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Los últimos
coletazos de la década de los setenta fueron un periodo de enorme efervescencia
creativa para Pierre Moerlen. Así, unos cuantos meses después de “Downwind”,
sus Gong lanzaban al mercado el disco que comentamos hoy: “Leave It Open”. Lo
excepcional es que entre uno y otro la banda sufrió una pequeña desbandada de
miembros que la redujo a un trío. Éste grabó otro disco en estudio y uno más en
directo que quedarían situados entre el recientemente comentado “Downwind” y el
que hoy nos ocupa.
En esa primera
remodelación, sólo el propio Moerlen y el bajista Hansford Rowe permanecían con
respecto a la formación de “Downwind” añadiéndose a ellos el guitarrista Bon
Lozaga siendo los tres músicos los firmantes de “Time is the Key”. Apenas unos
meses más tarde, y con el objeto de grabar un nuevo disco, la banda se amplió
con el regreso de François Causse y la incorporación de Demelza a las
percusiones, Brian Holloway (guitarras) y Charlie Mariano (saxofón). Con esas
incorporaciones todo hacía pensar que el sonido de la banda evolucionaría aún
más hacia el jazz-fusión perdiendo lo que aún le quedaba de rock progresivo y,
en cierto modo así fue.
Pierre Moerlen en acción.
“Leave it Open” –
La estructura del disco es similar a la de muchos otros trabajos que hemos
comentado aquí: una larga suite en una de las caras del disco y varios temas
cortos en la otra. El comienzo lo ocupa, en este caso, el tema más extenso. No
hay secretos, los vibráfonos van creando la atmósfera adecuada para el resto de
la pieza en la que enseguida se hace notar la presencia del saxofón. También
los sintetizadores tienen un papel más relevante que en otros trabajos de la
banda lo cual no es necesariamente bueno en este caso. El sonido se resiente
por la excesiva relación del sonido de los mismos con una época muy concreta de
la música popular. Dicho de otro modo: suenan excesivamente “ochenteros” hoy en
día. Otro tanto ocurre con las guitarras pero en este caso no lastran en
demasía el resultado final. Hay en todo caso un cierto aire conservador que
contrasta con la audacia demostrada por Moerlen en otros discos y los
vibráfonos no terminan de vibrar con la intensidad y brillantez habituales,
afirmación que se podría extender a la batería. Sólo una serie de progresiones
en la parte final del tema nos rescatan de la monotonía que caracteriza el
desarrollo de la suite.
“How Much Better it Has Become” – Partiendo de las mismas
premisas que el tema anterior, la adición de una guitarra y una batería llenas
de espíritu rockero parece hacer despertar al propio Moerlen cuya
interpretación al vibráfono gana una barbaridad con respecto a la suite
inicial. Sin duda alguna, el título de la pieza (“cuánto ha mejorado”) le viene
que ni pintado a una composición que mejora mucho a la precedente ganando en
dinamismo, energía e intensidad.
“I Woke Up this Morning Felt Like Playing Guitar” – De nuevo
el título de la composición es la mejor de las pistas para saber a qué
atenernos en la escucha. La guitarra eléctrica es la protagonista principal
apoyada por una sección rítmica de bajo y batería discreta pero efectiva. El
resultado es un instrumental rock bastante convencional pero que se deja
escuchar.
“It’s About Time” – El regreso al jazz-fusión se produce con
este tema en el que el bajo sirve como pie para una serie de diabluras a la
percusión que anticipan un tema de ritmo funk sorprendente pero muy acertado
(no en vano es la única pieza del disco firmada por Hansford Rowe). No deja de
llamar la atención que Moerlen aparque sus vibráfonos durante dos cortes
consecutivos aunque sea para centrarse en el resto de percusiones, algo que
realiza de un modo notable. Sin ser esta una pieza representativa del estilo
del Pierre Moerlen’s Gong, tenemos que reconocer que es notable en líneas
generales. Al margen de la percusión, destacamos especialmente el trabajo de
Mariano al saxo que consigue transformar el sonido de la banda por completo.
“Stok Stok Stok Sto-Gak” – Un cierto toque latino asoma en
la siguiente pieza en la que regresa el vibráfono para apoyar a una banda más
equilibrada entre todos sus miembros en esta ocasión. Aunque seguimos navegando
por aguas del jazz-fusión, algunos fragmentos de guitarra y de los teclados nos
ponen sobre aviso del advenimiento del AOR, esa corriente en la que muchos de
los supervivientes de los mejores años del rock progresivo se refugiaron en los
años ochenta para tratar de sobrevivir en el negocio.
“Adrien” – Cerrando el disco escuchamos una pieza que vuelve
a los ambientes truculentos que siempre consigue crear el vibráfono,
acompañados en esta ocasión de sonidos electrónicos. El tema tiene un aire
misterioso muy logrado y, a pesar de su aparente modestia (uso de pocos
instrumentos, ausencia total de épica...) nos deja una de las mejores
impresiones de todo el trabajo.
Como suele ocurrir con los músicos cuyo instrumento
principal no es uno de los más habituales dentro de las corrientes principales
de la música popular, la propuesta de Pierre Moerlen’s Gong tiene un sonido
tremendamente particular y original. Sin embargo, en la época en que salió al mercado
“Leave it Open”, la fórmula empezaba a mostrar síntomas de agotamiento
(recordamos que en apenas año y pico lanzaron 3 discos de estudio y uno más en
directo). No sorprende entonces que tras la aparición de este trabajo, Moerlen
dejase reposar a la banda durante unos años en los que no publicaron nada
nuevo. En cualquier caso, el regreso no consiguió las cotas de calidad de la
mejor etapa de la banda aunque eso sería materia a tratar en una hipotética
futura entrada. Por ahora, aquellos interesados en adquirir “Leave it Open”
lo pueden hacer en los enlaces habituales.
Aunque Mike
Oldfield es uno de los músicos con una mayor personalidad y posee una obra en
la que una de las características más importantes es la originalidad,
especialmente en sus primeros trabajos, la participación de un instrumentista
como Pierre Moerlen en su cuarto disco en solitario, “Incantations”, cambió por
completo la fisonomía del mismo y su presencia se hizo tan notoria como la del
propio Oldfield.
El trabajo de
Moerlen, especialmente al vibráfono, protagoniza por completo la cuarta parte
de la obra eclipsando todo lo demás y algo así no está al alcance de
cualquiera. Nuestro músico había formado parte de la banda francesa Gong y tras
colaborar con Oldfield por primera vez, lideró su propia variante del grupo
denominada “Pierre Moerlen’s Gong” en la que sus percusiones eran el centro de
la música. La banda grabó un par de discos de modo simultaneo a las giras de
Pierre con el grupo de Mike Oldfield y
las colaboraciones entre ambos se hicieron tan estrechas que ocurrió lo que
tenía que ocurrir, con el multi-instrumentista británico devolviendo las
atenciones prestadas y colaborando en el que quizá sea el mejor disco del grupo
de Moerlen.
“Downwind” sería
el primer disco de la banda en aparecer bajo la denominación de “Pierre
Moerlen’s Gong” para evitar confusiones con el grupo “matriz” que seguía activo
simultáneamente aunque los estilos de ambos eran a estas alturas muy
diferentes. La banda de nuestro percusionista hacía una fusión de jazz y rock
muy atractiva con el elemento distintivo del vibráfono que se convirtió pronto
en la seña de identidad del grupo. Los Gong de Moerlen estaban integrados por
Hansford Rowe (bajo), Ross Record (guitarras, voz), Benoit Moerlen (vibráfono),
François Causse (percusión) y el propio Pierre (batería, vibráfono, marimba,
timbales, teclados y voz). Participan además en el disco, en calidad de
invitados Didier Lockwood (violín), Mick Taylor (guitarra) y la pequeña banda
formada por Didier Malherbe (saxo), Mike Oldfield (guitarra, teclados, bajo y
percusión), Steve Winwood (teclados) y Terry Oldfield (flautas) que interviene
sólo en el corte que da título al disco. Casi todo el trabajo, a excepción de
la pieza central, se grabó en el estudio según recuerda Hansford Rowe
“prácticamente en directo”. Sólo el tema en el que intervienen Oldfield y
compañía se hizo en varias fases, una inicial en el estudio de Mike con Pierre
Moerlen y otra posterior en la que se registró la parte de los restantes
miembros de Gong.
Pierre Moerlen
“Aeroplane” – Un
clásico sonido de órgano “setentero” nos da la bienvenida al disco en una de
las dos canciones con textos del saxofonista y teclista Ruan O’Lochlain que
aparecen en el trabajo. La pieza no destaca especialmente y podría pasar por un
tema más de cualquier grupo de los que abundaban en aquellos años salvo por la
batería, algo por encima de la media. Nada, sin embargo, denotaba la
excepcional calidad del grupo.
“Crosscurrents” –
Esa impresión inicial cambia en cuanto empezamos a escuchar la segunda pieza
del disco; una sensacional demostración de jazz-fusión dominada por las
marimbas de Pierre Moerlen que se elevan por encima de una batería
inmisericorde que martillea con precisión de metrónomo cambiando continuamente
de signatura rítmica. Rowe comienza a hacer diabluras al bajo y el violín
eléctrico del miembro de Magma Didier Lockwood nos lleva a territorios de la
Mahavishnu Orchestra. Es en esta pieza en la que empezamos a apreciar el
potencial de la banda que explotará por completo en el siguiente corte.
“Downwind” – El
tema más largo del trabajo, con diferencia, es también el más interesante y no
sólo por la presencia de Oldfield sino por el extraordinario trabajo de todos
los músicos, comenzando por los vibráfonos de los hermanos Moerlen,
perfectamente secundados por saxofón y batería en los inicios del tema. De
pronto, comienzan a sonar, desatados, los dos hermanos repitiendo una serie de
notas de modo hipnótico que anuncian la llegada de algo muy grande.
Efectivamente, cuando irrumpe Oldfield a la guitarra (y también al bodhran,
percusión irlandesa de importancia capital en esta parte de la pieza) tenemos
la sensación de encontrarnos en medio de algo muy grande. Decir que podríamos
estar escuchando cualquier sesión de las grabaciones de “Incantations” sería
muy injusto para Moerlen pero así como su participación en aquella joya de
Oldfield consiguió eclipsar en cierto modo al autor de “Tubular Bells”, Mike (y
su hermano Terry a las flautas) se toman la revancha en esta suite
absolutamente arrebatadora en la que también la batería raya a un nivel estratosférico.
El final, de corte jazzistico, con un gran saxofón es también más que
destacable.
“Jin-go-lo-ba” –
La siguiente pieza del disco es una versión del archiconocido tema del
percusionista nigeriano Babatunde Olatunji popularizado por Carlos Santana en
su disco de debut en 1969. Lo cierto es que la versión de Moerlen tiene mucho
más en común con la de Santana que con la original e incluso se aprecia cierta
imitación del estilo del mexicano en las partes de guitarra. La inclusión de un
tema como este puede ser influencia de Weather Report quienes también jugaban
en la época con piezas de origen africano y latino. No es lo mejor del disco
pero se deja escuchar.
“What You Know” –
Segundo tema con textos de O’Lochlain que pasa sin pena ni gloria y del que
únicamente destacamos el trabajo de Pierre al clavinet amenizando las partes en
las que la percusión no es suficiente atractivo.
“Emotions” –
Regresa el vibráfono y con él algunos de los mejores momentos del disco en
diálogo directo con el violín eléctrico. En este tranquilo corte escuchamos en
plenitud el característico sonido del violín eléctrico que tanto éxito tuvo en
aquellos años a cargo de intérpretes como Jerry Goodman o Jean Luc Ponty.
“Xtasea” –
Cerrando el disco nos encontramos con una prolongación del corte anterior en
cuanto a estilo y atmósfera aunque con la incorporación de bajo y batería al
conjunto con lo que la pieza gana en expresividad y se convierte en un
excelente final, sin estridencias y lleno de elegancia.
Dentro de la
plétora de bandas y músicos que aparecieron en la década de los setenta dentro
de las difusas fronteras del rock con pretensiones más artísticas, los Gong de
Pierre Moerlen no llegaron a la categoría de superestrellas pero alcanzaron
cierta relevancia dejándonos un puñado de discos nada desdeñables. Intentaremos
ir dándoles cabida aquí en la medida de lo posible comenzando por la próxima
entrada que también estará centrada en un trabajo de la banda. Por ahora, y si
queréis haceros con “Downwind”, está disponible una reciente edición por parte
del sello Esoteric quienes están haciendo un excelente trabajo de recuperación
de este tipo de discos muy difíciles de encontrar hoy en día en sus ediciones
originales. Está disponible en los enlaces de siempre: amazon.es
Mike Oldfield ha sido siempre un tipo con una personalidad más que complicada: introvertido, vulnerable en muchos momentos y muy inseguro a pesar (o quizá por ello) de ser una estrella desde muy joven. Con la publicación de “Incantations” y la gira monumental que siguió al disco, tenemos, quizá, su versión más grandilocuente. Era aquel un disco inmenso en varios aspectos y no sólo en su duración. Es presumible que todo su proceso de creación y grabación fuera agotador en todos los sentidos. Escuchando su siguiente trabajo, “Platinum”, se diría que tras subir a lo más alto, Oldfield sintió la necesidad de acercarse al público, de comunicar sus ideas de un modo más directo, de abrirse, en una palabra. Es bajo esa perspectiva como queremos analizar el que fue su siguiente paso en forma de disco.
Poco después de la publicación de “Incantations”, Oldfield viajó a Nueva York junto con Richard Branson para conocer las nuevas oficinas de Virgin en la Gran Manzana. El ambiente neoyorquino entusiasmó a Mike quien creyó interesante volver, alquilar un estudio y juntarse con músicos locales para tocar juntos y ver qué salía del experimento. Es ahí donde entra en escena la persona de la cantante Clodagh Simmonds. De origen norirlandés, la artista había colaborado con Oldfield en “Hergest Ridge” y “Ommadawn” antes de trasladarse a Nueva York para continuar con su carrera musical. Clodagh trabajaba con varios músicos locales y era amiga del compositor Philip Glass, con lo que no tardó en presentar a Oldfield al ingeniero de sonido habitual del músico neoyorquino, Kurt Munkacsi, quien iba a ser el encargado de contratar a los instrumentistas participantes en las sesiones. Uno de los primeros resultados sería el single “Guilty”. En palabras de Oldfield: “Había un bajista que me impresionó. Se llamaba Neil Jason y tocaba el bajo sin trastes. Viéndole tocar en una de las sesiones escribí un par de acordes que fueron la base de la canción. Cuando volvimos con las cintas a Inglaterra le pedí a Steve Winwood que tocase algunos teclados en la parte final del tema. Al escuchar “Guilty”, la gente de Virgin alucinó y aseguraron que era un hit en potencia”. Efectivamente, lanzado como single en las fechas previas al comienzo de la gira europea de “Incantations”, alcanzó los primeros puestos en las listas y se incorporó al repertorio de los conciertos como uno de los momentos más intensos de los mismos.
Al margen de “Guilty”, de las sesiones grabadas en Nueva York, Oldfield se trajo abundante material que terminaría por formar parte de su próximo álbum bajo el título de “Platinum”. Además del citado Neil Jason, participaron en las grabaciones el también bajista Hansford Rowe (músico de jazz local que poco antes, junto con Pierre Moerlen, formo parte de la escisión de los Gong originales y de su transformación en los Pierre Moerlen’s Gong) o el batería Allan Schwartzberg (colaborador en discos de gente tan variopinta como Gloria Gaynor, James Brown, Peter Gabriel, o Meco). Tras regresar a Gran Bretaña, Oldfield completó la grabación del disco en el que también intervienen Morris Pert (percusión), Peter Lemer (teclados), Nico Ramsden (guitarra), Pierre Moerlen (percusiones), Wendy Roberts (voz), Francisco Centeno (bajo), Sally Cooper (tubular bells), Peter Gordon, Michael Riesman (arreglos de metales) y David Bedford (arreglos vocales). El propio Oldfield sigue tocando varios instrumentos pero muchos menos que en sus discos anteriores. Se limita en “Platinum” a las guitarras, teclados, percusiones y alguna voz.
En los comentarios de la reciente reedición del disco, llama la atención una frase que ya hemos citado antes en la que Oldfield afirma que quiso juntarse en Nueva York con músicos distintos y juntarse para tocar para ver qué salía de allí “porque es algo que se supone que hacen los músicos”. No parece algo anecdótico, desde luego. De repente, Oldfield se ve a sí mismo como un músico “normal”, deseoso de interactuar con otros e intercambiar ideas haciendo “lo que se supone que hacen los músicos”. Tampoco parece casual que en “Platinum” aparezcan versiones de otros artistas por primera vez en un disco de Oldfield (algo que se repetiría en discos posteriores) y es que las sesiones neoyorquinas fueron, además de fructíferas, muy divertidas. Circula un video por ahí de una jam-session en la que la banda interpreta su propia versión del “All Right Now” deFree, muy ilustrativo. Tenemos, pues, a un Oldfield nuevo, más abierto y comunicativo, y eso se refleja también en la música. Ya no va a haber grandes suites ininterrumpidas que ocupen una cara del disco cada una, llenas de una cantidad de ideas apabullante, extensos desarrollos y un aire trascendente y de gran seriedad sino cortes más breves (con matices) y múltiples guiños humorísticos. Oldfield se ríe de sí mismo y ese cambio de actitud da a la obra una frescura que no estaba presente en trabajos anteriores.
Oldfield en una imagen de la época
“Platinum – Part 1: Airborne” – La primera novedad del disco para el seguidor de Oldfield era que ya no estaba dividido en “partes” como hemos indicado. Sí que existía una suite más o menos larga con el mismo título del disco pero también segmentada en cuatro etapas bien distintas entre sí. La primera de ellas se abre con una secuencia de notas electrónicas repetitivas en lo que podía ser una especie de actualización del comienzo de “Tubular Bells”. No tarda en aparecer una guitarra baja realmente dinámica ascendiendo y descendiendo por la escala de un modo alegre y muy expansivo. Un breve riff de guitarra eléctrica actúa como introductor de la batería y de una serie de secuencias percusivas (vibráfono principalmente). La guitarra eléctrica de Oldfield lleva la voz cantante, valga la expresión, durante toda la composición con un protagonismo que no tenía habitualmente. Tras este breve interludio, la bateríapasa a un registro más agresivo, siendo imitada por la guitarra en una especie de guiño al rock duro. Es también aquí donde los teclados toman la palabra por un breve instante que lleva a otra sección dominada por el vibráfono, una especie de momento de relajación antes de la segunda parte.
“Platinum – Part 2: Platinum” – Sin solución de continuidad, la guitarra eléctrica comienza a desgranar una nueva melodía con el apoyo de la batería que marca un ritmo imperturbable. Estamos ante lo que podría ser un “blues” algo acelerado entre cuyas notas se cuelan algunos destellos electrónicos y que es, quizá la parte central del disco por cuanto se trata de la melodía más elaborada del trabajo, sin cambios bruscos y con un desarrollo realmente trabajado. En el tramo final, podemos disfrutar de un gran trabajo del bajista durante unos instantes que precede a los primeros rasgos humorísticos del disco con el propio Oldfield entonando una serie de notas vocales a modo de “scat”.
“Platinum – Part 3: Charleston” – De repente y sin previo aviso nos encontramos ante una sección de viento interpretando una característica melodía de baile. La entrada de una sección rítmica más propia de la música disco nos indica que estamos ante un tema “distinto”. El piano, algo distorsionado comienza a desgranar unas veloces notas y es imitado por la guitarra acústica poco antes de que sea de nuevo el bajo el que tome los mandos. Unos coros en segundo plano y más “scat” por parte de Oldfield terminan por configurar este peculiar charlestón que, al igual que los temas anteriores, se funde en la siguiente parte.
“Platinum – Part 4: North Star” – De nuevo el bajo y la batería, con ocasionales apoyos de los teclados y un piano, utilizado casi como un elemento percusivo más sirven de anticipo de la primera versión de un tema de otro artista que aparece en el disco. En 1977, Philip Glass había publicado su LP “North Star” a través de Virgin Records. Puede parecer anecdótico pero lo cierto es que, hasta entonces, su música se había publicado en sellos pequeños y que esa iba a ser su primera grabación que iba a gozar de una cierta distribución internacional. Imaginamos que ese disco llamó la atención de Oldfield al ser publicado por su mismo sello y que eso le llevó a incluir su tributo a la pieza del compositor norteamericano. De este modo tan curioso se iba a cerrar la primera cara del disco. Lo cierto es que Mike sólo utiliza una pequeña sección vocal del tema original de Glass y alrededor de él construye una improvisación de guitarra muy acertada. Es curioso que sea esta la única pieza escogida por Oldfield para ser actualizada en la reciente reedición de “Platinum”. En la nueva mezcla, el británico recupera varias líneas melódicas del original de Glass que no había tenido en cuenta en 1979.
“Woodhenge” – La pieza que iba a abrir la segunda cara de “Platinum” era una verdadera sorpresa. Se trataba de una composición casi ambiental a base de percusiones sobre las que aparecen breves apuntes de guitarra a cargo del propio Oldfield. No encontramos ningún precedente tan misterioso y evocador en los discos anteriores del músico salvo, quizá, algunos pasajes aislados de “Hergest Ridge” pero nunca con una atmósfera tan onírica como la de este “Woodhenge” en cuya parte final, como curiosidad, aparecen las inevitables campanas tubulares.
“Into Wonderland” – Con una introducción de sintetizadores y percusión (probablemente electrónica) comienza una canción muy particular. Ni la melodía ni la interpretación apuntan en ese sentido pero los coros ululantes que suenan a lo largo de la pieza le dan un tono definitivamente burlesco y el “scat” que aparece mediado el tema, junto con una segunda sección coral no hacen sino reafirmar esta impresión. A título de anécdota merece la pena señalar que “Into Wonderland” no formaba parte del listado original de canciones del disco ya que la primera edición de “Platinum” incluía en su lugar otra canción titulada “Sally”, de aire mucho más infantil, cantada por el propio Oldfield a través de una línea telefónica y dedicada por el músico a su pareja en aquel momento, Sally Cooper. La canción no gustó demasiado a Richard Branson según cuentan las malas lenguas y fue reemplazada en sucesivas ediciones del disco por “Into Wonderland” con la voz de Wendy Roberts. La sustitución no fue completa por cuanto que en las contraportadas de los discos seguía apareciendo el título “Sally”, cosa que no se corrigió hasta mucho tiempo después (incluso las primeras ediciones en CD de 1984 seguían incluyendo la errata).
“Punkadiddle” – No fue ese el único punto de desencuentro entre Branson y Oldfield del que encontramos algún testimonio en el disco. Los últimos años de la década de los setenta conocieron el surgimiento del punk y sus representantes más mediáticos, los Sex Pistols, iban a ser el nuevo grupo estrella de Virgin Records encabezando una larga lista de bandas de ese estilo. Oldfield no entendía la promoción que se le hacía a una música que consideraba inferior y menos por cuanto esa inversión de Virgin en publicidad para el punk redundaba en un menor esfuerzo en la carrera de Oldfield. “Punkadiddle” fue la materialización de ese descontento en forma de parodia de todo el género. Comienza con una auténtica ráfaga incendiaria de guitarra eléctrica y un ritmo vivo y alegre. Enseguida entra la melodía de la descartada “Sally” que sirve de preludio a la melodía principal: con la base de una guitarra machacona que aporrea dos simples acordes, el teclado dibuja una melodía infantiloide que repite varias veces. Como si entrase en el escenario apartando a los músicos que perpetran ese desastre, aparece la guitarra de Oldfield en medio de una ovación interpretando una melodía con su clásico sello. De nuevo vuelve la tonada inicial y vuelve a ser “expulsada” por nuestro artista entre la algarabía creciente de los espectadores encendidos ante el combate que están presenciando. En la parte final, parece producirse la reconciliación y todos los músicos terminan uniéndose a la melodía de la guitarra de Mike. “Punkadiddle” fue uno de los temas estrella de los conciertos de la gira posterior y todos los músicos aparecían en el escenario con el torso desnudo parodiando toda la puesta en escena habitual del género que se pretende caricaturizar.
“I Got Rhythm” – La estancia en Nueva York de Oldfield tuvo mucho que ver, sin duda, en la elección de las versiones presentes en el disco. Si Philip Glass es un icono de la música contemporánea hecha en la Gran Manzana, no se puede decir menos de George Gershwin. Aunque quizá deba su popularidad a su inclusión en la película “Un Americano en París”, la canción se compuso para el musical “Treasure Girl” siendo descartada del montaje final y recuperada en una versión mucho más rápida en una comedia posterior: “Girl Crazy”, de 1931 siendo uno de los números más populares de la obra, con su aire festivo y casi cabaretero. En cualquier caso, pronto se convirtió en un estándar que muchos cantantes de jazz incorporaron a su repertorio. Intuimos que la versión de Oldfield es mucho más fiel al original de 1928 ya que es una interpretación muy pausada y sensible de la canción de lo que estamos acostumbrados a oír. Comienza con una leve melodía de teclado sobre la que Wendy Roberts canta, en un registro más contenido del habitual, la letra de Ira Gershwin. Tras la primera estrofa el teclado vuelve hacer acto de presencia antes de la entrada de la batería, el bajo y la guitarra acústicaque quieren despedirse del disco acompañando a la voz de Wendy. En los instantes finales, entra en la conversación la guitarra eléctrica de Oldfield con una melodía de su propia cosecha, reforzada, cómo no, por las campanas tubulares antes de poner el cierre con la misma sutil melodía de teclado que abría el tema.
“Platinum” no alcanzó las cifras de ventas de discos anteriores del músico aunque eso no debería extrañarnos dado el giro que experimenta la música de Oldfield en este disco. La aparición de temas cortos, canciones y versiones de otros músicos eran algo nuevo y que pudo descolocar a los seguidores del artista. La propia música era más “terrenal”, alejada de la grandilocuencia de sus obras anteriores y en el apartado instrumental, había perdido en complejidad. Cierto es que en 1979 el rock progresivo como género había perdido mucho terreno en el apartado comercial frente a otras corrientes (el citado punk, la música disco e, incluso, el rock duro y el heavy metal) pero el giro estilístico de “Platinum” no hizo mucho por “conservar” a la vieja guardia de los fans del autor de “Tubular Bells”.
En nuestra opinión, “Platinum” es un disco muy válido. Oldfield tenía la opción de seguir haciendo lo mismo que en los años anteriores o bien buscar nuevos caminos para su música. La alternativa escogida fue la segunda y eso marcaría toda la década siguiente del músico en la que cada disco avanzaba un paso más que el anterior hacia el mundo del pop pero eso será materia de entradas futuras. Los amantes de la música de Oldfield disfrutarán de “Platinum” como de cualquiera de sus obras de esta etapa. Si decidís comprar el disco, la reciente reedición del mismo trae un añadido realmente atractivo: un concierto casi completo de la gira de 1980 del músico en el Wembley Arena. Lo podéis hacer en cualquiera de los siguientes enlaces:
Gong fue una banda multinacional surgida a finales de los años sesenta dentro de lo que se conoce como sonido Canterbury. Dentro de esa escena aparecieron artistas como Robert Wyatt, Caravan o Soft Machine y, en cierto modo, fueron el germen de multitud de grupos y estilos relacionados con el rock progresivo, el jazz-fusión y las nuevas músicas.
La curiosidad alrededor de Gong es que el grupo sufrió varias escisiones, reencarnaciones y renacimientos bajo nombres como Planet Gong, Mother Gong, New York Gong, Gongmaison y, especialmente, la que más nos interesa aquí: Pierre Moerlen's Gong. Pierre Moerlen, extraordinario percusionista, se incorporó a los Gong originales en 1973 entrando y saliendo varias veces de la banda a la vez que realizaba colaboraciones en los discos de Mike Oldfield de la época y le acompañaba en las giras. En 1978, tras colaborar en "Incantations", disco en el que su intepretación alcanza un protagonismo al nivel casi del mismo Oldfield, abandona Virgin y crea su propia banda a la que llama Pierre Moerlen's Gong debutando con un disco espectacular titulado "Downwind" con colaboradores de la talla de los hermanos Oldfield (Mike y su hermano Terry), Steve Winwood o Mick Taylor.
La música de Gong, como corresponde a un grupo liderado por Moerlen tiene un claro protagonismo de las percusiones, especialmente de los vibráfonos y las marimbas. Su sonido se alejó desde el principio de su grupo matriz y supieron hacerse un hueco en el difícil ambiente progresivo de finales de los setenta. El disco que os dejamos hoy pertenece a una etapa tardía de la banda y es el penúltimo grabado por la formación antes del fallecimiento de Moerlen en 2005. Os vais a encontrar un elegante ejercicio de jazz fusión con tintes rockeros, realmente agradable y sin estridencias. Quizá no sea el disco más reconocido de la banda pero tiempo habrá para encargarnos de sus trabajos más populars. La formación del grupo en este disco estaba compuesta por Pierre y Benoit Moerlen (vibráfonos, marimbas, batería y teclados), Frank Fischer (piano y sintetizadores), Hansford Rowe (bajo), Stefan Traub (vibráfono, sintetizadores) y Ake Zieden (guitarra).
Los buenos tiempos de la banda quedan atrás y encontrar a buen precio este disco resulta realmente difícil. Os dejamos el único enlace que hemos encontrado en una tienda de cierta relevancia: