, de los primeros nueve discos en los que aparece como autor, sólo en un par de ellos consta su nombre sin ningún acompañante en la portada. En 1995 aparecería el tercero, publicado bajo el atractivo título de “Lost in Translation”. Ese trabajo sirvió para consolidar un estilo propio apuntado en los trabajos previos con Kate St.John y, especialmente como miembro de Channel Light Vessel.

Cuando se conoce un poco la personalidad de Roger Eno se aprende a no creer demasiado en lo que afirma en las notas de sus discos lo que nos lleva a dudar del origen de “Lost in Translation”. Si atendemos a lo que se dice en el libreto del CD, el disco estaría inspirado en una serie de textos del poeta flamenco Walthius Van Vlaanderen. Roger los habría encontrado en “Heretical Christian Thinkers, An Anthology”, compilación publicada por el reverendo William Grove en 1894.  Si buscamos información sobre Grove hallamos que existió un William Robert Grove en la misma época (nació en 1811 y murió en 1896) aunque sus campos de estudio fueron las leyes y la física. En ningún sitio se menciona ningún tipo de interés religioso ni, por descontado, aparece ningún tratado de autores heréticos recopilado por él. Si tratamos de buscar información directamente sobre Walthius encontramos que toda referencia disponible sobre nos dirige... ¡¡¡al disco de Roger Eno!!!

Un par de años después de publicar “Lost in Translation”, Eno grabó un disco en el que supuestamente recuperaba obras de ocho compositores ingleses desconocidos hoy en día. Los autores, que abarcaban varios siglos, aparecían reseñados en el propio disco con abundantes notas biograficas a cargo del propio Roger. Evidentemente todos ellos eran personajes inventados que sirvieron al músico como excusa para realizar un ejercicio de estilo componiendo una serie de piezas con inspiración en diferentes periodos musicales.

Sabiendo esto, no creemos que sea disparatado afirmar que ni Walthius Van Vlaanderen ni el reverendo William Grove existieron en ningún momento, más allá de en la mente de Roger Eno quien construye así un escenario adecuado para dar a su música un entorno medieval, con textos en latín y voces claramente inspiradas es ese periodo. El resultado: un trabajo fascinante que obtuvo una repercusión notable en relación con obras anteriores del compositor. Roger toca todos los instrumentos salvo los que aportan los dos colaboradores presentes en el disco: Michael Brook y David Coulter.

Roger Eno.


“Occam's Close Shave” - El primer tema del disco combina piano, acordeón y cuerdas sintéticas en una alegre pieza de cierto aire folclórico en el comienzo que cambia en su segunda parte con la entrada de las percusiones. Sencillo como toda la música de su autor pero ciertamente bello.

“Ne Cede Melia” - Una sucesión de notas de piano sirve como introducción a una extraordinaria canción con texto en latín en la que suponemos que es el propio Roger Eno quien canta ya que no aparece acreditado ningún vocalista en el disco. La pieza, de un lejano aire medieval, fue radiada con profusión en su época sirviendo como carta de presentación del disco para mucha gente.




“The Last Resort” - La gran mayoría de las piezas del disco no llega a los tres minutos de duración por lo que calificar a alguna de ellas de miniatura (como sería el caso de esta) no serviría para distinguirla en demasía del resto. Aquí tenemos la oportunidad de sumar la guitarra al piano y el acordeón, habituales en todo el disco, en un tema de aroma español.

“Ventis Segundis” - Deliciosa pieza de cámara que recuerda a las que Roger grabó con Harmonia Ensemble en su disco “In a Room”. Volvemos a escuchar un texto en latín lo que establece ya una pauta y es que las composiciones con título en ese idioma van a ser (casi) siempre cantadas mientras que el resto serán instrumentales.

“Slow and Slender” - Un vals lento con el piano como protagonista en el que se cuelan otros instrumentos emulados por los sintetizadores. Es una pieza muy típica de su autor cuya devoción por los ritmos de 3/4 es evidente en todos sus trabajos.

“Mariachi Funeral” - Uno de los cortes más extraños del disco, que podría adornar perfectamente cualquier escena de animación gótica de Tim Burton. Un ambiente inquietante con la trompeta dibujando retazos de melodías todo el tiempo.

“Newton's Statue” - El piano, con notas muy espaciadas, es el protagonista absoluto de una composición intimista y meditativa en la que apenas le acompañan algunos detalles al sintetizador. Una transición perfecta hacia la siguiente canción de la obra.

“Quando Solus” - Llegamos así a uno de los cortes más ambientales del trabajo en el que podemos escuchar un coro gregoriano flotando sobre las notas del piano y los colchones sintéticos de Roger. Una pieza que podría haber formado parte de cualquiera de los discos que el músico grabó en compañía de su hermano Brian.

“The Whispering Gallery” - Seguimos con los temas meditativos. En este caso con la guitarra dando la réplica al piano en un bonito dúo con los sintetizadores como testigo. Estructuras repetitivas se entrecruzan hasta formar un delicado tapiz que se nos antoja algo corto.

“The Hunch” - Suena ahora un tango lleno de melancolía y con un punto de desazón aportado por la guitarra, muy al estilo de las músicas que acompañaban a las imágenes de Twin Peaks, la serie de culto de David Lynch.

“Domus in Nebulae” - Como si de una segunda parte de “Ne Cede Melia” se tratase (comparten instrumentación y voces), la siguiente pieza ilumina el disco en lo que creemos que es uno de sus momentos más brillantes. Es admirable la capacidad de Roger Eno para crear algo tan bello con unos elementos tan sencillos como los que aparecen aquí.




“Emberdays” - Continuando con el altísimo nivel de inspiración llega este tema para piano en el que escuchamos una de las mejores melodías de todo el trabajo. Los arreglos (puntuales) de guitarra y sintetizador no hacen sino realzar la belleza del tema central.

“Rain Stopped Play” - Entramos ahora en una sección compuesta por tres temas muy breves de corte claramente ambiental. El primero de ellos está escrito para piano y consiste en cortas repeticiones de un patrón de notas muy sencillo.

“Nostalgia Isn't What it Used to Be” - La segunda pieza tiene al acordeón como ejecutor principal que se encarga de presentar una melodía que bien podría ser tradicional. La segunda parte del tema, con mayor presencia del piano tiene, de nuevo, un lejano aire español muy curioso.

“My Little Darling” - El ambiente festivo de la tercera pieza la convierte en una de nuestras favoritas del disco, sin duda merecedora de un desarrollo mayor dada la brillantez de su melodía y arreglos que se sobreponen, incluso, al uso de algunos sonidos electrónicos demasiado tópicos como ese arpa sintética del que tanto se ha abusado en discos de todo tipo.

“Docet Umbra” - Volvemos a las atmósferas electrónicas para envolver una composición para guitarra, próxima en estilo a algunas piezas de Brian Eno con Robert Fripp. Pese al título en latín, en esta ocasión no hay voces.

“Lost in Translation” - Sí las escuchamos, en cambio, en el corte que da título al disco, una magnífica pieza vocal a dos voces que vuelve a remitirnos a la música antigua convirtiéndose en otro de los momentos culminantes del disco.




“Evening Paragraphs” - Casi como cierre del disco volvemos a las piezas melancólicas de corte camerístico que adornan la carrera como solista de Roger. La presencia de Erik Satie aquí, músico fetiche de nuestro artista, es innegable lo que, para nosotros, siempre es una buena noticia.

“The Green Grass” - El último tema con título de todo el trabajo contrasta con el resto ya que se trata de una melodía tradicional irlandesa que el propio Roger canta acompañado de acordeón, armonio y piano. Su ubicación, casi al final del disco, evita que rompa la unidad del mismo pero su presencia en “Lost in Translation” se nos antoja innecesaria.

“(untitled)” - Faltaba una sorpresa final en forma de tema oculto. Y no se trata de una pieza de relleno sino de una verdadera preciosidad de corte “ambient” en la linea de esa obra maestra firmada por Brian Eno en su disco “Apollo: Atmospheres and Soundtraks” bajo el título de “An Ending (Ascent)”. Aunque en los créditos de ese disco figuraba Roger Eno, el tema en cuestión es obra de su famoso hermano.

Pese a su innegable categoría, es inevitable que la fama de Brian Eno influya en la trayectoria de su hermano pequeño Roger haciendo que todo su trabajo sea valorado en comparación con el de aquel. No vamos a negar algunas similitudes aunque lo cierto es que los estilos de ambos son muy diferentes hasta el punto que si tuviéramos que adscribir a Roger a una corriente estilística lo haríamos antes al minimalismo (en la linea de Wim Mertens, Yann Tiersen, etc.) que al “ambient” pese a que tiene elementos en común también con ese género. Sea como fuere, creemos que Roger es un músico notable de aquellos a los que merece la pena seguir con atención, algo que haremos aquí siempre que tengamos ocasión.

miércoles, 23 de octubre de 2013

No-Man - Together We're Stranger (2003)



Nadie hace música como la de No-Man. Desde el momento en que hacemos una afirmación como esa sabemos que es errada, casi por definición pero lo cierto es que no conocemos muchas bandas dentro del pop con un estilo tan particular, preciosista e íntimo como el del dúo formado por Tim Bowness y Steven Wilson. Con una discografía ciertamente escasa para lo largo de su trayectoria ya, han tocado un buen número de géneros, especialmente en sus primeros discos, hasta asentarse más recientemente en una música pop deliciosa, intensa y apasionada llena de clase en la que la forma de cantar de Bowness, entregado hasta el extremo, es fascinante. Ya han aparecido por el blog en unas cuantas ocasiones por lo que no necesitan mayor presentación.

El disco que traemos aquí hoy fue el debut del dúo con el sello Snapper que ya publicaba los trabajos de Porcupine Tree en aquel entonces. Supuso, además, una radicalización de una faceta que era el gran hallazgo de No-Man y que hacía que los críticos no encontraran una denominación adecuada para la música del grupo: un sonido cercano al ambient con unos textos llenos de melancolía y una música tierna y evocadora sin ningún complejo ni miedo a parecer por ello sentimentales. Atrás quedaban ya los escarceos con el rock progresivo de “Flowermouth” o los experimentos electrónicos de “Wild Opera”. Bastaba echar un rápido vistazo a la lista de músicos que participan en el disco para darse cuenta de la orientación del trabajo: Tim Bowness (voz), Steven Wilson (voces, guitarras, teclados y un poco de todo lo demás), Michael Bearpark (guitarra en el tema inicial), Stephen Bennett (órgano, platillos y ruidos varios), Ben Castle (clarinetes y flauta), Peter Chilvers (bajos), Roger Eno (armonio) y David Picking (trompeta, percusión y sonidos electrónicos en general).

Portada original del disco, con similar tema y distintos colores de la más reciente edición.

“Together We’re Stranger” – El disco aparece dividido en una suite inicial de cuatro temas encabezados por el que da título al trabajo. Comienza con una serie de ruidos que desemboca enseguida en un segmento ambiental muy agradable a base de sintetizadores que poco a poco deja paso al sonido del órgano y a unas guitarras atmosféricas. Es entonces cuando Bowness declama un breve texto. Suenan acordes de guitarra como sacados de una escena de David Lynch acompañando a otros sonidos más ácidos procedentes también de ese instrumento pero en un estilo claramente deudor del de Robert Fripp quien, no en vano, colaboró en trabajos anteriores del dúo. Con sonidos burbujeantes y un distorsionado clarinete se va despidiendo un excelente tema que enlaza sin solución de continuidad con el siguiente.

“All the Blue Changes” – La respiración del intérprete, probablemente a través del clarinete, se combina con el piano y una percusión muy básica para formar con el añadido del bajo el armazón sobre el que se construye la siguiente canción. Aparece la guitarra imbuida del espíritu rítmico de los U2 de “The Joshua Tree” anunciando una ruptura que nunca llega a producirse. En lugar de eso, se siguen sumando instrumentos, coros de mellotrón, etc. para terminar conformando un crescendo continuo de una intensidad que crece progresivamente.

“The City in a Hundred Ways” – Llegamos así a un interludio instrumental protagonizado por los clarinetes de Ben Castle que interpretan una melodía sutil, de estilo minimalista que nos recuerda en cierto modo a la obra maestra de Gavin Bryars: “The Sinking of the Titanic”.

“Things I Want to Tell You” – Cerrando la suite, tenemos el último corte en el que son las guitarras (y, probablemente el “autoharp”, instrumento muy del gusto de Wilson) las que se combinan de manera reposada y sutil sobre un fondo electrónico. Tim Bowness tiene así el entorno perfecto para entonar, más que cantar, sus particulares textos. Llegados a este punto, podemos ver la suite central del disco como una extensión de los discos de Bass Communion (proyecto ambient de Wilson) pero con la voy y las letras de Bowness, que lo convierten en algo muy especial.



“Photographs in Black and White” – La segunda parte del disco se acerca algo más a un pop convencional, siempre que tengamos claro que estamos hablando de dos artistas que pueden ser cualquier cosa menos convencionales. Lo cierto es que suena una guitarra acústica como la que podría tocar cualquier cantautor y la melodía que canta Bowness se ajusta por una vez a los tópicos estrofa-puente-estribillo e incluso cuenta con su solo instrumental por parte de Ben Castle. Es en este tema en el único que interviene Roger Eno al armonio (lo hace en otro corte más si compramos la versión más reciente que incluye temas extras en un DVD audio adicional). Tras la parte más o menos “normal” del tema, entramos en una espectacular coda final muy oscura y absolutamente maravillosa, hasta el punto de convertirse en uno de los momentos culminantes del disco.

“Back When You Were Beautiful” – De vez en cuando, No-Man nos sorprenden con baladas de una factura impecable como es ésta en la que Wilson hace algunos coros. La canción experimenta una evolución constante desde los primeros instantes en los que los teclados arropan (casi acunan) a la voz de Bowness hasta la segunda parte en la que se queda solo con la guitarra y un tramo final con coros angelicales y lo que parece un banjo dando la réplica al cantante.



“The Break-Up for Real” – Cerrando el disco tenemos la canción con mayor presencia del sello de Steven Wilson que toma muchos elementos de Porcupine Tree o Blackfield pero que se entiende mejor como un anticipo de los trabajos publicados más recientemente por el artista en solitario.

Cuando críticos de todo pelaje y filiación no se ponen de acuerdo a la hora de clasificar la música de una banda es que algo de especial hay en ella. En el caso de No-Man su música se ha etiquetado como proto-trip-hop, ambient, electro-pop, art-rock, dream pop, trip hop, synth-pop, post-rock, minimalism trance... lo que da una idea de lo inclasificable, en realidad, de su propuesta. El disco está disponible para su adquisición en los siguientes enlaces:

amazon.es

fnac.es

Nos despedimos con una versión en directo de "All the Blue Changes":


 

viernes, 3 de agosto de 2012

Roger Eno & Harmonia Ensemble - In a Room (1993)



Imaginamos que el peso de tener un hermano de la talla de Brian Eno hace muy complicado para un músico el escapar a las comparaciones y hacerse un hueco en el mundillo de la música por sí mismo. Si resulta que su primera incursión discográfica la hace, precisamente en un disco de Brian Eno, las sospechas sobre su verdadera valía surgen de forma casi inmediata, lo cual, al menos en este caso, es bastante injusto.

Y es que Roger Eno tiene una formación musical sólida y mucho trabajo detrás aunque no siempre orientado al mercado discográfico ya que, tras completar sus estudios, se dedicó durante un tiempo a la musicoterapia en un hospital. Sin embargo, con el paso del tiempo sus habilidades como compositor e instrumentista fueron requeridas por su hermano Brian para el disco “Apollo: Atmospheres and Soundtracks” en las que ambos músicos y Daniel Lanois hacen un excelente trabajo de música ambiental (no hagais mucho caso si encontrais en algún portal de internet tan importante como allmusic.com a Roger Eno en los créditos del tema “Quijote” del disco de Julio Iglesias, “Moments” ya que es un dato a todas luces erroneo). No sabemos si animado por la experiencia, unos meses después, Roger graba “Voices”, un LP de corte ambiental electrónico con protagonismo del piano en el que también colaboran Brian y Lanois. En ese mismo estilo ha grabado varios discos, alguno de los cuales es realmente magnífico pero queremos ocuparnos hoy de un disco diferente: se trata de “In a Room” grabado junto al conjunto de cámara italiano Harmonia Ensemble, formado por Orio Odori (clarinete), Damiano Puliti (cello) y Alessandra Garosi (piano).

El estilo del disco no tiene demasiado que ver con el de otros trabajos de Roger, acercandose más que nunca a corrientes contemporaneas como el minimalismo, especialmente a las versiones más asequibles y melódicas del mismo representadas por músicos como Wim Mertens. Es una suerte de música neoclásica con elementos impresionistas (muchas veces se ha comparado a Roger Eno con Erik Satie por la aparente simplicidad de sus melodías y ese toque afrancesado que las caracteriza). El compositor trabaja con temas cortos y formas musicales comunes como el vals, el tango o, incluso, la habanera (de nuevo la referencia a los impresionistas) y los hace propios.


Roger Eno en una imagen de la época del disco



“Classical Music for Those with No Memory (4th movement)” – Cada una de las composiciones del disco tiene una frase asociada en el libreto del CD con una breve descripción, estado de ánimo o comentario para que el oyente entre en situación y que añadiremos a continuación de cada título. En este primer tema el comentario es el siguiente: “una pieza que ya habías oído antes pero que habías olvidado”. Comienza con unas notas de piano que marcan la melodía principal y el ritmo de toda la composició. No tarda en aparecer el clarinete que actúa como refuerzo y como introductor del resto de melodías con el cello como sutil acompañante. Una compsición preciosa, en suma, que sirve para ponernos en situación ante lo que nos espera en los próximos minutos. Conviene señalar que la obra completa “Classical Music for Those with No Memory”, de la que aquí sólo tenemos el último movimiento, también está publicada como EP por los mismos intérpretes.

“Accordeon Music” – “Puede hacerse”. A pesar del título y como ocurre en todo el disco, la pieza está escrita para piano, clarinete y cello. Tampoco parece una música particularmente indicada para interpretarse con acordeón, salvo algunos pasajes concretos del clarinete, elemento melódico principal en una composición en la que el piano pone el fondo rítmico con esos grupos de  tres notas tan característicos de su autor, que suenan como los pizzicati en las cuerdas. Podeis oir un fragmento a continuación:



“Lyric” – “Un instante que o nunca podrás recuperar ni dejar ir del todo”. Primera pieza para piano sólo, que nos recuerda la delicadeza y fragilidad de las “gymnopedies” de un Erik Satie en muchos momentos.

“Interlude” – “Empieza a llover. Te abrigas y contemplas cómo la plaza pierde su color”. Por algún motivo, se ha relacionado siempre la música del citado Satie con la lluvia y el tono general de este interludio, completamente impresionista en su estilo, abunda en esa idea, especialmente por el comentario de su autor sobre la pieza. El único pero que le podemos poner al bueno de Roger hasta el momento es la brevedad de las composiciones, por todo lo demás, magníficas.

“A Moment” – “Contemplando una fotografía de la infancia, un momento recordado y perdido para siempre”. No cabe esperar un cambio de estilo radical en ningún momento del disco y por ello las referencias van a ser siempre las mismas. Si acaso en este nuevo sólo de piano encontramos mayor cercanía con Debussy, lo que también ocurre con la siguiente pieza.



“The Perfumed Garden” – “Anochece. El olor del hibisco lo llena todo. Un encuentro entre dos personas”. Tenemos que hacer notar aquí que, por algún motivo que se nos escapa, este tema fue eliminado en la segunda edición del disco, de 1999 aunque en el tracklist del CD sigue apareciendo por lo que el oyente encontrará que, aunque su disco refleje una lista de 16 temas, realmente contiene sólo 15. La composición, bien es cierto, no se encuentra entre las mejores de la colección siendo quizá la más romántica de todo el conjunto y aquella en la que los instrumentos se reparten los papeles de la forma más equilibrada, quizá con el piano en un segundo plano.

“The Dappled Wood” – “Comienzo del otoño. El sol se filtra entre las hojas agonizantes”. Otro de los tópicos referentes al impresionismo tiene que ver, precisamente con el otoño y Roger Eno nos da su visión del mismo con otra pieza en la que, de no ser por un par de apuntes del cello, estaríamos hablando de una nueva composición para piano sólo que continuaría con la linea marcada en todo el disco.

“A-Typical Waltz” – “Johann Strauss y yo coincidimos en una habitación. Estamos de acuerdo en algunas cosas pero termino por enfadarle”. Introducida por el piano, es cuando aparecen el clarinete y el cello cuando entramos en la sección más íntima de la composición, con un suave ritmo de vals que nos transporta a las orillas del Sena. El aroma francés de todo el disco es, a estas alturas, algo de lo que no es posible ya desprenderse.

“The First Eastern Promise” – “Una pregunta sin respuesta”. Continuando con la misma tónica del disco, Roger Eno nos propone este tema para piano muy evocador y tranquilo en el que el músico prolonga su relación con Satie.

“Spring River” – “Un río en calma de noche”. Una de las pocas piezas del disco con toques propiamente “ambient”, estilo con el que siempre se relaciona a su autor y en el que tan poco se ha movido en el disco que hoy glosamos. En cierto modo, sirve para marcar un pequeño cambio de tendencia en el CD.

“In a Room Where Nothing Happens” – “Abres la puerta de una casa desconocida. Todas las sillas están cubiertas de polvo. En esta habitación, el tiempo se detuvo”. Como parecía anticipar el corte anterior, aunque Debussy y Satie siguen como referencias principales, aparecen ya elementos más característicos del estilo de Roger como si quisiera guiarnos en un camino que iría del impresionismo a la música ambient que tanto tienen en común pero a las que tantas cosas diferencian también.

“An Excursion” – “Un viaje con el olfato como única guía”. Estilísticamente, volvemos al tema inicial, con el piano haciendo las veces de maestro de ceremonias y con un claro protagonismo cediendo de cuando en cuando la voz principal a sus acompañantes. A nuestro juicio, uno de los mejores momentos construido a base de tresillos (lo que es habitual en el autor) y de cuatrillos (lo que ya no lo es tanto).

“Slow Waltz” – “Sentado junto a un río, te dejas ir”. Siendo Satie una referencia común tanto a Roger Eno como a su hermano Brian y a su colaborador ocasional, Harold Budd, es precisamente a éste último al que nos recuerda, y mucho, la melodía de piano de este lento vals que encajaría sin demasiados problemas en discos como “The Pearl” que ya comentamos tiempo atrás.

“Alhambra” – “De noche en los jardines la luna forma sombras. Caminando entre el silencio imaginas los fragmentos de una melodía que sonó en este lugar tiempo atrás”. Los seguidores del Roger Eno más conocido (el de “Voices” o “Lost in Translation” lo encontrarán más que en ningún otro momento del disco en esta breve composición para piano. Quizá nos dejemos influir más de la cuenta por el título de la pieza pero por momentos queremos escuchar algún lejano apunte flamenco entre lineas.

“Translucent Tressillo” – “Una danza tan sutil que casi puedes ver a través de ella”. Es curiosa la querencia que suele mostrar Roger Eno por formas musicales tan ajenas, en principio, a los estilos más contemporaneos como la habanera o el tango. Éste sería un ejemplo del primero y el tema que cierra el disco lo sería del segundo. La relación con los impresionistas estaría aquí más diluída pero Roger mantiene los lazos con la música francesa acercandose ahora a Bizet.

“A Dance with No People (Aromatic Tango)” – “Una danza tan íntima que casi puedes olerla”. La única aportación como intérprete de Roger Eno al disco se produce en este tema que sirve de cierre en el que toca la percusión. Por lo demás, la composición respeta fielmente la linea del disco.

Tenemos que reconocer que cuando escuchamos por primera vez “In a Room”, nos vimos soprendidos por la tremenda calidad de un disco soberbio. Admiramos a Roger Eno desde tiempo atrás y en su disco de debut “Voices”, así como en el posterior “Between Tides” había música de un nivel considerable pero “In a Room” va un paso más allá y tiene un halo de trascendencia e intemporalidad superior.

Materiali Sonori es un sello italiano dedicado principalmente a la música contemporanea (en su catálogo hay obras de John Cage, Brian Eno o Wim Mertens, por poner tres ejemplos habituales en el blog). Su distribución es buena pero no tiene la capacidad de llegar a un público tan amplio como otros de sus competidores y esto puede tener mucho que ver con el hecho de que “In a Room” no suela citarse entre los mejores discos de Roger Eno cuando, en nuestra opinión, es uno de los más destacados. No entendemos por qué en la edición hoy disponible en tiendas del disco se ha suprimido un tema aunque siga mencionandose en los créditos y es una pena porque el interesado en hacerse con la original, se verá condenado a intentarlo en el mercado de segunda mano. Por nuestra parte, sólo queda recomendar encarecidamente el trabajo, a la altura de cualquiera de los que hemos tenido por aquí anteriormente de músicos de estilos cercanos como Wim Mertens, Yann Tiersen o Jean Philippe Goude sin ir más lejos. Podeis encontrar el disco en los siguientes enlaces: