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domingo, 31 de agosto de 2025

Wim Mertens - Kere Weerom (Part II - Kere Weerom) (1999)



Muy de cuando en cuando nos acercamos a darle una escucha a los complejos “ciclos” de Wim Mertens. Hemos dado en llamar así a cuatro extensas colecciones musicales que el músico belga publicó entre 1990 y 2001 y que tenían dos características principales: su gran tamaño (entre los cuatro  forman dos trilogías y dos tetralogías que abarcan la friolera de 37 discos), y la poca accesibilidad de la mayoría de la música que allí se podía escuchar. En ellos encontramos desde discos para piano solo a otros para grupo pero también, y esto suele coincidir con los trabajos más áridos y desafiantes para el oyente, discos para instrumentos solistas como el fagot, el arpa, el clarinete o el trombón bajo. Las composiciones también son diversas. Algunas más accesibles, podrían funcionar perfectamente como parte de cualquiera de sus discos convencionales pero otras tienen un claro carácter experimental. Muchas veces se trata de “deconstrucciones” de melodías ya escuchadas en otros trabajos del belga que aquí suenan desnudas, reducidas a la mínima expresión y ramificándose en infinitas variaciones.


Hoy vamos a volver al tercero de los ciclos, titulado “Kere Weerom”, más en concreto a su segunda parte que lleva el mismo nombre. Hace un tiempo tratamos ya la primera sección del ciclo (“Poema”), una de las más accesibles de toda la colección y escrita para piano. La de hoy abarca tres discos completos y fue compuesta para diferentes combinaciones de un “ensemble” formado por Eric Robberecht (violín), Lieven Vandewalle (violonchelo), Eric Mertens (flautas), Dirk Descheemarker (clarinetes), Marc Verdonck (saxos), Luk Verdonck (fagot), Etienne Siebens (contrabajo), Peter Verbraken (guitarra), Hanna Grociak (arpa), Geert Helsen (percusión) y el propio Wim Mertens (piano).


Antes de empezar el comentario del disco tenemos que hablar de “Sin Embargo”, un disco que Mertens había publicado en 1998, un año antes de la trilogía “Kere Weerom”. Fue este un trabajo raro ya que, a día de hoy, sigue siendo el único de la discografía del músico dedicado exclusivamente a la guitarra clásica. Por sus características, sería uno de esos discos que podemos considerar como hermanos pequeños de los “ciclos” ya que se trata de una obra no especialmente accesible y centrada en un solo instrumento como ocurría, por ejemplo, con su “Instrumental Songs” (1984). La cuestión es que la mayoría del material contenido en esta parte de “Kere Weerom” está basado en melodías de “Sin Embargo” que aquí aparecen desarrolladas de mil formas diferentes.


El primero de los tres discos es el más convencional en cuanto a estructura con diez piezas de una duración de alrededor de los tres minutos con alguna excepción más larga. La primera de ellas, “'T is tijd”, explora la melodía central de “Sin Embargo” pero en esta ocasión con arreglos para maderas y apoyo puntual de cuerdas y percusión. Ese mismo trabajo sigue siendo sometido a revisión en los siguientes cortes, a veces en versiones para clarinetes y flautas (“O weerzien!”), clarinete solo (“Dat schelden”), violín (“Wederom verdwenen”), cuerdas y fagot (“Zij zingt en wenkt”), arpa y flauta (“Overal, altijd”), solo cuerdas (“Waar wij niet zijn”). En todo caso, no hablamos de versiones o transcripciones para otros instrumentos de las mismas piezas sino en una exploración de cada melodía que es retorcida y estirada hasta la saciedad introduciendo nuevas variaciones cada vez. Más extensa es “Van hot naar haar” (más de 12 minutos), para arpa y contrabajo primero y para cuerdas después que se centra en el tema de “La Femme de Nulle Part”, música que Mertens escribió para una antigua película de cine mudo y que también había revisado en “Sin Embargo”. El mismo tema es recreado de nuevo en versión de guitarra, cuerdas y vientos en “Een eigen dagindeling” antes de cerrar con “Amper beschut” a cargo de toda la familia de clarinetes.


El segundo disco es más complicado de escuchar en muchos momentos, especialmente por la abundancia de piezas para percusión que se hacen verdaderamente pesadas como ocurre con “Zoet licht”, que abre el CD. Tras ella entramos en una sucesión de temas de prácticamente la misma duración (todos sobre los dos minutos y veinte segundos) que son diferentes combinaciones de cuerdas y vientos con algunos momentos interesantes que coinciden la mayoría de las veces con la revisión de melodías antiguas del músico pero siempre bajo el punto de vista que domina todos los “ciclos” de Mertens: la experimentación. Son piezas en las que los cambios de ritmo son inesperados (también podríamos haberlos calificado como desesperantes) y donde las melodías desaparecen tan pronto como las reconocemos. Tras esa serie de composiciones volvemos a las percusiones en “Hat oude deuntje”, esta vez con apoyo de piano y violín en un rol similar púramente rítmico. Llega después una serie de composiciones a pares de la misma duración. “De dwarreling”, a base de cuerdas tiene su imagen especular en “Onderlinge onmin” con arreglos ligeramente diferentes. Lo mismo ocurre con “Tenslotte” que suma el arpa a la ecuación y se ve replicada en “Wat ik zeg”, extraña versión con una combinación tan inesperada como es la del arpa  con el contrabajo a los que se unen después el clarinete y las cuerdas. Llega después una locura de tema sin mucho sentido “Voor me niets” clonado en “Waarheen?” con anadido de percusión. Más larga es “De krater”, otra vez con protagonismo del contrabajo en colaboración con los clarinetes. Tras la concluye el disco con otros dos cortes emparejados que, con sus juegos de cuerdas parecen sacados de una película de terror.


El tercer y último CD puede muy bien ser el más exasperante de todos ya que incluye hasta quince cortes consecutivos que vienen a ser una variación de la misma pieza de algo menos de dos minutos aunque antes de llegar allí tenemos que pasar por nuevas demostraciones de percusión (“Tijd winnen”), piezas para grupo o extrañas sucesiones de florituras para saxo o clarinete con diferentes títulos y arreglos. También tenemos complejas miniaturas llenas de un virtuosismo instrumental inversamente proporcional a su accesibilidad pero siempre basadas en lo mismo: la exploración hasta el límite de un tema o melodía presentado anteriormente. A veces la cosa cobra sentido como en “Met natte schoenen” pero la idea no cambia. Con “Later het vervoig” entramos en el largo tramo de quince temas seguidos que son prácticamente iguales y que nos conduce hasta el final, de nuevo a base de percusión, con “Je hebt van die uren!”.


No engañamos a nadie si afirmamos que los “ciclos” de Mertens no son para cualquier oyente. Ni siquiera para una gran mayoría de seguidores del músico por lo que más que recomendarlos como hacemos habitualmente tenemos que advertir a los más osados de lo arduo de la tarea que tienen por delante. Nosotros, por nuestra parte, volveremos sobre ellos más adelante, siempre en pequeñas dosis porque no es cuestión de abusar de este tipo de material. Desgraciadamente no hemos sido capaces de encontrar ningún fragmento de "Kere Weerom" para compartir aquí ni en páginas como youtube ni en las que el propio músico enlaza en su web como Spotify o Deezer por lo que no podemos dejaros alguna muestra como nos gusta hacer. Tampoco será fácil para el hipotético lector interesado encontrar el trabajo por separado, ya que está descatalogado hace años. No así la caja "Qua" que contiene los 37 discos que integran los cuatro "ciclos" de Mertens y aún se puede encontrar buscando un poco. Mucho ánimo a quien se atreva con la experiencia.

miércoles, 12 de abril de 2023

Wim Mertens - Heroides (2022)



La música de Wim Mertens ha destacado siempre por ser de una gran versatilidad siendo adaptable a multitud de formatos instrumentales. Así, no ha sido extraño en su carrera ver cómo un disco de piano y voz era presentado en una gira en la que el músico se veía acompañado por una sección de viento. Del mismo modo, discos casi orquestrales eran interpretados en directo por el propio pianista en solitario o, a veces, con acompañamientos tan escuetos como un clarinete, un saxo soprano o un violín.


Con el trabajo que comentamos hoy, el último publicado por el músico que en pocos días será ya el penúltimo, Mertens nos ahorró el paso de imaginar adaptaciones ya que incluye en un solo lanzamiento la versión para piano y voz de la obra y la versión para grupo, cada una en un disco diferente. Una idea magnífica que nos permite comprobar cómo funciona cada composición en distintos formatos sin necesidad de acudir a los conciertos. En todo caso, tampoco tenemos aquí una banda muy extensa ya que el piano de Mertens solo cuenta con el acompañamiento de Eric Robberecht (violín), Lieven Vandewalle (violonchelo) y Brigitte Hertogs (arpa), todos ellos habituales en la banda de Mertens en los últimos años.


El disco es un trabajo conceptual, en la línea de la mayoría de los que ha publicado el músico, especialmente en los últimos años. En este caso está basado en las “Heroidas”, colección de cartas de amor escritas por Ovidio en la que distintas heroínas de la literatura clásica griega muestran sus sentimientos hacia sus respectivos heroes que las han dejado solas por diferentes motivos. En la obra de Ovidio, de las veintiuna epístolas originales, quince son cartas de las mujeres a sus heroes y las seis restantes son comunicaciones en sentido inverso acompañadas de sus respectivas réplicas. Sin embargo, Mertens se queda con once de las cartas, siendo todas ellas seleccionadas de entre las enviadas por las heroínas a sus maridos y amantes.



“Phaedra” - En la primera carta, de Fedra a Hipólito, Mertens le da un papel absolutamente principal a la voz con el piano como simple acompañamiento. Recuerda mucho a trabajos como “Strategie de la Rupture” o “Der Heisse Brei”, con una composición muy lírica en la que la melodía es la absoluta protagonista. La versión para grupo tiene al arpa como instrumento principal haciendo suyas las partes de voz. Es muy interesante ver cómo el cambio de formato transforma por completo la pieza que ahora revela importantes similitudes con algunos momentos de “Jardin Clos” o, en menor medida, de “Integer Valor”.




“Dido” - La misiva de Dido a Eneas nos muestra una versión más experimental y minimalista del músico al piano, en la línea de su maravilloso “Poema” y también de la tercera parte de “Kaosmos”. Con la entrada de la voz entramos en una parte más rítmica sin abandonar nunca el dramatismo de la melodía cantada. La experimentación es aún más radical en la recreación de la pieza por parte de la banda de Wim. La propia instrumentación de la misma nos remite ya a trabajos como “Alle Dinghe” con la adición del arpa y el piano.


“Medea” - La dramática relación de Medea y Jasón nos deja el corte más largo del disco que abunda en el estilo de los dos trabajos citados cuando hablabamos del corte anterior. El Mertens más hermético y menos accesible de sus complejos “ciclos” se hace presente aquí en un corte en el que la voz se decanta más por largas notas que por veloces fraseados como los del tema inicial. En contraste, el piano camina a saltos, lleno de acelerones que son desconcertantes a veces pero que no son extraños para el seguidor veterano del músico. De nuevo nos viene a la cabeza “Alle Dinghe” como principal referencia en el arreglo de la pieza para ensemble con la participación importante del piano que no estaba presente en aquel disco. En todo caso y en cualquiera de las dos variantes, “Medea” es uno de los cortes más complejos de “Heroides”.




“Phyllis” - Con la carta a Demofonte regresamos a la versión más melódica del artista belga, de nuevo con aires de su clásico “Strategie de la Rupture” aunque con detalles de trabajos como “After Virtue”, con esos cortes dramáticos y esos cambios de ritmo tan característicos. Puede ser una de las composiciones del disco que más pierde en la versión para grupo ya que en ella el tema central queda difuminado y se pierde entre otras líneas melódicas. Es algo que ocurre en varias de las piezas del disco: los cuatro instrumentos de la banda operan de forma demasiado independiente unos de otros en muchas ocasiones lo que provoca una cierta distracción en el oyente y eso se nota más en temas tan directos como lo es “Phyllis” en su versión de piano y voz.


“Hero” - Con las mismas referencias llegamos a la carta de Hero a Leandro. Una pieza intimista y muy inspirada con un perfecto equilibrio entre voz y piano. Sin embargo, creemos que en esta ocasión nos quedamos con el arreglo del segundo disco en el que el violín nos llega de una forma muy especial.




“Hermione” - Para el texto de Hermione a Orestes, Mertens opta por una preciosa introducción de piano que solo deja paso a la voz en la segunda mitad. Seguramente no es la pieza que más llame la atención en una primera escucha pero con reproducciones sucesivas es una de nuestras favoritas del disco. Lo mismo podríamos decir de la versión para grupo en la que destaca el bellísimo dueto inicial de violín y violonchelo así como la forma en la que la composición crece a cada minuto hasta terminar de una forma particularmente intensa.


“Canace” - No somos capaces de recordar cuál es la pieza original pero tenemos claro que la carta de Cánace a Macareo en su primera parte es un reciclaje de una composición anterior con un arreglo diferente, especialmente en el piano. Con todo, nos parece que sigue funcionando muy bien en las dos versiones aunque seguramente nos quedemos con la del segundo CD.


“Ariadne” - Una de las composiciones más juguetonas del disco es la que ilustra la carta a Teseo. Un piano saltarín acompaña el alegre canto de Mertens en un tema breve que se pasa volando. Extrañamente, ese carácter jovial queda muy atenuado cuando es el ensemble el que se encarga de ofrecernos su versión.


“Cydippe” - La carta a Aconcio continúa con el tono travieso en el piano y un Mertens más reposado, casi monástico en la voz, que aprovecha su propio eco para alcanzar una sonoridad que invita al recogimiento. En la interpretación del grupo ese tono sigue presente pero solo durante los primeros instantes. Luego evoluciona hacia otra cosa diferente a medida que el arpa va ocupando una plaza más relevante. 


“Sappho” - Este fue el corte que el músico presentó como adelanto del disco. Pese a su escasa duración, esta carta de Safo (la única de las mujeres del disco que existió realmente) a Faón es una de las mejores composiones de la colección. Con una melodía extremadamente sencilla y repetitiva, recupera al mejor Mertens y eso es decir mucho. Gracias al arreglo para ensemble podemos apreciar, además, un par de preciosas melodías de violonchelo de corte casi barroco que están entre lo mejor del disco.




“Briseis” - El último tema, la carta de Briseida a Aquiles, es otra gran pieza y no solo por su duración (supera los ocho minutos) sino porque nos devuelve el espíritu del Mertens de los noventa, de los desarrollos largos de piezas como “La Femme de Nulle Part” o “Gimel”. Un broche perfecto para el trabajo. Dentro de ese juego de descubrimiento de nuevos detalles que supone el hecho de que todos los cortes tengan dos versiones diferentes, encontramos en la versión para grupo algún tema más que es fruto del reciclaje de ideas pasadas, algo que en un músico como Mertens no deja de ser casi una constante en todos sus discos.



Durante muchos años, la carrera de Wim Mertens transcurría principalmente por tres vías paralelas: sus discos para piano y voz, sus discos para grupo y los “ciclos” para los que reservaba las composiciones más complicadas y con menor proyección comercial. Con el paso del tiempo, esas vías se han ido difuminando y hemos tenido trabajos que combinaban alguna de las dos facetas como podría ser la dupla “Shot and Echo” / “A Sense of Place” o muchas partes del ciclo “Aren Lezen”. En todo caso, han pasado ya más de veinte años desde el citado “Aren Lezen” y no parece probable que el músico vaya a ofrecernos un nuevo ciclo próximamente. Sin embargo, esto no significa que haya abandonado esa línea de composiciones sino que las ha ido integrando en sus discos, digamos, “convencionales”. En nuestra opinión, “Heroides” es el ejemplo más claro de esto que decimos aunque ya ha habido trabajos anteriores en los que se han ido colando piezas más áridas y de más difícil comprensión para el oyente desprevenido. En algunos sitios hemos leído que este doble disco es la obra maestra definitiva del compositor belga. Pese a que nos hallamos muy lejos de esa opinión, entendemos que puede tener cierto sentido por cuanto en “Heroides” encontramos condensadas las tres vías de su carrera, si bien con un grado de inspiración bastante lejano del de sus mejores momentos. No podemos afirmar que sea un mal disco de Mertens. Sin esforzarnos demasiado nos vienen a la mente unos cuantos que creemos peores pero tampoco lo contaríamos como uno de los mejores, no tanto por su nivel medio, que no es malo, sino por la falta de momentos de esos que nada más escucharlos, sabemos que van a quedar para siempre en nuestra memoria. En todo caso, siempre es buen momento para escuchar a Mertens antes de que llegue su próximo disco que ya está en camino (incluso hay adelantos disponibles) y que llevará por título “Voice of the Living”.

martes, 8 de septiembre de 2020

Wim Mertens - Gave Van Niets Part IV: Reculer Pour Mieux Sauter (1994)




Tras un tiempo sin acercarnos a ellos, creemos que es el momento de volver a los peculiares “ciclos” de Wim Mertens. Concretamente lo vamos a hacer al segundo y más duro de todos ellos: “Gave Van Niets”. Tiempo atrás comentamos la tercera parte del mismo titulada del mismo modo y hoy queremos hablar de la cuarta y última que es también la más variada de la tetralogía. Nos referimos a “Reculer Pour Mieux Sauter”.


“Gave Van Niets” era un “ciclo” de gran extensión, dividido en cuatro partes. La primera y la tercera contenían música para piano solo mientras que la segunda incluyó un disco con piezas para clarinete (para toda la gama de clarinetes, en realidad) y otro para trombón solo. “Reculer Pour Mieux Sauter”, en cambio, presenta una variedad instrumental que hace incluso complicado plantearselo como una parte más de la tetralogía ya que ni siquiera cada uno de los tres discos que la integran tiene un coherencia total en ese aspecto. El primer CD lo componen dos piezas extensas para clarinete, flauta, violín y fagot. El segundo, tiene dos partes, una primera de larga extensión para flauta, trompeta, tuba y diferentes saxofones y una segunda dividida en tres segmentos escrita para saxo soprano, flauta de pico, fagot, violonchelo, trombón, tuba y contrabajo. Finalmente el tercer disco (que tiene título propio: “Le Souffle du Destin”) es un “tour de force” en cinco movimientos para clarinete.


En la grabación participan Dirk Descheemaeker (clarinetes y saxo soprano), Eric Mertens (flautas), Eric Robberecht (violín), Luc Verdonck (fagot), Waard Hoornaert (trompeta), Karla Van Loo (saxo alto), Eddy Verdonck (trombón bajo), Hugo Matthyssen (tuba bajo), Lieven Van de Walle (violonchelo) y Etienne Siebens (contrabajo).


"Qua", la caja que contiene los cuatro "ciclos" completos de Wim Mertens.



“Plus Grandes Les Parts de Mort” - Comienza la obra con una melodía de clarinete muy inspirada que nos hace pensar en una pieza mucho más convencional de lo que es habitual en los “ciclos”. Con la entrada del violín y el fagot entramos en una sección que nos recuerda mucho a la sonoridad de un trabajo como fue “Motives for Writing” (1989). También varias de las frases melódicas están emparentadas con las de aquel disco, algo que no debe extrañarnos ya que, pese a aparecer en 1994, el ciclo “Gave Van Niets”fue compuesto entre 1990 y 1994. Tras un inicio muy reconocible, la pieza comienza a derivar por otros terrenos más complicados en los que la relación entre los diferentes instrumentos se hace menos obvia y la música empieza a ser mucho más abstracta si cabe. Hay momentos en los que los instrumentos, principalmente el clarinete y el fagot, se quedan solos. Otros en los que, aunque suenen junto a otros, no parecen acompañarse sino ir cada uno por su cuenta pero de vez en cuando ese aparente desorden se corrige y vuelven a sonar acompasados y a dar la sensación de interpretar la misma pieza.


“Plus Grandes Les Parts de Vie” - Partiendo de una premisa similar, el peso de esta parte recae sobre los dos instrumentos de viento madera hasta el punto de que el inicio parece un dueto. Durante un tiempo acompaña el violín hasta que más adelante volvemos al proceso de “deconstrucción” en el que cada instrumento parece ir por libre para alcanzar un instante después un nuevo acuerdo con sus compañeros. A diferencia de la primera parte, es difícil encontrar aquí melodías claras y lo que escuchamos es una miriada de pequeñas frases que apenas quedan esbozadas para no volver jamás. De cuando en cuanto se filtra de pasada un motivo que hemos oído en algún trabajo anterior como “After Virtue” pero pronto se confunde de nuevo con el paisaje. Pese a todo, la referencia más certera para el conocedor de Mertens estaría en el ya citado “Motives for Writing”, en especial en las piezas más arriesgadas de aquel como era “Words on the Page”.


“Trouver Le Repos” - El segundo disco se abre con una composición larga. El inicio es una de nuestras partes favoritas de todo el “Reculer Pour Miex Sauter”. Un segmento lleno de ritmo y vivacidad de esos que solo Mertens sabe crear con los instrumentos de viento. La melodía no se queda atrás pudiendo formar parte de cualquiera de los trabajos “normales” del compositor belga fuera de los “ciclos”. Tras este brillante inicio volvemos a introducirnos en los vericuetos del Mertens más dificil y lo hacemos sin concesiones con súbitos cambios de ritmos (incluso con pasajes que carecen por completo de uno), melodías sin un propósito aparente... un caos ligeramente organizado aunque con un encanto especial. Hacia el final, asistimos a otro momento realmente bello, de nuevo muy cercano estéticamente al Mertens de “Motives for Writing”.


“Les Saisons Qui Apportent Tout” - La segunda parte del disco la ocupa otra obra de gran extensión pero esta vez dividida en tres movimientos. “Ce Qui Arrive” es el primero de ellos y la presencia primordial de la flauta de pico nos ofrece un sonido mucho más afilado que el de las partes anteriores de la obra. En términos de sonido, igual que en cuanto al ritmo, es como si escuchásemos una continuación de “His Own Thing” del disco “Shot And Echo” (1992). Un caos sonoro que no encaja en ninguna signatura rítmica sino que es una sucesión contínua de notas en la que no es fácil encontrar ningún acento. El segundo movimiento lleva el título de  “Ce Qui Se Produit” y es bastante diferente. Tremendamente repetitivo, está organizado en breves segmentos separados por bruscos silencios. Algo parecido al clásico “Inergys” pero con una orquestación bastante diferente. “Ce Qui a Lieu” es el último movimiento de esta parte y sirve para cerrar el segundo disco. Aunque de una duración algo mayor, viene a ser una continuación del primero de los tres movimientos salvo por alguna breve interrupción en la que Mertens amaga con volver a los atractivos ritmos del comienzo de “Trouver le Repos” pero que apenas dura unos instantes.


El tercer disco de “Reculer Pour Mieux Sauter” es el único que tiene un título propio: “Le Souffle du Destin” y lo merece porque se trata de una verdadera exhibición de Dirk Descheemaeker al clarinete que por fuerza recuerda a la que el mismo intéprete hizo con el saxo soprano en 1984 en el disco “Instrumental Songs”. Empieza con “Le Vrai”, una pieza que, al menos en su inicio nos recuerda a “Circles” de “Maximizing the Audience” (1985) por cuanto que comienza con una melodía muy sencilla cuyos “huecos” van rellenándose con más notas en cada repetición. Sin embargo esta sensación dura poco porque enseguida se abandona esa fórmula por otra más “jazzística” por decirlo de algún modo. La segunda mitad es todo un recital de interpretación a cargo de Dirk, mano derecha de Mertens durante toda su carrera, quizá porque es de los pocos que pueden ejecutar piezas como esta sin inmutarse. El segundo movimiento, “Le Héros”, tiene un tono distinto, casi desenfadado en un principio y más adelante vuelve a adentrarse por los caminos del “jazz”, palabra que utilizamos aquí con mucha libertad y es que en todo caso sería un “jazz” pasado por el tamiz de Mertens y, por lo tanto, difícil de imaginar para el lector sin el apoyo de la propia música. Continúa el disco con “Le Cas”, que pese a ser un solo de clarinete sin mayor acompañamiento, nos remite enseguida a trabajos del músico belga fuera de los “ciclos”, especialmente a alguna sección del varias veces citado aquí “Motives for Writing”. La segunda mitad nos resulta muy atractiva con los rápidos fraseos de un Dirk Descheemaeker en su salsa. Con todo, no es una pieza particularmene accesible pero es que ninguna en este disco lo es. “Le Propos” estaría en una linea similar a “Le Héros” de modo que bien podría ser una extensión de esa pieza. El cierre lo pone “La Mesure”. Ninguna de las piezas anteriores es particularmente corta pero este último tema roza los veinte minutos de duración y excede con mucho al resto. Los primeros minutos son muy pausados, con largas notas y melodías lentas pero conforme avanza la cosa, escuchámos ráfagas más veloces junto con fragmentos que podrían ser improvisados pero el tono general es tranquilo.


En su día, acercarse a esta parte de la obra de Mertens era un desafío tanto estético como incluso económico ya que todos los “ciclos” tenían una gran extensión e incluso buscando sus partes por separado, lo normal era encontrarse con un disco doble o triple cuando no cuádruple. Hoy la cosa es aún peor ya que las ediciones originales llevan un buen tiempo descatalogadas. Existe otra opción, claro, y es que todos los “ciclos” se reeditaron en 2009 en forma de caja con la friolera de 37 discos. Normalmente no dudamos en recomendar al lector la escucha de toda la música de la que hablamos aquí pero en este caso nos permitimos hacerlo con muchas reservas ya que, desde luego, adentrarse en una caja como esta de la que hablamos, “Qua”, es algo que hay que hacer con mucho cuidado y estando muy seguro de lo que se hace, incluso aunque se sea un fan de la música de Mertens. Avisados quedáis. Desgraciadamente no hemos sido capaces de encontrar ninguna web en la que se puedan escuchar siquiera algunos fragmentos de esta obra (ni siquiera en spotify, deezer o youtube) así que, en contra de lo que nos gusta hacer, en esta ocasión no podemos dejaros una muestra del disco comentado. Si en algún momento eso cambia, lo corregiremos de inmediato.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Wim Mertens - A Sense of Place (1992)



Hace mucho tiempo hablamos aquí de “Shot and Echo”, uno de los discos más importantes en la carrera de Wim Mertens. Cuando fue publicado le acompañó de forma independiente un trabajo complementario que, en muchos aspectos, funcionaba como una especie de deconstrucción de éste con revisiones de muchas de las melodías de “Shot and Echo” que se mostraban de forma mucho más cruda. Este disco se titulaba “A Sense of Place” y, compartía con su hermano una misma paleta sonora y un similar diseño gráfico. En su día, ambos discos fueron publicados de forma separada pero en posteriores reediciones lo hicieron conjuntamente como un único disco doble al que se añadieron dos temas extra.

En su día decidimos respetar el formato original y comentar “Shot and Echo” como disco independiente por lo que nos quedó pendiente hablar de esa especie de reverso que fue “A Sense of Place”. Ambos discos se grabaron al mismo tiempo pero, aunque en los créditos del segundo aparecen exactamente los mismos músicos e instrumentos que en el primero, es evidente que no todos ellos participaron en él por cuanto en “A Sense of Place” no aparecen gran parte de los instrumentos que intervienen en “Shot and Echo”. Nos atreveríamos a afirmar que en el disco que hoy comentamos apenas intervinieron Frans Vos (violín), Karel Steylaerts y Lieven Vandewalle (violonchelos), Eric Mertens (flautas y piano eléctrico), Dirk Descheemaeker (saxo soprano), Ward Hoornaert (trompeta) y Hugo Mathijssen (tuba) sin que el propio Wim llegase a tocar nada.

“In a Void” - El primer tema combina los metales con el piano eléctrico interpretado por Eric Mertens, hermano de Wim. Tiene sentido porque formalmente, la pieza es muy cercana a los trabajos de Eric en solitario. En realidad no es sino una versión alternativa (muy alternativa) de “One Who Matters”, aparecida en “Shot and Echo”. Una reinterpretación muy en la linea del músico belga, amigo de este tipo de revisiones o deconstrucciones, como nos gusta llamarlas, y que tienen un importante peso en su carrera.




“Swallow It” - Siguiendo con la misma idea, Mertens desarrolla aquí una de las ideas presentadas en otro tema de “Shot and Echo”, “We'll Find Out” dandole una mayor extensión y centrándose en el sonido de la tuba y el violín en una combinación tan peculiar e insólita como efectiva. Se trata de una de nuestras piezas favoritas del trabajo que nos hace pensar en lo bien que quedaría la original incorporando esta revisión completa a su metraje original.

“M.O.U.T.” - El disco “Strategie de la Rupture”, justo el anterior cronológicamente a “Shot and Echo”, tenía una serie de títulos que hacían referencia a términos militares o a vehículos empleados por el ejército de los Estados Unidos en la primera guerra del golfo. En esa misma linea iría esta pieza cuyo título es el acrónimo inglés de Military Operations in Urban Terrain. En lo musical no tendría tanto que ver con aquel disco, de piano y voz, como con “Alle Dinghe”, el extenso trabajo para trío de cuerdas aparecido como parte de la trilogía del mismo título en las mismas fechas. Lo que aquí escuchamos es otro trío ejecutando una pieza lenta y dramática que tendría cierta relación melódica con alguna sección de “Silver Lining”, otra de las composiciones que formaban parte de “Shot and Echo”.




“D.C.O.L.” - Otro acrónimo del que en esta ocasión no conocemos su significado concreto y en el que Mertens nos muestra otra variación, también a base exclusivamente de cuerdas de “One Who Matters”. Al igual que el corte anterior, podría pertenecer perfectamente a “Alle Dinghe”.

“Fellow Travellers” - Eric Mertens vuelve a ser protagonista aquí interpretando el corte casi en su totalidad con diversos tipos de flauta. Ahora Wim nos ofrece una serie de encantadoras variaciones de “Watch Over Me”, una de las piezas más amables de “Shot and Echo”, ejecutadas a la perfección por su hermano.

“Whatness” - Originalmente esta pieza no aparecía en “A Sense of Place” hasta su reedición de 2004. Suponemos que pertenece a la misma época del disco original pero no podemos afirmarlo con seguridad. Lo que escuchamos aquí es una versión para trompeta de una de las melodías centrales de “Wandering Eyes” en la que los silencios tienen tanta importancia como las notas ya que Mertens introduce largos espacios en blanco entre cada frase.

“The S-Song” - En el tramo final del disco y como ocurría con “Fellow Travellers”, Mertens revisa de nuevo “Watch Over Me”, lo que se repetirá a lo largo de los tres cortes finales. En el primero se apoya fundamentalmente en las flautas de Eric pero mientras que en “Fellow Travelers” asistíamos a distintas secciones interpretadas por separado, aquí aparecen conjuntadas construyendo una pieza coherente que está entre lo mejor del disco.




“As It Is” - Continuando con “Watch Over Me”, Mertens nos muestra aquí otra variación, centrada esta vez en el violín que se encarga de revisar las partes que en el original ejecutaban el piano y las maderas. Una auténtica preciosidad que de algún modo nos recuerda a los “Knee Plays” para violín solo que Philip Glass introdujo en su “Einstein on the Beach”. Esta pieza tampoco aparecía en la edición original de “A Sense of Place”.

“Sleepers” - Para cerrar el disco y esta pequeña trilogía final centrada en “Watch Over Me”, Mertens vuelve a las flautas culminando una disección casi completa de una composición que se cuenta entre nuestras favoritas de toda la carrera del músico belga.


A lo largo de las múltiples entradas que le hemos dedicado, hemos dividido la producción de Wim Mertens en tres categorías principales: obras para piano (o para piano y voz), obras para grupo y “ciclos”. Los ciclos eran trabajos muy complejos, en los que se profundizaba de un modo casi obsesivo, en melodías y motivos presentes en los discos “convencionales”. En muchas ocasiones, dentro de esos “ciclos” encontramos tremendos estudios para instrumentos solistas nada habituales como el fagot o la tuba lo que hace de ellos una colección de obras de muy difícil asimilación. De forma paralela a estos ciclos y en una categoría muy cercana estarían discos independientes como “Instrumental Songs” o este “A Sense of Place” que realizan ese mismo tipo de deconstrucciones a una escala algo más pequeña lo que les hace más accesibles aunque sigan perteneciendo a la orilla más árida de la producción de su autor. No es recomendable acercase a “A Sense of Place” de forma independiente si no se conoce “Shot and Echo” porque solo la escucha de este último permite la asimilación posterior del disco que comentamos hoy pero creemos que cuando el oyente ha conseguido cierta familiaridad con ese trabajo, habrá abierto de par en par las puertas para extraer todo su jugo a “A Sense of Place” que se convierte, en nuestra opinión, en un complemento perfecto. Un equivalente musical a las notas a pie de página que nos hacen más inteligible una obra literaria.

“Shot and Echo” es, como dijimos al principio, un disco fundamental en la carrera de Mertens y es convierte a “A Sense of Place” en una obra que todo seguidor del belga debe conocer por lo que os animamos a hacerlo cuanto antes si aún no lo habéis hecho.

Nota final: veréis que en los videos que hemos enlazado los títulos no se corresponden con los de las piezas que aquí comentamos. Pese a estar sacados del canal oficial de youtube de Wim Mertens, hay en ellos un error. Tanto "Shot and Echo" como "A Sense of Place" eran discos divididos en 9 cortes. Pues bien, el encargado de subirlos al canal de Mertens ha intercambiado los títulos de ambos trabajos resultando así que el vídeo de "In a Void", corte que abría "A Sense of Place" tiene en realidad el audio de "Their Duet", primer tema de "Shot and Echo" y viceversa. Lo mismo ocurre con los restantes cortes de los dos discos.

miércoles, 4 de junio de 2014

Eric Mertens - Spleen (1994)



Hablamos en su momento de lo complicado que es vivir a la sombra de un familiar que se dedica a tu mismo campo artístico y es una figura dentro de él. El caso del músico que hoy nos acompaña es un ejemplo claro de lo que suele suceder en estas ocasiones. Las primeras noticias que tuvimos de Eric Mertens procedían de los créditos de algunos de los mejores discos de su afamado hermano: Wim. En ellos, Eric aparecía como intérprete de flautas principalmente aunque también ejecutaba otros instrumentos de viento. En este campo (el de la interpretación) el artista tomaba el relevo de un virtuoso como era Marc Grauwels, habitual ejecutante de las partes de flauta en los primeros discos de Wim y lo cierto es que estaba a la altura del desafío.

Poco después de la publicación de “Shot and Echo”, disco de Wim Mertens que ya comentamos aquí, apareció el primer trabajo en solitario formado por Eric bajo el título de “Spleen”. Es este un disco magnífico, con algún punto en común con la obra de su hermano (algo, suponemos, inevitable) pero en el que escuchamos una voz propia, un estilo personal muy particular que resiste sin problemas la comparación con otros grandes trabajos del más popular de los hermanos. La formación que interpreta el disco está integrada en su totalidad por instrumentistas que colaboraban habitualmente con Wim. La lista es la siguiente: Eric Mertens (teclados y flautas), Dirk Descheemaeker (saxo y clarinetes), Mark Verdonck (saxos), Hugo Mathijssen (tuba), Anne Mertens (voz), Lieven Vandewalle (trompa) y Eddy Verdonck (trombón).

Dirk Descheemaeker, habitual colaborador de los hermanos Mertens.


“Iso Grifo” – Eric no se guarda nada y desde el principio del disco nos ataca con lo mejor que tiene. El arranque con un piano eléctrico marcando un ritmo apasionante y la aparición de los vientos como un elemento más de la sección rítmica es fantástico y cuando entra el clarinete y más tarde la flauta ejecutando una serie de melodías llenas de atractivo a medio camino entre el rock y el jazz no podemos sino rendirnos ante el talento de su autor.



“Titles” – Las maderas nos invitan a un juego de relevos, apariciones y desapariciones realmente desconcertante. Lo que escuchamos nos recuerda a un Yann Tiersen antes de Yann Tiersen, a Jean Philippe Goude antes de Jean Philippe Goude. Una música a la que se le debería haber prestado mayor atención en su momento y que años más tarde, en manos de otros artistas similares como podrían ser los mencionados, hizo fortuna. Soberbia pieza digna de mejor suerte.



“No Titles” – Escuchamos un saxo lejano ensayando fraseos claramente jazzísticos que se ve secundado sin mucha demora por el clarinete mientras suena una velocísima melodía de órgano de fondo que nos despide sin tiempo para paladear la pieza en su medida adecuada.

“Without Wincing” – El violonchelo se incorpora a la fiesta de ritmo que recorre todo el disco en otra irresistible pieza de aire neoclásico que evoluciona de manera magistral hacia una suerte de música cajún con guiños jazzisticos mezclada con elementos vanguardistas. Un experimento notable en el que tenemos que destacar el poderoso solo de piccolo de la parte final en el que como un moderno flautista de Hamelin, Eric nos invita a seguirle en un desfile interminable.

“Te On Sasje” – También la música contemporánea en su versión más próxima al minimalismo tiene cabida aquí, especialmente en lo que se refiere a los arreglos de la pieza aunque la melodía principal tiene una vitalidad narrativa casi cinematográfica y algún rasgo en el que creemos reconocer alguna influencia del británico Gavin Bryars mezclada con la de su compatriota Michael Nyman. Escuchamos en los últimos instantes una de las pocas intervenciones de Anne Mertens cantando una breve melodía de aire inquetante.

“Little Giant” – De nuevo un ritmo vivo nos invita desde los teclados a incorporarnos a una celebración en la que todo lo demás parece accesorio. Teclados, tuba y demás metales aparecen entregados al movimiento y breves melodías surgen y desaparecen por doquier sin un esquema preestablecido al que agarrarnos como oyentes. Otra pieza muy atractiva para la colección.

“Todesstreifen” – Asistimos ahora a un cambio de ambiente total cando Eric nos sumerge en una atmósfera extraña llena de sonidos etéreos, percusiones extrañas que parecen proceder de los propios instrumentos de viento y melodías que se esbozan pero nunca llegan a desarrollarse del todo. Un pasaje onírico en el que nos parece estar envueltos de una neblina que impregna todo de un sutil halo de irrealidad.

“Wetter” – Escondida tras un comienzo de teclados repitiendo una serie de acordes en la mejor tradición minimalista encontramos una de las grandes melodías del disco que se disuelve poco a poco en un segundo plano empujada suavemente por el clarinete primero y por el resto de la sección de viento después, que se apropia del tema y lo repite con pequeñas variaciones.

“Machine Code” – Las ideas no parecen escasear en la cabeza de Eric Mertens cuando el disco ya ha superado su ecuador y nos ofrece una pieza magistral que parte una vez más de una sólida construcción a partir de los teclados para materializarse a través de saxo y clarinete y tomar forma definitiva en la flauta del propio Eric.

“Spleen” – Tras un buen puñado de piezas en las que los vientos eran protagonistas, escuchamos ahora una maravillosa composición para teclado que, de haber sido interpretada con un piano convencional y no por uno eléctrico, muchos relacionaríamos inmediatamente con la obra de su hermano. Hay algunos arreglos electrónicos y de cello que acompañan en momentos puntuales al teclista pero que no interfieren en demasía con la melodía central. Un excelente ejemplo de las capacidades como compositor de Eric en una de las piezas más inspiradas del trabajo.

“Schitter” – El jazz vuelve a asomarse por el disco (siempre dentro de una definición muy laxa del género) en la recta final del mismo. Es esta una composición a la medida de Dirk Descheemaeker y su particular forma de frasear. No es lo más destacado del trabajo pero se deja escuchar.

“Sirens” – Tardó mucho en llegar pero por fin encontramos un tema en el disco que podemos identificar claramente con el estilo de Wim Mertens y es que Eric utiliza buena parte de los elementos más representativos de la música de su hermano, especialmente en sus primeros discos: melodías circulares, veloces ritmos y una voz principal ejecutando la melodía central por encima de todo el conjunto. Hay mucho de clásicos como “Gentlemen of Leisure” o “Salernes” en esta composición que podemos ver como un homenaje entre hermanos.

“Triangles” – Como despedida, Eric escoge un tema breve con ciertos toques de rock progresivo o quizá, y teniendo en cuenta la procedencia del músico, de rock en oposición en la línea de Univers Zero.

Eric Mertens sólo ha grabado un disco más con su nombre, publicado varios años después de éste y que a buen seguro tendrá su espacio en el blog más adelante. La repercusión de ambos trabajos ha sido, hasta donde sabemos, muy escasa y habla en favor de esa afirmación lo difícil que es hoy en día encontrar este “Spleen” en cualquier tienda. La carrera musical de Eric ha seguido por los mismos cauces por los que comenzó y su presencia en algunos de los discos más recientes de su hermano así lo atestigua.

Las escasas tiendas online que ofrecen este “Spleen” lo hacen a precios disparatados y en otras (lo decimos por experiencia propia) los plazos de entrega superan los 3 y 4 meses. Por ello no vamos a dejar aquí enlaces de ningún tipo para su compra, recomendando, eso sí, que si tenéis la extraña suerte de encontrar un ejemplar del disco a tiro, no dejéis pasar la oportunidad de haceros con él. No os defraudará.

domingo, 1 de junio de 2014

Wim Mertens - Jardin Clos (1996)



El compositor francés Gabriel Faure escribió en 1914 un ciclo de ocho canciones titulado “Le Jardin Clos” en el que ponía música a una serie de poemas del escritor flamenco Charles Van Leberghe. A pesar del origen común del escritor y de Wim Mertens, de la temática de la obra de Faure y de que el número de canciones escritas por él en su ciclo (ocho) coincide con las compuestas por nuestro compositor belga favorito en el disco que tituló, curiosamente, “Jardin Clos”, no hemos encontrado ninguna relación que pudieran guardar las dos obras entre sí pero la coincidencia nos pareció llamativa.

En las distintas entrevistas promocionales que ofreció Mertens en la época en la que apareció el disco, insistía mucho en el origen conceptual del mismo, al que alude de forma velada para quienes no estaban al tanto de su significado, el propio título de la obra. Los “jardines cerrados” que sirven como excusa al pianista eran instituciones religiosas reservadas a las mujeres en las que éstas hacían todo tipo de trabajos, incluyendo algunos de carácter artístico, en los países bajos a partir del siglo XIII. Algunas de las obras más sorprendentes que nos dejaron eran extraños relicarios elaborados a partir de cráneos humanos y precisamente uno de ellos es el que ilustra la portada del disco que hoy comentamos. Curiosamente, y contrariamente a lo que cabria esperar de una temática como la que inspiraba el disco, su autor se encargó de destacar el importante contenido sensual e incluso erótico de la música grabada en un trabajo que él mismo definía como el que mayor carga de feminidad tenía de todos los que había compuesto hasta entonces. Lo de la carga erótica, podría explicar el hecho de que una de las intérpretes del disco (de uno de los temas, en realidad) era nada menos que Sylvia Kristel, actriz cuyo papel más conocido fue el de Emmanuelle en la célebre serie de películas eróticas protagonizadas por la desinhibida joven.

Algunos de los relicarios elaborados en los "Jardin Clos" del S.XIII


El sonido del disco iba a ser algo muy innovador para los seguidores del músico belga ya que utilizaba una pequeña orquesta de cuerda de nueve intérpretes, algo absolutamente nuevo en la música de Mertens y la confrontaba a un cuarteto de metales. Al margen de estas dos secciones, encontramos otros recursos ya habituales en la obra del compositor. La relación completa de intérpretes sería la siguiente: Xavier Claeys, Maurits Goossens, Stefaan Claeys y Claire Delplanque (violines), Kris Van Severen y Paul Bervoets (violas), Lieven Vandewalle y Koen Lievens (violonchelos), Michel Vangheluwe (contrabajo), Dirk Descheemaeker (clarinete), Ward Hoornaert (trompeta), Rik Vercruysse (trompa), Eddy Verdonck (trombón bajo), Hugo Matthijssen (tuba), Els Van Laethem (soprano), Lieven de Roo (bajo), Sylvia Kristel y Chusa de la Cruz (voces), Brigitte Hertogs (arpa), Peter Verbraeken (guitarra), Bard Quartier (percusión) y Wim Mertens (piano).

“As Hay in the Sun” – Comienza el disco con unas suaves notas de piano que se repiten varias veces hasta la incorporación de la guitarra y los metales. Empieza ahí un juego de repeticiones entre los vientos y ésta última que se prolonga durante unos instantes. Hay una especie de tensión contenida durante toda la pieza que amenaza con estallar en cualquier momento pero que finalmente no llega a desencadenarse.

“Often a Bird” – Las cuerdas, con un ritmo alegre desde el primer momento, subrayado por golpes de percusión, abren una de las piezas más optimistas que jamás haya compuesto su autor. Con este fondo, asistimos a un precioso diálogo entre el arpa y el piano con el clarinete como su más destacado testigo. Toman las riendas las cuerdas a continuación en un brillante segmento central en el que asistimos al cambio en el sonido de Mertens que inevitablemente trae tan nutrida sección en un músico que no solía hacer uso de este tipo de instrumentos más allá de formatos reducidos como el trío. Brillante como pocas esta composición.




”Wound to Wound” – Llegamos así al momento de mayor intensidad del disco. La pieza se abre con un ritmo muy vivo a cargo de lo que parece un clavicordio a pesar de no aparecer en los créditos. Partiendo de esa base rítmica asistimos a una exhibición notabilísima de ritmos y melodías vivaces a cargo de los violines principalmente que encadenan una frenética sucesión de motivos que no dejan apenas respiro al oyente. Esta sensación aumenta conforme pasan los minutos y nos vemos envueltos en una auténtica cacofonía sonora en la que los instrumentos comienzan a sonar desacompasados e incluso fuera de afinación hasta conseguir un efecto absolutamente sorprendente que, estamos seguros, es intencionado. En los últimos tres minutos de la pieza, se mezclan poco a poco todas las distintas melodías que nos habían sido presentadas de forma sucesiva en la primera mitad, superponiéndose todas al mismo tiempo en un genial batiburrillo del que es difícil sacar nada en claro pero que cumple con el objetivo de dejar al cliente sin repuesta posible.

“Out of the Dust” – Tras la pieza anterior era absolutamente necesario un cambio de estilo y Mertens cumple a la perfección con esa idea con la pieza más breve del disco. En ella escuchamos la versión más amable del compositor con sus clásicos ritmos a cargo de los metales y el piano y la primera aparición de la soprano Els Van Laethem, hermana de Katelijne, quien hizo el mismo papel en “Shot and Echo”, el anterior disco de Mertens para grupo. La aportación de la cantante es básicamente la de cubrir la ausencia de la voz de contratenor del compositor en trabajos anteriores en una etapa en la que Wim parecía reservarla para sus discos de piano.

“A Secret Burning” – Continuando con la línea optimista y desenfadada del tema anterior, Mertens nos ofrece otra canción con protagonismo de la voz de Els, las cuerdas y su teclado. La línea de bajo que sostiene toda la primera parte de la composición sería desarrollada con mayor detenimiento en otra composición posterior del músico: “For Quietness” que apareció en “Integer Valor”. La parte final del tema es una magnífica combinación de voces superpuestas que nos parece que se encuentra entre lo más brillante del disco.

“Hedgehog’s Skin” – Una introducción de piano inmediatamente replicada por las cuerdas nos da la bienvenida a otro tema luminoso como pocos que se revela más bello aún cuando aparece la voz angelical de Els Van Laethem, auténtico descubrimiento del disco a estas alturas. El momento en que se une a la mezcla el bajo Lieven de Roo nos parece absolutamente mágico y nos recuerda los mejore momentos vocales de la música de Mertens en sus primeros trabajos. La pieza es un auténtico torrente de ideas que no se detiene en ningún momento. Cuando creíamos que lo mejor había pasado nos arrastra en un veloz descenso sin frenos de la mano de la sección de cuerda y un clavicordio omnipresente que culmina en un brillante final con el que despedimos la sección central del disco.



“Pierced Heart” – Regresa el compositor belga a sus orígenes minimalistas con un prolongado “ostinato” de piano que sirve de fondo para una melodía de guitarra muy acorde con el acompañamiento. Las cuerdas se reservan el derecho de réplica en determinados momentos pero sólo para subrayar ciertos giros melódicos ya esbozados por la guitarra. Es esta una composición extraña si la tomamos dentro del conjunto del disco ya que parece ajena a su espíritu general. Sin embargo, tiene algo de hipnótico que no deja de llamar nuestra atención aunque no podemos considerarla como una de las mejores del trabajo dada la brillantez de buena parte de lo escuchado en los minutos anteriores. La historia particular de Wim Mertens con la guitarra merece un capítulo aparte al que podríamos hacer referencia aquí pero, dado que existe un disco del compositor dedicado casi por completo a música para ese instrumento, la reservamos para el momento en que hablemos de ese trabajo.

“Not Me” – Cerrando el disco encontramos el tema más extraño de todo el trabajo. De vez en cuando, Mertens nos dedica una extravagancia de este tipo: una melodía extremadamente brillante, casi perfecta, pero subordinada por completo a una rara sucesión de voces que aparece en determinados intervalos de tiempo recitando una serie de motivos. En “Stretti”, composición de 1986 que no apareció en ningún disco en su momento (aunque se incorporó a algunas recopilaciones más adelante) teníamos un primer ejemplo de esto y ahora nos encontramos con algo similar. Las voces de Sylvia Kristel y Chusa de la Cruz (pareja sentimental del compositor) comienzan a recitar una serie de números en sucesión ascendente la primera (y en idioma neerlandés) y descendente la segunda (en castellano). Así, Chusa enuncia el número 33 y Silvia el 1 y continúan con la serie hasta llegar cada una de ellas al extremo opuesto de la misma. Entre cada una de las intervenciones de las improvisadas recitadoras asistimos a una interpretación de la melodía a la que cada vez de suman instrumentos nuevos así como temas complementarios. La música que escuchamos es tan arrebatadoramente bella que ni siquiera una “boutade” como la del conteo divergente por parte de Sylvia y Chusa puede emborronarla.

En su momento, el nuevo sonido de Mertens con la importante presencia de las cuerdas nos descolocó bastante. “Jardin Clos” nos gustó pero había algo que no terminaba de convencernos. Casi veinte años después, seguimos manteniendo la buena impresión que teníamos de sus mejores partes y hemos superado las reticencias que nos provocó la “dulcificación” del sonido del compositor belga. Cierto es que la aparición de una obra maestra como fue “Integer Valor” un tiempo después nos hizo relegar “Jardin Clos” a un segundo plano, algo no justificado dada la calidad intrínseca del disco. Poco a poco, hemos ido rectificando nuestro error y el disco que hoy comentamos, ha ganado bastante en nuestra consideración.


La versión que hemos comentado hoy de “Jardin Clos” es la original, publicada en 1996. En las tiendas es más probable que encontréis la última remasterización en la que se incluyó una pieza más que en su momento formó parte del single “As Hay in the Sun”. En los siguientes enlaces se puede encontrar, precisamente, esta versión más reciente.

amazon.es

diskpol.com

Nos despedimos con una extraordinaria versión en directo de "From Wound to Wound"

domingo, 21 de julio de 2013

Wim Mertens - Integer Valor (Integrale) (1999)



A lo largo de la década de los noventa, Wim Mertens optó por introducir progresivamente más intérpretes de cuerda en su grupo lo que supuso una cierta dulcificación de su música. El primer ejemplo de este cambio fue “Jardin Clos”; un buen disco pero que quedaría como un mero anticipo de lo que vendría después dada la excepcional calidad del siguiente trabajo de estas características del belga favorito de este blog.

Fue en 1998 cuando apareció en las tiendas “Integer Valor” un nuevo disco de Mertens de los que entrarían en la categoría de “discos para ensemble” y que, cronológicamente se situaría por detrás de “Lisa”, un EP de música para piano escrita para una película belga y de “Sin Embargo”, un errático disco de guitarra que cogió a todos los seguidores del músico con el paso cambiado. En este contexto, había cierta expectación por escuchar el siguiente paso del artista. Un simple vistazo a la formación empleada para la grabación hacía pensar en una continuidad con la línea abierta en “Jardín Clos” ya que aparecía un extenso grupo de cuerdas (Xavier Claeys, Maurits Goossens, Stefaan Claeys y Claire Delplanque a los violines, Kris Van Severen y Paul Bervoets a las violas, los cellos de Lieven Vandewalle y Koen Lievens y los contrabajos de Michel Vangheluwe y Etienne Siebens). Acompañando a esta mini orquesta tenemos a los habituales acompañantes de Mertens: Dirk Descheemaeker (clarinete y saxo soprano), Marc Verdonck (saxo alto), Ward Hoornaert (trompeta), Herman Lemahieu (trompa), Eddy Verdonck (trombón) y Hugo Matthijssen (tuba). Como último complemento tenemos la voz cristalina de Els Van Laethem, el arpa de Brigitte Hertogs, la guitarra de Peter Verbraecken y la percusión de Bart Quartier. Wim Mertens se reserva para si el puesto de pianista en la banda.

Portada de la primera edición, de un solo disco, de "Integer Valor"


Desde el primer momento quedó claro que “Integer Valor” era un trabajo maravilloso. Probablemente la obra maestra de su autor por mucho que cueste desplazar de esa categoría en el imaginario privado de cada seguidor los primeros títulos que escuchó en su momento y que siempre parecen imposibles de superar. Las nueve composiciones que contenía el disco conformaban una colección en la que se juntaba lo mejor del músico belga: melodías arrebatadoras, una sensibilidad extrema, ritmos enérgicos y una voz propia y reconocible. Sin embargo, lo mejor estaba aún por llegar. Cuando no nos habíamos repuesto del impacto del disco apareció en las tiendas sin avisar una caja de tres discos titulada: “Integer Valor (Integrale)” conteniendo una versión extendida de la obra reorganizada en tres partes diferenciadas, cada una de ellas con su propio título independiente. Si ya el disco original era magnífico, su edición expandida era aún mejor. Cierto es que las mejores piezas ya estaban en el disco publicado inicialmente pero la calidad de alguna de las excluidas de esa primera selección merecía el rescate y justificaba con creces la aparición de la integral de la obra.



TO FILL IN THE BLANK

“To Obey” – Comienza la obra con un tema lento, solemne, a cargo de los vientos con apoyo puntual del arpa (que tendrá mayor protagonismo en la coda) y una percusión que refuerza el aire majestuoso de la pieza. Como obertura, el tema funciona a la perfección y nos pone en el estado de ánimo adecuado para lo que vendrá después, que no es poco.

“Leverage” – De nuevo los vientos son protagonistas en una pieza con reminiscencias de discos como nuestro admirado y ya comentado aquí “Motives for Writing”. Ritmos obstinados en el comienzo y una evolución hacia estructuras más experimentales conforme avanza la pieza. Escuchamos aquí al Mertens que no suele tener cabida en los discos “normales” y que suele reservarse para los grandes ciclos aunque la extensión de la caja permite en esta ocasión que haya suficiente espacio para este tipo de músicas aquí.

“Positively Imperative” – Llegamos ahora a uno de los momentos más interesantes, de esos en los que Mertens hace magia con la sección de viento que se convierte, a la vez, en una máquina perfecta de ritmo y en una arrebatadora productora de melodías. Un tema fantástico que no es sino el preludio de lo que viene a continuación.

“Yes, I Never Did” – Si afirmamos que esta es, no sólo la mejor pieza del disco, sino una de las mejores de Mertens en toda su carrera, muchos pensareis que exageramos pero tenemos el convencimiento de que es así desde la primera escucha, ya cuando formaba parte del “Integer Valor” inicial de sólo ocho cortes. Trompeta y saxo soprano construyen una impresionante introducción que, a la llegada de las cuerdas, se transforma en una maravilla que no puede dejar a nadie indiferente. ¿El mejor Mertens? Si no lo es, está muy cerca. La segunda parte de la pieza cambia por completo de registro con un desarrollo lento que nos permite recuperarnos y asimilar la experiencia de los primeros minutos.



“Neither Do I Too” – Son ahora las maderas las encargadas de recrear una melodía fantástica con muchos puntos en común con otras de su primera época escritas para piano. En un fantástico diálogo, las cuerdas van dibujando melodías por debajo hasta la incorporación del saxo a la conversación.

“Collateral Damage” – Toma los mandos ahora Mertens al piano como en los tiempos de “4 Mains” y piezas similares con las cuerdas prestas a dar la réplica. La banda al completo va incorporándose a una pieza intensa y de largo desarrollo en la que la pequeña orquesta de cuerda montada por el músico alcanza un papel mucho más importante del que había ejercido hasta ahora y funcionando como cualquier otro de los instrumentos de la paleta de Mertens, asumiendo funciones rítmicas cuando toca y melódicas el resto del tiempo. La pieza está construida como un continuo crescendo que alcanza su climax al final con la incorporación de las percusiones.

“Sidemen” – Segunda de las piezas que aparecieron en el disco original. De nuevo es el piano el que hace los honores en una introducción llena de ritmo a la que se incorporan el resto de instrumentos, empezando por la trompeta y siguiendo por el resto de vientos y las cuerdas hasta llegar a la voz de Els Van Laethem. Toda la composición es una fiesta plena de optimismo y vitalidad que nos revela un Mertens eufórico e inspirado en un momento excepcional. Los últimos minutos del corte nos sorprenden con una extraña serie de sonidos electrónicos y percusiones muy inquietantes y ajenas al desarrollo de la pieza pero tras escuchar lo que el belga nos ha regalado antes, no es cuestión de poner “peros”.

“To Obey (reprise) – Como indica el título, cerrando el primero de los discos tenemos una nueva versión del tema que lo abría minutos atrás. Se trata de una recreación más pausada en la que las cuerdas ocupan un segundo plano y el piano interpreta lánguidamente la melodía principal.



WRITTEN CONVERSATION

“Tout est visible” – El segundo de los discos que componen la obra está integrado por aquellos temas cuyo título es en francés y es también el que más cortes contiene de los que formaron parte del lanzamiento inicial. El primero de ellos es éste. Si hay una característica que diferencia notablemente a Mertens del resto de músicos de ascendencia minimalista y que le señala como una influencia diferenciada sobre otros artistas (Tiersen, Goude, Einaudi...) es su extremada capacidad para construir melodías inolvidables. El talento melódico del compositor belga se pone de manifiesto como nunca en esta pieza y, en general, en todas las incluidas en este disco. Imposible resistirse a una maravilla de este calibre que no merece la pena intentar describir con palabras.



“Au-dela du fleuve” – Practicamente todo lo dicho del tema anterior sirve, palabra por palabra para éste. Talento puro al servicio de la música, un momento de inspiración máximo y un gusto excepcional para plasmarlo todo con elegancia. El tema formó parte también de los ocho que conformaron la primera versión del trabajo con lo que es fácil hacerse una idea de los motivos del entusiasmo que nos causó en su momento. Aparte del idioma de los títulos, empezamos a encontrar diferencias formales entre este disco y el anterior: los temas de “Written Conversation” se ajustan más a un esquema de piano más cuerdas y tienden más a la melodía que al ritmo pero esta regla no es inamovible como veremos más adelante.

“Tout est illumine” – Pasamos ahora a un delicadísimo tema para piano con un leve apoyo orquestal. Melancolía a raudales en otra pieza fantástica que en el contexto del disco corre el riesgo de pasar desapercibida dada la calidad de la música que la rodea.

“Tout ça, c’est fini” – Rompiendo con la tónica del segundo CD de la obra, el siguiente tema es una nueva explosión de ritmo y vitalidad que, en cualquier otro trabajo de Mertens, sería una de las mejores piezas de largo.

“La fin de la visite” – Nueva pieza procedente de la selección inicial del disco y, una vez más, una composición fantástica. El piano de Mertens desatado en labores rítmicas y los vientos tomando las riendas de la melódía. Con ese proceso tan característico de adición de instrumentos o secciones enteras, se incorporan las cuerdas hasta conformar una pieza magnífica que puede competir en intensidad y energía con las más poderosas creaciones de la Michael Nyman Band.

“Comme en dormant” – Último de los cortes del CD que formaron parte de la versión de un solo disco. La estructura es similar a la de los dos primeros temas de “Written Conversation”, es decir, piano, cuerdas y un énfasis especial en la melodía. Sin llegar a los niveles de excelencia de aquellos, seguimos estando en presencia de una pieza preciosa.

“Au fond, la mer” – Mertens revisa aquí una melodía aparecida en el anterior disco “Jardin Clos” con ligeros retoques. Reconociendo su buena factura y su elegancia, no se cuenta entre nuestras favoritas del disco y encontramos en ella los primeros síntomas de un cambio en la música del belga que se iba a intensificar en los años posteriores y que, a nuestro juicio, le resta fuerza: un protagonismo excesivo de la sección de cuerda, con un tratamiento algo dulzón que se pondría de manifiesto en trabajos como la banda sonora de “Father Damien”, aparecida unos meses más tarde.

“Si loin du centre” – Una serie de secuencias ascendentes y descendentes a cargo del piano secundadas por el clarinete y arropadas por las cuerdas conforman otra interesante pieza en la que la percusión también juega un papel importante. Quizá no tenga el encanto de otras composiciones del disco pero nos sigue pareciendo una composición a tener en cuenta.

“Hors-nature” – Llegamos al final del segundo disco con una composición que parecía destinada a pasar desapercibida por lo anodino de inicio pero que poco después se transforma de un modo radical con la aparición de una de esas melodías inolvidables que, de vez en cuando, se saca el belga de la manga. Con todo, la versión del disco no le hace justicia y creemos que el propio Mertens pensaba igual ya que la remodeló con ocasión del lanzamiento de un recopilatorio posterior e, incluso, grabó un disco años más tarde que no es sino una serie de variaciones sobre esta composición.



FULL OF COBBLES

“The Way Down” – El tercer disco de la colección es, quizá, el más experimental de todos aunque sin llegar a los extremos de los ciclos para los que el belga se reserva su música más inaccesible. El primer corte se abre con una percusión de aire marcial (en la linea del “Mars” de Holst, para entendernos) y se acompaña de un piano rítmico lo que, tras la entrada de la sección de cuerda, nos presenta un panorama muy cercano estilísticamente al de la Michael Nyman Band y, ciertamente, la pieza encajaría en alguna de las bandas sonoras del británico.

“A Feet Maniac” – Se trata de una de esas composiciones amables de Mertens ante las que no puedes evitar esbozar una sonrisa. Optimismo con un punto de inocencia son las sensaciones que transmite el compositor en una composición intrascendente pero con encantro.

“And Bring You Back” – Un sonido de órgano (que, curiosamente, no aparece en los créditos) se combina con los pizzicati de la pequeña orquesta y la guitarra de Peter Verbraecken en otra pieza de tono naïf que formó parte del “Integer Valor” original, siendo, quizá, la más prescindible de las piezas de aquel trabajo.

“In 3 or 4 Days” – En contraste con la anterior, la siguiente composición era ya una de las destacadas de aquel disco. Interpretada en sus primeros minutos por sintetizadores (simulando un clavicembalo para la melodía principal pero también con sonidos puramente electrónicos), es con la incorporación de la orquesta cuando la pieza se nos muestra en toda su magnificencia. Vuelve a sonar la guitarra pero ahora en su versión eléctrica, lo que siempre es una rareza en Mertens, al igual que el lanzamiento de “singles” de sus discos. En el caso de “Integer Valor” fue precisamente ésta la composición escogida como tal, acompañada de otras tres piezas, inéditas entonces, pero que después formarían parte de la versión integral que hoy comentamos.



“Song 6” – Quizá la gran sorpresa del disco fuera esta composición. Un tema maravilloso para vibráfono y saxo (con algunos sintetizadores de fondo). Hasta donde sabemos, ha pasado desapercibida incluso entre los seguidores del músico belga y no nos consta que haya sido incorporada a sus conciertos. Sin embargo, creemos que se trata de una de las mejores piezas que han salido de la pluma del compositor en todos estos años y merecería ser recuperada.

“For Quietness” – A punto de cerrar esta monumental obra nos encontramos con una “pequeña” (entrecomillamos porque su duración supera el cuarto de hora) extravagancia de nuestro músico. Una extensísima pieza con aire de improvisada en la que los teclados van soltando melodías sueltas sobre un fondo de violines (a veces en pizzicato y otras a la manera convencional). Una pieza innecesaria que llega a cansar y que bien podría haber sido descartada o, al menos, reducida en cuanto a su duración.

“The Way Up” – Como cierre, volvemos a la versión más rítmica de Mertens en un tema que es una réplica al que abría este tercer disco pero sin los tambores de guerra que dominaban aquel, que ahora no aparecen hasta la parte final.


Somos conscientes de que en esta entrada la pasión de fan nos ha hecho perder por completo la objetividad pero es que el entusiasmo que sentimos quince años atrás cuando escuchamos por primera vez esta obra sigue presente en cada nueva audición que le dedicamos. Tengamos en cuenta también que cuando apareció “Integer Valor”, Mertens llevaba ya 18 años de trayectoria y lo razonable, llegados a ese punto, suele ser esperar un bajón en cuanto a calidad o, en el mejor de los casos, un cierto estancamiento. Cierto es que no siempre es así y que muchos artistas mantienen un buen nivel por periodos prolongadísimos pero suelen ser casos excepcionales. Para aquellos que quieran hacerse con esta obra, dejamos los siguientes enlaces:


Nos despedimos con una versión en directo en Madrid de "Comme en Dormant":

domingo, 5 de mayo de 2013

Wim Mertens - Shot and Echo (1992)




Es muy posible que el mayor pico de popularidad de Wim Mertens, al menos en España, se situase en los últimos años de la década de los ochenta y los primeros noventa. Fue aquella una época en la que el músico belga visitaba con asiduidad nuestro país y su música sonaba en todas partes en forma de sintonías y hasta como fondo en anuncios televisivos.

Además, su obra de aquel periodo alternaba con igual fortuna discos de piano y voz con otros para grupo siendo ambos tipos de grabación igualmente bien acogidos. En 1991, sin embargo, Mertens nos sorprendió con una difícil trilogía de música experimental de una gran aridez y un tamaño descomunal. Simultáneamente, a modo de desquite, nos propuso un disco mucho más amable de piano que iba ser el inmediato antecesor de “Shot and Echo”, un trabajo que, en cierto modo, iba a sintetizar dos de las facetas del músico: sus composiciones para una pequeña banda de cámara con los sonidos más experimentales y arriesgados. No teníamos muy claro cómo tratar este disco ya que, en su momento, se publicó como un CD único aparecido simultáneamente con otro titulado “A Sense of Place”, de similar portada y contenido muy relacionado aunque de más difícil asimilación. En posteriores ediciones de “Shot and Echo”, ambos discos formaron un pack conjunto y es en este formato como será más fácil encontrarlo hoy para el oyente. A pesar de ello, hoy nos centraremos sólo en el disco publicado originalmente como “Shot and Echo” a secas.

La gran novedad para la grabación del disco es la reunión de una banda mucho más numerosa de lo habitual en la que se mantiene la nutrida sección de viento que suele aparecer en sus discos anteriores pero enriquecida con un pequeño grupo de cuerdas. Intervienen en “Shot and Echo”: Jan Buysschaert y Etienne Siebens (contrabajos), Karel Steylaerts y Lieben Vandewalle (cellos), Frans Vos (violín), Dirk Descheemaeker (saxo soprano y clarinete), Ward Hoornaert (trompeta), Herman Lemahieu (trompa), Hugo Matthijssen (tuba baja), Luc Verdonck (fagot), Eddy Verdonck (trombón bajo), Eric Mertens (flauta, piccolo, piano eléctrico), Katelijne Van Laethem (voz), Peter Verbraeken (guitarra) y Stefaan Poelmans y el propio Wim Mertens (piano).



“Their Duet” – En muchos trabajos de Mertens, y es algo que hemos señalado en varias ocasiones, el músico belga hace una especie de “deconstrucciones” de composiciones propias, normalmente aparecidas en el mismo disco. Por descabellado que pueda parecer, siempre hemos tenido la impresión de que el tema que abre “Shot and Echo” es también una “deconstrucción” de una pieza tan conocida como es el famoso “Canon en re menor” de Johann Pachelbel. Evidentemente, nadie que escuche el tema de Mertens pensará en la inmortal obra del compositor alemán del XVII pero si hacemos un esfuerzo y pensamos en el bajo continuo del Canon interpretado por las tubas y continuamos así durante el resto de la pieza, es posible que encontremos alguna similitud más. En cualquier caso, “Their Duet” es una excelente muestra del talento de Mertens en la que, como novedad, escuchamos a la vocalista Katelijne Van Laethem cantando en un registro muy similar al que suele emplear el propio Mertens que renuncia a esa faceta suya en el disco. “Their Duet fue la sintonía de un anuncio televisivo de una aerolinea en aquellos años, lo que ayudó a la difusión de la música de su autor en aquel momento.

“His Own Thing” – Continúa el disco con uno de los cortes más enrevesados y complejos de su autor. Interpretado exclusivamente por los instrumentos de viento, el tema es una intrincada cascada de melodías pleno de ritmo, con aire circense en algún momento pero sin llegar a adoptar en ningún momento una forma reconocible. Una rareza notable incluso dentro de la discografía de Mertens, pródiga en rarezas de todo tipo. Con todo, hay algo de hipnótico en la composición que la hace tremendamente adictiva.

“Watch Over Me” – Al igual que en los temas anteriores, comienza la pieza con una fuerte base rítmica a base de instrumentos de viento aunque pronto percibimos la diferencia, especialmente cuando entra el piano, majestuoso durante toda la pieza antes de dar paso a la melodía principal, puro Wim Mertens, a cargo del clarinete de Dirk Descheemaeker. Sin duda estamos ante una de las piezas más memorables de su autor que continúa de alguna forma la senda que comenzó a dibujar con “No Testament” o “The Whole” en el anterior disco del músico para grupo, comentado tiempo atrás en el blog: “Motives for Writing”.




“One Who Matters” – Llegamos así a un cambio radical en el disco con un tema protagonizado en su inicio por las cuerdas, casi inéditas hasta este momento. Suena un chelo con una melodía repetitiva que servirá de base para toda la pieza y para la pareja de violines que le acompañan trazando una serie de líneas al unísono. Instantes después aparece la trompeta que será la protagonista en lo sucesivo, acompañada ya del resto de las cuerdas. La composición es triste, reflexiva, y nos recuerda ligeramente a ese registro más vanguardista del Mertens de “Alle Dinghe”, obra compuesta más o menos en la misma época que “Shot and Echo”.

“Silver Lining” – Continúa el disco por una línea que se llega a convertir en plomiza por lo opresivo que suena el comienzo del siguiente corte, en el que las tubas repiten una y otra vez una melodía oscura apoyadas por las maderas en una especie de ostinato desesperanzado. Aparece entonces para iluminar la escena la guitarra eléctrica en un contraste que nos descoloca por completo por lo inesperado de un sonido así en este entorno. Casi al mismo tiempo entra en acción la voz de Katelijne entonando una salmodía a base de fonemas sin significado alguno que confiere al conjunto un raro aire procesional con el que transcurre hasta su final.

“Shot One” – Mertens le da un giro radical al disco con uno de los temas más vitales y alegres de su carrera. Introducido por una melodía tan simple como bella al piano, aparecen sucesivamente las cuerdas, las flautas y el clarinete incorporándose a un festival colorido y optimista que culmina cuando escuchamos de nuevo a la Van Laethem. Sólo por la presencia de temas como éste, “Their Duet” o “Watch Over Me”, “Shot and Echo” ocuparía ya un lugar destacado en la discografía de Mertens independientemente del resto de las piezas del álbum pero éste no ha terminado aún.




“We’ll Find Out” – Como sucedía con alguno de los temas anteriores, la instrumentación de este corte, casi exclusivamente formada por instrumentos de viento nos recuerda al disco “Motives for Writing” y, ciertamente, en muchos momentos la pieza podría pasar por una compuesta en aquel momento, especialmente con el solo de clarinete que ocupa toda la parte central en la que se acompaña por las cuerdas. A aquellos a los que, como a nosotros, les encanta esta faceta del compositor belga, “We’ll Find Out” les parecerá un tema excelente. La aparición de la trompeta en determinados momentos en los que muestra apuntes breves de lo que podría ser una gran melodía, refuerza nuestra impresión de que estamos ante otro de los muchos grandes momentos del disco.

“Let Him Go” – Quizá el tema más extraño y que menos encaja en el conjunto del disco sea el que nos acerca al final. Para empezar, el ritmo está marcado por el piano eléctrico que sirve de introducción  para la guitarra, a cuyo sonido no terminamos de acostumbrarnos. El ritmo es vivo y se asemeja a un tango lo que nos descoloca aún más. Aparecen los vientos para apuntalar el armazón rítmico y la vocalista comienza a cantar una de las melodías sin texto de Mertens. No podemos decir que el tema nos desagrade pero no terminamos de estar cómodos ante esta pieza que nos deja en las puertas de la conclusión del trabajo.

“Wandering Eyes” – Si hay algo que distingue a Mertens de otros músicos a los que se les ha colgado la etiqueta de “minimalistas” es su extraordinario talento para crear melodías de una belleza difícil de igualar. Son melodías, además, que, en su mayoría, no requieren de alardes de virtuosismo ni tienen grandes complejidades técnicas. Es esta aparente simplicidad la que las hace más encantadoras. En el tema que cierra este “Shot and Echo” nos encontramos con un ejemplo perfecto de esto que decimos: Mertens se inventa una melodía espectacular en la que lo único que falla es el desarrollo a lo largo de casi diez minutos que se nos antojan excesivos.

“Shot and Echo” aparece como “encajonado” entre dos obras monumentales de Mertens como fueron el ciclo “Alle Dinghe”, compuesto por siete discos y el posterior “Gave Van Niets”, integrado a su vez por otros diez. Teniendo en cuenta la evidente poca comercialidad de estos dos mamotretos (dicho sea con todo el cariño que nos merece el autor), es posible que Mertens quisiera dar a “Shot and Echo” un aire más alegre y directo de lo habitual a modo de compensación hacia sus seguidores, algo que consigue en muchos momentos. Nuestra opinión acerca del disco es la mejor y no podemos dejar de recomendarlo. Quizá no sería nuestra primera opción a la hora de acercar a un oyente neófito a la obra del músico belga pero sí que sería un disco que ese hipotético aficionado debería escuchar tarde o temprano para tener una visión acertada de la obra de Mertens. Como indicábamos anteriormente, es muy probable que el comprador que hoy quiera adquirir el disco, se encuentre con una edición doble en la que se incluya también el disco “A Sense of Place” como ocurre con nuestros enlaces sugeridos. Dado que ese trabajo apareció en un primer momento como disco independiente, tendrá su sitio aquí más adelante. Por ahora, podeis adquirir ambos discos en los siguientes enlaces:

amazon.es

fnac.es

Os dejamos con una versión en directo de "Wandering Eyes":