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martes, 29 de abril de 2025

The Smile - Cutouts (2024)




No hace todavía un año desde que reseñamos el segundo disco de The Smile y hablábamos de la banda como de una especie de alternativa a Radiohead en forma de proyecto colateral de sus miembros principales pero sin demasiadas expectativas de continuidad. No tardamos demasiado en darnos cuenta del error. El tiempo justo para encontrarnos en una de nuestras tiendas habituales el siguiente disco del trío. En un principio, y atendiendo a su título (“Cutouts”, que podría traducirse como “recortes”) pensamos que podría tratarse de un disco de descartes de su “Wall of Eyes”. Bien, la cuestión es que lo es pero no lo es. Nos explicamos: Ambos discos proceden de las mismas sesiones de grabación pero la decisión de publicar uno antes del otro no obedecía a una preferencia por las canciones del primero sino al hecho de que había material suficientemente diferenciado entre ambos discos como para conformar dos lanzamientos independientes con entidad propia.


Como cabía suponer, los créditos son prácticamente los mismos del trabajo anterior con lo que a Jonny Greenwood (guitarras, bajo, violonchelo y teclados), Thom Yorke (los mismos instrumentos menos el violochelo y voz) y Tom Skinner (batería y teclados) se suma la participación de la sección de cuerdas de la London Contemporary Orchestra y la aportación puntual de Robert Stillman (saxo y clarinete) y Pete Wareham (saxo).


“Foreign Spies” - Comienza la colección con una combinación de sintetizadores analógicos que recuerda a Vangelis y sobre la que Yorke empieza a cantar un tema lento. Enseguida entra una secuencia que al seguidor del teclista griego le recordará inmediatamente al tema “I Hear You Now” de su colaboración con Jon Anderson mientras continúa desarrollándose la canción llena de ambientes muy en la línea de la electrónica de los setenta y primeros ochenta. En resumen, una fantástica introducción para un disco maravilloso.




“Instant Psalm” - La segunda canción del trabajo une a los sonidos electrónicos una batería cadenciosa y una atmósfera cercana a la música hindú que, por fuerza, nos hace pensar en los Beatles de la última época y, más concretamente, en la música de George Harrison. Ambientes exóticos, ritmos irregulares y un ambiente mágico resaltado por las cuerdas de la segunda mitad de la canción.


“Zero Sum” - Hemos tenido que esperar al tercer corte para llegar a los ritmos vertiginosos con esta extraordinaria canción dominada por unas guitarras y un bajo frenéticos propulsados por la excepcional labor de Skinner en la batería. El tema más próximo a Radiohead hasta el momento pero sin perder en ningún momento la personalidad propia del trío. Rock progresivo, funk y electrónica mezclados en una combinación fantástica.


“Colours Fly” - Nuevo giro en la narración con una introducción de batería jazzística a la que enseguida se unen bajo y guitarra ejecutando una melodía de aire oriental para dar forma a un tema lleno de misterio que comparte ambientes y atmósferas con el soberbio “Blackstar” de Bowie, influencia que también se dejó notar en el trabajo anterior del grupo. La producción es extraordinaria y permite que nos perdamos intentando desentrañar cada detalle a lo largo de las sucesivas escuchas en las que siempre se revela algo nuevo.


“Eyes & Mouth” - Un contundente inicio de batería acompañado por una excelente guitarra dibujando arabescos con un toque minimalista es el preludio de la que podría ser la canción más convencional del trabajo, en el sentido de que tiene el formato perfecto para sonar en una radio-fórmula con criterio. Otro de los temas del disco que podría haber entrado en un LP firmado por Radiohead.




“Don't Get Me Started” - El misterio envuelve la progresión de la línea de bajo electrónica que abre la siguiente canción en la que la voz de Yorke juega con sus propios ecos y distorsiones en un tema que discurre por caminos experimentales, especialmente en su segundo tramo y a partir de la entrada de los ritmos electrónicos y los profundos golpes de sintetizador. El último tramo nos deja con una serie de secuencias electrónicas planeadoras muy en la línea de un Steve Reich o un Terry Riley. 


“Tiptoe” - El tema más jazzístico del disco llega con una melodía de piano adornada con densas cuerdas y que sirven de soporte para la frágil voz de Yorke. Es una pieza extraña con ciertas reminiscencias de Brian Eno o del Jean Michel Jarre de discos como “Sessions 2000”. No estaría entre nuestros temas favoritos del disco pero su riqueza de matices permite que lo disfrutemos igualmente.


“The Slip” - De nuevo, las sinuosas líneas graves de sintetizador van dibujando un laberinto que trata de recorrer la voz de Yorke rodeada de ritmos juguetones y de riffs de guitarra. Suena a Radiohead pero también a artistas como Beck en una combinación que funciona muy bien y en la que tenemos que destacar de nuevo la excepcional labor a la batería de Tom Skinner.


“No Words” - Un inicio que nos recuerda ligeramente al “Three of a Perfect Pair” de King Crimson (y también a Steve Reich) da paso enseguida a un ritmo de locura con una batería brillante (de nuevo) y una combinación bajo-batería arrolladora. La mezcla de todo ello con los sintetizadores nos remite inmediatamente al “krautrock” alemán y, en conjunto, termina regalándonos la que podría ser nuestra canción favorita del disco.




“Bodies Laughing” - El cierre lo pone una balada lenta en la que Yorke canta acompañado de guitarras acústicas sobre un ritmo latino. Según avanzamos van añadiéndose elementos como la batería, sintetizadores, cuerdas y hasta una mandolina para terminar el disco en lo más alto.


La idea que apuntábamos al comienzo sobre la posibilidad de que “Cutouts” no fuera sino una colección de descartes del disco anterior queda abandonada inmediatamente tras escuchar el CD y es que, en nuestra opinión, este nuevo trabajo es muy superior al ya excelente “Wall of Eyes” y nos marca una serie de nuevos caminos a recorrer por la banda que se nos antojan prometedores además de conseguir que no echemos tanto de menos a Radiohead hasta el punto de poder afirmar que, ahora mismo, tenemos más interés en nuevos discos de The Smile que de ellos. El tiempo dirá si Yorke y Greenwood comparten esta idea o prefieren regresar en un futuro a la que fue su banda matriz.

lunes, 29 de julio de 2024

The Smile - Wall of Eyes (2024)



Cuando una banda tiene ya una trayectoria suficientemente larga y está compuesta por músicos verdaderamente inquietos y no especialmente motivados por el lado crematístico de la música no es raro que sus miembros quieran explorar otros caminos al margen del marcado por el propio grupo. Radiohead no es la excepción. Con algunos matices, los integrantes de la formación comenzaron a dar rienda suelta a sus propias aspiraciones cuando concluyó su contrato con EMI tras lanzar “Hail to the Thief” en 2003. Jonny Greenwood empezó entonces a escribir con regularidad bandas sonoras para cine, terreno en el que ha consolidado una carrera más que notable pero quizá sea Thom Yorke el que ha demostrado unas mayores ganas de hacer cosas diferentes trabajando con otros músicos. En 2006 publica su primer disco en solitario y un poco después forma la banda Atoms for Peace junto con miembros de otros grupos como Flea de los Red Hot Chili Peppers, el batería de Beck, Joey Waronker y el propio productor de Radiohead, Nigel Goldrich. También por esa época hace sus pinitos como músico para el cine, tanto en solitario como acompañado de otros artistas como Robert Del Naja, de Massive Attack.


Durante el confinamiento de 2020 causado por la pandemia del COVID-19, Yorke y Greenwood unieron sus fuerzas con Tom Skinner, el batería de la banda de jazz Sons of Kemet, para crear un nuevo grupo bajo el nombre de The Smile. La nueva formación debutaría unos meses más tarde en un formato un tanto particular. Dadas las circunstancias sanitarias, el festival de Glastonbury no pudo celebrarse en 2020 y 2021. En el segundo de esos años, la organización decidió grabar una serie de actuaciones en los escenarios habituales del festival con artistas como Coldplay o Damon Albarn y con el punto fuerte de la presentación de The Smile. No fue hasta enero del año siguiente que la banda pudo tocar, ahora ya sí, delante de un público real y unos meses después publicaron su primer disco.


Hoy vamos a hablar de la segunda entrega de The Smile aparecida a comienzos de este 2024 y que da continuidad a un proyecto que parece que va a tener una vida más extensa de lo que podía parecer en un principio. Con Jonny Greenwood tocando guitarras, bajo, piano, violonchelo y sintetizadores además de encargarse de los arreglos orquestales, Yorke cantando y tocando también teclados, guitarras y bajo y Tom Skinner a la batería y percusiones, The Smile grabaron “Wall of Eyes”.


“Wall of Eyes” - Abre el disco una canción introducida por una percusión sencilla en 6/8, guitarra acústica y algunos teclados y efectos sonoros de fondo. Yorke canta con su estilo habitual una melodía lánguida. No es Radiohead pero tampoco se encuentra muy lejos de la producción de la que podemos llamar “banda matriz” de The Smile. La parte final del tema se mete en profundidades más experimentales con las guitarras de Greenwood emitiendo destellos en un segmento que nos habría gustado que hubiera sido más largo.




“Telharmonic” - Yorke canta desde la lejanía envuelto encapas de sonidos electrónicos acompañados de una forma extraña por una percusión que parece ir a su aire. Superada la introducción entra el bajo y nos hace sentirnos más cómodos en un formato de canción más familiar siempre que recordemos de qué tipo de músicos estamos hablando. Destacan aquí las flautas y el trabajo de Skinner a la batería que encajan muy bien con la voz de Yorke.


“Read the Room” - Llegamos a una de nuestras canciones favoritas del disco en la que escuchamos una guitarra muy en la línea de King Crimson en un cruce con la versión más experimental de Steven Wilson. Es un comienzo enérgico que se interrumpe de vez en cuando para ofrecernos momentos tranquilos y que termina desembocando en un final muy influido por bandas como Neu!.


“Under Our Pillows” - Volvemos a las esencias más arriesgadas de Radiohead en esta canción marcada por un extraño riff de guitarra que se repite una y otra vez. Se suma a la mezcla el bajo y una extraordinaria batería a cargo de un Tom Skinner a quien no teníamos muy localizado y sobre el que tendremos que empezar a hacer un cierto seguimiento porque su trabajo nos parece fantástico. Seguimos con un paisaje instrumental que nos remite al Bowie de “Blackstar” antes de entrar en una parte final que es puro “krautrock”, estilo que se revela ya como una de las influencias principales del disco.


“Friend of a Friend” - En la siguiente canción se produce un cambio absoluto de formato pasando a un tiempo medio que mezcla un pop con piano al estilo de los últimos Beatles con toques de jazz (especialmente en la sección rítmica). Superada la primera mitad entramos ya en terrenos más propios de Radiohead que culminan con unos grandes arreglos orquestales que le dan un toque de épica al final.




“I Quit” - Precisamente la parte más electrónica de Radiohead emerge en la siguiente canción en la que escuchamos programaciones, efectos sonoros y texturas de fondo muy elaboradas. Yorke canta en su versión más tranquila y cadenciosa acompañado esta vez de un bajo punzante que solo se aparta un poco del primer plano cuando aparece la orquesta realizando una intervención celestial. Una de las piezas más interesantes del disco, en nuestra opinión.




“Bending Hectic” - Seguimos con una extraña balada en la que Yorke apenas es acompañado al principio por una serie de acordes de una guitarra que parecería estar siendo afinada mientras la tocan. Luego aparecen las cuerdas y pasamos a un formato de canción al uso más cercana a lo que estamos acostumbrados. El cierre, después de un largo “in crescendo”, se va electrificando poco a poco y culmina en un final muy del estilo del gran Jeff Buckley.


“You Know Me!” - Cerrando el disco, tenemos a Yorke cantando sobre una preciosa pieza de piano. Como siempre, la producción es impecable y todos los ruidos y efectos están en su sitio haciéndonos dudar si son añadidos independientes o proceden del uso de un piano preparado. Hay alrededor de toda la canción un toque clásico reforzado por los arreglos orquestales que aparecen en momentos clave de la misma y todo ello junto nos deja con un gran sabor de boca para terminar la escucha.



Han pasado ya ocho años desde el último disco de Radiohead, “A Moon Shaped Pool” (2016) y, aunque en ese tiempo se han publicado algunas reediciones de discos antiguos con material inédito, no hay pistas acerca de un posible nuevo disco de la banda que, en todo caso, parece seguir existiendo. Conociendo su trayectoria tampoco nos sorprendería demasiado que cualquier día tuviéramos noticias de ellos sin previo aviso. Sin querer reducirlos a ser un sustitutivo de Radiohead, creemos que The Smile pueden cubrir su ausencia para los fans y que sus dos trabajos tienen nivel más que suficiente como para compensar la espera.