Hubo un tiempo en
que las bandas sonoras parecían el terreno ideal para que la música de Philip
Glass llegase a un público más amplio y lo cierto es que en aquellos años,
muchas de sus mejores obras, de sus más elaborados trabajos, tuvieron como
destino el acompañar a las imágenes de los más variopintos directores sobre las
pantallas.
Esa apertura
hacia el mundo del cine le granjeó no pocas críticas por parte de colegas y
columnistas que consideraban que un autor pretendidamente clásico e
intelectual, no se podía rebajar a ese tipo de trabajos y poniendo como ejemplo
a otros músicos “incorruptibles” como Steve Reich o John Adams. Poca
importancia tuvo el hecho de que la mayoría de las películas “ilustradas” con
la música de Glass tuvieran algo especial, algo artístico que no terminaba de
encajar con el calificativo de “comercial” o el hecho de que otros maestros a
los que nadie discute hoy, en su momento hicieron lo mismo e, incluso,
trasladaron su domicilio a Hollywood, caso de Stravinsky, Klemperer o Rubinstein.
Si hay una serie
de obras, tomando en conjunto película y música, que destacan sobremanera de
esta parte del repertorio de Glass, estas son, sin duda, las que conforman la
conocida como “Trilogía –qatsi”. Surgidas de la mano del realizador Godfrey Reggio,
las tres cintas eran una sorprendente serie de documentales visuales, sin
diálogo alguno, sin actores, sin narrador, en las que sólo las imágenes y la
música nos guiaban por un universo apasionante. Tendremos tiempo en un futuro
para hablar de estas tres bandas sonoras y de la recién aparecida “Visitors”
con los mismos autores en cuanto a música e imágenes pero ahora nos centraremos
en otro disco publicado hace apenas unos meses con el “Cello Concerto No.2” de
Glass.
¿Qué relación
tiene esa obra con la trilogía –qatsi? Nos damos cuenta en cuanto leemos el
subtítulo del concierto: “Naqoyqatsi”. Así era como se llamaba la tercera y
última película de la serie que contaba con una espectacular partitura con
magníficas partes de violonchelo interpretadas en la grabación por Yo-Yo Ma.
Hemos hablado mucho en el blog del giro clasicista experimentado por la música
de Glass en los últimos años y eso incluye la reescritura de algunas de sus
antiguas obras para adaptarlas a formatos más académicos. En esa línea de
actuación, hemos podido escuchar revisiones de parte de la música de
“Powaqqatsi” transformada en el último movimiento de la 7ª Sinfonía o el tema
principal de “El Show de Truman” adaptado como el 2º movimiento del Concierto
“Tirol” para piano y orquesta. Como ya habréis supuesto a estas alturas, el
Concierto para Cello Nº2 es una trascripción de algunos de los momentos más
destacados de la banda sonora de “Naqoyqatsi” que adoptan ahora la forma de un
concierto clásico. La película se diferenciaba de las dos anteriores de la
trilogía en la utilización de multitud de imágenes digitales generadas por
ordenador y llenas de animaciones. Precisamente por ello, Glass decidió
componer una partitura enteramente orquestal, sin instrumentos electrónicos,
que sirviera de contraste con unas imágenes altamente tecnificadas. Las piezas
comenzaron a encajar cuando el músico fue nombrado “director creativo” de la
Orquesta Sinfónica de Cincinnati para la temporada 2011-12. En aquel momento,
Glass se planteó la posibilidad de darle una “segunda vida más allá de la
película” a la banda sonora y con el apoyo de la orquesta, comenzó la
reescritura.
La grabación que
hoy comentamos tiene como protagonista a la misma Orquesta Sinfónica de
Cincinnati bajo la batuta de Dennis Russell Davies, habitual en todo lo que
tenga que ver con Glass. El solista es Matt Haimovitz, niño prodigio de
violonchelo que con sólo 13 años ya debutó como solista con la Filarmónica de
Israel, dirigido por Zubin Metha.
Matt Haimovitz |
“Naqoyqatsi” – El
comienzo de la banda sonora de “Naqoyqatsi” era una especie de revisión del de
“Koyaanisqatsi” de casi veinte años antes, especialmente por la aportación de
un profundo coro que en la versión de este concierto no está presente. La
orquesta hace la entrada pero no tarda mucho en aparecer el auténtico
protagonista: el cello. Esta primera intervención es maravillosa y confirma que
Glass tiene una especial habilidad a la hora de escribir para este instrumento.
La orquesta en pleno aparece inmediatamente después con metales y las campanas
dotando de vigor al movimiento.
“Massman” – El
segundo movimiento nos trae a ese Glass que maneja la orquesta como una gran
masa compacta y la hace desplazarse con un efecto de oleaje muy característico
del que ya hemos hablado en muchas ocasiones aquí. El solista en este pasaje
actúa como comparsa remarcando algunas melodías determinadas aunque tenga su
espacio en la parte central para expresarse junco con un juego percusivo algo
tópico ya en el Glass orquestal.
“New World” –
Llegamos así a uno de los momentos de mayor emotividad con una preciosa melodía
a cargo del violonchelo. Algunos críticos han visto una progresiva
“barroquización” en la música de Glass en el sentido histórico del término y
creemos que no andan desencaminados. Sin ánimo de establecer ninguna
comparación entre autores, sí que entrevemos alguna relación entre esta pieza y
otras, también para cello solo de maestros como J.S.Bach.
“Intensive Time”
– Con una tremenda contundencia se abre el siguiente movimiento de la obra en
la que la orquesta da un golpe sobre la mesa impulsada por un ritmo de espíritu
casi rockero. Ya en la banda sonora original, este fragmento nos parecía uno de
los más destacados y dentro del concierto seguimos teniendo esa percepción. Un
movimiento dinámico y lleno de energía.
“Old World” – En
contraposición al anterior “New World” tenemos este otro movimiento de
similares características en cuanto a su función en el concierto, esto es,
enlazar distintos momentos clave a la manera de los llamados “knee plays” en
las óperas del propio autor. En este caso asistimos a una pieza íntima,
pausada, a cargo del propio cello con un tenue acompañamiento del arpa.
“Point Blank” – A
pesar de su intensidad, nos parece este el movimiento más intrascendente de la
obra. Indiscutiblemente “glassiano”, adolece del elemento sorpresa y, a pesar
de algunas curiosidades en la partitura para el cello que suena a veces de
formas no demasiado ortodoxas, no nos aporta demasiado. Correcto sin más.
“The Vivid
Unknown” – Glass se deja lo mejor para el final y es que el solo de violonchelo
con el que se abre el último movimiento es una delicia llena de sentimiento e
interpretada con una gran sensibilidad por Haimovitz. La entrada de las cuerdas
poco después, en una progresión con aroma “bachiano” pero también del
compositor estadounidense no es sino un pequeño descanso para que el cello
vuelva a dirigir el discurso hasta el final de la pieza.
Nuestras
sensaciones frente a este concierto son ambiguas. “Naqoyqatsi” nos parecía una
banda sonora sensacional, entre lo mejor de su autor en los últimos 15 años por
lo que no parecía necesario ningún tipo de revisión (ni siquiera para
estructurarla como un concierto ya que el original ya se comportaba así).
Entendemos, por otro lado, que Glass quiera rescatar parte de su viejo catálogo
dotándolo de una nueva forma que permita que sea interpretado más a menudo por
diferentes orquestas y solistas y, desde ese punto de vista, si esto sirve para
que “Naqoyqatsi” tenga una segunda vida, el concierto es bienvenido. Abre esto
las puertas, además, y siempre en nuestra opinión, para el rescate de otra
banda sonora magnífica con mucho protagonismo del propio violonchelo como era
la de “The Secret Agent” que encajaría bien en este formato, sin pretender dar
ideas a alguien como Glass, claro está.
Este “Concierto
Nº2 para Cello y Orquesta” es, además, una obra que consideramos muy adecuada
para introducirse en la música de Glass para aquellos que no lo hayan hecho
aún. Es plenamente accesible y, a la vez, plenamente representativa de su
autor. El compositor norteamericano, por otra parte, sigue publicando novedades
con un ritmo realmente frenético. Desde aquí, intentamos tener siempre un ojo
puesto en los lanzamientos actuales y por ello, Glass aparece muy a menudo en
el blog. Si os animáis a incorporar este disco a vuestra colección, lo podéis
encontrar en los enlaces de costumbre:
amazon.com
prestoclassical.co.uk
No hemos encontrado ningún fragmento del concierto disponible para enlazar aquí por lo que os dejamos con "The Vivid Unknown" en la versión que sonaba en la película:
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