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jueves, 22 de febrero de 2024

David Bowie - The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972)



Es muy posible que la mayor cualidad de David Bowie fuera su capacidad para absorber absolutamente todo tipo de influencias tanto musicales como de otros ámbitos como el arte o la moda y asimilarlas todas para dar salida a proyectos absolutamente diferentes y más innovadores cada vez. Eso y una habilidad para adaptarse a las circunstancias de cada momento marcaron la trayectoria de uno de los grandes genios de la música popular de las últimas décadas.


En 1970 y 1971, Bowie había viajado a los Estados Unidos y había tomado contacto con alguno de los artistas más innovadores del momento al otro lado del charco, particularmente con Lou Reed e Iggy Pop, ambos inspiración directa para la creación del personaje protagonista del disco del que hablaremos hoy. A la vuelta de la gira promocional, donde Bowie había causado sensación con su personalidad y su forma de vestir, el músico se encontraba con inspiración suficiente para escribir y en pocas semanas compuso decenas de canciones nuevas que estaban preparadas para ser grabadas. Además, quería consolidar una banda para el directo con el problema de que Tony Visconti, su bajista y productor se había ido con los T-Rex de Marc Bolan. Su reemplazo al bajo fue Trevor Bolder, compañero del guitarrista Mick Ronson y del batería Mick Woodmansey en The Rats. Con la adición del teclista Rick Wakeman, Bowie y su banda grabaron “Hunky Dory” que se publicaría en diciembre de 1971 siendo uno de los mejores discos del artista. Solo había un problema y es que el material de “Hunky Dory”, siendo de gran calidad, no parecía el más adecuado para sustentar una gira en directo. Así, se decidió grabar, casi sin dejar pasar tiempo entre ambas sesiones, otra tanda de aquellas canciones escritas por Bowie a la vuelta de los Estados Unidos con la misma banda y la única baja de Wakeman que pasaría a formar parte de Yes en aquellos meses.


Hoy en día existe cierto consenso en afirmar que “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” era un disco conceptual, acorde con la moda de la época pero en realidad, aunque terminó siendo algo así, no era esa la idea inicial en absoluto. Como decíamos antes, las canciones fueron escritas a la vez que las que integraron “Hunky Dory” y no había en ellas ninguna intención narrativa que las relacionase en una historia mayor. En realidad, todo el relato alrededor del personaje de Ziggy Stardust se construyó después ordenando e incluso modificando alguna de las canciones del disco de forma que sostuvieran de algún modo una coherencia argumental que, en todo caso, fue sobrevenida. Sea como fuere, el caso es que Bowie inventó al personaje de Ziggy Stardust, un extraterrestre andrógino de vestuario y maquillaje provocadores que venía a salvar el planeta adoptando la forma de una estrella del rock y transmitiendo su mensaje a través de sus canciones.


“Five Years” - El disco se abre con una canción magnífica introducida con una cadenciosa parte de batería acompañada de toques de piano y la voz de Bowie adornada con unos curiosos efectos de eco. Combina el cantante pasajes cantados con otros de recitado, seguramente como influencia de Lou Reed. Antes de llegar al estribillo escuchamos un delicado fragmento con mellotron y cuerdas que se nutre del propio in crescendo de la canción que se resuelve justo ahí con la repetición del tema central una y otra vez hasta el final.




“Soul Love” - El siguiente tema tiene una curiosa base rítmica a base de palmas y bajo ejecutando un compás que combina el 4/4 con el ¾. En la parte central, Bowie nos deja un breve solo de saxofón, instrumento que, recordemos, solía tocar en sus discos. En el tramo final es la guitarra de Ronson la que acompaña al tarareo del cantante para cerrar una buena canción.


“Moonage Daydream” - Tras volver de los Estados Unidos, Bowie creó una banda llamada Arnold Corns (en homenaje a “Arnold Layne”, la canción de Syd Barrett que fue el single de debut de Pink Floyd). Con ellos grabó una primera versión de esta canción que llegó a salir en single. Finalmente decidió regrabarla para el disco con los músicos que participaron en el mismo. Es una de las mejores canciones del trabajo y en ella escuchamos unas interesantísimas guitarras eléctricas con cierto sabor a heavy metal aunque algo contenido.


“Starman” - Llegamos a una de las grandes canciones de Bowie en su carrera. Una de esas que no necesita demasiada presentación desde el comienzo con la guitarra acústica acompañando a la voz hasta el precioso estribillo engrasado por el piano y las cuerdas que fluye extraordinariamente bien. Una joya intemporal que suena hoy tan bien o mejor que hace cincuenta años.




“It Ain't Easy” - Cierra la “cara a” del disco la única canción no compuesta por Bowie: una versión de un tema del cantautor americano Ron Davies. Es una pieza en la que se mezcla el típico sonido del rock estadounidense con una agresividad propia de bandas como Led Zeppelin. Un tanto diferente de la línea general del disco pero no funciona mal.


“Lady Stardust” - El siguiente corte parece ser una revisión de una demo dedicada originalmente por Bowie a Marc Bolan. Seguramente no es la canción más recordada del disco y si tenemos que destacar algo en particular serían los coros que acompañan a la voz principal en el estribillo y en algunas partes de la misma.


“Star” - Continuamos con una canción muy inspirada en el rock'n'roll clásico, con ritmos vivos y un piano muy importante en la parte rítmica, un poco en la línea de Elton John. No es de nuestras favoritas pero sirve para dejarnos a las puertas de lo mejor del disco.


“Hang on to Yourself” - Otra canción grabada originalmente por Bowie con los Arnold Corns que aquí suena espectacularmente bien. Sigue siendo, como “Star”, un tema rock de toda la vida pero con una energía pegadiza y un interesante riff de guitarra. Perfecto como preludio de la siguiente canción.


“Ziggy Stardust” - Con “Starman” y con la que viene después, seguramente sea esta la canción más recordada del disco. El riff central de guitarra y los enérgicos rasgueos que lo acompañan son reconocibles inmediatamente y, por si esto fuera poco, la interpretación vocal de Bowie y la batería de Woodmansey son magníficas.




“Suffragette City” - Continuando con la revitalización del espíritu del viejo rock'n'roll, Bowie nos ofrece una canción magnífica con unas guitarras extraordinarias, el uso innovador para la época del sintetizador ARP y un piano rítmico que nos atrapa de principio a fin (un fin que sucede dos veces para sorpresa del oyente).


“Rock'n'roll Suicide” - El cierre del disco lo pone una canción lenta con reminiscencias de la chanson francesa y un Bowie muy enfático y con un punto de desesperación. La canción también tiene algo de Dylan por lo que no sorprende que el propio Bob la programase en alguna ocasión en el show radiofónico que presentó a mediados de los 2000.


Los músicos suelen tener tres tipos de trayectorias. Están los que debutan con un gran éxito y a partir de ahí su carrera es cuesta abajo con algún que otro altibajo. Tenemos a los que les sucede lo contrario: cada disco es un poco mejor que el anterior hasta llegar a una obra maestra tras la que empiezan a decaer. Y luego está el último caso, habitual en carreras cortas, con músicos o bandas que se superan disco a disco y lo dejan en lo más alto, sin llegar a iniciar el descenso. Con Bowie no aplica ninguna de estas categorías. Podría encajar en el segundo modelo con una trayectoria ascendente constante, aunque sería difícil determinar el punto más alto entre “Hunky Dory”, este “Ziggy Stardust” o el siguiente “Aladdin Sane”. Lo que ocurre es que, después del bajón de “Pin Ups” volvemos a asistir a una serie de discos a cual mejor que culminarían en la conocida como “trilogía berlinesa”. Ascensos y descensos de calidad que se sucederían en los años siguientes hasta acabar con ese magnífico colofón que fueron “The Next Day” y, sobre todo, “Blackstar”. Por ello es difícil determinar lo bueno que es realmente “Ziggy Stardust” o qué lugar ocuparía en un hipotético ranking de su obra. Si lo tuviéramos que elaborar nosotros quizá no entraría en un hipotético top-5 pero si nos pilla en un buen día no andaría muy lejos. Sea como fuere, el hecho es que estamos ante un disco memorable que ha trascendido notablemente su época y que funciona muy bien, al margen incluso de toda la carga icónica y de imagen que tenía Bowie en la época y eso es algo que no se puede decir de muchos otros discos de lo que se dio en llamar “glam rock”. No es que sean necesarias muchas excusas para volver a la música de David Bowie a menudo pero si necesitáis alguna, dadle una escucha a “Ziggy”. Siempre merece la pena. Nos despedimos con una versión en directo de una de las grandes canciones del trabajo:




martes, 13 de noviembre de 2018

David Bowie - Hunky Dory (1971)



La discografía de David Bowie es tan extensa y variada que en el blog la estamos afrontando de un modo un tanto caótico en cuanto al orden y concentrada en pequeñas píldoras. Hoy vamos a retroceder hasta el que probablemente fuera su primer gran disco tomado en conjunto. No podemos negar que “Space Oddity” o “The Man Who Sold the World” contenían algunas canciones que hoy todavía siguen destacando dentro de la obra del cantante británico pero “Hunky Dory” era un trabajo mucho más completo y lo era por muchas razones.

Había una cierta sensación de que la carrera de Bowie no terminaba de despegar e incluso el propio artista empezaba a albergar algunas dudas al respecto. Su “rival” Marc Bolan comenzaba a triunfar a lo grande en un estilo muy similar al suyo y, además, fue la apuesta de Tony Visconti, productor de los primeros discos de ambos quien decidió en 1971 centrarse en la carrera del lider de T.Rex renunciando a otras producciones. Bowie se encontraba así sin productor y sin discográfica pero tenía un plan que sería puesto en marcha cuando firmó por RCA tras escuchar estos una serie de maquetas. Se dice que el músico británico ya tenía preparado el personaje de Ziggy Stardust antes incluso de grabar el disco inmediatamente anterior a ese pero que quería ir poco a poco y lanzar primero un album como “Hunky Dory” que iba a suponer, ahora que está tan de moda la palabreja, una especie de “reboot” de su carrera. Ciertamente, había un retorno a un sonido acústico más propio de su primer disco que del que siguió a aquel. Al margen de eso, las novedades iban a ser importantes. Antes de grabar el disco, Bowie viajó a los Estados Unidos y allí conoció a Andy Warhol y se empapó de las tendencias que triunfaban al otro lado del charco. Además, y pese a no saber tocarlo con demasiada destreza en aquel entonces, compuso casi todo el disco al piano, algo que se tomó como una motivación extra y que dio grandes resultados. A la vuelta de sus pequeñas vacaciones americanas hizo una pequeña aparición en televisión acompañando a Peter Noone al piano en una interpretación de “Oh! You Pretty Things”, canción escrita por Bowie para “Hunky Dory” aunque fuera grabado antes por Noone. Tras eso, el cantante dio un pequeño concierto en la BBC con la que sería ya su nueva banda poco antes de convertirse en una de las grandes atracciones en el festival de Glastonbury de aquel año.

Con varias de las canciones ya rodadas, Bowie y su banda pasaron el verano de 1971 grabando el que, para muchos (entre los que nos incluimos) es uno de sus cuatro o cinco mejores trabajos. Los músicos participantes, que más tarde se convertirían en los famosos “Spiders from Mars”, eran: Mick Ronson (guitarra, coros y Mellotron), Trevor Bolder (bajo y trompeta) y Mick Woodmansey (batería). Bowie por su parte cantaba, tocaba la guitarra, el saxo y, ocasionalmente, el piano. No conviene abusar de un instrumento que no dominas cuando cuantas con un músico invitado como el teclista Rick Wakeman. El que luego se convertiría en una de las grandes leyendas de los teclados dentro del floreciente rock progresivo, comenzaba por entonces su carrera como músico de sesiones y seguramente habría formado parte de la banda de Bowie durante un tiempo de no haber mediado una llamada de Chris Squire para reclutarle como nuevo teclista de Yes. Pese a ello, Wakeman recuerda su colaboración con Bowie con mucho cariño. El cantante le invitó a su casa y allí le presentó lo que aún era un esbozo de varias de las composiciones que formarían parte de “Hunky Dory” y que fueron, en palabras de Rick “la mejor colección de canciones que había oído en su vida en una sóla tarde”.

David Bowie con su "look" Greta Garbo


“Changes” - Pocas cosas se pueden decir de una de las canciones más memorables de un artista de la talla de Bowie. Unos inconfundibles acordes de piano que introducen una estrofa adornada con unas cuerdas que tenían aire de telecomedia para dar paso al sincopado estribillo en el que Bowie no termina de arrancar. Ch-ch-ch-ch-changes... repetía una y otra vez en un tema inmortal desde el inicio hasta la curiosa coda de saxo a cargo del propio Bowie.




“Oh! You Pretty Things” - De nuevo el piano de Wakeman sirve como introducción a un tema que ya fue un éxito en la voz de Peter Noone antes de aparecer en “Hunky Dory”, como mencionamos antes. El arreglo es sencillo en el comienzo. Bowie y el despeinado piano de Wakeman van desgranando una aparentemente fácil melodía hasta que un cambio de ritmo da paso a una especie de marcha festiva a la que solo le falta la tuba marcando los tiempos. Una canción espléndida se mire por donde se mire y que bien podría haber estado inspirada en los cómics del recientemente fallecido Stan Lee, especialmente en los protagonizados por los X-Men y el resto de mutantes de Marvel, habitualmente conocidos como “Homo Superior”. El término acuñado por Nietzsche es empleado por el propio Bowie en la canción. No sorprende que una de las mejores series sobre mutantes de la televisión actual, “Legion”, incluyese una versión del tema a cargo de la cantante Laura Hannigan.

“Eight Line Poem” - Continuamos con una pieza que tiene mucho que ver con el tiempo que Bowie pasó en Estados Unidos previo a la grabación. Sin ser un tema memorable, sí que tiene una gran influencia de la música de aquel país.

“Life on Mars?” - Se cuenta que Bowie tuvo la posibilidad de grabar una versión de “Comme d'Habitude” con texto en inglés pero que por algún motivo fue Paul Anka el encargado de hacerlo dando lugar así a la inmortal “My Way”. Esta canción sería la respuesta de David, quien partiría de un par de acordes del clásico de la “chanson” para conseguir una de sus canciones más celebradas. Inolvidable también el piano de Rick Wakeman, solemne y evocador y que forma parte indisoluble de la canción para siempre.




“Kooks” - En el momento de la grabación, Bowie acababa de ver nacer a Duncan Jones (Zowie), su primer hijo. Esta canción, dedicada al bebé era también un homenaje a Neil Young, que podría pasar por autor de la misma sin problemas.

“Quicksand” - Cerrando la “cara a” del trabajo estaba esta extraña canción en la que Bowie se acompaña de diversas guitarras en su mayor parte aunque más adelante escuchamos también piano, cuerdas y, finalmente a la banda al completo. Al margen de algunos coros de aire “beatle” y de la crítica letra con referencias de todo tipo, incluyendo al célebre ocultista Aleister Crowley, no hay mucho más que merezca la pena destacar.

“Fill Your Heart” - El cantante adopta aquí un tono casi humorístico en su interpretación que casa bien con el aire de comedia de la pieza, reforzado por el saxo y el uso de unas cuerdas que no siempre quedan bien en este tipo de composiciones pero que, sin embargo, aquí salen airosas. El protagonismo de Wakeman al piano es casi absoluto pese a su contención, especialmente si tenemos en cuenta su trayectoria posterior. Es la única canción del disco que no está compuesta por Bowie sino por Biff Rose, en palabras del propio Wakeman, “uno de los heroes vocales de Bowie”.

“Andy Warhol” - El artista norteamericano se llevó la dedicatoria de una canción muy particular. El comienzo es particularmente arriesgado, con una curiosa melodía de sintetizador que da paso a un tema guitarrero presidido por un afortunado “riff” que, sin ser especialmente complejo, resulta muy atractivo.

“Song for Bob Dylan” - “Escucha, Robert Zimmerman, te he escrito una canción”. Hoy quizá no lo parezca tanto habida cuenta la dimensión artística que alcanzó Bowie en su carrera pero en 1971, parecía algo atrevido dirigirse así a Bob Dylan, y más aún imitando, cuando no parodiando, el estilo del cantautor norteamericano. Con todo, es una de las canciones destacadas del disco.

“Queen Bitch” - Otra de las influencias que se trajo David Bowie de sus vacaciones americanas fue la de la Velvet Underground. Esta canción es un indisimulado homenaje a la banda de Lou Reed con quién poco después el propio Bowie colaboraría en varias ocasiones.

“The Bewlay Brothers” - Todos los artistas tienen canciones que por un motivo u otro terminan pasando desapercibidas y hasta olvidadas. Dentro de ese grupo de temas, a veces se encuentran canciones excelentes que merecerían una revisión más a menudo. En nuestra opinión, este es uno de esos casos. Una canción críptica en muchos momentos pero con unos arreglos interesantísimos incluyendo unas fantasmales cuerdas de Mellotron que le dan un aire irreal a toda la pieza. A nuestro juicio, una forma inmejorable de terminar el disco.




Nos llama la atención la disposición de las composiciones en “Hunky Dory”. La primera cara del disco es sencillamente magistral con varias canciones que se pueden calificar sin rubor de obras maestras. La segunda, en cambio, está llena de homenajes: Biff Rose, Warhol, Dylan, Lou Reed... incluso muchos ven en la que cierra el disco una referencia al hermano de Bowie que se suicidó mientras estaba recluido en un hospital psiquiátrico. Esta forma de dividir los discos de forma temática iba a repetirse en el futuro, especialmente en los dos primeros trabajos de la llamada “trilogía de Berlín” y revela un especial gusto por el detalle de su autor de quien seguiremos hablando en la próxima entrada con otro de sus discos fundamentales. De momento, disfrutemos de “Hunky Dory” como lo que es: una de las obras cumbre de un músico tremendo como fue David Bowie.

Como despedida, os dejamos con uno de los grandes temas del disco en directo en la BBC.


 

miércoles, 3 de febrero de 2016

David Bowie - Black Tie, White Noise (1993)



En general, los años ochenta no fueron una buena época para los artistas cuyas carreras habían comenzado en las décadas anteriores y no por falta de talento o agotamiento creativo en muchos casos sino por una cierta desubicación y un deseo de encajar en unas estéticas muy diferentes a las anteriores. Quizá nunca antes se había producido un cambio tan brusco en los gustos del público y eso, definivamente, pilló fuera de juego a la mayor parte de las instituciones musicales de los años anteriores. No es extraño repasar las carreras de grupos y solistas de los años setenta y comprobar como lo peor de su repertorio, en la mayoría de los casos, se publicó en la década siguiente.

Afirmamos que esto no siempre tenía que ver con un declive creativo y basamos esa idea en que buena parte de esos mismos artistas consiguieron levantar el vuelo años más tarde, en muchas ocasiones volviendo a estilos más cercanos al suyo propio.

En cierto modo, Bowie forma parte de ese grupo. Es cierto que en 1983 lanzó “Let's Dance”, uno de los mejores discos de la década con varios singles de gran éxito pero sus siguientes trabajos fueron manifiestamente inferiores a pesar de tener aún alguna canción notable. Todo esto provocó dos cosas: que el artista retirase gran parte de su repertorio “antiguo” de los conciertos durante el tour “Sound + Vision” y el abandono temporal de su carrera en solitario creando Tin Machine como banda independiente.

En total pasaron casi seis años entre el lanzamiento de “Never Let Me Down” y su regreso en solitario con “Black Tie, White Noise” en lo que fue una de las resurrecciones más sonadas del artista británico. Durante la última gira de Tin Machine, Bowie se encontró de nuevo con Nile Rodgers, productor con el que ya había trabajado en “Let's Dance” y decidieron trabajar de nuevo juntos pero en una linea completamente diferente. Estilísticamente estamos ante un nuevo giro de tuerca en el que Bowie juega con el jazz (hasta se atreve a tocar el saxofón) o el house, incorpora algunas versiones de canciones ajenas que empareja con otras muy personales e incluso incluye en el trabajo piezas que escribió para su boda con la modelo Iman, celebrada en los meses en los que el músico grababa el disco. La variedad de estilos justifica la extensa lista de músicos que colaboran en la grabación que incluye nombres que van desde el pianista de new-age Philippe Saisse hasta el percusionista de Spyro Gyra, Gerardo Vélez o la mano derecha de Philip Glass, Michael Riesman que toca el arpa, las campanas tubulares y se encarga de los arreglos de cuerda (cabe recordar que justo en aquel tiempo, el compositor norteamericano estaba trabajando en su primera sinfonía, basada en el disco “Low” del propio Bowie). Junto a ellos, aparecen en el disco el propio Nile Rodgers (guitarra), los baterías Pugi Bell y Sterling Campbell, los bajistas Barry Campbell y John Regan, los teclistas Richard Hilton, Dave Richards, Mike Garson y Richard Tee, los guitarristas Reeves Gabriels, Mick Ronson o Wild T. Springer junto a un montón de voces invitadas en los coros o la de Al B. Sure, quien protagoniza un dúo con el propio Bowie. Especial peso tiene el trompetista Lester Bowie (sin parentesco con David) que destaca en varios de los cortes del trabajo.

La boda de Bowie con Iman tuvo gran repercusión.


“The Wedding” - Con el sonido de un campanario se abre el primer tema del disco que no es sino uno de los tres que aquí se incluyen de todos los que Bowie escribió para la ceremonia de su boda con Iman. Una infecciosa linea de bajo irrumpe entonces dando paso a la percusión y a un solo de saxo a cargo del propio Bowie con algún ligero aire árabe en determinados momentos del fraseo. El instrumental sonaba terriblemente actual en su época lo que evidenciaba, una vez más, que el artista británico estaba dispuesto a seguir abriendo nuevos caminos.

“You've Been Around” - El segundo tema del disco fue escrito por Bowie y Reeves Gabriels para Tin Machine aunque nunca llegó a aparecer en ninguno de los discos de la banda. Es una canción potente con bastante peso de la electrónica y un desarrollo verdaderamente interesante con una percusión muy agresiva combinándose con extrañas evoluciones del bajo que se acompaña en ocasiones de una guitarra indisimuladamente “funky”. Lester Bowie pone el toque de jazz con la trompeta completando un extraordinario mosaico sonoro.

“I Feel Free” - En varias de las canciones del disco hay un importante peso biográfico. Eso es evidente en las piezas creadas para su boda pero también en otros temas como esta versión de Cream. Bowie tuvo un hermanastro de nombre Terry que padecía esquizofrenia lo que le llevó al suicidio en 1985. La inclusión de esta pieza es un raro homenaje ya que, aunque los gustos de Terry se acercaban más al jazz que al rock, en una ocasión Bowie le llevó a ver un concierto del grupo de Jack Bruce, Eric Clapton y Ginger Baker. Minutos después del comienzo, Terry comenzó a sentirse mal y ambos abandonaron el recinto. Al llegar a la calle, éste sufrió un importante brote psicótico en el que creía verse engullido por el suelo que se abría bajo sus pies. Aquella experiencia marcó a David aunque nunca hasta este momento decidió aprovecharla como motor artístico. La canción no es nueva para los seguidores del artista ya que en su gira de 1972 formaba parte del repertorio habitual.

“Black Tie, White Noise” - Uno de los cortes más icónicos del disco es la canción que le da título y para la que Bowie contó con la voz invitada de Al B. Sure. Está inspirada en los incidentes que tuvieron lugar en Los Ángeles tras la injustificada paliza por parte de cuatro policías al taxista de color Rodney King. La difusión de una grabación de un videoaficionado provocó altercados en todo el país y Bowie, quien se encontraba en la ciudad californiana en aquel momento, lo vivió de muy cerca. La canción, con toques de jazz sobre una base de rythm'n'blues fue un grán éxito.




“Jump They Say” - No tan grande, sin embargo, como el que obtuvo el que fue primer single del trabajo. Es una canción inspirada en el suicidio de Terry de quien hablamos anteriormente y que saca todo el provecho de la presencia de Nile Rodgers, quien aporta el toque funk, verdadero motor de la pieza en la que destaca sobremanera la presencia de Lester Bowie a la trompeta. Una fusión prodigiosa que marcó el retorno de David Bowie a la primera linea.




“Nite Flights” - Continúa el disco con otra versión. Se trata ahora de una canción de una de las mayores influencias de Bowie en su carrera: Scott Walker, aunque publicada en su momento por el grupo de éste con sus hermanos Gary y John. La interpretación que aquí escuchamos sigue la linea de otras piezas del disco (incluso la linea de bajo es similar a la de “The Wedding”), especialmente en cuanto a la sección rítmica y los arreglos electrónicos.

“Pallas Athena” - Llega el momento de escuchar un nuevo instrumental (tiene textos pero empleados como mero recurso musical). Pertenece también a la música escrita por Bowie para su boda. La pieza, completamente hipnótica, mezcla unas cuerdas claramente minimalistas con ritmos de hip-hop y sirve de transición hacia la segunda parte del disco.

“Miracle Goodnight” - El que fuera tercer single del disco es un corte verdaderamente extraño. Es una canción dedicada a Iman (todo el disco lo está de uno u otro modo) extrañamente optimista y con multitud de elementos que descolocan al oyente como la omnipresente melodía principal o los coros que entran en diálogo con el propio vocalista. En el tramo central encontramos un segmento que podría estar sacado de cualquier composición de Philip Glass de la época y desde ahí hasta el final, una serie de arpegios indiscutiblemente “glassianos” acompañan al tema central.




“Don't Let Me Down & Down” - Otro guiño a Iman, que comenzó como una petición de esta. La modelo conocía a una artista mauritana de nombre Tahra que había grabado un disco con el productor francés Martine Valmont. El disco se convirtió pronto en uno de los favoritos de la modelo que insistió en que David lo escuchara. Este no sólo lo hizo sino que decidió grabar su propia versión de una de las canciones del trabajo que suena aquí con un toque inconfundiblemente americano convertido en una imbatible balada amorosa.

“Looking for Lester” - Bowie comparte créditos como autor con Nile Rodgers en este instrumental de jazz contemporáneo que es una de nuestras piezas favoritas de todo el trabajo. Lester, evidentemente, es Lester Bowie quien campa a sus anchas haciendo diabluras con su trompeta, de nuevo en compañía del propio David al saxo. Uno de esos encuentros que maravillan de puro improbable.

“I Know It's Gonna Happen Someday” - Bowie solía hacer la broma de que esta canción sonaba como Bowie imitando a Morrisey imitando a Bowie y es que la pieza, originalmente incluida en el disco de 1992 del líder de los Smiths, estaba muy influida por la etapa “glam” de David (Mick Ronson, guitarrista entonces de Bowie, era el productor del disco de Morrisey). Los coros que aquí aparecen llevan la pieza a un terreno más cercano al gospel.

“The Wedding Song” - El disco se cierra con una revisión del tema inicial en el que las campanas que abrían aquel se trasladan al cierre. En el resto hay pocas variaciones y se mantiene el solo de saxo. Se incorpora además una letra y una serie de coros que realzan el corte original y se convierten en el cierre perfecto para el disco.

Con “Black Tie, White Noise” Bowie entró en una nueva etapa en la que es difícil encontrar un disco flojo. Sin renunciar a los experimentos (los hubo y muy arriesgados) el artista británico situó el listón en un nivel altísimo. No alcanzó la presencia en los medios ni los éxitos masivos de antaño pero, a cambio, consolidó su prestigio como músico con trabajos muy sólidos en todo tipo de registros. Antes de producirse la noticia de su fallecimiento teníamos pensado ya hacer un repaso de estos años de la carrera de Bowie a modo de preparación para “Blackstar”, su última genialidad. Hoy comenzamos esta pequeña travesía que abarcará tres discos para un poco más tarde, hablar de ese último trabajo.

Como despedida os dejamos con Bowie y Rodgers hablando del disco en una grabación de la época: