Mostrando entradas con la etiqueta Christopher Warren Green. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Christopher Warren Green. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de febrero de 2019

Karl Jenkins - Adiemus II (Cantata Mundi) (1996)



No todos los artistas consiguen vivir una segunda carrera tras haber pasado al olvido y menos son aún los que, habiendo sido exitosos en una primera etapa, consiguen reinventarse y superar sus logros y su antigua popularidad. Entre ellos tenemos que contar sin dudarlo a Karl Jenkins. En sus años llegó a formar parte de Soft Machine quienes, si bien es cierto que no al nivel de sus primeros años cuando aún contaban en sus filas con Robert Wyatt, sacaron algunos trabajos muy notables bajo su liderazgo. “Seven” y especialmente “Bundles”, fueron algunos de los discos más reconocidos de la banda y en ambos Jenkins era el compositor principal.

Sin embargo, su gran momento iba a llegar un par de décadas más tarde. Después de mucho tiempo de trabajo anónimo creando música para anuncios y programas de televisión, especialmente en los años ochenta, una de sus piezas obtuvo un éxito inesperado. Se trataba de una composición para una campaña de De Beers, una de las mayores compañías en el negocio de los diamantes. La pieza, de aire clásico, se hizo popular inmediatamente lo que le dio a Jenkins el impulso necesario para lanzar su proyecto más conocido: Adiemus. En su momento hablamos ya del primer disco lanzado bajo ese nombre en el que se combinaban sonidos orquestales, percusiones y voces tribales, cantos exóticos, etc. todo ello con una excelente factura que, a partir de la inclusión del tema principal en un anuncio de Delta Airlines convirtió a Jenkins en una estrella.

Desde ahí en adelante, el músico galés ha venido publicando discos con regularidad en dos vertientes diferentes: una que podríamos llamar neoclásica bajo su propio nombre y otra más cercana a lo que un día se llamó “new age” y a la “world music” bajo la denominación de Adiemus. Hoy queremos hablar aquí de la segunda entrega de este último proyecto, publicada en 1996 con el subtítulo de “Cantata Mundi”. En ella, Jenkins hace uso de una orquesta mucho más amplia que en el disco anterior, incorporando maderas, metales y un sinfín de percusiones que se iban a encargar de arropar a la voz de Miriam Stockley. Junto a la cantante y a los integrantes de la London Philharmonic Orchestra, participan en la grabación Mary Carewe (coros), Pamela Thorby (flautas), Christopher Warren-Green (violín) y Jody Barratt-Jenkins (percusiones). El disco, como sugiere su título, adopta la forma de una cantata con catorce movimientos que alternan cantos con corales. Los primeros voces y orquesta trabajando a la par y las segundas, con mayor protagonismo de la voz.

Miriam Stockley y Pamela Thornby flanquean a Karl Jenkins



“Cantus – Song of Tears" – No hay sorpresas aquí para el oyente familiarizado con la primera entrega de Adiemus. Miriam Stockley esboza un tema vocal sin texto (el canto es básicamente fonético para maximizar su musicalidad) que en sus sucesivas repeticiones es reforzado por la orquesta en pleno. En el papel solista hay momentos que recuerdan mucho al tema central del disco anterior a cargo de la quena aunque en el aspecto instrumental son las percusiones las que más ayudan a contextualizar la pieza. Un buen comienzo que no se despega de lo que el oyente puede esperar teniendo en cuenta los precedentes.

"Chorale I (Za Ma Ba)" – La primera “coral”, con refuerzo de la orquesta, es un breve himno de influencia africana que, como ocurrirá con todas las demás, termina antes de poder alcanzar un gran desarrollo.

"Cantus – Song of the Spirit" – Una de las piezas más intensas del disco que comienza como un vals acelerado con los metales acompañando a las cuerdas a la perfección. La parte vocal, pese a estar en primer plano, no atrae nuestra atención tanto como lo hacen los arreglos orquestales hasta llegar a la parte central del tema, un precioso interludio en el que la voz esboza la melodía para que las cuerdas la repitan después en un momento digno de los más exclusivos salones de baile europeos del S.XIX. Probablemente sea esta una de las piezas más logradas del disco.




"Chorale II (Roosh Ka Ma)" – Más oscura que la anterior es esta coral en cuyo comienzo las maderas contribuyen decisivamente a la creación de ese tipo de ambiente aunque luego desaparezcan por completo en beneficio de los metales. Aparece aquí por primera vez esa influencia celta no siempre evidente en la música de Jenkins pero que termina por aflorar de modo habitual de una u otra forma.

"Cantus – Song of the Trinity" – Volvemos a África con el tercer canto del disco. Las voces y la propia melodía, así como el uso de algún instrumento como la marimba nos remiten inmediatamente a ese continente. No eran extrañas en los años 80 y 90 estas mezclas entre la música africana y la música culta europea. De hecho proliferaron bajo el manto de la “new age” y nos dejaron varios ejemplos de mucho valor que sobresalían entre toneladas de morralla. Afortunadamente, Adiemus suele estar más cerca el primer grupo.

“Chorale III (Vocalise)" – Adopta Jenkins aquí un tono más romántico al estilo de Rachmaninov con una melodía muy inspirada que por momentos, en la voz de Miriam recuerda a Enya.

"Cantus – Song of the Odyssey" – Los juegos vocales van un paso más allá que en los temas anteriores dibujando una especie de dueto que desemboca en una serie de florituras orquestales pseudo-barrocas muy resultonas. Pese a que la fórmula puede dar síntomas de agotamiento a estas alturas del disco, la escucha sigue siendo placentera.

"Chorale IV (Alame Oo Ya)" – Una de las corales más elaboradas del trabajo y una de las más equilibradas en la relación entre orquesta y cantante. Imponentes las cuerdas del inicio y majestuosos los metales que más tarde arropan a Miriam Stockley. Hasta el solo de violín, de la parte final, una rareza en el disco, es extraordinario. Una pieza que habría encajado muy bien en la trilogía de “El Señor de los Anillos” que se estrenaría unos años después, y cuya banda sonora se diría influida por composiciones como esta.




"Cantus – Song of the Plains" – El tono festivo marca la siguiente canción, llena de ritmos joviales y con toques de gospel pero también de la música clásica europea (las piezas sinfónicas de Richard Strauss, por ejemplo). En cualquier caso, la mezcla no termina de gustarnos demasiado y su larga duración no ayuda a mejorar esta impresión.

"Chorale V (Arama Ivi)" – Volvemos a los tonos oscuros en los que Jenkins, al menos dentro de este trabajo, se mueve especialmente bien. Es muy adecuada también esta pieza para prepararnos para el segmento final de la obra.

"Cantus – Song of Invocation" – Seguimos con un cierto tono solemne reforzado por el uso de unas “letras” que, fonéticamente, se asemejan al latín. Musicalmente es una pieza cercana al barroco en su primer tercio, algo que le viene bien a Jenkins para ir creando variaciones del tema central. El tramo intermedio tiene un comienzo casi épico que se frena casi en seco para ofrecernos un tranquilo interludio muy logrado que se va difuminando con la vuelta del tema central. En ningún momento se sale de la linea del disco y por eso mismo termina por distraer nuestra atención hacia otras cosas.

"Chorale VI (Sol-Fa) / Cantus – Song of Aeolus" – La sexta coral y el séptimo canto del disco son las únicas piezas que van unidas y es todo un acierto porque son, probablemente, el mejor momento, no sólo de este trabajo sino de todos los aparecidos bajo la denominación del “Adiemus”. El inicio es magnífico: una melodía silábica (el texto es el nombre de la propia nota que se canta) en la mejor tradición del “tintinnabuli” de Arvo Pärt que, primero con el uso de ecos, y luego, a través del uso del contrapunto, termina por convertirse en algo casi mágico. Es un fragmento de apenas dos minutos que justifica por sí sólo todo el disco. Lo que viene después es casi tan bueno como lo anterior pero en una linea completamente diferente: la orquesta desatada, las voces engarzándose en ella como un diamante en una alianza de matrimonio y todo con un aire grandilocuente que, curiosamente, no resulta impostado en ningún momento. Una verdadera maravilla de esas que te obliga a reproducirla un par de veces más cuando concluye el disco.




"Chorale VII (A Ma Ka Ma)" – El disco podría haber terminado con el tema anterior y habría sido un broche perfecto pero Jenkins se guarda una miniatura final que, si bien no está a la altura del tema precedente, es un final muy digno.


El proyecto Adiemus, como le pasaba a muchos otros de aquella época como Beautiful World, Deep Forest o la propia Enya tenía un problema y es que se trataba de propuestas musicales tan particulares y con unos elementos tan concretos y fácilmente identificables que cualquier nueva entrega caía de forma inevitable en la repetición de patrones e ideas. Querámoslo o no, eso era un lastre a la hora de disfrutar el siguiente trabajo de cualquiera de estos artistas. Tanto es así que muchas de estas propuestas tuvieron una vida más bien corta y sólo unas pocas consiguieron tener una vida más o menos prolongada. Las que lo hicieron fue gracias en buena parte a que la calidad de su música conseguía sobreponerse al estereotipo sonoro que ellas mismas habían creado. En el caso de Jenkins en particular, le ayudó el hecho de que supiera aprovechar el éxito de Adiemus para llevar de modo simultaneo una carrera como compositor bajo su propio nombre, bien diferenciada del proyecto que le dio más fama. En todo caso, Adiemus, y muy en especial las dos primeras entregas, es un proyecto al que se le debe dar una oportunidad, si no se ha escuchado nunca.

domingo, 6 de abril de 2014

American Classics: Minimalism (2008)



A Leonardo de Vinci se le atribuyen muchas cosas que quizá no sean suyas como la frase “una obra de arte no se termina, sólo se abandona”. Pertenezca o no la famosa sentencia al genio renacentista, tiene mucha validez y en la música hay muchos ejemplos que corroboran este hecho, especialmente en la de nuestro tiempo. Vamos a repasar hoy un disco curioso porque contiene un buen número de obras “abandonadas” en su momento, aunque con la particularidad de que fueron recuperadas y re-escritas algo después por sus autores para ofrecer una nueva visión de las mismas. Se da la circunstancia de que en el blog han sido comentadas en un momento u otro algunas de esas revisiones posteriores a su estreno. Aprovechando que en el trabajo del que hoy hablamos podemos encontrar las versiones “originales” de casi ellas (también alguna nueva), nos centramos en él para recordar un puñado de piezas fundamentales para entender la música contemporánea en las últimas 3 o 4 décadas.

El disco pertenece a la serie de EMI Classics dedicada a los compositores norteamericanos contemporáneos que apareció en 2008 aprovechando el fondo de catálogo del propio sello y de otros que había absorbido recientemente como Virgin o Angel Records y está centrado en obras de Steve Reich aunque le reserva un pequeño espacio también a Philip Glass.

STEVE REICH:

“Vermont Counterpoint” – No hace mucho que hablamos de “Tokio /Vermont Counterpoint” en la reseña dedicada al disco de Powerplant, “Electric Counterpoint”. Escuchamos aquí algo cercano a la concepción original de la obra. Todas las piezas de Reich con la palabra “counterpoint” en el título estaban pensadas para un instrumento solista que en el caso de “Vermont” es el clarinete pero en la versión que hoy escuchamos, tenemos una trascripción para flautas a cargo de Ranson Wilson, quien también interpreta la obra. Cuando Wilson escuchó “Octet” de Reich, se puso en contacto con el compositor para encargarle una pieza para flauta. En lugar de eso, el compositor le sugirió que podía utilizar “Vermont Counterpoint” algo que el flautista aceptó de inmediato grabando la obra con tres tipos de flauta, la “piccolo”, la flauta convencional y la flauta alta. Ese registro es el que escuchamos aquí.



“Eight Lines” – La fascinación de Wilson con “Octet” no terminó ahí ya que en equel momento empezó a trabajar en una adaptación de la obra para una formación algo más amplia, dadas las dificultades que encontraba para su interpretación en directo con los músicos inicialmente programados por Reich. La pieza transformada llevó el título de “Eight Lines” y fue adoptada por Reich sin apenas cambios como la definitiva, sustituyendo en su catálogo a la antigua “Octet” de la que hablamos en su momento. Wilson la interpreta aquí acompañado del grupo Solisti New York.

“New York Counterpoint” – Hace un tiempo comentamos la versión de esta obra para cuarteto de saxofones en el disco “Minimal Tendencies”. La pieza es una especie de extensión de “Music for 18 Musicians”, obra clave del repertorio de Reich, y en su concepción original está escrita para un instrumento solista y cinta magnetofónica. En el disco, el instrumento es el clarinete, interpretado por Alain Damiens con Franck Rossi como encargado de las cintas en una grabación en vivo realizada en el IRCAM de París. Tan fascinante como su obra matriz, esta versión de “New York Counterpoint” es uno de los puntos fuertes del disco.

“Four Organs” – Cerrando la serie de obras de Reich, encontramos una de las más controvertidas piezas de sus primeros años. Se cuenta que en el estreno hubo un gran alboroto llegando una de las espectadoras a levantarse de su asiento y correr hacia el escenario haciendo gestos de desesperación mientras gritaba: “de acuerdo, ¡confesaré todo!”. La anécdota es tan buena que merecería ser cierta. La obra se encuadra entre las más conceptuales de su autor y constaba de un de acordes de órgano interpretado en pulsaciones muy breves al principio pero cuya duración se iba prolongando cada vez más en cada repetición. Una vez cumplido un ciclo determinado de iteraciones, entra en acción el siguiente organista repitiendo el patrón y construyendo una densa red de sonido que combina la sensación de deceleración creada con el alargamiento de los acordes y un ritmo constante sostenido por las maracas a lo largo de toda la composición. En la versión que escuchamos en el disco, el organista es Michael Tilson Thomas, quien interpreta todas las partes de la obra en diferentes pistas. En el estreno de “Four Organs, uno de los cuatro teclistas presentes era Philip Glass por lo que la presencia de la obra justo cerrando la parte del disco dedicada a Reich nos da la entrada perfecta para hablar del siguiente músico.



Versión de "Four Organs" con Glass como uno de los intérpretes.


PHILIP GLASS



“Façades” – Sólo dos composiciones de Glass aparecen en la grabación pero comparten con las de Reich la característica de haber sido revisadas con respecto a su concepción original. La primera de ellas es todo un clásico del repertorio del de Baltimore y apareció en su célebre “Glassworks”. Lo que no es tan conocido es que la pieza fue compuesta para la banda sonora de “Koyaanisqatsi” y descartada cuando la escena a la que acompañaba en la película fue eliminada del montaje final. La versión que escuchamos aquí es para orquesta y saxo soprano y la ejecutan los miembros de la London Chamber Orchestra bajo la batuta de Christopher Warren Green. Como curiosidad, el saxofonista es John Harle, habitual miembro en aquellos años de la Michael Nyman Band, quien hace una interpretación extraordinaria.

Disco de Virgin Classics en el que aparecieron por primera
vez las dos grabaciones de Glass aquí recogidas.

“Company” – La última obra del disco es una breve pieza en cuatro movimientos escrita para una adaptación teatral de la novela del mismo título de Samuel Beckett. Aunque escuchamos aquí la versión original para orquesta de cámara, la más popular es la trascripción que el propio autor realizó de la obra convirtiéndola en su afamado “Cuarteto de Cuerda No.2”. No podemos dejar de recomendar la audición de esta versión para comprobar lo inspirado de la música del Glass de mediados de los ochenta.

Dos autores fundamentales y más que conocidos para los seguidores del blog han protagonizado esta entrada que sirve también para acercarnos de nuevo a una serie como la llamada “American Classics” de EMI, de gran interés tanto por su repertorio como por su precio. Estamos seguros de que no será éste el último disco de la misma que aparezca por aquí. Los interesados en adquirirlo lo pueden hacer en los enlaces de costumbre: