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martes, 30 de abril de 2024

Tin Machine - Tin Machine (1989)




Los ochenta fueron años contradictorios para David Bowie. Fue una etapa en la que abrazó el pop sin tapujos obteniendo grandes éxitos pero también fracasos notables. Expandió su papel de superestrella al cine actuando en películas como “Merry Christmas Mr.Lawrence”, “Absolute Beginners” o “Dentro del Laberinto” o “La última tentación de Cristo” y grabó un montón de temas en colaboración con otras estrellas como Queen, Giorgio Moroder, Pat Metheny, Tina Turner o Mick Jagger. Quizá por esa dispersión, discos como “Tonight” o “Never Let Me Down” no funcionaron tan bien como el músico esperaba o no le dejaron del todo satisfecho por lo que se planteó un cambio para el futuro: abandonar su carrera en solitario y formar una banda al uso de la que él sería un miembro más.


La idea surgió cuando Bowie conoció al guitarrista Reeves Gabrels a través de la esposa de este, una de las periodistas que cubría la gira americana del músico en 1987. Los dos comenzaron entonces una gran amistad personal sin que Bowie supiera que Gabrels era músico. Cuando el guitarrista se lo comentó, empezaron a intercambiar ideas y a plantearse hacer cosas juntos lo que cristalizó en los nuevos arreglos de una vieja canción para un festival benéfico. Tras ello, ambos decidieron seguir adelante con el proyecto de crear un grupo. La banda la completarían los hermanos Sales: Hunt (batería) y Tony (bajo). Ambos fueron miembros de Utopia, la formación de Todd Rundgren, y ya habían trabajado con Bowie en los setenta cuando éste era el productor de Iggy Pop. La banda llevaría el nombre de Tin Machine y en 1989 publicarían su primer disco con el apoyo del guitarrista de sesiones Kevin Armstrong. En él, Bowie sería el autor de todas las canciones con participación del resto de los miembros de la banda en la mayoría de ellas de forma puntual. Fiel a su costumbre, Bowie incluyó también una versión de un tema ajeno como veremos después.


“Heaven's in Here” - Nada más comenzar el disco nos damos cuenta de un cambio en la orientación de Bowie hacia un sonido más americano y bastante más duro que en los trabajos anteriores. En el tema que abre la colección tenemos, además, una clara base de blues que hacía mucho que no encontrábamos en la música del artista británico. Aunque no cuajó finalmente, en los meses anteriores Bowie había contactado con el productor de Bon Jovi buscando un cambio en su sonido en esta línea. A destacar el incendiario solo de guitarra de Gabrels en la parte final del tema.


“Tin Machine” - La canción que da título al disco y nombre a la propia banda era un cañonazo lleno de energía de principio a fin, con la fuerza que, por ejemplo, tenían en su día los ZZ Top. Rock duro que no deja ni un respiro al oyente en toda su duración.




“Prisoner of Love” - Continuamos con una canción más cercana a la línea del Bowie anterior, especialmente al de “Never Let Me Down” donde el pop de los discos precedentes se endurecía a base de guitarras agresivas. Por mucho que la canción esté firmada por todo el grupo, tiene toda la esencia del Bowie más conocido.


“Crack City” - Con el siguiente tema bajamos un poco las revoluciones aunque la exhibición de energía en todo momento sigue siendo abrumadora. Algunos críticos indicaron que este disco de Tin Machine era una especie de “grunge” antes del “grunge” y, con algunos matices, no creemos que fueran muy desencaminados, especialmente por las guitarras, sucias y omnipresentes en todo el trabajo.


“I Can't Read” - Al parecer, esta canción era la favorita de Bowie de todas las incluidas en el disco. Incluso la grabó de nuevo años después para incluirla en el disco “Earthling” aunque finalmente esa versión solo apareció como cara b de uno de los singles. En todo caso, nos parece una gran canción y también una especie de precursora del Bowie que resucitó en 2013 con “The Next Day”.


“Under the God” - El primer single del disco (“Heaven's in Here” salió antes pero solo como adelanto promocional y no a la venta) es otra canción arrolladora, un ejemplo de rock pegadizo y agresivo que recuerda en muchas cosas al Bowie de los primeros setenta y a discos como “Aladdin Sane”. De nuevo, las guitarras de Gabrels son ineludibles y se apoderan de la pieza en muchos momentos.




“Amazing” - La siguiente canción es una extraña balada que nos recuerda a temas similares de bandas como Aerosmith o Guns'n'Roses. Nos parece que no acaba de encajar dentro del disco y que hay algo en ella que no termina de funcionar bien. Probablemente sea el punto más bajo del trabajo.


“Working Class Hero” - Para recobrarnos del bajón anterior llega aquí una magnífica versión, nada menos de que de una de las canciones más emblemáticas de John Lennon que aparecía en su primer disco tras dejar los Beatles. No sería la última canción de ese trabajo de la que Bowie haría su propia revisión.




“Bus Stop” - El siguiente tema no llega ni siquiera a los dos minutos de duración aunque realmente no necesita nada más. Nos recuerda mucho a las primeras canciones de Bowie incluidas en su disco de debut y en los primeros singles aunque con un sonido actualizado. Una curiosidad muy agradable en todo caso.


“Pretty Thing” - Regresamos a los sonidos duros y a los ritmos vertiginosos en este hiper-acelerado tema en el que apenas tenemos tiempo para enterarnos de lo que está pasando. En todo caso, una canción bastante prescindible de la que el propio músico no estaba especialmente orgulloso.


“Video Crime” - Una canción rara pero que siempre nos gustó mucho, quizá por encontrar en ella muchos elementos a los que Bowie volvería en varios discos de la década siguiente. En todo caso, no parece que la banda compartiera nuestra opinión porque es el único corte del disco que nunca tocaron en directo.




“Run” - La única canción del disco en la que aparece acreditado como co-autor Kevin Armstrong, el músico invitado del trabajo. Tenemos que señalar aquí que ni este tema ni el que viene después aparecían en la edición original del disco en vinilo y sólo formaron parte del CD como “bonus tracks”. En todo caso, no es un tema menor y en absoluto sobra.


“Sacrifice Youself” - Otro tema de vértigo en la línea de “Pretty Thing” o del que abría el trabajo. Lo más destacable, una vez más, es la guitarra de Gabrels que da una auténtica exhibición con el instrumento.


“Baby Can Dance” - Cierra el trabajo una de las primeras canciones que escribieron Bowie y Gabrels cuando empezaban a dar forma al proyecto y también una de nuestras preferidas. Volvemos al formato de balada rockera con un estribillo clásico de Bowie y fragmentos más veloces y llenos de fuerza. Un excelente broche para un disco muy particular.



Tin Machine grabaron un disco más y publicaron un álbum en directo antes de disolverse en 1992 para que Bowie retomase su carrera en solitario aunque manteniendo a Gabrels como parte de su equipo de colaboradores en los siguientes años. Particularmente, los discos de Tin Machine nos parecen muy interesantes pero la opinión general de la crítica es que fueron la parte más baja de la carrera de Bowie. El propio músico no parecía apreciarlos especialmente cuando se refiere a esa etapa como “una ayuda para desconectar y enfocar de nuevo su carrera”. En todo caso son muy necesarios para entender la evolución posterior del músico, no tanto en el inmediatamente posterior “Black Tie, White Noise” como en los siguientes trabajos así que nos parecen muy recomendables.

lunes, 27 de agosto de 2018

David Bowie - Hours (1999)



En 1994, el músico y programador David Cage comenzó a escribir el guión de un interesante videojuego que llevaría por nombre “The Nomad Soul”. La gran novedad del mismo era que el jugador no “perdía” cuando el el personaje principal muere durante la partida sino que su alma se trasladaba entonces al cuerpo de otro de los personajes. “The Nomad Soul” iba a ser el primer lanzamiento de la compañía francesa Quantic Dream y combinaba las características de distintos productos similares: juegos de lucha, “shooters”, resolución de puzzles, etc. El producto era realmente ambicioso hasta el punto que Cage se puso en contacto para la creación de la banda sonora del mismo con artistas de la talla de Björk, Massive Attack o David Bowie quien, para su sorpresa, fue el primero en responder afirmativamente.

El ofrecimiento de Bowie no quedó ahí. El artista terminó por formar parte del videojuego como personaje de la trama y también como miembro de la banda virtual “The Dreamers” que aparecería tocando en determinadas escenas de la aventura.

“The Nomad Soul” aparecería en el mercado en 1999, casi al mismo tiempo que “Hours”, el  nuevo disco de Bowie que fue grabado de modo simultáneo a la banda sonora. Durante las sesiones, Bowie y Reeves Gabrels escribieron un gran número de temas, tanto instrumentales como cantados y se llegó a hablar de que “Hours” sería realmente la banda sonora del juego algo que no fue así finalmente aunque ambas obras tuvieran mucha música en común. Posteriores reediciones de “Hours” iban a incorporar como parte del material adicional algunas composiciones instrumentales de la banda sonora junto con canciones del músico que aparecieron en películas de la época (“Stigmata” y “American Psycho”).

Los anteriores discos de Bowie (“Outside” y especialmente “Earthling”) habían supuesto un importante giro hacia la música electrónica en la carrera del músico. Curiosamente “Hours” iba a tener un enfoque completamente distinto regresando a sonidos clásicos y canciones más convencionales lo que, en general, fue bien acogido por parte de la crítica aunque podría evidenciar un cierto conformismo por parte de un músico a quien, hasta entonces, se le podía acusar de cualquier cosa menos de esa. En el apartado artístico, sería el último trabajo de Bowie con Gabrels, colaboración que venía produciéndose desde los tiempos de Tin Machine. El guitarrista no quedó nada contento con el resultado final del que se eliminaron algunas de sus partes, incluyendo una de sus canciones que fue concebida como uno de los temas centrales del disco y finalmente quedó relegada a “cara b”. Aparte de Gabrels, que se encarga de las guitarras, los teclados y las programaciones, participan en “Hours”: Sterling Campbell (batería), Mark Plati (bajo, guitarras, teclados y Mellotron) y Mike Levesque (batería). Otros músicos como Everett Bradley (percusión), Chris Haskett (guitarra) o Holly Palmer (coros) intervienen puntualmente en una sola canción.

Carátula de "The Nomad Soul"


“Thursday's Child” - La primera canción del disco lo tiene todo: es un tema magnífico que, además, tiene una factura pop clásica. Una interpretación excelente, coros acertadísimos, arreglos sobrios... una de esas piezas hechas para sonar en cualquier tiempo y lugar. Puede ser criticada precisamente por eso, por ser una pieza que parece diseñada para formar parte de la programación habitual de esas emisoras que dedican todo su tiempo a los grandes éxitos de décadas pasadas y esa opinión tendría parte de razón pero la canción es suficientemente buena como para ignorar ese hecho.




“Something in the Air” - El segundo corte es mucho más personal. Sigue siendo un tiempo medio pero tanto el bajo como las guitarras son más incisivos. Sin ser el Bowie rompedor al que estamos acostumbrados, es una canción muy atractiva que, en cierto modo, podemos ver como un adelanto de alguna de las piezas de los últimos trabajos del músico.

“Survive” - El comienzo acústico de la pieza nos hace pensar en un cambio con respecto a las anteriores y, en efecto, hay algo de eso. Los arreglos, en los que también escuchamos un Mellotron, son muy diferentes y hacen de esta una canción de esas que no llaman la atención al principio pero que terminan calando con el tiempo.

“If I'm Dreaming My Life” - Las guitarras se endurecen en el comienzo de un tema que también nos muestra una percusión desnuda que le da un carácter muy particular. La pieza tiene varios cambios de ritmo que la dan un dinamismo notable. No hay en todo el disco un tema claramente por debajo de los demás ni tampoco demasiados que destaquen del resto pero éste, por su propia estructura y duración (supera los 7 minutos), llama mucho la atención.

“Seven” - Apenas una guitarra acústica y unas cuerdas sirven a Bowie para presentar otra canción de esas de las que se suele decir que son un clásico instantáneo. Una pieza sencilla pero impecable que parece carne de recopilatorio, sin que esto pretenda sonar peyorativo. A estas alturas parece claro que el músico había dejado de lado la experimentación para dedicarse a hacer buenas canciones sin mayor ambición y la idea funcionó de maravilla.




“What's Really Happening” - Con todo, nunca viene mal introducir un punto de tensión en el disco y eso es lo que tenemos aquí con esta pieza potente que, como alguna otra de las que hemos comentado ya, nos encajaría perfectamente en un disco como “The Next Day”, trabajo que encontramos muy próximo a “Hours” pese a los más de 15 años que los separan.

“The Pretty Things Are Going to Hell” - Esa relación entre ambos trabajos podemos encontrarlas también en esta canción aunque de forma algo más críptica. La canción no tuvo videoclip oficial pero, de hecho, sí se hizo uno en el que Bowie se encontraba con reproducciones de sí mismo en diferentes etapas de su carrera. Dos de esas marionetas aparecieron en el videoclip de “Love is Lost”, perteneciente a “The Next Day” en 2013. Además de eso, la canción, pura energía, es una de las más interesantes de “Hours”.




“New Angels of Promise” - En la misma linea agresiva comienza el siguiente corte del disco, con unos interesantísimos arreglos electrónicos sobre la voz del músico que nos remiten a trabajos anteriores con Brian Eno.

“Brilliant Adventure” - Y si nos acordabamos de Eno en la canción anterior, es imposible no hacerlo con este breve instrumental que se diría sacado directamente de “Low” o “Heroes”. Era una de las partes de la banda sonora de “The Nomad Soul” que no contaba con voces y la única rescatada para “Hours” (hubo más pero quedaron como “cara b” de los diferentes singles.

“The Dreamers” - Cierra el disco la canción que lleva el nombre de la banda ficticia que Bowie Lidera en el videojuego. Una pieza que sigue la linea del resto del CD: rock elegante, ambicioso por momentos pero siempre dentro de una corrección absoluta.

Después de varios discos con la electrónica como base, Bowie afrontó con “Hours” una especie de retorno a las viejas formas. Puede resultar sorprendente que precisamente cuando el músico se pone a trabajar en una banda sonora para un videojuego sea cuando abandona este enfoque que, a priori, encajaría mejor en un entorno tecnológico pero Bowie siempre ha huido de convencionalismos y no le fue del todo mal así. Como curiosidad, “Hours” fue el primer disco en ser comercializado como descarga digital un par de semanas antes de la aparición en formato físico, al menos, por parte de una estrella de peso dentro de la industria.

Os dejamos con la versión en vivo de "Survive":

 

jueves, 24 de marzo de 2016

David Bowie - Earthling (1997)



Con “Outside”, David Bowie dio un importante giro hacia la electrónica y los sonidos industriales, algo que llevó un poco más allá durante la correspondiente gira en la que estuvo acompañado, además de por su banda habitual entonces, por los miembros de Nine Inch Nails en la parte americana del “tour”.

Ese reencuentro con la música electrónica revitalizó en cierto modo al artista británico de modo que, apenas concluida la gira decidió que quería entrar en el estudio para volver a grabar. Este aire espontaneo y casi de improvisación fue uno de los rasgos característicos del disco. El propio Bowie fue el productor y las sesiones dieron comienzo sin material previo alguno (aunque se regrabó alguna canción antigua, nada estaba planeado de antemano. En aquel momento la música electrónica estaba experimentando un importante repunte de popularidad y bandas como Underworld (impulsadas por la banda sonora de “Trainspotting”) o The Prodigy se encontraban entre las que Bowie escuchaba con cierta regularidad. También Trent Reznor y los citados Nine Inch Nails. Esas influencias fueron muy importantes en el sonido global del trabajo pero cuesta identificar momentos concretos en los que sean evidentes.

Los músicos que participan en el disco son: Reeves Gabrels (teclados, guitarras y voces), Mark Plati (teclados), Gail Ann Dorsey (bajo y voces), Zachary Alford (batería y percusiones) y Mike Garson (piano, teclados). Bowie, además de cantar, toca la guitarra, el saxo y los teclados.

Bowie durante la gira del disco.


“Little Wonder” - Sin introducciones ni sutilezas, el disco se abre con un despliegue de ritmos drum'n'bass que dan paso a la voz de Bowie cantando un texto sencillo pero pegadizo. Las guitarras son muy agresivas y rescatan por un momento a la pieza del marasmo electrónico en el que se había sumido llevándola a un terreno más cercano a la música más habitual del autor. Sin embargo, esto sólo dura unos instantes porque inmediatamente volvemos a los experimentos rítmicos que ocupan el segmento central de la pieza. Guitarra y bajo se citan entonces para juguetear durante un rato antes del gran final, pleno de vigor con un Bowie rockero próximo al de Tin Machine. El corte fue el segundo single del disco.




“Looking for Satellites” - Una especie de coro que recita parsimoniosamente un raro texto nos recibe en una de las canciones más interesantes del trabajo. Un corte de pop electrónico muy poco convencional pero muy atractivo en el que se dan la mano muchas tendencias sin dejar de lado ráfagas rockeras, especialmente con los solos de guitarra de la parte final.

“Battle for Britain (the Letter)” - Nuevo ejemplo de “drum'n'bass” desatado en un extraordinario contraste con el lento desarrollo de las partes vocales. El efecto es notable. Escuchamos una pieza absolutamente actual en el contexto en que fue grabada pero que conserva toda la esencia del sonido de Bowie e incluye algunos toques “jazzies” absolutamente marcianos. A pesar de todo, no consigue situarse entre nuestras favoritas.

“Seven Years in Tibet” - El que fue el último single del disco comienza con una percusión marcadísima en la que se apoya el saxo de Bowie para dibujar una cadenciosa melodía. A la hora de cantar, el artista lo hace tras una serie de filtros que enmascaran su voz como si procediese de un viejo transistor de bolsillo. Una vez más, y es una característica clara de todo el disco, las guitarras ponen un contrapunto ácido a los sonidos electrónicos como queriendo mantener un ancla  en el espíritu del Bowie más clásico. Como curiosidad, en algunos momentos se escuchan lo que podían ser breves citas de “It's No Game”, el tema que abría el clásico “Scary Monsters”.

“Dead Man Walking” - El tercer single de “Earthling” fue una canción decididamente entregada a la vertiente más cercana a la pista de baile de la música electrónica. A pesar de ello, es una pieza muy interesante que contiene giros jazzísticos (especialmente en el piano de Garson) y que quizá podriá haber mejorado en una versión más relajada.

“Telling Lies” - La canción que tuvo el honor de ser el adelanto del disco (como descarga electrónica, algo completamente nuevo en aquel momento) era un tema con un claro ritmo drum'n'bass en su inicio que enseguida evoluciona hacia una canción electrónica de ambiente muy extraño y opresivo por momentos. Con algún giro vocal que nos recuerda al “Yassassin” del LP “Lodger”, Bowie parece querer mantener algún vínculo con su pasado a la vez que se sumerge en las corrientes más avanzadas del momento. A pesar de la carga electrónica del tema, hay momentos extraordinarios de Gail Ann Dorsey al bajo y también de Zachary Alford a la batería y es que no toda la sección rítmica recae aquí en la electrónica ni mucho menos.




“The Last Thing You Should Do” - Volvemos a los ritmos frenéticos en contraste con las melodías lentas y las guitarras afiladas como cuchillas de afeitar. Casi veinte años después de su publicación, canciones como esta siguen sonando actuales e incluso vanguardistas lo que explica que en su momento descolocasen a más de un seguidor.

“I'm Afraid of Americans” - Probablemente la canción más popular del disco, con permiso de “Little Wonder”. Realmente se trataba de un descarte de “Outside” y por ello está firmada por Bowie y Brian Eno, coautores de la mayor parte de los temas de aquel trabajo. Antes de aparecer en “Earthling” una versión previa de la pieza pudo escucharse en la banda sonora de la película “Showgirls” aunque cuando la canción alcanzó mayor difusión fue a través de las remezclas que Trent Reznor hizo para los singles (de hecho, la versión del disco no aparecía en ninguno de ellos). Sin duda, se trata de una de nuestras canciones favoritas de todo el trabajo.

“Law (Earthlings on Fire)” - Cerrando el disco tenemos otro robusto corte electrónico cuyo comienzo podría haber sido firmado por los Depeche Mode de aquellos años sin ningún rubor. Según nos adentramos en la pieza ese parentesco se diluye en favor del propio Bowie. Tiene algo muy atractivo esta canción que no terminamos de identificar porque no tiene que ver con una melodía inspirada o con interpretaciones deslumbrantes. Cosas que ocurren con los genios, sin duda.

Lo cierto es que “Earthling” no fue un gran éxito para Bowie. Desde el punto de vista artístico, y siempre en nuestra opinión, tampoco se acercó al nivel de su predecesor “Outside” aunque mantiene un buen nivel medio. La aproximación de Bowie a las corrientes electrónicas más en boga en aquel momento fue muy digna y con una personalidad muy marcada (no utilizó, como la mayoría de artistas del género, “samples” de otros como bases, por ejemplo). Con todo, fue el disco que cerró una etapa en la carrera de Bowie quien, en adelante volvería a un sonido púramente rockero en el que la electrónica se convertiría en una herramienta más y no en un medio de expresión de por sí.

En el blog le hemos dedicado varias entradas en los últimos meses a la música de Bowie, algo planeado desde que supimos de la aparición de “Blackstar” y que termina por ahora con ésta dedicada a “Earthling”. No quiere decir esto que el artista británico no vaya a volver a aparecer por aquí aunque la idea es que tarde un poco en hacerlo (conociéndonos un poco, no descartamos que en cualquier momento cambiemos el plan inicial). Con todo, aprovechamos para recomendar a todos los lectores el repaso a cualquiera de los trabajos del artista. Raro será que no encuentre en ellos alguna canción especial por uno u otro motivo.

Os dejamos con una de las mezclas de Trent Reznor (co-protagonista del video-clip) de "I'm Afraid of Americans"


 

miércoles, 10 de febrero de 2016

David Bowie - Outside (1995)



En la boda de David Bowie con Iman no sólo sonó música del propio artista sino que también pudieron escucharse otras piezas escritas por un invitado muy especial: Brian Eno. De hecho, ambos artistas interpretaron piezas propias durante el baile. En aquel momento decidieron volver a trabajar juntos pero de un modo diferente a como lo habían hecho en el pasado. Ambos artistas habían oído hablar de una institución psiquiátrica en Viena varios de cuyos internos llevaban a cabo una intensa labor artística. Eno y Bowie viajaron allí y tomaron un buen número de fotografías de los cuadros y esculturas creados por aquellos. Con ese material ambos artistas crearon una obra de alrededor de tres horas de duración y que era en su práctica totalidad, dialogada. La obra se situaba en 1999 y mostraba un mundo distópico en el que algunas formas de asesinato se habían llegado a aceptar como arte y corría por cuenta de un comisario gubernamental, Nathan Adler, determinar qué formas de arte lo eran en realidad y cuáles no.

En la historia pululan gran cantidad de personajes localizados en distintos escenarios de Gran Bretaña y los EE.UU. y con esa única idea como punto de partida, Eno y Bowie entraron en el estudio de grabación junto con los músicos de la banda. Sin tener ni una sola nota escrita. Una vez allí, las famosas “estrategias oblicuas” diseñadas por Eno tuvieron mucho peso en el proceso creativo ya que cada miembro de la banda recibía una tarjeta cada día de grabación cuyas instrucciones debería seguir en toda la sesión.




El resultado de las sesiones fue un disco largo en el que se alternaban canciones más o menos convencionales con experimentos sonoros en la linea del propio Brian Eno y todo ello con pasajes dialogados intercalados. Al margen de Bowie (voz, saxo, guitarras y teclados) y el propio Eno (sintetizadores y tratamientos electrónicos) participan en el disco: Reeves Gabriels (guitarras), Erdal Kizilçai (bajo, teclados), Mike Garson (piano), Sterling Campbell (batería), Carlos Alomar (guitarra), Joey Baron (batería), Yossi Fine (bajo). Los cuatro primeros artistas del listado participan en la composición de buena parte de los temas del disco. Los restantes los firman Eno y Bowie o el propio cantante en solitario. En cortes puntuales también participaron los guitarristas Tom Frish y Kevin Armstrong.




La música del disco es compleja desde el comienzo, con pasajes instrumentales que recuerdan claramente a las partes más oscuras de la trilogía berlinesa. Las secciones rítmicas son intensas y nada sencillas, con continuas variaciones y cambios que nos llevan a través de un trabajo de difícil asimilación a primera escucha. El primer gran tema del disco es el corte 2, “Outside” que sirve como perfecta presentación para la acción que vendrá después. “The Hearts Filthy Lesson” con sus ritmos industriales y sus “riffs” abrasivos es una gran muestra del nuevo cambio de estilo e incorpora detalles insólitos como un piano de remoto aire jazzístico que destaca entre la maquinaria de un modo casi milagroso. Sería el primer “single” del disco. Abiertamente “jazzy” es el siguiente tema, “A Small Plot of Land”, especialmente en sus primeros minutos. Después se convierte en un torrente que lo arrastra todo hasta la siguiente sección del trabajo en la que destaca “Hello Spaceboy”, una brutal pieza sin concesiones en la que una percusión abrumadora lo llena todo llegando a eclipsar una buena melodía. A muchos les sonará a herejía pero la remezcla de esta canción realizada por los integrantes de Pet Shop Boys junto con el propio Bowie nos parece infinitamente superior a la versión del disco. “I Have Not Been to Oxford Town” es una canción que nos reúne de nuevo con la faceta más clásica del artista y sirve de perfecto preludio para “No Control”, una verdadera maravilla firmada, como la anterior, por Bowie y Eno. Otro de los temas imprescindibles del disco es “Wishful Beginnings”, con una atmósfera inigualable en la que la mano de Eno se nota, y mucho. Enlaza esta con la dinámica y, por momentos, divertida “We Prick You” que, tras un corte de transición, desemboca en otro de los grandes momentos del disco: “I'm Deranged”. El punto final lo pone la estupenda “Strangers When We Meet”, escrita originalmente para la banda sonora de “The Buddha of Suburbia” publicada en 1993 y regrabada para la ocasión.




El disco muchas veces es citado como “1. Outside” y es que parece que la intención inicial era que fuera el primero de una serie de cinco trabajos que irían apareciento a razón de uno por año hasta llegar a 1999, año en que se desarrolla la historia de Nathan Adler. Finalmente esa idea no se desarrolló y “Outside” quedó como un disco nada más. Con el reciente fallecimiento de Bowie hemos conocido que tenía planes para seguir lanzando discos con material antiguo durante bastante tiempo desde su muerte. Con temas seleccionados y organizados por él mismo. No nos extrañaría lo más mínimo que parte de la historia de Nathan Adler que falta por contar se encuentre entre ese material pendiente de publicar pero eso es algo que iremos descubriendo con el tiempo.

Como despedida os dejamos con la nueva mezcla de "Hallo Spaceboy" a cargo de Bowie y los Pet Shop Boys:


miércoles, 3 de febrero de 2016

David Bowie - Black Tie, White Noise (1993)



En general, los años ochenta no fueron una buena época para los artistas cuyas carreras habían comenzado en las décadas anteriores y no por falta de talento o agotamiento creativo en muchos casos sino por una cierta desubicación y un deseo de encajar en unas estéticas muy diferentes a las anteriores. Quizá nunca antes se había producido un cambio tan brusco en los gustos del público y eso, definivamente, pilló fuera de juego a la mayor parte de las instituciones musicales de los años anteriores. No es extraño repasar las carreras de grupos y solistas de los años setenta y comprobar como lo peor de su repertorio, en la mayoría de los casos, se publicó en la década siguiente.

Afirmamos que esto no siempre tenía que ver con un declive creativo y basamos esa idea en que buena parte de esos mismos artistas consiguieron levantar el vuelo años más tarde, en muchas ocasiones volviendo a estilos más cercanos al suyo propio.

En cierto modo, Bowie forma parte de ese grupo. Es cierto que en 1983 lanzó “Let's Dance”, uno de los mejores discos de la década con varios singles de gran éxito pero sus siguientes trabajos fueron manifiestamente inferiores a pesar de tener aún alguna canción notable. Todo esto provocó dos cosas: que el artista retirase gran parte de su repertorio “antiguo” de los conciertos durante el tour “Sound + Vision” y el abandono temporal de su carrera en solitario creando Tin Machine como banda independiente.

En total pasaron casi seis años entre el lanzamiento de “Never Let Me Down” y su regreso en solitario con “Black Tie, White Noise” en lo que fue una de las resurrecciones más sonadas del artista británico. Durante la última gira de Tin Machine, Bowie se encontró de nuevo con Nile Rodgers, productor con el que ya había trabajado en “Let's Dance” y decidieron trabajar de nuevo juntos pero en una linea completamente diferente. Estilísticamente estamos ante un nuevo giro de tuerca en el que Bowie juega con el jazz (hasta se atreve a tocar el saxofón) o el house, incorpora algunas versiones de canciones ajenas que empareja con otras muy personales e incluso incluye en el trabajo piezas que escribió para su boda con la modelo Iman, celebrada en los meses en los que el músico grababa el disco. La variedad de estilos justifica la extensa lista de músicos que colaboran en la grabación que incluye nombres que van desde el pianista de new-age Philippe Saisse hasta el percusionista de Spyro Gyra, Gerardo Vélez o la mano derecha de Philip Glass, Michael Riesman que toca el arpa, las campanas tubulares y se encarga de los arreglos de cuerda (cabe recordar que justo en aquel tiempo, el compositor norteamericano estaba trabajando en su primera sinfonía, basada en el disco “Low” del propio Bowie). Junto a ellos, aparecen en el disco el propio Nile Rodgers (guitarra), los baterías Pugi Bell y Sterling Campbell, los bajistas Barry Campbell y John Regan, los teclistas Richard Hilton, Dave Richards, Mike Garson y Richard Tee, los guitarristas Reeves Gabriels, Mick Ronson o Wild T. Springer junto a un montón de voces invitadas en los coros o la de Al B. Sure, quien protagoniza un dúo con el propio Bowie. Especial peso tiene el trompetista Lester Bowie (sin parentesco con David) que destaca en varios de los cortes del trabajo.

La boda de Bowie con Iman tuvo gran repercusión.


“The Wedding” - Con el sonido de un campanario se abre el primer tema del disco que no es sino uno de los tres que aquí se incluyen de todos los que Bowie escribió para la ceremonia de su boda con Iman. Una infecciosa linea de bajo irrumpe entonces dando paso a la percusión y a un solo de saxo a cargo del propio Bowie con algún ligero aire árabe en determinados momentos del fraseo. El instrumental sonaba terriblemente actual en su época lo que evidenciaba, una vez más, que el artista británico estaba dispuesto a seguir abriendo nuevos caminos.

“You've Been Around” - El segundo tema del disco fue escrito por Bowie y Reeves Gabriels para Tin Machine aunque nunca llegó a aparecer en ninguno de los discos de la banda. Es una canción potente con bastante peso de la electrónica y un desarrollo verdaderamente interesante con una percusión muy agresiva combinándose con extrañas evoluciones del bajo que se acompaña en ocasiones de una guitarra indisimuladamente “funky”. Lester Bowie pone el toque de jazz con la trompeta completando un extraordinario mosaico sonoro.

“I Feel Free” - En varias de las canciones del disco hay un importante peso biográfico. Eso es evidente en las piezas creadas para su boda pero también en otros temas como esta versión de Cream. Bowie tuvo un hermanastro de nombre Terry que padecía esquizofrenia lo que le llevó al suicidio en 1985. La inclusión de esta pieza es un raro homenaje ya que, aunque los gustos de Terry se acercaban más al jazz que al rock, en una ocasión Bowie le llevó a ver un concierto del grupo de Jack Bruce, Eric Clapton y Ginger Baker. Minutos después del comienzo, Terry comenzó a sentirse mal y ambos abandonaron el recinto. Al llegar a la calle, éste sufrió un importante brote psicótico en el que creía verse engullido por el suelo que se abría bajo sus pies. Aquella experiencia marcó a David aunque nunca hasta este momento decidió aprovecharla como motor artístico. La canción no es nueva para los seguidores del artista ya que en su gira de 1972 formaba parte del repertorio habitual.

“Black Tie, White Noise” - Uno de los cortes más icónicos del disco es la canción que le da título y para la que Bowie contó con la voz invitada de Al B. Sure. Está inspirada en los incidentes que tuvieron lugar en Los Ángeles tras la injustificada paliza por parte de cuatro policías al taxista de color Rodney King. La difusión de una grabación de un videoaficionado provocó altercados en todo el país y Bowie, quien se encontraba en la ciudad californiana en aquel momento, lo vivió de muy cerca. La canción, con toques de jazz sobre una base de rythm'n'blues fue un grán éxito.




“Jump They Say” - No tan grande, sin embargo, como el que obtuvo el que fue primer single del trabajo. Es una canción inspirada en el suicidio de Terry de quien hablamos anteriormente y que saca todo el provecho de la presencia de Nile Rodgers, quien aporta el toque funk, verdadero motor de la pieza en la que destaca sobremanera la presencia de Lester Bowie a la trompeta. Una fusión prodigiosa que marcó el retorno de David Bowie a la primera linea.




“Nite Flights” - Continúa el disco con otra versión. Se trata ahora de una canción de una de las mayores influencias de Bowie en su carrera: Scott Walker, aunque publicada en su momento por el grupo de éste con sus hermanos Gary y John. La interpretación que aquí escuchamos sigue la linea de otras piezas del disco (incluso la linea de bajo es similar a la de “The Wedding”), especialmente en cuanto a la sección rítmica y los arreglos electrónicos.

“Pallas Athena” - Llega el momento de escuchar un nuevo instrumental (tiene textos pero empleados como mero recurso musical). Pertenece también a la música escrita por Bowie para su boda. La pieza, completamente hipnótica, mezcla unas cuerdas claramente minimalistas con ritmos de hip-hop y sirve de transición hacia la segunda parte del disco.

“Miracle Goodnight” - El que fuera tercer single del disco es un corte verdaderamente extraño. Es una canción dedicada a Iman (todo el disco lo está de uno u otro modo) extrañamente optimista y con multitud de elementos que descolocan al oyente como la omnipresente melodía principal o los coros que entran en diálogo con el propio vocalista. En el tramo central encontramos un segmento que podría estar sacado de cualquier composición de Philip Glass de la época y desde ahí hasta el final, una serie de arpegios indiscutiblemente “glassianos” acompañan al tema central.




“Don't Let Me Down & Down” - Otro guiño a Iman, que comenzó como una petición de esta. La modelo conocía a una artista mauritana de nombre Tahra que había grabado un disco con el productor francés Martine Valmont. El disco se convirtió pronto en uno de los favoritos de la modelo que insistió en que David lo escuchara. Este no sólo lo hizo sino que decidió grabar su propia versión de una de las canciones del trabajo que suena aquí con un toque inconfundiblemente americano convertido en una imbatible balada amorosa.

“Looking for Lester” - Bowie comparte créditos como autor con Nile Rodgers en este instrumental de jazz contemporáneo que es una de nuestras piezas favoritas de todo el trabajo. Lester, evidentemente, es Lester Bowie quien campa a sus anchas haciendo diabluras con su trompeta, de nuevo en compañía del propio David al saxo. Uno de esos encuentros que maravillan de puro improbable.

“I Know It's Gonna Happen Someday” - Bowie solía hacer la broma de que esta canción sonaba como Bowie imitando a Morrisey imitando a Bowie y es que la pieza, originalmente incluida en el disco de 1992 del líder de los Smiths, estaba muy influida por la etapa “glam” de David (Mick Ronson, guitarrista entonces de Bowie, era el productor del disco de Morrisey). Los coros que aquí aparecen llevan la pieza a un terreno más cercano al gospel.

“The Wedding Song” - El disco se cierra con una revisión del tema inicial en el que las campanas que abrían aquel se trasladan al cierre. En el resto hay pocas variaciones y se mantiene el solo de saxo. Se incorpora además una letra y una serie de coros que realzan el corte original y se convierten en el cierre perfecto para el disco.

Con “Black Tie, White Noise” Bowie entró en una nueva etapa en la que es difícil encontrar un disco flojo. Sin renunciar a los experimentos (los hubo y muy arriesgados) el artista británico situó el listón en un nivel altísimo. No alcanzó la presencia en los medios ni los éxitos masivos de antaño pero, a cambio, consolidó su prestigio como músico con trabajos muy sólidos en todo tipo de registros. Antes de producirse la noticia de su fallecimiento teníamos pensado ya hacer un repaso de estos años de la carrera de Bowie a modo de preparación para “Blackstar”, su última genialidad. Hoy comenzamos esta pequeña travesía que abarcará tres discos para un poco más tarde, hablar de ese último trabajo.

Como despedida os dejamos con Bowie y Rodgers hablando del disco en una grabación de la época: