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jueves, 15 de junio de 2017

Freudiana (1990)



En el mundo de la música es muy común una figura: la de la persona que compone para otros. Se trata de artistas de gran talento pero que, por un motivo u otro, no pasan nunca al primer plano. Sus composiciones son cantadas por otros, más guapos, con mayor presencia escénica, con mejor voz o, sencillamente, por figuras ya consagradas. Existen y han existido siempre verdaderos genios entre bambalinas cuyo trabajo siempre se desarrolla en la sombra pero de cuando en cuando alguno de ellos emerge y pasa al primer plano.

Más raro es que lo hagan de dos en dos que fue lo que ocurrió cuando coincidieron en el bar de los estudios Abbey Road el ingeniero de sonido Alan Parsons y el compositor Eric Woolfson. Hablando un poco de todo, decidieron unir fuerzas y probar suerte con un concepto realmente diferente en el mercado musical de entonces. Woolfson se había dedicado hasta entonces a escribir canciones para otros y a tocar el piano como músico de sesión. Había obtenido ciertos éxitos en la voz de artistas como Marianne Faithfull o The Tremeloes y quería poner en marcha un proyecto diferente en el que Parsons encajaba a la perfección. Se trataba de enfocar los discos como películas de las que ellos serían los guionistas y directores. Los actores (cantantes e instrumentistas) irían cambiando de un trabajo al siguiente y el único sello común sería el que iba a imprimir el dúo. Comenzaron a trabajar con el nombre provisional de The Alan Parsons Project que terminó siendo definitivo.

La mayor parte de las canciones del Alan Parsons Project aparece firmada por Woolfson y Parsons a dúo como ocurría con Lennon y McCartney en los Beatles pero la trayectoria previa de ambos artistas parece sugerir que era Woolfson el que llevaba la mayor parte del peso compositivo con Parsons más centrado en tareas de producción. De hecho, el primer trabajo de la formación estaba basado en una idea en la que Woolfson llevaba tiempo trabajando: un musical sobre Edgar Alan Poe.

Vamos a saltar ahora al final de la carrera del “Project”. Estamos a finales de los ochenta y Eric Woolfson está decidido a sacar adelante un disco basado en la obra de Sigmund Freud. Los dos músicos se ponen manos a la obra hasta que aparece la figura de Brian Brolly, ex-futbolista metido a promotor musical y productor de espectáculos de todo tipo. Fue el productor de “La Condesa de Hong Kong”, última película de Charles Chaplin, así como el principal responsable de que el musical “Jesucristo Superstar” saliera adelante. También impulsó otros que llegaron después como “Cats” o “El Fantasma de la Ópera”. Brolly vio que la obra de Woolfson tenía potencial para convertirse en un espectáculo teatral y no quedar en un mero disco más del Alan Parsons Project. Nunca quedó claro el motivo de la ruptura pero lo cierto es que, aunque el disco apareció bajo el título de “Freudiana”, no estaba firmado ni por el “project” ni por ninguno de sus miembros. Si repasamos los créditos encontramos, no sólo a Parsons y Woolfson sino a muchos de los músicos que habían sido habituales del Alan Parsons Project pero el trabajo quedó huérfano de autores, al menos en su portada y promoción.

No en todas partes. En España se encargaron de que la gente supiera quién estaba detrás del disco.


El enfoque musical del trabajo es muy diferente a cualquiera de los anteriores del grupo ya que realmente funciona como un auténtico musical del West End o de Broadway en los arreglos y voces de buena parte de sus canciones. De hecho, a finales de 1990, apenas dos meses después de ser publicado el disco, se estrenaría en Viena el musical del mismo nombre (“Freudiana”) que también aparecería como disco en Alemania con las voces originales del montaje teatral.

Curioso caso del de Eric Woolfson. Anónimo compositor de éxitos para otros, se embarca en un dúo en cuyo nombre de guerra sólo aparece su compañero y, cuando decide navegar en solitario, su primer disco carece de autor acreditado en la portada. Tras “Freudiana”, Woolfson llevó a los escenarios otros musicales basados en Antonio Gaudí y el citado Poe, protagonistas ambos de sendos discos del Alan Parsons Project en el pasado. Falleció en 2009 después de publicar dos discos, ésta vez sí, bajo su propio nombre. Uno de ellos con canciones del musical de Poe y el otro con descartes del Alan Parsons Project a lo largo de los años.

Volvemos a “Freudiana” en su versión de disco comercial aparecido en 1990. La grabación contó con la participación de los siguientes músicos: Alan Parsons (teclados), Eric Woolfson (teclados y voz), Laurie Cottle (bajo), Stuart Elliott (batería), Ian Bairnson (guitarra) y Richard Cottle (sintetizadores y saxo). Todos ellos habían tocado en discos anteriores del Alan Parsons Project. El apartado de las voces invitadas es extenso y lleno de calidad: Leo Sayer, Graham Dye, The Flying Pickets, Kiki Dee, Eric Stewart, Frankie Howerd, Marti Webb, Gary Howard, Chris Rainbow y John Miles.

"The Nirvana Principle" – El disco comienza con un instrumental muy potente, heredero de las mejores piezas de esa clase del Alan Parsons Project. Empieza con una fanfaria de corte épico y gran solemnidad que desemboca enseguida en un extraordinario desarrollo electrónico con una poderosa secuencia acompañada de florituras de guitarra y los clásicos metales de la banda que dibujan el que será el tema central de la obra. Como obertura, la pieza es sensacional y se encuentra al nivel de los grandes temas del “project” a lo largo de su historia.




"Freudiana" – Enseguida llega el tema central del disco, radiado hasta la saciedad en su momento en todas las radio-fórmulas. El comienzo es bastante tópico, con los clásicos “samples” de flauta tan habituales en aquellos años pero en cuanto entra la base rítmica y la inconfundible voz de Woolfson, nos olvidamos de todo. Probablemente estemos ante una de las cinco o seis mejores canciones del dúo Parsons/Woolfson en toda su carrera conjunta. Con toda su habitual inspiración melódica pero sin caer en lo empalagoso como hicieron en muchas ocasiones anteriormente.




"I Am a Mirror" – Leo Sayer es el encargado de defender la siguiente pieza que comienza con un aire de musical pero pronto explota en una vigorosa canción rock, con toques grandilocuentes al estilo de artistas como Meat Loaf incluyendo una espectacular sección de cuerda. Los arreglos y la producción, como ocurre en todo el disco son extraordinarios y todas las partes de la canción se ensamblan a la perfección. La inspiración teatral que rodea todo el disco comienza aquí a ser evidente.

"Little Hans" – Llega el turno de Graham Dye para cantar en una canción de aire inconfundiblemente “beatle”. Dye, habitual del Alan Parsons Project, fue miembro de Scarlet Party, grupo de escaso recorrido en el que, como curiosidad, participó el hermano de David Gilmour, Mark, a la guitarra.

"Dora" – Woolfson se encuentra como pez en el agua en baladas como esta, de lento desarrollo y arreglos sobrios. Tanto esta canción como la precedente están inspiradas en alguno de los pocos pacientes a los que Freud llegó a tratar a lo largo de su vida y cuyo caso quedó bien documentado en la época.

"Funny You Should Say That" – La interpretación de los sueños aparece aquí de la mano de los Flying Pickets, un conocido grupo vocal muy popular en el Reino Unido. La canción tiene todas las características del teatro musical y, como ocurría con “I Am a Mirror”, consta de muchas secciones diferentes en sus poco más de 4 minutos de duración. Como no podía ser de otro modo tratándose de uno de los temas estrella de la obra de Freud, el tema es uno de los más destacados de todo el trabajo.




"You're on Your Own" – Volvemos al rock más potente con una canción interpretada por Kiki Dee, estrella británica popular por alguna de sus primeras canciones y, especialmente, por su dúo con Elton John en “Don't Go Breaking My Heart”. Tiene también una amplia carrera en los musicales en los que ha ganado algún premio importante. Pese al parecido del tema, especialmente en su comienzo, con el “Black Velvet” de Alannah Miles, aparecido pocos meses antes, el desarrollo posterior es bastante diferente y aleja cualquier sombra de plagio.

"Far Away From Home" – Volvemos a escuchar a los Flying Pickets en una balada preciosa que cuenta con unos extraordinarios arreglos orquestales de aire barroco. Una pieza que encaja muy bien en el concepto teatral del disco pero que puede resultar un poco anticlimática en este momento del trabajo.

"Let Yourself Go" – Un comienzo electrónico con amplios “pads” y un repiqueteo constante de algo parecido a una percusión dejan paso a un bajo inconfundible para cualquier seguidor del Alan Parsons Project. Comienza a cantar Woolfson y nos metemos de lleno en una canción con el sello de la casa. El interludio instrumental, con los metales y el órgano Hammond es perfectamente reconocible y la parte final con estructura circular es perfecta para cerrar el que fue el primero de los dos discos de que constaba el trabajo en su lanzamiento como LP (en CD fue un disco simple).

"Beyond the Pleasure Principle" – La segunda parte de la obra comienza con otro instrumental, firmado en esta ocasión por Alan Parsons en solitario. No tiene la fuerza del que abría el disco pero es una buena composición, un tanto lastrada por ese toque A.O.R. que tanto abundó en los años ochenta, especialmente en los discos de los artistas que habían sido abanderados del rock progresivo en la década anterior.

"The Ring" – Eric Stewart, miembro fundador de 10cc y colaborador durante un lustro de Paul McCartney es el siguiente vocalista en aparecer en el disco. La canción que le toca en suerte no es una de nuestras preferidas pese a que su labor no es mala. También es cierto que su tesitura vocal es bastante similar a la del propio Eric Woolfson lo que nos hace pensar que su presencia no era del todo necesaria aquí.

"Sects Therapy" – El actor Frankie Howerd es el encargado de interpretar en el sentido más amplio de la palabra el siguiente número musical. Una pieza de aire burlesco en la que Howerd recita más que canta un texto que pone en evidencia lo poco útil que es el psicoanálisis en muchas ocasiones. Es un fragmento humorístico en la tradición de la opereta francesa o, incluso en la de la zarzuela española.

"No One Can Love You Better Than Me" – Llegamos a otro de los grandes momentos del disco con una canción de largo desarrollo en la que intervienen sucesivamente diferentes vocalistas como la propia Kiki Dee, Eric Woolfson, Gary Howard (de los Flying Pickets), o Marti Webb, una de las más exitosas intérpretes de “Evita” en los escenarios londinenses. Un gran tema en el que cada intérprete juega un papel diferente recitando un texto muy similar cada uno de ellos en el que sólo cambia el personaje que interpretan para terminar cantando todos juntos.




"Don't Let the Moment Pass"- Marti Webb repite aquí ahora como protagonista absoluta de una canción que, una vez más, se encuadra de lleno en la tradición del teatro musical. Es una balada intensa y realmente bonita en la que Webb hace una interpretación notable.

"Upper Me" – Vuelve Eric Stewart para cantar otro de nuestros temas favoritos en el que también está muy presente el sello del viejo Alan Parsons Project. Las interpretaciones y los arreglos son sencillamente perfectos y es que contar con alguien como Parsons en el estudio es garantía de buenos resultados.

"Freudiana (Instrumental)” – Pese a lo que indica el título, no se trata simplemente de una versión sin voces del tema central del disco sino de una adaptación orquestal. Tiene cierto interés pero no mejora el original ni lo que aporta llega a justificar la revisión.

"Destiny" - Chris Rainbow, viejo colaborador del Alan Parsons Project y voz de sesión de innumerables artistas es el encargado de cantar un brevísimo tema “a capella” que hace las veces de introducción de la canción final.

"There But For the Grace of God" – El disco tiene un final algo extraño ya que va decayendo desde la versión instrumental de “Freudiana” para no levantar el vuelo en todo lo que resta. La canción que pone fin a la obra es un dúo entre John Miles, otra de las voces habituales del “project” y Marti Webb. Nos deja un extraño sabor de boca porque, sin ser ni mucho menos una canción mala, esperabamos otro tipo de cierre para un disco como este.

Fue un fin extraño el del Alan Parsons Project. La banda que nunca actuó en directo, que no tenía un cantante fijo se despidió con un disco que ni siquiera firmaron sus autores. Un disco que, por otra parte, probablemente sea uno de los mejores que compuso el dúo Parsons/ Woolfson. “Freudiana” fue publicado por EMI lo que ya era una novedad puesto que todos los del Alan Parsons Project desde su debut con “Tales of Mystery and Imagination” aparecieron bajo el sello de Arista. La promoción fue importante y, como indicamos antes, su tema central sonaba con frecuencia en las emisoras de la época. Pese a ello, hoy no es un disco fácil de encontrar, al contrario que ocurre con los demás trabajos del “project”. Incluso ha quedado fuera de las remasterizaciones del catálogo del grupo o de la caja recopilatoria aparecida hace unos años en la que se encontraban todos los discos de la banda, incluyendo uno inédito.

En todo caso, pensamos que “Freudiana” es un trabajo muy recomendable. En el momento de su publicación fue uno de esos discos que sonaban constantemente en nuestro reproductor y eso también puede tener influencia en la valoración positiva que hacemos de él. El que quiera salir de dudas que lo escuche y juzgue por si mismo. Como despedida os dejamos un fragmento de la versión teatral de la obra:


 

jueves, 7 de enero de 2016

The Alan Parsons Project - Vulture Culture (1984)



“Grand Funk Railroad allanaron el camino para Jefferson Airplane, quienes se lo aclararon a Jefferson Starship. Así, el escenario estaba preparado para la llegada de The Alan Parsons Project que creo que eran una especie de aerodeslizador”.

La cita, sin mucho sentido aparente, corresponde a un episodio de los Simpsons en el que Homer trata de explicar a Bart y sus amigos lo que él entiende por la historia del rock en los años setenta. La anécdota no tiene mayor recorrido pero pone de manifiesto la popularidad y trascendencia alcanzada por una banda (por llamarla de alguna forma) que nunca daba conciertos, carecía de un vocalista fijo y que, además, destacaba por los temas instrumentales que muchas veces superaban a los cantados en popularidad.

Decíamos que llamar “banda” al Alan Parsons Project era más una formalidad que otra cosa puesto que nunca funcionó como tal. El origen del grupo habría que buscarlo en la primera mitad de los años setenta. Alan Parsons era un afamado ingeniero de sonido que había participado en algunos de los discos claves de la historia del rock. No es una exageración ya que con sólo 18 años comenzó a trabajar como asistente en los Abbey Road Studios donde trabajó con los Beatles y, ya como ingeniero de sonido, con el propio Paul McCartney en solitario, los Hollies, Al Stewart o Pink Floyd, siendo su aportación al “The Dark Side of the Moon” de estos últimos, uno de sus trabajos más reconocidos en ese campo.

También trabajó en aquel tiempo con Paton, una banda escocesa menor, en comparación con otros nombres, pero de gran importancia en su carrera puesto que en ella militaban Ian Bairnson, David Paton y Stewart Tosh, quienes, junto con un gran número de músicos de estudio, tendrían gran importancia en el proyecto que Alan tenía en mente. Regresamos a los estudios Abbey Road en los que se conocieron los dos integrantes del que sería el Alan Parsons Project: Alan (evidentemente) y Eric Woolfson, compositor y letrista que trabajaba allí como pianista de sesiones. En los descansos entre grabaciones, ambos solían coincidir y hablar de sus proyectos personales. Entre otras cosas, Woolfson estaba trabajando en un disco conceptual con Edgar Alan Poe como eje central. Parsons, por su parte, estaba desencantado en parte con su trabajo, en especial con el hecho de tener que plegarse siempre a las ideas de los músicos aunque estuviera íntimamente convencido de que eran equivocadas. Woolfson sugirió una nueva forma de trabajar más cercana al cine en el que el director era la estrella y los actores simples herramientas (algo que empezaba a suceder con mayor frecuencia cada vez en el séptimo arte). Esa fue la idea que gobernó los discos del Alan Parsons Project: un dúo de compositores que diseñarían el concepto de cada LP y que tendrían a sus órdenes a un grupo de músicos y vocalistas de estudio (que resultó ser bastante más estable de lo que el concepto podría hacer pensar) para llevar a cabo sus ideas. Parsons y Woolfson también participan de la parte instrumental. Tras varios discos en los que todos los temas eran cantados por vocalistas invitados, a partir del quinto LP de la banda, “The Turn of a Friendly Card”, el propio Woolfson asumió ese rol en algunas canciones, muchas de las cuales están hoy entre las más populares de la formación.

Aunque poco a poco irán apareciendo por aquí todos los discos del proyecto, hoy comenzaremos por el que fue el octavo, “Vulture Culture”, publicado a finales de 1984. En la grabación participaron: Ian Bairnson (guitarra), Colin Blunstone (voz), Richard Cottle (teclados, saxo), Stuart Elliott (percusión, batería), el locutor radiofónico Lee Abrams (con el anagrama Laser Beam como pseudónimo), David Paton (guitarra, bajo y voces), Chris Rainbow (voz), Lenny Zakatek (voz) y, claro está, Alan Parsons y Erico Woolfson (teclados y voces).

Alan Parsons y Eric Woolfson: The Alan Parsons Project.


“Let's Talk About Me” - David Paton es el primer vocalista que interviene en el disco. Lo hace en una canción que comienza con aire tranquilo pero que se transforma enseguida en un poderoso tema pop con todos los elementos distintivos de la música del Project y una producción impecable aunque muestre, especialmente cuando se escucha hoy en día, un regusto muy característico de la música que se hacía en una época muy concreta. En otras palabras: suena demasiado “ochentero” por momentos aunque sigue siendo un tema muy convincente. El corte fue extraído como segundo “single” del álbum (cronológicamente hablando aunque en casi todo el mundo fue el primero).


“Separate Lives” - Los sintetizadores y la percusión electrónica marcan el inicio del siguiente corte en el que escuchamos a Eric Woolfson en el rol de cantante. Estamos ante una canción muy agradable, impresión que se confirma al llegar el estribillo, pegadizo como pocos en la trayectoria del dúo Parsons/Woolfson. En la parte central escuchamos los clásicos sonidos producto de la tecnología digital de la época, probablemente un Fairlight, aparato con el que Parsons llevaba ya un tiempo trabajando.

“Days are Numbers (the Traveller)” - El siguiente vocalista en hacer acto de presencia es Lenny Zakatek. Lo hace con una balada que cumple a la perfección con lo que en aquellos años se esperaba de cualquier banda “AOR”. Fue el tercer single del disco y contó con una buena acogida pese a que, a nuestro juicio, le falta fuerza y peca de excesivamente blando pero hablamos de un tipo de canción que tenía un público muy amplio en aquellos años.

“Sooner or Later” - Cierra la “cara A” del disco otra canción con Woolfson como cantante que bien podría ser una continuación de “Separate Lives” ya que comparten un patrón muy similar. Es uno de los temas en los que es más fácil identificar el estilo del Project con ese bajo insistiendo en una misma nota durante varios compases antes de cambiar a otra. Sin ser una mala canción, nos deja con la impresión de ser un intento más de repetir el éxito alcanzado con “Eye in the Sky” unos años antes.


“Vulture Culture” - El que fue primer “single” del disco (aunque sólo salió en Alemania) contaba con Lenny Zakatek como vocalista. El comienzo se asemejaba más al de algunos de los célebres instrumentales que el Project había incluido en sus discos anteriores pero tras esa impresión inicial nos encontramos ante una canción voluntariosa pero que no termina de funcionar. De hecho, creemos que es una de las más pobres de todo el disco.

“Hawkeye” - Llegamos al inevitable corte instrumental, marcado en esta ocasión por una potente percusión sobre la que se desarrolla un solo de saxo. La electrónica está presente pero queda en un segundo plano si la comparamos con instrumentales anteriores. Aunque no hay un gran desarrollo, la pieza tiene un punto pegadizo que termina por hacerla atractiva aunque a años luz de temas como “Lucifer” o “Mammagamma”.


“Somebody Out There” - Con Colin Blunstone como vocalista llega una de nuestras canciones favoritas del disco. Tiene una estructura que recuerda al estilo próximo al musical que tanto gustaba a Woolfson y se beneficia mucho de un estribillo potente, a la altura del resto de la canción. Es un tema poco valorado habitualmente (no aparece en ninguna de las principales recopilaciones del Alan Parsons Project) lo que no terminamos de entender ya que le creemos merecedor de mucho mejor suerte.

“The Same Old Sun” - Abre el tema una melodía que en una primera escucha nos trae a la memoria el “Metropolis” de Kraftwerk. Sin embargo, cuando Woolfson comienza a cantar, cualquier parecido desaparece para dejarnos disfrutar de una de las baladas que con tanta frecuencia se reserva para sí el vocalista. Es una canción con un punto dulzón que está a punto de echarla a perder pero que consigue mantenerse en dentro de los límites de lo aceptable y, en esa categoría, hay que reconocerle  su valor.

El éxito comercial del Alan Parsons Project tuvo un gran mérito. Hablamos de una banda sin vocalista fijo, lo que impide que el público reconozca inmediatamente una canción como suya, algo que va contra todas las normas del marketing musical. También incluyen varios temas instrumentales en sus discos, lo que no siempre es fácil de asimilar por el oyente tipo del pop y el rock. Sus seguidores procedían en buena parte del mundo del rock progresivo, género en el que se les suele incluir sin tener realmente una relación del todo clara con las lineas generales que marcan ese género más allá de la inclusión de temas instrumentales y del carácter conceptual de alguno de sus primeros discos (jugar con el AOR como muchos veteranos del progresivo hacían entonces también ayudó bastante). A finales de la década de los ochenta, el Alan Parsons Project se disolvió continuando cada uno de sus integrantes por su lado: Alan con su propio nombre y banda y Eric más centrado en los musicales teatrales, muchas veces basados en material del propio Alan Parsons Project. Woolfson falleció en 2009 víctima de un cáncer de riñón.

No hemos empezado a hablar de esta banda en el blog por su mejor disco, ni mucho menos pero eso nos sirve como excusa para obligarnos a volver sobre ellos en el futuro de modo que la visión ofrecida sea lo más completa posible. “Vulture Culture” es un buen ejemplo de un tipo de música que se hizo en la década de los ochenta y que hoy no tiene muy buena prensa. Sin embargo, estaba hecha con un gusto muy cuidado y eso nos hace rescatarla aquí para aquellos que nunca se hayan acercado a ella.