Hubo un momento
en que a Porcupine Tree se le quedó pequeño el sello Delerium y buscaron uno
mayor con el que poder llegar a un mayor público, invertir más en la producción
de los discos y organizar giras más extensas. Nos viene ahora a la cabeza la
repetida frase con la que Debbie Allen daba comienzo a cada uno de los
capítulos de la popular serie “Fama”: “queréis la fama, pero la fama cuesta y
aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor”. La referencia no es
caprichosa y aparece aquí por dos motivos. El primero de ellos explica, a su
vez, la procedencia del título del propio disco. ¿cuál es el sueño estúpido? El
del joven músico buscando triunfar en el mundo del rock ya que eso conlleva una
serie de esfuerzos, sacrificios y renuncias de los que no se es consciente
cuando empiezan los ensayos con los amigos del instituto en el garaje de uno de
ellos. Buena parte de los textos del disco tienen relación con estas vivencias
del propio Wilson. El segundo motivo tiene que ver con el cambio de compañía de
Porcupine Tree y las expectativas que eso acarrea, incluyendo la necesidad,
consciente o no, de incluir música más accesible, más comercial en el trabajo
que pueda complacer a los directivos de la nueva discográfica y que se traduzca
en un enganche más fácil para un público distinto del habitual seguidor de la
banda (se supone que los fieles lo seguirán siendo). La fama cuesta. ¿cuánto? tanto como estés dispuesto a pagar.
¿Cómo se refleja
todo esto en la música? Ya desde el momento en que echamos un vistazo a la
contraportada del disco encontramos una importante diferencia con respecto a
discos anteriores ya que contamos hasta doce canciones con una duración muy
homogénea lo que nos permite intuir que no tendremos aquí largos desarrollos y
pasajes instrumentales lisérgicos sino canciones más o menos convencionales, al
menos en cuanto a su extensión.
Estilísticamente,
la diferencia de “Stupid Dream” con trabajos anteriores es notable. Wilson y
compañía se abren a canciones más directas y cercanas al pop en muchos
momentos, lo que resultó bastante controvertido para los fans de la banda. Más
aún cuando comenzaron a aparecer grabaciones de las demos y maquetas previas al
disco y en ellas se aprecia que muchas de las ideas iniciales alrededor de cada
canción habían variado sustancialmente en el estudio de grabación. Intervienen
en el disco los miembros habituales de la banda, es decir, Steven Wilson (voz,
guitarra, piano, samplers), Richard Barbieri (sintetizadores, órgano Hammond,
mellotron), Colin Edwin (bajos) y Chris Maitland (batería, percusiones). Como
invitados aparecen Theo Travis (saxo y flauta) y la sección de cuerda de la
East of England Orchestra.
Portada alternativa del disco. |
“Even Less” – El
disco comienza con la mejor canción contenida en el mismo y una de nuestras
favoritas de toda la trayectoria del grupo a pesar de encontrarse dramáticamente
recortada con respecto a su primera versión (que superaba el cuarto de hora).
El tema comienza como una canción pop bien construida con un agresivo riff
principal y va evolucionando continuamente hasta que en la parte central hay
una pausa con una poderosa guitarra próxima al heavy que introduce al hammond y
el mellotron para concluir la pieza en un ambiente de rock progresivo
absolutamente floydiano.
“Piano Lessons” – Continuamos con la que nos parece la canción más controvertida del disco ya que nos muestra a Porcupine Tree convertidos en una “vulgar” versión de cualquier grupo pop de la época, unos Oasis cualquiera, para entendernos. Entiéndase lo de “vulgar” como un indicativo de lo convencional de la canción y en ningún caso como una crítica al tema en sí, en el que destacan, como de costumbre, los arreglos vocales de Wilson y compañía. Una canción muy efectiva y comercial pero que se encuentra en las antípodas de lo que uno esperaba de Porcupine Tree en aquel momento. No sorprende en absoluto que fuera escogida como primer single del disco si lo que se pretendía era ampliar las fronteras del grupo.
“Stupid Dream” –
Cortísimo instrumental que no llega al medio minuto de grabación y que podría
haberse integrado perfectamente con el final de la canción anterior.
“Pure Narcotic” –
Clásica canción de Wilson con sus habituales temas como son la soledad del
adolescente, la incomunicación, o la dificultad por encajar “I’m sorry that I’m
not like you. I worry
that I don’t act the way you’d like me to”. Fue el tercer single del
disco y es lógico puesto que se trata de otro tema pop de gran potencial
comercial. Excepcional de nuevo el trabajo vocal y muy interesantes los
arreglos, sobrios pero incorporando instrumentos como el glockenspiel que
encaja sorprendentemente bien en el tema.
“Slave Called
Shiver” – Algunas críticas del disco compararon a estos Porcupine Tree con
Radiohead y tenemos la sensación de que canciones como ésta contribuyeron a que
surgieran ese tipo de paralelismos. Se trata de una canción con influencias de
todo tipo, arreglos electrónicos, devaneos con el rock duro y efectos vocales
para ilustrar una relación autodestructiva de devoción exagerada que el
protagonista lleva al extremo.
“Don’t Hate Me” –
Segunda gran canción del disco a la que le sienta magníficamente bien la
aportación de la flauta de Theo Travis. La temática enlaza directamente con la
de “Pure Narcotic” (“Don’t hate me, I’m not special like you”) pero lo hace
regresando a los ambientes más oscuros e inquietantes de los discos anteriores
de la banda, construyendo una canción extraordinaria, en la línea de los
mejores clásicos de Wilson y compañía.
“This is No Rehearsal” – Llegamos así a una canción rara. Podríamos cometer el error de catalogarla de pop pero enseguida gira hacia sonidos “metal”. La aparición del mellotrón poco después contribuye a aumentar la confusión. Abundan los cambios de ritmo pero organizados de un modo algo desconcertante. Aunque la hemos oído decenas de veces, no terminamos de cogerle el punto a esta canción.
“Baby Dream on
Cellophane” – Hay algo en el siguiente tema que nos recuerda a los últimos Pink
Floyd de Roger Waters. Quizá sea el sonido de la guitarra acústica, los efectos
vocales o los cambios de volumen. En cualquier caso se trata de otra de nuestras
canciones favoritas, especialmente por el excepcional tratamiento de las
armonías vocales que ya es uno de los signos de identidad de la banda.
“Stranger by the
Minute” – En su momento fue el segundo single del disco y cumple
escrupulosamente con las características que se le suponen a una canción
promocional y, de paso, con sus compañeras en esa tarea en el disco. Las tres
canciones son correctas pero no demasiado acordes con la trayectoria de
Porcupine Tree con lo que la sorpresa de los seguidores en su momento se nos
antoja justificada.
“A Smart Kid” – Afortunadamente,
junto a los singles más o menos comerciales, tenemos canciones verdaderamente
interesantes. La que nos ocupa se cuenta entre las pertenecientes a la segunda
categoría y vuelve a sumergirnos en el particular imaginario de Wilson,
especialmente apocalíptico en esta ocasión en la que nos muestra al proverbial
último hombre del planeta, superviviente de una guerra en la que ganan los
buenos que trata de explicar la situación a los visitantes del espacio: “I tell
them I’m the only one. There
was a war but I must have won. Please, take me with you”.
“Tinto Brass” – Intuímos
que Wilson se encuentra más cómodo en este registro que haciendo canciones de 3
minutos. “Tinto Brass”, que originalmente se titulaba “Tin to Brass” en un
juego de palabras entre hojalata, latón y el nombre del realizador italiano de
cine erótico, es un homenaje al krautrock alemán y tiene mucho que ver con la
versión que los propios Porcupine Tree realizaron del clásico de Neu!, “Hallogallo”.
Se trata de un instrumental dominado por un insistente ritmo de bajo y batería
(con un bajo que también nos recuerda a Joy Division) sobre el cual escuchamos solos
de guitarra, latigazos “heavy metal” y efectos electrónicos. En el comienzo de
la pieza escuchamos la voz de la pareja japonesa de Wilson en aquel entonces,
recitando títulos de películas de Brass en japonés aunque la única razón por la
que el cineasta aparece en el título es, en palabras del propio Steven, que le
gustaba como sonaba el nombre.
“Stop Swimming” –
Cerrando el trabajo tenemos una preciosa balada crepuscular, que discurre
cadenciosamente consiguiendo que nos quedemos con un magnífico sabor de boca.
Destaca el gran trabajo de Chris Maitland en la batería y en la percusión.
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Os dejamos con una versión en directo de "Stop Swimming":
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