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jueves, 14 de junio de 2018

Jean Michel Jarre - Teo & Tea (2007)



Repasando los discos que hemos comentado en el blog a lo largo de estos años vemos que la inmensa mayoría son trabajos de los que tenemos una buena opinión. Eso es algo lógico porque no merece la pena perder tiempo comentando algo que no nos ha gustado habiendo tanta buena música de la que hablar. Bien es cierto que no hemos queremos pecar de conformistas resaltando sólo discos notables ya que una de las cosas que intentamos es ofrecer una imagen lo más completa posible de los artistas que aquí aparecen y eso incluye el dedicarle un espacio también a discos no tan inspirados de nuestros músicos más habituales.

Hay otro tipo de entradas en las que también nos hemos encontrado con discos que no han sido de nuestro agrado: aquellas centradas en lanzamientos recientes que, por la importancia del artista de que se trate en cada momento, merecen una atención por nuestra parte independientemente del nivel del disco en cuestión. No es el caso del disco que hoy comentamos.

Hoy tenemos aquí un trabajo que entraría en la primera categoría pero inaugurando un nuevo punto de vista: el de los trabajos que sólo cabe calificar como de errores. Discos a los que no encontramos explicación, alineaciones cósmicas por las que, incomprensiblemente, a un artista se le pasa por la cabeza publicar algo, ninguno de sus allegados considera oportuno impedirlo y en la discográfica de turno no hay nadie con el criterio suficiente para detener el desastre.

Estamos en 2006 y la carrera de Jean Michel Jarre lleva unos cuantos años dando tumbos desde su ruptura con Disques Dreyfus. En este tiempo ha habido lanzamientos sin ningún tipo de promoción, trabajos muy menores para compañías tecnológicas como Bang & Olufsen o conciertos editados únicamente en formato de descarga digital como el recientemente comentado aquí “Printemps de Bourges”. En 2004 y tras firmar con Warner había aparecido AERO, un recopilatorio bastante interesante, con viejos clásicos regrabados y un puñado de temas nuevos pero que no cubría las expectativas acerca de lo que Jarre sería capaz de hacer en su nueva discográfica. Y lo cierto es que la campaña que se diseñó para lanzar el nuevo disco fue bastante imaginativa y prometedora. Se creó un videoclip promocional del que se colgó un extracto en youtube en el que no figuraba el nombre del músico. Sólo en las etiquetas aparecían varios para jugar al despiste. Entre ellos los de David Guetta, Bob Sinclair, Jean Michelle Jarre (con el error intencionado en el nombre) o Martin Solveig. La idea era la de distribuir también un single promocional por las distintas emisoras de radio para ver qué recorrido tenía ese primer tema del disco sin el apoyo del nombre de su autor.

Ignoramos si se llevó a cabo esta parte de la campaña y, en caso de que así fuera, si esa primera pieza tuvo algún tipo de repercusión porque lo cierto es que poco después de aparecer el fragmento del videoclip en internet, los rumores acerca de la autoría de Jarre terminaron pronto con la pretendida sorpresa. No tardó mucho en aparecer el corte completo y en anunciarse la publicación del nuevo album que llevaría por título “Téo & Téa”, dos personajes de dibujos animados que protagonizaban el videoclip y también el difuso concepto alrededor del que parecía girar la temática del disco: las relaciones personales y el amor en la era de la realidad virtual.

Jarre durante la promoción de "Teo & Tea"


La cosa, ya desde el primer extracto que se hizo público, no pintaba demasiado bien. Una musica simple, con una fuerte componente bailable, que no parecía encajar demasiado con o que esperaba de Jarre su seguidor medio pero al fin y al cabo, no era más que un adelanto. Todo iría a peor. Cuando apareció el disco completo, el estupor entre la práctica totalidad de los que lo iban oyendo se extendía mezclado con una importante carga de incredulidad: ¿eso era lo nuevo de Jarre?. Un análisis tema por tema como el que solemos hacer aquí no sería más que una sucesión de improperios por nuestra parte con lo que nos lo ahorraremos por esta vez. Baste con señalar que el disco no había por donde cogerlo. Ritmos baratos, melodías que muchos principiantes descartarían sin dudarlo y una producción escuálida indigna de un artista de la trayectoria de Jarre. Apenas alguna cosilla de “Fresh News”, el corte que abre el disco, ciertos detalles en “Touch to Remember”, tema en el que Jarre rescata el “Speak and Spell” (antiguo juguete electrónico que “leía” con voz robótica los textos que se introducían en él mediante un teclado) o el ambiente creado en “OK, Do it Fast” son rescatables en un disco en el que encontramos recursos tan vergonzantes como los gemidos de Anne Parrillaud (pareja del músico por aquel entonces) en “Beautiful Agony”, el coqueteo con las músicas de película tipo “James Bond” (en ambas partes de “Partners in Crime”) o la simple imitación del estilo de sus compatriotas de AIR en “In the Mood for You”. Cortes como “Chatterbox” rozan lo ridículo, “Gossip” no es más que un politono con ínfulas y “Vintage” se mueve en el terreno de la autoparodia. Tampoco “Melancholic Rodeo” (título que se especuló con que sería también el del disco) ofrece nada potable.




Desde el punto de vista musical, el desastre era mayúsculo pero eso no fue todo. El disco iba a presentarse en una serie de “showcases” en los estudios Alfacam de Lint (Bélgica), en el club parisino “Le Queen” y en el VIP Room de Cannes. El espectáculo fue bochornoso con un Jarre realizando un “playback” descarado mientras daba saltos como un adolescente. Una imagen que vista hoy, da cierta grima y que marca un mínimo en la carrera del músico.

Pero faltaba aún un episodio más grave y que sólo la escasísima repercusión del disco permitió que no terminase del todo con la reputación de Jean Michel Jarre. Entre la lista de instrumentos utilizados para la grabación del disco estaba la “groovebox” Roland MC 808. Una especie de caja de ritmos avanzada que incluye un “sampler”, un secuenciador, y un montón de bases pregrabadas. Unas semanas después de la aparición de “Teo & Tea”, un usuario de la misma subió a youtube un video en el que se demostraba que, al menos seis de los trece cortes del disco, no eran más que algunas de las más de 600 demos de fábrica que incluía la máquina . No hablamos aquí de una sencilla base rítimica sino de progresiones completas de acordes, percusiones, bajos, acompañamientos, variaciones de todo tipo, etc. Todo el armazón de una composición al que Jarre, aparentemente, se limitó a añadir una sencilla melodía y algún efecto por encima, caso de “Chatterbox”, “Touch to Remember” o “Beautiful Agony”, a eliminar algúna secuencia (“Fresh News”), cambiar una linea de bajo (“In the Mood for You”) o modificar ciertos timbres (“Melancholic Rodeo”). El escándalo fue notable entre la comunidad de seguidores de Jarre aunque no trascendió mucho más allá. Se quiso ofrecer una explicación por parte de la productora del músico indicando que Jarre y Roland llevaban un tiempo colaborando y que el músico había realizado varios patrones y sonidos para la marca que habían sido incluidos en varios de sus aparatos. Sin embargo, en las instrucciones que acompañaban a la “groovebox” aparecían acreditados los autores de cada uno de los patrones y no se mencionaba a Jarre, algó que sí ocurría con otros productos de Roland en los que Jean Michel había hecho alguna contribución.

La clave, probablemente, estuviera en un DJ y productor holandés. Jarre contactó con Tim Hufken a través de Roland para quienes trabajaba elaborando sonidos y bases rítmicas para varios de sus productos, entre otros, la MC 808. Aunque en una entrevista posterior en Fairlight Jarre, el músico afirmó que no era el creador de ninguno de los presets que Jarre usó en “Teo & Tea”, particularmente de los más polémicos, lo cierto es que su nombre aparece en los créditos del disco bajo el ambiguo epígrafe de “colaborador artístico”. En la misma entrevista, el holandés comentó que Jarre le pasó varias maquetas muy esquemáticas y le pidió que les diera forma buscando un estilo bailable y le puso como ejemplo la versión de “Living on Video” hecha por Pakito, un DJ francés de cierta popularidad en aquellos años. Con decir que el nombre artístico del “músico” estaba inspirado en “Paquito el chocolatero” y que en el tema que Jarre tomó como ejemplo, Pakito incluía “samples” de Chimo Bayo nos podemos hacer una idea de lo que el músico francés pretendía que fuera “Teo & Tea”.

Hufken declaró que como no le gustaba el estilo de Pakito, trató de obviar la recomendación y de darle a su trabajo una orientación más cercana a lo que él pensaba que debía ser el estilo de Jarre en 2007. Algún otro colaborador cercano de Jarre en la época (además de Hufken, participaron en el disco Claude Samard y Francis Rimbert) comentó “off the record” que le recomendó no publicar el disco con su nombre y lanzarlo como un experimento sin más. Incluso el propio músico terminó por reconocer tiempo después que “Teo & Tea” fue un error y lo achacó a su turbulenta situación personal por aquel entonces.

Así reivindicaba el atentado explicaba el músico su nuevo trabajo en el kit para la prensa:



El desastre fue tan absoluto que lo único que músico y discográfica pudieron hacer para paliarlo fue lanzar una regrabación del clásico “Oxygene” meses después a la que seguiría una extensa gira tocando el disco en su integridad en riguroso directo (o, al menos, en lo más parecido al directo que Jarre ha tocado nunca). Tras aquello el músico francés se embarcó en una interminable serie de conciertos tocando sus grandes éxitos en lo que parecía que iba a ser una especie de semi-retiro nostálgico pero las cosas cambian de forma inesperada y en los últimos años hemos asistido a una resurrección artística muy dificil de prever tras los meses que siguieron a “Teo & Tea”. Tanto es así que estamos a una semana escasa del posible lanzamiento (o de su anuncio) de un nuevo trabajo del músico que promete mantener el interés de sus recientes proyectos pero eso será materia de otra entrada (esperemos) muy pronto.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Stone Age - Les Chronovoyageurs (1997)



Cuando surge un artista destacado en un campo y ámbito geográfico determinados, lo normal es que no sea el único sino la parte visible de un grupo más amplio, estén relacionados sus miembros entre sí o no. En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: que el éxito de ese artista arrastre a los demás atrayendo la atención hacia ellos, en cuyo caso terminamos por hablar de una escuela o movimiento o todo lo contrario. En el segundo supuesto, las obras de la estrella eclipsan todo lo que surge a su alrededor.

Algo así podría haber sucedido en la Francia de los años setenta con el éxito de Jean Michel Jarre y su “Oxygene”. Mientras que en Alemania los nombres de Klaus Schulze, Tangerine Dream, Manuel Gottsching, etc. terminaron por ser agrupados en la llamada “escuela de Berlín”, en el país galo la figura de Jarre ensombreció a toda una generación de músicos electrónicos cuya obra, en muchos casos, era igualmente interesante.

El de Dominique Perrier sería uno de esos casos aunque con algunas peculiaridades. Perrier conoció a Jarre en los primeros setenta cuando formaba parte de la banda del cantante Christophe. En aquel entonces, el músico se encargaba ya de toda la cacharrería electrónica del popular vocalista mientras que, curiosamente, Jarre se limitaba a escribir las letras de las canciones. En 1976, uno y otro publicaron sendos trabajos de música electrónica instrumental con un single pegadizo que alcanzó cierta relevancia. El de Jarre se titulaba “Oxygene 4” y todos sabemos lo que ocurrió después. El de Perrier, bajo el nombre de “Space Art”, se ttulaba “Onyx” y, aunque obtuvo un éxito moderado, no alcanzó la popularidad del single de su colega. Dominique publicó tres discos más con Space Art pero en 1981 atendió la llamada de Jean Michel Jarre para formar parte de su banda en un gira que estaba a punto de iniciarse, nada menos que por China. El teclista aceptó y a partir de ese momento se convirtió en uno de los colaboradores más estrechos de la estrella francesa subordinando su carrera en solitario a los huecos que le permitía la agenda de grabaciones y conciertos de Jarre.

Esto cambió en 1994. Jarre acababa de terminar la que fue su primera gran gira de conciertos por toda Europa y Perrier pensó que quizá ese fuera un buen momento para centrarse de nuevo en su carrera de forma independiente. Dos años antes había formado Stone Age, una banda que mezclaba música celta (particularmente de origen bretón) y electrónica de un modo similar al trabajo de Deep Forest con melodías y sonidos de todo el mundo y parecía una buena oportunidad para que el grupo grabara su primer trabajo. Un poco después, en 1997, aparecía “Les Chronovoyageurs”, quizá el disco más completo del grupo que será el trabajo que comentemos hoy. Los miembros de Stone Age, que utilizan sobrenombres para firmar sus participaciones en los discos son: Jerome Guegen (alias Lach’llaouet) que interpreta piano, gaitas y teclados además de cantar, Marc Hazon (Marc de Ponkallec), batería, guitarra y voces, el sintesista Dominique Perrier (Terracotta) y Michel Valy (Kervador) que se encarga del bajo, la mandolina, las guitarras acústicas y suele ser el vocalista principal. En la grabación de “Les Chronovoyageurs” interviene, además, un buen número de invitados. La lista la integran Janette Woollacott, Marielle Herve, Brenda Herve, Gaelle Herve y Edith Lefel (voces), Youenn Leberre (gaitas y flautas), Loic Taillebrest (gaitas), Patrick Rondat (guitarra eléctrica), Rene Lebhar (guitarras), Gilles Chabenat (zanfona), Claude Samard (guitarras, bouzouki), Richard Arame (guitarra eléctrica), Robert Legall (violín) y Jean François Perrier (guitarra acústica).

Integrantes de Stone Age.


“Lines of Stone” – Sintetizadores y bajo crean un ambiente ensoñador para que Janette Woollacott comience a cantar una pieza muy tranquila ayudada por Marielle Herve. Aparecen entonces profundos acordes electrónicos y un bonito solo de bajo. Los últimos instantes están marcados por la preciosa intervención de un dúo de gaitas lleno de fuerza. Como comienzo es una gran pieza y un buen anticipo de lo que nos deparará el resto del disco.

“Maribrengael” – Ritmos más contemporáneos nos dan la bienvenida al único tema del disco con origen en una melodía tradicional. La canción, en idioma bretón, combina las voces de las hermanas Herve con las de los miembros masculinos del disco y se acerca mucho a los postulados de grupos como Deep Forest que hicieron fortuna en la primera mitad de los años noventa. De nuevo las gaitas aportan un toque épico a una de las piezas más completas del disco que sirvió, además, como single.



“La Nuit des Korrigans” – La influencia de Deep Forest de hace más que evidente en los primeros instantes de la pieza con profusión de “samples” de corte étnico. Como en el caso anterior, escuchamos ritmos modernos y sonidos cercanos a la música de baile pero que no llegan a distorsionar una composición muy notable. La guitarra de Richard Arame, emula, ignoramos si de modo intencionado, a la de Mike Oldfield en sus breves intervenciones. Las intervenciones vocales simulan en muchos momentos las de pequeños duendes o elfos que es, precisamente, lo que son en la mitología bretona los “korrigans” a los que se alude en el título.

“Perceval” – Un comienzo puramente electrónico, inspirado en la música de décadas pasadas (Vangelis, el propio Jarre...) abre de modo solemne una de nuestras piezas favoritas en el disco, dedicada a Perceval, uno de los Caballeros de la Mesa Redonda de la leyenda artúrica. Aparte de los sintetizadores y de las voces de los cuatro miembros del grupo, ocupa un lugar destacado en la pieza Rene Lebhar a las guitarras, dando el toque justo en cada momento.

“Maureen Maguire” – Otra de nuestras piezas predilectas comienza con sonidos de armaduras caminando pesadamente en el campo antes de que suene una preciosa introducción de guitarra acústica. Una serie de “samples” vocales marcan el paso hasta que empezamos a escuchar un ritmo electrónico sobre el siempre ensoñador sonido del “Eminent”, uno de nuestros sintetizadores favoritos a la hora de creas sonidos de cuerdas y fundamental en el sonido de Jean Michel Jarre en los setenta. Como ocurre en muchos de los cortes del disco, la parte vocal se organiza como un diálogo entre voces femeninas (con un toque del Mike Oldfield más pop, todo sea dicho) y masculinas. Los toques célticos los ponen los sintetizadores imitando arpas, gaitas e incluso pizzicatos de violines. Aunque el sonido es artificial, el conjunto es muy convincente.

“Podour Bihan” – Una rotunda introducción electrónica a base de capas de sonidos combinandose y de un ritmo programado muy adictivo abre un tema fantástico en el que las melodías entran a ráfagas sin dejar apenas respiro al oyente. Gigas, “reels” y todo tipo de danzas tradicionales se suceden en forma de sonidos sintéticos durante toda la composición. Sin duda, una de las mejores de todo el trabajo.

“Morglaz” – Superado el tramo central del disco, tenemos otra buena canción en la que escuchamos voces procesadas con efecto “vocoder” cuya mejor parte, probablemente, la ponga el bajo de Michel Valy, quien también destaca aquí a la mandolina.

“Reverans” – Sin solución de continuidad entramos en la siguiente pieza del trabajo que se abre con un pasaje de experimentación electrónica interrumpido por un ritmo contundente y una serie de cantos bretones. Probablemente sea uno de los momentos más intensos del disco, especialmente a partir del interludio central, adornado de percusiones tribales que preceden a la repetición del tema central.

“Liz” – Una atmósfera misteriosa en la que destaca la vihuela por encima de la electrónica, sirve como introducción a una canción en con dos partes muy diferentes. En la primera, más acústica, escuchamos gaitas, guitarras acústicas y percusiones además de todo el complejo aparato electrónico. En la segunda, con un ritmo algo más vivo, aparecen las flautas y un soberbio solo de guitarra eléctrica a cargo de Patrick Rondat, auténtico “guitar hero” cuyo estilo encaja aquí a la perfección, incluso en los duelos con las gaitas.

“L’Homme-Goeland” – El sonido de un piano en las proximidades de lo que podría ser una charca es el comienzo del siguiente corte. Se apunta una bonita melodía en estos segundos iniciales que más tarde se verá refrendada por el coro. Cuando aparecen el resto de instrumentos lo hace también una pegadiza melodía de flauta que se repetirá a lo largo de toda la composición. Una preciosa tonada de inspiración céltica como todo el disco. En la parte final, los ritmos electrónicos se combinan de forma fantástica con un canto que se diría tradicional, para prácticamente cerrar uno de los cortes más interesantes del disco por la variedad de elementos e influencias que en él se pueden apreciar.



“Le Dragon de Noz-Art” – Retomamos la línea épica con un tema que combina la energía de las gaitas con las secuencias electrónicas y los fondos atmosféricos más clásicos de la corriente “planeadora” de los setenta. La gran influencia que Vangelis ha ejercido siempre sobre Dominique Perrier (algo que se puede apreciar en sus discos con Space Art) aparece aquí con toda claridad a pesar del “disfraz” celta bajo el que se trata de disimular.

H2πR” – Cerrando el disco encontramos un tema ambiental en el que los sintetizadores construyen una atmósfera onírica a la que las gaitas y las voces aportan una especie de punto de contacto con la realidad.

Stone Age no han alcanzado una especial relevancia fuera de Francia, si exceptuamos Japón, país en el que alcanzaron ventas muy elevadas con cierta regularidad. Ello no debería alejar nuestra vista de su trayectoria y de este disco en particular, que juzgamos muy interesante. De un modo particular, además, encontramos muchos elementos en él que creemos que influyeron notablemente a Jean Michel Jarre a la hora de afrontar su disco “Metamorphoses” aunque Perrier ya no colaboraba en aquellas fechas con el autor de “Oxygene”. Los ritmos de “Perceval” o “Maureen Maguire”, los sonidos del comienzo de “Podour Bihan” (reflejados en el “Hey Gagarin” de Jarre) o la similitud en cuanto a estructura y concepto de “H2πR” con “Shilhouette” nos reafirman en esta idea.

Los lectores interesados en el disco, lo tienen disponible en los enlaces habituales.

amazon.es

bol.com

Nos despedimos con un pequeño "teaser" con fragmentos de todos los temas del trabajo: