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domingo, 30 de octubre de 2022

Johann Johannsson & Yair Elazar Glotman - Last and First Men (2020)



Cuando falleció en febrero de 2018, Johann Johannsson estaba dando los últimos retoques a la banda sonora de la película “Last and First Men” que iba a suponer su debut como director. Se trataba (se trata, ya que, de hecho, se estrenó un tiempo después) de un film experimental de ciencia ficción basado en la novela homónima de Olaf Stapledon. La película consiste en imágenes grabadas en 16 milímetros y, en su mayor parte, en blanco y negro, de monumentos dedicados a la Segunda Guerra Mundial localizados en distintos lugares de la antigua Yugoslavia. Sobre ellas, escuchamos la narración a cargo de la actriz Tilda Swindon.


La película, pese a su enfoque tan particular, obtuvo muy buenas críticas, pero aquí vamos a hablar, como siempre, de la música. Como indicamos al principio, Johannsson falleció mientras trabajaba en los detalles finales de la banda sonora por lo que el trabajo fue completado por el israelí Yair Elazar Glotman, quien ya trabajó con el músico islandés en “Mandy” pocos meses antes y también es uno de los intérpretes. Intervienen en la grabación, publicada por Deutsche Grammophon, los miembros de la Budapest Art Orchestra dirigidos por Viktor Orri Arnason (además, toca el violín y la viola) y los percusionistas Olafur Björn Olafsson, Samuli Kosminien, Rutger Hoedemaekers, Wouter Rentema, Robert Alki Aubrey y Sam Slater. Con ellos, Colin Stetson al saxo, Liam Byrne a la viola de gamba y Morris Kliphuis (corneta y trompa). En la parte vocal, escuchamos a Else Torp, Kate Macoboy, Sara Fors y Erik Enocksson, miembros del Theatre of Voices. Glotman toca el contrabajo, el armonio, sintetizadores y se encarga de la manipulación de cintas magnetofónicas. Johannsson se encarga de la electrónica, las Ondas Martenot, alguna percusión y los loops de cinta. Por último, la compositora y habitual colaboradora de Johannsson, Hildur Gudnadottir, toca el violonchelo y la percusión.


Escena del rodaje de la película


El disco comienza de una forma bastante impresionante, con las voces ligeramente distorsionadas, ejecutando unas notas profundas cargadas de emotividad en el “Prelude”. La misma línea se sigue en “A Minor Astronomic Event” con la incorporación de un motivo melódico repetitivo que evoluciona con cambios de tono sobre un fondo cada vez más rico y lleno de matices, siempre con un tono oscuro y lleno de tensión.




 Esa misma tónica, muy ambiental, se mantiene en “A Move to Neptune”. El primer cambio llega con “Physical Description of the Last Human Beings” que es casi un solo de violonchelo en sus primeros instantes al que se incorpora una segunda melodía del mismo instrumento y la voz femenina junto al resto de las cuerdas para completar una de las partes más bellas del trabajo. “Architecture” comienza con efectos electrónicos y una percusión lejana para sorprendernos de pronto con la entrada de la orquesta con unas poderosas notas graves que aparecen y se disuelven con igual rapidez. Tras ello, enlazamos dos cortes breves, “Supreme Monuments” y “Telepathic Unity”, atmosférico el primero y más contundente el segundo por la presencia de una percusión casi ceremonial que le da un tono muy ominoso al conjunto, especialmente cuando intervienen las voces en la parte final. Esas mismas voces tienen mucha más importancia en la preciosa “Chilhood / Land of the Young”, luminosa en comparación con lo que hemos escuchado hasta ahora, y siguiendo la estela de las piezas más brillantes de la carrera de Johannsson.




“The Navigators” es una joya. La pieza más larga del disco recupera la idea del cuarto corte del disco y la potencia en todos sus aspectos. Con toques del Gorecki de la tercera sinfonía, el momento en el que se repite la melodía central con la adición de la voz femenina en segundo plano es sublime y justifica por sí solo todo el disco. Tras esa potente transición que es “The Sun”, creada a partir del largo eco de una percusión poderosa y de una voz femenina, llegamos a “A New Doom” con la que volvemos a los “drones” puramente ambientales que tanto abundan en el disco y que continúan con diferentes matices en “Task No.1: the Scattering of Seeds”, con más peso de la electrónica, en “Task No.2: Communicating With the Past” donde la orquesta manda, o “The Last Office of Humanity”, todas ellas piezas de corta duración. “Slow Destruction of Neptune”, llena de silencios que nos dan un respiro entre cada una de las notas vocales de la cantante, es otra de nuestras composiciones favoritas, llena de espacio y claustrofóbica al mismo tiempo.




“The Few that Prevail” regresa a los ambientes atmosféricos que nos acompañarán también en “The Last Men”, recuperando motivos escuchados en temas anteriores. “Remembrance of the Past” y “The Universal End” no muestran grandes novedades y “Epilogue”, contrariamente a lo que suele suceder en estos casos, en los que se hace una especie de resumen de varios momentos de la obra, es un tema más en la línea de la mayor parte de los anteriores, esto es, resaltando la parte ambiental sobre la melódica.



Confesamos que no conocemos la obra de Yair Elazar Glotman por lo que somos incapaces de discernir su aportación al disco que acabamos de comentar porque lo cierto es que “Last and First Men” es una obra con el sello de Johannsson presente en todo momento, cosa que habla bien del israelí en lo que se refiere al respeto a la obra original, renunciando a cualquier protagonismo por la vía de hacer aportaciones personales que destaquen sobre el resto de alguna forma. Por lo demás, nos queda ver cómo funciona la música acompañando a las imágenes de la película, cosa que no hemos hecho aún pese a que el la edición de Deutsche Grammophon incluye un BluRay con el film. Desgraciadamente somos de los pocos que no hemos abandonado aún el viejo reproductor de DVD. En cualquier caso, la música es magnífica y no defraudará a los seguidores de Johannsson porque es continuista con el estilo que le hizo famoso. Por nuestra parte, estamos seguros de que seguirán apareciendo obras inéditas suyas durante un tiempo así que permaneceremos atentos a las novedades. Mientras tanto, nos despedimos con "The Navigators", quizá nuestra pieza favorita del disco:





martes, 22 de septiembre de 2020

Johann Johannsson - Sicario (2015)




“Me dijo que quería música bélica sutil. Exactamente en esos términos. Lo vi como un desafío porque ¿qué demonios es música bélica sutil aparte de una contradicción en sí misma?”. Así hablaba el islandés Johann Johannsson del encargo de la banda sonora de “Sicario” por parte de Denis Villeneuve en una entrevista de la época. Director y compositor habían cruzado sus caminos por primera vez un par de años antes cuando ambos colaboraron en “Prisioneros”, el debut en Hollywood de Villeneuve y también su primera película sobre un guion ajeno. La experiencia fue buena para ambos y un punto de partida para una serie de colaboraciones muy prometedora. En el tiempo transcurrido desde "Prisioneros", Johannsson había alcanzado ya un gran reconocimiento gracias a su trabajo con la música de “La Teoría del Todo”, nominada a los Oscar, con lo que las expectativas sobre el reencuentro de músico y director eran altas.

"Sicario" alcanzó un gran éxito y acaparó multitud de nominaciones y galardones internacionales entre los que se encontraba la segunda candidatura al Oscar para Johannsson. No era una película bélica en el sentido tradicional ya que trataba el conflicto fronterizo en la frontera entre México y los Estados Unidos en el terreno del tráfico de drogas. Una guerra, sí, pero alejada de lo que entendemos por una película de guerra. Tras varias conversaciones entre director y compositor, el tono bélico que aquel solicitaba se decidió que vendría dado por el uso de la percusión, parte fundamental en la banda sonora, en palabras de Johannsson, quien decidió también hacer una música que funcionase como tal, ajena por completo a las músicas tradicionales de la zona en la que se desarrolla la acción. Prescindía así de un recurso muy habitual en el cine pero consiguiendo a cambio una libertad que le permitía consolidar un estilo propio y ofrecer una muestra depuradísima de las que iban a ser sus señas de identidad: sonidos orquestales y acústicos utilizados como base a partir de la cual crear texturas por medio de la manipulación electrónica y todo ello combinado con sintetizadores con gran sutileza. Una marca personal que comparte muchas cosas con otros compañeros de generación de Johann de los que hemos hablado en varias ocasiones aquí como Olafur Arnalds o Max Richter. Para la grabación, además de los sintetizadores y la orquesta mencionados, el músico cuenta con Olafur Bjorn Olafsson, Aldrea Belfi, Danny Frankel y Zoltan Varga (percusiones), Shahzad Ismaily (percusión, guitarra y sintetizadores), Robert Aiki Aubrey Lowe (voces), Skuli Sverrisson (bajo) y, sobre todo, con la violonchelista y compositora Hildur Gudnadottir, estrecha colaboradora del músico y en cierto modo, continuadora de su carrera con una trayectoria cada vez más interesante en el campo de las bandas sonoras con las multipremiadas “Chernobyl” para la televisión y, sobre todo, “Joker” con la que ganó el Oscar. Como curiosidad, la propia Hildur sería la encargada de la banda sonora de la secuela de “Sicario” estrenada en 2018.

Villeneuve y Johannsson en una foto de archivo.


El disco comienza de forma casi imperceptible. Los primeros instantes de “Armoured Vehicle” transcurren casi en silencio y solo una percusión que se va acercando nos pone sobre la pista de que algo se aproxima hasta enlazar con “The Beast”, uno de los temas centrales del disco protagonizado por las texturas más graves de las cuerdas de la orquesta que se combinan con ritmos electrónicos en un inquietante in crescendo que llega y se va, como simulando el paso junto a nosotros de la bestia a la que alude el título. “The Border” se comporta de la misma forma al principio pero enseguida evoluciona. Las cuerdas son más dinámicas y la percusión alterna diferentes ritmos a la vez marcados por distintos instrumentos. La orquesta se derrite en una curiosa pasta electrónica mostrándonos texturas nuevas. Continuamos con una total ausencia de melodías en beneficio del propio sonido.


La tensión creada por “Drywall” sigue estando basada en el inquietante ritmo de los tambores con apariciones de las cuerdas al estilo de Bernard Herrmann y una leve melodía repetitiva que surge al final. La breve “Explosion” abandona por un momento las percusiones y cede a los metales el protagonismo para dar paso a “Desert Music” en donde el violonchelo de Hildur Gudnadottir nos emociona con una melodía oscura y muy inspirada. Uno de los momentos cumbre del disco, que continúa con la participación de toda la sección de cuerda acompañada de sonidos electrónicos y flautas. “Target” alterna poderosas notas graves con largos silencios  y así llegamos a “Convoy” que opta por los sonidos más ambientales diluyendo la orquesta y los sintetizadores en un sonido indefinido y recuperando las percusiones como amenaza constante en toda la obra. Los violonchelos y contrabajos repiten sin cesar una secuencia muy potente que consigue ponernos los pelos de punta.


“The Bank” funciona como una prolongación del corte anterior añadiendo alguna percusión más y eliminando las cuerdas que ahora son reemplazadas por efectos electrónicos. “Surveillance” recupera los ritmos de “The Beast” por un breve instante mientras que “Reflection” opta por un tono más meditativo que nos deja en el estado de ánimo adecuado para enfrentarnos a “Melancholia”, una preciosa pieza de guitarra cuyo sonido ha sido tamizado y oscurecido por la electrónica consiguiendo un efecto maravilloso. Una composición sencilla pero bellísima. “Night Vision” vuelve a las estructuras repetitivas, a la amenaza constante de la percusión y a los contrabajos de “Convoy” mientras que “Tunnel Music”, algo más electrónica y distorsionada incide en algunos de los pasajes que hemos escuchado ya anteriormente. “Fausto”, igual que muchas de las piezas anteriores, tiene algo de “drone music” o de “dark ambient” y “Balcony” con todos esos sonidos en segundo plano que entran y salen de escena es una coda perfecta.



Casi cerrando el disco, “Soccer Game” añade los coros como nuevo elemento y el soporte perfecto para la voz de Robert Aiki Aubrey Love, más conocido como Lichens en su carrera en solitario, cuyo estilo encaja a la perfección con la música de Johannsson con la que comparte muchas características. Cerrando el trabajo nos queda por oir “Alejandro's Song”, de nuevo con Lichens cantando en su particular registro agudo, multiplicado por la tecnología en un fragmento en que también podemos encontrar alguna influencia de Henryk Gorecki o Zbigniew Preisner.


Con “Sicario”, Johann Johannsson firmó una banda sonora muy interesante porque huye en todo momento de los recursos habituales para hacer una música absolutamente personal y que tiene la gran virtud de conseguir atraer desde el principio con una casi total ausencia de melodías, ritmos estresantes y atmósferas opresivas. En ella encontramos influencias externas (no hemos mencionado a Ligeti pero creemos que su estilo flota sobre muchos momentos de la banda sonora) pero en ningún momento confunden al oyente ya que la forma de componer de Johannsson siempre aparece de forma inimitable. No es una música fácil ni está hecha para llegar inmediatamente a cualquier público y pese a ello funciona. El oyente que busque una música más lírica tiene obras que encajan más en ese perfil en la discografía anterior y posterior de su autor pero creemos que también debería darle una oportunidad a “Sicario” para obtener una imagen más completa de la música de Johannsson a la que volveremos en más ocasiones.


Así se anunciaba la película en su momento:



domingo, 7 de octubre de 2018

Johann Johannsson - The Mercy (2018)



Llegamos tarde a la música de Johann Johannsson. Hacía ya tiempo que teníamos buenas referencias del compositor islandés pero por una cosa u otra, nunca nos habíamos metido a fondo con ninguno de sus discos. Picoteamos un poco de aquí y de allá llevándonos siempre una buena impresión, supimos de sus cada vez más exitosas bandas sonoras y nos llenó de curiosidad el trabajo que iba a realizar para “Blade Runner 2049” y sin embargo, la inmersión en su obra siempre quedaba para otro día hasta que de repente nos llegó la noticia de su fallecimiento a principios de este mismo año.

Nos pareció poco respetuoso y hasta oportunista aprovechar ese hecho para recuperar el tiempo perdido con Johann y ponernos con una tarea que habíamos aplazado en demasía así que decidimos darnos unos meses más a condición de, esta vez sí, dedicarle el tiempo que se merecía a la obra del músico. Empezamos por una de sus bandas sonoras más reconocidas, “Arrival”, y continuamos por su primer trabajo de estudio para saltar al último poco después. Sin embargo, la primera entrada dedicada a él que aparecerá en el blog será sobre una de las últimas bandas sonoras que fueron publicadas en vida del compositor.

Hagamos antes un pequeño repaso de su trayectoria que comenzaría repartida entre diversos grupos de música “indie” en su Islandia natal en los que tocaba la guitarra y se encargaba del tratamiento electrónico del sonido. Aunque había estudiado piano y trombón de niño, a la hora de escoger una formación superior optó por la literatura y la filología pero su interés por la música fue creciendo cada vez más, especialmente cuando descubrió la música de Brian Eno y, más concretamente, los discos que aparecieron en el sello Obscure Records. A partir de entonces “mi interés se centró en crear estructuras ambientales minimalistas con instrumentos clásicos. Dejé la guitarra eléctrica a un lado y empecé a escribir música para cuerdas, maderas y pequeñas formaciones de cámara”. La electrónica tendría un papel clave en la música de Johannsson porque le iba a permitir crear un sonido único mediante la manipulación digital de ese tipo de esctructuras. En 1999 se trasladó a Berlín y ahí comenzó su carrera discográfica que iba alternando con la escritura de bandas sonotras para cine y televisión. Con ella alcanzó una gran notoriedad, especialmente a partir de su prolongada colaboración con el director canadiense Denis Villeneuve que dio como fruto varias partituras muy reconocidas e incluso alguna nominación a los Oscars de la Academia. Todo parecía ir bien y en 2016 el compositor firmaba un contrato en exclusiva con Deutsche Grammophon.

Johann Johannsson


En apariencia, 2017 iba a ser otro gran año para Johannsson. Su primer disco de estudio para el sello alemán había obtenido grandes críticas y entre los encargos que tenía sobre la mesa estaban las bandas sonoras de la esperada “Blade Runner 2049” dirigida por el citado Villeneuve y de “Mother” de Darren Aronofski. Por diferentes circunstancias, ninguna de las dos obras llegó a buen puerto. Villeneuve rechazó la partitura de Johannsson porque “necesitaba algo más cercano a la música de Vangelis para la “Blade Runner” original” y terminó recurriendo a Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch. Con “Mother” ocurrió algo diferente: fue el propio Johannsson quien convenció a Aronofsky de que la película funcionaba mucho mejor sin música de ningún tipo. Una decisión sorprendente que revelaba una rara integridad artística por parte de Johann. Aronofsky le hizo caso y prescindió de la música en su film aunque Johannsson cobró íntegramente lo estipulado por su trabajo y aparecía igualmente acreditado en la película como “asesor musical”.




El músico continuó trabajando y así llegamos a “The Mercy”, la banda sonora de la última película de James Marsh, con quién Johannsson había trabajado ya en “La Teoría del Todo” obteniendo por esa banda sonora una de sus nominaciones a los Oscars y también su primer Globo de Oro. Para la grabación de la música, el compositor contó con la Budapest Art Orchestra dirigida por Anthony Weeden. Además, el propio músico interpreta el piano, los sintetizadores y la celesta y es acompañado por el también teclista Rutger Hoedemaekers. Junto con ellos, intervienen en algunos de los temas de la obra: Olafur Björn Olafson (teclados y percusión), Alex Somers (teclados), Thomas Bloch (Crystal Baschet y Ondas Martenot), Brian Crosby (piano) y Hildur Gudnadóttir (violonchelo). No toda la música que se escucha en la película fue compuesta específicamente con ese propósito. De hecho, de los 22 cortes que integran el disco, 10 pertenecían a otros trabajos anteriores de Johannson, concretamente, a “Orphee”, “Englaborn”, “Free the Mind” y “Copenhaguen Dreams”.




La banda sonora contiene piezas llenas de misterio hechas con los mínimos recursos como “Flares” pero el tono general es mucho más optimista y vital de lo habitual en Johannsson y eso es algo que queda claro desde que escuchamos las animadas “Boating for Beginners” y “The Good Ship Teignmouth Electron” con un importante protagonismo para la orquesta, especialmente para los violines y la percusión. “Terra firma” pone un punto de tensión y nos recuerda un poco al Arvo Pärt de “Cantus in Memory of Benjamin Britten” para dejarnos juesto después con la que quizá sea nuestra pieza favorita de toda la banda sonora: la espectacular “Into the Wide and Deep Unknown”, en la que un motivo extremadamente sencillo consigue un efecto dramático verdaderamente notable. El tema volverá a recrearse más adelante en “The Captain's Log” y en una breve versión para celesta en el último corte del disco titulado “At 19º41'10.40 North, 79º52'37.83 West, Lies the Shadow”. “A Sea Without Shores”, con una fuerte carga percusiva, es uno de los mejores cortes ambientales del disco y “The Doldrums” la pieza que más nos recuerda al Johannsson de trabajos anteriores, por el uso de efectos electrónicos y le delicada selección de sonidos y timbres. Una de las piezas que más llama nuestra atención es “The Horse Latitudes”, por su oscuro ambiente, muy similar al del trabajo de Zimmer y Wallfisch para “Blade Runner 2049”. Con “The Furious Sea of Fogs and Squalls” volvemos a los cortes atmosféricos y “The Mercy”, el temá más largo de la banda sonora, vuelve al tono optimista y aventurero de los primeros cortes del disco.




 Tenemos que destacar también dos deliciosos tema de piano aunque no fueran escritos específicamente para “The Mercy”: “Good Morning, Midnight”, procedente de “Orphee” y “She Loves to Ride the Port Ferry When it Rains”, perteneciente originalmente a “Copenhaguen Dreams”.

Sobre la carrera de Johannsson parecía pesar un halo de fatalismo porque, incluso cuando las cosas parecían ir mejor, había algo que no terminaba de funcionar. Al margen de lo ocurrido con “Blade Runner 2049”, dos de sus bandas sonoras más aclamadas serían conocidas por una composición de otro. Ocurrió con “La Teoría del Todo” en la que la escena final de la película estaba acompañada por una preciosa composición de Dominic Smith y Jason Swinscoe para un documental de 2008 de Disneynature y volvió a suceder con “Arrival” que se abría y cerraba con “On the Nature of Daylight” del alemán Max Richter. En este último caso, la inclusión de la pieza de Richter en la película provocó que la Academia eliminase la banda sonora de “Arrival” de la lista de candidatos a los “Oscars” de ese año.

Las circunstancias de la muerte de Johannsson no quedaron claras del todo. Su cadaver apareció en su apartamento berlinés el 9 de febrero de este mismo año y se llegó a especular con un posible suicidio porque su juventud (48 años) hacía dificil de explicar su fallecimiento. Las investigaciones al respecto publicadas este verano hablaban de una sobredosis accidental de cocaína combinada con un elevado consumo de alcohol. En todo caso, nos quedamos con su obra, sobre la que tendremos que volver en más de una ocasión porque nos parece una de las más interesantes de estos últimos años.