Un lugar donde hablar de música y compartir opiniones con el único ánimo de ampliar gustos musicales y, acaso, descubrir nuevos artistas al eventual lector.
En los últimos tiempos, Philip Glass ha ido formando una especie de grupo de artistas de confianza que se encargan de dar forma e interpretar partes importantes de su repertorio. Entre los más recientes destacan los violinistas Tim Fain y Robert McDuffie, el pianista Anton Batagov o la violonchelista Wendy Sutter pero si hay una artista que está encargándose de revisar una gran parte del legado del artista norteamericano con el beneplácito del mismo, esa es la pianista Maki Namekawa. En el blog hemos comentado ya un par de grabaciones con Namekawa interpretando a Glass, incluyendo su versión de la integral de los estudios para piano pero desde entonces los lanzamientos se han ido sucediendo hasta llegar al que queremos comentar hoy.
Se trata de una grabación del sello Orange Mountain Music en la que se recogen las adaptaciones de dos de las más inspiradas bandas sonoras de Glass en estos últimos años: “The Hours” y “Dracula”. La particularidad del disco reside en su origen. Todo surge cuando Elías Arizcuren funda el Cello Octet Conjunto Iberico, una formación compuesta exclusivamente por violonchelistas que en poco tiempo se hizo un hueco en el panorama internacional consiguiendo grandes elogios por parte de compositores de la talla de Arvo Pärt, Cristobal Halffter, Mauricio Kagel o el propio Philip Glass. Una versión suya del un movimiento de la tercera sinfonía del músico norteamericano rebautizada como “Symphony for Eight” fascinó a Glass que desde entonces tuvo en mente escribir algo específicamente para el octeto. Comoquiera que esta pieza no terminaba de llegar, Arizcuren sugirió al músico la posibilidad de grabar una serie de arreglos para su formación de diferentes obras de Glass, propuesta que el compositor aceptó encantado. Acompañados de voces, sintetizadores y percusiones en algunos temas, el Cello Octet Conjunto Ibérico publicó “Glass Reflections” en 2002.
Con el tiempo, Arizcuren dejó la formación que continuó trabajando ya sin él al frente con el nombre de Cello Octet Amsterdam hasta volver a cruzar sus caminos con los de Philip Glass el año pasado grabando junto con Maki Namekawa un par de arreglos de Michael Riesman para piano y violonchelos de las bandas sonoras citadas unas lineas más arriba. La melancólica tesitura de este instrumento de cuerda es fantástica para interpretar la música de Glass y el contrapunto brillante del piano ofrece un contraste exquisito.
Maki Namekawa con el Cello Octet Amsterdam durante un concierto.
“The Hours” - Probablemente estemos ante la obra de Glass que más difusión ha alcanzado y también ante una de las que más versiones diferentes ha conocido. La banda sonora original estaba escrita para piano y orquesta con algunos fragmentos en los que interviene un cuarteto de cuerda. En su versión en disco, el pianista es Michael Riesman (no así en la música que suena en la película, donde quien toca es David Arch). Apenas dos años más tarde, el propio Riesman escribió un arreglo de la banda sonora completa para piano solo y poco después creó una “suite” de concierto en tres movimientos basada en la música de la película. Esta versión fue grabada por Riesman junto con la Stuttgart Chamber Orchestra en un disco que sólo se lanzó como descarga digital. La revisión de Maki Namekawa y el Cello Octet Amsterdam bebe directamente de ese arreglo y a lo largo de sus tres movimientos nos muestra lo mejor de una obra notable.
“Dracula” - La historia es similar a la anterior. Glass escribió la obra para el Kronos Quartet y la idea era que se interpretase en directo acompañando a la proyección de la película. Al igual que ocurrió con “The Hours”, un tiempo después Riesman grabó su propia transcripción al piano de la obra. A partir de ahí se suceden también los arreglos alternativos. El Carducci Quartet graba una “suite” con ocho de los cortes de la banda sonora y el pianista Bruce Levingston hace lo propio con otros cinco cortes de su elección. Sin embargo es otra selección del propio Riesman aparecida junto con la “suite” de “The Hours” en el antes mencionado disco digital la que sirve de base para la que escuchamos aquí (difieren solo en un tema).
Así pues, tenemos una grabación más con material ya conocido de Glass con la particularidad de que en esta ocasión son dos obras muy accesibles para cualquier persona por lo que sería un disco perfectamente recomendable para neófitos. Aprovechamos para comentar que, aunque el ritmo de publicación de Orange Mountain Music, el sello actual de Glass, es muy alto, en los últimos tiempos se nota una cierta repetición de material siendo muy pocos los discos compuestos por obras inéditas y no muchos más los que incluyen alguna pieza suelta que no haya sido publicada antes. No estamos pidiendo a un músico de 82 que mantenga la producción de cuando era más joven, ni mucho menos. De hecho su ritmo de estreno de obras nuevas sigue siendo asombroso. Lo que sí sería interesante es que desde su discográfica fueran dando salida a todas las obras que aún no han sido publicadas y que se cuentan por decenas. Esperamos ir escuchándolas poco a poco en próximos años. Hasta que llegue el momento nos toca disfrutar de lanzamientos como este, que no es poca cosa.
Se esperaba desde mucho tiempo atrás
una edición completa de los “estudios” para piano de Philip
Glass, expectativa que se remonta, al menos, a la fecha de la
aparición del primer disco conteniendo los 10 iniciales en cuyo
libreto se hablaba de la existencia de diez mas. En realidad, el
primer libro de estudios data de 1994 y contiene seis piezas, algunas
de las cuales fueron más tarde renumeradas. Como complemento, Glass
escribió tres estudios más y recuperó otra composición para piano
de la misma época que los primeros seis estudios de la colección.
En 2003 se completó el llamado primer volumen de la obra que fue
grabado por el propio músico y publicado en el sello Orange
Mountain mese después. Curiosamente, desde entonces aparecieron algunas
grabaciones de otros artistas, alguna en la propia discográfica de
Glass, en las que se recogían los seis estudios primigenios con la
numeración antigua. Quedaba pendiente un segundo volumen de la obra
con diez composiciones más que fue estrenado recientemente y
publicado a finales de 2014 con la interpretación de Maki Namekawa,
pianista que se mueve en el entorno artístico del músico y que ya
ha grabado varios discos con música de Glass.
Maki Namekawa
“Etude No.1” - Abre la compilación
un primer estudio de solemne comienzo que enseguida se transforma en
una cascada vertiginosa en las manos de la virtuosa pianista que
ejecuta una versión mucho más veloz e intensa que la que grabara el
propio Glass años antes. Namekawa posee también una expresividad y
musicalidad que sabe trasladar a la pieza convirtiéndola en una obra
muy diferente a la conocíamos en la interpretación del compositor.
“Etude No.2” - El segundo de los
estudios es una composición con muchas vidas ya que, antes de
convertirse en parte de la serie original de seis, en la que llevaba
el mismo número, fue una de las secciones del disco “Aguas da
Amazonia” en el que el grupo Uakti interpretaba música de Philip
Glass para un ballet de la compañía Grupo Corpo. Concretamente, la
titulada “Amazon River”. Tras ello, tuvo una segunda encarnación
en forma de composición para dos violines y orquesta bajo el nombre
de “Echorus”. En su versión para piano solo, es una placentera
pieza de discurrir lento que recuerda a alguna de las conocidas
“Metamorphosis” del propio autor.
“Etude No.3” - Continúa el primer
volumen de los estudios con el que abría la serie original de seis.
De nuevo, un comienzo enérgico sirve como introducción a las
peculiares series de arpegios y variaciones marca de la casa con una
Maki Namekawa especialmente brillante a la hora de transmitir toda la
fuerza de la composición. En ciertos momentos la música nos
recuerda al ciclo de canciones “Songs from Liquid Days” del
compositor pero sin que exista una correspondencia exacta con ninguna
de aquellas piezas.
“Etude No.4” - El estudio número
tres de la serie de seis originales ocupa aquí el cuarto puesto.
Continuando con la alternancia entre piezas rápidas y lentas, toca
ahora bajar de nuevo el ritmo, especialmente en la primera parte de
la composición. La segunda, por el contrario, sube las pulsaciones
en determinados segmentos que se van alternando con el inicial.
“Etude No.5” - Uno de los pocos
estudios, junto con el segundo, que conserva su posición con
respecto al la primera edición de los mismos es el quinto. Se trata
de una balada extremadamente lenta empapada de un profundo
romanticismo que perfectamente podría haber acompañado las imágenes
del “Drácula” de Tod Browning, musicalizado por Glass poco
después de la composición del estudio que es, a nuestro juicio, una
de las piezas más delicadas y emotivas escritas por el músico.
“Etude No.6” - Para ocupar el sexto
puesto en el primer volumen de sus estudios, Glass recuperó una
composición de 1994 titulada “Now So Long After That Time” en la
que realiza alguna leve variación, especialmente en el “tempo”.
La interpretación de Namekawa, más mecánica (en el buen sentido)
que la que el mismo Glass hace del tema es magnífica y transmite una
gran sensación de ritmo con una nitidez y limpieza que no es fácil
de conseguir.
“Etude No.7” - Escrito en 1999 ya
con la idea de completar una colección de diez estudios, muestra una
vez más la vena romántica que caracteriza la música para piano de
Glass mucho más que cualquier otra parte de su obra. La expresividad
de la grabación redunda en esa característica no siempre fácil de
apreciar en un músico al que se suele encuadrar bajo la etiqueta de
“minimalista”.
“Etude No.8” - Con una melodía muy
cercana a la banda sonora de “The Truman Show” o a su primo
hermano, el “Concierto Para Piano No.1” o “Tirol Concerto”,
el octavo estudio es de una gran belleza, uno de los más bellos, de
hecho, de todo el primer volumen y explica muy bien por qué Glass es
hoy uno de los músicos más imitados, incluso, por otros “grandes”.
“Etude No.9” - El “antiguo”
estudio número cuatro aparece aquí como el noveno en la numeración
definitiva. Se basa en una melodía obstinada que se repite casi
continuamente consiguiendo un efecto magnífico. A pesar de su
simplicidad y esquematismo, es otro de nuestros estudios favoritos
sin lugar a dudas. Un sencillo interludio separa sus dos partes que
no son más que dos variaciones sobre el mismo tema del comienzo. Una
delicia para cualquier seguidor del músico.
“Etude No.10” - Cerrando el primer
volumen de los estudios tenemos el mismo que cerraba en su momento la
serie original de seis. Se trata de una composición frenética,
desatada, un auténtico “tour de force” para el intérprete en el
que el ritmo se desencadena desde el primer momento y no baja en
intensidad a lo largo de los casi diez minutos de duración de la
pieza (abreviados aquí a apenas siete). En ese tiempo podemos
escuchar variados retazos de melodías que aparecen y desaparecen de
forma fugaz contribuyendo a la sensación de vértigo que domina toda
la obra.
“Etude No.11” - En 2005, el
pianista Bruce Levingston ofreció a Glass la posibilidad de escribir
un retrato musical del pintor y fotógrafo hiperrealista Chuck Close,
aquejado de hemiplejia, lo que no le impidió seguir con su carrera.
Glass compuso un retrato musical para piano en dos movimientos que
son incorporados al segundo volumen de estudios como los dos
iniciales, es decir, el undécimo y el duodécimo. El primero de
ellos es una compleja pieza de ritmo cambiante y melodías veloces
que se suceden una tras otras en el característico estilo de Glass.
“Etude No.12” - El segundo
movimiento de la obra se mueve por los territorios propios del Glass
clásico, con una serie de arpegios repetitivos sobre los que se
construyen variaciones muy sutiles. A pesar de datar de 2005, el
estilo es muy anterior, cercano a la época de “In the Upper Room”,
por ejemplo aunque puede haber una mayor variedad melódica en
determinados momentos. El ritmo, sin embargo, es el principal
protagonista de una obra obsesiva como pocas.
“Etude No.13” - Continuamos con el
Glass más mecánico, al menos durante los primeros instantes de la
composición, marcados por un ritmo constante que no parece anticipar
ningún despliegue melódico. Un error de apreciación por nuestra
parte ya que poco a poco la pieza se despliega como un abanico en el
que aparecen elementos jazzísticos y formas cercanas a Gershwin. Una
agradable sorpresa, sin duda.
“Etude No.14” - Como si de un
“ragtime” ralentizado se tratase, comienza un nuevo estudio en el
que asistimos a sorprendentes cambios. Sin previo aviso, da un giro
hacia una música a medio camino entre Debussy y Danny Elfman,
soñadora, fantástica e irreal a un tiempo. Un Glass diferente que
demuestra una versatilidad inesperada a estas alturas.
“Etude No.15” - En alguna ocasión
ha afirmado el compositor que admira a Schubert y que es una
referencia a la hora de enfrentarse a la música para piano. No hay
grandes similitudes entre la obra de ambos compositores, eso es
evidente, pero podemos encontrar puntos en común a pesar de la gran
distancia estilística existente entre los dos, al margen del hecho
de que tanto uno como otro nacieran un 31 de enero. Como ejemplo,
esta pieza en la que, aunque la paternidad de Glass es inequívoca,
algunos guiños y recursos parecen inspirados en el compositor
austriaco.
“Etude No.16” - Como característica
general, los estudios del “segundo volumen” parecen mucho más
elaborados que sus predecesores, con una mayor variedad temática y
una mayor exigencia para el intéprete. Lejos quedan las piezas casi
esquemáticas de Glass al piano como eran aquellas “Metamorphosis”.
La escritura del músico ha evolucionado notablemente sin que esto
quiera decir nada desde el punto de vista cualitativo. ¿Es mejor
ahora? Es diferente.
“Etude No.17” - Un ejemplo de lo
que decimos lo podemos encontrar en este estudio, temáticamente
próximo al estudio número 8 pero completamente diferente en cuanto
a la forma, mucho más compleja en este caso que en el anterior, con
una variedad en las melodías que va más allá de la clásica
variación “glassiana” cada ciertas repeticiones.
“Etude No.18” - Continuamos
“descubriendo” a un Glass más clásico que mezcla sabiamente una
inspiración gótico-romántica con su habitual modo de componer para
crear música ajena a un momento histórico concreto. En una
simplificación muy injusta pero que creemos que sirve para entender
lo que queremos decir, se diría que Glass (junto con otros) creó en
su momento un sistema que revolucionó la música de las últimas
décadas y ahora se dedica a crear piezas que puedan perdurar por sí
mismas, al margen del sistema.
“Etude No.19” - Las fechas en las
que Glass trabajaba en el último grupo de estudios (los que van del
17º al 20º) coinciden con la colaboración de Glass con Leonard
Cohen para poner música al poemario del canadiense titulado “The
Book of Longing”. Encontramos ciertos puntos en común entre este
estudio y alguna de las composiciones que surgieron de aquel
encuentro que algún día aparecerá por aquí. No se trata de una
mera revisión o adaptación puesto que el estudio tiene entidad
suficiente para existir al margen de su origen, que por otra parte,
es una suposición nuestra.
“Etude No.20” - Un poco más atrás
apuntábamos cierta relación entre la obra de Debussy y alguno de
los estudios, algo que nos parece apreciar también aquí (con un
poco de Satie en menor medida). De nuevo estamos ante un Glass
diferente y, en este caso en concreto, casi irreconocible bajo un
nuevo traje neo-impresionista si se nos permite el término.
Fue toda una sorpresa (no es raro que
hayamos utilizado tanto el término) escuchar el segundo volumen de
los estudios para piano de Philip Glass. Parece como si se hubiera
establecido una frontera entre el primero, en el que el músico
aportaba una serie de piezas de gran factura que cualquiera
identificaría como suyas sin titubear y el segundo, en el que el
músico se transforma por completo, se abre a otras formas de
componer en las que puede prescindir del armazón “minimalista”
casi por completo y seguir escribiendo una música maravillosa. No es
una evolución brusca y cualquier seguidor la habrá podido apreciar
en sus conciertos, sus sinfonías o sus obras recientes de cámara
pero la posibilidad de confrontar los dos volúmenes de sus estudios
nos parece que retrata de forma evidente ese cambio. ¿Preferimos al
Glass de siempre o a este? Preferimos por principios a un músico que
no se estanque frente a uno más conservador. Si, además, nos da
argumentos de la altura de los ofrecidos en estos estudios, no
podemos pedir mucho más. Si sólo vais a comprar un disco en los
próximos meses, deberíais tener en consideración la posibilidad de
que fuera este. Dudo que os decepcione.
Aprovechando la reciente entrada sobre “Les Enfants Terribles”, ópera cuya partitura intrumental está íntegramente escrita para pianos, le echamos hoy un vistazo a la faceta de Glass como compositor para ese instrumento. Hoy resulta raro comprobar cuando repasamos la trayectoria del músico, como la música para piano sólo no pareció interesarle demasiado. Sus primeras obras escritas para el instrumento datan de 1988 cuando compuso la serie de cinco piezas “Metamorphosis” junto con la composición “Wichita Sutra Vortex”. No fue hasta unos años después, cuando, a sugerencia del pianista y director Dennis Russell Davies, Glass decide ampliar su repertorio pianístico escribiendo una serie de estudios. Los primeros seis fueron completados en 1994 y revisados y ampliados postriormente hasta hacer un primer volúmen de diez.
Este escasez de material del músico para piano sólo ha sido paliada en los últimos años gracias a un buen número de transcripciones de distintas obras suyas realizadas por su estrecho colaborador Michael Riesman con lo que el repertorio de música para piano actualmente disponible del compositor norteamericano es bastante extenso y propicia la aparición de nuevos discos de distintos intérpretes con cierta regularidad.
El disco que tenemos hoy aquí nos ofrece un estreno absoluto, una revisión de piezas clásicas y una transcripción de una obra originalmente escrita para orquesta de cámara con lo que nos encontramos ante una visión muy completa de la obra pianística de Glass. Publicado en 2009 en el sello Orange Mountain Music, surge a raiz de un encargo del Festival de Piano del Ruhr. A sugerencia del citado Dennis Russell Davies y la también pianista Maki Namekawa, el festival decidió encargar al músico una obra para la edición de 2008. Esa pieza, junto con otras dos, integra el contenido del CD que os recomendamos hoy.
Los intépretes en un recital reciente.
El disco se abre, precisamente, con “Four Movements for Two Pianos” (2008). Interpretada en directo en un recital en Essen el 7 de julio de 2008 por los anteriormente mencionados Russell Davis y Namekawa, la pieza tiene una cierta relación con la música de la ópera “Les Enfants Terribles” por cuanto ambas obras están escritas para varios pianos. A lo largo de los cuatro movimientos podemos ver cómo Glass prosigue con la búsqueda de nuevos juegos de armonías a lo largo de un proceso totalmente personal con la introducción de ciertas notas que, a primera vista suenan “equivocadas” pero que pronto se muestran como realmente integradas en el nuevo esquema del músico. Otra novedad es la ruptura de los roles habituales de los intérpretes en las obras para dos pianos. Lo normalmente aceptado es que cada uno de ellos se encargue de un cierto rango de notas del instrumento. No es así en el caso de esta obra en la que los dos pianistas tienen total libertad para intercambiar sus roles a voluntad. A continuación podeis escuchar el primero de los cuatro movimientos:
El segundo bloque del disco lo componen los seis estudios originales escritos por Glass en 1994 y están interpretados por Dennis Russell Davies. En palabras de su autor, los estudios se compusieron con la doble intención de aumentar el repertorio para los recitales de piano sólo que Glass da ocasionalmente y también para profundizar en la técnica pianística, a modo de ejercicio práctico. En cualquier caso, alguno de los estudios como el Nº2, no son sino arreglos de obras anteriores del músico.
El cierre del trabajo lo ponen tres piezas pertencientes a la banda sonora de la película “Las Horas”. Escrita inicialmente para piano, orquesta de cuerdas, arpa y celesta, el éxito de la película y de la banda sonora hizo que Michael Riesman, uno de los más antiguos colaboradores de Glass, escribiera unos arreglos en forma de concierto para piano y orquesta. Poco después, recibió el encargo de adaptar algunas de las piezas de la banda sonora para piano como material de práctica para estudiantes de piano de grado intermedio. Fue en ese momento cuando Riesman decidió escribir los arreglos de toda la banda sonora, que fueron publicados en su correspondiente CD en 2004. Maki Namekawa interpreta en éste disco tres de esos arreglos, concretamente las piezas “Morning Passages”, “Escape!” y “The Poet Acts”.
Resulta paradójico el contraste entre el escaso volúmen de música para piano escrita por Glass cuando la comparamos con el grueso de su obra y la gran cantidad de grabaciones distintas que han ido apareciendo en los últimos años de estas composiciones a cargo de distintos pianistas de todo estilo y procedencia. No cabe duda de que la música de Glass se adapta perfectamente a las características de un instrumento como el piano y no podemos dejar de recomendar a nuestros lectores que se acerquen, si no lo han hecho ya, a esta parte del repertorio del músico.
Si decidís empezar ese acercamiento con este disco que hoy os comentamos, teneis a continuación un enlace para adquirirlo: