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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Brad Mehldau - Places (2000)



“Parece que solo nos damos cuenta de lo magnífico que es un lugar cuando lo abandonamos”. Con esa reflexión abre Brad Mehldau las notas de su disco “Places” (2000) en el que nos ofrecía paisajes sonoros que pretendían capturar parte del espíritu de las ciudades que había ido recorriendo en sus giras recientes. Abunda el músico en los recuerdos inconscientes de los sitios que vuelven inadvertidamente cuando captamos un olor o un sonido que experimentamos allí y lo relaciona con el concepto kantiano de lo sublime antes de ponerse aún más filosófico reflexionando sobre la nostalgia que nos produce recordar lugares en los que hemos estado e incluso va más allá preguntándose si tenemos nostalgia de los sitios o de la propia nostalgia que nos provoca el recordarlos.


Toda esa argumentación va dirigida a presentar una colección de piezas centradas en sus recuerdos de algunos lugares significativos pero lo realmente importante para nosotros es la música, independientemente del contexto que le pueda dar a cada composición su procedencia. En este sentido el trabajo fue novedoso en su día porque combinaba las piezas para trío con las de piano solo. Hasta aquel entonces, la gran mayoría de los discos de Mehldau habían sido grabados con el clásico formato de piano, contrabajo y batería con Larry Grenadier y Jorge Rossi acompañando al propio Mehldau. De hecho, desde un punto de vista estrictamente cronológico, “Places” se sitúa entre los volúmenes cuarto y quinto de la serie “The Art of the Trio”. Los discos en solitario con su piano, más habituales en su última etapa, solo habían sido una rara excepción hasta entonces reflejada en la publicación de “Elegiac Cycle” en 1999 pero para este “Places”, el músico buscó una mezcla de ambos formatos: el de trío, con sus compañeros habituales, y el de piano solo. La temática geográfica de cada composición, cobra una importancia mayor si entendemos el disco como un viaje, o como dice el propio Mehldau, como una odisea que termina en el mismo lugar en que empezó siendo Los Angeles la particular Ítaca de nuestro protagonista aunque la referencia principal del músico fue más el Ulises de James Joyce que el de Homero.


“Los Angeles” - El recorrido comienza con una serie de notas de piano que se repiten en grupos de dos formando la base de la pieza. A partir de ahí aparece el contrabajo y los diálogos entre ambos instrumentos con la sutil batería de Jorge Rossi como activo espectador. En todo caso, es una pieza tranquila, elegante y sin sobresaltos, buena muestra del estilo habitual del músico cuando escribe para su trío.


“29 Palms” - La primera composición para piano solo del trabajo comienza con un atractivo ritmo sincopado sobre el que comienzan a fluir las melodías. Estamos ante una pieza sorprendentemente variada, con continuos cambios dinámicos y una gran expresividad a lo largo de todo su desarrollo. Con una mezcla entre el night club más exclusivo y una rara sofisticación.


“Madrid” - El siguiente tema para trío está propulsado por una contagiosa base rítmica de aires brasileños en la que se pone de manifiesto el delicado magisterio de Rossi, sentando cátedra de como utilizar su instrumento para acompañar sin interferir. Sin embargo, si hay algo que destaca aquí sobremanera es el excelente desempeño de Grenadier al contrabajo, omnipresente en todo el tema y con momentos de gran inspiración.




“Amsterdam” - Volvemos al piano para escuchar una de esas piezas tan características de Mehldau, con un punto mecánico en las partes rítmicas, exactas y precisas hasta el asombro, pero que funcionan como la base perfecta para que surja y progrese la melodía.


“Los Angeles II” - En una línea similar pero más lírica se desarrolla el siguiente corte del disco en el que asistimos a un largo desarrollo melódico con un tema que no deja de crecer y expandirse en cada compás. Agotador por momentos al no permitirse ni un respiro para recapitular, es el Mehldau pianista en su máxima expresión.


“West Hartford” - Por algún motivo, encontramos al músico más suelto en sus piezas para trío, como es el caso de esta, que en las que nos ofrece en solitario. En esta ocasión estamos ante un tema de jazz típico en el que los tres músicos se desenvuelven con suficiencia.


“Airport Sadness” - Entre tantos viajes, no podía faltar un tema dedicado a las esperas en los aeropuertos y éste tenía que estar teñido de melancolía. Probablemente sea uno de los cortes más memorables del disco con una tristeza que no acaba de ser tal y una interpretación exquisita para una composición con sabor a cine negro.


“Perugia” - Más animado es el siguiente solo de piano, segundo consecutivo, en el que Mehldau nos lleva a través de una intrincada sucesión de cambios de ritmo y desafíos melódicos que se desarrollan en varios planos simultáneos. Una maravillosa locura para disfrutar una y otra vez.


“A Walk in the Park” - Siguiendo con el patrón que parece ya claro a estas alturas en el que las piezas para trío van en la línea más ortodoxa del jazz clásico y los temas para piano suenan más vanguardistas, regresamos al trío aunque con un protagonismo del piano mayor que anteriores aventuras con este formato. No significa eso que el resto de músicos sean meras comparsas como atestigua el brillante solo de Larry Grenadier en la parte central pero, tomando la pieza en su conjunto, es Mehldau el que manda.


“Paris” - Se pone impresionista nuestro músico como corresponde con la parada parisina y mantiene ese espíritu durante toda la primera parte de la composición para llevarnos poco a poco a continuación hacia territorios más jazzísticos pero sin perder el toque afrancesado. Sin duda, de lo mejor de todo el disco.




“Schloss Elmau” - Continúa el viaje a gran nivel con esta nueva joya del trío, que no tiene nada que envidiar a los mejores momentos del grupo en otras grabaciones. Dinamismo, inspiración y calidad a raudales para facturar un tema excelente.




“Am Zauberberg” - El último tema de piano solo del disco es también el más largo de la colección. Es un blues lento en su primera parte que va evolucionando hasta convertirse en una animada pieza que enlaza, casi sin solución de continuidad, con el tema final.


“Los Angeles (Reprise)” - Como sugiere el título y se podía inferir del comentario inicial, el corte que cierra el disco es una revisión del que lo abría más de una hora antes. Se trata sencillamente de eso por lo que tampoco podemos buscar grandes novedades.


Con la entrada en la década de los 2000, Mehldau comenzó a expandir su estilo y a probar con formatos nuevos sin abandonar de todo los discos en solitario o con el trío. Llegaron entonces discos a dúo con guitarristas, saxofonistas e incluso vocalistas además de con bandas mucho más extensas e incluso orquestas. En cierto modo, “Places” es una especie de resumen de lo que había hecho hasta el momento y podríamos considerar que cierra una etapa de no ser porque unos meses más tarde apareció el quinto y último volumen de la serie “The Art of the Trio” que, precisamente por ser el último, parece más adecuado como cierre. Nosotros queremos recomendar este “Places” como uno de los grandes trabajos de su autor y también como una buena forma de introducirse en su discografía.

lunes, 15 de agosto de 2022

Brad Mehldau - Highway Rider (2010)



Con contadas excepciones, la carrera discográfica de Brad Mehldau se había centrado en trabajos en solitario, colaboraciones con otros solistas y, sobre todo, discos con su trío. Por eso sorprendió en 2009 la aparición de una nueva grabación (en formato de disco doble, además) con un par de artistas invitados y la participación de una orquesta y un pequeño coro, The Fleurettes, en adición a su clásico trío con Larry Grenadier y Jeff Ballard. Los invitados no eran precisamente unos advenedizos ya que se trataba del batería Matt Chamberlain y el saxofonista Joshua Redman, músicos ambos con los que Mehldau había colaborado en varias ocasiones en el pasado.


Realmente no se trataba de un disco para quinteto y orquesta puesto que cada pieza tiene una configuración diferente y podemos escuchar temas para piano solo, temas para orquesta y diferentes combinaciones entre esta y los cinco músicos participantes. Es un trabajo ambicioso, tanto por el formato como por la duración y también uno de los más completos de Mehldau hasta entonces ya que todas las composiciones son suyas, algo no tan habitual como podría parecer en su discografía.


“John Boy” - La primera pieza del disco es una preciosidad introducida por el piano de Brad y perfectamente secundada por Jeff Ballard con una discretísima percusión y el saxo de Redman acompañando a la sección de viento de la orquesta. Hay algo que planea a lo largo de todo el tema que recuerda al “Blackbird” de los Beatles, cosa que no puede sorprender ya que esa es una canción que Mehldau versiona habitualmente en directo.


“Don't Be Sad” - En el segundo corte participan los cinco músicos además de la orquesta y tiene un delicioso sabor a jazz clásico. Música de seda a la que las cuerdas le dan un precioso toque cinematográfico y en la que podemos disfrutar de un Joshua Redman especialmente seductor.


“At the Tollbooth” - El tercer corte es una miniatura para piano solo de Mehldau en la que apenas esboza un motivo bastante similar al del corte anterior. En cierto modo podría pasar por una coda de este.


“Highway Rider” - Pasamos ahora al típico trío de Brad con Chamberlain en lugar de Ballard a la batería, cosa que se nota mucho por el estilo de este, muy sincopado y moderno. Una especie de acercamiento a lo que más adelante hará Mark Guiliana con el propio Mehldau. Además del piano, Brad toca el mítico sintetizador Yamaha CS-80, aunque apenas lo utiliza para crear algunas texturas de relleno en determinados pasajes y para subrayar melodías en la parte final.




“The Falcon Will Fly Again” -  Volvemos a un esquema similar el del corte inicial, piano y saxo compenetrándose a la perfección con los dos percusionistas acompañando en segundo plano. Ritmos quebradizos y volubles que nos deleitan hasta la parte final, con las voces de The Fleurettes ejecutando una melodía de inspiración brasileña que nos recuerda otros acercamientos a la música de ese país por parte de otros músicos de jazz como Pat Metheny.


“Now You Must Climb Alone” - La primera de las dos piezas orquestales del disco comienza con un tono melancólico muy profundo, con protagonismo de los violonchelos al principio y de los violines después. Una atmósfera pesada, más intensa a cada compás. A medio camino entre la música de Samuel Barber y los experimentos orquestales de Pat Metheny en “Secret Story”.


“Walking the Peak” - Precisamente ese parecido con el “Secret Story” lo encontramos en este corte que es una continuación del anterior. Las cuerdas se van diluyendo en el arranque mientras entran, primero el piano, más tarde la percusión y finalmente el saxo de Redman. No hay solución de continuidad entre ambas piezas por lo que bien podrían considerarse una sola. En todo caso, una composición excelente que no para de evolucionar hasta el final.




“We'll Cross the River Together” - El corte más largo del trabajo es este que abre el segundo cedé. Con la orquesta como protagonista en su inicio pese a la aparición de Mehldau y Redman en momentos puntuales, las maderas tienen su intervención más destacada de toda la obra. Como también sucedía en los cortes anteriores, el tema es un in crescendo continuo con un punto de épica, especialmente con los toques de campana que aparecen de vez en cuando. Todo parecía discurrir en esa misma línea cuando llegamos a un interludio de piano y saxo que es una verdadera preciosidad justo antes de la entrada de la batería y del contrabajo, que es cuando la pieza empieza a tomar una clara forma jazzística. El final, sin embargo, vuelve al formato orquestal.


“Capriccio” - Con el siguiente tema, Mehldau se mete en territorio flamenco como si de un Dorantes se tratase, palmas incluidas. Lo mejor de todo es que sale más que airoso del experimento funcionando igual de bien la parte de piano que la melodía principal a cargo de Joshua Redman. Un viaje inesperado con un resultado magnífico.




“Sky Turning Grey (for Elliott Smith)” - Volvemos al formato de trío más saxo (con Chamberlain a la batería) en esta pieza dedicada al malogrado multi-instrumentista y compositor Elliott Smith. Mehldau añade el órgano a su habitual piano pero el protagonista es Redman con un excelente y jovial acompañamiento de batería, de esos que solo pueden arrancarnos una sonrisa.


“Into the City” - Escuchamos por primera vez en todo el disco al trío habitual de Mehldau sin adición alguna y lo hacemos en un tema frenético con un espectacular Jeff Ballard a la batería como queriendo reclamar su espacio en un trabajo en el que Matt Chamberlain ha brillado con las baquetas en todas sus intervenciones. Por muchos motivos, uno de nuestros cortes favoritos de todo el trabajo pese a no ser el más destacado melódicamente.




“Old West” - La única pieza a dúo del disco entre Mehldau y Redman comienza con lo que parece una improvisación de éste sobre el piano de Brad y termina con una maravillosa exhibición del saxofonista ejecutando una serie de variaciones sobre la melodía principal verdaderamente inspiradas. Otro gran momento del disco que los dos músicos recuperarían en un trabajo posterior grabado en directo por ambos.


“Come With Me” - Repite el trío “titular” de Mehldau con la ayuda de Redman. Un buen corte, con una perfecta compenetración entre los cuatro que hace pensar en cómo sonaría esta formación en un disco completo del estilo del “MoodSwing” (1994) de Redman en el que ya participó Mehldau en su día.


“Always Departing” - Segundo tema orquestal de “Highway Rider” pero en lugar de por la melancolía del anterior, aquí se opta por una tensión muy cinematográfica en la introducción, cortada en seco por los violonchelos y el piano que se encarga de toda la parte central de la pieza rememorando alguno de los motivos anteriores del disco.


“Always Returning” - Del mismo modo que ocurría al final del primer cedé, cuando el tema orquestal que ocupaba el penúltimo lugar del mismo se fundía en último corte mientras se iban sumando todos los solistas participantes, aquí se repite el esquema y sin ninguna separación temporal ambas piezas se enlazan en lo que bien podría ser una sola. Un poderoso broche para un disco excelente.


Discos como “Highway Rider” no dejan de ser una excepción en la carrera de Mehldau, como decíamos al comienzo. El pianista no es muy dado a grabar con formaciones grandes y menos aún con orquesta aunque de cuando en cuando nos regala algún trabajo así. En todo caso este disco es sensacional y uno de nuestros favoritos del pianista en cualquiera de sus formatos, especialmente cuando se trata de un disco doble en que el nivel el altísimo en todos sus temas.

lunes, 29 de abril de 2019

Pat Metheny - Trío 99-00 (2000)



A la hora de enfrentarse a la carrera de Pat Metheny, un enfoque cronológico, que puede servir con la mayoría de los artistas, sería con toda probabilidad erróneo. Y esto es así porque el guitarrista gusta de cambiar continuamente de estilo, de cambiar de un jazz clásico a uno mucho más vanguardista, de discos con su grupo volcados en sonidos y ritmos latinos a trabajos en solitario absolutamente rompedores, de formatos eléctricos a discos intimistas y acústicos. Una búsqueda continua del cambio que hace muy difícil que un disco suene parecido al anterior.

De uno de esos vaivenes surgió el disco que comentamos hoy aquí. Se trata de “Trio 99-00”, el testimonio de una serie de sesiones de estudio de Metheny en compañía de Larry Grenadier y Bill Stewart. Se diría que en las etapas de cambio, el guitarrista norteamericano se refugia en el formato de trío. Lo hizo con “Rejoicing” cuando estaba fraguándose su salida del sello ECM y grabó ese disco en compañía de Charlie Haden y Billy Higgins y lo volvió a hacer con “Question and Answer” a modo de descanso en una de las etapas de mayor éxito del Pat Metheny Group, esta vez junto a Dave Holland y Roy Haynes. Exactamente lo mismo ocurrió en 1999. Metheny acababa de terminar una extensa gira con su grupo tras publicar uno de nuestros discos predilectos de la banda: “Imaginary Day” y decidió regresar al formato de trío tomando prestado al contrabajista Larry Grenadier del grupo de Brad Mehldau y al batería Brian Blade de la banda de Joshua Redman. Juntos dieron algunos conciertos pero Blade no pudo continuar con ellos, siendo sustituído por Bill Stewart, quien ya había coincidido anteriormente con Metheny en el disco que éste grabó con John Scofield titulado “I Can See Your House from Here”.

Después de varios conciertos juntos, el trío se metió un par de días en el estudio de grabación consiguiendo unas cuantas horas de material. Tras unas semanas en las que se desentendieron del tema, se volvieron a reunir para escuchar aquello y hacer la selección de lo mejor de las sesiones para el disco. La mayoría de las piezas eran composiciones originales de Metheny para la ocasión pero no faltaban algunos clásicos del “jazz”, temas antiguos del Pat Metheny Group e incluso algún estándar olvidado.

Metheny, Stewart y Grenadier en directo.


“(Go) Get It” - El comienzo viene marcado por la introducción de Bill Stewart a la batería pero en apenas unos instantes es Metheny el que toma las riendas con un solo espectacular que, de hecho, le valdría el “Grammy” del año 2000 precisamente en esa categoría (la de mejor solo instrumental de jazz) por lo que poco más podemos añadir. Grenadier está de lo más eficaz en el contrabajo sin perder en ningún momento el rastro de un Metheny imperial. Un comienzo inmejorable.




“Giant Steps” - ¿Cómo concentrar la esencia de Metheny en un sólo corte? Si este no lo lo logra se queda muy cerca porque tenemos uno de los mayores hitos de la historia del “jazz” (el “Giant Steps” de Coltrane) interpretado a la guitarra pero con un ritmo de “bossa nova” que lo hace casi irreconocible en mucho momentos. Precioso.

“Just Like the Day” - Empuña Metheny aquí la guitarra acústica para ofrecernos una magnífica melodía con el regusto de los mejores discos del Pat Metheny Group. Todo delicadeza que gana mucho, además, con el sutil acompañamiento de Grenadier y esa batería que está por todas partes pero que no estorba nunca. El trío funcionando a un nivel altísimo.

“Soul Cowboy” - De las intimidades del Metheny más inspirado pasamos a un espectacular blues lento del que no sabríamos con qué interpretación quedarnos porque los tres artistas dan un auténtico recital. Destacamos en todo caso a un Bill Stewart superlativo en todo momento.




“The Sun In Montreal” - Una de esas piezas que todo músico tiene por ahí guardada. En el caso de Metheny es una composición en la que empezó a trabajar incluso antes de crear el Pat Metheny Group a mediados de los setenta pero que nunca decidió dar por terminada hasta ahora. Para los amantes de la música del guitarrista es una verdadera delicia.

“Capricorn” - En 1967 Miles Davis publicó “Water Babies”, un disco compuesto, salvo uno de los temas, por Wayne Shorter, el saxofonista de su banda en aquel momento. En realidad no se trataba de un disco como tal sino de un trabajo publicado por su discográfica en un momento en el que Davis estaba semi-retirado y el material procedía en su mayoría de las sesiones de grabación de sus anteriores trabajos. Un par de años más tarde el propio Shorter regrabaría bajo su propio nombre todas estas piezas en el disco “Super Nova”. “Capricorn”, como señala en los comentarios del disco,  es uno de los temas favoritos de Metheny que hace aquí una versión acertadísima.

“We Had a Sister” - Metheny participó en 1993 en “Wish”, disco de Joshua Redman en el que colaboraban también Charlie Haden y Billy Higgins. Además de tocar, Metheny aportaba un par de composiciones al trabajo. Esta es una de ellas que aquí escuchamos en una sutil versión a la guitarra acústica de la que poco se puede decir. Es muy difícil que un trío de músicos suene tan homogéneo e integrado como lo hacen aquí el guitarrista y sus acompañantes.

“What Do You Want?” - Volvemos a los registros del “jazz” más clásico con esta veloz pieza que contentará hasta a los más puristas. Aquellos que le dieron la espalda a Metheny cuando abandonó el sello ECM para adentrarse en otros estilos.

“A Lot of Livin' to Do” - No falta en el disco un “estándar”, en este caso procedente del musical de 1958 “Bye Bye Birdie. La canción, escrita por Charles Strouse llevaba una letra de Lee Adams que aquí, lógicamente, está ausente. En todo caso, Metheny se lo lleva inmediatamente a su terreno de forma que sólo aquellos oyentes que conozcan el original repararán en que no es una pieza de Metheny.

“Lone Jack” - Los dos últimos cortes del disco son dos piezas clásicas de la discografía del Pat Metheny Group. La primera de ellas pertenece al disco de debut de la formación publicado en 1978 y la escuchamos en una versión más rápida que la original y con un ritmo cambiante que hace de cada compás un nuevo desafío. Escuchamos aquí el único solo de batería del disco y, aunque no los habíamos echado en falta hasta ahora, Stewart nos deja con las ganas de que se hubiera prodigado algo más.




“Travels” - El cierre lo pone el tema que daba título al disco “Travels” de 1983. Una balada preciosa que en ese formato acústico se disfruta de una forma muy diferente al original. Un colofón de lujo para un disco que no debería pasar desapercibido.

Sabemos que Metheny es un músico controvertido que tiene una legión de detractores surgidos principalmente de entre aquellos que le más le admiraron en sus inicios. Sería absurdo negar que su cambio de estilo de finales de los años ochenta le ayudó a alcanzar una mayor popularidad y con ello, a ganar mucho más dinero pero también sería injusto no reconocer que, de forma paralela a ese tipo de trabajos (que por otra parte, cuesta calificar como “comerciales” porque no lo son), Metheny no ha descuidado su faceta más clásica de “jazzman” y ha seguido publicando discos más ajustados a los estándares del género. “Trio 99-00” sería un ejemplo perfecto de esto que decimos y una vía para la reconciliación con el artista por parte de aquellos que dejaron de prestarle atención. Os dejamos con una muestra de lo que era capaz el trío en directo:


lunes, 29 de enero de 2018

Metheny / Mehldau - Quartet (2007)



Pocos son los aficionados a alguna actividad que no han soñado en algún momento con ver reunidas a varias de sus figuras más destacadas para construir algo juntas. Son contados los momentos en los que eso llega a suceder y podemos ver en la misma película a Robert de Niro y Al Pacino o jugar un partido de baloncesto a “Magic” Johnson junto con Michael Jordan. En la música, que es un mundo más colaborativo a priori, se dan de cuando en cuando estas conjunciones entre estrellas por lo que dentro de este contexto un disco como el que hoy comentamos no tiene mucho de extraordinario. Sí lo es el hecho de que el resultado sea tan bueno.

En el “jazz” contemporáneo hay dos figuras que han destacado sobre las demás y son dos artistas con muchas cosas en común. Ambos han grabado en solitario, ambos tienen o han tenido su propia formación más o menos estable y ambos han mostrado un importante grado de apertura hacia otras músicas así como una gran predisposición a colaborar con artistas muy diferentes entre sí. Así, mientras uno de ellos no tiene ningún complejo en interpretar piezas de Pink Floyd, Radiohead, Jeff Buckley o Philip Glass, el otro ha grabado junto a artistas como David Bowie, Steve Reich o Enrique Morente. Lejos de ser un dato menor, esta apertura explica muy bien por qué la colaboración entre ambos es tan satisfactoria.

No vamos a descubrir ahora a Pat Metheny y a Brad Mehldau porque, entre otras cosas, ambos han aparecido ya en varias ocasiones en el blog. Se trata hoy de hablar de su primera colaboración que tuvo lugar en diciembre de 1995 cuando Metheny y los integrantes del Brad Mehldau Trio se juntaron para grabar un par de sesiones en Nueva York a sugerencia de los directivos de Nonesuch para quienes juntar a sus dos mayores estrellas en el mundo del “jazz” en una grabación suponía una promesa de ventas y atención mediática.

Las dos jornadas de grabación dieron como resultado un gran número de piezas. Algunas eran dúos entre Metheny y Mehldau y otras cuartetos con la participación de Larry Grenadier al bajo y Jeff Ballard a la batería. Desde el punto de vista de la composición iba a ser el guitarrista el que más temas aportaría a las grabaciones que, como no podía ser de otra forma, aparecerían publicadas en disco poco después aunque no de la forma más lógica, al menos a primera vista. En 2006, Nonesuch iba a editar un trabajo titulado “Metheny / Mehldau” que se presentaba como una colección de dúos procedentes de las sesiones citadas aunque, a la hora de la verdad, se incluyeron un par de piezas interpretadas por los cuatro músicos. Pocos meses más tarde saldría un nuevo disco con el resto del material que es el que hoy comentamos. Pese a que el título parecía indicar lo contrario, hasta cuatro de los cortes del trabajo eran dúos y sólo los siete restantes encajaban con la aparente descripción del mismo que ofrecía el título: “Metheny / Mehldau: Quartet”. ¿Habría sido más natural ordenar el material de otra forma y separar en discos distintos las piezas interpretadas mano a mano por las dos figuras y el resto? Quizá. El hecho es que ambos trabajos son como son y hoy nos centraremos en el segundo de ellos.

Brad Mehldau y Pat Metheny


“A Night Away” - El primer corte del disco es el único firmado por los dos artistas y es una verdadera joya. Los primeros instantes tienen todo el sabor de la música de Metheny con la especial propulsión que le aporta la sección rítmica de la banda de Mehldau en la que destaca muy especialmente la batería de Ballard. En la segunda parte de la pieza es el pianista el que toma las riendas y lo hace de forma soberbia hasta llegar a un final compartido por ambos que mantiene el gran nivel del tema.




“The Sound of Water” - La segunda pieza, firmada por Metheny, es un precioso dúo entre su guitarra de 42 cuerdas y el piano de Mehldau. Una composición intimista que entronca con alguno de los trabajos en solitario del guitarrista aparecidos en los últimos años con un enfoque principalmente acústico.

“Fear and Trembling” - Escuchamos ya el primero de los temas de Mehldau. No se trata de una pieza nueva ya que había aparecido en “House on Hill”, disco de una formación anterior del Brad Mehdau Trio con Jorge Rossy a la batería. Metheny enarbola la guitarra eléctrica para darle un filo muy especial a la composición que exprime muy bien las cualidades de Grenadier y Ballard.

“Don't Wait” - Continuando con las cortesías mutuas, es Mehldau el que se encarga de abrir una nueva pieza de Metheny en la que este vuelve a la guitarra acústica. Continúa en la linea reposada del dúo anterior mientras profundiza en una de esas melodías tan redondas que caracterizaron los años de Metheny posteriores a su salida del sello ECM. Tras un comienzo tranquilo asistimos a fases más intensas en las que el ritmo sube ligeramente aunque no por demasiado tiempo. Todo para llegar a un final delicioso que podría haber formado parte de los mejores trabajos de un sello como Windham Hill en los años ochenta.




“Towards the Light” - El siguiente tema entra de lleno en los territorios habituales del Pat Metheny Group, algo a lo que ayuda mucho el uso de la guitarra-sintetizador de Pat que aporta una sonoridad muy particular que es parte de la identidad de su banda. La pieza es un tiempo medio con cierto toque latino, terreno en el que el guitarrista se encuentra como pez en el agua y en el que el trío de Mehldau demuestra una gran competencia.

“Long Before” - Volvemos al formato de dúo con un “blues” lento que sirve como excusa para que ambos intérpretes inicien un distendido diálogo al que quizá le falte un punto de vitalidad para mantener el altísimo nivel general del disco.

“En la Tierra que no Olvida” - De nuevo tenemos influencias latinas en un complicado tema con ritmo de 5/4 en el que Jeff Ballard nos ofrece una verdadera exhibición de facultades frente a la cual la actuación de sus compañeros parece terrenal. Una de las mejores piezas de todo el disco, especialmente de las interpretadas por el cuarteto en pleno.

“Santa Cruz Slacker” - En el tramo final del trabajo encontramos dos temas consecutivos escritos por Brad Mehldau, pese a lo cual, el primero de ellos enlaza a la perfección con el anterior, escrito por Metheny. También es aquí el descomunal trabajo de Ballard lo más destacable (el del dúo Ballard / Grenadier, en realidad) hasta el punto de eclipsar por momentos al de las estrellas principales de la grabación.

“Secret Beach” - La última pieza del disco escrita por Mehldau es una lenta balada con un punto cinematográfico, en especial en la primera parte con la guitarra como protagonista. Es una de las piezas más convencionales del disco y también de las más versátiles como prueba el hecho de que Mehldau la incorporó después a su repertorio en directo e incluso la grabó con su trío.

“Silent Movie” - La última pieza para cuarteto del disco opta por un tono bajo y sin florituras. Un tema muy clásico, ideal para que todos los intérpretes tiren de oficio y saber hacer aunque nos deja con la sensación de que podría haber dado más de sí.

“Martha's Theme” - En 1996, Metheny compuso la banda sonora de la película italiana “Passagio per il Paradiso” de la que escuchamos aquí uno de sus temas centrales. Es una pieza muy breve que en esta versión de piano y guitarra suena encantadora, sin desmerecer la original, más electrónica.

Juntar a Brad Mehldau y Pat Metheny era un sueño para muchos aficionados al jazz pero una cosa es crear una gran expectativa y otra muy diferente satisfacerla. Pues bien, tanto con el primer disco titulado “Metheny / Mehldau” como con este segundo, creemos que el reto está superado con creces y que los seguidores de ambos artistas no encontrarán motivo alguno de queja al respecto. No sabemos si en algún momento volverán a coincidir en un estudio por lo que debemos disfrutar de ambos trabajos como testimonios de un encuentro único.

Como despedida, os dejamos con una versión en directo de "The Sound of Water" en el Festival de Jazz de San Sebastian de 2007.