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viernes, 12 de noviembre de 2021

Eno / Cale - Wrong Way Up (1990)



A finales de la década de los ochenta, Brian Eno parecía haber enfocado su carrera como creador a los discos ambientales y a las instalaciones, muchas veces acompañadas de video-albums. Sus inicios en solitario con trabajos a base de canciones más o menos convencionales quedaban muy atrás ya y parecía que esa faceta solo le interesaba como productor de temas de otros artistas, especialmente U2, a quienes acompañó en toda su ascensión al estrellato. Por eso fue muy sorprendente el disco que publicaría en 1990 en compañía de John Cale. En cierta forma, Eno y Cale eran almas gemelas. Ambos fueron miembros de sendas bandas de éxito (Roxy Music y The Velvet Underground), los dos recorrieron caminos muy experimentales tras abandonarlas y una buena parte de sus carreras la dedicaron a la producción de discos ajenos. Sus trayectorias se cruzaron en los setenta e incluso participaron en un disco en directo auspiciado por Kevin Ayers y firmado por los tres y por Nico pero la cosa no fue mucho más allá si obviamos la participación de John a la viola en un par de temas de “Another Green World” y en otro de “Music for Films” de Brian. Esto fue así hasta 1989, año en el que Cale requirió los servicios de Eno como productor para su trabajo “Words for the Dying”, un disco extrañamente bello del que tendremos que hablar algún día. Era este un LP poco convencional en el que Cale medio canta, medio recita, poemas de Dylan Thomas acompañado de una orquesta sinfónica. Aparecen también un par de piezas de piano y una canción propia en la que Eno toca los teclados. 


Con toda seguridad fue ahí donde surgió la idea de grabar un disco juntos que se materializaría entre abril y julio del año siguiente. Brian Eno y John Cale iban a publicar un sorprendente disco de canciones al uso volviendo a territorios que hacía mucho tiempo que ninguno de los dos pisaba. Todas las canciones salvo una están compuestas a dúo y los dos artistas tocan prácticamente de todo en el trabajo además de cantar. Como músicos de apoyo aparecen en algunos temas Robert Ahwai (guitarra), los habituales colaboradores de Eno, Nell Catchpole (violín) y Rhett Davies (coros), el bajista Daryl Johnson y algunos músicos de sesiones.



“Lay My Love” - La primera canción tiene todo el sello del Eno más alegre: ritmos juguetones, percusiones cuidadas y una jovial melodía de violín. El propio Eno es el vocalista en una pieza pop de exquisita factura en la que cualquier seguidor de los primeros discos en solitario del músico reconocerá inmediatamente al artista de “Here Comes the Warm Jets”.


“One Word” - El uso de percusiones y ritmos muy ricos es una de las señas de identidad del disco. En este tema, cantado a dúo por Eno y Cale encontramos una clara demostración de esto integrada en una pieza cuyo uso de las guitarras bebe de la influencia de Fela Kuti en la música de Eno que ya se reflejaba en discos como “My Life in the Bush of Ghosts”, grabado junto a David Byrne o, ya puestos, en las producciones que hizo para Talking Heads. Fue el primer single del disco.




“In the Backroom” - Primera pieza cantada por Cale lo que inevitablemente la lleva a su terreno. Por momentos la canción se acerca al estilo de Leonard Cohen lo que no debería sorprender puesto que por aquella época, John Cale estaba grabando su propia versión de “Hallelujah” que iba a dotar de nueva vida a la canción de Cohen.


“Empty Frame” - Eno vuelve a cantar en este tema con formato de rock clásico. Una canción desenfadada con profusión de metales sintéticos en la base rítmica. Una buena muestra de por dónde podría haber transcurrido la carrera de Eno de no haber optado por la experimentación y los sonidos ambientales.


“Cordoba” - Escuchamos de nuevo a Cale como vocalista y comienza a repetirse un esquema que se nos antoja similar al de los Beatles de quienes siempre se dijo que las canciones cantadas por Lennon o por McCartney delataban a su autor por mucho que las firmasen ambos conjuntamente. “Cordoba” es una preciosa canción lenta que suena a Cale y en la que destacan los exquisitos arreglos de sintetizador y un precioso tema de viola ¿electrificada? que suena en la segunda mitad de la canción.




“Spinning Away” - Continuando con la alternancia de cantantes llegamos a otra canción con Eno como protagonista y un esquema cercano a las anteriores. Mucho foco en los ritmos, perfectamente construidos y con todos los instrumentos dedicados a esa tarea, desde el bajo hasta las guitarras que en muchas ocasiones enmascaran la percusión. Uno de nuestros cortes favoritos del trabajo que, no en vano, fue single.




“Footsteps” - Una melodía como de película de miedo con casa encantada nos recibe en esta curiosa canción interpretada por Cale. Una pieza muy curiosa que nos gusta precisamente por lo extraño de su planteamiento que funciona muy bien en este momento del disco.


“Been There, Done That” - John Cale se salta la norma no escrita y repite como cantante en una de las canciones con más potencial comercial del disco y que fue escogida como adelanto promocional del mismo aunque no llegó a salir a la venta como single. La melodía recuerda lejanamente al éxito disco de Yvonne Elliman, “Love Pains”.


“Crime in the Desert” - Segundo homenaje al rock'n'roll clásico del disco en esta canción a dúo con mucho protagonismo del piano de Cale como un elemento rítmico más. Impecable aunque tampoco aporta demasiado al trabajo.


“The River” - Como cierre tenemos la única pieza del disco en la que John Cale no participa en absoluto. Todo lo hace Brian Eno con la ayuda de su hermano Roger a los teclados y de Nell Catchpole al violín. Es una balada de aroma añejo que nos retrotrae a los primeros tiempos del rock con ese toque de los cantantes melódicos aún presente y algunos retazos de country. Inesperado en este contexto pero sorprendentemente acertado.




John Cale y Brian Eno no han vuelto a colaborar quedando este trabajo como una gema única en sus carreras. De hecho, Eno tampoco volvió a hacer un disco de canciones hasta mucho tiempo después. La crítica recibió bastante bien este “Wrong Way Up” que para muchos sigue siendo hoy en día uno de los mejores discos de la discografía de cualquiera de los dos artistas.

lunes, 10 de febrero de 2020

Brian Eno - Nerve Net (1992)



Cuando pensamos en Brian Eno como artista en solitario es inevitable que nuestra mente vuele hacia sus discos de la serie “ambient” o a los diferentes volúmenes de “Music for Films”, trabajos todos ellos que terminaron por definir un estilo que comenzó como propio y terminó por convertirse en una categoría a la que se han sumado una gran cantidad de músicos en las décadas posteriores. Sin embargo, en los noventa asistimos a un cambio de estilo muy interesante con un Eno mucho más dinámico, enérgico y rítmico. En esos años aparecieron algunos de nuestros discos favoritos del artista británico entre los que destaca especialmente “Nerve Net”, el trabajo que queremos comentar hoy.

Ya hablamos tiempo atrás de “My Squelchy Life”, el disco que debió aparecer en 1991 pero que fue aplazado por la discográfica por motivos estratégicos. Ante eso, Eno decidió grabar un nuevo trabajo completamente distinto que saldría en la nueva fecha reemplazando al disco mencionado que pasó a convertirse así en una rareza durante muchos años. El trabajo que iba a sustituir a “My Squelchy Life” era “Nerve Net”. En la grabación interviene una cantidad de músicos y cantantes (no menos de 30) lo que hace absurdo nombrar a todos aquí. Sí mencionaremos a los más asiduos a los discos de Eno como son Robert Fripp, Roger Eno o Nell Catchpole (que aquí canta en lugar de tocar la viola, su instrumento habitual) porque son nombres demasiado grandes como para ser obviados.



“Fractal Zoom” - El disco comienza pleno de tensión con una batería excitante que arrastra todo a su paso. El resto son sonidos electrónicos acompañados de un tímido bajo y la voz de Eno en un discreto segundo plano interpretando el motivo central de la pieza. Un arranque tremendo que nos pone sobre la pista de lo poco que va a tener el trabajo con el Eno de los años previos.

“Wire Shock” - La percusión juega un papel primordial en el disco y muy especialmente en cortes como este que remiten inmediatamente esa joya intemporal que fue “My Life in the Bush of Ghost”, firmada por Eno y David Byrne. Ritmos ancestrales, demenciales guitarras y una fantasmal sección de metales completan la presentación de esta alucinada composición en la que Eno mira al futuro con una clarividencia asombrosa, vista desde la perspectiva de hoy en día.




“What Actually Happened?” - Continuamos con los ritmos desbocados en este tema de desarrollo frenético que no permite respiro al oyente. Ruidos y efectos sonoros de todo tipo, voces sintéticas, etc. emergen de entre las percusiones y programaciones electrónicas. Una metódica locura que nos deja sin aliento.

“Pierre in Mist” - Un poco de “jazz” (corrijo: “jazz” pasado por el filtro de Eno) es lo que nos espera en el siguiente corte que bien podría ser una transición hacia la segunda parte del disco. Una sencilla linea de bajo sirve como base para una extraña melodía de saxo subrayada con un sonido de órgano desquiciado que nos sumerge en una atmósfera onírica. No es una pesadilla pero bien podría ser su preludio.

“My Squelchy Life” - Uno de los cortes del disco que pertenecía en origen al aplazado “My Squelchy Life”. Como es una pieza que comentamos en su día, no nos extenderemos más en la misma.

“Juju Space Jazz” - Lo mismo ocurre con esta composición recuperada del disco citado. La versión es prácticamente idéntica a la que iba a aparecer en “My Squelchy Life” por lo que no merece la pena repetir comentario.

“The Roil, The Choke” - El siguiente corte es muy interesante. Nos muestra al Eno más “pop” en una balada de esas que de vez en cuando aparecen en su discografía pero con un tratamiento instrumental que nos parece maravilloso. Sonidos etéreos, ultraprocesados, acompañan a la voz sintética de Eno, a una percusión insistente y al piano en una melodía bellísima, de las que no abundan en la obra del músico británico.




“Ali Click” - En 1990 la banda EMF alcanzó un éxito planetario con su canción “Unbelievable”. En 1992, una remezcla de esa canción formaría parte del recopilatorio benéfico “Red Hot + Dance”. El autor de la remezcla era el propio Brian Eno. Quizá fuera en el proceso de creación del remix cuando Eno decidió “apropiarse” de toda la base rítmica que el guitarrista de EMF Ian Dench creó para “Unbelievable” para desarrollar sobre ella esta pieza. “Ali Click” es básicamente eso: una serie de efectos sonoros, guitarras “funkies” e incluso un breve rapeado del propio Eno acompañando a una construcción rítmica pre-existente.

“Distributed Being” - El bajista de Led Zeppelin John Paul Jones es el invitado especial de este tema aunque no lo hace para tocar el instrumento que le ha hecho famoso sino  el piano. La presencia de Robert Fripp completa la parte más glamurosa de la pieza que, por otro lado, es verdaderamente interesante ya que conjuga la habitual experimentación sonora de Eno con ritmos muy atractivos y una incursión en diferentes géneros que van desde el “jazz” al ambient pasando por el rock con un incendiario solo de guitarra de Fripp que nos deja anonadados desde la primera nota. De lo mejor de todo el trabajo.




“Web” - Y ya acercándonos al final nos sumergimos en una de las más fascinantes panorámicas sonoras de todo el disco. Guitarras retorciéndose y fondos electrónicos desarrollándose ante el parsimonioso ritmo de la batería de Richard Bailey. Roger Eno hace acto de presencia para ejecutar unos arpegios de piano aquí y allá y todo bajo la inconfundible dirección de Brian Eno.

“Web (Lascaux Mix)” - A modo de continuación nos encontramos aquí con esta extensa remezcla en un tono más calmado y con una producción mucho más nítida en la que los sonidos reclaman su propio espacio. El título dice que es un “mix” pero deberíamos entenderlo como se hacen los “mixes” hoy en día: tan poco reconocible es en ellos el tema original que casi deberíamos hablar de una pieza diferente. Solo algunas guitarras saturadas emparentan esta pieza con su matriz pero ambas son, a su manera, realmente adictivas.

“Decentre” - Para cerrar el trabajo, Eno opta por un tema de piano en solitario. Un cierto aire “jazzy” sobrevuela la composición más amable del disco. Una despedida en calma como pidiendo perdón por el nervioso viaje en el que el músico nos embarcó poco más de una hora antes.


Con “Nerve Net”, Brian Eno hace un gran trabajo de anticipación. “Creo que este es un disco muy importante para mí. Es un auténtico disco de los noventa y enlaza muchos hilos que ondeaban alrededor de mi cabeza en los pasados años. Algunos comencé a tejerlos mucho tiempo atrás. Otros emergieron a finales de los ochenta y están atados aquí de algún modo. Por último, algunos más son predicciones: cosas que no existen aún en este momento”. Quizá como metáfora no es la más acertada pero Eno compara “Nerve Net” con una paella: en sus propias palabras no es “jazz”, ni “funk”, ni “rap”, ni “pop”, ni “ambient”, ni “world music” pero todo eso está ahí, en algún sitio. No queremos saber dónde suele comer paella el bueno de Brian pero lo que si sabemos es que el giro que le dio a su carrera en los noventa nos parece muy acertado y volveremos sobre él en la próxima entrada. Por ahora os dejamos con este “Nerve Net” un disco, dicho sea de paso, no demasiado bien valorado por la crítica en general pero que a nosotros siempre nos ha parecido un trabajo más que notable.

Como despedida enlazamos el videoclip de "Ali Click" co-dirigido por el propio músico:


 

miércoles, 11 de julio de 2018

Brian Eno - Music for Installations (2018)



No suele ser Brian Eno un artista que se complique en exceso a la hora de poner título a sus discos. Si bien tiene varios realmente poéticos, muchos de sus trabajos vienen presentados con un enunciado simple y, a menudo, muy descriptivo de lo que hay en su interior. Entrarían en esta categoría títulos como “música discreta”, “música para aeropuertos”, “música para películas”, “jueves por la tarde” o “la selección Shutov”. También la caja que queremos comentar hoy y que responde al profundamente esclarecedor título de “Music for Installations” en la que se recogen una serie de grabaciones creadas para sonar de fondo en distintas instalaciones artísticas que han tenido lugar en las últimas décadas.

Es conocida la versatilidad de Eno a la hora de componer y grabar, lo que hace que en su obra aparezcan gran cantidad de estilos y también que sea un artista capaz de colaborar con gente de lo más variopinta. Sin embargo, lo que a casi todos nos viene a la mente al pensar en el antiguo miembro de Roxy Music es su música “ambiental”, invento que quizá se desarrolló del modo más fiel a la idea que lo sostiene en la música compuesta para instalaciones ya que se trata, literalmente, de música que suena como acompañamiento, piezas creadas para sonar de fondo mientras el visitante contempla una obra artística. No son composiciones concebidas para ser escuchadas en su totalidad en el momento sino a las que el espectador llega en un momento determinado, probablemente con la música ya empezada y que abandona un tiempo después habiendo escuchado únicamente un fragmento determinado. La gracia es comprobar hasta que punto la música funciona de forma aislada, sin el soporte visual de la instalación y el entorno para el que fue creada.

Ese es el cometido de la recopilación que hoy comentamos y que recoge en seis discos otros tantos paisajes musicales creados por Eno como banda sonora de diferentes instalaciones a lo largo de las últimas décadas. Cuenta el músico en el libro que acompaña al trabajo cómo la música para instalaciones le ayudó a crear el concepto de “generative music”. Se trata de componer piezas de una duración virtualmente interminable pero que, además, fueran evolucionando constantemente en el tiempo sin repetirse en ningún momento. En los inicios, comenzó a experimentar con diferentes cintas magnetofónicas. La idea era grabar en cada una de ellas una pista musical diferente. Una podía contener un tema de piano, otra una lenta sucesión de acordes de cuerda, una tercera, quizá, sería algún tipo de percusión, etc. Las cintas tendrían diferentes duraciones y se reproducirían en bucle de modo que, aunque tarde o temprano todas acabarían repitiendo el mismo ciclo, éste nunca coincidiría (o tardaría una eternidad) con el de las otras. Eno pone el siguiente ejemplo: “si una cinta dura 37 minutos, otra 21 minutos y 11 segundos y una tercera 41 minutos y 17 segundos (y medio), tardarían 221 años en “sincronizarse” y repetir todo su ciclo. Esto con sólo tres cintas. Yo siempre uso entre cuatro y doce”. Si a esto añadimos la posibilidad de utilizar distintos canales separados en diferentes altavoces en la habitación, tendríamos un sistema en el que el propio oyente, al moverse a través de la estancia y acercarse o alejarse de las fuentes del sonido, estaría haciendo su propia “remezcla” de la obra.

A esto hay que sumar el trabajo de Eno como video-artista. Comenzó por casualidad, cuando el músico trabajaba en Nueva York con los Talking Heads. “Estábamos trabajando en el disco “More Songs About Buildings and Food” (1978) y en el estudio contiguo estaban grabando los miembros de Foreigner. Uno de los técnicos que les acompañaba en las giras se asomó a nuestra sala y nos preguntó si estaríamos interesados en comprar una videocámara en color. Como el precio era muy asequible me dije ¿por qué no?”. Una vez en su domicilio, Eno comenzó a experimentar con un aparato que, en aquel entonces, no era todo lo común que se hizo después. Cuando estaba grabando un plano de las Torres Gemelas desde la ventana, se encontraba en una posición en la que tenía que colocar la cabeza paralela al suelo para poder ver la imagen en la televisión así que decidió rotar también la pantalla. Al volver a la estancia se dio cuenta de que el televisor, así rotado, era una especie de lienzo: un cuadro en movimiento. Aprovechando las características de la cámara, que permitía jugar en extremo con la saturación de los colores, los contrastes, etc. grabó la que sería la base de su primera video-creación: “2 Fifth Avenue” a la que pronto seguiría “White Fence” y la más conocida “Mistaken Memories of Medieval Manhattan”. A partir de ahí, siguieron decenas de nuevos montajes, entró en juego el ordenador y las posibilidades se convirtieron en virtualmente infinitas.

Proyección de una de las "77 Million Paintings" en la Ópera de Sydney


En la caja que hoy comentamos encontramos ejemplos de todas estas épocas. Muchos inéditos, otros publicados en tiradas muy reducidas y todos ellos de un gran interés.

El primer disco, titulado “Music for Installations” recoge cuatro piezas: “Kazakhstan”, compuesta para la Expo 2017 celebrada en Astana, acompañaba a la instalación “We Are Energy” del arquitecto Británico Asif Khan. Una de las pocas piezas de la caja en la que participan otros músicos aparte de Eno, en concreto Leo Abrahams (guitarras) y Nell Catchpole (violin y viola). La segunda obra es “The Ritan Bells” y fue creada para una instalación que tuvo lugar en 2005 en el Ritan Park de Beijing como parte de una colaboración artística entre Gran Bretaña y China titulada “Sound and the City”. Continuamos con “Five Light Paintings”, estrenada en 1985 para acompañar a la instalación “Pictures of Venice” celebrada en la Galleria del Cavallino veneciana. Sin salir de Italia pero saltando a 2017, encontramos la última pieza del disco: “Flower Bells” que sonó en el montaje “Light Music” en la ciudad de Bari.




El segundo compacto recoge la música de “77 Million Paintings”, una ambiciosa obra audiovisual creada por Eno en 2006. Consistía en un “software” que combinaba diferentes elementos sonoros y visuales de forma aleatoria. Realmente la parte visual consistían en 296 imágenes fijas que se combinaban entre sí con un máximo de cuatro de ellas al mismo tiempo y que generaban así un número de patrones cercano al del título. El proyecto se estrenó en 2006 en un museo de Tokio pero tenía otra versión para exteriores en la que las imágenes se proyectaban sobre determinados edificios como ocurrió en 2009 con la Sydney Opera House. En su momento fue publicada una versión en DVD de la obra para ser disfrutada en los televisores de las casas de todos los compradores. En realidad “77 Million Paintings” no es sino una versión extendida del tema “Ikebukuro” que apareció en el disco “The Shutov Assembly” en 1992 que a su vez procedía de una instalación del artista inaugurada en Tokio en 1986 con lo que, en cierto modo, se cerraba el círculo 20 años después.




El tercer disco nos ofrece dos piezas utilizadas en la instalación titulada “Lightness” que se celebró en San Petersburgo en 1997. Ambas composiciones, tituladas respectivamente “Atmosphetic Lightness” y “Chamber Lightness” son, como las de los dos discos anteriores, claramente ambientales y pertenecen a la categoría de piezas más tranquilas de su autor. Tanto este disco como los dos siguientes de la caja fueron publicados en su momento de forma aislada en tiradas muy reducidas con lo que eran objeto de deseo de coleccionistas de todo el mundo. En el cuarto compacto encontramos dos obras que aparecieron por separado en su momento: “I Dormienti” y “Kites”, dividida esta última en tres partes. Ambas fueron estrenadas en 1999, la primera en Londres alrededor de la obra del escultor Mimmo Paladino y la segunda en Helsinki con un montaje visual del propio Eno.




El CD que más destaca sobre el resto es el quinto, titulado “Making Space” y consiste en nueve piezas de corta duración y con un componente rítmico mucho más marcado que cualquiera de los otros discos de la caja. Realmente se trataba de una recopilación de piezas que estuvo a la venta en 2010 durante el Festival de Brighton del que Eno fue director artístico invitado en la edición de aquel año.




Cierra la colección el disco titulado “Music for Future Installations”, compuesto y grabado específicamente para la caja que hoy comentamos aunque es muy probable que su contenido termine acompañando nuevas instalaciones de Eno en el futuro como bien sugiere el título.

El seguidor de Brian Eno está de enhorabuena con este lanzamiento ya que pone a su alcance cuatro discos (cinco si incluimos el “77 Million Paintings”) muy difíciles de encontrar hoy en día y además lo hace en una edición preciosa incluso en el más humilde de los tres formatos en los que puede adquirirse (la caja de 6 CDs con un libreto de 64 páginas lleno de información). Los otros dos, ya sea la caja de 9 vinilos o la más lujosa con los mismos 6 discos compactos pero en un formato mucho mayor que permite disfrutar del libro como se merece, tienen un precio prohibitivo pero sin duda merecen la pena si alguien puede costearselos. El contenido musical no decepcionará al seguidor del artista británico puesto que sigue la linea de los trabajos más notables del músico. Para el resto, como leíamos recientemente en una crítica, quizá sea “demasiado Eno” de golpe pero es que hay artistas con los que no hay que andarse con medias tintas y Eno es uno de ellos. Atreverse, muy frecuentemente, nos lleva a grandes satisfacciones.

Nos despedimos con el propio Eno explicando la idea que hay detrás de su música para instalaciones:

 




domingo, 13 de julio de 2014

Eno · Hyde - Someday World (2014)



Brian Eno es un personaje que tiene ya una trayectoria que está ya muy por encima de cualquier etiqueta. Ha firmado algunos de los discos más influyentes de las últimas décadas y su trabajo ha calado en artistas tan diferentes que, de un modo u otro cualquier aficionado medio actual ha escuchado algo de Eno incluso sin ser consciente de ello.

A pesar de su tremenda importancia como artista, creemos que buena parte de lo mejor de su discografía, especialmente en los últimos lustros nace de su colaboración con otros músicos. Se diría que el reto de enfrentar sus ideas con las de otros artistas saca lo mejor de Eno y eso dice mucho en su favor. Certifica que, además de talento, tiene la suficiente amplitud de miras para trabajar con ideas que, en muchos casos son radicalmente diferentes a las suyas. Si tomamos al azar combinaciones de músicos con los que Eno ha colaborado, nos resultaría casi imposible extraer elementos comunes entre ellos. Ese es el gran mérito de nuestro artista que se crece ante el desafío de extraer lo mejor de ideas ajenas y mezclarlas con las suyas propias. Aunque Brian Eno y Karl Hyde se conocieron en los años noventa, durante un acto benéfico para contribuir a la reconstrucción de Mostar tras la Guerra de los Balcanes, nunca llegaron a colaborar hasta hace apenas tres años cuando el productor trabajó en el tema “Beebop Hurry” de Underworld, grupo en el que Karl Hyde se dio a conocer, si bien éste último figuró en la nómina de participantes de “This is Pure Scenius!” serie de conciertos prácticamente improvisados al cien por cien en los que Eno y otros músicos daban rienda suelta a sus ideas. En aquellas sesiones se pusieron los primeros cimientos de una colaboración que cristalizaría en dos discos aparecidos con apenas dos meses de diferencia. De hecho, aún no habíamos asimilado bien el primero cuando recibimos la noticia de la aparición de un segundo que aún no hemos escuchado convenientemente pero que aparecerá por aquí si todo se desarrolla con normalidad.

La premisa del disco es simple. En palabras de Eno, tenía un buen número de “comienzos” para una serie de nuevas canciones que necesitaban ser desarrollados. Ese era el punto de partida pero si hacemos caso a Karl Hyde, el resultado final del disco no tenía absolutamente nada que ver con lo que se habían planteado en los primeros instantes. Ambos artistas hablan de una inspiración común en la música de Fela Kuti y Steve Reich a la hora de afrontar el proyecto, un álbum de canciones con formato “pop” (a la manera de Eno, eso sí”), que suponía una cierta ruptura con respecto a los anteriores trabajos del antiguo miembro de Roxy Music. Precisamente de la vieja banda de Eno procede uno de los músicos que participarán en la grabación del disco: el saxofonista Andy Mackay. No es el único músico que viene de una antigua etapa en la carrera de Eno puesto que también interviene en “Someday World” el batería de Coldplay, Will Champion. La relación completa de músicos del disco se completa con Tessa Angus y Mariana Champion (coros), la violinista Nell Catchpole, cuya colaboración con Eno se remonta al “Wrong Way Up” publicado junto con John Cale, Kasia Daszykowska y Darla Eno (voces), Don E. (teclados), Georgia Gibson (saxos), John Reynolds (batería) y Chris Vatalaro (batería). Brian Eno toca piano, teclados, bajo guitarra, batería, hace coros y canta. Karl Hyde por su parte toca guitarras, armónica, percusiones, piano, teclados y también canta y aporta su voz a los coros. Como curiosidad, Eno, el mítico productor, cede los trastos de esa tarea para este disco a un Fred Gibson de apenas 20 años de edad. Fuera complejos ¿quién dijo miedo?.

Eno & Hyde, los responsables de "Someday World"


“The Satellites” – La guitarra se combina con sonidos electrónicos en el comienzo del disco hasta que aparece una estridente sección de metal sampleada y francamente mejorable en cuanto a la tímbrica. Cuando entra la sección rítmica en pleno nos olvidamos de eso justo a tiempo para escuchar la voz de Brian Eno cantando como en los viejos tiempos. Tras el prometedor comienzo asistimos a un breve interludio que nos devuelve enseguida al tema principal. La canción es una magnífica muestra de pop elegante y sofisticado como buena parte del trabajo al que Eno nos tiene acostumbrados cuando se aventura en estos territorios.



“Daddy’s Car” – El primero de los dos cortes que firma Fred Gibson además de Eno y Hyde, nos recuerda en los aspectos formales y en determinada formas de entender la percusión al fantástico “Drums Between the Bells” que Eno nos ofreció años atrás. La diferencia la ponen los metales y la voz de Karl Hyde que cumple a la perfección con el rol de actor principal en este cometido. Los arreglos vocales y algunas ráfagas de piano de corte minimalista aportan un cierto aire de distinción muy conveniente para equilibrar los alegres metales que nos recuerdan antiguos trabajos de Eno con Talking Heads.



“Man Wakes Up” – Segunda y última colaboración de Gibson en tareas creativas en otra pieza que podría haber formado parte del citado “Drums Between the Bells”. Hay ciertas guitarras que justifican la referencia a Fela Kuti que los músicos mencionaban cuando hablaban del disco. Los característicos ritmos del músico africano se dejan entrever a lo largo de toda la canción cuyo vocalista principal es de nuevo Karl Hyde.

“Witness” – Si en el anterior tema se dejaban entrever las influencias de Kuti, en éste aparecen algunos rasgos característicos de Steve Reich, especialmente en los ritmos repetitivos del comienzo que reaparecen a lo largo de toda la pieza en la que también creemos encontrar trazas de Kraftwerk. “Witness” es un magnífico tema en el que Eno y Hyde demuestran estar en muy buena forma. Mención aparte merecen los arreglos, futuristas y perfectamente integrados en una canción que está entre lo mejor del disco sin duda alguna.

“Strip it Down” – Una interesante secuencia electrónica abre una pieza que enseguida se entrega a un ritmo marcado por un pulso continuo de ascendencia claramente “reichiana”. Volvemos a escuchar a Brian Eno como cantante principal en un tema en el que los teclados tienen un papel preponderante conduciéndonos en todo momento a través de una espiral rítmica que tiene mucho que agradecer a Kraftwerk de nuevo.

“Mother of a Dog” – Los ritmos se ralentizan ligeramente y un profundo sonido de bajo nos acerca a los oscuros ambientes del trip-hop de Bristol, iluminados sólo ocasionalmente por una guitarra particularmente brillante que opera en segundo plano. El tema destaca especialmente por lo diferente que nos resulta frente al resto del disco. El peso de la electrónica en el pasaje final es abrumador y a través de ella, el dúo nos sumerge en uno de los momentos más inspiradores de todo el trabajo. A modo de “coda” en clave ambiental, podemos disfrutar de una excelente última sección que nos deja un gran sabor de boca.

“Who Rings the Bell” – Volvemos a los ritmos obsesivos, en esta ocasión a partir de guitarra y bajo que se combinan a la perfección. La canción, a pesar de un inequívoco toque de Eno, tiene mucho en común con alguno de los recientes experimentos electrónicos de bandas como Radiohead lo que demuestra que a Eno no le duelen prendas a la hora de aprovechar cualquier posible influencia en beneficio propio. Los arreglos vocales, magníficos en toda la canción, tienen en todo caso el sello de Eno cuando trabaja para otros grupos (pensamos esta vez en U2, banda a la que creemos que hay un pequeño homenaje en los segundos finales del tema).

“When I Built this World” – Los dos últimos cortes del disco los firma Brian Eno en solitario. El primero de ellos, con un fuerte tratamiento electrónico de sonidos y voces en el comienzo, se transforma después en una fantástica pieza en la que las cuerdas irrumpen imparables creando un efecto sorprendente. La larga sección final es una sucesión continua de ritmos con alguna ligera variación en forma de aditamentos instrumentales que va evolucionando hacia formas deudoras del folclore africano.

“To Us All” – Escoge Eno para cerrar el disco un tema relajado a base de guitarras y percusión con algunos aditamentos electrónicos. Una composición diferente al resto del trabajo que consigue despedirse de nosotros provocándonos la mejor de las impresiones.

En los últimos años, Brian Eno se ha vuelto un artista mucho más prolífico que en tiempos pasados (aunque nunca ha sido amigo de largos silencios). Llama la atención que, a estas alturas, esa efervescencia creativa se vea reflejada en discos de un nivel por encima de la media cuando lo habitual llegados a este punto suelen ser ejercicios de autocomplacencia destinados a contentar a los “fans” y a garantizar una entrada de dinero más o menos sostenida. Lejos de optar por esa vía, el autor de “Music for Airports” no para y, como indicamos al principio, ya hay otro disco publicado junto con Karl Hyde (recordemos que “Someday World” apareció en mayo de este mismo año). No se trata, como cabría esperar, de un disco con descartes del anterior o grabado en las mismas sesiones sino de un trabajo independiente cuya idea nació en el mismo momento en que se terminó de grabar el anterior.

Los seguidores de Eno están (estamos) de enhorabuena en los último tiempos y eso es algo que hay que aprovechar. El disco está disponible en los enlaces habituales.

amazon.es

play.com

Nos despedimos con un pequeño cortometraje rodado durante el segundo día de las sesiones de grabación del disco:

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Brian Eno and the words of Rick Holland - Drums Between the Bells (2011)



Casi por sorpresa nos encontramos esta pasada primavera con el anuncio de un nuevo disco de Brian Eno cuando aún estaba muy reciente su “Small Craft on a Milk Sea”. Y decimos sorpresa porque no es Eno un artista muy dado a lanzar discos con tanta frecuencia y su anterior trabajo en solitario databa de 2005 cuando publicó “Another Day on Earth”.

La principal diferencia con respecto al disco anterior iba a estar en los textos ya que en esta ocasión, Eno optaba por un disco cercano a la “spoken music” en el que varios vocalistas se encargan de recitar textos del poeta y pensador Rick Holland (autor de un interesante blog que os enlazamos)

A estas alturas, Brian Eno es ya un músico que está de vuelta de todo y se puede permitir el lujo de publicar casi cualquier cosa sin preocuparse de nimiedades como las ventas o la crítica. Su trabajo como productor de gente como U2 o Coldplay le da, a buen seguro, suficiente dinero como para poder hacer aquello que le venga en gana y mientras lo que le apetezca hacer sean discos como este “Drums Between the Bells”, estamos todos de enhorabuena.

“Bless this space” – Un suave inicio de batería de aires jazzisticos a cargo de Seb Rochford nos introduce en el disco. Sobre esa base empieza a desplegarse toda la paleta sonora de ese extraterrestre al que conocemos como Brian Eno, quien también se encarga de recitar el texto de Holland. Para cuando entra la ácida guitarra de Leo Abrahams, ya hace rato que estamos cautivados por el abrumador universo del compositor.



“Glitch” – Sin tiempo para recuperarnos, nos encontramos en medio de un potente corte electrónico con la voz tratada electrónicamente de Grazuna Goworek haciendo de maestro de ceremonias. Dentro de un esquema más o menos convencional con un ritmo casi discotequero, Eno se explaya combinando ruidos y efectos de forma magistral. Pocos artistas son capaces de hacer hoy en día música tan sorprendente con elementos tan extraños.

“Dreambirds” – Y continuando con la linea de sorprendernos a cada momento, pasamos sin previo aviso a un corte absolutamente ambiental, con el sintetizador inventando una delicada melodía que nos retrotrae a los años del sensacional “Music for Airports”. El marco perfecto para la narración de Caroline Wildi.

“Poor it Out” – Como si de un repaso por todos los estilos que ha recorrido Eno en su carrera se tratase, el siguiente corte con las aportaciones especiales de Laura Spagnuolo (voz), Leo Abrahams (guitar) y Nell Catchpole (violin), nos remite a los tiempos de sus colaboraciones con Robert Fripp en el brillante “Evening Star”. “Poor it Out” tiene todo el sabor del Eno más clásico válido para reconciliarse con la realidad más agobiante y abstraerse de toda preocupación.



“Seedpods” – Dentro de esa misma linea delicada y evocadora nos encontramos el siguiente corte con la factoría de creación de sonidos del británico regalandonos una introducción preciosa. Tiene algo este corte que no deja de recordarnos algunas producciones de Eno para U2 pero no sabríamos precisar con concrección el qué. Caroline Wildi vuelve a aportar su brillante narración de venerable actriz británica de las de toda la vida para dar su toque personal al corte.

“The Real” – Con el siguiente tema, volvemos a la faceta más ambiental del músico en la que unos lejanos teclados tejen el tapiz sobre el que Elisa Mudly va desgranando otro de los textos de Holland, un extraño trabalenguas lleno de aliteraciones en el que se nos habla de lo real, lo aparente y lo aparentemente real. La voz de la artista va distorsionandose conforme avanza el tema en el más puro estilo de Laurie Anderson en su legendario “Big Science”, referencia principal sin duda alguna en este corte.

“The Airman” – Pero estaba claro que la linea ambiental no podía continuar por mucho tiempo. Así llegamos a esta nueva composición más enérgica con una atmósfera más tensa y agresiva por momentos. Aylie Cooke es la narradora y se acompaña de la viola de Nell Catchpole, pasada por el filtro de Eno y sus experimentos electrónicos. Este corte nos traslada a los momentos más emocionantes de cualquier thriller de Holywood de los últimos años.

“Fierce aisles of light” – La tensión, aunque de otro tipo, sigue presente en este nuevo corte en el que Brian Eno, el propio Rick Holland, Nick Robertson y Anastasia Afonina (curioso nombre para una vocalista, todo sea dicho) dialogan sobre un fondo de ruidos industriales, propios de una estación de tren o similar.

“As if your eyes were partly closed as if you honed the swirl within them and offered me the world” – El único corte instrumental del disco es el correspondiente con éste kilométrico título. Una vez más podemos escuchar al muchas veces llamado “inventor del ambient” haciendo honor a ese hipotético título en un tema mucho más breve de lo que su título podía hacer suponer.

“A title” – Un ritmo de marcha marca el tempo de esta composición con Caroline Wildi como narradora. En la parte instrumental que sigue a la narración tenemos una especie de homenaje a los primeros Kraftwerk con uno sonido distorsionado que cualquier oyente no informado podría atribuir sin problemas a cualquiera de los discos del cuarteto de Düsseldorf previos a “Autobahn”. Lo curioso del tema es que, a pesar de lo dicho, sigue sonando a Eno.

“Sounds alien” – Con un título como el de este composición, no podíamos esperar otra cosa que una frenética combinación de percusiones, ritmos y sonidos con la marca de la casa. Aylie Cooke es en esta ocasión la vocalista en esta pieza que hace honor a uno de los versos de Holland y que es el que sirve como título para todo el disco.

“Dow” – Brian Eno vuelve a guardarse el papel de vocalista, con el correspondiente tratamiento de su voz en uno de nuestros temas favoritos de todo el disco. Y lo cierto es que tampoco hay grandes revelaciones en la composición. Un fondo electrónico con sus percusiones y una melodía sintética recurrente como hemos oído en tantas y tantas ocasiones a distintos artistas pero tiene un punto hipnótico que nos atrapa sin remedio.



“Multimedia” – De nuevo encontramos en el disco un tema que nos recuerda a Kraftwerk. En principio nada nos hace pensar en el cuarteto germano mientras escuchamos el bajo de la introducción o las percusiones y efectos que acompañan a la voz de Aylie Cooke pero a mitad del tema escuchamos un sonido de viejo sintetizador y una melodía que son un claro ejemplo de la escuela de los de Düsseldorf y que sirve para cerrar el tema.

“Cloud 4” – Llegamos así a otro de los puntos fuertes del disco. Brian Eno cantando y replicando su propia voz para hacer un precioso efecto coral, en una canción fantástica y muy breve. Los créditos de la misma incluyen a Leo Abrahams a la guitarra pero esta está tratada hasta el punto de no ser reconocible. Si esto fuera posible, diríamos que Eno se disfraza de Roger Waters por un segundo en esta canción, que posée un cierto regusto a los últimos discos de Pink Floyd con su legendario bajista.

“Breath of crows” – Tras un breve corte silencioso, se cierra el disco con esta última canción, de nuevo con Brian Eno llevando la voz cantante en una extraña letanía acompañada de sonidos de campanas y drones. Nos podemos imaginar perfectamente esta música en cualquier templo perdido del Tibet entre finos hilos de humo de incienso entre los que se filtran unos tímidos rayos de luz.


Eno & Holland

En su momento, el disco apareció en su versión normal y también en una versión extendida con material extral. Recientemente ha aparecido un EP con más cortes de las mismas sesiones de grabación. En cualquiera de sus versiones, encontramos el último trabajo de Brian Eno altamente recomendable, tanto para aquellos que ya son aficionados a su obra como para los que querais acercaros a la misma. Como es habitual, os dejamos algunos enlaces para comprar el trabajo:

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