Una de las
grandes ventajas de ser un artista de éxito dentro de una
discográfica pequeña es que te permiten hacer prácticamente lo que
quieras. Si a eso le sumamos una personalidad, digamos, peculiar, y
una absoluta falta de complejos que te permite grabar obras de
músicos completamente diferentes entre sí además de unas notables
dosis de talento el resultado pueden ser discos tan raros como este.
George
Winston se convirtió en un superventas en su género en los años
ochenta gracias a una serie de discos para piano solo que tenían
como tema central alguna época del año. No era algo del todo
caprichoso. Mientras otros músicos se han caracterizado por ser
sinestésicos, es decir, por relacionar las notas musicales con otro
tipo de información sensorial como colores en el caso más típico,
Winston afirma que cada canción que ha escuchado en su vida y ha
pasado a su memoria lo ha hecho siempre asociada con una estación
del año concreta. Eso podría explicar la rara selección de obras
de otros autores que aparece en este “Summer” salpicada con
composiciones del propio pianista, todas ellas sin demasiada relación
temática con el verano al que alude el título.
Con todo,
el experimento es muy revelador, no tanto en el sentido musical, ya
que no se cuenta este trabajo entre los mejores de su autor sino para
ayudarnos a conocer una personalidad única: la de un músico de
difícil trato que se transforma por completo cuando se coloca frente
a las teclas de un piano.
“Living
in the Country” - Comienza el disco con una mezcla de dos melodías,
la primera, un tema tradicional irlandés arreglado por Tríona Ní
Dhomhnaill en su momento cuando pertenecía a la Bothy Band. Winston
respeta la melodía central y la lleva a su terreno con su
inconfundible estilo hasta hacerla propia. Enlaza el tema con un
alegre tema que Pete Seeger compuso como instrumental de guitarra en
los años 50. El arreglo del pianista resalta la parte más
folclórica de la pieza que podría pasar por una canción
tradicional, casi por un tema sacado de un juego infantil.
“Loreta
and Desireé's Bouquet – Part 1” - Continúa el trabajo con una
composición propia dividida en dos partes. La primera es muy
pausada, con amplio uso del “rubato” por parte de Winston,
recurso muy habitual en su ejecución. La pieza recuerda en algún
momento a trabajos anteriores como “Autumn” pero se encuentra
lejos de la inspiración de aquel disco.
“Loreta and Desireé's Bouquet – Part 2” - Mucho más interesante nos parece la segunda parte de la pieza. Mantiene el tono meditativo pero la melodía nos parece mucho más conseguida. Es, probablemente uno de los mejores momentos de todo el trabajo y en él reconocemos la mejor versión de su autor.
“Fragrant
Fields” - La “cara a” del disco está trufada de versiones
mientras que el otro lado se centra casi por completo en piezas
propias. Aquí Winston rinde homenaje a Art Lande con esta
interpretación de una pieza de éste escrita para una banda sonora
de un cuento infantil. No hemos tenido la ocasión de escuchar la
pieza original pero intuímos en ella un enfoque más jazzístico del
que Winston le da aquí. El tema central que aparece mediada la pieza
tiene todas las características de la música de George por lo que
no nos extrañaría que se tratase de un añadido de nuestro músico.
“The
Garden” - Uno de los músicos favoritos de Winston ha sido siempre
Dominic Frontiere, famoso por sus bandas sonoras de series
televisivas, en especial por la de “The Outer Limits”, popular
serial de ciencia ficción al que pertenece esta pieza. Mientras que
la música de Frontiere se caracteriza por los efectos sonoros y la
hábil mezcla de estos con la orquesta y otros instrumentos solistas,
Winston ejecuta aquí su piano desnudo con un notable resultado.
“Spring
Creek” - La siguiente versión es de un compañero de discográfica
de Winston: el también pianista Philip Aaberg. La pieza pertenecía
al que fue su disco de debut, “High Plains”, en el que asistíamos
a una serie de paisajes sonoros que retrataban los duros escenarios
naturales de Montana, su estado natal. La relación de uno de los
estados que hacen frontera con Canadá, gran parte de cuya superficie
se haya sobre un glaciar, y el verano es algo que sólo la peculiar
mente de winston podría intuír. La pieza, con todo, es notable.
“Lullaby” - Nuestro pianista recupera su espíritu más folclórico (recordemos que suele denominar a su propia música “piano folk” o “rural piano”) para este cadencioso tema. En la parte final incorpora un nuevo homenaje, en esta ocasión al cantautor y también pianista Steve Ferguson y su pieza “Gypsy Hollow”.
“Black
Stallion” - Todo el mundo conoce a Francis Ford Coppola pero menos
son los que están familiarizados con la obra de su padre, Carmine,
autor de muchas piezas musicales que acompañaron a algunas de las
más conocidas películas de su hijo, incluso a obras maestras como
“El Padrino” en las que su música quedaba eclipsada por la de
Nino Rota. Winston recupera aquí el tema central de “El Corcel
Negro”, película de corte infantil dirigida por Carol Ballard con
producción de Francis. George Winston, sin la aportación de la
orquesta de la pieza original, hace una versión preciosa y llena de
sensibilidad que merece ser disfrutada con tranquilidad.
“Hummingbird”
- Comienza aquí la que era la “cara b” del disco en la que sólo
una de las piezas no es obra de Winston. Los primeros instantes
invitan a pensar en la clásica pieza tranquila de su autor pero de
repente escuchamos un peculiar sonido que procede de la pulsación
directa de las cuerdas del piano por parte del músico, recurso
sonoro que explotaría a fondo en su siguiente disco con resultados
muy brillantes. Aquí, sirve para comenzar una progresión rítmica
que sirve de base a una gran pieza que, en muchos sentidos, sería un
precedente de “Tamarak Pines” el homenaje que Winston brindaría
a Steve Reich en “Forest”, trabajo comentado en el blog tiempo
atrás.
“Early Morning Range” - Breve pieza sin demasiada historia, lo cual no quiere decir nada más allá de que es una composición que cualquier seguidor del músico reconocería de inmediato como suya. Probablemente no sea lo mejor que ha escrito pero es de escucha agradable.
“Living
Without You” - La última (o penúltima) versión que encontramos
en el disco es esta canción que aparecía en el disco de debut de
Randy Newman tiulado con el propio nombre del cantante. Winston le
añade muchos elementos de su propia cosecha además de ralentizar la
melodía original hasta hacerla casi irreconocible. Un gran trabajo,
sin embargo, en el que se demuestra que, a la hora de hacer
versiones, suele ser buena idea extraer los elementos principales del
original y llevarlos a otro terreno sin ceñirse siempre al patrón
que marca el autor.
“Goodbye
Montana – part 1” - Winston no nació en Montana como Philip
Aaberg pero sí pasó allí buena parte de su infancia a la que
homenajea aquí con esta despedida en dos partes. La primera es una
alegre melodía de breve duración introducida por unos trinos que no
presagian lo que viene después. El músico se encuentra muy cómodo
en este tipo de registros sencillos y elegantes en los que puede dar
rienda suelta a alguna de sus grandes influencias como es la de Vince
Guaraldi.
“Corrina,
Corrina” - Winston se enfrenta aquí a un blues clásico de
paternidad no del todo clara y que se ha convertido ya en un
estándar. Es este un estilo que no tiene ningún secreto para el
pianista que se desenvuelve con una maestría que admite pocas
comparaciones.
“Goodbye
Montana – part 2” - Tras ese interludio, cierra el pianista su
homenaje a Montana con una revisión de la parte uno en clave más
ambiental y reflexiva, con una música en la que el silencio es tan
importante como las notas, si no más.
“Where
Are You Now” - El broche final lo pone otra pieza clásica del
músico, tranquila, sin sobresaltos de ningún tipo y de escucha muy
placentera. Como despedida, una composición muy adecuada.
Incluso en
discos como este “Summer”, el más flojo de su etapa “clásica”,
George Winston es un músico muy interesante desde todos los puntos
de vista. Su estilo personalísimo no tiene comparación con ningún
otro pianista y lo variado de sus influencias hace que sea difícil
que un oyente no encuentre algún tema de su agrado en cualquiera de
sus discos. En nuestra opinión, Winston es un músico al que siempre
merece la pena regresar.
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