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domingo, 13 de noviembre de 2022

Philip Glass - Annunciation (2019)



No es ningún secreto que Philip Glass, de origen judío, se convirtió al budismo a mediados de los años sesenta aunque su carácter siempre le ha hecho respetar todas las creencias e incluso componer música para textos religiosos de diferentes credos, lo que incluye desde textos hiduistas hasta salmos bíblicos. No sorprende, por tanto, que ante la petición de su amigo, el pianista norteamericano Paul Barnes, Glass accediese a componer una obra basada en la Anunciación según la tradición ortodoxa griega, confesión a la que está adscrito el propio Barnes.


Glass y Barnes se conocieron en un avión a mediados de los años noventa y enseguida conectaron siendo la religión y la espiritualidad el tema de muchas de sus primeras conversaciones. El pianista hizo arreglos para piano de diferentes composiciones de Glass, especialmente de las óperas “Orphee” y “Monsters of Grace” así como de tres piezas de la trilogía formada por “Einstein on the Beach”, “Akhnaten” y “Satyagraha” que quedaron rebautizadas para el repertorio como la “Trilogy Sonata”, una obra grabada por muchos pianistas (además de por el propio Barnes) a lo largo de los últimos años. Las colaboraciones entre ambos se han repetido en todo este tiempo culminando con la grabación del disco que comentamos hoy en el que escuchamos el quinteto para piano “Anunciation”, encargado por Barnes al compositor de Baltimore. Junto a él, completan la participación del pianista la versión para piano y violín de “Pendulum” (2010), originalmente escrita para trío. La segunda parte del disco tiene como protagonistas a los miembros de Brooklyn Rider, cuarteto de cuerda con el que Glass trabajaba en la época y que nos ofrecen la “premiere” del “Cuarteto de Cuerda número 8” y la de otro cuarteto que queda fuera de la serie numérica, titulado “Quartet Satz” en homenaje a Schubert. Cierra la obra una versión a capella del himno ortodoxo de la Anunciación a cargo de Paul Barnes quien, aparte de pianista, también es cantante. La formación del Brooklyn Rider en la grabación es la integrada por Johnny Gandelsman y Colin Jacobsen (violines), Nicholas Cords (viola) y Michael Nicolas (violonchelo).


“Piano Quintet -Annunciation-” - La obra se divide en dos partes. La primera de ellas comienza con el piano como protagonista quedando las cuerdas a su servicio en un inicio que es un claro ejemplo del Glass de siempre. Es más adelante cuando nos sorprende con un giro melódico de gran belleza en el que el piano nos acompaña en un viaje hacia el Glass neoclásico de los últimos años en perfecta comunión con el cuarteto. Es una de las obras del músico en las que más énfasis se hace en la melodía frente al sólido armazón repetitivo tan habitual en su música. El segundo movimiento, mucho más reflexivo, invierte el orden de los protagonistas cediendo toda la parte inicial al cuarteto, con un especial papel para el violonchelo que es quien dirige las operaciones, quedando el piano en un segundo plano durante casi todo el comienzo. Entra éste más tarde de forma pausada para ir ganando en intensidad hasta llegar a la sección central, cargada de dramatismo tras la que concluye la obra con una coda muy potente en la que el piano, de nuevo, lleva casi todo el peso.


“Pendulum” - Desde que vimos un vídeo en el que el propio Glass junto con el violinista Tim Fain interpretaban esta pieza en el Templo de Dendur, dentro del MET, estabamos deseando que se publicase alguna grabación de la misma en disco y ese momento llega por fin. Paul Barnes y Colin Jacobsen se encargan de ofrecernos una pieza que es puro Philip Glass. Nada sorprendente en comparación con el quinteto anterior que nos ofrecía una versión algo distinta del músico. Aquí lo que tenemos es un veloz diálogo entre los dos instrumentos que no nos deja ni un respiro durante los más de siete minutos de duración.


“String Quartet No.8” - El cuarteto tiene una buena historia. Nace como un encargo del Carnegie Hall y la ventaja que tuvo el músico en esta ocasión, fue que pudo trabajar con el propio cuarteto Brooklyn Rider en su casa antes del estreno lo que le permitió realizar algunos cambios y correcciones. El cuarteto se divide en tres movimientos, de los que nos quedamos con el segundo, un derroche de energía que te deja sin respiración.


“Quartet Satz” - Este es un cuarteto especial ya que no está numerado como correspondería dentro de la colección de cuartetos del músico. En realidad esto tiene que ver con su origen como un encargo del Kronos Quartet en homenaje a Robert Horwitz, el responsable del sello Nonesuch en la época en la que Glass grababa para ellos. En un principio, Glass aportó una pieza de piano pero los miembros del Kronos le pidieron adaptarlo al formato de cuarteto. El músico aceptó y decidió titularlo así en homenaje al “Quartettsatz” de Frantz Schubert. La obra, quizá por estar dedicada a Horwitz, tiene el sabor del Glass de los ochenta, recordando en algún momento a su banda sonora para “Mishima” o alguna de las “Metamorphosis”.


“Communion Hymn for the Annunciation” - Como comentamos antes, el disco termina con una versión vocal del himno ortodoxo de la Anunciación a cargo de Paul Barnes. El original es obra del cantante griego John Sakellarides y alcanzó cierta popularidad en la comunidad ortodoxa norteamericana a comienzos del S.XX.



Es muy difícil seguirle el ritmo a Philip Glass porque sigue componiendo y publicando a una velocidad que sería increíble para un músico más joven y que resulta alucinante para uno con los 85 años ya cumplidos. Lo interesante de este disco es que recoge obras recientes, siendo la más antigua de 2010, lo que nos permite comprobar que Glass sigue estando a un muy buen nivel, incluso dejándonos detalles melódicos de gran nivel con los que no se prodigaba tanto en sus mejores años. En todo caso, los amantes del Glass camerístico estamos de enhorabuena con discos como este, centrados en esta faceta del músico. No somos neutrales con Glass pero tenemos que recomendar este disco como uno de los más interesantes publicados en su sello en los últimos años.



sábado, 5 de mayo de 2018

Brooklyn Rider - Philip Glass String Quartets Nos.6 and 7 (2017)



Hubo un tiempo en que los cuartetos de cuerda parecían el único acercamiento que Philip Glass iba a realizar a las formas clásicas. Tenía obras para piano, sí. También un concierto para violín pero en 1991, cuando se estrenó su quinto cuarteto, ese formato parecía el que mayor comodidad ofrecía al artista que acumulaba ya un número notable de piezas para esa configuración de músicos. Además, Glass había ido construyendo una relación muy fructífera con el Kronos Quartet, el grupo de referencia en la música contemporánea cuando hablamos de cuartetos de cuerda. En esa situación todo hacía prever que habría muchos más cuartetos de Glass pero no fue así.

Al contrario. El compositor norteamericano empezó a escribir obras de todo tipo, desde sinfonías hasta sonatas para violín, piezas de cámara, conciertos, etc. pero nunca más un cuarteto de cuerda como tal. Incluso parecía rehuir esa denominación concreta puesto que llegó a escribir obras para cuarteto como su monumental “Dracula” de 1998 que bien pudo haber sido convertida en el número 6 de la serie. Al fin y al cabo, tanto el segundo como el tercer cuarteto fueron adaptaciones de otras obras como fueron la música para la obra de teatro “Company”, originalmente para orquesta de cuerda, o la banda sonora de la película “Mishima”.

Nada de eso sucedió hasta que en 2013 Glass decidió que ya era hora de continuar con la colección de cuartetos con el número 6 que estrenaría el Kronos Quartet en octubre de ese año, pocos meses antes de hacer lo propio con el número 7, ya en 2014. ¿Qué había cambiado en ese tiempo? Probablemente nada en concreto pero sí es cierto que en una franja de unos pocos años habían aparecido en el mercado muchas grabaciones recogiendo varios de los cuartetos anteriores de Glass. Algunas, incluso, los cinco, algo que ni siquiera el Kronos Quartet había hecho anteriormente. En 2007, El Fine Arts Quartet grabó el “Cuarteto Nº2” para el sello Naxos, la misma discográfica que un año más tarde publicaba los cuatro primeros cuartetos en versión del Carducci Quartet, grupo que en 2013 completaría la serie con el quinto al que sumaba una versión reducida de “Dracula”. En 2008 el Smith Quartet y el Paul Klee Quartet publicaban sendas integrales de la obra de Glass para esa formación y en 2011 hacía lo propio el Brooklyn Rider. Estaba claro que esa parte de la producción del músico de Baltimore había despertado un importante interés al que seguro que el artista no era ajeno.

Nos detenemos ahora en el Brooklyn Rider, un cuarteto formado en 2006 y que en poco más de una década de vida se ha ganado un puesto en la élite de la música contemporánea siendo considerados por muchos críticos como los sucesores del mismísimo Kronos Quartet. Palabras mayores, sin duda, que vienen respaldadas por una impresionante número de grabaciones de lo más eclécticas en las que interpretan a autores que van desde Bartok o Beethoven hasta Bela Fleck pasando por Tyondai Braxton, John Cage o Bill Frisell. Comentamos en su momento su primer disco dedicado a la música de Philip Glass y hoy toca hacerlo con el segundo en el que podemos disfrutar del estreno discografico de dos nuevos cuartetos. Integran el Brooklyn Rider: Johnny Gandelsman (violín), Colin Jacobsen (violín y viola), Nicholas Cords (viola) y Michael Nicolas (violonchelo).



El disco se abre, no con un cuarteto de cuerda propiamente dicho sino con la adaptación para ese formato del “Cuarteto para saxofones” escrito por Glass en 1995. La obra contaba con dos versiones: una para cuarteto propiamente dicho y otra en forma de concierto para saxofones y orquesta. Como indica Richard Guerin en las notas del disco, el cuarteto de saxofones es una formación instrumental cada vez más popular y, a falta de un repertorio propio, son habituales las adaptaciones de obras para cuerda grabadas por estos instrumentos de viento. Aquí ocurre al revés y es una obra originalmente para saxofones la que es trasvasada a la cuerda con una particularidad: para adaptar mejor la partitura original se optó por una configuración distinta del cuarteto de cuerda que pasaba a tener un solo violín y dos violas. El experimento arroja un resultado extraordinario dándole a una de las obras más melódicas de su autor una nueva vida a lo largo de sus cuatro movimientos, especialmente en el “nymanesco” cuarto que cierra la obra, en el que escuchamos una notable variación del tempo en relación con la versión para saxos que le sienta muy bien.

Llega a continuación el “Cuarteto de Cuerda Nº6”, obra en tres movimientos que, para muchos, es la más compleja de Glass para esta formación. Lo cierto es que el comienzo es realmente intrincado con un primer movimiento en el que el violonchelo tiene un protagonismo absoluto quedando los violines y la viola como apoyo. En cierto modo encontramos puntos en común con los instantes más sorprendentes de su “Dracula” pero aqúi con una extensión mucho mayor. La música fluye continuamente con una superposición de motivos que saltan de un instrumento a otro construyendo capas más y más densas propulsadas por un ritmo incesante, explícito cuando toma las riendas el violonchelo y más sutil cuando éste se mezcla con el resto. El tramo final, casi un movimiento en sí mismo, pues parte de una pausa dramática que no es, precisamente, una forma de hablar, es mucho más pausado. Algo así como uno de los “knee plays” que hacen de bisagra en sus obras de mayor formato. El segundo movimiento es muy romántico partiendo de estructuras repetitivas que evocan al Glass de su segunda fase “post-minimalista”. Tendría mucho que ver con obras como “Mishima” aunque con un pulso rítmico, especialmente en su segunda mitad, muy particular. El tercer y último movimiento comienza con todo el cuarteto tocando al unísono un largo desarrollo melódico que luego se desdobla en dos lineas, una para los violines y la otra para la viola y el violonchelo. Ese soprendente juego continúa durante la buena parte de este tramo final con los instrumentos funcionando en parejas unas veces y como un cuarteto “normal” otras.

El “Cuarteto de Cuerda Nº7”, último de la serie a día de hoy, tiene la peculiaridad de estar organizado en un sólo movimiento. Comienza con una melodía para violín solo, algo bastante habitual en el Glass más reciente, y luego pasa a desarrollarse como un cuarteto propiamente dicho. Puramente “glassiano”, encontramos en él similitudes con obras como su “Partita” para violín o sus “poemas” para violonchelo aunque también con piezas mucho más antiguas como “A Madrigal Opera” (1980). Posteriormente asistimos a un claro ejemplo de la forma de hacer música del autor, jugando con estructuras repetitivas a veces pero también buscando recursos más líricos en muchos momentos.

Por ser una forma utilizada por prácticamente todos los compositores relevantes desde Haydn en adelante, nos gusta considerar el cuarteto de cuerda como el gran reto de un compositor: el medio con el que puede ser comparado con sus predecesores de casi todas las épocas. Y lo cierto es que esa visión parece ser algo compartido por los propios músicos ya que una gran mayoría de ellos, sin importar la época o el estilo, han probado suerte en alguna ocasión con los cuartetos. En el caso de Philip Glass, los suyos estuvieron durante mucho tiempo, en nuestra opinión, entre lo más interesante de su obra aunque con el transcurso de los años fueron quedando eclipsados por una avalancha de nuevas composiciones en formatos clásicos que desplazaron un poco nuestro foco de los cuartetos, algo que quizá debamos rectificar en vista de estas nuevas entregas.



 

miércoles, 27 de julio de 2011

Brooklyn Rider plays Philip Glass (2011)


Recientemente la NPR, la radio pública norteamericana para entendernos, ha hecho pública una lista con las que considera las mejores grabaciones de música clásica aparecidas en el último año. El disco que nos ocupa, encabeza la lista.

Éste nos parece un motivo más que suficiente, especialmente cuando se trata de música de un autor habitual en La Voz de los Vientos. No es esta, sin embargo, la única razón. El dato no es muy conocido pero lo cierto es que las tres primeras obras que Glass compuso eran cuartetos de cuerda, aunque fueron rechazados y no figuran en el catálogo glassiano actualmente. En cualquier caso, existe un primer cuarteto de cuerda "numerado" escrito en 1966 y poco conocido hoy en día por los aficionados. Curiosamente, el músico abandonó el formato hasta 1983 cuando compuso su Cuarteto de Cuerda No.2 para una producción teatral de la obra de Samuel Beckett, "Company". Poco después, en 1985, se produjo la primera toma de contacto entre Philip Glass y el Kronos Quartet, prestigiosa agrupación de la que ya hemos tenido ejemplos por aquí. El cuarteto se encargó de interpretar parte de la banda sonora de la película "Mishima", a cargo del propio Glass. No pasó mucho tiempo hasta que el compositor adaptó esa música para darle la forma del que sería el Cuarteto de Cuerda No.3. Los otros dos cuartetos escritos por Glass datan de 1990 y 1991. El Cuarteto de Cuerda No.4 estaba dedicado al artista Brian Buczak, fallecido vícitima de SIDA poco antes mientras que el No.5 no llevaba dedicatoria o subtítulo alguno.

Con la excepción del Cuarteto No.1, del que durante muchos años sólo existió una versión grabada a cago del Duke Quartet, los restantes tuvieron su interpretación "canónica" a cargo del citado Kronos Quartet que permaneció como única grabación de las obras durante mucho tiempo en el que parecía que ninguna agrupación se atrevía a afrontar el reto de plasmar su propia visión del Glass más íntimo. Afortunadamente, esta tendencia parece haber cambiado y hoy existen un buen puñado de grabaciones de los cuartetos de Glass. En 2007, el Fine Arts Quartet grabó para el sello Naxos el Cuarteto No.2 mientras que en 2008, el Smith Quartet se atrevió con la integral de los cinco cuartetos cosa que también hicieron el Paul Klee 4tet y el Carducci Quartet, aunque éstos últimos no incluyeron el Cuarteto No.5.

Los últimos en lanzarse a la aventura son, precisamente, los integrantes de Brooklyn Rider y lo hacen añadiendo a la mezcla la suite "Bent" del propio Glass adaptada para el formato de cuarteto. Según los expertos en Glass, el músico tiene escritos un sexto y un séptimo cuarteto de cuerda y cuando se anunció esta grabación, muchos entendimos que "Bent" sería el Cuarteto No.6 (la música para Drácula interpretada por el Kronos Quartet años atrás ocuparía el séptimo lugar en la serie) pero este aspecto ha sido negado por el compositor.

Lo que ofrecemos hoy es la oportunidad de escuchar al Glass camerístico a través de un mismo formato instrumental pero con obras escritas a lo largo de cinco décadas distintas. Brooklyn Rider está formado por Johnny Gandelsman (violín), Colin Jacobsen (violín), Nicholas Cords (viola) y Eric Jacobsen (cello).

Para comprar la obra, los enlaces habituales:

fnac.es

amazon.com

Un fragmento de los músicos interpretando uno de los movimientos del Cuarteto No.3 "Mishima" en directo: