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miércoles, 29 de julio de 2015

Puck Fair - Fair Play (1987)



Antes de formar parte de Nightnoise, Brian Dunning tenía un grupo de música jazz en Nueva York llamado Puck Fair. A pesar de que la banda sigua activa en nuestros días, sólo disponemos de dos discos publicados por el flautista bajo ese nombre en los más de 30 años que hen pasado desde que el grupo se juntó por primera vez. Dunning, dublinés de nacimiento, es un de los más grandes flautistas de su generación lo que le permitió estudiar con los mejores, entre otros, con el legendario James Galway aun en Irlanda. En aquel tiempo, se convirtió en el primer músico de jazz en obtener una beca del Irish Arts Council, lo que le permitió completar su formación en el Berklee College of Music en Boston. Tras finalizar sus estudios tocó con los mejores representantes de estilos muy diversos, desde Van Morrison hasta Jaco Pastorius probando suerte incluso como solista de orquesta con directores como el mismísimo Stockhausen.

En 1984 formó Puck Fair junto con otros colegas pero la banda nunca tuvo una formación demasiado estable. Fue algo después, cuando Dunning se incorporó a Nightnoise en 1986 cuando se decidió a grabar por primera vez en solitario bajo ese nombre aunque realmente, no podemos considerar a este primer Puck Fair discográfico como una banda real ya que su vida se limitó a la grabación de un disco, el que comentamos hoy, titulado “Fair Play”. Durante varios meses de 1986, Dunning se unió a Mícheál Ó Domhnaill, Billy Oskay y Tríona Ní Dhomhnaill para grabar “Something of Time”, primer disco de Nightnoise como cuarteto. En diciembre de ese año, concluído aquel trabajo, Dunning reclutó a Mícheál y Billy para grabar su primer disco, de sonoridad por fuerza cercana a la de los propios Nightnoise pero con un toque más jazzistico. Junto a las flautas de Brian Dunning, podemos disfrutar en el trabajo de la guitarra y el tin whistle de Mícheál Ó Domhnaill, el violín y la viola de Billy Oskay (también productor del disco), las percusiones de Tommy Hayes y el piano de Gordon Lee en un par de cortes.

Brian Dunning


“Stepping Stone / Ken's Comb” - El comienzo del tema podría pertenecer a cualquier disco de Nightnoise, especialmente por lo inconfundible de la guitarra de Mícheál. El “bodhran” de Tommy Hayes marca las primeras diferencias importantes y sienta las bases para la primera intervención de Brian Dunning a la flauta, soberbio como de costumbre completando así la participación de los tres autores de la pieza en su ejecución. La segunda parte de la misma, es una composición del músico irlandés Mike Nolan.

“Doll's Waltz” - A base de juegos entre distintos tipos de flautas construye Dunning esta excelente pieza en dos partes, la primera, suave y lenta se centra en los citados juegos mientras que la segunda, marcada por la sección rítmica de O' Domhnaill y Hayes, con Dunning ya en la flauta travesera, nos muestra su faceta improvisadora partiendo de aires tradicionales.



“McMinimal's Reel” - Especialmente brillante se muestra el flautista en esta mezcla de música tradicional y minimalista en la que guitarra percusión y piano aportan un ritmo frenético en el que Brian Dunning se siente como pez en el agua. Una composición magistral no demasiado lejana alguna de las que Tríona Ní Dhomhnaill solía componer para Nightnoise en aquellos años.



“Spanish Arch / A Waltz, B Reel” - Segunda pieza del disco firmada por el trío central de músicos y también la más larga del trabajo. Hay algo de ritmo flamenco en la base del primer tema a cargo de Tommy Hayes y parece que también Mícheál quiere acercarse algo al género con la guitarra pero con un respeto que evita que caigan en el ridículo tan habitual en estos casos. El segundo motivo se convirtió poco después en un clásico del repertorio de Nightnoise bajo otro título en el disco “Shadow of Time”. Tras él escuchamos brevemente otra pieza recuperada con posterioridad en ese mismo disco antes de entrar en el tramo final, con una mezcla de jazz y folk brillante como pocas seguida de una melodía arrebatadora en la que escuchamos al mejor Dunning, con esa épica que más tarde derrocharía en sus discos en compañía del sintesista Jeff Johnson. Un breve retorno a la melodía anterior sirve para cerrar una de las mejores piezas, sin discusión, de todo el trabajo.



“Paddy's Green Shamrock Jungle” - Tommy Hayes firma con Dunning el siguiente corte y se nota. La percusión es la principal protagonista del mismo a través de una combinación de ritmos y sonidos verderamente interesantes. Hayes es uno de los más grandes percusionistas en su género como ha demostrado en todo tipo de discos, incluyendo alguno propio que aparecerá por aquí en su momento.

“Moondance” - Se atreve ahora Dunning con un clásico de esos a los que es un reto acercarse: “Moondance” de Van Morrison. Lo que hace el flautista con la composición es absolutamente magistral: la desviste de toda la carga de ritmo y fuerza del original en los primeros minutos en los que suena como una suave balada para desatar en el tramo final todas las diabluras de uno de los temas insignia del León de Belfast. En este segmento, la canción podría pasar por un tema tradicional irlandés sin demasiadas complicaciones. El sector final es, quizá, el más personal y aquel en el que el flautista lleva la pieza a su terreno favorito, el del jazz, transformandola hasta dejarla irreconocible en algún momento. Se nos acaban los calificativos con una versión tan rica como esta.

“3x4” - Si en el anterior corte era el Dunning arreglista e intéprete el que se mostraba en estado de gracia, aquí es el compositor, con una melodía magnífica que le permite improvisar entre cada repetición de un modo casi inapreciable. Oskay interviene con algunos toques “country” al violín en determinados momentos sin interferir en absoluto con el resto de la pieza que es, como todo el disco, una verdadera joya.

“The Cur” - No se prodiga demasiado con la flauta de pan nuestro músico pero cuando lo hace, consigue que no suene trillada, incluso en piezas lentas como esta en la que es la única protagonista durante muchos minutos. Ya en la segunda parte aparecen el piano y la percusión para ayudar a dar forma a la melodía que comenzó a desarrollarse en el solo inicial.

“Time O' Night” - Concluye el disco con la pieza más breve. Dunning ejecuta una lenta melodía con aire de canción de cuna que evoluciona son suavidad acompañada del sutil armonio ejecutado por Billy Oskay.


Es posible que cuando se grabó “Fair Play”, Brian Dunning tuviera en mente comenzar una carrera más o menos firme bajo el nombre de Puck Fair. El disco “Something of Time” de Nightnoise era un proyecto más que nada hacía indicar que fuera a ir mucho más allá en el tiempo. Sin embargo, ese trabajo fue muy bien acogido, Dunning pasó a formar parte del cuarteto de forma definitiva y Puck Fair quedó apartado indefinidamente. Un tiempo después, surgió otro proyecto paralelo en el que el flautista formó equipo con Jeff Johnson y juntos lanzaron varios trabajos de modo simultáneo a los de Nightnoise al principio y, tras la desaparición del grupo, ya como principal vía de expresión de las inquietudes musicales de Brian Dunning. En 2008 reapareció Puck Fair con una formación completamente distinta a la que intervino en “Fair Play” por motivos obvios: Mícheál Ó Domhnaill había fallecido tiempo antes. En los meses previos a esa segunda grabación, el nuevo grupo tuvo una notable actividad acompañando a otros músicos y llegaron a participar en un concierto homenaje a Mícheál Ó Domhnaill cuya publicación en disco estaba prevista pero aún no ha tenido lugar. Trataremos de seguir la pista al flautista aunque su actividad se ha alejado mucho de la primera fila (siempre hablando de músicas minoritarias) que llegó a ocupar en los momentos más populares de Nightnoise.

domingo, 29 de junio de 2014

Alasdair Fraser & Paul Machlis - The Road North (1989)



El primer disco del dúo formado por Alasdair Fraser y Paul Machlis fue maravilloso por lo que superarlo parecía un reto de dimensiones colosales. Lo consiguieron. Recordemos que aquel “Skyedance” fue la primera referencia de Culburnie Records, sello tutelado por el propio Fraser y nos regalaba una combinación exquisita de música tradicional escocesa, arreglos clasicistas y algún elemento de jazz. El violinista grabó poco después otro disco a dúo, en este caso con el guitarrista Jody Stecher como compañero que llevó por título “The Driven Bow” pero el maravilloso “Skyedance” llamó la atención de un sello algo mayor de la que hablamos recientemente como era Narada. A través de su división de “world music”, por definirla de un modo más o menos convencional, Sona Gaia, el sello norteamericano llamó a la puerta de Fraser y Machlis para que éstos grabasen el que sería su segundo disco.

No se escatimó en recursos y se consiguió la colaboración de estrellas de la competencia más directa como sería Windham Hill en las figuras del guitarrista de Nightnoise, Mícheál Ó Domhnaill, el percusionista Tommy Hayes (quien ya aparecía en el primer disco de Fraser y Machlis), por último, del también violinista y fundador de Nightnoise Billy Oskay que se limitaría a cuestiones técnicas y de producción sin interpretar ni una nota en el disco. El trabajo se iba a grabar en los estudios Nightnoise en Portland con lo que la garantía de calidad sonora y, quizá más importante, el perfecto conocimiento del tipo de música que tenían entre manos estaba asegurado. Completa el plantel del disco el bajista Glen Moore, músico afincado en Portland pero con un currículum que desmiente a cualquiera que piense que se eligió a un artista local para rellenar: fundador de Oregon, había grabado con Ralph Towner para ECM, el Paul Winter Consort, Dave Holland o Paul Bley.

Como ya había ocurrido en “Skyedance”, las composiciones estaban muy equilibradas entre las propias de los miembros del dúo, las de procedencia tradicional y las firmadas por otros músicos, desde los contemporáneos como el norteamericano de ascendencia escocesa Jerry Holland, nacido apenas tres años antes que Fraser, Dave Richardson, acordeonista inglés miembro de Boys of the Laugh, hasta clásicos como el violinista escocés de finales del S.XIX y comienzos del S.XX, J. S. Skinner o, remontándonos aún más atrás, William Marshall, a caballo entre el S.XVIII y el XIX.

Portada alternativa del disco para una reedición posterior.


“Laughing Wolf / Mountain Madness” – Abre el disco un set de dos temas escritos respectivamente por Machlis y Fraser. El primero es una alegre tonada en la que el piano marca el ritmo mientras el violín ejecuta una melodía de inequívoco sabor celta. La percusión de Hayes, un auténtico maestro en ese arte, es equilibrada y complementa perfectamente al dúo. El tema de Fraser es un prodigio de energía y saber hacer en el que Alasdair combina sus dos instrumentos, violín y viola, a la perfección. La intervención de Ó Domhnaill a la guitarra nos lo muestra como el dominador perfecto del instrumento a la hora de llevar la parte rítmica de cualquier composición.

“Traditional Gaelic Melody” – Machlis ejecuta esta melodía tradicional al piano con el único acompañamiento, en primera instancia, del bajo hasta que aparece Fraser añadiendo el puntito de magia necesario para transformar un bonito tema en algo real mente excepcional gracias a un magnífico dúo violín-viola posible gracias al trabajo en el estudio de grabación.



“Tommy’s Tarbukas” – Sin solución de continuidad, el suave aire anterior enlaza con una exuberante melodía llena de ritmo que Fraser compuso en honor de Tommy Hayes. Ciertamente en los primeros minutos de la misma son ambos músicos los que cargan con el peso de la pieza asumiendo el rol de acompañante Machlis al piano. Es este una de los mejores momentos de todo el trabajo sin lugar a dudas, en el que podemos comprobar hasta dónde llegan las capacidades de los intérpretes.

“Bennachie Sunrise / Willie’s Trip to Toronto” – El sensacional bajo de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su primera parte y de Glen Moore abre el siguiente corte, obra de Machlis en su primera parte y de Jerry Holland en la segunda. La pieza de Machlis en un aire lento en el que Fraser demuestra por qué es, quizá, el gran violinista de la música celta, con una expresividad y un virtuosismo que se nos antojan inalcanzables por cualquier otro intérprete en su género. Machlis se reserva una preciosa parte de piano que anticiparía lo que escucharíamos un poco despúes en sus discos en solitario. La segunda parte, como es habitual en este tipo de “sets” contrasta en cuanto a ritmo con la primera, siendo en esta ocasión mucho más rápida e incorporando más elementos rítmicos como el bodhran de Tommy Hayes y la guitarra de Míchéal Ó Domhnaill.

“Slow Train” – Llegamos así al único tema de todo el disco firmado en tu totalidad por Paul Machlis. Consiste en una introducción de piano con un ligero aire balcánico cuya melodía se repite un par de veces antes de saltar de las teclas al violín. Las partes de bajo, magníficas en todo el disco, son sutiles pero imprescindibles en temas como éste, especialmente cuando los músicos van entrando en calor y la música se acelera. En la segunda mitad de la pieza, las similitudes con el sonido de Nightnoise, especialmente en la etapa en la que Billy Oskay era miembro de la banda, son notables lo que nos recuerda la presencia en el disco de dos de los integrantes de aquel grupo aunque en este caso Ó Domhnaill no llegue a intervenir.

“Invercassley Falls / Trip to Ballyshannon” – Segundo set conformado por una pieza de Machlis y otra de Fraser. La primera y más lenta parece escrita para mayor lucimiento del violinista quien luce especialmente a dúo con Glen Moore. El tema que completa la dupla es una danza de aire tradicional en la que Fraser se encuentra particularmente cómodo y donde podemos disfrutar de una gran sección rítmica a cargo de Ó Domhnaill y Hayes.

“Calliope Housel / The Cowboy Jig” – Llegamos así a uno de los grandes momentos del disco con Alasdair Fraser interpretando una tonada de Dave Richardson que se ha convertido en un clásico del repertorio del violinista (no falta en sus conciertos y la ha vuelto a grabar para algún disco posterior). Machlis acompaña a los sintetizadores, algo no muy habitual en el disco, y Hayes vuelve a lucirse a las percusiones, en especial en la segunda parte de la pieza, de origen tradicional.

“Bovaglie’s Plaid” – Si hay un músico por el que Fraser siente una admiración sin límites, ese es J.S. Skinner, autor de la que es una de las más bellas melodías de todo el disco. Se trata de una pieza exquisita, emocionante hasta decir basta, en la que nuestro violinista favorito hace una interpretación conmovedora. Los arreglos de sintetizador de Machlis, exclusivamente como fondos, no hacen sino resaltar el carácter excepcional de la obra de Skinner.



“The Banks of Spey / Brenda Stubbert’s Reel” – Una pieza de William Marshal combinada con otra de Jerry Holland nos acercan al final del disco. Quizá la primera de ellas sea la mejor, por sentarle como un guante al estilo más agresivo de Fraser, acompañado por el no menos enérgico piano de Machlis aunque el “reel” con el que se resuelve el “set” no resulta menos inspirado, especialmente por la aportación de los ritmos del dúo Hayes-Ó Domhnaill.

“The Road North” – Cerrando el disco, escuchamos otra pieza maravillosa escrita por Fraser y que se convierte en la despedida perfecta. Comienza con un lamento de violín que nos hace vislumbrar la clásica imagen del gaitero entre la niebla, tocando su música en la cima de un acantilado. No se puede tocar mejor el violín de lo que lo hace Alasdair en esta composición con aire de himno y que, dentro de su solemnidad, revela a un músico en estado de gracia.

Aunque la colaboración entre Fraser y Machlis no terminó aquí, lo cierto es que “The Road North” fue el último disco que firmaron a dúo si excluimos el primer volumen de la colección de Fraser “Legacy of the Scottish Fiddle”. Ambos músicos han colaborado en los discos de su colega y formaron Skyedance, supergrupo de música celta del que a buen seguro hablaremos por aquí más adelante. Disfrutemos por ahora de su legado como pareja artística en forma de dos discos exquisitos. Si “The Road North” ha despertado vuestro interés, está disponible en los enlaces de siempre.

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Nos despedimos con el dúo, reforzado por la violonchelista Natalie Haas interpretando en directo un set de piezas encabezado por "Calliope Housel".

domingo, 8 de diciembre de 2013

Nightnoise - At the End of the Evening (1988)



Tiempo atrás dedicamos una serie de entradas a Nightnoise quedándonos sólo un disco de su primera etapa por reseñar por lo que creemos que ha llegado el momento de reparar esa omisión hablando hoy del que fue el segundo disco de la banda (o el tercero si consideramos como el primero el que grabaron Mícheál Ó Domhnaill y Billy Oskay a duo en 1984).

Recapitulemos un poco para los menos familiarizados con la banda. El guitarrista Mícheál Ó Domhnaill era uno de los grandes músicos del panorama celta irlandés y miembro de una formación fundamental como fue la Bothy Band. Tras la separación de ésta, grabó algunas cosas en colaboración con otros músicos, en especial con el violinista Kevin Burke, también miembro de la Bothy en su momento. Ambos deciden trasladarse a los Estados Unidos en busca de un mercado mayor y las circunstancias ponen a Mícheál en contacto con otro violinista llamado Billy Oskay, ajeno por completo a la música celta. Juntos graban un primer disco para el sello Windham Hill y deciden ampliar la colaboración fundando Nightnoise y ampliando el grupo a cuarteto con la adición de Tríona, pianista, cantante y hermana de Mícheál y del flautista, también irlandés, Brian Dunning. Constituídos ya en cuarteto grabaron “Something of Time”, un disco fascinante que tuvo su revisión aquí en su momento.

No transcurrió mucho tiempo entre la publicación de “Something of Time” y este “At the End of the Evening” que empezó a grabarse a finales de 1987. Un rápido vistazo a los créditos del disco nos da sobrados motivos para suponer que el recién reunido cuarteto utilizó fundamentalmente material de sus dos miembros fundadores en el primero de los dos trabajos, siendo las incorporaciones de Brian Dunning y Tríona Ní Dhomhnaill un apoyo básicamente instrumental y, en un pequeño porcentaje, creativo (firman sólo una pieza cada uno). Publicado el disco, el grupo empieza a funcionar como tal aportando todos sus miembros sus propias piezas de modo que en “At the Ende of the Evening” es Tríona la que firma un mayor número de composiciones (cinco) aunque el resultado es muy equilibrado. Mícheal firma tres temas más y uno a medias con Billy Oskay quien aporta otras dos piezas propias, las mismas que Brian Dunning. Billy Oskay interpreta violín, viola y teclados, Mícheál Ó Domhnaill guitarras, teclados y tin-whistles, Brian Dunning flautas y Tríona Ní Dhomhnaill interpreta teclados, tin-whistles y acordeón además de cantar en uno de los temas.

Imagen de la banda sacada de la página-homenaje a Mícheál Ó Domhnaill

“Windell” – Piano y guitarra construyen la base a partir de la que se incorporan, de la forma más natural concebible, el resto de instrumentos. La melodía comienza a ser presentada por el violín de Oskay pero enseguida acude para reforzarla la flauta de Brian Dunning. Es la única pieza del disco firmada a dúo por Mícheál Ó Dhomhnaill y Billy Oskay y se nota en el inconfundible estilo que teñía los temas de ambos en los discos precedentes. En suma, hablamos de una composición deliciosa en la que no podemos dejar de destacar la preciosa coda de flauta que aparece en los instantes finales.

“Of a Summer Morn” – Una clásica introducción de órgano tan habitual en las composiciones de Mícheál abre una pieza excelente. Los tin-whistles suenan a lo lejos, como tras una espesa bruma y comienza entonces una melodía de sintetizador que apoya a la guitarra del propio Mícheál. Escuchamos entonces la viola de Oskay esbozando unas notas apagadas a las que se une la flauta que nos acompañará en el placentero discurrir de la pieza hasta su conclusión.

“Hugh” – Es el turno de Tríona Ní Domhnaill y su piano con una composición preciosa y muy inspirada que sirvió de cortinilla para algún programa televisivo cuyo título no recordamos ahora. En la primera mitad de la pieza apenas escuchamos el acompañamiento de la guitarra pero, mediada la misma, aparecen el resto de miembros de Nightnoise para firmar uno de los mejores momentos del disco con un leve aire tradicional muy característico.

“Jaunting” – Para terminar con las “presentaciones” faltaba una composición de Brian Dunning así que ya sabemos de quién es el turno en este momento. Tras una introducción breve llegamos a la melodía principal, ciertamente inspirada y de un cierto aire clasicista. Quizá sea Brian el miembro del grupo con una mayor tendencia hacia la música “culta”, no sólo en cuanto a las melodías sino también en la forma de estructurar las composiciones y las intervenciones de cada uno de los instrumentos en las mismas. Éste es un buen ejemplo de eso que afirmamos.

“The Courtyard” – Volvemos a Billy Oskay en el que es uno de los temas más impresionistas del disco. Muy pausado, casi diríamos otoñal, reflejo fiel de la personalidad del violinista que nunca quiso destacar demasiado y, quizá por ello, cuando dejó el grupo se apartó también en buena medida de la composición y la interpretación dedicándose a la producción para otros en su estudio.

“Bring Me Back a Song” – Llegamos a uno de los grandes momentos del disco con una magnífica composición de Mícheál en dos partes, una inicial de órgano a modo de introducción y tras la que llega la guitarra marcando un ritmo casi marcial sobre el que se despliega una melodía maravillosa a cargo de la flauta de Brian Dunning acompañada poco después por el acordeón de Tríona. La segunda parte, más lenta, incorpora una melodía de procedencia presumiblemente tradicional que ya aparecía en un disco en solitario de la hermana de Mícheál bajo el título de “Here’s to All True Lovers”.



“Snow on High Ground” – Precisamente Tríona firma las dos siguientes composiciones del disco. Ésta primera, interpretada casi exclusivamente por ella al piano, sintetizadores y voces es una pieza misteriosa y evocadora que sirve como perfecta transición hacia el que, en nuestra opinión, es el momento culminante del disco.

“At the Races” – Probablemente la pieza de Nightnoise con elementos más claros para convertirse en un “hit”. Tenemos una melodía pegadiza y repetitiva de piano que, ayudada por el ritmo imprimido por la guitarra sirve como base para una serie de intervenciones de Brian Dunning a la flauta y Billy Oskay al violín, realmente inspiradas en un duelo interpretativo fuera de lo común. Imprescindible.



“Forgotten Carnival” – La segunda pieza firmada por Dunning comienza como un inocente vals al acordeón que adopta la forma de una canción infantil a nuestros oídos y quizá no andemos muy desencaminados si atendemos al título de la pieza. La segunda parte de la misma abandona esa forma y se asemeja más al final del tema anterior con la flauta (de pan, en este caso) alternándose con el violín mientras piano y guitarra marcan el ritmo, sólo para volver al vals del comienzo en los instantes finales.

“The Cuillin Hills” – Ese mismo aire de vals como perdido en el recuerdo de una época pasada es el que domina en una de las piezas con mayor sabor tradicional de todo el disco firmada por Tríona. Deliciosa como todo lo que apareció bajo el nombre de Nightnoise.

“Her Kansas Sun” – Última pieza de Oskay en el disco conservando las esencias del sonido de la banda de los dos primeros trabajos y que, como empezabamos a comprobar en este disco, estaba dejando su sitio a un estilo más complejo y rico poco a poco.

“End of the Evening” – Aún quedaba una pequeña sorpresa por escuchar en este disco y llegaba en sus últimos minutos: los dos primeros discos de Nightnoise habían sido instrumentales y la voz aparecía en contadas ocasiones pero nunca con letra y en forma de canción. Tríona rompía esa tendencia aquí recordando los tiempos de la Bothy Band o sus trabajos en solitario para cantar una suave balada con su voz que, sin ser la más dotada y melodiosa del universo celta, ni mucho menos, cumple con su cometido siempre que se la necesita.

“The Swan” – Cerrando el disco tenemos la última pieza de Mícheál Ó Dhomhnaill en la que guitarra y órgano se presentan en una combinación perfecta para allanar el camino a las flautas en un tema melancólico que contiene toda la esencia del sonido de Nightnoise.

En muchos sentidos, “At the End of the Evening” es el disco más completo de Nightnoise; perfectamente equilibrado, cuenta con un par de piezas inolvidables y de una energía especial que hacen que muchos se inclinen por éste trabajo a la hora de escoger el mejor de la banda. Aunque en nuestras preferencias siempre tendrá un lugar especial “Something of Time”, según el día podemos llegar a apreciar este trabajo tanto o más que aquel. Estamos hablando de uno de esos discos que podemos recomendar sin temor a decepcionar al lector que se decida a dar el paso y hacerse con él. La mayoría de los discos de los ochenta de Windham Hill están descatalogados hoy (salvo las continuas reediciones de los discos “estacionales” de George Winston y alguna que otra referencia más). Por ello, no es fácil encontrar este disco a buen precio. Os proponemos un par de opciones.




Nightnoise fue un grupo especial. Nunca fueron estrellas, ni siquiera dentro del sello Windham Hill y tampoco tuvieron una repercusión especial en cuanto a ventas. De hecho, tenemos la impresión de que, al margen de su Irlanda natal, quizá fue España el país en el que obtuvieron un éxito mayor. Hace más de 15 años ya desde la publicación de su último disco pero en la memoria de los buenos aficionados siempre habrá un lugar para el cuarteto. Los que les hemos disfrutado, sabemos que eran muy grandes. Por suerte, sus discos están ahí y todos podéis incorporaros aún al grupo de sus seguidores. No hay otro grupo igual.

martes, 23 de octubre de 2012

Nightnoise - The Parting Tide (1990)



Queremos cerrar hoy esta pequeña serie de tres entradas dedicadas a Nightnoise. Tiempo atrás hablamos del primer disco del grupo como cuarteto y en estos días lo hemos hecho del disco que puso los primeros mimbres a partir de los cuales se iba a construir la breve historia del grupo y también del primero con Johnny Cunningham como miembro de la formación. Todos ellos eran, a su modo, discos inaugurales. Vamos a hablar hoy del que cerró toda una etapa y marcó la salida de uno de los fundadores del grupo: “The Parting Tide”.

Desde su conversión a cuarteto, Nightnoise iban a experimentar una evolución continua de un disco a otro de modo que, aunque el sustrato era el mismo, las formas cambiaban notablemente entre los distintos trabajos. El sentimiento fundamental que planea a lo largo de todo este disco es la melancolía. El título hace referencia a la marea alta con la que zarpaban los pesados buques llenos de emigrantes irlandeses hacia el “nuevo mundo” en busca de una vida mejor y todo el disco tiene ese aroma que tan bien describe la palabra “morriña” tan empleada por un pueblo como el gallego, marcado como el irlandés por la emigración. Quizá por ello, el papel de Billy Oskay fue secundario en todo el disco (el resto de componentes de la banda, no lo olvidemos, eran inmigrantes en EE.UU.)

Intervienen en la grabación los miembros habituales de Nightnoise: Tríona Ní Dhomhnaill (voz, piano, teclados, tin whistles y acordeón), Brian Dunning (flautas), Billy Oskay (violín, viola y teclados) y Míchéal Ó Domhnaill (guitarra, tin whistle, teclados y voces). Brian Willis toca los platillos en uno de los temas.




“Bleu” – Desde el primer momento podemos comprobar cómo algo ha cambiado con respecto a trabajos anteriores. La primera pieza, obra de Brian Dunning se abre con el sonido del acordeón acompañado de la guitarra sobre un fondo de teclados y sólo transcurridos unos segundos escuchamos la flauta y el violín y reconocemos el clásico sonido de Nightnoise. No obstante, lo que en otros discos era interpretado por el piano, aquí lo es por teclados electrónicos, incluyendo lo que en muchos momentos nos parece un bajo (instrumento que no figura en los créditos del disco). Como resultado, salvo en momentos puntuales en los que dialogan la flauta y el violín (interpretando una melodía bellísima, todo hay que decirlo), el tema suena algo extraño a los oídos del seguidor de los Nightnoise anteriores.

“An Irish Carol” – Continuando con la misma línea anterior, la siguiente composición de Tríona sorprende al ser su clásica canción pero con un revestimiento electrónico desacostumbrado. El sonido es mucho más próximo al de Relativity (la banda que formaron los hermanos Ó Domhnaill junto con los Cunningham) que al de Nightnoise, quizá por la propia presencia del acordeón de Tríona y no sólo por los arreglos electrónicos. La canción, de un indisimulado aroma celta, es una preciosidad dividida en dos partes muy distintas. La segunda, marcada por el cambio de los sintetizadores al piano, parece querer recordarnos el sonido más habitual del grupo con una melodía que es introducida por Tríona para ser replicada sucesivamente por el violín de Oskay y la flauta de Brian Dunning.

“Jig of Sorts” – Entramos ahora en la suite central del disco, como se resalta en los créditos del mismo, con tres composiciones de Tríona dedicadas a todos los emigrantes. La primera de ellas, con un sonido que recuerda al clavinet que la cantante utilizaba a menudo con la Bothy Band y en sus discos en solitario pero que no había tenido tanto protagonismo en Nightnoise. La pieza es una preciosidad en la que podemos disfrutar de alguno de los mejores solos de Brian Dunning con la flauta travesera pero también con la de Pan. Míchéal a la guitarra hace un trabajo sordo pero imprescindible para sostener todo el entramado de una de las mejores composiciones de un disco que no anda escaso de ellas, precisamente. En los instantes finales, se escucha una gaita irlandesa que tampoco aparece acreditada pero que imaginamos que está interpretada por el propio Brian Dunning.

“Through the Castle Garden” – La segunda parte de la suite comienza con un excelente tema de piano de aire clasicista acompañado de unas suaves cuerdas electrónicas. Tríona nos muestra aquí todo su talento compositivo con esta pieza que podría figurar en el repertorio de cualquier pianista especializado en la música de finales del S.XIX.

“Island of Hope and Tears” – Cerrando la trilogía, volvemos a escuchar la voz de Tríona interpretando, como es habitual, acompañada de su piano principalmente quedando el resto de instrumentos como apoyo puntual. La primera parte del tema es una suave balada con un ligero dramatismo en la voz de la cantante, hasta que llega un breve interludio a cargo del resto de miembros del grupo que sirve como transición a la sección final, mucho más emotiva. Tengamos en cuenta que el título, “isla de esperanza y lágrimas” hace referencia a la Isla de Ellis, en la bahía de Nueva York, a donde arribaban todos los barcos con inmigrantes procedentes de Europa y donde pasaban todos los controles (principalmente sanitarios) previos a su ingreso en el país. Aunque en la práctica, muy pocos eran los rechazados, los momentos que se vivían en la isla eran muy angustiosos para todos los viajeros.

“The Kid in the Cot” – La segunda pieza escrita por Brian Dunning para el disco es una verdadera obra maestra. Una joyita de esas que de cuando en cuando nos es dado escuchar, surgida del talento de un músico en estado de gracia. La melodía que nos sorprende desde la introducción es de una belleza extrema y no necesita de nada más que un leve acompañamiento de guitarra para desplegarse en toda su plenitud. Sin embargo, es más tarde, ya sin guitarras de por medio, cuando la flauta de Dunning juega con los whistles de los hermanos Ó Domhnaill y el violín de Oskay entrelazándose en un interminable juego de arabescos que nos deja sin habla. Se reserva el flautista aún unos instantes de lucimiento personal antes de despedir el tema, en diálogo esta vez con la viola y de nuevo con la compañía del rasgueo metronómico de Míchéal Ó Domhnaill y su guitarra.



“The Tryst” – Llegamos así al único tema escrito por Billy Oskay en el disco. En este punto, nos damos cuenta de cómo han cambiado las cosas en estos años. La pieza de Oskay es buena y podría haber encajado sin problemas en “Something of Time”, el disco de la banda publicado tres años antes. El estilo es prácticamente el mismo y las interpretaciones son impecables, ¿qué ocurre entonces? Que en el contexto de “The Parting Tide” suena extraño, como fuera de lugar y es que en sólo unos años, el sonido de Nightnoise ha evolucionado tanto que la música de uno de sus dos miembros fundadores nos parece, de repente, a años luz de lo que el grupo está haciendo en 1990. Escuchando “The Tryst”, nos sorprende menos la decisión de Oskay de dejar Nightnoise:

“Snow is Lightly Falling” – La última aportación de Tríona a un disco en el que se ha erigido en protagonista principal es otra de sus clásicas canciones en la que se apoya de nuevo en los sintetizadores antes que en el piano. Ya hemos comentado en entradas anteriores que la voz de Tríona, si bien no es tan excepcional como la de otras vocalistas del universo celta a las que podemos estar acostumbrados, transmite como pocas y en este corte lo podemos ver con claridad.

“The Abbot” – Y faltaba aún la aportación de Míchéal Ó Domhnaill como compositor que no por limitarse a una única pieza es menor, en absoluto. El tema se ajusta a los parámetros habituales en el estilo del guitarrista: una extensa introducción de órgano seguida por un segmento de guitarra en el que los teclados sirven de apoyo. La composición, con un claro esquema progresivo va ganando en complejidad con la adición de los distintos instrumentos, comenzando por el violín de Oskay y siguiendo con las flautas de Dunning. Los últimos minutos de la pieza transcurren con una parsimoniosa languidez sirviendo como despedida no sólo del disco sino de toda una etapa del grupo.



“The Parting Tide” es un disco que suele ser citado por muchos de los seguidores de Nightnoise como el mejor del grupo. Nuestra opinión es algo distinta y, de hecho, preferimos cualquiera de los dos anteriores dentro de la etapa de Oskay sin ir más lejos. Siempre teniendo en cuenta que el nivel de la formación y lo relativamente reducido de su producción discográfica no permitió que llegaran a firmar un disco flojo (incluso diríamos que lo peor de Nightnoise alcanza sin problemas el notable alto). Nos despedimos por ahora de ellos con la seguridad de que volverán a aparecer por aquí a no mucho tardar. Tras la publicación de este álbum, la banda hizo su primera gira importante por nuestro país de la que siempre se recordará el concierto en Sevilla que fue retransmitido por TVE. Os dejamos los habituales enlaces para adquirir el disco y una muestra de los primeros minutos de ese concierto:




martes, 16 de octubre de 2012

Billy Oskay & Míchéal Ó Domhnaill - Nightnoise (1984)



La figura de Míchéal Ó Domhnaill ha sido de una importancia capital en la música celta de las décadas de los setenta, ochenta y noventa. Nacido en una familia de músicos, tanto su padre como sus hermanas fueron en uno u otro momento, integrantes de alguno de los más interesantes proyectos surgidos en aquellos años. Si hay algo que le da más mérito a este papel preponderante de Míchéal es su instrumento. No tocaba el violín, la gaita o el acordeón sino la guitarra, artefacto habitualmente relegado en el mundo del folk irlandés a un mero acompañamiento rítmico en la mayoría de las ocasiones. La carrera de Míchéal le llevó a formar parte de formaciones de la importancia de Skara Brae y, sobre todo, la Bothy Band, considerada durante mucho tiempo como la banda más importante del universo celta irlandés, con permiso de los Chieftains.

Tras la disolución de la banda en 1979, Míchéal se juntó con uno de los integrantes de la misma, el violinista Kevin Burke e iniciaron una fructífera relación artística recorriendo su país natal y embarcándose en una gira por EE.UU. en donde decidieron establecerse. Tras un par de discos grabados como dúo: “Promenade” y “Portland”, ambos se establecieron en Norteamérica, concretamente en la ciudad de Oregón que daba título a su segundo disco. Allí, Míchéal comenzó a moverse en la escena musical local y conoció a un violinista de raíces clásicas llamado Billy Oskay (parte de cuya formación musical tuvo lugar, curiosamente, en Mallorca). El violinista trabajaba principalmente como músico de sesiones y poseía un pequeño estudio. Míchéal, quien no renegaba en absoluto de sus raíces celtas pero que buscaba moverse en ámbitos diferentes, congenió enseguida con Billy y comenzaron a grabar algunas cosillas.

Es aquí cuando entra en escena William Ackerman, cabeza visible de la discográfica Windham Hill. Mientras estaba preparando una banda sonora para la película “Country”, alguien le hizo llegar unas demos de lo que Oskay y Ó Domhnaill habían grabado. Ackerman se mostró maravillado por lo que ahí sonaba y su interlocutor le dijo: ¿conoces una banda irlandesa llamada The Bothy Band? Pues este es su guitarrista y vive a dos manzanas de aquí. Ackerman no sólo conocía el grupo sino que era un gran admirador suyo. No tardó en reunirse con Míchéal y pronto firmaron un contrato para publicar el primer disco a dúo con Billy Oskay. ¿El título? Tan poético como descriptivo: “Nightnoise”.


Míchéal Ó Domhnaill y Billy Oskay.


“Nightnoise” – Una lejana nota sostenida de violín abre el disco preludiando la primera composición de Billy Oskay para el disco. La guitarra y el bajo de Tommy Thompson, músico invitado en un par de cortes, sientan las bases para la llegada del piano, interpretado por el propio Míchéal, aunque la melodía principal, de aires jazzisticos corre por cuenta de Oskay y su violín (y Grappelli es siempre una referencia si juntamos en la misma frase las palabras “jazz” y “violín”). La pieza, rápida en su desarrollo, se hace extremadamente breve y nos da una pista de por dónde va a transcurrir todo el disco.

“The 19A” – Tras un tema de Oskay, le toca a Ó Domhnaill su turno como compositor. Aunque la pieza comienza como un dueto de guitarra y violín, la aparición de los “tin whistles” o flautas irlandesas, enriquece la composición además de darle un aire nostálgico que nos remite ligeramente a la Irlanda natal del guitarrista en una de las escasas referencias celtas que escuchamos en el disco.



“Bridges” – De nuevo, la guitarra, suave, delicadamente, comienza a sonar preparándonos para otro momento de gran sensibilidad. Casi podríamos hablar de un tema interpretado en solitario por su autor, Míchéal, ya que él es el intérprete de flautas, guitarra y armonio. Conforme progresa la pieza de modo majestuoso, como el río Williamette sobre el que se encuentran los puentes del título, van incorporándose algunas melodías de violín. A mitad del tema, la pieza cambia por completo de la mano del piano y la viola de Oskay se convierte en protagonista. La parte final, anticipada por una preciosa melodía de piano nos transporta de nuevo a los primeros compases del tema y a la guitarra de Míchéal que se despide con parsimonia.



“False Spring” – Escrita por Oskay y un tal D. Bottemiller, de quien no hemos sido capaces de encontrar mayor referencia que su aparición en los créditos de este disco, en “False Spring” escuchamos a Billy en su faceta pianística además de la ya conocida con el violín. Las teclas tienen una presencia mucho mayor que en otros cortes y la guitarra de Míchéal Ó Domhnaill se limita a un discreto acompañamiento. Es esta una composición ciertamente extraña pero muy atractiva que pasa por ser una de nuestras preferidas del disco.

“Duo” – Continuamos con las composiciones de Billy Oskay y esta pieza cuyo título nos dice todo lo que debemos saber sobre su instrumentación: violín y guitarra juntos, dialogando en una animada charla que en su primera parte pasaría sin esfuerzo por una pieza camerística de cualquier repertorio clásico para convertirse en su tramo final en una suerte de pieza de jazz con toques country realmente agradable.

“City Nights” – Cerrando este tramo de composiciones de Oskay, éste vuelve a sentarse ante las teclas del piano para interpretar una animada pieza con todo el espíritu del jazz de Nueva Orleans pero pasado por un filtro de elegancia clásica que iba a convertirse en el sello principal del dúo que pronto pasaría a denominarse Nightnoise tras ampliarse a cuarteto. El dinamismo de la música de Oskay hizo recomendable la aparición, por segunda vez en el disco, del bajista Tommy Thompson.

“After Five” – Con sólo escuchar la pausada introducción de guitarra, estamos en condiciones de reconocer ya la autoría de Míchéal Ó Domhnaill en esta composición en la que volvemos a escuchar un dúo de guitarra y violín durante los minutos iniciales hasta la incorporación de flautas y armonio en el segmento central, transportándonos a los verdes prados de Donegal, donde Míchéal pasó su infancia.

“Menucha (A Place With Water)” – La última de las aportaciones de Oskay como autor al disco continúa con la misma línea de las anteriores. Hay una diferencia apreciable entre la música de uno y otro intérprete: mientras que las composiciones de Oskay suelen presentar varios cambios de ritmo y alternar el protagonismo de los instrumentos, las de su contrapartida son piezas con una mayor cohesión interna, más compactas. El mérito del dúo es conjugar estas dos formas de componer para elaborar un disco absolutamente coherente y conjuntado. Nightnoise hacen que esto parezca fácil cuando no lo es en absoluto.

“The American Lass” – Cierran el disco dos temas escritos por Míchéal Ó Domhnaill. El primero de ellos quizá sea el más intrascendente por cuanto no aporta ninguna novedad sobre lo escuchado anteriormente. No es que sea una composición prescindible ni por asomo pero puede dar la impresión de ser una despedida anticipada del disco que no nos dejaría con el buen sabor de boca del final real.

“The Cricket’s Wicket” – Y es que el cierre de “Nightnoise” lo iba a poner una de las composiciones más memorables de Ó Domhnaill que es, a su vez, una de las pocas que se mantuvo en el repertorio de los futuros Nightnoise hasta su desaparición. Los primeros minutos de la pieza son un diálogo guitarra-piano muy melancólico, casi parsimonioso y nada hace presagiar el cambio que tiene lugar cuando se hace el silencio y el violín de Oskay comienza a desgranar una melodía de aires clasicistas al unísono con el piano. Junto a ambos instrumentos, comienza a juguetear una alegre flauta llevándonos a la siguiente estación. Allí, la guitarra y el armonio vuelven a navegar por los tiempos lentos durante unos instantes previos al gran final: la guitarra adopta un aire de marcha y el “tin whistle” entona una melodía de inspiración celta que suena como una liberación acompañada en segunda instancia por la viola de Oskay. “The Cricket’s Wicket” es una maravilla de principio pero lo mejor es que anticipa lo que puede dar de sí el dúo Oskay-Ó Domhnaill en el futuro y le da forma al sonido de lo que algo más tarde se llamaría Nightnoise.

La pareja de músicos había puesto la primera piedra de algo que podía llegar a ser muy grande pero las cosas van a su ritmo y la materialización de Nightnoise como grupo iba a tardar aún un poco. Tríona Ní Dhomhnaill, hermana de Míchéal y antigua componente tanto de Skara Brae como de la Bothy Band, siguió los pasos de su hermano y se trasladó a EE.UU. tras la separación de la banda, aunque ella lo hizo a Carolina del Norte invitada por Mike Cross. Allí formó parte de Touchstone, banda que combinaba la música celta con el country y algo de bluegrass. En 1983 se trasladó a Portland con su hermano y comenzaron una nueva andadura en lo que fue el gran supergrupo de la música celta: Relativity, integrado por los Ó Domhnaill y por los Cunningham, los hermanos Johnny y Phil, miembros ambos de Silly Wizard, legendaria formación escocesa, hoy considerada un clásico del género celta. Por otro lado tenemos a Brian Dunning, excepcional flautista irlandés que, tras formarse junto a la leyenda del instrumento, James Galway, completó sus estudios en el Berklee College of Music, prestigiosa institución de la costa este norteamericana. Dunning se inclinaba por el jazz pero seguía fiel a sus raíces celtas. En 1984 formó el dúo Puck Fair junto con el percusionista Tommy Hayes. Ambos contactaron con Ó Domhnaill y Billy Oskay junto a quienes grabaron “Fair Play”, primer disco de la formación en el estudio del propio Oskay. El disco acabaría siendo publicado en 1987 por Windham Hill, el sello que editaría los discos de Nightnoise.

Tenemos, por tanto, al dúo Oskay-Ó Domhnaill al que se añaden Tríona Ní Dhomhnaill y Brian Dunning o lo que es lo mismo, una pianista consumada y un virtuoso de la flauta clásica. Si a ello añadimos que las nuevas incorporaciones son también compositores, encontramos el caldo de cultivo perfecto para formar un grupo de gran potencial. La primera muestra del mismo fue “Something of Time”, disco del que hablamos aquí hace tiempo, pero hubo mucho más de lo que hablaremos en próximas entradas del blog ya que Nightnoise son una de nuestras formaciones favoritas, representativas de toda una época y una forma de hacer música. Desgraciadamente, no es nada sencillo hacerse con una copia del disco que dio comienzo a la trayectoria de Nightnoise a buen precio. Una de las pocas que hemos hallado:

amazon.com

Para despedirnos, os dejamos una versión en directo de Nightnoise, ya como cuarteto, de "The Cricket's Wicket". La imagen es mala y el sonido mejorable pero se puede apreciar toda la calidad de la pieza y los intérpretes, en su mejor momento:

sábado, 27 de agosto de 2011

Nightnoise - Something of Time (1987)


Bajo el nombre de Nightnoise se publicaron algunos de los discos más exquisitos que salieron del sello Windham Hill en su época dorada. Si bien la banda no tuvo una trayectoria muy dilatada ni tampoco una producción discográfica muy extensa, su extraordinaria mezcla de aires tradicionales irlandeses con esquemas clásicos y toques de jazz será recordada por mucho tiempo.

La historia comienza con Mícheál Ó Domhnaill, guitarrista irlandés con una dilatada trayectoria en la música tradicional celta en grupos como Skara Brae o The Bothy Band. Tras la disolución de esta última formación, Mícheál se embarcó en una gira por los Estados Unidos con su compañero en la banda, el violinista Kevin Burke. Por recomendación de un amigo de este, se establecieron en Portland, Oregón y lanzaron su segundo disco titulado, precisamente "Portland". Fue allí donde Mícheál conoció al también violinista Billy Oskay, un violinista neoyorquino que realizó la mayor parte de su formación clásica, curiosamente, en Palma de Mallorca. Juntos, grabaron una serie de temas en casa de Oskay que terminaron por convertirse en su primer disco a dúo, titulado "Nightnoise" y publicado en 1984 en Windham Hill, con quienes Oskay había firmado un contrato discográfico poco antes.

"Something of Time" iba a ser, realmente, el primer disco de Nightnoise como grupo, ampliado a cuarteto. La primera incorporación fue Tríona Ní Dhomhnaill, pianista y hermana de Mícheál y componente también de The Bothy Band y de Relativity, banda integrada por ambos y por los también hermanos Phil y Johnny Cunningham y que, probablemente tengan su propio espacio aquí en el futuro. El cuarto miembro sería Brian Dunning, flautista de origen irlandés y formación clásica que acababa de grabar su disco "Fair Play" con su grupo "Puck Fair" para Windham Hill con la participación de Oskay, quien hacía además las veces de productor y Ó Domhnaill a la guitarra.

El disco iba a constar de trece cortes, siete de los cuales estaban escritos por Mícheál Ó Domhnaill, cuatro por Billy Oskay aportando Brian Dunning y Tríona Ní Dhomhnaill un tema cada uno hasta completar un trabajo realmente elegante e inspirado. Nos encontramos ante una fusión de estilos realmente distintos, sonidos acústicos con pequeños toques electrónicos, la sobriedad clásica del violín mano a mano con el humilde tin-whistle, rápidos ritmos de guitarra junto a pausadas melodías de piano, jazz y folk de la mano y todo ello sonando perfectamente conjuntado y sin estridencias de ningún tipo.

Destacamos tres cortes especialmente, que son "Wiggy Wiggy", "Something of Time" y "One for the Lad" aunque cualquiera de los temas del disco es un buen ejemplo del sonido de Nightnoise. La popularidad que alcanzaron en los años noventa en nuestro país estaba más que justificada y los que hemos tenido la suerte de verles en directo y charlar en los camerinos con ellos unos minutos, recordaremos siempre esos momentos. Mícheál Ó Domhnaill falleció el 7 de julio de 2006 a la edad de 54 años. Es la primera vez que aparece en La Voz de los Vientos pero con toda seguridad no será la última.

Podeis comprar el disco en los siguientes enlaces aunque, desgraciadamente, parecen ser vendedores particulares y copias de segunda mano:

tower.com

play.com

En amazon.com se puede encontrar el disco como CD On Demand, es decir, el comprador recibe un CD-R con el disco y un artwork similar al original pero algo más pobre.

Aquí os dejamos el tema que dá título al disco, "Something of Time":