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viernes, 12 de enero de 2024

Wim Mertens - Voice of the Living (2023)



Los seguidores de Wim Mertens saben bien que, a pesar de su incesante producción de material nuevo, el artista belga no tiene mucha prisa en publicarlo en forma de disco. Él mismo comentaba en alguna entrevista en los noventa que solía haber un desfase importante de alrededor de cinco años entre la composición de una nueva obra y su lanzamiento en CD, incidiendo en lo extraño que le resultaba la mayoría de las veces el hablar de obras que para él quedaban ya muy atrás, especialmente cuando durante ese intervalo, él había seguido escribiendo y tocando en directo nuevas piezas.


El disco del que vamos a hablar hoy cumple ese requisito con creces ya que se trata de una grabación de 2023 de una obra estrenada en 2014. “Voice of the Living” nace como un encargo del gobierno belga para conmemorar el centenario del estallido de la Primera Guerra Mundial. Para la ocasión, se celebraría un concierto en la Catedral de San Martín en la localidad de Ypres, localidad que dio nombre a uno de los primeros combates de la conocida como Batalla de Flandes en la que fallecieron alrededor de 200.000 soldados de ambos bandos. Unos meses antes del estreno de la obra comenzó a emitirse en la cadena HBO la serie “Leftovers”. El argumento de la misma era aterrador: el 2% de la población mundial desaparecía de repente sin dejar rastro. La serie, y a eso hace referencia el título, se centraba en las vidas de los que siguieron aquí. No sabemos si por influencia de la ficción televisiva pero lo cierto es que el punto de vista que Mertens quiso adoptar para su obra no era el de la víctimas sino el de los supervivientes y de ahí el título: “la voz de los vivos”. El trabajo lleva el subtítulo de “War Requiem” en referencia a la obra del mismo nombre de Benjamin Britten que fue compuesta con ocasión de la consagración de la nueva Catedral de Coventry, construida junto a los restos de la antigua catedral gótica de la ciudad, semi-destruída en la Segunda Guerra Mundial.


En todo caso, la obra de Mertens no adapta el texto latino de la misa de réquiem sino que es una disco de canciones interpretadas por el músico en su particular estilo con algún tema instrumental. En las entrevistas ofrecidas por el artista, habla de la relación de todos los temas del disco con alguno de los cuatro elementos clásicos (tierra, aire, agua y fuego) y su particular equivalencia con el campo de batalla (trincheras, lluvia, aviación y explosiones). Para la grabación, el músico reúne una versión amplia de su “Ensemble” dividida en distintos grupos: cinco instrumentistas de viento-madera entre los que destaca el clarinete de Dirk Descheemaeker, cuatro “metales” con los habituales Ward Hoornaert a la trompeta o Geert de Vos al trombón, un cuarteto de cuerda y un último grupo menos ortodoxo formado por arpa, guitarras, percusión y piano, del que se encarga el propio Mertens como ha hecho desde el inicio de su carrera.


“Too Good, Too Loose” - El disco comienza con una preciosa pieza de piano en la que las cuerdas y el clarinete tienen un papel muy importante. Más centrada en la melodía que en los ritmos, es una de las melodías más inspiradas del compositor belga en los últimos años, con un lirismo que recuerda a sus mejores épocas.




“Glossary Raisonné” - A diferencia del corte inicial, la mayoría de los temas del disco tienen una duración más bien larga, entre los cinco y los diez minutos. Eso ocurre en esta canción (la llamamos así porque la voz de Mertens es protagonista) llena de luz y vitalidad. Con reminiscencias de discos imprescindibles como “Shot and Echo” nos muestra una versión del músico muy próxima a la que nos ofrecía en los años noventa. Desde el punto de vista del sonido, la sorpresa viene por el uso de la guitarra eléctrica en un par de momentos de la segunda parte como medio para construir un fondo con más tensión de la habitual.


“Escape and Recapture” - Un sencillo tema de piano abre el siguiente tema entrando enseguida en animado diálogo con las cuerdas y la propia voz del músico. Una maravilla heredera directa de aquella obra maestra que fue “Integer Valor”. Las cuerdas aportan un ritmo lleno de energía para que la trompeta reclame su cuota de protagonismo en lo melódico. El tramo central, con el piano, los vientos y la percusión trabajando casi al unísono es de una intensidad tremenda y desemboca en una recapitulación del motivo inicial magníficamente construida.




“Angles and Dangles” - Continuando con el altísimo nivel del disco, tenemos esta nueva pieza en la que destaca la melodía repetitiva que aparece tras la introducción, sostenida por el piano y las maderas. Con todos los ingredientes de las piezas más hipnóticas de los mejores años de Mertens, incluyendo su particular forma de cantar. A estas alturas, el disco ya apunta a ser uno de los mejores de su autor en muchos años.


“Pondichéry” - Tras una extraña introducción, en la línea de sus trabajos más experimentales como podría ser “Alle Dinghe”, entramos en un tema lento con mucho peso de las cuerdas que sostienen toda la estructura mientras el piano garabatea esbozos de melodía aquí y allá. Todo al servicio de la voz de Mertens que canta uno de los temas más melancólicos del trabajo. El final, con la entrada de la percusión, es una larga coda que queda suspendida en una prolongada nota de las cuerdas.


“On the Zephyrous Peak” - El siguiente tema tiene una estructura compleja en la que las melodías tardan en aparecer y, cuando lo hacen, no son tan cristalinas como las de la primera parte del disco. Sin embargo, es el típico tema que gana mucho con cada escucha, precisamente porque no todo se hace evidente desde el principio y los detalles van descubriéndose poco a poco.




“The Mores of the Time” - Mucho más directa es esta composición centrada en una base muy repetitiva en la que vuelve a aparecer, muy en segundo plano, la guitarra eléctrica. Con más énfasis en el ritmo que en la melodía, tiene más puntos en común con los trabajos del artista en la última década que con los anteriores. En todo caso, funciona muy bien y no desentona para nada dentro del conjunto, especialmente con el final marcial a cargo de la percusión.


“Overlapping Neighbourhoods” - En contraste con el mismo, llega esta delicada pieza que nos ofrecen el arpa, las cuerdas y el piano que dibuja una preciosa melodía con notas que se repiten dos a dos. Es el Mertens más emotivo y con un punto de inocencia (ese metrónomo o los silbidos del final) propio de trabajos como “Receptacle” o “Series of Ands” que nos gusta más en raciones pequeñas como aparece presentado aquí. 


“Continuous Pushforwards” - Llegamos así al corte más largo del disco introducido por un alegre piano que juguetea con un violín “vivaldiano”. A la fiesta se van sumando el resto de instrumentos para desembocar rápidamente en una de las piezas más divertidas y vitalistas de todo el disco. Un auténtico disfrute en el que cada melodía sucede a la anterior mejorándola continuamente. Otro de los grandes momentos del disco y del Mertens reciente.


“Nota Notae” - Concluye la obra con otra maravilla que podría pasar por una adaptación para grupo y voz de cualquiera de los temas de piano de un disco como “Der Heisse Brei”, otro de los grandes discos de Mertens. Con el equilibrio justo entre la melancolía y la esperanza, este tema nos regala una melodía extraordinaria de esas que el pianista nos regala con sorprendente facilidad año tras año. Un broche de oro para uno de sus mejores discos, y sabemos que nos estamos poniendo muy reiterativos con esto, en mucho tiempo.




Como se desprende de los comentarios a cada tema, la música contenida en “Voice of the Living” no tiene las características que uno esperaría en un réquiem o en una obra escrita para conmemorar una batalla pero esa es parte del enfoque que Mertens quiso darle cuando centró su obra en los supervivientes en lugar de en las víctimas. El artista huye de los tonos fúnebres permitiéndose pocos momentos tristes concediendo, si acaso, un cierto espacio a la melancolía pero en su mayor parte esta es una obra alegre y vital, en la que encontramos a un Mertens fresco e inspirado en uno de sus picos de creatividad. Una sorpresa en un artista que siempre mantiene un excelente nivel medio pero que llevaba tiempo sin presentarnos discos tan interesantes de principio a fin. Sin duda, uno de los mejores trabajos del año pasado a cargo de todo un veterano.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Wim Mertens - Dust of Truths (2016)



La Batalla de Accio (año 31) es el momento histórico escogido por Wim Mertens como inspiración del cierre de su trilogía “Cran aux Oeufs”. En aquel momento clave, Octavio (luego llamado César Augusto) derrotó al ejército de Marco Antonio y Cleopatra poniendo fin a la relativa independencia del Egipto Ptolemaico que quedó incorporado a Roma como una provincia más.

Hace apenas unas semanas que apareció “Dust of Truths”, disco para una formación algo más reducida de lo que pensábamos cuando se anunció el proyecto y se decía que la tercera parte estaba escrita para orquesta. Cierto es que se trata de “ensemble” amplio pero sólo consta de un músico más que “Charaktersketch” (diecisiete frente a los dieciséis de entonces). La diferencia estriba más en la composición del grupo que en el número: las cuerdas ganan peso frente a los metales. Detalles como este al margen, estamos ante un disco nuevo de Mertens en el que, pese a los muchos años de carrera del belga, aún tiene recursos para sorprendernos. Divide el músico su orquesta en tres grupos en los créditos del álbum: las cuerdas, integradas por Tatiana Samouil, Wietse Beels y Hans de Vos (violines), Liesbeth de Lombaert y Jeroen Robbrecht (violas), Lode Vercampt (violonchelo) y Ruben Appermont (contrabajo), los instrumentos de viento, interpretados por Dymphna Vandenabeele (oboe, corno inglés), Bart Watté (clarinete), Katrien Noël (clarinete bajo), Filip Neyens (fagot, contrafagot), Hendrik Pellens (saxos) y Rozanne Descheemaeker (trompa) y un cuarteto final integrado por Eline Groslot (arpa), Peter Verbraken (guitarras), Evert Van Eynde (percusión) y el propio Wim Mertens (piano).

Representación pictórica de la Batalla de Accio.


“Tunneling” - Los primeros acordes de piano del disco tienen un toque de jazz desacostumbrado en la música de Mertens. Se ven acompañados por las cuerdas que actúan como refuerzo sin interferir demasiado en el desarrollo del tema. La introducción es larga y juega con variaciones sobre el tema inicial pero la segunda parte de la composición cambia por completo. Cuando aparecen los vientos nos encontramos en presencia de una pieza que encajaría mucho más con el el estilo de Eric Mertens que del propio Wim. Podría formar parte del primer disco de aquel, “Spleen”, sin ningún problema.

“Kyrielle” - En el segundo corte reconocemos ya al Mertens de los últimos años con un elemento que, si bien no es del todo nuevo en su música, sí que sigue sorprendiéndonos: la guitarra eléctrica. En los primeros compases del tema su presencia es muy relevante aunque conforme éste avanza se va integrando más con el resto de instrumentos hasta pasar desapercibida. La melodía está en la linea de los discos de finales de los noventa de su autor, particularmente de la banda sonora de “Father Damien”. Lo más destacable son las partes de saxofón del segmento central y la coda final  en las que encontramos los momentos más brillantes de toda la composición.

“Set Metres” - Mucho más interesante nos resulta la siguiente pieza del disco, introducida por el piano que es rápidamente secundado por las cuerdas y los vientos. Es un tema con una estructura repetitiva al principio que va dejando entrever distintos elementos destinados a formar una melodía muy lograda en el tramo central.

“A Travelogue” - A continuación llega otra de nuestras piezas favoritas del disco. Es un corte que empieza de forma contundente con un tema bien definido que se repite varias veces. En el fondo tiene una estructura que casi podríamos calificar de “rock” con los las cuerdas y los vientos al unísono haciendo las veces de guitarras eléctricas. En muchos momentos nos recuerda a piezas de grupos pertenecientes a las tendencias más vanguardistas del rock como los también belgas Univers Zero.

“Nuanced” - Las ideas surgen por doquier desde el primer momento de esta pieza. Los fraseos de los clarinetes entrecruzándose, jugando de forma desenfadada sobre la base de piano son magníficos, dignos del Mertens más inspirado y libre porque esa es la sensación que nos transmite la composición: libertad. Mucho más allá de lo que solemos escuchar en la música académica y, particularmente en la de raíces minimalistas. Una pieza alegre, brillante y muy inspirada.

“Moss You Are” - El siguiente corte le resultará familiar al seguidor del Mertens más reciente ya que la melodía central es la misma que abría “In the Knapsack” del disco “What Are We, Locks, to Do”, el segundo volumen de la trilogía que cierra “Dust of Truths”. Una de esas melodías cuyo desarrollo es fácilmente predecible a poco que el oyente se halle familiarizado con la forma de componer del belga. Lo que hace especial la música de Wim es que, pese a todo lo dicho, la pieza sigue siendo maravillosa. La parte final de la composición, exclusivamente interpretada con cuerdas es de gran altura y nos recuerda a la tercera parte de la trilogía “Alle Dinghe” titulada del mismo modo.

“Transbordered” - Volvemos aquí a los sonidos y ambientaciones que ya escuchamos en “Kyrielle”. Un tema amable y que se escucha de forma placentera pero que tampoco aporta nada nuevo a estas alturas del disco.

“The Tonality” - Llegamos a otro de los puntos fuertes del disco. Una pieza que comienza con unas notas de piano que pronto entran en diálogo con las cuerdas. A partir de ahí se incrementa la intensidad y terminamos por  encontrarnos en medio de una composición sensacional en la que la guitarra pone el sustento rítmico y los vientos dibujan melodías breves con gran precisión. El único “pero” que podemos ponerle es que hay momentos en los que esperamos un desarrollo mucho más poderoso que se queda en nada. Con todo, es un gran tema.

“Old Katarakt” - Un mayor tinte reflexivo se desprende de la siguiente composición que, por otra parte, nos acerca al Mertens clásico de discos como “Strategie de la Rupture” con las cuerdas como añadido principal a una melodía de piano que podría haber sido escrita en la época del citado disco sin problemas. Una vez más, el autor belga consigue un tema emocionante partiendo de elementos de lo más sencillos.




“More Real” - El proverbial talento de Mertens para crear melodías se pone aquí de manifiesto una vez más. El parte inicial disfrutamos de uno de sus clásicos temas breves que luego se transforma en una fiesta de ritmo y sonido propulsada por el piano en modo “Struggle for Pleasure” (por citar uno de los temas inmortales del compositor. Con esa base aparece la guitarra eléctrica y el resto de la Wim Mertens Orchestra para ofrecernos una pieza vital y optimista. Una verdadera gozada.

“Eigenstates” - El cierre del disco es verdaderamente extraño. El tema empieza con una serie de palmas interpretando un ritmo irregular. Con ese fondo entra la guitarra acústica y, más tarde, el arpa. La pieza, que se nos antoja una variación sobre otra composición del músico que no terminamos de identificar. En todo caso, creemos que es uno de los cortes más prescindibles de todo el disco y un cierre no demasiado adecuado.

Con “Dust of Truths” cierra Mertens “Cran Aux Oeufs”, una obra que nos ha brindado tres trabajos notables en un periodo de tiempo de apenas un año lo que nos tranquiliza en cuanto al nivel que cabe esperar del músico en los próximos años. No es fácil que un artista tan prolífico como Mertens mantenga un nivel tan elevado de forma sostenida pero tras un cierto bajón en algún momento de la década pasada, creemos que ha encontrado una nueva voz, una forma de expresión diferente a la de los años ochenta y noventa pero igualmente válida. Celebramos este hecho y esperamos no tardar demasiado en volver a saber de nuevos trabajos de Mertens.


 

lunes, 6 de julio de 2015

Wim Mertens - Charaktersketch (2015)



Hubo un momento en el que parecía que la carrera discográfica de Wim Mertens iba a convertirse en una serie de alternancias de discos para “ensemble” y discos para piano y voz ya que ese esquema, con ligeras variaciones, se repitió durante largos años. En 2005 por algún motivo se rompió esa cadencia y después de la aparición de “Un Respiro”, siguieron otros nueve discos escritos para formaciones instrumentales de mayor o menos amplitud pero alejados, desde luego, del concepto “piano y voz” que tantos seguidores tiene.

Con motivo de la aparición del que sería el décimo disco consecutivo para grupo, se anunció también el fin momentaneo de esta racha al formar éste parte de una trilogía cuya segunda parte será, por fín, un trabajo de piano y voz. La tercera, al parecer, será una obra orquestal.

El disco, titulado “Charaktersketch” tiene como concepto principal la revisión de la idea de Europa tras la actual crisis, el cambio en la mirada que todos sus habitantes están experimentando en uno u otro sentido durante estos años, la decadencia, en fín, de un modelo que amenaza con ser desplazado por otras zonas geográficas emergentes. El punto de vista de Mertens sobre la cuestión no deja de tener su interés puesto que, pese a pertenecer a uno de los países que más airosos están saliendo de la crisis, su público principal se encuentra en España, Grecia y Portugal, quizá las naciones de la UE que más han perdido en la misma.

La extensa lista de músicos que participan en el disco es muy similar a la del anterior “When Tool Met Wood” y la componen los siguientes nombres: Tatiana Samouil (violín), Liesbeth de Lombaert (viola), Lode Vercampt (violonchelo), Ruben Appermont (contrabajo), Sabine Warnier (flautas), Bart Watté (clarinete), Hendrik Pellens (saxofones), Ward Hoornaert (trompeta), Eliz Erkalp (trompa), Nick Ost (eufónio), Jan Nicolaerts (trombón), Bernd Van Echelpoel (tuba), Hanna Grociak (arpa), Peter Verbraeken (guitarras) y Evert Van Eynde (percusión). Mertens interpreta, como es habitual, el piano y destaca la ausencia de Dirk Descheemaeker en la formación por ser un habitual en la gran mayoría de discos de Wim en los que se requiere un saxo o un clarinete.

Cartel anunciador del espectáculo "Lo que mueve el mundo"
en el que se estrenaron dos de las piezas del disco.


“Wegzuwünschen” - El primer título, que podríamos traducir como “largamente deseado” o algo similar es de una gran alegría inicial, marcado por un vivo piano que enseguida se ve respaldado por los vientos utilizados de esa forma rítmica tan característica del músico belga. En cierto modo nos recuerda al gran Mertens de “Integer Valor” o al de “Jardin Clos”, especialmente a este último en el segmento final, algo caótico.

“Unwillen-Nichtwollen” - Aunque el peso sigue recayendo sobre el piano en el comienzo, las cuerdas reclaman su espacio en una pieza algo más tensa que se corresponde con el título (“falta de voluntad”). La música cobra entonces un aspecto más mecánico, actuando como un rodillo que repite una y otra vez el mismo esquema con un ritmo inquebrantable. La entrada de los vientos en relevo de las cuerdas nos lleva hasta una melodía de saxo realmente prodigiosa a cuyo término volvemos al segmento inicial con el refuerzo de una percusión inmisericorde que volverá a sonar en otros momentos del tema hasta su conclusión. Es esta una pieza excelente que podría contarse entre lo mejor de Mertens en los últimos años.



“Wie Mich Dünckt” - La primera gran sorpresa del disco llega aquí. En ocasiones unos artistas demuestran tener importantes influencias de otros y estas llegan a permear en su estilo hasta hacerse muy reconocibles. Nadie negaría que Yann Tiersen es un músico en el que Mertens ha tenido una influencia notable, lo que no habíamos encontrado hasta el momento es una evidencia como esta de que la citada influencia es recíproca. Exagerada, quizá. El comienzo de la composición tiene tan marcado el sello de Tiersen que cualquier seguidor de ambos artistas la atribuiría sin demasiados titubeos a él y no a Mertens. Es cierto que más adelante hay momentos de clara autoría de Mertens pero la presencia del Tiersen de bandas sonoras como la de “Goodbye Lenin” es abrumadora.

“Earmarked” - En el disco hay dos piezas escritas ex profeso para el espectáculo “Lo que mueve el mundo” en el que Mertens ponía música a determinados fragmentos de la novela “Mussche” de Kirmen Uribe del que hablamos tiempo atrás. Esta es la primera de ellas. Comienza con unos clasicos acordes de piano de Mertens replicados enseguida por las cuerdas de entre las que el violín de Tatiana Samouil está llamado a ocupar un lugar central. Sobre una percusión que recuerda por un momento a la de aquella joya del compositor belga titulada “No Testament”, la violinista ejecuta una melodía extraordinariamente inspirada. En una segunda revisión de la misma se incorpora el clarinete para obsequiarnos con un dúo notabilísimo. Sin duda, otro de los grandes momentos de todo el trabajo.



“Reihengewebe” - Uno de los problemas que le encontramos a la música de Mertens en los últimos años es una excesiva “dulcificación” del sonido, algo a lo que contribuye el uso de formaciones cada vez más amplias. En ocasiones eso lleva a piezas deslavazadas como esta en las que la melodía que comienza un instrumento es continuada por otro y más tarde por un tercero, etc. sin llegar a empastar convenientemente. Creemos que ahí está la razón por la que varios trabajos de los últimos años nos resulten algo insustanciales , al menos parcialmente. Esta sensación nos empezó a invadir en la época de la banda sonora de “Father Damien” y, desde entonces, son ya muchos los discos en los que encontramos momentos cercanos al tedio que es, precisamente, lo que nos ocurre aquí.

“Überhandnehmend” - Segunda de las piezas escritas por Mertens para “Lo que mueve el mundo”. El comienzo, con esa combinación entre contrabajo y violonchelo nos remite inevitablemente a un trabajo como la tercera parte de “Alle Dinghe”, en la que disfrutamos de sonoridades similares. La presencia del piano marca la diferencia principal con aquella obra y durante unos instantes la mezcla de ese instrumento y la sección de cuerdas (ya al completo) consigue un efecto interesante pero la falta de concreción termina por incidir en los mismos errores (siempre en nuestra opinión) que la pieza anterior.

“Post and Postures” - En los últimos años, Mertens ha desarrollado una gran relación con el festival de cine de Gent para el que ha compuesto varias piezas exclusivas (se llegó a publicar un disco con esa música en una edición limitada años atrás). En 2013 el festival alcanzaba su cuadragésima edición y el músico les dedicó esta pieza. Es la que mayor presencia de la guitarra tiene de todo el disco pero sigue jugando un papel muy secundario. La melodía tiene posibilidades pero, al menos, con esta formación instrumental no nos parece que llegue a desarrollarlas en su totalidad.

“The Place of a Gap” - Cuando parecía que el disco se nos iba entre temas más flojos de lo esperado, llega una composición diferente. Con una introducción de arpa que da paso al vibráfono y a unas cuerdas que emiten largas y sostenidas notas como soporte de la misma, nos sumergimos en una rara pieza que quizá tenga un precedente en aquel “Song 6” que aparecía en la edición integral del disco “Integer Valor”. Con un singular sonido, más jazzístico de lo habitual (es una forma de hablar, no se nos ocurre mejor descripción) transcurre esta curiosidad que merece un lugar destacado en el conjunto del disco.



“According to the One” - A pesar de que los primeros compases de la pieza nos hacían pensar en otra composición prescindible, la llegada de la melodía central nos demuestra que, a pesar de que en la forma estamos ante una composición cercana a “Reihengewebe” o “Überhandnehmend”, si el tema principal es bueno, puede llegar a rescatar la composición. Quizá un trabajo algo mayor de la parte de piano y una reducción del peso de las cuerdas podría hacer de este último corte un pequeño clásico de la discografía reciente de Mertens.


Tras escuchar este trabajo y tomándolo como el último de una larga serie, entendemos muy bien el anuncio de una próxima entrega para piano y voz porque la fórmula de “ensemble”, y particularmente de un grupo tan amplio en el que las cuerdas tienen una presencia tan importante parece dar síntomas de agotamiento (en el Mertens clásico, apenas había cuerdas y funcionaba muy bien). Desconfiamos algo más del cierre orquestal de la anunciada trilogía porque la música del belga no termina de convencernos cuando la hemos escuchado en ese formato aunque es cierto que siempre han sido adaptaciones de obras escritas para otros instrumentos y no originales para orquesta. Con todo, es una gran noticia que uno de nuestros compositores favoritos (y una debilidad personal) siga tan activo tanto a la hora de grabar como a la de ofrecer conciertos.

miércoles, 2 de enero de 2013

Wim Mertens - A Starry Wisdom (2012)



Tras tantos años escuchando su música, nuestra relación con Wim Mertens se parece bastante a la que podemos mantener con un buen amigo de toda la vida. Quizá el contacto no sea el mismo que había antes pero siempre acabamos reencontrándonos. Conocemos perfectamente cuál será su reacción ante una frase y por qué derroteros puede ir la conversación pero, a la vez, siempre habrá algo que nos sorprenda; un nuevo matiz, una noticia, un cambio leve pero perceptible y, por encima de todo, siempre pasaremos un rato agradable.

Algo así es lo que nos ha pasado al escuchar el recientemente publicado “A Starry Wisdom” del músico belga. Asistimos con placer a una música que conocemos bien, aunque sea la primera vez que suena en nuestros reproductores. En el fondo, se trata de la misma música que llevamos disfrutando tres décadas pero con alguna sorpresa, un cierto toque de frescura en algunas composiciones que nos hace pensar que el maldito Mertens aún guarda un buen puñado de ases bajo la manga. Es cierto que muchos de los temas nos resultan familiares, como no puede ser de otro modo en una conversación con un viejo amigo, pero incluso ese ligero inicio del tedio es bienvenido, siquiera como un efecto no del todo consciente provocado por la nostalgia de los buenos tiempos pasados.

A la hora de buscar referencias cercanas en trabajos anteriores de Mertens, “A Starry Wisdom” se parecería más a “Skopos” o a “Receptacle” que, por ejemplo, a “Zee Versus Zed”, lo que ya nos habla de un disco un punto por debajo de lo mejor nos ha brindado el belga en estos últimos años pero eso no quiere decir que estemos ante un disco desdeñable en modo alguno. La obra nace como una comisión del festival  anual que se celebra en Gent, Bélgica. Mertens hizo una primera interpretación para piano y voz de la pieza el 23 de septiembre de 2011 en la catedral de la ciudad y el 28 tuvo lugar el estreno de la obra con un “ensemble” reducido (un quinteto de cuerdas), su piano y su voz, ya en el Capitole de Gent en un programa doble en el que también se interpretó su “Series of Ands / Immediate Givens”.

Para el disco, el músico belga amplió considerablemente la formación incorporando un percusionista, un segundo piano, arpa, guitarra, bajo, eufonio y una sección de maderas y metales considerable entre la que echamos de menos la presencia del hasta ahora inseparable Dirk Descheemaeker (quién sólo faltó en el citado “Receptacle” si nuestra memoria nos es fiel). La lista de intérpretes participantes en el disco es la siguiente: Tatiana Samouil (violin), Liesbeth De Lombaert (viola), Lode Vercampt (cello), Ruben Appermont (contrabajo), Sabine Warnier (flauta, piccolo), Bart Watte (clarinete), Bob Permentier (fagot), Hendrik Pellens (saxofones), Waard Hoornaert (trompeta, fliscornio y corneta), Koen Cools (trompa), Jan Nicholaers (trombón), Nick Ost (eufonio), Geert de Vos (trombón bajo), Bernd van Echelpoel (tuba baja), Hanna Grociak (arpa), Peter Verbraken (guitarra, bajo), Evert Van Eynde (percusión), Claudia Bara (piano) y el propio Wim Mertens (piano, voz).

“From a nethermost point of view” – Los primeros instantes del disco no deparan ninguna sorpresa para el oyente acostumbrado a Mertens. Una melodía clásica del belga al piano tan simple como bella abre la pieza acompañada por la guitarra y la trompeta. Alrededor del minuto dos asistimos al primer giro cuando la flauta se presenta liderando una nueva melodía con un cambio rítmico realmente bonito. Tras esa breve interrupción, volvemos a la frase del comienzo del tema con las cuerdas incorporándose al paisaje para repasar de nuevo el motivo principal. Se trata de un Mertens más cercano al sus años recientes que al de los inicios pero sigue sonando bien.

“More than a genre” – Menos previsible resulta el segundo corte del disco, introducido por una veloz y breve secuencia de notas al piano que se repiten en un ritmo sincopado. Las cuerdas refuerzan ese tema antes de que entre un segundo piano para dar la réplica al primero. La pieza se estructura a partir de sucesivas repeticiones de esos dos motivos en las que se alternan los instrumentos de la parte rítmica, ora el piano, ora los metales. Un tema, en suma, diferente y muy novedoso dentro del repertorio del belga.

“Contemporaneousness” – Asistimos con este corte a una pieza en la que Mertens mezcla su estilo habitual con elementos y melodías de corte clasicista, en especial por parte del clarinete y las cuerdas sobre un ritmo alegre y vivo construido a partir de un bajo continuo en el que los trombones y la tuba (los metales en general) llevan la voz cantante. Se trata de una de esas piezas que ganan con las escuchas sucesivas, como ocurre en ocasiones con la obra de Mertens.

“The custom of amok” – El síndrome de Amok define un ataque de rabia súbita y furia asesina que experimentan algunos sujetos tras verse inmersos en una situación de vergüenza extrema ante otras personas. Escuchando esta pieza de Mertens no encontramos ningún elemento que nos haga pensar en un arrebato de tal clase puesto que el tema se cuenta entre las piezas más alegres y optimistas de todo el disco, continuando con una línea que se inició allá por las fechas en las que apareció “Jardin Clos”.

“Given without giveness” – Con el siguiente corte regresamos a un Mertens clásico cuyas referencias estilísticas más cercanas podemos situar, al igual que ocurría con la pieza anterior, en el disco “Jardin Clos” aunque con reminiscencias algo más antiguas, especialmente en el uso de los instrumentos de viento que nos remiten a discos como “Shot and Echo” (sobre todo en cortes como “One Who Matters” o “Silver Lining”) o, en menor medida, a “Motives for Writing”. No se trata de una composición de gran fuerza melódica pero el ambiente que consigue crear a base de continuos relevos entre instrumentos

“At the edge of the void” – Nuevamente los metales son los encargados de darle forma a un intrincado tema en el que los distintos instrumentos de esa sección juegan dibujando retazos de melodías en las que se alternan unos y otros sobre un continuo de piano. La percusión que aparece un rato después de comenzado el tema marca de forma marcial el desarrollo de otro corte que nos remite a “Shot and Echo”. Como ocurre muy a menudo en la obra de Mertens, la parte final de la composición, tiene un giro rítmico muy interesante en el que se nos presenta una nueva melodía tremendamente pegadiza que nos deja con un gran sabor de boca a la espera del siguiente tema.



“Ausgedehnt” – Quizá el tema más comercialmente aprovechable de todo el disco sea este en el que una aparentemente intrascendente introducción de piano se transforma en pocos compases en una rítmica pieza de piano apoyada por la percusión y los metales sobre la que aparece la melodía principal a cargo de la guitarra eléctrica (algo desacostumbrado en el músico belga) con un inestimable refuerzo a cargo de las cuerdas y el resto de la sección de viento. Con esta brillante pieza llegamos al corte final del trabajo.

“The scene of two” – Tras el climax alcanzado con el tema anterior, era necesaria una pausa antes del final y es aquí donde encontramos al Mertens que más nos gusta, el que es capaz de encontrar belleza en la más simple de las melodías. Con una estructura muy parecida a la que utilizó el músico en “Not Me” (pero sin las voces), pieza que cerraba el disco “Jardin Clos”, citado también anteriormente, el belga nos golpea de un modo devastador derribando cualquier defensa que pudiéramos haber construido a base de comparaciones con trabajos anteriores. Nada de eso sirve. Cuando la melodía es tan poderosa como esta, sólo cabe rendirse, acercarse al reproductor de CDs y pulsar de nuevo el “play”.

Como ya hemos reflejado en los comentarios anteriores, la referencia más próxima a la hora de valorar el último trabajo de Mertens es su disco de 1992, “Shot and Echo”. No es casual que, comparando la instrumentación de aquel trabajo y la de “A Starry Wisdom”, ambas sean prácticamente idénticas con muy ligeras variaciones. En la comparación, el trabajo más reciente sale bastante airoso a pesar de ser aquel uno de nuestros discos favoritos del compositor belga. En su contra, el nuevo disco acusa la ausencia de uno o dos cortes poderosos, dos “singles” con cierta fuerza que pudieran enganchar al oyente novel como los que sí había en su popular antecesor entre cuyos temas se seleccionó alguno como sintonía de una campaña televisiva de una importante aerolinea nacional. Aunque piezas como “Ausgedehnt” podrían competir en esa categoría, no llegan, en nuestra opinión, a los niveles de excelencia de “Shot One” o “Watch Over Me”.

Por razones que se nos escapan, la distribución de los últimos discos de Mertens fuera de Belgica y los países de su entorno (Holanda, para entendernos) es bastante deficiente. Varias semanas después de aparecer el disco, no hay noticia alguna de su publicación en otros países. Una de las pocas tiendas online en la que se puede comprar el disco físico es proxis pero tampoco se destacan por un servicio especialmente rápido. Para completar el desaguisado, las tiendas que lo venden en formato digital sólo lo hacen dentro de Bélgica y Holanda (y en algún caso, en Francia). Os dejamos un par de enlaces en los que comprar el disco:



Nos despedimos con un video promocional del festival de Gent para el que se compuso el disco: