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martes, 22 de septiembre de 2020

Johann Johannsson - Sicario (2015)




“Me dijo que quería música bélica sutil. Exactamente en esos términos. Lo vi como un desafío porque ¿qué demonios es música bélica sutil aparte de una contradicción en sí misma?”. Así hablaba el islandés Johann Johannsson del encargo de la banda sonora de “Sicario” por parte de Denis Villeneuve en una entrevista de la época. Director y compositor habían cruzado sus caminos por primera vez un par de años antes cuando ambos colaboraron en “Prisioneros”, el debut en Hollywood de Villeneuve y también su primera película sobre un guion ajeno. La experiencia fue buena para ambos y un punto de partida para una serie de colaboraciones muy prometedora. En el tiempo transcurrido desde "Prisioneros", Johannsson había alcanzado ya un gran reconocimiento gracias a su trabajo con la música de “La Teoría del Todo”, nominada a los Oscar, con lo que las expectativas sobre el reencuentro de músico y director eran altas.

"Sicario" alcanzó un gran éxito y acaparó multitud de nominaciones y galardones internacionales entre los que se encontraba la segunda candidatura al Oscar para Johannsson. No era una película bélica en el sentido tradicional ya que trataba el conflicto fronterizo en la frontera entre México y los Estados Unidos en el terreno del tráfico de drogas. Una guerra, sí, pero alejada de lo que entendemos por una película de guerra. Tras varias conversaciones entre director y compositor, el tono bélico que aquel solicitaba se decidió que vendría dado por el uso de la percusión, parte fundamental en la banda sonora, en palabras de Johannsson, quien decidió también hacer una música que funcionase como tal, ajena por completo a las músicas tradicionales de la zona en la que se desarrolla la acción. Prescindía así de un recurso muy habitual en el cine pero consiguiendo a cambio una libertad que le permitía consolidar un estilo propio y ofrecer una muestra depuradísima de las que iban a ser sus señas de identidad: sonidos orquestales y acústicos utilizados como base a partir de la cual crear texturas por medio de la manipulación electrónica y todo ello combinado con sintetizadores con gran sutileza. Una marca personal que comparte muchas cosas con otros compañeros de generación de Johann de los que hemos hablado en varias ocasiones aquí como Olafur Arnalds o Max Richter. Para la grabación, además de los sintetizadores y la orquesta mencionados, el músico cuenta con Olafur Bjorn Olafsson, Aldrea Belfi, Danny Frankel y Zoltan Varga (percusiones), Shahzad Ismaily (percusión, guitarra y sintetizadores), Robert Aiki Aubrey Lowe (voces), Skuli Sverrisson (bajo) y, sobre todo, con la violonchelista y compositora Hildur Gudnadottir, estrecha colaboradora del músico y en cierto modo, continuadora de su carrera con una trayectoria cada vez más interesante en el campo de las bandas sonoras con las multipremiadas “Chernobyl” para la televisión y, sobre todo, “Joker” con la que ganó el Oscar. Como curiosidad, la propia Hildur sería la encargada de la banda sonora de la secuela de “Sicario” estrenada en 2018.

Villeneuve y Johannsson en una foto de archivo.


El disco comienza de forma casi imperceptible. Los primeros instantes de “Armoured Vehicle” transcurren casi en silencio y solo una percusión que se va acercando nos pone sobre la pista de que algo se aproxima hasta enlazar con “The Beast”, uno de los temas centrales del disco protagonizado por las texturas más graves de las cuerdas de la orquesta que se combinan con ritmos electrónicos en un inquietante in crescendo que llega y se va, como simulando el paso junto a nosotros de la bestia a la que alude el título. “The Border” se comporta de la misma forma al principio pero enseguida evoluciona. Las cuerdas son más dinámicas y la percusión alterna diferentes ritmos a la vez marcados por distintos instrumentos. La orquesta se derrite en una curiosa pasta electrónica mostrándonos texturas nuevas. Continuamos con una total ausencia de melodías en beneficio del propio sonido.


La tensión creada por “Drywall” sigue estando basada en el inquietante ritmo de los tambores con apariciones de las cuerdas al estilo de Bernard Herrmann y una leve melodía repetitiva que surge al final. La breve “Explosion” abandona por un momento las percusiones y cede a los metales el protagonismo para dar paso a “Desert Music” en donde el violonchelo de Hildur Gudnadottir nos emociona con una melodía oscura y muy inspirada. Uno de los momentos cumbre del disco, que continúa con la participación de toda la sección de cuerda acompañada de sonidos electrónicos y flautas. “Target” alterna poderosas notas graves con largos silencios  y así llegamos a “Convoy” que opta por los sonidos más ambientales diluyendo la orquesta y los sintetizadores en un sonido indefinido y recuperando las percusiones como amenaza constante en toda la obra. Los violonchelos y contrabajos repiten sin cesar una secuencia muy potente que consigue ponernos los pelos de punta.


“The Bank” funciona como una prolongación del corte anterior añadiendo alguna percusión más y eliminando las cuerdas que ahora son reemplazadas por efectos electrónicos. “Surveillance” recupera los ritmos de “The Beast” por un breve instante mientras que “Reflection” opta por un tono más meditativo que nos deja en el estado de ánimo adecuado para enfrentarnos a “Melancholia”, una preciosa pieza de guitarra cuyo sonido ha sido tamizado y oscurecido por la electrónica consiguiendo un efecto maravilloso. Una composición sencilla pero bellísima. “Night Vision” vuelve a las estructuras repetitivas, a la amenaza constante de la percusión y a los contrabajos de “Convoy” mientras que “Tunnel Music”, algo más electrónica y distorsionada incide en algunos de los pasajes que hemos escuchado ya anteriormente. “Fausto”, igual que muchas de las piezas anteriores, tiene algo de “drone music” o de “dark ambient” y “Balcony” con todos esos sonidos en segundo plano que entran y salen de escena es una coda perfecta.



Casi cerrando el disco, “Soccer Game” añade los coros como nuevo elemento y el soporte perfecto para la voz de Robert Aiki Aubrey Love, más conocido como Lichens en su carrera en solitario, cuyo estilo encaja a la perfección con la música de Johannsson con la que comparte muchas características. Cerrando el trabajo nos queda por oir “Alejandro's Song”, de nuevo con Lichens cantando en su particular registro agudo, multiplicado por la tecnología en un fragmento en que también podemos encontrar alguna influencia de Henryk Gorecki o Zbigniew Preisner.


Con “Sicario”, Johann Johannsson firmó una banda sonora muy interesante porque huye en todo momento de los recursos habituales para hacer una música absolutamente personal y que tiene la gran virtud de conseguir atraer desde el principio con una casi total ausencia de melodías, ritmos estresantes y atmósferas opresivas. En ella encontramos influencias externas (no hemos mencionado a Ligeti pero creemos que su estilo flota sobre muchos momentos de la banda sonora) pero en ningún momento confunden al oyente ya que la forma de componer de Johannsson siempre aparece de forma inimitable. No es una música fácil ni está hecha para llegar inmediatamente a cualquier público y pese a ello funciona. El oyente que busque una música más lírica tiene obras que encajan más en ese perfil en la discografía anterior y posterior de su autor pero creemos que también debería darle una oportunidad a “Sicario” para obtener una imagen más completa de la música de Johannsson a la que volveremos en más ocasiones.


Así se anunciaba la película en su momento:



domingo, 22 de diciembre de 2013

Laurie Anderson - Homeland (2010)



Cualquier intento de describir a Laurie Anderson en una sola palabra se queda corto ya que sus actividades artísticas abarcan prácticamente todos los campos incluso contribuyendo a crear otros nuevos. Ignoramos su coeficiente intelectual pero hay motivos para sospechar que debe ser bastante elevado (creemos recordar haber leído en algún sitio que era de 149). Desde el principio destacó en todo lo que se propuso obteniendo las mejores calificaciones y graduándose en Historia del Arte con “magna cum laude” en el Barnard College. No hablamos de algo anecdótico. Se trata de una institución exclusivamente femenina que presume se ser más selectiva en su categoría a la hora de admitir nuevas alumnas.

Allí Laurie se dedicó a la escultura e hizo sus primeras “performances”, dibujó comics, ilustró libros infantiles y trabajó como crítico de arte en revistas como Artforum, que sigue publicándose hoy, más de 50 años después de su primer número. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta se centró en la música aunque siempre integrada en otras formas de expresión (teatro, instalaciones, recitales de poesía etc). Se integró con facilidad en las vanguardias neoyorquinas tomando contacto con algunos de los exponentes más relevantes de todos los campos, desde John Giorno hasta Frank Zappa, pasando por Philip Glass, John Cage, William Burroughs o Timothy Leary.

Evidentemente, la faceta que más nos interesa aquí de Laurie es la musical, que es aquella por la que ha obtenido mayor fama a pesar de una mostrar una cierta desgana a la hora de grabar material que ha hecho que en los más de 35 años que han pasado desde el primer registro discográfico en el que apareció su nombre (la recopilación “New Music for Electronic and Recorded Media”) sólo haya publicado siete discos de estudio. En este terreno, la de Laurie Anderson es una voz única. No existe ningún artista similar y sus espectáculos mezclan el arte conceptual y elementos sacados de las más modernas instalaciones de los museos más vanguardistas hasta convertirse en verdaderas experiencias interactivas desde años en los que el término no se utilizaba con la asiduidad de hoy en día. Su música es ecléctica a más no poder, utilizando la electrónica más vanguardista mezclada con instrumentos tan dispares como las gaitas, por poner un ejemplo. Además, se trata de una innovadora en el campo de los instrumentos habiendo llegado a fabricar aparatos fascinantes como su popular violín en el que las cuerdas del arco son sustituidas por cinta magnetofónica.

En esta primera entrada que le dedicamos, vamos a comenzar por el final hablando de su último disco, no porque “Homeland” sea su mejor trabajo sino porque nos parece un disco completamente actual y con alguna canción que describe con una claridad meridiana el mundo de hoy en día. Es, además, un disco conceptual sobre los Estados Unidos que la propia artista describe en el libreto del CD:

“el disco ha sido escrito en la carretera. Buscaba la espontaneidad y la diversión de los espectáculos en directo ya que me encuentro muy sola haciendo discos en un estudio delante de los archivos del “Pro Tools”. Así, “Homeland” comenzó construyendo una serie de historias y canciones sobre América que evolucionaban continuamente, sin ninguna presión por concluirlas. Se trataba, sencillamente de salir de gira y tocar. He trabajado con músicos tan diferentes como cantantes de Tuva, músicos de jazz, artistas experimentales y orquestas sinfónicas y he llevado el espectáculo por sórdidos clubes de jazz y antiguos teatros griegos, se ha interpretado en español, italiano o francés de modo que el disco ha tenido muchas vidas antes de ser plasmado en CD. Lo complicado ha sido poner todas estas experiencias juntas y conseguir que la grabación refleje el espíritu del proceso de creación. Si he sido capaz de terminar el disco, ha sido gracias a mi marido, Lou Reed, que ha sido quien ha llevado el peso de la última etapa del proyecto”.

Y es que, como de todos es sabido, Laurie era la esposa del recientemente fallecido Lou Reed desde 2008 aunque eran pareja desde mucho tiempo atrás. Ambos se implicaron en la carrera del otro pero manteniendo sus respectivos estilos en sus trabajos a pesar de la marcada personalidad musical de cada uno de ellos.

En la grabación de “Homeland” intervienen: Laurie Anderson (voz, teclados, percusión, violín, efectos de radio), Peter Scherer (teclados), Rob Burger (teclados, orchestron, acordeón, marxophone), Eyvind Kang (viola), Lou Reed (percusión, guitarra), Shahzad Ismaily (percusión), Kieran Hebden (teclados), Omar Hakim (bateria), Skuli Sverrisson (bajo, guitarra), Ben Witman (percusión, batería), John Zorn (saxo), Lolabelle (piano), Joey Baron (batería) y Mario McNulty (percusión) además de distintos vocalistas o los integrantes del coro de Tuva, Chirgilchin.

Cartel de uno de los conciertos de la Gira


“Transitory Life” – Con sonidos étnicos y electrónicos nos recibe el primer tema del disco. Escuchamos la inconfundible voz de Laurie entonces con un texto lleno de frases como puñaladas: “es un gran momento para los banqueros” es la primera frase sólo para añadir algo después que “un ratón tarda un buen rato en darse cuenta de que ha caído en una trampa pero una vez que lo hace, ya nunca deja de temblar”. Certera como siempre en un texto perfectamente integrado en un ambiente lleno de rasgos orientales muy acertados y que conforman una gran canción para abrir el trabajo.

“My Right Eye” – Suena ahora la voz de la artista distorsionada por esos efectos electrónicos que la acompañan desde el ya lejano “Big Science” su primer disco de estudio. La canción reúne los patrones clásicos de la artista, pudiendo ser calificada de “spoken music” ya que Laurie recita más que canta un texto en el que juega con el adagio clásico “rocks and stones may broke my bones, but words will never hurt me” pero centrandose sólo en la primera parte: rocas y piedras y huesos rotos. La esperanza enterrada, por tanto.



“Thinking of You” – Uno de los pocos momentos en los que Laurie se permite algo de optimismo aunque siempre con un toque amargo, recogido en la estrofa final: “estaba pensando en ti, pensando en ti y pensando en ti una vez más cuando de repente dejé de pensar en ti para siempre. En lo musical escuchamos una melodía minimalista de violín y viola combinada con algunos rasgos étnicos y un acordeón de fondo en uno d elos temas más melódicos del disco.

“Strange Perfumes” – Una de nuestras canciones favoritas del disco, dirigida por la voz electrónica de Laurie transformada en un extraño coro robótico que destaca por encima de ritmos electrónicos que nuca acaban de despegar y sonidos antiguos que recuerdan al psalterio y que proceden del exótico marxófono.

“Only an Expert” – Llegamos a un estallido tecno de música bailable que encaja a la perfección con un texto brutal en el que Laurie explica en unos cuantos versos uno de los problemas principales de la América actual y, por extensión, del mundo. ¿Las claves de la crisis en una simple canción? Probablemente no llegue a tanto pero sí que pinta un retrato muy clarificador de la situación. No podemos resistirnos a transcribir la letra completa de toda la canción incluyendo algunos párrafos no incluidos en el disco pero que que si formaban parte del tema en su interpretación en directo:

“Hoy, sólo un experto puede hacer frente a un problema
porque identificar el problema es la mitad de la solución
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema

Así que, si no hay un experto encargándose del problema
tenemos realmente dos problemas
si sólo un experto puede encargase del problema,
sólo un experto puede encargarse del problema.

En América nos gustan las soluciones
nos gusta tener soluciones a los problemas
por eso hay compañías que ofrecen soluciones
compañías con nombres como “la solución para las mascotas”,
“la solución para el cabello”, “la solución para tus deudas”, “la solución mundial”, “la solución para el sushi”
Compañías con expertos preparados para resolver tus problemas
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema

Digamos que te invitan al programa de Oprah
y no tienes ningún problema
pero quieres ir, así que necesitas algo que contar
y te inventas un problema.
Pero si no eres un experto
probablemente no inventes una historia verosimil
y probablemente te pillarán
y quedarás en evidencia
y tendrás que avergonzarte y pedir disculpas
y suplicar el perdón público
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

En esos programas, aquellos que intentan solucionar tus problemas
se centran en la cuestión de cómo tomar el control de la situación
¿cómo me hago con el control?
Pero no hay que olvidar que esa es una cuestión para el espectador medio
el espectador que se deja ir
el espectador que ve programas sobre gente con problemas
el espectador que pertenece al 60% de la población americana
un espectador que vive al día, que paga sus deudas para evitar quedarse en la calle.
En otras palabras: un tipo con problemas.
Entonces, el experto dice: vayamos a la raíz del problema.
Tomemos las riendas del problema
Porque si tomas el control del problema, puedes solucionar el problema.
Lo malo es que no suele funcionar porque la situación está completamente fuera de control
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

Pero ¿quiénes son estos expertos?
Normalmente son ellos los que se califican como tales pero también son cargos electos
o gente entrenada en técnicas de venta, también autodidactas
que se centran en aquello que puede ser visto como un problema.
Sucede que, a veces, esas cosas no son problemas en absoluto
pero el experto es alguien que estudia esos problemas
y trata de resolverlos.
El experto es alguien asegurado contra las malas prácticas
Porque a menudo la solución se convierte en el problema
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

A veces un experto te presta dinero.
A veces, incluso, mucho dinero.
Y, a veces, cuando las hipotecas subprime se vienen abajo
y hay bancos que quiebran y negocios que cierran
y la crisis se extiende por el mundo,
algunos expertos dicen:
sólo porque los mercados quiebren
no significa necesariamente que sea algo malo.
Y otros expertos dicen: solo porque hayan echado a tus amigos del trabajo
y tu familia esté en bancarrota y no lo vimos venir
no significa que no tengamos razón ahora.
Y sólo porque te hayas quedado sin trabajo y sin casa
y porque hayas perdido todos tus ahorros, no quiere decir que no debas pagar el rescate
de los intermediarios, los bancos y los especuladores.
Porque sólo un experto puede diseñar un rescate
y sólo un experto podía esperar un rescate
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

A veces un experto busca armas
y, a veces, mira en todas partes en busca de esas armas
y, a veces, cuando no las ha encontrado
otro experto dice: el hecho de que no las encontremos
no quiere decir que esas armas no existan.
Así, otros expertos encuentras cosas como productos de limpieza,
o piezas de nevera, o pequeños imanes y dicen:
para ti, esto pueden ser objetos comunes
pero, en nuestra opinión, pueden ser armas
o pueden usarse para construir armas
o para transportar armas
o para almacenar armas.
Sólo un experto puede ver que pueden convertirse en armas
y sólo un experto puede ver que pueden ser un problema
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

A veces hace mucho mucho mucho calor
y parece julio aunque estemos en enero
y no nieva, y hay olas que inundan las ciudades
y huracanes en sitios en los que no los había
y todos pensamos que hay un problema.
Pero algunos expertos dicen que no lo hay
y otros aseguran que no lo hay
o explican por qué eso no es un problema.
Entonces, simplemente, no existe el problema.
Pero cuando un experto dice que eso sí es un problema
y hace una peli y gana un Oscar con el problema
es cuando el resto de expertos están de acuerdo en que, quizá, haya un problema
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema.

Incluso un país puede invadir otro país
y aplastarlo y arruinarlo y crear el caos y arrastrar a ese país a una guerra civil.
Si los expertos dicen que eso no es un problema
y todos estamos de acuerdo en que los expertos son buenos a la hora de reconocer los problemas,
entonces, invadir ese país no supone un problema.
Y si ese país tortura a su gente
y encierra a ciudadanos sin motivo, sin juicio o los enfrenta a tribunales militares
tampoco es un problema
a menos que un experto diga que puede ser el comienzo de un problema
porque sólo un experto puede ver que hay un problema
y sólo un experto puede encargarse de ello.
Sólo un experto puede afrontar un problema”.




“Falling” – Llegamos a la única canción del disco con un texto ajeno a Laurie y que es obra del escritor, ensayista y crítico del New Yorker, George W.S. Trow. Se trata de un poema breve que la artista recita con la habitual distorsión en la voz un tenue acompañamiento electrónico que nos recuerda algunas cosas de Brian Eno con quien la propia Laurie trabajó en un disco anterior.

“Another Day in America” – Llega el turno en el disco para la intervención de Fenway Bergamot, alter ego de Laurie (bautizado por el propio Lou Reed) que adopta la forma de una voz masculina merced a la distorsión electrónica de su propia voz. La artista la llama la “voz de la autoridad” y utiliza esa caracterización como portada del propio disco. La canción es una larga pieza de “spoken music” en la que Laurie se plantea un sonoro “¿ahora qué?” resumido en la primera estrofa: “finalmente aquí estamos, en el comienzo de una nueva era / el comienzo de un mundo nuevo... y ¿ahora qué? ¿por dónde empezamos? / ¿cómo volvemos al principio?”. Una pieza devastadora y que nos deja con una gran sensación de vacío. Como anécdota, en la parte final escuchamos la característica voz de Anthony, cantante y líder de Anthony and the Johnsons.

“Bodies in Motion” – Otro de los grandes temas del disco que adopta la forma de una lenta canción electrónica y que cuenta con la inestimable y muy particular aportación de John Zorn al saxo en lo que parece la devolución de la colaboración de Laurie en el disco “Femina” de éste un año antes.

 “Dark Time in the Revolution” – Nos plantea ahora Laurie un ¿futuro? distópico controlado por los mercados y las máquinas. Es otra pieza recitada más que cantada con la voz robótica de la artista en la que se plantea una interesante cuestión tomando una obra de Tom Paine, considerado uno de los padres fundadores de los Estados Unidos. En su libro “Sentido Común” se preguntaba: “¿tiene sentido que una isla gobierne un continente?” refiriéndose al dominio británico de Norteamérica y planteando la necesidad de la independencia. Laurie Anderson va mas lejos y se pregunta: “¿tiene sentido que un país gobierne el mundo?”. La conclusión es que la respuesta no tiene importancia. Tampoco lo que piense el oyente. Tampoco lo que haya votado.

“The Lake” – Una de las piezas más enigmáticas del disco y cuyo significado nos es desconocido. Una historia de fantasmas en la que el espíritu de su padre guía al personaje principal en su camino. En lo musical asistimos a un tratamiento muy interesante y cercano a los planteamientos ambientales de un Brian Eno mezclados con un estribillo más convencional y una melodía que nos recuerda alguna otra y que probablemente se trate de algún tipo de himno o canción popular americana.

“The Beginning of Memory” – Laurie nos cuenta ahora una historia mitológica acerca del mundo cuando no existía aún el mundo. No había tierra, ni mar. Sólo aire y pájaros. Muchos pájaros que no tenían dónde posarse. Un día el padre de uno de ellos, una alondra, murió y ésta se encontró con el problema del entierro. ¿dónde enterrar un cadáver cuando no hay tierra en la que hacerlo?. Decidió “enterrarlo” en la parte posterior de su propia cabeza dando lugar así al nacimiento de la memoria. Hasta ese momento, sólo se volaba en círculos.

“Flow” – Cerrando el disco, encontramos el único tema instrumental a cargo de la propia Laurie al violín. Una breve y escueta composición que pone fin con delicadeza a un disco muy interesante con un puñado de letras directas a la conciencia del oyente.

Hemos tardado mucho en hablar aquí de Laurie Anderson siendo, como es, una de nuestras artistas predilectas. Esa tardanza tiene una ventaja incuestionable como es el hecho de que, habiendo publicado ya más de 400 entradas, aún nos quedan discografías imprescindibles por presentar lo que asegura que tengamos todavía mucho material por delante para seguir presentando nombres nuevos con cierta regularidad. Aunque la obra grabada de Laurie no es muy amplia habida cuenta de los años que lleva en esto, cada uno de sus discos da para reflexiones y comentarios amplios. La gran actualidad de este “Homeland”, tres años después de su publicación, nos ha hecho inclinarnos por su último trabajo para presentar aquí a la artista pero habrá hueco para el resto de su obra en un futuro. Mientras tanto, si queréis haceros con el disco, está disponible en los enlaces acostumbrados:

amazon.es

fnac.es


Nos despedimos con un fragmento del DVD que acompaña al CD en el que Laurie y otros músicos explican el proceso de creación del trabajo: