Los chicos de Wolfgang Katschner continúan publicando discos con esa vocación de contraste entre épocas muy alejadas entre sí de la historia de la música. Los lectores del blog recordaréis que hablamos de Lautten Compagney hace un tiempo en relación con un trabajo en el que combinaban la música del compositor barroco Tarquinio Merula con la de Philip Glass. Desde entonces, la formación alemana ha seguido publicando grabaciones, unas veces centradas en música antigua o barroca y otras combinándola con la de compositores más actuales. Son muy interesantes los experimentos con Piazzolla y Biber, Satie y Scheidt o los Beatles confrontándose con Henry Purcell pero hoy queremos hablar de un disco más cercano al primero que comentamos en su día.
Se trata de “Circle Line”, centrado en el compositor medieval Guillaume Dufay. En este caso su obra no se enfrenta a la de un autor contemporáneo sino a la de varios aunque con predominancia de Philip Glass, quien, por tanto, repite en un trabajo de la formación de Katschner. El punto en común entre Dufay y los compositores contemporáneos incluidos en el programa se encuentra, según leemos en la notas del disco, en la repetición, tanto rítmica como melódica con todas las diferencias que dan los cinco siglos que separan a Dufay de sus contrapartidas.
El disco comienza con la rítmica “Train to Sao Paulo” compuesta por Philip Glass para la banda sonora de la película “Powaqqatsi”, trabajo que va a estar muy presente en todo el disco. Es un veloz ¾ en el comienzo con los vientos ejecutando notas largas en contraste con el vivo ritmo de la banda. Casi sin solución de continuidad enlaza con “Gloria ad mudum tubae” de Dufay que aquí adopta la forma de una divertida danza medieval. El siguiente corte combina de nuevo dos piezas de los mismos autores alternando fragmentos de ambas.: “Dance V” de Glass y “Par droit je suis bien” de Dufay. La instrumentación “antigua”, particularmente la percusión y el laúd, le sientan muy bien a la pieza del norteamericano y la fusión entre dos mundos tan aparentemente diferentes funciona sorprendentemente bien.
Entramos ahora en un tramo centrado en Glass, de quien escuchamos arreglos sobre “Old World”, de la banda sonora de “Naqoyqatsi” (para saxofón y vibráfono), “Morning Passages” de la música para la película “The Hours” (en un precioso arreglo para laúdes) y el primer movimiento de su “String Quartet No.1” (al que se le añade saxo, corneta y flauta piccolo). El toque “medieval” aportado por la formación alemana es mucho más acusado en la pieza de “Las Horas” que en las otras dos aunque el experimento es muy interesante en los tres casos.
El siguiente bloque comienza con “Flos florum”, de Dufay, una delicia para metales que nos lleva a “Segreto intimo”, composición de Peter A. Bauer, uno de los percusionistas de Lautten Compagney. Esta última es una verdadera sorpresa para nosotros ya que desconocíamos la obra de su autor y, al menos en esta pieza, demuestra mucho talento.
Continuamos con una de las obras más interpretadas y grabadas de John Cage: “In a Landscape”, que aquí suena muy diferente a lo habitual por carácter que le imprimen instrumentos como la flauta y el laúd. Quizá sea la pieza “contemporánea” del disco a la que mejor le sienta la nueva instrumentación de la formación alemana. La réplica se la da Dufay con “Apostolo, glorioso, da die electo”, otra alegre danza que contrasta con el estatismo del corte de Cage.
El siguiente corte es uno de los más sorprendentes ya que combina la pieza “Clapping Music” de Steve Reich con “Se la face ay pale”. Lo curioso es que la pieza de Reich es, como su propio nombre indica, una composición puramente rítmica que se ejecuta aplaudiendo y que aquí, por el contrario, es interpretada con los instrumentos que replican el ritmo de las palmas originales e incorporando artefactos tan poco comunes en este tipo de música como el arpa de boca. La pieza de Dufay transcurre plácidamente sobre la base de Reich conformando una combinación impensable pero que funciona.
Entramos en un tramo largo conformado por tres obras de Guillaume Dufay: su “Missa L'homme armé”, el “Ave Regina caelorum” y cerrando el segmento, “Claude virgo, mater Christi”. Quizá la parte más “convencional” de todo el disco que nos prepara para el último tercio que se abre con “New World”, un tema para violonchelo perteneciente de nuevo a la banda sonora de la película “Naqoyqatsi” que es una de las grandes melodías de Glass para el instrumento. Enlaza después con el “Ave maris stella” de Dufay en el que el laúd y las cuerdas son protagonistas.
Llegamos a la parte final que comienza con “Dawn”, composición de Meredith Monk perteneciente a su “Book of Days” que aquí aparece en un arreglo para cuerdas y corneta. Es una pieza lenta y repetitiva (como podría ser el cuarteto de Glass que sonó anteriormente) y que encaja muy bien en este formato y un disco como este. Regresamos a Glass y a “Powaqqatsi” con su “Anthem, Part I”, una pieza cuyo ritmo es muy asimilable al de muchas danzas lentas medievales como la primera pieza de Dufay que aparecía en el disco y que se repite ahora para cerrar el disco de forma simétrica ya que tras el “Gloria ad modum tubae” volvemos a escuchar el “Train to Sao Paulo” de Glass que abría el trabajo.
Como “bonus track” se incluye, nada menos que la que probablemente sea la composición más conocida de Wim Mertens: “Close Cover” en una magnífica versión a cargo de todos los miembros de Lautten Compagney que trasladan un clásico contemporáneo a sonoridades medievales sin perder ni un ápice de su espíritu.
Estamos acostumbrados a escuchar interpretaciones de músicos antiguos, barrocos e incluso clásicos en adaptaciones modernas sin darnos cuenta de que ni por asomo sonaban así en su época. Basta con comparar cualquier versión más o menos normal de Vivaldi con las más historicistas de Fabio Biondi o Giuliano Carmignola para darnos cuenta de que lo que solemos oír tiene poco que ver con lo que los músicos pensaron en su época. Menos habituales son experimentos como el que tenemos aquí en los que son músicos contemporáneos los que pasan por el filtro del tiempo y son interpretados con instrumentos de otra época con resultados que van desde bonitas adaptaciones que mantienen el espíritu del original hasta transformaciones completas (y un poco tramposas, por qué negarlo) como la experimentada aquí por la música de Reich. Cada música tiene su tiempo y sus instrumentos pero lo que plantean aquí los miembros de Lautten Compagney es un juego realmente enriquecedor que nos hace fijarnos en otros aspectos de obras contemporáneas que, a veces, nos parecen muy frías y que lo son mucho menos desde otro punto de vista. En todo caso, nunca está de más abrirse a interpretaciones diferentes para refrescar nuestra mente.
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