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martes, 31 de mayo de 2022

Max Richter - Voices (2020)




El mundo de las bandas sonoras es muy absorbente y eso hace que la mayoría de los compositores que trabajan para el cine tengan que renunciar a una obra discográfica al margen de las pantallas o, al menos, la mantengan en un segundo plano quedando muchas veces sus composiciones “personales” en el terreno de la partitura escrita que nunca llega a grabarse. No es el caso de Max Richter que ha sabido guardarse siempre un espacio para mantener una carrera paralela al cine con obras que van surgiendo con cierta periodicidad como es el caso de la que traemos hoy aquí.


Vivimos tiempos convulsos cuando más de 70 años después de su proclamación, se hace necesario recordar la existencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento aprobado por la ONU en 1948 y que desde entonces ha sido incorporado en alguna medida a varios textos legislativos de varios países, incluyendo la Constitución Española. Quizá por ese “olvido” que parece existir alrededor del espíritu de la Declaración, Richter decidió hacer de ella la parte central de su trabajo “Voices”. El disco viene presentado como un doble CD y contiene una densa obra musical que se desarrolla sobre el recitado de varios pasajes de la Declaración por parte de distintos narradores incluyendo la voz de Eleanor Roosevelt, una de las impulsoras de la misma y miembro del comité encargado de su redacción. Sobre los ocasionales lectores de los artículos destaca la voz del actor KiKi Layne que ejerce de conductor de la narración en la mayor parte de los fragmentos.


Desde el punto de vista musical, el enfoque viene claramente marcado por la propia configuración instrumental de la obra, escrita para orquesta, coro, sintetizadores, piano y órgano (todos a cargo del propio Richter), soprano (Grace Davidson) y violín (Mari Samuelsen). La peculiaridad principal del sonido es que la sección de cuerda no tiene la proporción habitual siendo el instrumento más representado el violonchelo, por encima del violín, y el contrabajo, que supera ampliamente en número a la viola. Esto, a lo que Richter llama "orquesta invertida", produce un sonido más oscuro que encaja bien con el espíritu que el músico quiere darle a la obra. Comentamos antes que "Voices" consta de dos discos pero el contenido musical de ambos es el mismo. La única diferencia es que el primero de ellos contiene la composición con las voces y textos de la Declaración mientras que en el segundo, estos han sido excluidos, quedando solamente la parte musical.


Eleanor Roosevelt mostrando una impresión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos



“All Human Beings” - La primera voz que escuchamos es la de Eleanor Roosevelt sobre un tenue fondo coral que apenas sirve de fondo durante toda la introducción mientras empiezan a sucederse las voces leyendo los fragmentos escogidos de la declaración. Entretanto comienzan a aparecer los violonchelos ejecutando una de esas clásicas melodías de desarrollo pausado tan características de la música de Richter. Gana en presencia el coro doblado por los sintetizadores y el órgano. La pieza se cierra con la mezcla de varias voces en distintos idiomas recitando distintas partes de la Declaración.





“Origins” - Esas mismas voces continúan con su labor en el segundo corte en el que Richter acompaña al piano con una pieza que recuerda inevitablemente a Philip Glass, sensación que se refuerza con la entrada de las cuerdas. No deja de ser curioso que ocurra esto en una pieza titulada “orígenes” ya que la influencia de Glass en la música de Richter fue inmensa en sus primeros trabajos para ir disolviéndose poco a poco con el tiempo.




“Journey Piece” - Cuerdas y coro son la base de esta breve pieza que hace las veces de transición hacia la que puede ser considerada como la pieza central del disco por extensión y contenido.


“Chorale” - El comienzo es oscuro, marcado por los contrabajos de entre los que destaca la voz de la soprano Grace Davidson, apenas musitando una melodía sencilla que se repite una y otra vez mientras van evolucionando las cuerdas. Una percusión apagada va marcando un ritmo muy lento y ayudando a la aparición del violín y la narración que incide de nuevo en las primeras frases de la Declaración. La música sigue las pautas del Richter de los últimos años, con cosas de “Leftovers” mezcladas con retazos de la inmensa “Sleep”. La parte central y todo el tramo final ya nos recuerdan más a Michael Nyman, la otra gran influencia de Richter aunque en este caso el estilo del propio músico pesa tanto o mas que el del autor de “Drowning By Numbers”.


“Hypocognition” - El corte más breve del disco no es mas que una serie de recitados acompañados por efectos electrónicos marca de la casa. Apenas una anécdota en el contexto de toda la obra.


“Prelude 6” - Regresa Richter al piano en uno de los temas más bonitos del trabajo, muy minimalista pero con un gran sentido melódico. Una de esas piezas que nos hacen pensar en que si el autor se centrase más en el piano en un futuro, nos podría dar grandes discos para ese instrumento a la altura de los de músicos como Wim Mertens o Yann Tiersen.


“Murmuration” - Seguimos con otro corte extenso, en esta ocasión de carácter más ambiental. La electrónica y las cuerdas son las encargadas de caminar junto a la narración en una composición muy estática pero que se disfruta enormemente si se está acostumbrado e este tipo de piezas cercanas a la “drone music”. De nuevo es un tema que habría encajado de maravilla en un trabajo como “Sleep”.


“Cartography” - Volvemos al piano pero esta vez en un estilo muy diferente al de las anteriores piezas del disco para este instrumento. Escuchamos aquí una pieza impresionista, con ese toque etéreo que tan bien se le daba a Harold Budd, por poner un ejemplo cercano a lo que aquí suena. Muy meditativa y con toques ambientales como el sonido de los pájaros que se mezclan con la lectura de fragmentos de la Declaración en segundo plano.


“Little Requiems” - Llegando al final es cuando el disco se pone un poco más repetitivo de la cuenta ya que este corte nos recuerda mucho a varios fragmentos anteriores del mismo como la voz de “Chorale” o las cuerdas de “Murmuration”. Ningún problema si eres seguidor de Richter porque es parte de su sello personal pero quizá sea más complicado asimilarlo si no estás acostumbrado a este tipo de músicas.


“Mercy” - El cierre es precioso pese a no contener música especialmente diferente ya que, en esencia, es un arreglo para piano y violonchelo de uno de los temas que ya hemos escuchado pero esta versión camerística es emocionante y bella a la vez demostrando que la frase de “menos es mas”, en ocasiones tiene mucho sentido cuando se aplica a la música.





Max Richter es uno de los compositores estrella del legendario sello Deutsche Grammophon que ha sabido adaptarse a los tiempos incorporando a su nómina varios nombres contemporáneos que le dan una gran frescura a su catálogo aunque, por razones que desconocemos, “Voices” apareció publicado en Decca. Ambos sellos, no obstante, pertenecen a Universal Music por lo que todo queda en casa. La acogida de “Voices” no ha sido tan buena como la de otros trabajos de Richter, quizá por ser una obra demasiado continuista pero eso no le resta un ápice de interés en nuestra opinión. Extrañamente, unos meses después de la publicación del disco, apareció una segunda parte titulada “Voices 2” de la que probablemente hablemos en un futuro aunque por ahora lo dejamos aquí, despidiéndonos con una versión en directo del tema central de la obra:




domingo, 11 de octubre de 2015

Max Richter - Sleep (2015)



Muchas veces se ha dicho que un disco es aburrido, que es soporífero en una palabra. La música, en muchas ocasiones, llama al sueño. Nos pone en un estado en el que es más fácil relajarse y desconectar de cualquier otro estímulo externo. La idea de explorar esos territorios en los que la consciencia se diluye no es nueva y ya en 2001 Robert Rich publicó “Somnium”, un trabajo de más de siete horas de duración que pretendía acompañar al oyente durante una noche, desde que éste se acostase hasta el amanecer. Ahora es Max Richter quien afronta ese mismo tipo de experimento con “Sleep”, un extenso trabajo que transcurre a lo largo de ocho horas y que está concebido para ser “escuchado” durante el sueño.



El estreno de la obra tuvo lugar el mes pasado y el público asistente no se encontraba sentado en las butacas del teatro como es habitual sino cómodamente tumbado sobre una serie de colchones distribuidos sobre el propio escenario. De este modo, Richter continúa una tradición muy habitual en la Nueva York de los años 60 en la que muchos artistas ofrecían “all-night concerts” durante los cuales el público podía entrar y salir de la sala, tomar algo, charlar y, cómo no, también dormir si así lo deseaban. Cita el compositor también a John Cage como influencia importante a la hora de afrontar este trabajo, especialmente por la carga conceptual que escondía su celebérrimo “4'33''”, obra aparentemente silenciosa en la que, en realidad, el compositor exploraba las reacciones de los oyentes ante los sonidos del entorno y la propia experiencia auditiva personal de cada uno. Dadas las especiales características de la obra, parece evidente que “Sleep” no es un disco para ser escuchado a la manera habitual sino, quizá, solo a nivel inconsciente.



Existe también una versión abreviada del trabajo para aquellos que busquen una experiencia más convencional que ha sido publicada en CD por el sello Deutsche Grammophone (la obra completa sólo existe en formato digital para descarga). Nosotros tenemos que confesar que aún no hemos probado esta alternativa sino que nos hemos quedado con la pieza en su duración completa aunque tampoco hemos experimentado su escucha en las condiciones para las que fue creada sino que la hemos escuchado en distintas sesiones. Por ello, tampoco haremos el análisis habitual corte por corte (son más de ocho horas de música) sino que haremos una serie de consideraciones generales.

Las composiciones del disco están estructuradas en siete formatos diferentes. Así tenemos piezas para piano solo, duetos de órgano y soprano (Grace Davidson), de piano y violín (Ben Russel) tríos de piano, violín y violonchelo (Clarice Jensen) y piezas para quinteto de cuerda ampliado con el piano, el órgano o la voz de Grace. El quinteto lo forman, aparte de los dos músicos ya mencionados, Yuki Numata (violín), Caleb Burhams (viola) y Brian Snow (violonchelo).

Imagen del "concierto" de estreno de la obra.

Las ocho horas largas de música recogen diferentes variaciones sobre un pequeño número de temas en los que la repetición continua de patrones consigue un efecto relajante que contribuye al obrjeto de la obra (no tendría sentido estridencia alguna en una creación como ésta) además de facilitar considerablemente la audición al no requerir una especial atención por parte del oyente. En realidad hay cuatro temas principales, uno de ellos, con el piano como protagonista, se situaría en algún punto del recorrido posterior de una linea que, partiendo en Erik Satie, pasara por John Cage hasta llegar a Harold Budd. La interpretación de éste corre, como decimos, por cuenta del piano pero a lo largo de la escucha aparece recreado con varias otras combinaciones de instrumentos. Es una pieza de una gran melancolía pero bellísima y muy emocionante. El segundo tema está compuesto por un extenso “drone”con muy ligeras variaciones melódicas e interpretado principalmente por el quinteto de cuerdas. El tercer tema es otra magnífica melodía cuya interpretación recae en la soprano la mayor parte de las veces. El cuarto “leit motiv” de la obra vuelve a los terrenos ambientales y en él es el órgano el que, enfrentándose a las cuerdas, se encarga de la parte principal. Alrededor de este núcleo de melodías asistimos a un concierto de cerca de ocho horas y media a lo largo de las cuales, Richter ha conseguido redondear una obra excepcional. Repetitiva porque tampoco hay otro remedio y porque así, caso de escucharla en las circunstancias para las que fue creada, es más probable llegar a percibir todas las melodías en los momentos en los que el sueño es más ligero.

Con “Sleep”, Richter busca romper con el tópico de que la música contemporánea es para élites y de premisas como “el compositor es más listo que tú así que siéntate, escucha y, si eres suficientemente inteligente, lo entenderás”. Para el músico inglés de origen alemán la música no es un discurso por parte del compositor hacia su audiencia sino una conversación entre ambos. En este sentido, “Sleep” es más un lugar en el que pasar un tiempo determinado que una pieza musical al uso. En cualquier caso, como decíamos más arriba, existe un disco “físico” titulado “From Sleep” en el que encontramos una selección de la obra más adecuada para una escucha regular en la que, además, hay música que no aparece en la versión de ocho horas (y no será por falta de espacio, si se nos permite la broma) lo que hace que, en cierto modo, ambas ediciones sean necesarias para disfrutar toda la obra.


Aunque es un experimento al que nos acercábamos con ciertos reparos (no es la primera vez que nos ocurre con este músico) tenemos que reconocer que el resultado final nos ha parecido fascinante y que estamos ante una obra que merece mucho la pena. Quizá en algún momento haya que intentar escucharla como fue concebida, a lo largo de toda una noche de sueño, pero por ahora, una escucha consciente y atenta de la obra completa nos ha satisfecho por completo. Nos falta ahora enfrentarnos a la versión reducida, algo que haremos en algún momento pero eso será más adelante. Por ahora os recomendamos que busquéis un rato en que escuchar “Sleep” y os pongáis manos a la obra. Felices sueños.